Lauren Graham, vuelve la mejor mamá de la tele: “Tengo un máster en madres”

A Lauren Graham se la quiere en medio mundo, porque, probablemente, nunca hubo una madre como Lorelai Gilmore, aunque ese personaje haya dirigido su carrera con frecuencia hacia el mismo negociado. Lo fue después, de nuevo, en Parenthood, más en tono dramático y lo retoma ahora en la recién estrenada Somos los mejores: una nueva era (Disney +), que pone al día la saga cinematográfica de los 90 como mamá/ entrenadora de un equipo de hockey infantil que se crea cuando sus componentes son rechazados en la formación deportiva más popular del instituto –y en el comedor, por supuesto– con un grosero “No te molestes”, que les servirá como nombre oficial.

Tres series, tres madres coraje y tres éxitos para esta hawaiana de 54 años muy bien llevados, de grandes ojos azules, franca sonrisa y velocidad vertiginosa al decir, que se ha convertido en su seña de identidad hasta el punto de que el segundo fruto de su exitosa carrera como escritora, autobiográfico y realizado en las pausas de los últimos capítulos de Las chicas Gilmore, lo tituló Hablando tan rápido como puedas. A lo que le debe, seguramente, haber sido elegida para el papel de su vida. Fue la única indicación que recibió cuando se presentó a aquel casting crucial para ella.

“Ocurre que, cuando estás en ese brete, la preocupación es conseguir destacar del fondo como sea. A veces no alcanza con tu interpretación, porque hay cuestiones del azar, como esta de la velocidad, que intervienen en que te seleccionen. Se trata de estar en el mejor sitio, en el mejor momento. Como cuando te enamoras. En el fondo, las cosas importantes de nuestras vidas suelen llegar a ella de una manera natural y, a menudo, casual”.

Pasarán las décadas y Lorelai Gilmore seguirá cosida a su talón como la sombra de Peter Pan…

Creo que hay muchas madres diferentes y tengo un máster en ellas. Las mías suelen estar solteras, ser rebeldes, un poco excéntricas y siempre preocupadas por sus hijos, que son el eje fundamental de sus vidas. Pero la tipología no se queda ahí. No sé si es que hay muchos personajes de madres que nos repartimos entre las actrices de mi edad o es que me ven ahí y ya está. En cualquier caso, ya lo he aceptado; es lo que hay. Es lo que me ofrecen, lo que me han dado para jugar, me siento agradecida y siempre son personajes muy dulces de hacer. Lorelai Gilmore es un referente en ese sentido. Como mujer moderna, preocupada de la prole pero alegre; amiga y madre a la vez. Y tenía una seguridad desbordante. Alex, de Somos los mejores, está buscando su lugar y es muy insegura. En realidad solo tienen en común que son madres y que las interpreto yo. La casuística de lo maternal es muy amplia. Son personajes que siento familiares, cercanos y confortables, que me divierte hacer. Y seguro que me salen tan bien porque no he tenido hijos en la realidad (Risas).

Le doy a mi prole ficticia todo mi cariño pensando en las personas de mi vida que siento que quiero proteger y querer

¿Cuántas veces le han preguntado el porqué?

No se puede imaginar. Son esos restos de tradicionalismo hacia lo femenino que todavía circula por ahí y yo creo que, a estas alturas, ya se debería saber que no soy convencional. Son cosas mías y de mi pareja, de nadie más. En cualquier caso, he ayudado a criar al hijo de mi novio en nuestra casa durante diez años… Le doy a mi prole ficticia todo mi cariño pensando en todas las personas de mi vida que siento que quiero proteger y querer.

¿Y lo del encasillamiento?

Lo del encasillamiento es una de las comeduras de coco favoritas de los actores: “Tengo que intentar hacer algo distinto, que al público le parezca diferente”. Bueno, pues poco a poco. En la serie La extraordinaria playlist de Zoey, que interpreté el año pasado, era una ejecutiva en toda regla, con muchas menos sonrisas que de costumbre, aunque, eso sí, cantaba y bailaba, que es algo que me encanta hacer y que disfruté también sobre los escenarios cuando interpreté Guys and Dolls en Broadway. En ninguno de esos dos ejemplos había maternidades de ninguna clase.

