Primeros escritos - La obra de Leonardo Bruni
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Leonardo Bruni

Capítulo 1: Leonardo Bruni

1.2 Leonardo Bruni y el “humanismo cívico”

1.2.3 La obra de Leonardo Bruni

1.2.3.1 Primeros escritos

Su primera obra conocida fue el Carmen de adventu imperatoris, un poema lati-no en hexámetros en el que el autor apela a Roma —defensora de la ley como en tiempos de Hanibal y Pirro— a aliarse con Florencia —guía de las ciudades–estado italianas— frente a una posible incursión del ejército del Emperador Venceslao iv88, aliado en la política expansionista que los Visconti llevaban a cabo en la Toscana. En opinión de H. Baron (1955 [19662]: 329-330) y J. Hankins (2003: 139-141), el poema podría datarse entre 1397 y 1398, pero cada uno de ellos lo interpreta de distinto mo-do: para Baron representa la época más clasicista del autor, lejos de la fusión entre humanismo y vida civil; Hankins lo considera ya un elemento de literatura propa-gandística89.

Sea como fuere, los enfrentamientos entre Milán y Florencia fueron interpreta-dos en los círculos intelectuales como la lucha entre el poder despótico y la florentina libertas, entre la tiranía y la república, lo que produjo su reflejo en la literatura de la

88 Elegido rey de Bohemia en 1363 y emperador de Alemania desde 1378 hasta 1400 cuando lo suce-dió su hermano Segismundo. En 1395 nombró duque de Lombardía a Gian Galeazzo Visconti, al que el año anterior había nombrado duque de Milán, lo que equivalía a considerarlo su delegado o vicario en la parte italiana del Sacro Imperio Romano.

89 Según H. Baron (1955 [19662]: 330): «Here we have a revealing illustration of the dominance of an abstract classicism in the sorroundings in which Bruni learned to take his first steps toward becom-ing a humanist. In one way or another, Florentine Humanism at the end of the Trecento [...] shows everywhere a lack of natural osmosis between the tenets of the literati and the realities of life». Por su parte J. Hankins (2003: 140-141) opine lo siguiente: «The poem is probably best considered a piece of literary propaganda, similar to other classicizing broadsides confected in the period after 1375 by Bruni's teacher Coluccio Salutati. It is by no means lacking in “realism”. After all, a great part of the educated classes of northern and central Italy was by this date in the grip of a passion for classical an-tiquity; a poem modelled on Petrarch and Lucan and appealing powerfully to ancient parallels should by no means have fallen on deaf ears. Salutati used the very same parallels in his own missive, which are generally admitted to have been effective pieces of propaganda. The call to put a stop to factional strife and join the common cause against the invader was an “abstract” one given the political condi-tions of many central Italian cities in the 1390s».

época: así la Invectiva in florentinos del canciller milanés Antonio Loschi, que acusaba a Florencia por su política expansionista en la Toscana, tuvo respuesta en la diatriba que le dirigió a su vez C. Salutati. Se puede apreciar en las cartas que éste escribió en nombre de la República florentina en las que la ensalzaba como única defensora de la libertad ciudadana y como ejemplo de ciudad–estado (baluarte para el equilibrio ita-liano y de los principios de autonomía e independencia), y también en su tratado De tyranno en el que expresaba sus dudas sobre la institución de la monarquía, ajena a cualquier tipo de soberanía popular90.

Siguiendo con el ejemplo que le ofrecía su maestro y a raíz de la muerte de Gian Galeazzo Visconti en 1402, Bruni se erigió como propagador de la nueva ideología florentina, optando únicamente por el modelo republicano como defensor de los de-rechos de libertad no sólo de la ciudad sino también de los ciudadanos individuales.

