Karl Radek (1922): Los senderos de la Revoluci�n Rusa
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Los senderos de la Revoluci�n Rusa

Karl Radek

 

 

III

El periodo que se extiende desde octubre de 1917 hasta marzo de 1921 es descrito por nuestros oponentes como el periodo de la realizaci�n del comunismo en Rusia, por que esto les permite a ellos hablar de la bancarrota del comunismo, la cual empez� a principios de 1921. Para refutar esta leyenda voy a citar primero un largo extracto tomado de un art�culo sobre la situaci�n general de Rusia que yo escrib� en diciembre de 1919 cuando estaba preso en Berl�n, que fue publicado por entonces en la edici�n berlinesa de La Internacional Comunista bajo el seud�nimo de "Struthan". Esta cita vale mucho m�s que las descripciones efectuadas luego de los hechos ocurridos en este cap�tulo de la Revoluci�n Rusa, porque sabemos muy bien que siempre se conocen mejor los hechos que ya han sucedido. Esto es lo que escrib� en diciembre de 1919:

"Cuando la clase obrera rusa tom� el poder en octubre de 1917, ni el mundo burgu�s ni el mundo socialista pensaban que �sta podr�a mantenerse en el poder del estado durante m�s dos meses, mucho dos a�os. Si el imperialismo alem�n negoci� con la Rusia sovi�tica, esto fue as� porque fue obligado a hacerlo por la situaci�n en que encontraba como resultado de la guerra; �ste quer�a lograr la paz en el Este, incluso con un gobierno tan provisional porque estaba convencido, correctamente, de que inclusive aunque los bolcheviques desaparecieran, no habr�a partido ni gobierno alguno capaz de movilizar a los campesinos en el futuro inmediato. Pero la Rusia sovi�tica tuvo que firmar la paz, no s�lo porque hab�a dejado de tener un ej�rcito, sino tambi�n porque s�lo podr�a volverse una realidad obteniendo un respiro moment�neo. En la �poca de las negociaciones en Brest[33] el gobierno sovi�tico no representaba m�s que un programa, ya que �ste s�lo exist�a en las declaraciones contenidas en los decretos de los comisarios del pueblo. Inclusive el absolutismo zarista no hab�a sido completamente destruido en los escalafones inferiores, y la propiedad terrateniente feudal no hab�a sido eliminada. Las formas sovi�ticas de gobierno en el pa�s y el estado parec�an ser todav�a un experimento, y no una realidad org�nica. El gobierno bolchevique se enfrentaba a las siguientes opciones: o bien librar como gobierno una lucha partisana revolucionaria, una guerra de guerrillas que comenzaba en los Urales, con ayuda de los Aliados contra el imperialismo alem�n, permitiendo la restauraci�n del capital ruso bajo la protecci�n de las bayonetas alemanas, o bien tomar el sendero del G�lgota que llevaba a Brest, y al costo de la humillaci�n nacional, dar prioridad a la tarea de derrocar a la burgues�a y organizar al proletariado.

"En cuanto a los imb�ciles que forman parte de los 'independientes'[34] en Alemania, quienes ahora hablan acerca de la ilusoria pol�tica exterior del gobierno sovi�tico, despu�s de haber acusado a los bolcheviques de 'desorganizar' al ej�rcito ruso, y eso despu�s de su propia experiencia de noviembre,[35] no queda nada por hacer por estos wilsonianos[36] en bancarrota. La correcci�n de la pol�tica del gobierno sovi�tico, que estaba convencido de que el proceso de descomposici�n del imperialismo mundial no se detendr�a, sino que ser�a acelerado por la paz de Brest, se demuestra por la realidad de su �xito: los torturadores de Brest-Litovsk quedaron sepultados a la vera del camino, y la Uni�n Sovi�tica ha logrado recomponerse y reorganizarse en medio de una encerrona, entre la espada y la pared como se dice usualmente, y tambi�n por el hecho de que a s�lo un a�o de la ca�da del imperialismo alem�n aqu�l le arranc� a los representantes del imperialismo de la Entente victoriosa el reconocimiento de que el bolchevismo no puede ser derrotado por las armas. La paz de Brest, que a pesar de car�cter rapaz, tuvo una significaci�n positiva para la Uni�n Sovi�tica porque puso fin a la gran guerra, no fue impuesta por la Uni�n Sovi�tica gracias a su propia fortaleza, ni tampoco fueron los obreros alemanes quienes la impusieron. Se logr� la paz de Brest por la presi�n de los ej�rcitos de la Entente en el oeste. Incluso aunque el imperialismo de la Entente victoriosa haya firmado una paz todav�a m�s rapaz con la Rusia sovi�tica, esta paz, al permitirle a la Uni�n Sovi�tica la posibilidad de existir, ser�a una ruptura, una brecha en el sistema de estados capitalistas. Esta paz ser�a de hecho el resultado de la resistencia opuesta por la Uni�n Sovi�tica gracias a su propia fortaleza, el resultado del auxilio brindado por el proletariado mundial. �Pero por qu� la Uni�n Sovi�tica, que no pudo ser destruida por las armas, debe firmar un compromiso de paz con la Entente? �Por qu� no pod�a esperar, con las armas en la mano, el momento en que la descomposici�n del capitalismo de la Entente estuviera tan avanzada como para que �ste se viera forzado a asegurarle un paz honorable?

"La respuesta a esta pregunta es simple: durante la guerra mundial, aunque la pol�tica criminal de todos los estados imperialistas la estaba prolongando demasiado, pod�amos contar con una r�pida cat�strofe del capitalismo mundial y con la insurrecci�n de las masas populares en muchos pa�ses, si la masacre no les dejaba ninguna otra salida. En la �poca de la firma de la paz de Brest, el gobierno sovi�tico estimaba que el respiro que esta paz permitir�a ser�a de corta duraci�n: pens�bamos entonces que o bien la revoluci�n mundial estallar�a pronto, salvando a la Rusia sovi�tica, o que �sta se hundir�a en una lucha desigual. La concepci�n de los bolcheviques se ajustaba a la situaci�n prevaleciente por entonces.

"El colapso del imperialismo alem�n, la incapacidad de los Aliados de derrocar a la Rusia sovi�tica militarmente, as� como tambi�n el hecho de que la guerra mundial haya finalizado provisoriamente, que la crisis de la desmovilizaci�n haya sido superada, el hecho de que la revoluci�n mundial haya triunfado sobre el capitalismo no en forma de explosi�n, sino mediante la desorganizaci�n, en otras palabras como un proceso prolongado, todo esto cambia completamente la situaci�n y las condiciones de la pol�tica exterior del gobierno sovi�tico. Este no puede contar mec�nicamente con una r�pida liberaci�n, por medio de un movimiento de masas espont�neo que de una vez y para siempre mande al infierno a todos los Clemenceau, los Lloyd George y los Wilson[37] y a todos los que ocultan tras ellos, pero pueden tener la certeza matem�tica de que el proceso de descomposici�n capitalista continuar� y facilitar� su causa. Pero como �ste ser� un proceso muy prolongado, lo cual es necesario tomar en cuenta, la Rusia sovi�tica debe tratar de encontrar un modus vivendi con los estados que son todav�a capitalistas. Si la revoluci�n proletaria triunfara ma�ana en Alemania o en Francia, la situaci�n de la Rusia sovi�tica ser�a mucho m�s f�cil, porque dos estados proletarios, por su fortaleza econ�mica y militar, ejercer�n una presi�n mucho mayor sobre el mundo capitalista. A�n as�, todav�a estar�an interesados en lograr la paz con los estados que son todav�a capitalistas, aunque s�lo fuera en aras de su recuperaci�n econ�mica.

"La Rusia sovi�tica no ha permitido que la echen abajo. Y estamos seguros de que si los estados de la Entente no le ofrecen ahora t�rminos aceptables de paz, continuar� la lucha, pasar� hambre, y al final aquellos se ver�n forzados a garantizarle una paz m�s ventajosa. La derrota mediante un bloqueo de un pa�s con recursos ingentes como Rusia, requiere un lapso de tiempo que la pol�tica imperialista de los pa�ses de la Entente no podr�an afrontar. Pero est� claro que si la Rusia sovi�tica tiene que prolongar la lucha, no podr�a comenzar su reconstrucci�n econ�mica. La guerra exige que sus debilitadas fuerzas de producci�n se vuelquen de lleno a la producci�n de armas, que sus mejores fuerzas sean usadas en la industria de guerra, y que sus arruinados ferrocarriles sean usados para transportar tropas. Las necesidades de la guerra obligan a centralizar toda la fuerza del estado en manos del ejecutivo, con lo cual amenazan al sistema sovi�tico, y una cosa mucho m�s importante, amenazan con devorar en el largo plazo a los mejores elementos de la clase obrera. El gobierno sovi�tico ha realizado esfuerzos sobrehumanos para luchar contra esto. Sus logros en el campo de la educaci�n, a pesar de todos los obst�culos y dificultades, ya sorprenden a sus opositores burgueses honestos como se puede apreciar en el art�culo de Goode aparecido en el Manchester Guardian, y en dos o tres a�os la Rusia sovi�tica contar� con miles de nuevos recursos organizativos y culturales.