Una biografía singular

Complicidad intergeneracional

No todo el mundo puede presumir de haber nacido en Honolulú, de haber habitado una casa flotante o de tener un padre confitero que acabó metido en política y una madre bailarina, pintora y cantante que la dejó al cuidado de su ex marido tras su divorcio, cuando dejó la familia atrás para intentar labrarse un futuro como rockera. “Mis padres me hicieron sentir que hay diferentes formas de vivir, de seguir una carrera y de tener una familia", comenta a menudo, y desde luego lo ha llevado a rajatabla en todos los sentidos: “Ni me desesperé por conseguir el mejor papel, ni por acompasar el paso al hombre perfecto”. 
La realidad es que conoció a Peter Krause, el actor de A dos metros bajo tierra, en la serie Los líos de Caroline, en 1995, pero no se constituyeron como pareja hasta 15 años después, durante el rodaje de Parenthood, en la que interpretaban a dos hermanos. 
La chica simpática, de ingenio rápido y habla vertiginosa a la que nadie le pidió nunca “consejos sobre relaciones o temas profundos, sólo sobre lo lacio de mi cabello”, comenta entre risas, ha lidiado con la fama a base de amabilidad, “porque si me voy a enfadar por algo, en un restaurante o en una tienda, siempre hay alguien que me reconoce y me recuerda lo que le gusta mi trabajo y adiós bronca”. 
Aunque su trayectoria cinematográfica es amplia, con títulos como Porque lo digo yo, junto a Diane Keaton, o Sigo como Dios, con Morgan Freeman, no le llega al talón a sus logros en la pequeña pantalla, desde que la mamá Gilmore hizo de la complicidad intergeneracional su mejor arma. Asidua en shows televisivos, porque da mucho juego en las entrevistas, hace poco ofreció el siguiente consejo a los chavales, que la adoran: “Sé bueno con tus padres, sé amable contigo y nunca te cortes el flequillo a ti mismo”.

En la serie Somos los mejores: una nueva era, además de como protagonista, figura como productora ejecutiva. ¿Llegó el momento de llevar las riendas de su carrera?

Exactamente. Quiero ser parte del equipo de creación, dirigir, escribir, producir, ser quien lleva la voz cantante. Es como buscar otro modo para expresarme. Lo más importante en la vida es tener claras las prioridades. Hubo un momento en que para mí era fundamental demostrar ante las cámaras lo que podía hacer, pero eso ya no es así. En los proyectos que barajo, no es fundamental que haya un personaje para que yo lo interprete. Prefiero ocuparme de cosas que puedo solucionar por mí misma sentada con una camiseta y unos jeans en mi oficina, a descerebrarme pensando qué me pongo para un estreno, a esperar a que suene el teléfono o a preocuparme por envejecer. Crear oportunidades para uno mismo es la mejor manera de espantar el fantasma del “no te molestes”.

Crear oportunidades para uno mismo es la mejor manera de espantar el fantasma del rechazo, tan habitual en esta carrera pese a los éxitos que hayas tenido

¿Alguna vez le dijeron esa frase, como a su hijo en la serie cuando pretende ser una estrella del hockey?

Sin duda. Especialmente cuando empiezas, recibes un “no te molestes’’ constante. En esta carrera hay mucho rechazo incluso aunque hayas tenido algunos éxitos ya. Cada vez que no suena el teléfono es un “no te molestes’’, cada vez que compruebas que te vuelven a ofrecer el papel de la insulsa amiga simpática y comprensiva que acaba sus parlamentos diciendo “vamos a hacernos un sándwich”, como ocurrió en las primeras series que interpreté, en el fondo es un “no te molestes porque no creemos demasiado en ti”. Pero tienes que continuar y hay mucho esfuerzo en eso. Es una de las razones por las cuales he empezado a estar más interesada en el trabajo tras las cámaras.

¿No disfruta ya de verse en pantalla?

Es probable que no lo haya hecho nunca. No me veo si puedo evitarlo. No gano nada con ello. Hay muchos actores que aprenden mucho observándose a sí mismos. No soy una de esas personas, así que siempre me mantuve alejada de mí misma. En la medida de lo posible, claro.

Nunca he disfrutado de verme en pantalla, no soy de esos actores que aprenden observándose a sí mismos

Se estrena como productora recuperando un viejo éxito de la casa Disney, que ya demostró su rentabilidad…

Pero esto no implica que no haya riesgo, porque no es así. Tienes a favor que estás trayendo de vuelta algo que fue un éxito y que ha encandilado a varias generaciones de abuelos, padres e hijos en todo el mundo por lo que mucha gente se va a sentir feliz de recuperarlo, pero si no tratas este material con cuidado puedes hacerlo mal y decepcionar a todos. Cuando se nos ocurrió que Emilio Estévez retomara su personaje de aquella franquicia veinte años más tarde y que sería emocionante verle de vuelta y saber qué ha sido de aquel entrenador, qué ha pasado con él y dónde está ahora, creo que nos apuntamos un buen tanto.