El mejor testimonio literario de esta situación política nos lo ofrece la Laudatio Flo-rentinae urbis. En este panegírico, Bruni tomaba como argumento los ideales ya esta-blecidos por Salutati y bajo el modelo del Panathenaicus de Elio Aristides —cf. la Ep.

viii. 11 (4)—, se enorgullecía, al tiempo de la ideal situación geográfica de Florencia, de la superioridad intelectual de una ciudad que unía el culto de las letras al de la li-bertad como sucedía en la antigua Atenas. Presenta una ciudad ideal e idealizada, armónica en toda su dimensión, hegemónica sobre el resto de ciudades, no sólo ita-lianas si no del mundo entero: ipsa urbs eiusmodi est ut nihil neque lucentius neque splendidius in toto orbe terrarum inveniri possit (Bruni, Opere: 568); y vencedora a lo largo de su historia secular, como en el momento en que escribe91:

Volo preterea unum narrare quod mihi in primis argumentum videri solet magnitudinis huius urbis ostendende. Gessit hec civitas complurima bella, contra potentissimos hostes reluctata est. Stravit crescentes et formidolosas

90 El texto de la Invectiva de A. Loschi (Vicenza 1368-1441) no se ha conservado pero se puede re-construir, en parte, a partir de la respuesta de Salutati, Invectiva in Antonium Luschum, editada por D.

Moreni (1826) y de forma parcial por E. Garin (1952 [19762]: 7-37). Cf. supra § i, 1.1.1 n. 10 para la edición de las obras de Salutati, R. G. Witt (1983) para su pensamiento y N. Rubinstein (1990) para una aproximación general al tema.

91 En el siguiente fragmento Bruni hace alusión claramente a la guerra con Milán de la que Floren-cia salió vencedora —aunque como opina P. Viti (Bruni, Opere: 11 n. 6) en este caso más bien por for-tuna que por su virtud— por lo tanto su datación no puede ser anterior a 1402, como proponía F. P.

Luiso (1901) situándola en 1400, si no entre 1403 y 1404 como proponen H. Baron —cf. por ejemplo H.

Baron (1955 [19662]: 83-84 y passim), Id. (1968: 102-137)—, S. U. Baldassarri (2000: xv), G. Griffits – J. Hankins – D. Thompson (1987) o P. Viti en Bruni, Opere: 11 n. 6, y 565.

potentias. Consilio, opibus, magnitudine animorum eos superavit quibus nec par quidem fore nec resistere posse ullo pacto credebatur. Nuperrime vero adversus potentissimum et opulentissimum hostem ita summa vi per multos annos contendit ut omnium mentes in admirationem converteret. (Bruni, Opere: 582)92 En todas las descripciones, siempre positivas, de la ciudad se subraya su carác-ter cívico93 y así sus edificios, sus perspectivas, su historia, entre otras, se insertan en el marco del populus florentinus, de los florentini homines, de una sociedad cuyas ba-ses se fundan en la justicia y en la libertad. En esta manera de exponer los aspectos más destacables de la ciudad —en relación con los ciudadanos que la habitan y dis-cerniendo ya la diferencia entre urbs y civitas94— reside su innovación, y el trasfondo ideológico, la estructura y los recursos retóricos derivados de modelos clásicos la dife-rencian de las laudes civitatum medievales, caracterizadas por la excesiva acumula-ción de datos. Con ella el autor, un ciudadano independiente pero de acuerdo a un programa ideológico, inauguraba una serie de escritos marcados por esas reflexiones políticas e históricas que tendrán su continuación en sucesivas entregas como el De militia, la Oratio in funere Johannis Strozzae, los Historiarum Florentini populi libri xii, e incluso, siendo ya canciller, en las epístolas a cargo de la ciudad–estado. Con esta obra Bruni entraba de lleno en el debate ideológico propiciado por la evolución

cultu-92 En opinión de algunos críticos, que siguen a J. Seigel (1966), como por ejemplo S. U.