"El congreso de marzo del Partido Bolchevique, cuyas minutas un documento muy interesante se han publicado recientemente, muestra hasta qu� punto sus l�deres se toman en serio el peligro de la restauraci�n de la burocracia de funcionarios y de que florezca la corrupci�n bajo nuevas formas. Pero la guerra es la guerra: es una fuente de destrucci�n devastadora, y si se la puede detener con sacrificios, �sta deber ser detenida. Obviamente es algo serio que el pueblo ruso deba garantizarle una concesi�n de explotaci�n minera a los capitalistas ingleses, franceses y norteamericanos, porque ser�a mucho mejor explotar estas mismas minas, en vez usarlas para pagar un tributo. Pero en la medida en que �ste se vea obligado a proseguir la guerra, no podr� explotar sus minas, y deber� incluso arrojar a sus mineros a la hoguera de la guerra. Si la �nica opci�n que quedara fuera la construcci�n econ�mica socialista, o bien la guerra contra el capital mundial que pone l�mites a la construcci�n socialista, la �nica decisi�n correcta ser�a la guerra. Pero las cosas no est�n planteadas de esta manera. El problema a resolver se expresa del siguiente modo: la construcci�n socialista dentro de los l�mites de un compromiso temporario, o la guerra sin ninguna reconstrucci�n econ�mica en absoluto.

"Ya en la primavera de 1918, el gobierno sovi�tico se hab�a visto confrontado con la cuesti�n de llegar a un compromiso econ�mico. Cuando el coronel norteamericano Raymond Robins[38] parti� de Mosc� rumbo a Washington el 3 mayo de 1918, llevaba con �l una propuesta concreta del gobierno sovi�tico que estipulaba ciertas condiciones para las concesiones econ�micas. [39] El Comisario Adjunto del Pueblo para Comercio e Industria, Bronsky[40], en el transcurso de la primera reuni�n que tuvo con los representantes del gobierno alem�n, present� propuestas pr�cticas para la colaboraci�n del gobierno sovi�tico con el capital alem�n. Los puntos esenciales de las negociaciones fueron transmitidos en forma confidencial a Bruce Lockhart (el representante brit�nico).[41] En medio de una guerra mundial, pod�amos abrigar la esperanza de que una explosi�n revolucionaria en un futuro cercano volviera innecesario efectuar tales concesiones, pero b�sicamente la pol�tica de concesiones ya hab�a sido acordada, y estuvo justificada plenamente. En la medida en que el proletariado no haya triunfado en los principales estados capitalistas, en la medida en que �ste no se encuentre en posici�n de utilizar todas las fuerzas productivas del globo en aras de la construcci�n socialista, en la medida en que los estados capitalistas coexistan con los estados proletarios, los estados proletarios se ver�n obligados a llegar a distintos compromisos con ellos, y no habr� ni un capitalismo puro, ni un socialismo puro. Al tener l�mites geogr�ficos el uno con el otro, se ver�an de hecho forzados a efectuarse concesiones rec�procas dentro de sus propios territorios nacionales. El alcance de las concesiones que sea necesario efectuar ante el capitalismo depender� de la fortaleza y el n�mero de estados proletarios existentes. Es imposible soslayar la necesidad de las concesiones, a menos que al mismo tiempo se se�ale el m�todo que le permita al proletariado obtener la victoria de un solo golpe en todos los pa�ses.

"�Pero al reconocer la necesidad de llegar a un acuerdo entre los estados proletarios y los estados capitalistas, no estamos al mismo tiempo reconociendo la posibilidad y la necesidad de llegar a un acuerdo con el capitalismo dentro de cada estado, y por lo tanto no significa eso renunciar a la revoluci�n y a la dictadura del proletariado como caminos al socialismo? �No ten�an raz�n Renner, Bauer[42], Cunow y Kautsky en su momento? �No es el acuerdo con el capitalismo sobre la base de la democracia definitivamente el �nico m�todo correcto? �No est� en bancarrota el comunismo con su programa de dictadura sovi�tica? Estas preguntas, sobre las que hay que reflexionar, y que hay que responder con total franqueza y claridad, deben ser examinadas, antes que nada, hist�ricamente dentro del contexto de la experiencia de la Revoluci�n Rusa, y despu�s de eso es necesario ver en qu� medida �stas pueden tener validez a escala internacional.

"Los enemigos del comunismo, provenientes del campo de los elementos tambaleantes de la difunta Segunda Internacional, tienen en la manga dos f�bulas que se contradicen entre s�. Seg�n la primera de ellas, el conjunto de la "teor�a sovi�tica" ha surgido s�lo como producto de la necesidad: �sta vio la luz cuando qued� claro que en las elecciones a la asamblea nacional los bolcheviques no hab�an obtenido la mayor�a en su seno. Este hecho oblig� a los bolcheviques a presentarse como los orgullosos paladines de la dictadura proletaria. De acuerdo a la segunda f�bula, los bolcheviques accedieron al poder en tanto representantes b�rbaros de una dictadura, pero luego, aleccionados por sus propias experiencias, se vieron cada vez m�s obligados a agregarle agua al vino de su cosecha. �Pero qu� dicen los hechos? Antes de la revoluci�n de 1905, los bolcheviques consideraban que la dictadura del proletariado y el campesinado era el sendero hist�rico que Rusia iba a transitar. Rosa Luxemburgo y Trotsky trataron de enmendar esta f�rmula hablando sobre la dictadura del proletariado apoyada por el campesinado. Mediante esta correcci�n deseaban reafirmar el concepto, tambi�n admitido por los bolcheviques, de que el proletariado urbano tendr�a el rol dirigente en la revoluci�n. Todo el espectro del comunismo ruso actual estaba de acuerdo en el hecho de que en un pa�s esencialmente agrario como Rusia, el proletariado deb�a tomar en consideraci�n los intereses del campesinado, y no pod�a excluir a los campesinos del poder. Cuando en 1917 los bolcheviques resueltamente se trabaron en lucha con el partido campesino de los socialistas revolucionarios dirigidos por Chernov, lo hicieron no por af�n de oponerse a los intereses de los campesinos, sino justamente para defenderlos. De hecho, por su coalici�n con el Partido Cadete, los l�deres de los socialistas revolucionarios estaban traicionando los intereses de los campesinos, estaban retrasando la soluci�n del problema agrario, y estaban sacrificando las masas campesinas a la guerra librada por el imperialismo ruso. Cuando como resultado de esta pol�tica, la masa de soldados y campesinos se pas� del lado de la clase obrera y ayud� a los bolcheviques a tomar el poder el 25 de octubre de 1917, los bolcheviques le ofrecieron compartir el poder a sus derrotados adversarios: no s�lo negociaron con los mencheviques, sino tambi�n con los socialistas revolucionarios durante dos semanas luego de la derrota de Kerensky, con miras a formar un gobierno de coalici�n que dar�a forma a la dictadura el proletariado y el campesinado. Las negociaciones naufragaron porque los mencheviques y los socialistas revolucionarios de derecha todav�a cre�an en la victoria de la burgues�a. No obstante, los bolcheviques incorporaron al gobierno al ala izquierda de los socialistas revolucionarios, que se hab�a separado de su partido y estaba dispuesta a resolver la cuesti�n de la tierra y la paz por medio de una dictadura revolucionaria.[43] La ruptura con este partido tuvo lugar cuando se hizo evidente que los elementos nacionalistas hab�an tomado el control dentro de �l, y que sus elementos intelectuales, fieles a un nacionalismo con tintes revolucionarios, no se pudieron decidir a favor de la pol�tica de paz. Nuevamente fue en defensa de los intereses de los campesinos que se produjo la ruptura con este partido campesino, que perdi� cada vez m�s el contacto con la vida real, y que se estaba transformando en un partido del nacionalismo revolucionario intelectual. La ruptura de los bolcheviques con los partidos que dec�an representar a los campesinos, pero que en su mayor�a no eran m�s que los ide�logos e intelectuales del campesinado, nunca interfiri� con su percepci�n de la real relaci�n de fuerzas existente. Por un lado trataron de crear una organizaci�n de los pobres de la aldea, que no s�lo inclu�a a los obreros que se hab�an refugiado en las aldeas a causa de la hambruna que asolaba las ciudades y la decadencia de la industria, sino tambi�n al proletariado rural y a los peque�os campesinos, con el fin de permitir que los intereses proletarios prevalecieran en las aldeas, y por otro lado trataban de atraer m�s y m�s a los campesinos medios hacia la dictadura proletaria a trav�s de concesiones (por ejemplo, con respecto a las cooperativas agr�colas). Aqu�l que ve oportunismo en esto no entiende el ABC del socialismo. Dado que el capitalismo, en la forma de concentraciones fabriles, no se ha materializado en ninguna parte del mundo, y dado que hay por todas partes millones de emprendimientos agr�colas peque�os y medianos, la socializaci�n de la agricultura ser� en todas partes un proceso muy lento, que llevar� generaciones. El socialismo no ser� introducido all� por medio de expropiaciones, sino solamente a trav�s de la nacionalizaci�n de los pr�stamos hipotecarios, del comercio en cereales y alimento para animales, del transporte y la venta de maquinarias agr�colas, y a trav�s de toda la asistencia cultural que el estado socialista pueda brindar a los campesinos. En todos los pa�ses, el proletariado, luego de su victoria sobre la burgues�a estar� obligado a llegar a un compromiso con los campesinos, porque s�lo podr� cerrar este acuerdo precisamente cuando haya derrocado a la burgues�a, y los campesinos se vean obligados a consentir este compromiso.

