Léa Seydoux, la diosa de la melancolía

Léa Seydoux, la diosa de la melancolía

CULTURA/S

Ha hecho de la bilis negra belleza y carnalidad, y se ha convertido en la mayor estrella francesa de su generación. Ahora estrena una nueva película: ‘Una bella mañana’, otro prodigio de la directora Mia Hansen-Løve

CANNES, FRANCE - MAY 24: Léa Seydoux attends the photocall for

Léa Seydoux en la presentación de la película ‘Crímenes del futuro’, de David Cronenberg, el festival de Cannes del 2022 

Samir Hussein / Getty

Le digo de entrada que lo suyo va más allá de la belleza y del talento, ambos mundialmente reconocidos, y que lo que de verdad la distingue es esa mirada melancólica, que descansa sobre sus encantadoras ojeras. “Siempre he sido muy melancólica, desde que era un bebé. Hay una foto mía en la que apenas tengo un mes, y ya tengo esa mirada”, confiesa la actriz de treinta y siete años que es madre de un niño de seis, fruto de su discreta relación con el modelo André Meyer. “Es interesante observar a los recién nacidos, ver cómo evolucionan, para comprobar que nunca cambiamos. Miro a mi hijo, y pienso en aquella frase de Nietzsche que dice ‘conviértete en quién eres’. Dedicamos nuestra vida a desarrollar una personalidad que ya viene predeterminada”.

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Lea Seydoux en una imagen del 2018 en el festival de Cannes 

AFP

“Hay una tristeza en Léa que parece infinita y que me seduce”, reconoce también Mia Hansen-Løve, que la ha dirigido por primera vez en Una bella mañana, otro prodigio de inteligencia y sensibilidad marca de la casa, que llega a los cines el 31 de marzo. “No sé si en la vida, porque no la conozco lo suficiente, pero se nota en la pantalla. Es algo que ya está en ella. Nunca va a buscarlo artificialmente, nunca es calculado. Basta con que abra una puerta, aparece, y ya te lo da”, remata la realizadora. “Tenía la sensación de estar filmando a una actriz bressoniana. Es de las que interioriza a los personajes, su manera de actuar es minimalista. No intenta mostrar, ni demostrar nada, nunca subraya las intenciones de sus personajes. Ni siquiera intenta seducirte, que la quieras. Y eso me encanta, porque siempre les digo a los actores que actúen lo menos posible. Léa, casi podríamos decir que no actúa”. Se limita a estar ahí, y con su presencia, y su mirada triste, lo llena todo.

En sus películas, la actriz francesa se limita a estar ahí, y con su presencia, y su mirada triste, lo llena todo

La directora también confiesa que hubo momentos del rodaje de esta desprejuiciada historia de adulterio en los que Seydoux la hizo llorar: “Nunca me había pasado, y eso que se llora mucho en mis películas, y siempre me resulta muy emocionante, pero lo de Léa es otra dimensión”. Cuando le repito estas mismas palabras, la actriz les quita hierro, y sonríe: “También he hecho llorar a otros directores, como Xavier Dolan”, que la dirigió en Sólo el fin del mundo (2016). Pero ese llora todo el rato, le digo del joven director canadiense, y los dos nos reímos, porque es verdad. Dolan siempre llora. A la menor ocasión. Cuando aparece la enorme sonrisa de Léa no deja de sorprender. Y eso que también disfruta haciendo la payasa, como demostró hace poco en la sardónica sátira política France , de Bruno Dumont, codo a codo con Blanche Gardin, peculiar estrella del stand-up galo.

UN MITO EN CINCO PELÍCULAS:

Otra característica de Léa Seydoux es el contraste entre su aparente timidez y su facilidad para desnudarse en las películas, llegando a extremos autoparódicos como en La crónica francesa, su segunda película con Wes Anderson, donde encarnaba a la modelo del un artista interpretado por Benicio del Toro. No siempre se desnuda a petición de los directores o directoras. Desplechin me confesó que, durante el rodaje de Fantasías de un escritor, le pilló completamente desprevenido en ese sentido. Hace una década, cuando acababa de ser portada de Lui, ya le pregunté por sus curvas, pues una amiga, hoy diputada de Podemos, calificó de machista compartir en redes aquella imagen, y quise contrastarlo con la interesada: “No creo que sea machista en absoluto. Los hombres y las mujeres son diferentes, y la belleza y la seducción son poderes muy femeninos y sería una lástima no utilizarlos. Y además, sí, soy como soy, tengo curvas, y estoy harta de ver chicas escuálidas en las revistas”. Me lo dejó tan claro entonces que en esta ocasión hablamos mejor del rubor que, sin previo aviso, enciende sus mejillas cuando la escena del primer beso con Melvil Poupaud en Una bonita mañana: “Es verdad que me pasa a menudo. Recuerdo una lectura de guion con Daniel Craig. En el momento de decirle ‘I love you’, me puse como un tomate. Él me miró de un modo extraño, como diciendo ‘tenemos un problema’. Estaba tan roja que tuve que parar, porque me sentía muy incómoda”. Rubor, sonrisa y muchas lágrimas, la francesa perfecta.

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Fotograma de 'Una bella mañana', de la directora Mia Hansen-Løve 

 
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Fotograma de 'Una bella mañana' 

 
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