Baldassarri (2000), la composición de la Laudatio constituía entonces para Bruni una precisa elec-ción en el ámbito político: celebrar el programa de la oligarquía desde hacía poco victoriosa sobre los Visconti representaba una evidente toma de posición a favor del grupo de poder e, implícitamente, favorecía la candidatura del joven humanista aretino como sucesor de su anciano maestro, Coluccio Salutati, como próximo canciller de la república de Florencia. Sin embargo, como se encarga de demos-trar H. Baron (1967) y hemos apuntado en su biografía, Bruni rechazó el ofrecimiento del cargo de canciller en varias ocasiones, y en la Laudatio no se reconoce el progresivo aumento del poder de la oligarquía, sino que es una descripción encomiástica e idealista.

93 Cf. C. Vasoli (1978: 619): «la Laudatio sottolinea energicamente il carattere cittadino dello Stato fiorentino, che lo rende così simile alla polis greca e, insieme, descrive la città toscana come una città ideale, costruita secondo un progetto razionale, entro una prospettiva geometrica che comprende e definisce la sua stessa funzione storica. Firenze è il “cuore” di un’intera regione che da esso trae i suoi impulsi vitali e il propio ordine civile. Al punto focale di questa prospettiva, che fa gravitare su Firenze tutto un vasto e “naturale” dominio, sta il palazzo dei Signori, presidio di una convivenza umana retta dalla norma divina della legge; in esso le magistrature continuano la virtù originaria della Roma repubblicana di cui Firenze pùo giustamente considerarsi l’erede». Para los aspectos relativos al género de la obra vid. G. Cambiano (1998).

94 Años más tarde expondrá, en la Ep. iii. 12 (9) a N. Niccoli, los significados de los dos términos:

urbs enim est solum aedificia, et moenia ab orbe, quo locus cingitur, appellata. Civitas autem est congre-gatio hominum iure sociatorum, et eisdem legibus viventium (Bruni, Epistolarum i: 78); los desarrollará más tarde en el De militia.

ral que estaba sufriendo Florencia, y, como hemos visto anteriormente, en el debate que continúa hasta nuestros días sobre el “humanismo cívico”.

Desde finales del siglo xiv se venía sucediendo una polémica bien conocida contra los studia humanitatis —cuyos opositores veían como peligrosas desviaciones de la fe— en la que también intervendrá el Aretino95 delineando el nuevo ideal de cultura y mostrando con textos de los Santos Padres cómo no se contradecía la pala-bra de Cristo. En dos opala-bras compuestas casi simultáneamente, los Dialogi ad Petrum Paulum Histrum y la traducción de la Epistula ad iuvenes de utilitate studii de San Basilio96, se puede interpretar su pensamiento sobre la necesidad de una activa defen-sa de los estudios humanos, considerados no sólo como instrumento de formación intelectual y moral sino como medio de ruptura y de diferenciación respecto a la cul-tura de la edad precedente. Dedicados a P. P. Vergerio —quien en 1402-1403 había escrito De ingenuis moribus97, otra contribución al clima intelectual florentino—, los Dialogi son un ejercicio dialéctico en el que se expresan opiniones contradictorias puestas en boca de cuatro interlocutores, a saber, Niccolò Niccoli, Roberto de Rossi, Coluccio Salutati y el propio Leonardo Bruni. En ellos se aprecia, aparte de la recupe-ración del diálogo ciceroniano y del valor formativo de la poesía98, una total oposición frente a la cultura precedente y una crítica a muchos aspectos de la cultura contem-poránea incapaz de renovarse y modificarse:

Sed cum illorum librorum magna pars interierit, hi vero, qui supersunt, adeo mendosi sint ut paulo ab interitu distent, quemadmodum nobis philoso-phiam hoc tempore discendam putas? At sunt permulti eius scientie magistri qui se illam docturos esse pollicentur! O praeclaros nostri temporis philosophos,

95Vid., por ejemplo, R. Fubini (1990) y P. Viti (1998).

