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No es fácil separar a Leonor de Aquitania de su leyenda. Los abundantes testimonios conservados sobre quien fuera duquesa de Aquitania y reina de Francia e Inglaterra en el siglo XII dibujaron desde un primer momento un cuadro nada neutral. Relatos, crónicas o baladas posteriores a su muerte muestran a una reina que rompió los moldes y clichés femeninos del medievo. Desde un primer momento se hicieron juicios sumarios sobre su carácter que se han perpetuado hasta casi la actualidad.
En el siglo XIX, historiadores franceses como Jules Michelet, Charles Petit-Dutaillis o Joseph Calmette la tildaron de «fiera y violenta», «alegre y sensual» o «meridional aventurera». Más crédito merecen los testimonios de admiración que suscitó entre muchos de sus contemporáneos, no solo por su belleza y su refinamiento, sino también por su extraordinaria fuerza de carácter y sus dotes políticas.
El palacio ducal
El palacio ducal
El actual palacio de Justicia de Poitiers fue en el pasado la residencia de los duques de Aquitania. Al final de su vida, Leonor hizo construir en su interior la llamada Gran Sala.
Robert Palomba / Onlyfrance
Leonor pertenecía a la estirpe ducal aquitana. Su abuelo, Guillermo IX el Trovador, fue uno de los hombres más influyentes de su tiempo y gran promotor del amor cortés.
Tras la temprana muerte de su padre, el duque Guillermo X, durante su peregrinación a Santiago de Compostela, Leonor se convirtió en heredera de un ducado que era uno de los territorios más ricos de la Cristiandad.
Guillermo IX de Aquitania
Guillermo IX de Aquitania en la capitular de un manuscrito del siglo XIII.
AKG / Album
Leonor, que entonces tenía entre 13 y 15 años, se casó con el heredero del trono de Francia, el futuro Luis VII, una operación diplomática estratégica que permitió a la monarquía francesa duplicar de golpe su extensión.
La boda suponía igualmente el encuentro de dos culturas, la del norte y la del sur de Francia, territorios que se distinguían no solo por la lengua –el occitano o lengua de oc que se hablaba en el sur frente al francés antiguo o lengua de oïl en el norte–, sino también por la forma de vida.
Boda de Luis VII y Leonor de Aquitania
Boda de Luis VII y Leonor de Aquitania. Miniatura del siglo XIV. Museo Condé.
Album
Choque de culturas El matrimonio entre Luis y Leonor puso enseguida de manifiesto estas diferencias. Los cónyuges, en efecto, tenían personalidades opuestas. Luis era un joven taciturno que prefería la vida austera. Muy religioso, el joven rey francés participaba en ceremonias vestido con el sayal gris de los penitentes, calzado con sandalias y confundido entre la multitud. «A veces tengo la impresión de haberme casado con un fraile», dijo en una ocasión Leonor.
Ella, en cambio, estaba acostumbrada a las espléndidas fiestas de la corte de Poitiers, y trató de reproducirlas al trasladarse con su esposo a París, donde enseguida se puso a decorar el palacio real de la isla de la Cité con tapicerías y otros adornos, a la vez que, para amenizar las veladas, invitaba a su corte a numerosos trovadores, los célebres poetas en lengua provenzal.
Un trovador medieval
Bridgeman / ACI
Pese a que Luis se enamoró desde el principio de su esposa, entre ambos nunca hubo entendimiento. La situación se agravó por la falta de descendencia. Pasaron siete años antes de que naciera su primer vástago, una hija. En 1146, Luis organizó una cruzada a Tierra Santa dirigida por él mismo, y Leonor decidió acompañarlo, algo que no era inusual entre las mujeres de la realeza y la nobleza en esos años.
Se dijo que, cuando se hallaban en Antioquía, Leonor tuvo una relación adúltera con su tío Raimundo de Poitiers. Aunque no hay certidumbre sobre este punto, sí se sabe que fue allí donde la reina expuso a Luis la posibilidad de anular su matrimonio alegando que ambos eran parientes en un grado prohibido por la Iglesia.
A su vuelta a Francia tuvieron su segundo hijo, también una niña, pero la crisis del matrimonio era ya irremediable. Pese a que el papa, consultado al respecto, emitió una opinión contraria a la anulación, un concilio eclesiástico celebrado en Beaugency en marzo de 1152 dictó la disolución del matrimonio. De inmediato, Leonor emprendió el regreso a sus estados en Aquitania.
Pomo de daga
La daga de Leonor
Este fino pomo de daga reproducido aquí, decorado con la figura de un león rampante, perteneció a Leonor de Aquitania. Museo del Ejército, París.