"�Pero era posible la victoria de la clase obrera sobre la burgues�a por otros medios que no fueran la guerra civil y la dictadura? �No era posible hacerlo por medio de la democracia? Toda la historia de la revoluci�n rusa, sin embargo, es un rotundo ment�s a esta pregunta. La pol�tica menchevique naufrag� porque no s�lo era imposible expropiar a la burgues�a por medios pac�ficos, sino incluso salvar a las masas populares de las fauces de la guerra mundial, en la cual s�lo los sectores m�s altos de la burgues�a el capital financiero y sus beneficiarios estaban interesados. Fue necesario derrocar a la burgues�a y construir la dictadura de las masas populares, cuyo inter�s primordial era la paz, antes de estar en condiciones de satisfacer los intereses m�s vitales y elementales de las masas laboriosas. Los intentos de la burgues�a y sus c�mplices de derrocar el poder sovi�tico, ya sea directa o indirectamente, determinaron la forma y el contenido de las medidas de la dictadura con una necesidad de hierro. Fue necesario responder con la persecuci�n de la prensa burguesa y los saboteadores, etc., a los intentos de la intelectualidad burguesa apoyados por los bancos de sabotear la vida econ�mica y el funcionamiento de la maquinaria estatal. Esto, sin embargo, requiri� durante un cierto tiempo formas mucho m�s primitivas de control sobre la producci�n y el gerenciamiento, hasta que la intelectualidad burguesa cej� en su intento. Con el fin de desbaratar los intentos de la burgues�a de privar al pueblo de su propiedad por medio de un crimen de alta traici�n; para enfrentar a los fabricantes, los comerciantes y los banqueros que trataron de buscar la protecci�n de Alemania luego de la paz de Brest, ocultando sus propiedades, tratando de hacerlas pasar como "alemanas" por medio de todo tipo de transacciones fraudulentas, fue necesario recurrir, por un lado, a m�todos de intimidaci�n, y por el otro a r�pidas medidas de nacionalizaci�n. Para evitar que un gran n�mero de industrias fueran rematadas a favor del capital alem�n, fue necesario nacionalizarlas r�pidamente en el momento de las negociaciones por medio de cl�usulas a�adidas al tratado de Brest, sin poder preparar estar medidas radicales con el suficiente cuidado. Cuando la burgues�a se pas� del lado de la Entente una vez, y empez� a apoyar todas las conspiraciones urdidas por la Entente desde el terror individual hasta la organizaci�n de revueltas, fue necesario recurrir al Terror Rojo, que s�lo se generaliz� cuando los ej�rcitos de Kolchak y Denikin[44] equipados por la Entente, pero apoyados por todos los elementos capitalistas de Rusia comenzaron su guerra abierta contra la Rusia sovi�tica.

"En el curso de los dos a�os de historia de la dictadura del proletariado en Rusia, no se ha tomado b�sicamente una sola medida importante de manera doctrinaria, y que no haya sido resultado de la necesidad. La ca�da del gobierno de Kerensky fue provocada por su total incapacidad para sacar a Rusia del sangriento atolladero en que se encontraba. De hecho, era imposible dar cuenta de los m�s elementales intereses populares, contra la resistencia de la burgues�a, a no ser por m�todos dictatoriales: la dictadura tambi�n devino una necesidad.

"Los bolcheviques comprendieron esta necesidad desde el principio, y exigieron que todo el poder pasara a los soviets desde abril de 1917 en adelante. Pero era obvio que las masas populares no har�an m�s que perder la confianza en la asamblea nacional en el transcurso de la lucha contra su pol�tica capitalista. Por otra parte, comparada con la desenfrenada actividad de la camarilla de Kerensky, esta tribuna parlamentaria representaba un paso adelante. Dado que el gobierno de Kerensky hab�a pospuesto la convocatoria de la asamblea nacional, la Asamblea Constituyente se reuni� cuando la dictadura del proletariado ya hab�a sido creada. Lo que vio la luz era s�lo un cad�ver. No obstante, hab�a que permitir que �ste se enterrara por s� solo. Si, no obstante, el gobierno sovi�tico intent� apresurar su entierro, esto era porque aqu�lla amenazaba, al igual que el cad�ver del gobierno de Kerensky, con chuparle la sangre al pueblo.[45] El gobierno sovi�tico hab�a entrado en negociaciones de paz con un enemigo inescrupuloso, y esa es la raz�n por la cual jugar con la idea de la paz en la Asamblea Nacional pod�a ayudar al partido militar alem�n a romper las negociaciones de paz, y enterrar a la joven Rusia sovi�tica que estaba naciendo. La indiferencia con la cual todos los estratos de la poblaci�n presenciaron el entierro de la Asamblea Constituyente mostr� que �sta no contaba con el apoyo de las fuerzas populares. Era una sombra del pasado.

"Todos aquellos que se interesan por la historia de la Revoluci�n Rusa como historiadores y no como moralistas, no pueden dejar de reconocer que la pol�tica de los bolcheviques era una pol�tica coherente, adaptada a la necesidad. Todos aquellos que la estudien como revolucionarios no podr�n dejar de reconocer que era la �nica pol�tica revolucionaria posible. Los mismos mencheviques lo reconocieron en una declaraci�n efectuada en ocasi�n del primer aniversario de la Revoluci�n de Octubre. �Pero hay algo m�s importante que esto! La �nica fuerza que podr�a reemplazar a la dictadura proletaria ser�a la dictadura de las camarillas feudales-capitalistas rusas, que s�lo podr�a sostenerse con la ayuda de la dictadura mundial del capital financiero. La Revoluci�n Rusa puede ser derrotada: entonces la dictadura de los generales Blancos reemplazar�a a la dictadura del proletariado. Pero la Revoluci�n Rusa s�lo puede triunfar en tanto dictadura del proletariado que conduzca a las masas populares al ataque contra el capital.

"Incluso aunque pereciera, la revoluci�n proletaria rusa legar�a al proletariado mundial la proclama de su testamento: �la dictadura del proletariado! Y as� llegamos a la cuesti�n final: �se sostendr� la dictadura del proletariado al llegar a un acuerdo con el capitalismo mundial? Aqu� entramos de lleno en la cuesti�n de los l�mites de las concesiones que un estado obrero puede efectuar en su pol�tica exterior."[46]

Yo preguntaba en mi art�culo:

Cu�les son los l�mites de las concesiones econ�micas que puede hacer la Rusia sovi�tica?

"As� como la Rusia sovi�tica no se cubri� de oprobio al convertirse en vasallo del imperialismo alem�n en Brest, de la misma manera no tiene porqu� rebajarse al jugar el rol de vasallo del imperialismo anglosaj�n. En el transcurso de todas las negociaciones emprendidas por la Rusia sovi�tica con los representantes de los c�rteles imperialistas brit�nico y alem�n, �sta no dej� de explicar esto: el mundo ha sido tan empobrecido por la guerra que ninguna de las partes beligerantes est� en condiciones de satisfacer las enormes necesidades econ�micas de la Rusia sovi�tica. Rusia necesita maquinarias, recursos y ayuda organizativa de todas partes, y al precio m�s bajo. �Ha cambiado esta situaci�n el final de la guerra? Alemania ha colapsado, pero su aparato y su conocimiento tecnol�gico est�n en un nivel muy alto. Los pa�ses anglosajones han salido victoriosos, pero su desbarajuste econ�mico es tan profundo que son completamente incapaces de brindar ayuda suficiente a Francia y a Italia. Est� creciendo la tendencia a explotar los recursos de Alemania al m�ximo en los c�rculos capitalistas franceses. Esta tendencia se acent�a todav�a m�s por la continua baja del franco[47] con relaci�n a la libra y al d�lar (un buen ejemplo de la utilizaci�n de la victoria y la "solidaridad de los vencedores"). Polonia y Checoslovaquia, ambos vasallos de la Entente, han sido obligadas a efectuar acuerdos econ�micos con Alemania, en primer lugar porque la ayuda que est�n recibiendo de la Entente es insuficiente, y tambi�n porque ninguna victoria puede hacer caso omiso de v�nculos econ�micos que emanan de la proximidad geogr�fica.

"A esto se a�ade un hecho econ�mico muy importante. El abrumador desbarajuste que impera en la econom�a mundial significa que incluso aunque Rusia quisiera implementar una pol�tica a corto plazo, por ejemplo adquirir bienes, en vez de pensar en movilizar sus fuerzas econ�micas, no obtendr�a estos productos en cantidades suficientes. Antes que nada, �sta debe dedicarse a la organizaci�n de su econom�a con los pocos medios de producci�n que reciba de los capitalistas extranjeros. Pronto se ver� en la necesidad de fabricar en su propio suelo las m�quinas necesarias. Si comprende la necesidad de esto, debe por lo tanto importar, en forma prioritaria, del exterior los recursos t�cnicos calificados que le hacen falta. Luego de la ruina de sus relaciones externas y del colapso de su econom�a, Alemania dispone de miles de ingenieros, qu�micos y obreros calificados deambulando por all�, sin pan y sin trabajo, que le prestar�an un servicio considerable a la Rusia sovi�tica en su reconstrucci�n. Naturalmente, los periodistas de la Entente pondr�n el grito en el cielo cuando lean esto: "As� que los bolcheviques quieren entonces ayudar a Alemania a reconstruir el poder�o del capital alem�n sobre territorio ruso." Esta alharaca acerca de los nuevos v�nculos germano-bolcheviques es tan enga�osa como las antiguas advertencias estridentes. Ni siquiera le estamos ofreciendo al capitalismo alem�n las concesiones que le ofrecemos al capitalismo de la Entente. Y esto es as� no s�lo porque aqu�l no posee la fortaleza suficiente como para extorsionarnos, sino porque no sabr�a qu� hacer con ellas. Necesita exportar capital para expandirse. Ahora bien, la guerra convirti� a Alemania en un pa�s miserable y empobrecido. En vano mendiga cr�ditos a Estados Unidos, pero por s� misma es incapaz de generar expansi�n alguna. Las relaciones econ�micas germano-rusas, que juzgamos necesarias, independientemente de las concesiones que la Rusia sovi�tica deba hacerle a Gran Breta�a, no pueden construirse en absoluto sobre las viejas bases capitalistas. No es el intercambio de productos ni la exportaci�n de capital lo que constituye la nueva base de las relaciones econ�micas germano-rusas, sino la ayuda mediante mano de obra. Estas no le otorgar�n a los alemanes la posibilidad de dominar a Rusia, sino que al ayudar a Rusia a recuperar su poder�o econ�mico, le brindar�n a miles trabajadores manuales e intelectuales alemanes pan y trabajo, y tambi�n sentar�n las bases para el intercambio futuro de productos entre Rusia y Alemania. Rusia hubiera tenido que seguir esta pol�tica incluso si hoy en d�a fuera un estado burgu�s. Es una pol�tica dictada por los intereses rusos. Pero coincide con los principios que un estado proletario no debe echar por la borda, incluso frente a una necesidad imperiosa: no debe convertirse en el instrumento de una pol�tica que consista en empobrecer y aislar a otros pueblos. Naturalmente, hacen falta dos para las relaciones pol�ticas y personales. Si el gobierno alem�n contin�a en una posici�n est�pidamente pasiva, temiendo al bolchevismo como la Entente, abrigando la esperanza de que el diablo hunda a Rusia y se la entregue atada de pies y manos a Denikin, entonces tendr� que asumir la responsabilidad por su propio bloqueo autoimpuesto.