96 Parece que la traducción de San Basilio se llevó a cabo entre 1400 y 1401. Sin embargo, no hay unanimidad ni para datar ni para establecer que la composición de los dos Dialogi sea unitaria: para H.

Baron (1955 [19662]: 248-253 y 266-269; 1968: 102-137) se escribieron separadamente, el primero a mediados de 1401 y el segundo entre 1403 y 1406; para L. B. Mortensen (1986) y P. Viti (Bruni, Opere:

12), se escribieron de forma simultánea entre 1403-1406. La fecha de 1401 viene dada por un pasaje en el que se hace alusión a la muerte del agustino Luigi Marsili: qui abhinc annis septem mortus est (Bruni, Opere: 86), acaecida en 1394; la de 1403 porque en el comienzo del segundo diálogo se hace alusión a la Laudatio, como hemos visto escrita muy probablemente entre 1403-1404. Lo cierto es que en 1408 el autor comenta a N. Niccoli en la Ep. ii. 25 (18) que un tal “Thomas Britannus” desea libros novorum poetarum emere (Bruni, Epistolarum i: 55), indicativo de su circulación ya en esta fecha.

97 De ingenuis moribus et liberalibus adulescentiae studiis liber, editado con traducción al inglés por C. W. Kallendorf (2002) junto con De studiis et litteris de Bruni, De liberorum educatione de Enea Silvio Piccolomini (Pio ii) y De ordine docendi et studendi de Battista Guarino.

98 Para los orígenes de las disputas literarias en torno a la poesía vid. G. Ronconi (1976).

siquidem ea docent, quae ipso nesciunt, quos ergo nequeo satis mirari quo pacto philosophiam didicerint, cum litteras ignorent; nam plures solecismos quam verba faciunt cum loquuntur; itaque illos stertentes quam loquentes audire mallem. (Bruni, Opere: 92-94)

Se condena la cultura escolástica, culpable de haber tergiversado el sentido de los autores antiguos, y a Aristóteles en particular, con imprecisiones y superposicio-nes, fruto de la ignorancia y de la barbarie (P. Viti [1998]: 796). De hecho, una de las facetas más estudiadas y valoradas de los primeros humanistas a comienzos del siglo xv fue la de la búsqueda incesante de nuevos textos de autores clásicos —conocidos o no durante la Edad Media—, en especial griegos, para iniciar un nuevo proceso de interpretación de carácter histórico–filológico. Para el conocimiento de esta labor filológica y de recuperación del legado clásico es fundamental la obra de R. Sabbadini (1905), Le scoperte dei codici latini e greci ne’ secoli xiv e xv, reeditada posteriormente por E. Garin (1967). Aunque en esta tarea de recuperación y recolección la figura más destacada fue sin duda la de P. Bracciolini, el Aretino también participó, sobre todo en los primeros años del siglo xv, durante los viajes con la Curia, como se encarga de recordar el estudioso italiano:99

Non meno vigile e operoso fu il Bruni. Anch’egli cominciò a formarsi il primo nucleo coi doni del Crisolora, da cui ricevette un Demostene (Luiso, Epist. 11); sin poi dal 1400 pose mano alla ricca serie delle traduzioni dal greco col Fedone platonico; possedeva precedentemente alla sua partenza per Roma, che ebbe luogo nel marzo 1405, una collezioncina di codici, depositati presso il Niccoli, tra i quali il Giorgia e il Cratilo di Platone, le Vite di Plutarco, Omero, la Geografia di Tolomeo, un opuscolo di Basilio e altri di Senofonte. Questo numero s’ingrossò col tempo, poiché nel 1407 Pietro Miani, patrizio veneto, mise a disposizione di lui la propria raccolta, togliendone un Tucidide forse per fagliene dono. Aspettava codici da Manuele Crisolora, che probabilmente ne avrà portati, quando tornò nel 1408 presso la Curia; ne aspettò dall’altro Crisolora, Giovanni, allorché giunse ambasciatore al papa nel 1410, ma indarno:

era venuto con le mani vuote. Ne commise a Niccolò Ceva nel tempo (1441) che costui viveva in Grecia: non sappiamo però se sia stato contentato.

