Luxemburgo y la
guarnición del
Elector del
Palatinado-
Neoburgo tras la
Paz de Risjswijk
(1697-1700)
Luxembourg and the garrison of the Elector of the Palatinate-
Neuburg after the Peace of Risjswijk (1697-1700)
Alberto Bravo Martín
Universidad Autónoma de Madrid
alberto.bravom@estudiante.uam.es
Recibido: 03/03/2023 Aceptado: 05/06/2023
RESUMEN ABSTRACT
Durante las negociaciones que llevaron a Paz de During the negotiations that led to the Peace of
Rijswijk (1697) el elector Juan Guillermo del Rijswijk (1697), Johann Wilhelm, Elector of the
Palatinado-Neoburgo trató por todos los medios Palatinate-Neuburg, tried to ensure that the Duchy
de que el ducado de Luxemburgo, perdido en 1684, of Luxembourg, lost in 1684, reverted to the
revirtiese a la Monarquía de España por ser un Spanish Monarchy as it was a key territory for
territorio clave para la defensa de sus estados defense of their own estates. To do so, he offered
patrimoniales. Para ello ofreció al plenipotenciario the Spanish plenipotentiary, Francisco Bernardo de
español, Francisco Bernardo de Quirós, Quiros, to garrison the fortress with his own
guarnicionar la plaza con sus propias tropas y troops and lobbied at the Madrid court through his
presionó en la corte de Madrid a través de su sister, Queen Maria Anna of Neuburg, and her
hermana, la reina Mariana de Neoburgo, y su confidant, Baroness of Berlepsch, to obtain the
confidente, la baronesa de Berlepsch, para obtener government of the duchy for one of his creatures.
el gobierno del ducado para una de sus hechuras.
PALABRAS CLAVE: Luxemburgo, Paz de Rijswijk, KEYWORDS: Luxembourg, Peace of Rijswijk,
Palatinado-Neoburgo, Francisco Bernardo de Palatinate-Neuburg, Francisco Bernardo de
Quirós, Países Bajos Españoles. Quiros, Spanish Netherlands.
Alberto Bravo Martín
INTRODUCCIÓN
El 3 de octubre de 1697 Francisco Bernardo de Quirós, embajador ordinario en La
Haya, primer embajador extraordinario y plenipotenciario español en el Congreso de
Rijswijk1, escribía a Carlos II que tras saberse que la Junta de Bruselas durante las
negociaciones de la paz había propuesto la equivalencia o permuta del ducado de
Luxemburgo, los electores del Rin, es decir, el elector Juan Guillermo del Palatinado-
Neoburgo (1690-1716) y el elector de Tréveris, Johann Hugo von Orsbeck (1677-
1711), le habían insinuado que para que el rey de España no abandonase esta plaza
estarían dispuestos a asistir con «algunas tropas para su guarnición y defensa, y que aún
para las de las demás que se restituyan a V.M.»2. Además, estando ya estas tropas en
Flandes podrían suministrarlas con mayor conveniencia que las de cualquier otro
príncipe «haviendo quedado Luxemburg por el tratado de paz [Rijswijk] a la
dominazión de V.M.»3.
Quirós señalaba al rey que el embajador palatino le había participado con orden
expresa del elector que estaría dispuesto a servir a Carlos II con dos batallones para
Luxemburgo, es decir, dos mil hombres; mientras que el de Tréveris aparentemente lo
haría con otros mil hombres. Por otra parte, el embajador español hacía saber que a
«moderado precio» se podrían hallar otras tropas de total satisfacción pero que como
tenía entendido que el elector de Baviera, a la sazón gobernador de los Países Bajos, y
Henri de Lorena, príncipe de Vaudémont y gobernador de las armas del ejército de
Flandes, iban a pasar a Loo para arreglar todos estos puntos con el rey Guillermo III
de Inglaterra no había querido entrar en otros recursos y proposiciones.
En vista de la misiva de Quirós, el Consejo de Estado –formado por el III marqués
de los Balbases, el marqués de Mancera, el conde de Frigiliana y el marqués de
Villafranca– en consulta del 27 de octubre pasó a votar. Balbases declaró que,
quedando las tropas de los electores a su costa, salvo el pan, se podían admitir y por lo
que tocaba a recibirlo a sueldo, debido a la escasez de medios podría elegir el rey las
que fueran más de su servicio. Mancera afeaba a Quirós que no hubiera dado noticia
de esta proposición al rey o al elector de Baviera antes de la firma de la paz, que tuvo
lugar el 20 de septiembre como se verá, ya que se habría podido sacar más provecho.
