Karl Marx. Biografía

Karl Marx

El paulatino y ya casi evidente fracaso de las supuestas aplicaciones pr�cticas de sus ideas pol�ticas y econ�micas no debe ensombrecer la talla como pensador revolucionario de Karl Marx, cuya obra signific� en las ciencias socioecon�micas un vuelco similar al producido por Freud en la psicolog�a o Einstein en la f�sica. Marx desenmascaró los dogmas de la economía clásica y reveló desde una perspectiva eminentemente científica las injusticias inherentes al sistema capitalista; con él, la doctrina económica dejaba de ser una velada defensa de intereses particulares, y la ética política una especie de una ciencia infusa. Achacar a Marx alguna responsabilidad en el establecimiento de regímenes comunistas es olvidar que falleció en 1883, y que la praxis revolucionaria de la centuria siguiente se basó en derivaciones de sus ideas que él nunca hubiera avalado.


Karl Marx

Karl Marx naci� en la Renania prusiana (actual Alemania), en la ciudad de Trier (antes Tr�ves, en espa�ol Tr�veris) el 5 de mayo de 1818. Fue uno de los siete hijos del abogado jud�o Heinrich Marx y de su esposa holandesa Henrietta Pressburg. El padre era un hombre inclinado a la Ilustraci�n y a las ideas moderadamente liberales, devoto de Kant y de Voltaire. El pequeño Karl tuvo una infancia habitual en la burgues�a culta de su tiempo, y asisti� a la escuela y curs� el bachillerato en su ciudad natal.

En octubre de 1835, con diecisiete a�os, se inscribi� en los cursos de humanidades de la Universidad de Bonn. Pas� all� s�lo un a�o, en el que estudi� griego e historia y llev� una agitada vida estudiantil, incluyendo un duelo y un d�a de calabozo por alcoholismo y des�rdenes (fue la �nica vez que el fundador del comunismo cient�fico estuvo en prisi�n). El ambiente universitario de Bonn era rebelde y politizado, por lo que Karl se hizo miembro de un c�rculo en el que se discut�a de pol�tica y poes�a, y lleg� a presidir el Club de las Tabernas, que ten�a otros fines.

Pese a tantas actividades, de pronto resolvi� pasarse a la Universidad de Berl�n, en la que ingres� al a�o siguiente, tambi�n en el mes de octubre. En Berl�n se inscribió para estudiar leyes y filosof�a, sin abandonar su inclinaci�n por la historia. Encontr� muchos amigos y una novia, Jenny von Westphalen, joven inteligente y atractiva de veintid�s a�os (cuatro m�s que Karl Marx), perteneciente a una familia de funcionarios de reciente nobleza, que jam�s tragar�an al �noviecito� jud�o e intelectual de Jenny.

Un joven hegeliano

Georg W. F. Hegel acababa de morir y el ambiente universitario berlin�s era fervorosamente hegeliano, aunque cada grupo o cen�culo estudiantil interpretaba las ideas del creador de la dial�ctica a su manera. El joven Marx se vio inmerso en esas discusiones, que lo llevaron a una profunda depresi�n y al primer descalabro de su fr�gil salud. En prenda a su rigor intelectual, acept� incorporarse a �una concepci�n que odiaba� (seg�n carta a su padre de noviembre de 1837) y se uni� al grupo de seguidores del joven profesor Bruno Bauer, que sosten�a las ideas m�s progresistas y democr�ticas de la obra de Hegel y el cuestionamiento del pensamiento matem�tico y formal.


Casa natal de Marx

Bauer fue expulsado de la universidad por �radical� en 1839, pero los j�venes hegelianos ya eran republicanos de izquierdas que utilizaban la filosof�a y la dial�ctica como instrumento cr�tico de la r�gida sociedad prusiana en la que viv�an. No obstante, Marx y sus compa�eros eran todav�a idealistas y bastante rom�nticos, al confiar en que la sociedad cambiar�a gracias al desarrollo de la cultura y la educaci�n. Esta posici�n no era compartida por el periodista Adolph Rutemberg, el m�s �ntimo amigo de Karl en esa �poca, que lo impulsaba a conocer la l�brega realidad de los obreros y los menesterosos.