"Los l�mites de las concesiones econ�micas que la Rusia sovi�tica puede hacer al capital de la Entente son de una naturaleza m�s social. No puede permitir que surjan colonias imperialistas en su suelo, en las que el proletariado ruso juegue el papel de esclavo blanco. Incluso si la Rusia sovi�tica se ve obligada a proveer una cierta cantidad de riqueza al capital extranjero, esto s�lo podr�a tener lugar sobre la base de condiciones que ser�an pactadas concretamente entre los estados interesados. Antes que nada, se plantea una cuesti�n de condiciones de trabajo, que no deben ser peores que las del resto del proletariado ruso; y esto dando por sentado que los obreros vayan a ser tomados como empleados all�. Entonces se plantea la cuesti�n de la relaci�n entre la producci�n de las empresas concesionarias, y el plan econ�mico de conjunto de la rep�blica sovi�tica. Los acuerdos deben definir qu� parte de la producci�n ser� en beneficio de la econom�a rusa organizada. Si Rusia desea renacer econ�micamente, debe extraer beneficios inmediatos del desarrollo de las empresas concesionarias, compr�ndoles a precio de costo una porci�n de la producci�n, que luego ser�a usada para dotarla de los medios de producci�n necesarios. S�lo as� el tributo que es necesario pagarle al capital extranjero no equivaldr�a a desangrar a Rusia. No podemos entrar en detalles sobre esta cuesti�n aqu�, porque ese nos apartar�a del tema. No obstante, el a�o pasado hubo consultas muy profundas y concretas sobre este tema en los c�rculos que dirigen la pol�tica econ�mica de la Rusia sovi�tica. Si hab�a dudas el a�o pasado acerca de si los c�rculos capitalistas, acostumbrados a un m�todo individualista de producci�n econ�mica, aceptar�an que su iniciativa privada estuviera limitada por controles sociales, la situaci�n ha cambiado notablemente en el �nterin. De hecho, �stos se enfrentan a los mismos problemas en sus propios pa�ses, y no importa cu�nto se opongan a cualquier intento de control social, es obvio, sin ninguna duda, que la presi�n del movimiento obrero y la necesidad de superar la anarqu�a econ�mica de una u otra manera, los ha obligado a renunciar a su antiguo individualismo sin l�mites. Lo que se han visto obligados a conceder a los obreros brit�nicos y norteamericanos, incluso antes de que �stos hayan conquistado el poder pol�tico, tambi�n deben concederlo a los obreros rusos, que son apoyados por el estado obrero ruso.

"No queremos exagerar las cosas aqu�, o pintarlas de color de rosa. A pesar de la importancia de las concesiones que el capital extranjero se ver� obligado a efectuar ante el proletariado ruso, si es que quiere hacer negocios en Rusia, el hecho es que los obreros rusos tendr�n que trabajar en pos de las ganancias de los capitalistas extranjeros, que la riqueza natural de Rusia ser� explotada por una econom�a capitalista extranjera, y que un cuerpo extra�o ver� la luz en el seno de la Rusia sovi�tica. Pero en tanto la Rusia sovi�tica misma constituya un cuerpo extra�o dentro del sistema de estados capitalistas, no puede evitar estos peligros.

"Est� claro que de hecho hay un peligro en todo esto. Ya que independientemente de las dificultades que el gobierno proletario encuentre en caso de conflicto entre los proletarios rusos y las concesionarias capitalistas extranjeras, tambi�n existe el peligro de que los vestigios de la derrotada burgues�a rusa renazcan alentados por las empresas privadas extranjeras. Este peligro aumentar� en la medida en que el gobierno sovi�tico se vea obligado a hacer m�s y m�s concesiones al capital extranjero, si la actual etapa transicional llegara a extenderse. Con esto es precisamente con lo que cuentan Lloyd George y los otros l�deres de la Entente que se inclinan por llegar a un acuerdo de paz con la Rusia sovi�tica. Que sus esperanzas se materialicen o no depende del tiempo que dure esta colaboraci�n. La influencia que la paz con el capitalismo de la Entente tenga sobre el desarrollo del estado proletario ruso tambi�n depende de ella. Si esta colaboraci�n se prolongara durante muchos a�os, la Uni�n Sovi�tica se transformar�a como mucho en un estado al estilo de Nueva Zelanda o Australia, un estado capitalista gobernado por los obreros y los campesinos, en el cual el capital financiero ha efectuado grandes concesiones al proletariado en lo que respecta a sus niveles de vida... Obviamente, esta es una situaci�n mejor que la existente en Estados Unidos o Europa, pero no es la dictadura del proletariado que busca sentar las bases del comunismo. No obstante, si como es probable que suceda, la revoluci�n mundial se extiende en forma lenta pero segura, estos acuerdos con respecto a los intereses capitalistas extranjeros no ser�n ni tan importantes ni prolongados como para amenazar el poder efectivo del proletariado. Al otorgarle la paz a la Rusia sovi�tica, as� como la posibilidad de proceder a la reconstrucci�n de su econom�a, estos acuerdos podr�an incluso permitir que el poder efectivo del proletariado se fortalezca. Est� claro que este poder ser� m�s fuerte si las condiciones de transporte mejoran, si las industrias obtienen las materias primas y el combustible necesario, y si los campesinos pueden comprar productos a cambio del pan, incluso aunque tengamos que renunciar a muchos objetivos y replegarnos por un tiempo.

"Cuanto m�s se fortalezca la Uni�n Sovi�tica, m�s estar� en condiciones de renunciar al terror, que no es nada m�s que un medio de defensa, y m�s estar� en condiciones de ejercer la dictadura con moderaci�n. No se debe dar por terminada la dictadura en tanto persistan las amenazas contra la dominaci�n del proletariado. Pero la severidad de la dictadura depende del alcance de las amenazas; en la medida en que �stas disminuyan podemos ampliar el c�rculo de aquellas capas vacilantes a las que podemos permitirles el ejercicio de los derechos pol�ticos. El p�rrafo 2 de la secci�n pol�tica del programa del Partido Comunista Ruso (marzo de 1919) dice esto: 'Al contrario de lo que sucede en la democracia burguesa, que oculta la naturaleza de clase del estado, el gobierno sovi�tico reconoce abiertamente la necesidad hist�rica de la naturaleza de clase de cualquier estado hasta la desaparici�n de las divisiones de clase en la sociedad, y por ende todo poder estatal. El estado sovi�tico apunta esencialmente a sofocar la resistencia de los explotadores. La Constituci�n sovi�tica, que reconoce que la libertad no es m�s que un fraude si �sta constituye un obst�culo a la emancipaci�n de los trabajadores de la opresi�n capitalista, no vacila en privar a ciertos grupos sociales del disfrute de los derechos pol�ticos. La tarea del partido proletario es sofocar sin vacilaciones la resistencia de los explotadores, y librar una lucha ideol�gica contra las supersticiones muy enraizadas acerca de la naturaleza absoluta de las leyes y libertados burguesas, pero tambi�n �sta consiste en explicar que la restricci�n de los derechos pol�ticos, junto con otras medidas que restringen la libertad, son s�lo medidas temporarias en la lucha contra los explotadores, quienes defienden sus privilegios o tienen la esperanza de que �stos sean restaurados. En la medida en que la posibilidad objetiva de la explotaci�n del hombre por el hombre desaparezca, la necesidad de medidas represivas temporarias tambi�n desaparecer�, medidas que el partido se esforzar� al m�ximo por limitar, y a las cuales finalmente pondr� fin.'[48]

"En la medida en que las victorias del Ej�rcito Rojo sobre los ej�rcitos contrarrevolucionarios debilitan las esperanzas de la nobleza y los explotadores rusos de reestablecer su dominio, las posibilidades de suavizar la dictadura proletaria en Rusia tambi�n aumentan. Por primera vez en la historia del mundo, esta dictadura le ha otorgado a amplios sectores del pueblo la posibilidad real de tomar parte en la vida intelectual y de dirigir el estado, y de crear as� una democracia real como no existe en ning�n otro estado. Pero al mismo tiempo esta dictadura ha privado a la burgues�a, y a aquellos intelectuales que la apoyan, de derechos pol�ticos porque los estaban usando para frenar la emancipaci�n de las masas populares. La lucha armada del proletariado ruso con la contrarrevoluci�n se hubiera terminado hace ya tiempo si los estados capitalistas (empezando por Alemania, y despu�s la Entente) no hubieran apoyado a la contrarrevoluci�n rusa por todos los medios a su alcance, obligando as� a la Rusia sovi�tica a fortalecer sus medidas de defensa. La contrarrevoluci�n ha sufrido grandes derrotas en este combate. Si el imperialismo de la Entente cesara al fin de entrometerse en la guerra civil rusa, si levantara su bloqueo mortal, entonces la clase obrera victoriosa podr�a renunciar a sus medidas militares, como resultado del fin de la guerra civil. Esto no significa que renunciar�a a dirigir el estado de conformidad con los intereses de los obreros, sino que por el contrario desarrollar�a realmente al estado proletario, a partir de la victoria del proletariado sobre la opresi�n burguesa, hacia la democracia. Este desarrollo se producir�a gradualmente. Cualquier intento del capital de la Entente por ejercer presi�n para acelerar este proceso, no har�a m�s que obstaculizarlo. Cualquier interferencia en favor de los antiguos miembros de la burgues�a despertar� una profunda desconfianza en el seno del proletariado, prolongando la guerra civil, m�s all� de que el gobierno sovi�tico lo desee o no.