Frigiliana decía cuan necesario era estar armado para un posible rompimiento de guerra
y que estas tropas, si eran sin coste excepto el pan, serían de gran utilidad. Finalmente,
el marqués de Villafranca votaba que, puesto que el elector de Baviera tenía que ir a
negociar con Guillermo III, era conveniente esperar si llegaban noticias suyas de
Flandes sobre el asunto, y en caso de que no fuera así sería necesario prevenirle. Carlos
II, al margen de la consulta, se mostró favorable al parecer de Villafranca y determinó
que, si en el próximo extraordinario de Flandes no llegaban noticias del gobernador,
se le escribiera para ponerlo en su conocimiento4.
1 Copia de la plenipotencia dada a Francisco Bernardo de Quirós para asistir al Congreso que se señalare
para el ajuste de la Paz General, Madrid, 29 de octubre de 1696: Archivo Histórico Nacional [en notas
sucesivas AHN], Estado, leg. 2787, expediente 50.
2 Carta de Francisco Bernardo de Quirós a Carlos II, La Haya, 3 de octubre de 1697: Archivo General
de Simancas [en notas sucesivas AGS], Estado, leg. 3906.
3 Ibidem.
4 Consulta del Consejo de Estado, Madrid, 27 de octubre de 1697: AGS, Estado, leg. 3906.
Página | 2
Luxemburgo y la guarnición del Elector del Palatinado
Neoburgo tras la Paz de Risjswijk (1697-1700)
1. LA RESTITUCIÓN DE UNA PLAZA ESTRATÉGICA
Tras la firma de la Paz de Nimega el 17 de septiembre de 1678, Luis XIV inició lo
que John A. Lynn ha dado en llamar «guerra larvada» (Lynn, 2014: 218) a través de su
política de reuniones. Mediante el establecimiento de las denominadas Chambres des
Réunions en Metz, Brisach y Besançon el monarca francés reivindicó su derecho a la
soberanía de ciertos territorios circundantes a sus nuevas adquisiciones alegando
dependencias históricas que, a causa de las cláusulas, ciertamente vagas, de los tratados
de Westfalia (1648), Aquisgrán (1668) y el ya citado de Nimega, no habían quedado
definidas con claridad. Así, en julio de 1681 la cámara establecida en Metz determinó
que la soberanía del condado de Chiny, en el ducado de Luxemburgo, había dependido
históricamente de esta ciudad, excusa que llevó a Luis XIV a mover sus ejércitos en la
zona e ir poco a poco y, ante la pasividad de la corte de Madrid, apoderándose del
territorio, quedando la plaza de Luxemburgo bloqueada desde 1682. Estas agresiones
hicieron que la situación para la monarquía de España acabase siendo insostenible e
irremediablemente llevó a la declaración de guerra a Francia el 6 de diciembre de 16835
Luis XIV dio entonces orden de sitiar Luxemburgo. Tras un primer intento de
cerrar la plaza recurriendo a un brutal bombardeo entre el 20 y el 27 de diciembre de
1683, el sitio final por parte del mariscal de Créqui y del señor de Vauban, durante la
cual la guarnición de 2.500 hombres resistió heroicamente, se extendió entre el 24 de
abril y el 3 de junio de 1684. Finalmente, el gobernador de la plaza, el príncipe de
Chimay6, la rindió con honores el 6 de junio (Lynn, 2014: 227 y Maffi, 2020: 52 y 53).
Por el artículo segundo de la tregua de Ratisbona, firmada el 15 de agosto de ese mismo
año, Carlos II entregaba durante un período de 20 años a Luis XIV:
La Villa de Luzemburg y su Prevostía, o catorze, o quince Lugares, o Villages
dependientes de ella, como assimismo Beaumont, tres, o quatro Lugares, que son aun de
su dependencia, más Bovignes sin dependencias, Chimay con doze, o quinze Lugares
dependientes7.