A instancias de sus amigos y de Jenny, en abril de 1841 present� una brillante tesis doctoral que contrastaba la filosof�a de Dem�crito y la de Epicuro (incluyendo la despu�s famosa frase �La cr�tica es tambi�n teor�a�), con la que se doctor� en filosof�a cuando a�n no hab�a cumplido veintitr�s a�os. No ir�an mucho m�s all� sus logros acad�micos. A principios del a�o siguiente se incorpor� a una publicaci�n fundada por las fuerzas m�s progresistas de Colonia, entonces capital industrial de Prusia.

Como redactor de la Rheinische Zeitung (Gaceta de Renania), Marx tom� contacto con las realidades sociales y la naturaleza crudamente clasista de la legislaci�n prusiana. Nombrado otra vez director de la revista en octubre de 1842, sus cr�nicas parlamentarias desde la Dieta renana denunciaban al Estado como guardi�n y valedor de los intereses de los empresarios y expresaban su interpretaci�n radical del pensamiento hegeliano, en tanto que el Estado no cumpl�a su funci�n esencial como realizaci�n �tica de la especificidad humana.

Su labor como periodista pol�tico lo llev� a tomar conocimiento de los movimientos obreros en Francia e Inglaterra, especialmente por las cr�nicas de Heine desde Par�s y Lyon, y de las ideas del socialismo ut�pico mantenidas por Charles Fourier, Robert Owen, Henri de Saint-Simon y Wilhelm Weitling. Desde hac�a un tiempo estaba fuertemente influido por el pensamiento de Ludwig Feuerbach, disc�pulo de Hegel que elabor� lo que suele resumirse como un �humanismo ateo�. Marx comenz� a intentar casar ese materialismo con la dial�ctica hegeliana sin llegar a plantearse todav�a nada que pudiera llamarse lucha de clases. Justificaba en sus art�culos las reivindicaciones proletarias europeas como rebeli�n de �la clase que hasta ahora no ha pose�do nada�, un fen�meno natural y circunstancial motivado por la insensibilidad del estamento dominante, que no cumpl�a adecuadamente su papel rector. Incluso criticaba abiertamente las ideas del socialismo ut�pico por su parcialidad clasista, que dejaba de lado las �comprensiones objetivas� de la realidad. En �ltima instancia sigui� defendiendo el estado integral humanista de Hegel, frente al �estado de artesanos� que, en su opini�n, propiciaban los protocomunistas.


Marx y Engels

La censura prusiana presion� seriamente contra los editores de la Rheinische Zeitung y Marx se vio obligado a dimitir. No deseaba regresar a la carrera acad�mica a causa del r�gido control ideol�gico implantado por el gobierno en la universidad. Tras siete a�os de noviazgo, se cas� con Jenny en junio de 1843 y ambos se sumaron a la emigraci�n pol�tica alemana que se dirigi� a Par�s. All� conocer�a a destacados representantes de la crema de la juventud revolucionaria europea, como Heinrich Heine, Pierre Joseph Proudhon y, sobre todo, Friedrich Engels.

El Manifiesto comunista

Marx sigui� trabajando sobre la base del humanismo abstracto de Feuerbach, que criticaba la religi�n y la filosof�a especulativa. Por su parte, Engels lo convenci� de la importancia de profundizar los estudios econ�micos. Junto al hegeliano Arnold Ruge edit� en 1844 el Deutsch-Franz�sische Jahrb�cher (Anuario Francoalemán), que inclu�a dos extensos art�culos de Marx: �La cuesti�n jud�a� y �La filosof�a hegeliana del derecho�, en el que escrib�a el c�lebre aserto �La religi�n es el opio de los pueblos� (met�fora de gran actualidad entonces, pues Inglaterra acababa de invadir China en la llamada �guerra del opio�). Tambi�n trabaj� en esa �poca en unos Manuscritos econ�micofilos�ficos, que dej� en borrador y no public� durante su vida. En ellos se refleja especialmente el momento de transici�n que atravesaba su pensamiento, y el proceso de elaboraci�n de lo que �l mismo llamar�a la �mezcla� entre el an�lisis cr�tico de las ideas y el estudio e interpretaci�n de los datos reales.