RMN-Grand Palais
El joven heredero inglés Apenas dos meses después, se anunció que la duquesa había contraído un nuevo matrimonio. El elegido –pues todo indica que en esta ocasión la decisión fue de ella– era Enrique Plantagenet, conde de Anjou y duque de Normandía. Soberano de un territorio vecino al de Aquitania, Enrique podría aportar a Leonor un muy necesario apoyo político y militar. Pero en lo personal también era un partido más atractivo que su primer marido.
Diez años menor que ella, Enrique era un joven apuesto y fuerte, al que le gustaba practicar ejercicios físicos, pero que también tenía inquietudes culturales. De la apasionada relación que ambos mantuvieron durante casi quince años nació una amplia prole compuesta por tres niñas y cinco niños.
Enrique II de Inglaterra entronizado
El segundo marido
Esta miniatura muestra al rey Enrique II de Inglaterra entronizado y flanqueado por dos obispos. Ilustración de Flores Historiarum , de Mateo de París.
ACI
Un año después de su matrimonio, el normando se convirtió en rey de Inglaterra y Leonor fue coronada en Westminster.
De nuevo, la duquesa aquitana debió cambiar de aires para instalarse en un país muy distinto a su tierra natal. En Inglaterra, Leonor se acostumbró a ejercer el poder en ausencia de su marido, administrando justicia por sí misma.
Así, cuando unos monjes de Reading denunciaron que les habían arrebatado ilegalmente unas tierras, ella escribió a un oficial: «Os ordeno averiguar sin demora si es así, y si esto resulta cierto es mi mandato que se devuelvan sin tardanza estas tierras a los monjes. No voy a tolerar que pierdan injustamente nada que les pertenezca. Salud».
Escenas de amor cortés
Arqueta de cobre con figuras esmaltadas que representan escenas de amor cortés. Siglo XII.
Album
Por otra parte, se atribuye a Leonor un papel protagonista en la extensión del ideal del amor cortés tal como cristalizó en el Midi. El fin’amors o «fino amor» establecía una relación de «vasallaje» entre el amante y la mujer amada, un vínculo lleno de obstáculos que incitaba al hombre a crear los más bellos versos de admiración.
Se ha dicho que la introducción del amor cortés en Inglaterra
a través de Leonor influyó en el desarrollo del ciclo artúrico, las novelas en torno al mítico rey Arturo y los caballeros de la Tabla Redonda. Igualmente, en Poitiers, donde pasaba largas temporadas, Leonor reunió un círculo formado por letrados, trovadores y eruditos que elaboraban canciones y relatos históricos, lo que los historiadores del siglo XIX denominaban «cortes de amor». Buen ejemplo de la cultura cortés patrocinada por Leonor es el tratado De amore , de Andrés el Capellán.
El arzobispo Tomás Becket
El arzobispo Tomás Becket
En 1179, Leonor hizo construir en la catedral de Toledo una capilla, hoy desaparecida, en honor de Tomás Becket, asesinado por orden de Enrique II en 1170. Abajo, Becket en una insignia de peregrino.
ACI
Hacia 1165, un literato francés, Benoît de Saint-Maure, dedicó a Leonor su Roman de Troie o Poema de Troya .
En él retrata a la reina como «aquella que tiene en sí tanta belleza, aquella que posee también mucha nobleza, gloria y valor, virtud, sentido y honor, bondad, mesura y pureza, generosidad y probidad, aquella cuyos méritos borran las fechorías de todas las demás damas, aquella en quien abunda la prudencia, aquella que, vaya a donde vaya en todo el mundo, no tiene igual. Poderosa dama, esposa de un poderoso rey».
Las oraciones de la reina
Las oraciones de la reina
Una dama aparece arrodillada, en plena oración, en esta miniatura de un lujoso salterio o libro de salmos que perteneció a Leonor de Aquitania, datado hacia 1180.
Alamy / ACI
Francia e Inglaterra en el siglo XII
El matrimonio entre Leonor de Aquitania y Enrique II supuso la unión política de Inglaterra y el oeste de Francia. Esto les hizo entrar en conflicto con los reyes de Francia, que poseían la soberanía feudal sobre el ducado de Aquitania y las posesiones francesas de los Plantagenet.
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Cartografía: Eosgis.Com
Justo en el momento en que Leonor era objeto de este elogio, su segundo matrimonio entraba en crisis. En efecto, en 1166 entró en escena Rosamunda Clifford, la hermosa amante inglesa de Enrique.
La leyenda posterior atribuirá a Leonor el asesinato de su rival; según la balada Fair Rosamond , la reina habría descubierto que Rosamunda esperaba a su real amante en un laberinto en Woodstock y la habría obligado a matarse en su presencia, eligiendo entre el puñal y el veneno.