La tregua de Ratisbona y la pérdida de Luxemburgo supusieron un mazazo para la
monarquía que trajo importantes consecuencias políticas al provocar la caída del
primer ministro de Carlos II, el VIII duque de Medinaceli, a los pocos meses. El
ducado era considerado un territorio clave para controlar la cuenca entre el Mosa y el
Rin, situando al rey de España como un actor clave entre Francia y el Imperio, por lo
que esta pérdida minó, según Christopher D. Storrs, el «status alemán» del monarca
español (Storss, 2000: 112), aunque lo cierto es que Carlos II siguió siendo la cabeza
del círculo imperial de Borgoña y como tal se unió a la Liga de Augsburgo formada en
5 Declaración de guerra a Francia, 6 de diciembre de 1683: AHN, Consejos, leg. 7.269, expediente 29.
6 Se trataba de Ernest Alexandre Dominique de Croy (1643-1686), príncipe de Chimay, caballero del
Toisón de Oro y representante de una de las más destacadas casas aristocráticas brabanzonas. Su heroica
actuación en Luxemburgo fue premiada con el cargo de virrey de Navarra, muriendo en Pamplona en
1686 mientras lo ejercía.
7 Copia del tratado de tregua de firmado con Francia el 15 de agosto de 1684 en Ratisbona: AGS,
Secretarías Provinciales, leg. 2033, expediente 66.
Página | 3
Alberto Bravo Martín
1686 por el emperador y otros príncipes del Imperio para frenar el expansionismo de
Luis XIV8.
Imagen 1. Fortificaciones de Luxemburgo (h.1684), AGS, Mapas, Planos y Dibujos, 11, 84.
Varios años después, Luxemburgo se convirtió en una de las piezas claves en la
negociación para la paz que debía poner fin a la Guerra de los Nueve Años (1688-
1697) en el congreso que se abrió en la ciudad de Rijswijk en mayo de 1697. El punto
de partida inicial era la vuelta al statu quo de Westfalia (1648) y Nimega (1678) por lo
que Francisco Bernardo de Quirós, plenipotenciario de Carlos II para la paz junto al
conde de Tirimont9, consideraba que el rey de Francia tendría que devolver
Luxemburgo10. No obstante, pronto surgió un partido favorable a la permuta del
ducado para así facilitar la paz. Este estuvo encabezado por el elector Maximiliano II
8 Ratificación hecha por Carlos II de la alianza defensiva ajustada en Augsburgo el 8 de julio de 186:
AHN, Estado, leg. 2802, expediente 39. De hecho, Carlos II mandó ante la dieta de Núremberg al
consejero Luis Neuveforge. Copia del poder dado al consejero Luis Neuveforge para que asista a la
Dieta que se ha de celebrar en Nuremberg, Madrid, 6 de marzo de 1686. AHN, Estado, leg. 2802,
expediente 37.
9 Louis Alexandre Scockart (†1708), I conde de Tirimont, formó parte de los consejos de Estado y
Privado en los Países Bajos, y fue tesorero general de los Países Bajos desde 1699 en sustitución del
conde de Bergeyck (Herrero Sánchez, 2019: 144).
10 Cfr. Carta de Francisco Bernardo de Quirós a Dijckfeldt, sin fecha (Documentos inéditos, I, 2004:
601).
Página | 4
Luxemburgo y la guarnición del Elector del Palatinado
Neoburgo tras la Paz de Risjswijk (1697-1700)
Manuel de Baviera, gobernador de los Países Bajos desde 169111, y por el rey-estatúder
Guillermo III de Orange. Las plazas por las que se quería permutar Luxemburgo eran
Furnes, Ypres, Menin, Tournai, Condé, Valenciennes y Maubarge, con las que los
neerlandeses querían crear una barrera que frenase a Luis XIV (Serrano de Haro, 1995:
130-131).
Varios meses después el emperador Leopoldo I escribió a su enviado extraordinario
en Madrid, Alois von Harrach, para que insistiese en que el rey de España no aceptase
la cesión de Luxemburgo por ser la «clave de los Países Bajos»12. Incluso el conde de
Auersperg, enviado imperial al congreso de paz sondeó a Quirós para averiguar si tenía
órdenes de negociar el abandono de Luxemburgo, lo que el plenipotenciario español
siempre negó13, así como al conde de Portland, representante de Guillermo III,
haciéndole ver la importancia estratégica de la plaza, aunque este le respondió que sería
Luis XIV quien señalaría dicha compensación y correspondería al rey de España
aceptarla o no, insistiendo en solicitar las plazas antes señaladas14. Varios días después
era Francisco Bernardo de Quirós quien escribía a Carlos II recomendándole que, de
ningún modo, accediese a tratar con el elector de Baviera la compensación que se
podría pedir por Luxemburgo15. Pero pronto surgió otra preocupación para la
diplomacia de Madrid a causa del sitio de Barcelona y la posterior capitulación de la
ciudad el 8 de agosto de 1697 ya que se creía que Luis XIV pediría el canje de la capital
catalana por Luxemburgo, tal y como expresaba el obispo de Solsona, a la sazón
embajador español en Viena, al propio Carlos II16.