La presi�n de Prusia sobre el gobierno de François Guizot hizo que Karl Marx abandonara Par�s. El 5 de febrero de 1845 se instal� en Bruselas, donde transcurrir�an dos a�os de fecundo trabajo en colaboraci�n con Engels. Fue en ese per�odo cuando efectuaron la primera formulaci�n del materialismo dial�ctico y escribieron La sagrada familia, La ideolog�a alemana y Miseria de la filosof�a, este �ltimo cuestionando el libro de Proudhon Filosof�a de la miseria.

En 1847 Marx lleg� a Londres y tom� contacto con una sociedad secreta en formaci�n, la Liga de los Justos, integrada principalmente por artesanos alemanes emigrados, que le pidieron que escribiera sus estatutos. Engels los relacion� con los obreros izquierdistas ingleses, y ambos trabajaron desde diciembre hasta enero de 1848 en la carta fundacional de la Liga, que se public� como Manifiesto comunista. La declaraci�n comienza con una frase que se hizo famosa: �La historia de toda sociedad que haya existido hasta hoy, es la historia de una lucha de clases�. Y entre sus consideraciones afirma que las fuerzas productivas est�n en tensi�n constante con �las relaciones de producci�n, con las relaciones de propiedad, que son las condiciones de vida de la burgues�a y de su dominio�.

Seg�n escribir�a m�s tarde Engels, fue en este per�odo cuando se produjo el punto de inflexi�n conceptual que rebas� a Feuerbach, pasando �del culto del hombre abstracto a la ciencia del hombre real y su evoluci�n hist�rica�. Apareci� entonces tambi�n la idea de la �sobreestructura�, compuesta por las instituciones y formaciones ideol�gicas, frente a la Verhaltnisse (palabra alemana que significa tanto condiciones como relaciones) de producci�n y apropiaci�n del producto social.

En ese momento estallaron en Europa una serie de revoluciones populares en cadena que afectaron a Francia, Italia y Austria, con repercusiones sociales en Alemania e Inglaterra. Marx fue invitado a Par�s por el gobierno provisional y se opuso con vehemencia a la expedici�n �liberadora� sobre Alemania que propon�a el poeta Georg Herwegh. Esto le granje� una gran impopularidad entre los revolucionarios, pese a que �l y Engels pasaron en abril de 1848 a Alemania para colaborar con las fuerzas democr�ticas. La propuesta de Marx era una alianza de los trabajadores con la burgues�a progresista, que lo llevar�a a enfrentamientos frontales con los l�deres obreros.

Marx resucit� en Colonia la Neue Rheinische Zeitung, que tuvo corta vida debido al contraataque represivo del gobierno prusiano. En su �ltimo n�mero, espectacularmente impreso en tinta roja, la revista convocaba tard�amente a la resistencia armada. En 1849, ante el fracaso de la revoluci�n, Marx volvi� a Par�s, de donde fue nuevamente expulsado; pas� entonces a Londres, ciudad en la que vivir�a el resto de sus d�as. El desencanto circunstancial respecto al activismo pol�tico y su rechazo al radicalismo ut�pico de algunos compa�eros lo llevaron a disolver en 1850 la Liga de los Comunistas.

El cerebro de la Internacional

La primera �poca en Londres fue bastante dura para Karl Marx, sumido en la pobreza, aquejado por su mala salud y acechado por los acreedores. La familia sobrevivi� seis largos a�os en dos m�seros cuartos del Soho, gracias a las ayudas que enviaba Engels desde la factor�a de su padre en Manchester, donde trabajaba como contable. Tambi�n colaboraron a su sustento Wilhelm Wolff, amigo de Karl, y espor�dicos env�os de los parientes de Jenny. Dos de los cuatro ni�os de los Marx murieron en esos a�os de privaciones y sufrimientos.