El regreso de Emilio Estévez

No salvó a su padre, Martin Sheen, de morir de un ataque al corazón durante el rodaje de Apocalypse now –ese fue su hermano Charlie, al que Hollywood ha dejado por imposible–, pero él también andaba por allí con 15 años, buscando un debut honroso en el oficio familiar, aunque fuera haciendo de mensajero dos minutos y sin americanizar su apellido original: el del clan. 
Fue líder del hatajo de mocosos (Brat Pack) de los ochenta, junto a Rob Lowe, y miembro selecto del cinematográfico El club de los cinco que la liaba parda mientras sus miembros permanecían castigados un sábado en su instituto. 
Rebeldes de Coppola y las sagas Arma joven y Somos los mejores, en la que encarnó al entrenador Gordon Bombay, un buen tipo de pocas palabras que ahora retoma en el actual serial, fueron los grandes momentos de una carrera un tanto a contracorriente –se dice que es demasiado reivindicativo en los rodajes para el gusto de Hollywood– que se centra ahora en el trabajo tras las cámaras.
Lauren Graham, que, como productora, le ha devuelto su profesión inicial, no esconde su entusiasmo por haber trabajado “con dos de los de El club de los cinco; también lo hice en mis comienzos con Molly Ringwald y me emociona porque esa película significó mucho para mí. Emilio y yo contrastamos muy bien. Él es un tipo serio y yo estoy acostumbrada a la comedia. Es muy inteligente y muy comprometido; realmente se preocupa por los demás. Ha hecho mil cosas en la vida y es un placer hablar con él; es un poco como un sabio joven, que ha aprendido mucho de lo que le ha ocurrido en todos estos años. Y con los niños ha tenido una conexión estupenda”.

¿Con qué clase de personajes conecta mejor?

Prefiero los que no lo saben todo; esos son personajes que no me atraen tampoco en la realidad. Me gusta la gente que es algo patosa y que tiene inseguridades que quiere esconder pero no puede, que es algo que nos puede suceder a cualquiera de nosotros. Dan mucho juego en la comedia y cuando los lees piensas “esto va a ser muy divertido de interpretar”, pero me gusta que tengan un punto de ternura, de vulnerabilidad, que les permita tirar hacia el drama cuando sea necesario. Los buenos personajes son siempre los que buscan su camino y lo van encontrando a través de sus interacciones con los demás. A veces, su corazón está en el lugar indicado y otras veces, no…

Me gusta la gente que es algo patosa y que tiene inseguridades que quiere esconder pero no puede

Ahora que parece que poco a poco se va apartando el fantasma de la covid, ¿cómo fue la experiencia de rodar con niños en mitad de la pandemia?

Excelente porque los niños son niños, con covid o sin covid, lo que no quiere decir que no hayan sido muy responsables a la hora de trabajar. Pero quizá mientras los demás no parábamos de darle vueltas a esta tragedia que lo ha descolocado todo y de preguntarnos cómo va a ser el mundo a partir de ahora, cuando les miraba pensaba en cómo estas dificultades han hecho que disfruten mucho menos de lo que habrían debido de una experiencia única y en cómo, sin embargo, lo han hecho todo fácil. Ha sido genial ver como se lanzaban por el hielo sin ningún miedo y como eran capaces de divertirse en mitad de todo este terrible problema y de olvidarse y se hacernos olvidar por unos momentos lo que estaba pasando fuera.

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Si todo sale como está previsto, dentro de diez años eso será historia. ¿Dónde se ve?

Me gustaría estar en una playa bebiendo una piña colada (risas). Y dentro de diez años me gustaría haber podido ayudar a diseñar la segunda parte de la serie, quizá llevándola a un campamento de verano, o tomando como tema otro deporte. No sé si seguiré publicando novelas y ensayos; lo que sí sé es que ha sido algo absolutamente refrescante y nuevo en mi vida y que encima ha gustado. Tengo un guion preparado para estrenar en HBO Max, que parte de una novela y otra película pensada que quiero escribir. Es con lo que me levanto en la cabeza cada día y en lo que está centrado mi esfuerzo y mis ganas. Así que, de momento, lo de la piña colada no va a poder ser….