Junto a la resistencia imperial y la tenacidad de Bernardo de Quirós en no ceder
ante las presiones para permutar Luxemburgo, apareció otra figura interesada en que
el rey de España retuviera la plaza. Se trataba del elector Juan Guillermo del Palatinado-
Neoburgo (1690-1716), hermano de la reina de España. Este escribió a Marie Gertrude
Wolff von Gudenberg (1654-1723), baronesa viuda de Berlepsch, insistiéndole para
que siguiera combatiendo en la corte de Madrid la idea de ceder a Francia
Luxemburgo17. Berlepsch, conocida en los ambientes madrileños como La Perdiz, era
la dueña de honor y confidente de Mariana de Neoburgo, y cabeza de la odiada e
influyente camarilla alemana de la reina (Quirós Rosado, 2023). Para el elector palatino
la retención de Luxemburgo era de capital importancia ya que el ducado confinaba con
sus estados de Jülich lo que le permitiría establecer una barrera ante una probable
agresión de Luis XIV. Varios días después, el 22 de agosto, el conde de Auersperg
hacía saber al conde Ferdinand Bonaventura von Harrach, embajador imperial en
Madrid, que el elector de Baviera había hecho llamar a Amberes a Francisco Bernardo
de Quirós para que aceptase en nombre del rey de España la paz sobre la base de
Nimega, así como la permuta de Luxemburgo por las plazas flamencas propuestas por
11 Para conocer los años de gobierno de Maximiliano II Manuel de Baviera en los Países (1692-1701)
sigue siendo imprescindible la clásica obra de Frans van Kalken.
12 Cfr. Carta de Leopoldo I a Alois von Harrach, Viena, 3 de junio de 1697 (Documentos inéditos, I,
2004: 630).
13 Cfr. Carta del conde Auersperg a Alois von Harrach, La Haya, 27 de junio de 1697 (Documentos
inéditos, I, 2004: 637).
14 Cfr. Carta del conde Auersperg a Leopoldo I, Bruselas, 2 de agosto de 1697 (Documentos inéditos,
I, 2004: 647).
15 Cfr. Carta de Francisco Bernardo de Quirós a Carlos II, La Haya, 8 de agosto de 1697 (Documentos
inéditos, I, 2004: 651).
16 Cfr. Carta del obispo de Solsona a Carlos II, Viena, 10 de agosto de 1697 (Documentos inéditos, I,
2004: 658).
17 Cfr. Carta del elector Juan Guillermo del Palatinado-Neoburgo a la baronesa de Berlepsch,
Düsseldorf, 17 de agosto de 1697 (Documentos inéditos, I, 2004: 661).
Página | 5
Alberto Bravo Martín
Guillermo de Orange, a lo que el plenipotenciario español junto a su colega Tirimont
se había negado18. Tal y como señala Antonio Serrano de Haro en su clásico estudio
sobre la Paz de Rijswijk fue, sin duda, la personalidad de Quirós y su capacidad para
resistir ante las denodadas presiones exteriores y así favorecer al interés general de
Carlos II frente a los personales de Baviera y las Provincias Unidas, lo que
determinaron el destino de Luxemburgo y su reversión al cuerpo político de la
Monarquía de España (Serrano de Haro, 1995: 131). Finalmente, Luxemburgo fue
devuelto a Carlos II por el artículo cinco del tratado firmado en Rijswijk el 20 de
septiembre de 1697 entre los representantes de las coronas de España y Francia.
Pero la reversión de Luxemburgo no fue solo un éxito de Quirós, sino también de
las presiones del elector palatino en la corte de Madrid a través de su hermana, la reina
de España, a pesar de la oposición de gran parte de los consejeros de Estado, tal y
como reconocía el príncipe Georg von Hessen-Darmstadt - general al mando de las
tropas imperiales en Cataluña19 - y de su oferta de tropas palatinas para guarnecer la
plaza, algo que también recogía el conde de Auersperg en carta al emperador20.