99Cf. R. Sabbadini (1905 [1967]: 51-52), al hablar de los “coleccionistas” o “recolectores” florentinos de libros griegos, entre los que destacan, además de P. Bracciolini, M. Crisoloras, G. Veronese, R. Rossi, A. Traversari. Cf. también supra § i, 1.2.1.

En opinión de P. Viti (1998: 798), la denuncia de los Dialogi a los métodos de análisis y traducción medievales nace no tanto de su adhesión a un “topos” difundido con gran rapidez a partir de Petrarca, cuanto a una personal y objetiva toma de con-ciencia frente a la situación textual en la que se encuentran muchos de los autores clásicos tomados como fundamento de la misma cultura medieval. Tal y como apunta F. Tateo (1992: 146-147), el incremento del estudio de los clásicos comportó un nuevo modo de entender su propia cultura, un nuevo método de acercamiento al texto y un nuevo criterio de selección del patrimonio literario. Con el descubrimiento de nuevos manuscritos, que propició la comparación con los conocidos, y una nueva interpreta-ción de los textos, surgida de la multiplicainterpreta-ción de los instrumentos de consulta, se empleó un método filológico cuya modernidad no residía en el rigor científico sino en los objetivos culturales. Pero el pretendido alejamiento de la cultura y las degene-raciones escolásticas no era tan inmediato como se quería hacer creer100. En ese deba-te sobre el significado y el valor de la nueva cultura se suceden las críticas en el primer diálogo, siguiendo el clasicismo intransigente de Niccoli, a los tres grandes poetas florentinos —Dante, Petrarca y Boccaccio—, que serán revalorizados en el segundo diálogo, junto a la lengua “volgare” y a la función cultural y civil de Florencia, como los iniciadores de la renovación humanística.

Es de sobra conocido el significado de los Dialogi para la literatura humanísti-ca101, que, como se puede inferir, están íntimamente ligados al género retórico de los discursos pro y contra, pero además, como afirma P. Viti (1998: 796), habría que sub-rayar que la negativa visión de la cultura precedente puede estar relacionada con el inicio de la actividad traductora del autor. En esos primeros años del Cuatrocientos Bruni es considerado como uno de los más brillantes discípulos de M. Crisoloras y estaba inmerso en la labor de traducción y recuperación de textos griegos, casi siem-pre por encargo de Salutati; así por ejemplo le encomendó la traslación del Fedón de Platón como se lee en la Ep. i. 1 (8) a N. Niccoli: Maximas itaque Colucio patri, ac praeceptori meo gratias ago, qui iniungendo hoc munere tantum michi beneficium attu-lit; prius enim Platonem dumtaxat videram, nunc vero etiam, ut michi videor, cognovi

100Vid. al respecto C. Vasoli (1998).

101 Cf. L. B. Mortensen (1986) y R. Fubini (1992a) para una comprensión contextual de la obra y la bibliografía allí reseñada.

(Bruni, Epistolarum i: 15-16)102. En esa misma epístola explicaba los criterios que esta-ba siguiendo en la traducción diferenciándose así del método de Calcidio y de E.