"Hemos descrito las concesiones que puede hacer la Rusia sovi�tica. Muchos revolucionarios las considerar�n una humillaci�n profunda. �Qu�? �La orgullosa Rusia sovi�tica, que repudi� sus deudas de guerra, acabar� por pagarlas? �La Rusia sovi�tica, que ha derrotado a la burgues�a rusa, le har� concesiones al capital privado? S�, precisamente porque la Rusia sovi�tica por s� sola no puede derrotar al capital mundial s�lo el proletariado mundial puede hacer eso, tiene que pagarle un tributo a la burgues�a mundial. Es in�til enojarse por esto. Esta situaci�n continuar� hasta que una abrumadora descomposici�n capitalista desencadene la revoluci�n mundial. Un sector de la prensa capitalista y la prensa de los denominados socialistas traidores a la clase obrera dir�n que la rep�blica sovi�tica ha emprendido el camino de Damasco, el de la renuncia al comunismo. Dejemos que sigan cacareando, ya hab�an dicho eso luego de Brest-Litovsk, pero nosotros sobrevivimos, mientas que los vencedores de Brest-Litovsk fueron aplastados por la rueda de la historia. No nos retractamos de nada. Todo lo que ense�amos sobre la dictadura del proletariado sigue siendo completamente v�lido, m�s all� de la forma en que �sta sea implementada, y el gobierno sovi�tico ruso siempre ser� el representante del poder del proletariado, o no ser�. Que los enemigos y los amigos comprendan una cosa: no habr� una fachada de rep�blica sovi�tica. Si la rep�blica sovi�tica no tuviera la fortaleza como para defender el poder real, no defender�a una existencia que no es m�s que una sombra, sino que capitular�a abiertamente o se hundir�a combatiendo. El resultado del ataque de oto�o contra las principales ciudades demostr� que no hace falta hacer esto. �Por qu� pele� �sta si se encontraba al l�mite de sus fuerzas? Como efectivamente resisti� y pas� una ardua prueba militar, as� tambi�n podr� superar la ardua prueba econ�mica que nos depara un duro invierno. Entre los Denikin y los Kolchak, las condiciones econ�micas son incluso peores. Tambi�n es necesario destacar el siguiente hecho: mientras que en la Rusia sovi�tica la clase obrera est� convencida de que el gobierno proletario ha hecho lo imposible por ayudarla, no podr�a, hambreada como est�, siquiera llegar a contemplar, m�s all� de los acciones de las camarillas de Denikin y Kolchak, el fest�n que se estaban dando los ricos. Este invierno la mitad de Europa sufrir� un tormento infernal, y ninguna parte de la Entente entregar� ayuda alguna. Y no lo har� porque no puede hacerlo. La ayuda requiere millones y millones, y Francia y Gran Breta�a se encuentran al borde de la bancarrota. El gobierno sovi�tico no tiene necesidad de entregarse, ya sea en forma abierta o encubierta. Para remediar la terrible miseria se ve obligado, en nombre de la paz, a hacer concesiones. Los meses venideros decidir�n si la Entente es capaz de tener alguna idea racional sobre la cuesti�n rusa. Si no lo logra, la Rusia sovi�tica tendr� que sobrevivir a costa de grandes sacrificios, pero el colapso del imperialismo de la Entente ser� incluso todav�a m�s r�pido porque �ste se ver� obligado, una vez m�s, a realizar esfuerzos inusitados por derrotar a la Rusia sovi�tica. La diferencia entre nuestros oponentes y nosotros es que el tiempo est� de nuestro lado. Tomamos la decisi�n de hacer concesiones porque sab�amos que saldr�amos victoriosos al final. Podr�a prevalecer la pol�tica de jugarse el todo por el todo a un solo tiro de los dados. Lo que suceda depender� de la actitud de los obreros de la Entente este invierno, y de los acontecimientos pol�ticos en todas partes del mundo. Pero de una cosa estamos seguros en toda esta mezcla de tendencias: la desintegraci�n capitalista continuar� y la revoluci�n proletaria se extender�. Nosotros, que somos su vanguardia, padeceremos tiempos duros. �Pero estamos seguros de vencer s� o s�!"[49]

Estas l�neas fueron escritas, como he dicho, en diciembre de 1919 en el momento de las decisivas victorias de la Rusia sovi�tica sobre los Blancos, en el momento en que Kolchak y Yudenich[50] eran liquidados y Denikin era forzado a replegarse hasta el C�ucaso. �Y qu� dicen estas l�neas? Nos dicen que en el momento de las m�s grandes victorias, no abandonamos ni por un segundo los siguientes puntos de vista: para empezar, Rusia es un pa�s cuya poblaci�n es esencialmente peque�o burguesa, y que por esa raz�n la pol�tica comunista tiene que aguardar que llegue su momento en la aldea, y que la socializaci�n de la agricultura es un problema que insumir� el trabajo de generaciones enteras, y que adem�s el gobierno sovi�tico debe por el momento tratar de llegar a un acuerdo con los campesinos. En pocas palabras, d�bamos por sentado que la mayor parte de la econom�a rusa estar�a en el futuro inmediato orientada hacia la producci�n mercantil peque�o burguesa. Luego sosten�amos que la revoluci�n mundial se desarrollar�a lentamente luego de superada la crisis de la desmovilizaci�n, y que entonces el gobierno sovi�tico ten�a que apuntar, por el momento, a llegar a un modus vivendi con los estados capitalistas, y con este fin, prepararse para efectuar concesiones al capital:

"En tanto el proletariado no haya triunfado en los principales estados capitalistas, en la medida en que no est� en condiciones de utilizar todas las fuerzas productivas del mundo para la construcci�n socialista, en tanto los estados capitalistas coexistan junto con los estados proletarios, los estados proletarios se ver�n obligados a llegar a acuerdos con ellos, y no habr�a ni un capitalismo puro ni un socialismo puro. Al limitar geogr�ficamente entre s�, se ver�an de hecho obligados a hacerse concesiones rec�procas en sus propios territorios nacionales."