Christian Geelen, médico de cámara de la reina, se congratulaba con el elector al
considerar que la devolución de Luxemburgo era muy favorable para la Casa del
Palatinado porque alejaba el peligro francés de sus fronteras21.
A pesar de todo, el 9 de noviembre, casi dos meses después de la firma de la paz, el
elector palatino confesaba a la baronesa de Berlepsch que aún no estaba tranquilo
sobre el futuro de Luxemburgo «siendo tantos los que trabajan para abandonarlo y
ningunos los preparativos de Francia para devolverlo»22. El embajador imperial
Harrach escribía unos días después al elector Juan Guillermo felicitándole por su
empeño en que no se abandonase Luxemburgo y adjuntándole tres copias de cartas
que Carlos II había mandado al elector Maximiliano II Manuel de Baviera
preguntándole si había hecho llegar – de lo que tanto los imperiales como palatinos
tenían dudas - las órdenes a los plenipotenciarios Quirós y Tirimont sobre que de
ningún modo se admitiese equivalente por el ducado; así como otras dos en las que se
le ordenaba que informase, a pesar de estar ya firmados los capítulos de la paz, si se
insistía en la permuta, y haciéndole saber que:
He resuelto ordenar y mandar a V.D., como lo hago, disponga se presidie la de
Luxemburgo con las tropas del Elector Palatino que se hallan más cerca, y serán de mucho
servicio; y avisará V.D. del recibo y ejecución de esta orden23.
Por su parte, el elector palatino quiso premiar la firme resolución de Francisco
Bernardo de Quirós en no ceder en la cuestión de Luxemburgo promoviendo en la
18 Cfr. Carta del conde Auersperg a Ferdinand Bonaventura von Harrach, La Haya, 22 de agosto de
1697 (Documentos inéditos, I, 2004: 663).
19 Cfr. Carta de Georg von Hessen-Darmstadt a Alois von Harrach, Alban, 11 de septiembre de 1697
(Documentos inéditos, I, 2004: 671). También la baronesa de Berlepsch afirma esto al elector palatino.
Cfr. Carta de la baronesa de Berlepsch al elector Juan Guillermo del Palatinado-Neoburgo, Madrid, 10
de octubre de 1697 (Documentos inéditos, I, 2004: 679).
20 Cfr. Carta del conde de Auersperg a Leopoldo I, La Haya, 1 de octubre de 1697 (Documentos inéditos,
I, 2004: 676).
21 Cfr. Carta del doctor Christian Geelen al elector Juan Guillermo del Palatinado-Neoburgo, Madrid,
10 de octubre de 1697 (Documentos inéditos, I, 2004: 679).
22 Cfr. Carta del elector Juan Guillermo del Palatinado-Neoburgo a la baronesa de Berlepsch,
Düsseldorf, 9 de noviembre de 1697 (Documentos inéditos, I, 2004: 693).
23 Cfr. Carta del conde Ferdinand Bonaventura von Harrach al elector Juan Guillermo del Palatinado-
Neoburgo, Madrid, 22 de noviembre de 1697 (Documentos inéditos, I, 2004: 698).
Página | 6
Luxemburgo y la guarnición del Elector del Palatinado
Neoburgo tras la Paz de Risjswijk (1697-1700)
corte de Madrid, tanto a través de su hermana como del embajador imperial Harrach,
que se le nombrara consejero de Estado, algo que no consiguió aunque sí se le otorgó
una plaza de consejero de capa y espada en el Consejo y Cámara de Indias el 22 de
junio de 1698, plaza que no pudo ocupar, aunque sí percibir su sueldo, ya que siguió
desempeñando la embajada de La Haya hasta el estallido de la Guerra de Sucesión.
2. LA GUARNICIÓN DE LUXEMBURGO Y EL ENFRENTAMIENTO ENTRE LA CASA
DEL PALATINADO-NEOBURGO Y LA DE BAVIERA
Juan Guillermo del Palatinado-Neoburgo no solo consiguió que Carlos II aceptase
sus tropas para presidiar la plaza de Luxemburgo, sino también que una criatura suya
fuera nombrada gobernador y capitán general del ducado de Luxemburgo y el condado
de Chiny. Se trataba del conde Jean-Frédéric d’Autel (o Elter), al que el soberano
español, gracias a las insistentes recomendaciones de la reina, despachó letras patentes
el 15 de noviembre de 169724. Este luxemburgués nacido en 1645 y perteneciente a la
antigua caballería de Luxemburgo y el Sacro Imperio, inició su carrera en la milicia en
1661 sirviendo en el regimiento del conde de Criechingen. Posteriormente, pasó al
Imperio en nombre de Carlos II sirviendo como capitán, sargento mayor y coronel de
un regimiento de infantería alto-alemana destacándose en la batalla de Saverne (1677).
