Hablar de Kim Basinger es hablar, inexorablemente, del mito erótico de Hollywood. En una época plagada de «novias de América», como Meg Ryan o Julia Roberts, al otro lado estaban ellas: Sharon Stone y la propia Basinger, las rubísimas «tentaciones rubias», las herederas de Marilyn.
Y ahora, que ya nos tenía acostumbrados a no dejarse caer por las pantallas y que no supimos de ella desde 50 sombras liberadas, en 2018, aparece metida en un proyecto que no podía ser más perfecto. Pero vamos a hacer un pequeño repaso:
Basinger llegó al cine desde el mundo de la publicidad. Habiendo sido ya una cotizada modelo que ganaba mil dólares al día, en los ’70 se la podía ver protagonizando portadas de revistas y anuncios para la televisión.
Después de estudiar interpretación comenzó trabajando en series y, además, hizo una apuesta arriesgada: tenía claro que su meta era el cine, de modo que rechazó uno de los papeles principales para Los ángeles de Charlie. Y, aunque la oportunidad tardó en llegar, acabó por no ser una mala decisión: en el 83 llegó su gran momento y se convirtió en una «chica Bond» junto a Sean Connery en Nunca digas nunca jamás.
Decía ella que fantaseaba despierta con él:
Me imaginaba que cabalgaba con él en un caballo árabe a lo largo de una playa. Nos desnudábamos en la arena y mientras el caballo se alejaba por la orilla hacíamos el amor apasionadamente bajo la luz de la luna. Esto siempre me dejaba muy cachonda, me encantaba ese hombre.
Pero su papel definitivo fue poco después, en Nueve semanas y media, cuando junto a Mickey Rourke desvelaron todo un mundo que transcurría en la penumbra de la luz de la nevera, mucho antes de 50 sombras.
Que sí, que aunque no lo parezca ese chico tan rematadamente guapo es Mickey Rourke. Volvieron a reunirse en 2009 y, oye, nada que ver la foto.
Durante los años siguientes los grandes títulos de taquilla, compartiendo protagonismo con reconocidas estrellas (Richard Gere, Bruce Willis) y bajo la dirección de algunos de los nombres más importantes del panorama, como Tim Burton en su Batman.
Tal vez el principio del final de su carrera llegó de la mano del que luego fue su marido, Alec Baldwin, con quien también compartió guion en Ella siempre dice sí y La huida. Pero a mediados de los ’90 las cosas empezaron a torcerse para Basinger en más de un sentido:
Tuvo que pagar una indemnización de casi cuatro millones de dólares a la productora de Mi obsesión por Helena por un incumplimiento de contrato; invirtió veinte millones de dólares en una propiedad en Georgia con intención de construir unos estudios de cine y celebrar un festival (proyecto que no vio la luz); se separó de Baldwin (justo cuando se estrenaba L.A. Confidential) y la guerra por la custodia de su hija, Ireland, se prolongó durante años, dejando agotada no solo su paciencia sino también su cartera.
A principios de los 2000 llegaron sus últimos grandes papeles: Soñé con África y 8 millas fueron, probablemente, sus últimos taquillazos.
Cada vez más alejada de las cámaras, volvió a empezar una relación sentimental y, siendo vegana desde los ocho años, es una gran activista de la defensa de los animales a través de PETA.
Y por eso, precisamente, su último proyecto para el cine es tan perfecto para ella: se trata de una película de animación del joven guionista, animador y director canadiense Michael Mankowski, cuyas producciones siempre son un manifiesto ecologista en una u otra medida.
En proceso de post-producción está Back Home Again, una película animada sobre la evacuación de los animales de un bosque en uno de los mayores incendios de la historia de Canadá. En ella no solo está Kim Basinger como Madre Osa, sino que otras estrellas como Martin Short, Catherine O’Hara, Michael J. Fox, Jeremy Renner, Eugene Levy o Marlon Wayans prestan su voz a otros personajes.
también participó en 50 sombras de grey
09 octubre 2021 | 10:26 am