Aristippo103, esgrimiendo las bases de lo que será su posterior teoría de la traducción (desarrollada en multitud de proemios, epístolas y en su tratado De interpretatione recta) y planteando un nuevo tratamiento para los textos clásicos:

Illi enim a Platone discendentes, syllabas, atque tropos secuti sunt; ego autem Platoni adhaereo, quem ego ipse michi effinxi, et quidem latine scientem, ut iudicare possit, testemque eum adhibeo traductioni suae, atque ita traduco, ut illi maxime placere intelligo. Primo igitur sententias omnes ita conservo, ut ne vel minimum quidem ab illis discedam. Deinde si verbum verbo sine ulla inconcionitate, aut absurditate reddi potest, libentissime omnium id ago; Sin autem non potest, non equidem usque adeo timidus sum, ut putem me in crimen lesae maiestatis incidere, si servata sententia paulisper a verbis recedo, ut declinem absurditatem. (Bruni, Epistolarum i: 16-17)

Además, estaba trabajando con dos textos cuya elección es significativa. Por un lado, la Oratio ad adolescentes de San Basilio Magno que contribuía a delinear el nue-vo programa de estudios en el bando de los “schierati”104 en la polémica antihumanís-tica, ya que se divulgaba lo que el Santo Padre había concebido y propuesto: un extra-ordinario y proficuo equilibrio entre cada una de las formas de cultura, religiosa y pagana, bíblica y clásica. Por otro, el Tyrannus (Hiero) de Jenofonte, basado en el tema de las ventajas y desventajas de la tiranía, que completaba el plano ideológico junto a la Laudatio.

102 Fechada el 5 de septiembre de 1400 (ó 1404). Para más información sobre esta carta vid. F. P.

Luiso (1901) y P. Viti (2004: 26-30 y passim).

103 Arcediano de la catedral de Catania, tradujo el Fedón en torno a 1156. En esta epístola, Bruni no revela su nombre sino: neque ad hoc altero, qui bene atque graviter nomem suum suppressit, adhuc tibi praestitum est (Bruni, Epistolarum i: 16).

104 Es decir, los “alineados” con Coluccio Salutati y sus seguidores; los “contrapposti” o enfrentados, entre los que destacó G. Dominici (1356-1420). Cf., para las disputas literarias y en especial Dominici, C. Mésognat (1984). Salutati propone la versión de San Basilio de Bruni como una de las pruebas cualitativas de la posible convivencia entre autores paganos y autores cristianos y puede configurarse como respuesta a la Regola del governo di cura familiare que Dominici había compuesto, entre 1401 y 1403, admitiendo absolutamente negativo el conocimiento de la literatura profana y exhortando exclu-sivamente a la religiosa. La postura de Bruni en la polémica anti–humanística parece favorecer una forma de encuentro y de conciliación, y no de ruptura, en el camino que lleva, humanísticamente, a la perfección del hombre, que es síntesis de fe religiosa y de empeño intelectual y civil, cf. P. Viti (1998), en especial pp. 799-800, y V.Rossi (1938 [1973]: 130).

La versión bruniana de la Epistula de S. Basilio es uno de los textos que mayor fortuna tuvo a lo largo del siglo xv, ya que además de conservarse en más de cuatro-cientas copias manuscritas y casi cien ediciones105 fue traducido al vulgar italiano en dos ocasiones y al castellano106. Bruni era partidario de que el saber fuese transmitido y compartido por todos. Así, las traducciones, no sólo al latín, sino también al vulgar, juegan un papel fundamental en ese proceso de “globalización” cultural. La tesis de San Basilio será desarrollada años más tarde en otro tratado que es considerado como uno de los manifiestos de la cultura humanística, el De studiis et litteris, pero marca ya unas directrices para el que debe iniciarse en los estudios: la virtud es el criterio a se-guir en la elección de los autores que se deben leer:

Et quoniam ad hanc nostram vitam per virtutem ascenditur, virtus autem ipsa multum a poetis, multum ab historicis, multo etiam magis a philosophis laudatur, eorum verbis maxime est inhaerendum. Neque enim parum habet utilitatis consuetudo quaedam et familiaritas virtutum, mentibus iuvenum animisque infusa, cum maxime inhaerere soleant et paene indelebila esse, quae in tenera aetate discuntur, propter animorum mollitiem profunde inusta. (Bruni, Basil., Ep. ad iuvenes: 238)

La virtud moral o civil será uno de los argumentos centrales del Isagogicon, que acaba con esta frase: Si ergo beati esse volumus, operam demus, ut boni simus virtutes-que exerceamus (cf. infra Bruni, Isag., § 34).