Esta concepci�n no era patrimonio exclusivo m�o, sino que era una concepci�n com�n entre los principales dirigentes del Partido Comunista Ruso y el gobierno sovi�tico. Y esta concepci�n no era s�lo resultado de las experiencias de 1919. De hecho, Lenin no s�lo defendi� esta concepci�n en la �poca de los conflictos que surgieron en ocasi�n de la firma de la Paz de Brest, sino que tambi�n la defendi� en abril de 1918, durante su discurso acerca de las tareas inmediatas del poder sovi�tico. Este discurso fue efectuado el 29 de abril de 1918 ante el Comit� Ejecutivo Central de los soviets. En �l Lenin desarroll� las siguientes ideas: en la esfera de la pol�tica exterior, era necesario por un lado crear el Ej�rcito Rojo, y por otro lado hacer concesiones al capital internacional hasta tanto la revoluci�n mundial no hubiera triunfado. En la esfera de la organizaci�n de la econom�a, apoyaba no s�lo la necesidad de convocar a especialistas burgueses ofreci�ndoles salarios m�s altos, la necesidad de llegar a un acuerdo con las cooperativas peque�o burguesas, sino incluso con los c�rteles capitalistas deb�an organizar la industria pesada bajo control del estado con participaci�n en las ganancias. En abril de 1918, Lenin declar� que era necesario aprender c�mo organizar el socialismo de los magnates de los trusts capitalistas, y exigi� que se pusiera temporariamente fin a los ataques contra el capital porque pensaba que el gobierno sovi�tico ya hab�a expropiado mucho m�s de lo que pod�a controlar.[51] En la actualidad, se nos plantea la siguiente cuesti�n: �por qu� el gobierno sovi�tico llev� adelante la pol�tica opuesta durante el periodo que va desde el oto�o de 1918 hasta marzo de 1921, la pol�tica de requisas en las aldeas, la pol�tica de nacionalizaci�n de todos los medios de producci�n en las ciudades, la pol�tica de suprimir incluso todo comercio interior, que fue atacado como especulaci�n? �Por qu� entonces no sigui� el gobierno sovi�tico la pol�tica defendida por Lenin en abril de 1918, pol�tica tambi�n defendida a menudo en teor�a por los l�deres de la rep�blica sovi�tica en 1919? (Cf. el discurso de Lenin sobre las relaciones con el campesinado medio en abril de 1919[52]; cf las incesantes propuestas de paz y ofertas de concesiones dirigidas por el gobiero sovi�tico al capital extranjero en 1919). En su discurso ante el Congreso de las Secretar�as de Educaci�n Pol�tica Popular de octubre de 1921, Lenin explicaba que la pol�tica de estos tres a�os hab�a sido un error y proclamaba la necesidad de un retorno a la pol�tica de 1918.[53] Esta explicaci�n fue interpretada por los enemigos del comunismo como una confesi�n de la bancarrota del comunismo ruso, una confirmaci�n de la correcci�n de toda lo que la prensa capitalista mundial, no s�lo la de los mencheviques, hab�a dicho muchas veces sobre la pol�tica del comunismo ruso. Obviamente, Lenin es sin duda alguna un hombre de una rectitud pol�tica ejemplar, un hombre digno de confianza que nunca teme admitir los errores que cometi�. Sin embargo, queda claro que no pronunci� este discurso, en tanto l�der de un gran gobierno, para sincerar su coraz�n frente a los capitalistas del mundo entero y los mencheviques, sino que con sus discursos Lenin persegu�a sus propios objetivos pol�ticos. En un discurso que hizo m�s tarde, el 29 de octubre (que fue publicado en la Pravda de Mosc� el 3 de noviembre), explic� porqu� hab�a hablado de falencias y errores. [54] Se trata, explicaba, no s�lo de darle una nueva orientaci�n a la pol�tica econ�mica de la rep�blica sovi�tica, que ha estado en vigor desde el mes de marzo de 1921, sino tambi�n de llevar adelante la nueva pol�tica. Ahora bien, el partido, que desde el oto�o de 1919 hab�a llevado adelante la m�s intransigente pol�tica de nacionalizaci�n, no es capaz de cambiar de la noche a la ma�ana, y esa es la raz�n por la cual tiene que ser conciente, en la forma m�s brutal, de los cambios que se han producido en las condiciones de desarrollo de la rep�blica sovi�tica. Y esto es lo que Lenin hizo al hablar de errores pasados. En este discurso, Lenin trataba de explicar la naturaleza de los errores cometidos haciendo una comparaci�n entre las diferentes t�cticas usadas por el general japon�s Nogi para capturar Port Arthur.[55] Por empezar, atac� la fortaleza con una furiosa ofensiva frontal que le cost� numerosas bajas. Cuando vio que Port Arthur no pod�a ser conquistada por estos m�todos, Nogi realiz� un sitio lento y sistem�tico, y tom� la ciudad al final de luchas muy duras, en las cuales el trabajo de los zapadores y la artiller�a jug� un papel tan crucial como la artiller�a y los ataques frontales. Entonces Lenin preguntaba: �fueron un error los primeros ataques frontales? La respuesta es s� y no. Fueron un error porque m�s tarde qued� en evidencia que eran insuficientes para capturar la fortaleza. Pero no fueron un error porque la capacidad de resistencia del enemigo no pod�a ser determinada sin un ataque, y un general debe tratar de derrotar al enemigo lo m�s r�pido posible. Por �ltimo, incluso los ataques repelidos hab�an debilitado al enemigo, y le hab�an permitido a �l conquistar finalmente mediante el sitio. Asimismo, dec�a Lenin, era necesario destruir al capitalismo en Rusia mediante un ataque frontal. Pero cuando los ataques frontales no produjeron el resultado esperado, nuestro deber era preparar la retirada y organizar el sitio contra el enemigo, y derrotarlo por otros medios. Cualquier comparaci�n es incompleta, pero esta comparaci�n de Lenin cojea de ambos pies, por as� decir, y el an�lisis de esta comparaci�n contribuye en gran medida a explicar las causas de la pol�tica de la rep�blica sovi�tica en el periodo que se extiende entre el oto�o de 1918 y marzo de 1921, hasta su cambio actual.

Por empezar, nos gustar�a decir que la historia de planificar para la guerra es un viejo cuento que todos los aut�nticos historiadores de la guerra e histori�grafos de la estrategia han cuestionado. Los estados mayores de todos los ej�rcitos tratan de desarrollar una concepci�n sobre la guerra futura, que solamente los observadores externos consideran un plan de guerra. Pero no ha habido una sola guerra en la historia que haya consistido meramente en un golpe o un ataque sorpresa, que se haya desarrollado seg�n el plan prefijado por el alto mando. Se suscit� un gran debate en la historia militar alemana luego del colapso de 1918, para saber si la guerra hab�a sido conducida o no seg�n el Plan Schlieffen.[56] La investigaci�n hist�rica ha demostrado que no hab�a ning�n plan de guerra en absoluto. Schlieffen ten�a en mente una situaci�n en la cual Alemania deb�a librar la guerra en dos frentes, y cre� el plan b�sico de preparar una divisi�n del ej�rcito alem�n en caso de que la guerra se librara en las condiciones anticipadas por �l. Schlieffen contaba con una lenta movilizaci�n de tropas rusas, y en consecuencia desarroll� la idea de conquistar una posici�n defensiva en el frente oriental antes de que Rusia pudiera movilizar al grueso de sus tropas, mientras trataba de vencer a Francia primero con fuerzas decisivas. No prepar� un plan para la conducci�n de la guerra, porque sab�a muy bien que un plan concreto s�lo puede ser elaborado luego de que los primeros enfrentamientos con las fuerzas enemigas hayan provisto indicios sobre c�mo se desarrollar�n los acontecimientos futuros. Los pron�sticos de Schlieffen no se cumplieron, ni tampoco fue posible aplicar su idea b�sica correctamente. Aunque no existe un plan general de guerra elaborado de antemano que gu�e la conducci�n de la guerra, s� hay no obstante un plan para cada batalla en particular. El comandante en jefe posee informaci�n acerca del estado de las fuerzas enemigas en una situaci�n de combate concreta. Sus propias fuerzas tambi�n representan una magnitud dada y precisamente definida. Baraja todas las posibilidades que tiene de derrotar a las fuerzas del enemigo, y luego elige la idea que le parece m�s favorable seg�n su criterio. Por lo general, tiene distintas opciones a mano. Lo mismo sucedi� con el general Nogi. Nogi podr�a haberse dado cuenta de entrada que la toma de Port Arthur era imposible mediante un ataque frontal. Podr�a haber evitado el error cometido evaluando correctamente a las fuerzas enemigas, pero Nogi sobrestim� la viabilidad del ataque, y subestim� las fuerzas de defensa, y esa es la raz�n por la cual su ataque fue un error. Ahora bien, nuestro Nogi, Lenin, estimaba que las fuerzas del capital mundial eran muy poderosas. En su discurso de abril de 1918, elabor� un plan de guerra que part�a de una estimaci�n correcta de las fuerzas enemigas y de nuestras debilidades.[57] Este es el motivo por el cual propon�a hacerle concesiones al campesinado y al capital, y esa es la raz�n por la cual llev� adelante una pol�tica de acuerdos con el capital mundial firmando la paz con Alemania en Brest Litovsk, y haciendo todo lo que estaba al alcance de su mano para evitar la guerra con la Entente. Lo que Lenin en la actualidad defiende bajo la etiqueta de Nueva Pol�tica Econ�mica no es m�s que un episodio ulterior de su plan de guerra de 1918. �Pero qu� fue lo que llev� a abandonar su ingenioso plan en el oto�o de 1918? Lenin y la rep�blica sovi�tica no ten�an libertad de acci�n, no pod�an optar libremente. Desde el levantamiento checo durante el verano de 1918,[58] desde la ocupaci�n de Arc�ngel por los brit�nicos, [59] el enemigo hab�a tomado la iniciativa. Le hab�a dictado a la rep�blica sovi�tica el curso de acci�n a seguir. El enemigo era mucho m�s fuerte que nosotros, tom� la iniciativa y pas� a la ofensiva, desechando la posibilidad de cualquier negociaci�n. Fue necesario pelear, y esta lucha no se libr� siguiendo un plan preconcebido, sino bajo la compulsi�n de las necesidades de la lucha misma. Comprend�amos perfectamente que est�bamos obligados a llegar a un acuerdo con los campesinos, que son peque�os productores de bienes, que son peque�o burgueses, y que s�lo pod�an ser ganados para la pol�tica comunista a trav�s de las generaciones mediante los grandes avances ofrecidos por los modernos m�todos t�cnicos de la agricultura. Pero a pesar de que nos vimos obligados a recurrir a una pol�tica de confiscaciones que nos granje� enemigos en las aldeas, y que al continuar durante varios a�os, debilit� a las fuerzas agr�colas considerablemente. Por empezar, Siberia estaba en manos de los checoslovacos, y luego de Kolchak; Ucrania estaba en manos de los alemanes, y despu�s pas� a manos de Skoropadsky, despu�s Petliura, [60] y finalmente a manos de Denikin. Tuvimos que alimentar a las ciudades y los ej�rcitos, cada vez m�s numerosos, recurriendo a las reservas de Rusia central y la regi�n del Volga. Los campesinos hab�an tomado la tierra de hecho. Hab�an retornado a la aldea luego de una guerra que hab�a fortalecido su conciencia, contaban con armas, y con una idea de libertad y de sus relaciones con el estado que eran muy cercanas a la concepci�n seg�n la cual el campesino no tiene en absoluto necesidad de algo tan diab�lico como el estado. Si hubi�ramos tratado por entonces de imponer impuestos en especie, no hubi�ramos podido cobrarlos, porque no pose�amos el aparato necesario, y porque los campesinos no los hubieran entregado en forma voluntaria. Fue necesario hacerles entender, antes que nada con m�todos muy en�rgicos, que el estado no s�lo ten�a derecho a solventar sus necesidades reclamando una parte del producto a sus ciudadanos, sino que tambi�n contaba con la fuerza necesaria para imponer este derecho. Adem�s, dado que desde comienzos del oto�o nuestro territorio de aprovisionamiento era muy limitado, los impuestos en especie extraer�an de los campesinos, por necesidad, todo aquello que no fuera necesario para su propia subsistencia. Un impuesto en especie que confisca todo el producto excedente y es recolectado por el recurso a la fuerza militar no es otra cosa que una requisa.

