La strada (1954), de Federico Fellini

El padre de Gelsomina (Giulietta Masina) ha muerto. Ante este hecho y la miseria familiar, su madre decide aceptar un dinero de Zampanò (Anthony Quinn), un artista ambulante, que la tomará como ayudante y la llevará de casa; así tendrá una boca menos que alimentar. La joven, que nunca ha salido de su pueblo, conoce un tipo de vida, el del circo y las atracciones de feria, que le acaba atrayendo, a pesar del carácter arisco de su patrón.

Una de las mejores, y más humanas –y tristes– películas de Federico Fellini, galardonada con el Oscar a la mejor película en lengua no inglesa. Es un film al más puro estilo neorrealista, con personajes verosímiles que deambulan viviendo al día, mientras van recorriendo pueblos y villorrios miserables en busca de unos cientos de liras. Destacan la preciosa composición musical del gran Nino Rota y la interpretación de Giulietta Masina (esposa de Fellini), quien hace un alarde impresionante del arte de la mímica. También es notable la composición de Anthony Quinn, un auténtico "cardo", que no sabe apreciar el cariño y sensibilidad de su compañera, y que muestra una susceptibilidad que acaba siendo fatal hacia el funambulista guasón al que da vida Richard Basehart.

La cinta contiene momentos de una ternura conmovedora, como el de la parada en el convento, o el de la celebración en una boda. El final es sencillamente desgarrador. Todo nos habla de la importancia del amor, y de cómo deberíamos ser capaces de reconocerlo en los demás, y corresponder como es debido.