Casi todos los escritos que Bruni emprende en este primer período tienen una continuación y desarrollo en las etapas sucesivas y la labor como traductor es funda-mental en la gestación de obras originales basadas en los modelos que le han servido para su formación; el ejemplo más evidente es el de los escritos biográficos a raíz de las traducciones de las Vitae parallelae de Plutarco. Pero antes de dichas traducciones, en 1405, Bruni comienza a interesarse por las narraciones biográficas y prueba de ello es la Oratio in funere Othonis adolescentis107, una de las primeras oraciones fúnebres

105Cf. para los manuscritos J. Hankins (1994) y Hankins, Repertorium; para las primeras ediciones P. Viti (2002).

106 En italiano por Antonio Ridolfi y Giovanni Cocchi, cf. P. Viti (1998: 799 n. 14), y en castellano la traducción de Pedro Díaz de Toledo por encargo del Marqués de Santillana, conservada en al menos un manuscrito, cf. Hankins, Repertorium nº 1899.

107 Ottone Cavalcanti, florentino que murió muy joven acompañando a la Curia de Inocencio vii en su huida hasta Viterbo (en agosto de 1405). Era sobrino del cardenal Angelo Acciaiuoli a quien Bruni consideraba optimus atque sapientissimus vir (Bruni, Opere: 406), con el que mantuvo, además de lazos familiares, una estrecha relación.

de época humanística y que ideológicamente, además, se une a la Laudatio. En ella se pone de relieve el papel que juega la familia junto con la ciudad en la educación y en la conducta del hombre individual —motivos que se desarrollarán con mayor exten-sión en el De militia y en su Oratio in funere Johannis Strozzae—, haciendo referencia a los sentimientos patrióticos y de respeto por la familia, valores en los que sobresalía el joven Ottone, un ejemplo de civis al que hay que imitar. Además de para ilustrar las virtudes y valores deseados, como en este ejemplo, las orationes también le sirvieron para denunciar los vicios y degeneraciones de su época, y así, por ejemplo, encontra-mos la Oratio Heliogabali ad meretrices108.

Durante el período que pasó al servicio de la Curia papal (1405-1415) se dedicó, entre otras ocupaciones propias de su cargo, a la tarea traductora —labor que desarro-llará hasta el final de la década de los años treinta del siglo— en especial de las obras de Platón109 (fundamentalmente en el período comprendido entre 1404 y 1409), Plu-tarco (1405-1409), Demóstenes (entre 1405 y 1412), Esquines (1412-1421) y Aristóteles (1416-1438).

La actividad de traductor respondía a los presupuestos delineados en los Dialogi y a una voluntad de demostrar que era posible presentar en latín los textos griegos exactamente interpretados, «con il massimo rispetto per la loro eleganza e purezza formale. Al di là delle lunghe discussioni sull’efettivo valore delle versioni bruniane e nella loro reale fedeltà ai testi bisogna rilevare che esse non solo godettero di eccezio-nale fortuna come modello di “resa” umanistica di alcuni dei maggiori documenti della cultura greca, ma contribuirono in modo determinante all’affermazione dei ti-pici ideali umanistici di eloquentia ed elegantia, nonché a favorire l’effettivo progresso di metodi e interpretazioni di carattere storico–filologico» (C. Vasoli [1978: 621]). En este sentido, una de las traducciones más polémicas pero que más aceptación y difu-sión tuvo durante todo el Cuatrocientos y el siglo siguiente fue la que llevó a cabo en 1416 de la Ética nicomaquea110, llegando a consolidarse como texto en la mayoría de

108 Escrita en 1407, cf. Ep. ii. 22 (16) a N. Niccoli, es una caricatura con intención moralizante ante la corrupción femenina y la figura del “heliogabalo” (identificable en todas las épocas históricas de deca-dencia), en la que se desarrolla la técnica del pro y el contra iniciada en sus Dialogi.