Pero si trat�bamos de arrancarle a los campesinos el producto excedente en su conjunto, era necesario evitar por todos los medios que se rehusaran a vendernos s�lo una parte de los cereales que necesit�bamos perentoriamente. Tuvimos que prohibirles vender cereales, y tuvimos que eliminar el comercio con la ciudad, el cual constitu�a un aliciente para la creaci�n de un mercado negro de cereales.

�Y pod�amos dejar los recursos productivos e industriales en manos de la burgues�a? Sab�amos muy bien que no pod�amos administrar la peque�a y mediana industria por nuestros medios, ya que nuestras fuerzas eran insuficientes para ello. Sab�amos que los capitanes de la industria nos ser�an necesarios, y que la cartelizaci�n estatal de la industria con participaci�n estatal, pero bajo gesti�n pr�ctica de los capitalistas controlados por el estado, ser�a temporariamente la forma de organizaci�n industrial m�s favorable para nosotros. Pero estos caballeros, los capitanes de la industria, se pasaron a las filas del enemigo con el fin de derrotarnos, primero con ayuda de los alemanes, y luego con ayuda de los Aliados. No quer�an ser nuestros arrendatarios, ni tampoco someterse al control del estado. En una palabra, no quisieron aliarse con nosotros, porque abrigaban la esperanza de poder echarnos del poder. La pol�tica de llegar a un compromiso con los l�deres del gran capital fue imposible, porque ellos no reconoc�an nuestro poder, y estaban por el contrario convencidos de que lograr�an derrocarnos. Pero s�lo el reconocimiento actual de nuestro poder ha sentado las bases para llegar a un acuerdo. En lo que respecta a la peque�a y mediana industria, fue necesario cerrar sus puertas desde el comienzo mismo de la gran Guerra Civil. Los frentes en una guerra civil difieren de los frentes en una guerra entre estados, en el sentido de que los Blancos, al igual que los Rojos, siempre tienen fuerzas enemigas a sus espaldas. Las l�neas del frente s�lo dividen al pa�s geogr�ficamente, pero no socialmente. De un lado del frente los Rojos tienen la supremac�a, pero las fuerzas contrarrevolucionarias no han desaparecido en consecuencia de su territorio. Del otro lado, el poder est� en manos de los Blancos, pero las fuerzas de los Rojos, las fuerzas de la revoluci�n, todav�a existen y representan una gran amenaza para la dictadura de los Blancos. Con el fin de triunfar en el frente, la dictadura de los Blancos, al igual que la de los Rojos, debe eliminar totalmente a las fuerzas enemigas en su retaguardia. La fortaleza de las masas trabajadoras reside en su organizaci�n. Esta es la raz�n por la cual la dictadura de los Blancos reprime toda forma de organizaci�n obrera. La fortaleza de la burgues�a reside en el hecho de que dispone de los medios de producci�n y los bienes. Podemos eliminar por completo toda organizaci�n pol�tica de la burgues�a, pero si permitimos el comercio burgu�s, la industria burguesa e incluso la existencia de la peque�a y mediana industria, entonces la burgues�a mantendr� su cohesi�n y su unidad como clase sobre la base de las relaciones econ�micas rec�procas entre sus miembros, y en tanto enemigos de la clase obrera, usar�n sus medios materiales contra nosotros. Esta es la raz�n por la cual nos vimos obligados a nacionalizar la peque�a y mediana industria, incluso aunque la nacionalizaci�n no fuera m�s que un pretexto para cerrar las f�bricas. Se estaba librando un combate, y era necesario aplastar al enemigo. Era nosotros o ellos, as� se planteaba la cuesti�n, y no hab�a lugar para llegar a compromiso alguno.

Pero la nacionalizaci�n tambi�n era necesaria por motivos econ�micos. Ten�amos que librar una guerra contra un enemigo que dispon�a de los m�s modernos medios t�cnicos y militares. Pero tuvimos que equipar al ej�rcito y dotarlo de armas por medio de una industria que hab�a sido dislocada por la guerra mundial, una industria que ya antes de la guerra estaba a un nivel mucho m�s bajo que la de Europa occidental. Por lo tanto, s�lo pod�amos vencer agrupando a todas las fuerzas industriales del pa�s, us�ndolas en forma concentrada para la victoria. Dejamos que las l�neas f�rreas alejadas entraran en decadencia, porque era necesario fortalecer la red ferroviaria en el teatro de operaciones de la guerra. Todav�a recuerdo las palabras de Trotsky ante el congreso del partido en 1920: "Hemos arrasado el pa�s para derrotar a los Blancos". Seguramente que esto no era una pol�tica econ�mica, y mucho menos una construcci�n comunista. Fue una pol�tica de guerra y victoria, y como no pod�amos vencer de otra manera, y vencimos de esta manera, la historia ha dado su veredicto sobre estos m�todos. Y este veredicto se lee as�: este camino no fue un error. Fue el camino que condujo a la victoria.

Pero tuvimos que tomar este camino no s�lo por la pol�tica de la burgues�a, y a causa de las necesidades econ�micas, sino que tambi�n tuvimos que tomarlo porque la fuerza principal sobre la que nos apoy�bamos era la clase obrera. Cada clase social tiene su propio programa m�ximo, al cual s�lo renuncia o cede parcialmente, cuando se ve obligada a hacerlo por la presi�n de otras clases, y bajo presi�n de la necesidad. Ya desde la d�cada de 1840, los reformadores sociales burgueses le han dicho siempre a la burgues�a que iba en inter�s suyo no tratar a los obreros como esclavos. Le explicaban a la burgues�a que una clase obrera bien remunerada, culturalmente desarrollada, trabajar�a mejor, pero la burgues�a no prest� la m�s m�nima atenci�n a estos consejos, hasta que la clase obrera opuso su propia voluntad al deseo de la burgues�a de explotarla implacablemente. La burgues�a rusa ya sent�a el calor de las llamas de la revoluci�n, pero a�n as� no pensaba en ahogar la revoluci�n mediante la nacionalizaci�n, la lucha contra la especulaci�n y las concesiones a la clase obrera. Los campesinos rusos no quer�an entregar su pan a las ciudades o a los obreros, que les hab�an concedido la tierra, hasta que se vieron obligados a hacerlo. Los obreros rusos, que hab�an sido esclavizados y oprimidos por la burgues�a, hab�an tomado el poder, y lo hab�an tomado por asalto. La burgues�a parec�a impotente, y en estas condiciones no pod�amos esperar que los obreros comprendieran efectivamente la real relaci�n de fuerzas existente, o que comprendieran efectivamente las dificultades del nuevo r�gimen, y las dificultades para asentar su poder. En 1917, tal como en 1918, Lenin y los dirigentes del partido tuvieron una comprensi�n correcta de la relaci�n de fuerzas, pero las masas no. Lenin, en su discurso sobre las tareas inmediatas del gobierno sovi�tico,[61] y Trotsky, en su discurso acerca del "trabajo y la disciplina",[62] dieron sermones enteros, por un lado contra la mentalidad que describ�an como la psicolog�a de masas peque�o burguesa, individualista, que consist�a en decir: "la industria nos pertenece, cada trabajador es el amo de su propia casa, y puede tomar lo que quiera", y por otro lado contra las aspiraciones de implementar el socialismo de un solo golpe. Hoy en d�a, luego de cuatro a�os de revoluci�n y de privaciones inmensas para las masas, Lenin, con el fin de asegurar la estricta y resuelta implementaci�n de una pol�tica de compromiso, considera necesario decirle al partido que la pol�tica econ�mica seguida hasta ahora fue un error. Sin embargo, es altamente improbable que la pol�tica actual hubiera podido ser implementada en 1918, incluso aunque la Entente no hubiera atacado. Basta recordar que en 1918 un influyente grupo de publicistas y organizadores, tales como Bujarin, Ossinsky, Smirnov, Yakovleva, Lomov y yo mismo,[63] lanzaron un ataque contra esta pol�tica en un �rgano fraccional, El comunista, y que no s�lo hab�a una tendencia de izquierda en el partido, sino que esta tendencia contaba incluso con una organizaci�n centralizada. Y fue en este esp�ritu del primer ataque frontal victorioso que la clase obrera se trab� en una lucha muy dura contra los Blancos y contra la intervenci�n. �sta soport� privaciones terribles, e hizo los sacrificios m�s grandiosos. �Y qui�n se sorprendi� por el hecho de que Rusia, el campo de batalla que era Rusia entonces, una fortaleza sitiada, tuviera que vivir como en estado de sitio? Cuando los luchadores revolucionarios estaban pasando hambre y miseria, �pod�an acaso ceder el m�s m�nimo poder o privilegio alguno a la clase que con ayuda de la Entente estaba ahogando al pa�s en un ba�o de sangre?
Las necesidades de la guerra y las necesidades de la lucha se transformaron, en la cabeza de las masas, en la religi�n del comunismo. Y cada una de nuestras medidas, incluso aunque persiguieran fines muy limitados y transitorios, era integrada e incorporada a un sistema comunista generalizado. Un filisteo de poca monta, el menchevique Abramovich,[64] pregunt� d�nde y c�mo el Partido Comunista describ�a sus medidas como temporarias. �Por qu� hablaba �ste de comunismo? Este hombre tan valiente no s�lo no hab�a participado nunca en una revoluci�n, sino que incluso no hab�a le�do con simpat�a alguna la historia de las grandes guerras de liberaci�n. De otra manera, hubiera comprendido que la revoluci�n no s�lo da lugar a juicios serenos, sino tambi�n a ilusiones, que no son "errores", sino que dan impulso a la ofensiva, la fortalecen, y la conducen hacia los fines que hist�ricamente tiene planteados ante s�. Ser�a rid�culo negar que cometimos muchos errores en la lucha, o que alguna vez llevamos adelante una pol�tica equivocada, pero ser�a igualmente rid�culo negar que la ideolog�a, que hab�a tomado su propia din�mica, muy a menudo transformaba medidas de orden provisional, transitorias, en un sistema que a su vez influenciaba a las medidas, prolong�ndolas m�s de lo necesario. Tomada de conjunto, como �poca hist�rica, la pol�tica que hemos tenido que rectificar en la actualidad no fue un error. Todav�a m�s, fue gracias a esta pol�tica, llevada adelante resueltamente, que pudimos hacer retroceder a los enemigos del pa�s, derrocarlo desde adentro, siendo as� capaces de crear las condiciones para la pol�tica actual. El general Nogi perdi� su objetivo a causa de su estimaci�n err�nea de las relaciones de fuerza, a causa de su ataque frontal contra Port Arthur. La Rusia sovi�tica no se lanz� a ninguna ofensiva por iniciativa propia. La guerra contra la Entente, con todas sus consecuencias, se nos impuso a la fuerza, pero nuestra ofensiva no fue rechazada. Hemos derrotado al enemigo, desbaratado sus planes y evitado nuestra propia derrota: hemos por lo tanto creado las condiciones que nos permiten intentar llegar a un acuerdo con �l, lo cual es necesario para la reconstrucci�n econ�mica del pa�s. 