Al margen de versiones novelescas, la realidad es que cuando Leonor descubrió la infidelidad se distanció de su esposo, hasta que pronto llegó la ruptura.
Rosamunda Clifford
La rival de Leonor
Este óleo, obra del pintor prerrafaelita John William Waterhouse, representa a la amante de Enrique II, Rosamunda Clifford, siendo observada por la reina Leonor de Aquitania. 1916. Museo Nacional, Cardiff.
Bridgeman / ACI
Rebelión familiar El conflicto conyugal se agravó por la rebelión de tres de los hijos de Enrique –Enrique el Joven (el primogénito), Godofredo y Ricardo Corazón de León– contra su propio padre. Enrique y sus consejeros culpaban a Leonor de haber provocado esa revuelta, como afirmaba el arzobispo de Ruán, Rotrou, en una carta a la reina: «Por ello todos nosotros, en una queja y lamento unánimes, deploramos que tú, una mujer tan prudente, te hayas separado de tu marido […].
Peor aún, y eso es más contrario todavía a las reglas, permites que tus hijos, la progenie de tu señor rey, se rebelen contra su padre, como dice precisamente el profeta: “Alimenté y crie hijos, pero se han rebelado contra mí”».
Pero la disputa con los hijos revelaba más bien la dificultad de mantener un gobierno conjunto sobre dos territorios separados por el canal de la Mancha: la emergente Inglaterra normanda y la feudal Aquitania occitana. Además, el rey de Francia, interesado en mermar el poder de Enrique II, intervino activamente en la disputa.
Abadía de Westminster
Abadía de Westminster
Enrique III, nieto de Leonor de Aquitania e hijo de Juan sin Tierra, demolió la abadía de Westminster en la que fue coronada Leonor de Aquitania en 1154 y erigió en su lugar un magnífico templo gótico.
AWL Images
Años de reclusión En 1173, unos servidores de Enrique sorprendieron inesperadamente a Leonor ataviada con vestimentas masculinas. Enrique ordenó que la condujeran al castillo de Chinon, de donde en 1175 fue trasladada al castillo de Sarum. Leonor permaneció enclaustrada quince años, hasta la muerte del rey en 1189.
Castillo de Chinon
Castillo de Chinon
Esta fortaleza era una de las más poderosas que tenían los Plantagenet en Francia. Servía a la vez de residencia real y de prisión para los rebeldes. Leonor de Aquitania fue confinada allí durante seis meses por orden de su esposo, Enrique II, antes de ser trasladada a otro lugar de confinamiento en Inglaterra.
Manuel Cohen / Aurimages
Castillo de Gisors
Castillo de Gisors
En 1160, Enrique II y Leonor recuperaron esta estratégica fortaleza en la región del Vexin, cerca de Normandía, que serviría de baluarte en las guerras de los Plantagenet contra la monarquía francesa.
Lionel Lourdel / Gtres
Al recuperar la libertad, la reina tuvo aún una destacada participación en la política de la Corona inglesa, marcada por la marcha del nuevo rey, Ricardo Corazón de León, su hijo preferido, a la cruzada y sus difíciles relaciones con su hermano Juan sin Tierra, al que Leonor prestaría igualmente su ayuda cuando accedió al trono en 1199.
Ricardo Corazón de León
Ricardo Corazón de León
El sello del rey Ricardo I, hijo de Leonor, hace referencia al monarca como jefe militar. Lo muestra a caballo, blandiendo una gran espada y con la cabeza protegida por un casco. 1194. Catedral de Canterbury.
Bridgeman / ACI
Leonor falleció el 1 de abril de 1204, cuando contaba aproximadamente 82 años. Apenas cuatro años antes había regresado de su último viaje: fue a la península ibérica para escoger entre sus nietas, las infantas de Castilla (hijas de su hija Leonor y de Alfonso VIII), a la que se convertiría en esposa del futuro monarca francés Luis VIII; la elegida fue la infanta Blanca. Un ejemplo de la fortaleza que mostró la duquesa de Aquitania y reina de Francia y de Inglaterra hasta prácticamente sus últimos días.
El panteón de los Plantagenet
El panteón de los Plantagenet
En la abadía de Fontevraud fueron enterrados varios miembros de la dinastía Plantagenet. La imagen muestra las sepulturas de Leonor de Aquitania y su segundo esposo, Enrique II, junto a las de su hijo Ricardo I y la de la esposa de Juan I, Isabel de Angulema.
Stephane Compoint / Onlyfrance
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Este artículo pertenece al número 243 de la revista Historia National Geographic.