109 Se considera que Bruni fue el impulsor del nuevo platonismo que vivió el Renacimiento. Es sin duda J. Hankins quien más ha estudiado este aspecto y a su obra remitimos, en especial J. Hankins (1990; 2004a).

110 Sobre esta traducción cf. los trabajos de J. Hankins (2001a; 2001b), reformulados ahora en “The Ethics controversy” en J. Hankins (2003: 193-239). Está dedicada al papa Martín v.

las universidades europeas111. A partir de esta versión aristotélica se derivaron múlti-ples debates sobre los modelos y las técnicas de traducción, como la que mantuvo con Ugo Benzi de Siena —cf. la Ep. v. 1, datada entre 1422 y 1428, en la que Bruni expone al senense su elección de traducir τό ἀγαϑόν (τἀγαϑόν) como summum bonum, am-parado en la autoridad de Eustaquio, Aristóteles y Boecio, y no como bonum o bonum per se (expresión nunca usada por las autoridades clásicas) como hace el otro intér-prete de la Ética112— o la polémica que mantuvieron entre 1436 y 1439 L. Bruni y P. C.

Decembrio con el obispo de Burgos, Alfonso de Cartagena: la Controversia Alphon-siana113. En opinión de E. Garin (1993: 11) dicha controversia suscitó una discusión europea fundamental para comprender la nueva concepción de la traducción frente a las traducciones medievales. También la traducción de la pseudo–Economía de Aristóteles en 1420 tuvo una gran difusión114 y en su proemio, al igual que en la ma-yoría de los prefacios, cartas o dedicatorias que acompañan generalmente a todas sus traducciones, se exponen los motivos que le han llevado a realizar la versión y las técnicas empleadas a tal efecto. La influencia del Estagirita es notable en toda la con-cepción humana de Bruni, pero se analizará con más detalle al examinar en profun-didad el Isagogicon, que depende fundamentalmente de la ideología aristotélica.

111 En los estatutos de la Universidad de Salamanca de 1422, dictados por el mismo Martín v, se es-tablece que el texto de moral sea la traducción de Bruni, cf. por ejemplo, C. Heusch (1996: 14). Un ejemplo de la penetración de la versión bruniana de la nicomaquea en las universidades son los co-mentarios que a la misma hizo Pedro Martínez de Osma en Salamanca en torno a 1462, cf. J. Labajos Alonso (1996), y la traducción al castellano que de la misma llevó a cabo el Príncipe de Viana, don Carlos de Aragón, en torno a 1457, de la que se conservan al menos cuatro mss. Cf., por ejemplo, C.

Salinas Espinosa (2000) y Hankins, Repertorium nos 1185, 1208, 1346, 1372, 1373 (perdido). Para la difusión en general de la Ética en la península vid. A. R. D. Pagden (1975) y P. E. Russel – A. R. D.

Pagden (1974).

112 Ugo Benzi (1376-1439), la carta se lee en Bruni, Epistolarum ii: 1-8, para más información sobre el personaje cf. Luiso, Studi: 106 y D. P. Lockwood (1951). Para la polémica con el antiguo intérprete de la Ética cf. Franceschini (1955).

113 Los trabajos de referencia para esta cuestión específica son: A. Birkenmajer (1922), T.

González Rolán – A. Moreno Hernández – P. Saquero Suárez–Somonte (2000), M. Morrás (2002) y el antes citado de J. Hankins (2003: 193-239).

114 Cf. los distintos estudios de J. Soudek (1958; 1968; 1976) y la versión catalana, a partir de la de Bruni, que realizó a finales del siglo xv Martí de Viciana —cf. A. Ferrando (1982)— conservada en, al menos, un manuscrito (cf. Hankins, Repertorium nº 375).