Karl Marx

A fines de 1851 el New York Tribune lo design� corresponsal, lo que alivi� en parte su situaci�n econ�mica y mucho su dignidad. En once a�os de colaboraci�n, Marx escribi� para ese diario m�s de quinientos art�culos y editoriales, un tercio de ellos con Engels. En esa etapa de su labor intelectual comenz� a preparar datos y materiales para el primer volumen de El capital (Das Kapital). Trabajos como la Contribuci�n a la cr�tica de la econom�a pol�tica, Teor�as sobre la plusval�a o un nuevo Esbozo para una cr�tica de la econom�a pol�tica suelen ser considerados como escritos preparatorios de su monumental obra te�rica. Mientras tanto, no dej� de mantener nuevos enfrentamientos con los que llamaba �aventureros� y �alquimistas� de la revoluci�n.

No obstante, cuando en 1864 se fund� en Londres la Asociaci�n Internacional de Trabajadores (conocida popularmente como la Internacional), sus dirigentes llamaron a Karl Marx a participar y a colaborar en la redacci�n de sus primeros documentos. Aunque Marx es considerado el creador del comunismo moderno, y la Internacional su primera formaci�n concreta para los trabajadores de todo el mundo, lo cierto es que Marx no fue fundador ni l�der de esta organización, sino s�lo el gu�a intelectual de un sector de la misma.

Como miembro del consejo general, trabaj� activamente en la redacci�n de la memoria inicial y los estatutos de la asociaci�n, al tiempo que completaba la elaboraci�n del primer volumen de El capital, que se edit� en Londres en 1867. Fue el �nico volumen publicado en vida de su autor (los vol�menes II y III los dio a conocer Engels, respectivamente, en 1885 y 1894); el conjunto de esta obra tendría una influencia decisiva a lo largo del siguiente siglo. S�lo bastante m�s tarde se comenz� a dar importancia al estudio y conocimiento de los trabajos anteriores y juveniles de Karl Marx. El n�cleo ideol�gico de El capital parte de la negaci�n de la especulaci�n filos�fica como fundamento de la acci�n pol�tica revolucionaria, que debe basarse en el conocimiento positivo de la realidad hist�rica social y econ�mica. En este �ltimo aspecto, introduce el concepto de la �plusval�a� como valor del trabajo humano del que se apropia el due�o de los medios de producci�n.

La Internacional naci� en un momento propicio, como propuesta de uni�n y organizaci�n concreta del movimiento obrero, en tanto expresi�n de la clase trabajadora m�s all� de las fronteras nacionales. En 1869 alcanzaba ya la cifra de 800.000 asociados, con un consejo general integrado por representantes de las �secciones� de los distintos pa�ses. En 1870 Engels consigui� trasladarse a Londres. Curiosamente, fueron los italianos quienes le pidieron que se incorporase al consejo como delegado de su secci�n. La entrada de su estrecho colaborador alivi� a Marx de la intensa tarea como �cerebro� de la asociaci�n y le permiti� dedicar m�s tiempo a sus estudios en el Museo Brit�nico y a sus escritos te�ricos.


Marx en 1882

Pese a ser quien era, Karl Marx no era un nombre muy conocido en el resto de Europa: en parte porque escrib�a en alem�n (pero sus obras no se publicaban todav�a en Alemania) y en parte porque sus elaboraciones conceptuales y su estilo no estaban precisamente al alcance de las masas. Fue el levantamiento popular de Par�s en 1871, conocido como la Comuna, el que adopt� El capital como fundamento te�rico, proclam� la primera experiencia hist�rica de �dictadura del proletariado� y difundi� el nombre de Karl Marx por todo el mundo. La mayor parte de los revolucionarios y l�deres obreros adoptaron sus ideas (aunque no todos las bebieran en su fuente original) y se inici� la veneraci�n de su persona y su obra como quintaesencia del pensamiento revolucionario.