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[33] Luego de prolongadas negociaciones, la rep�blica sovi�tica firm� un tratado con la Alemania imperial en Brest-Litovsk, Polonia, el 15 de marzo de 1918, por el cual la primera ces� su participaci�n en la primera guerra mundial.

[34] Una escisi�n de izquierda de la socialdemocracia alemana fund� el Partido Socialdem�crata Independiente (USPD) en 1917. Estaba dirigido por Haase, Kautsky y Ledebour. M�s tarde se escindi�, y la mayor�a de sus miembros se incorpor� al Partido Comunista, mientras que la minor�a volvi� al Partido Socialdem�crata en 1922.

[35] Durante la revoluci�n alemana de noviembre de 1918, el USPD jug� un confuso papel, apoyando a los consejos obreros y a la rep�blica democr�tica al mismo tiempo.

[36] Woodrow Wilson (1856-1924) fue el presidente dem�crata de Estados Unidos, de inclinaci�n liberal, que propuso un programa de 14 puntos como base para la terminaci�n de la primera guerra mundial.

[37] Georges Clemenceau (1841-1929) fue primer ministro de Francia durante la primera guerra mundial, siendo uno de los m�s ardientes partidarios de librar la guerra hasta el final; David Lloyd George (1863-1945) fue primer ministro de coalici�n de Gran Breta�a durante la segunda mitad de la guerra, y era partidario de las mismas pol�ticas.

[38] Raymond Robins (1873- ) fue miembro del servicio de inteligencia norteamericano y de la misi�n de la Cruz Roja en Rusia.

[39] Este documento figura en el discurso de Radek sobre las consecuencias econ�micas de la Paz de Brest publicado en las Minutas del Primer Congreso de los Consejos de la Econom�a Nacional.[nota del autor]

[40] Mieczyslaw G Bronsky (Varshavsky, 1882-1941) fue Comisario de Comercio e Industria en el primer gobierno sovi�tico.

[41] Robert Hamilton Bruce Lockhart (1887-1970) fue periodista y agente de la inteligencia brit�nica en Rusia.

[42] Otto Bauer (Heinrich Weber, 1881-1938) fue uno de los grandes te�ricos de la socialdemocracia austriaca.

[43] El primer gobierno sovi�tico fue una coalici�n de los bolcheviques y los eseristas de izquierda, que hab�an roto con su partido y contaban con siete integrantes en el Consejo de Comisarios del Pueblo. Pero luego de la firma del tratado de Brest-Litovsk �stos pasaron a la oposici�n, y comenzaron acciones terroristas contra el gobierno.

[44] El almirante Alexander Vasilyevich Kolchak (1873-1920) dirigi� el ataque de los Guardias Blancos contra el estado sovi�tico desde el Lejano Oriente en la guerra civil rusa; el general Anton Ivanovich Denikin (1872-1947), comandante del Frente Sudoccidental durante la primera guerra mundial, hizo lo mismo pero en el sur de Rusia y en Ucrania.

[45] Los bolcheviques disolvieron la Asamblea Constituyente en enero de 1918, en raz�n de que �sta no reconoci� la legalidad del gobierno revolucionario.

[46] Arnold Struthan, "Die Aussere und die innere Lage Sowjetrusslands", Die Kommunistische Internationale, 1919, n� 3, p�gs. 9 a 27.

[47] Cuando el franco fue finalmente estabilizado por Poincar� en 1926, su valor era s�lo un quinto en comparaci�n con su valor antes de la guerra.

[48] Programa del Partido Comunista, aprobado al cierre del Octavo Congreso del Partido Comunista Ruso (18 al 23 de marzo de 1919)

[49] Arnold Struthan, "Die Aussere und die innere Lage Sowjetrusslands", Die Kommunistische Internationale, 1919, n� 3, p�gs. 9 a 27.

[50] El general de los Guardias Blancos, Nikolai Nikolayevich Yudenich (1862-1933) atac� Petrogrado durante la guerra civil, respaldado por Gran Breta�a.

[51] VI Lenin, "Las tareas inmediatas del poder sovi�tico", Obras escogidas, volumen 27, Mosc�, 1964, p�g. 246.

[52] VI Lenin, "Resoluci�n acerca de la actitud hacia los campesinos medios", y "Los campesinos medios", Obras escogidas, volumen 29, Mosc�, 1964, p�gs. 217-220, 246-247.

[53] VI Lenin, "La Nueva Pol�tica Econ�mica y las tareas de las Secretar�as de Educaci�n Pol�tica", Obras escogidas, volumen 33, Mosc�, 1964, p�gs. 62-64.

[54] VI Lenin, "Informe sobre la Nueva Pol�tica Econ�mica", Obras escogidas, volumen 33, Mosc�, 1964, p�gs. 83-101.

[55] El general japon�s, conde Maresuke Nogi (1849-1912), atac� Port Arthur en agosto de 1905 durante la guerra ruso-japonesa.

[56] Alfred, Graf von Schlieffen (1833-1913) complet� el famoso Plan Schlieffen en 1905, el cual propon�a resolver la guerra en dos frentes contra Rusia y Francia con un golpe mortal contra Francia al comienzo de la guerra, seguido de un desplazamiento de todo el ej�rcito alem�n contra Rusia inmediatamente despu�s.

[57] VI Lenin, "Las tareas inmediatas del poder sovi�tico", Obras escogidas, volumen 27, Mosc�, 1964, p�g. 246.

[58] Alrededor de 40.000 soldados checos, la mayor�a de los cuales hab�an sido tomados prisioneros por los rusos durante la primera guerra mundial, quedaron varados a la vera del ferrocarril transiberiano como resultado de la Revoluci�n de Octubre. El gobierno sovi�tico los autoriz� a salir del pa�s v�a Vladivostok, pero luego de que una refriega con los prisioneros de guerra h�ngaros los llevara a tomar el control de Cheliabinsk el 14 de mayo, �ste exigi� que entregaran sus armas. Los checos organizaron entonces una revuelta, que llev� a un r�pido colapso del poder sovi�tico a lo largo del ferrocarril transiberiano desde el Volga hacia el este, y permiti� el establecimiento de un gobierno de los eseristas en Samara, y del r�gimen Blanco en Siberia, dirigido por Kolchak.

[59] Con la excusa de que estaba protegiendo sus dep�sitos de municiones, el ej�rcito brit�nico desembarc� en Arc�ngel en 1918 para apoyar a los Blancos en la guerra civil.

[60] Pavlo Skoropadsky (1873-1945) y Semi�n Petliura (1877-1926) fueron nacionalistas ucranianos que se opusieron al r�gimen sovi�tico, el primero en alianza con los alemanes y el �ltimo en alianza con los polacos.

[61] VI Lenin, "Las tareas inmediatas del poder sovi�tico", Obras escogidas, volumen 27, Mosc�, 1964, p�g. 254.

[62] LD Trotsky, "El trabajo, la disciplina y el orden", 28 de marzo de 1918, C�mo se arm� la revoluci�n, volumen 1, Londres, 1979, p�gs. 28-48.

[63] El grupo de los Comunistas de Izquierda se form� en el Partido Bolchevique en protesta por la firma del Tratado de Brest-Litovsk en marzo de 1918. Adem�s de Bujarin y Radek, entre sus l�deres se encontraban Ossinsky (Valerian Obolensky, 1887-1938), Vladimir Smirnov (1887-1937), Varvara Yakovleva (1884-1944) y A Lomov (George Oppokov, 1888-1937). Su plataforma, las Tesis de los Comunistas de Izquierda, fue publicada en Kommunist el 20 de abril de 1918. Una traducci�n al ingl�s fue publicada por Critique en 1977. Cf. RI Kowalski, El Partido Bolchevique en conflicto, Pittsburgh, 1991.

[64] Raphael Abramovich (Rhein, 1880-1963) fue uno de los principales dirigentes de los mencheviques en el exilio.

 

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