Mientras tanto, el Marx de carne y hueso estaba enredado en una furiosa disputa de facciones en el seno del consejo general de la Internacional. Su adversario era Mija�l Bakunin, y el tema de enfrentamiento era el camino a seguir en la lucha revolucionaria. El l�der anarquista ruso, que hab�a levantado la Comuna de Lyon en 1870, propiciaba la destrucci�n de los estados nacionales y disent�a del papel que otorgaba su rival al partido y a los obreros industriales como vanguardia revolucionaria. El enfrentamiento se alimentaba tambi�n de las fuertes y tozudas individualidades de ambos adversarios y de su inocultable encono personal. Marx, que no estaba libre de prejuicios, lleg� a afirmar: �No me f�o de los rusos�. Hay quien, no sin iron�a, vio en esa frase una cierta intuici�n prof�tica.

En el congreso celebrado en 1872 en La Haya, los partidarios de Marx consiguieron la expulsi�n de Bakunin y sus seguidores de la Asociaci�n Internacional de Trabajadores. En el mismo encuentro, Engels anunci� que la sede del consejo se trasladar�a de Londres a Nueva York, noticia que fue recibida con justificada preocupaci�n por los asistentes. En efecto, la que pasar�a a la historia como la I Internacional languideci� en su sede americana hasta desaparecer. Luego vendr�an la II, III y IV Internacional, de diverso signo ideol�gico y sin vinculaci�n con la persona de Marx. �ste decidi� retirarse del activismo pol�tico en 1873, para dedicarse al estudio y el trabajo te�rico.

Varios autores consideran que la capacidad intelectual de Karl Marx se debilit� notablemente en la �ltima d�cada de su vida. Lo cierto es que era un hombre enfermo, casi sexagenario y profundamente desenga�ado por la incomprensi�n o la trivializaci�n de su pensamiento por muchos de los que deber�an desarrollarlo y llevarlo a la pr�ctica. En sus obras de madurez recuper� buena parte del estilo y la terminolog�a del lenguaje filos�fico de Hegel, seg�n el propio Marx, por �coqueteo intelectual� con la obra de su antiguo maestro y como respuesta a la �vulgarizaci�n� que mostraba la cultura de izquierdas desde hac�a varios a�os. Por otra parte, busc� tambi�n expresar su reconocimiento al fundador de la dial�ctica, pese a no haber compartido sus �mixtificaciones idealistas�.

Pese a ese semirretiro y a la declinaci�n de sus energ�as creativas, Marx recibi� en esta etapa final visitas y correspondencia de l�deres obreros y pol�ticos. Nunca descuid� y siempre mantuvo un magnetismo personal sobre los c�rculos revolucionarios (incluso los que no compart�an sus puntos de vista), que no pod�an sustraerse a lo que Engels denominaba su �peculiar influencia�. Hacia 1877, con la salud muy quebrantada, se refugi� definitivamente en la vida hogare�a. Y fue precisamente en el c�rculo familiar donde se produjeron dos desgracias consecutivas que probablemente precipitaron su muerte. El 2 de diciembre de 1881 falleci� su esposa, y apenas un a�o despu�s, el 11 de enero de 1883, su hija mayor, Jenny Longuet. Solo, abatido, con la mente debilitada y los pulmones seriamente afectados, Karl Marx muri� o se dej� morir el 14 de marzo de 1883. Su tumba en un cementerio londinense es hasta hoy meta de peregrinaci�n de marxistas y no marxistas que veneran la importancia de su obra y la profunda apertura intelectual de su pensamiento.

C�mo citar este art�culo:
Fernández, Tomás y Tamaro, Elena. «». En Biografías y Vidas. La enciclopedia biográfica en línea [Internet]. Barcelona, España, 2004. Disponible en [fecha de acceso: ].