Sirvió también como lugarteniente general de las tropas del elector del Palatinado,
general de artillería del emperador Leopoldo I y finalmente Generalfeldmarschall imperial.
El 20 de diciembre de 1685 el rey le elevó de barón a conde por sus servicios durante
veinticuatro años en las distintas guerras, pero también por su desempeño en empleos
políticos como enviado extraordinario ante los electores de Sajonia, el Palatinado y
otros príncipes del Imperio en nombre del rey de España y de los gobernadores de los
Países Bajos (Neyen, 1860: 34 y von Mirbach, 1879: 22-25).
El 16 de diciembre el elector palatino hacía saber a la baronesa de Berlepsch que
d’Autel había salido para tomar posesión del gobierno de Luxemburgo, pero como el
ducado no había sido aun desalojado por los franceses tendría que permanecer en
Bruselas25. En efecto, la evacuación de la plaza y ducado se alargará hasta el 28 de enero
de 1698 a causa de la lentitud y poco interés por a sacar sus tropas de Luis XIV y a los
recelos del gobernador de los Países Bajos, el elector de Baviera. Juan Guillermo
escribía que Maximiliano II Manuel procuraba impedir por varios medios que las
tropas palatinas pasaran a Luxemburgo26. Era conocido el secular enfrentamiento entre
las dos ramas de la familia Wittelsbach, la de Baviera y la del Palatinado-Neoburgo,
discrepancias que no habían parado de crecer durante el reinado de Carlos II cuando,
unidos ambos por vínculos familiares con el rey de España27, no cesaban en su empeño
24 Cfr. Lettres patentes par lesquelles Charles, roi d'Espagne etc., commet Jean - Frédéric, comte d'Autel, sergeant général
de bataille de ses armées, à l'état de gouverneur et capitaine général du duché de Luxembourg et comté de Chiny
(Publications de la Société, 1879).
25 Cfr. Carta del elector Juan Guillermo del Palatinado-Neoburgo a la baronesa de Berlepsch,
Düsseldorf, 16 de diciembre de 1697 (Documentos inéditos, I, 2004: 701).
26 Cfr. Carta del elector Juan Guillermo del Palatinado-Neoburgo a la baronesa de Berlepsch,
Düsseldorf, 4 de enero de 1698 (Documentos inéditos, II, 2004: 705).
27 Maximiliano II Manuel estaba casado con la sobrina de Carlos II, la archiduquesa María Antonia de
Austria, hija de la infanta-emperatriz Margarita María y del emperador Leopoldo I, y era padre del
príncipe electoral José Fernando de Baviera (nacido en 1692), nombrado heredero en los testamentos
carolinos de 1696 y 1698, único bisnieto, por tanto, de la reina madre Mariana de Austria. Por su parte,
el elector Juan Guillermo del Palatinado-Neoburgo era cuñado del rey de España como hermano de la
reina Mariana de Neoburgo. Ambas casas estaban enfrentadas desde comienzos de la Guerra de los
Treinta Años a causa de la posesión del Alto Palatinado y de varios honores y cargos en el Imperio.
Página | 7
Alberto Bravo Martín
por conseguir el favor de Carlos II usando para ello a sus dos mayores valedoras en la
corte, la reina madre Mariana de Austria, favorable a los intereses de Baviera; y la reina
reinante Mariana de Neoburgo, siempre preocupada por los intereses de su hermano.
Esta lucha se había escenificado varios años antes cuando la madre y esposa de Carlos
II trataron de conseguir el gobierno de los Países Bajos para sus respectivos protegidos,
gobierno que finalmente se entregó a Maximiliano II Manuel de Baviera a finales de
1691 gracias al ofrecimiento de tropas que el duque hizo al rey de España en un
momento de enorme necesidad como era el inicio de la guerra en Flandes (Martínez
López, 2018: 247-258).
Gracias a los acuerdos alcanzados en 1691, y renovados en 1694, con Maximiliano
II Manuel este mantuvo en Flandes 6.000 soldados bávaros, divididos en tres
regimientos de infantería, dos regimientos de dragones y otros dos de jinetes (Maffi
2020: 243-244), lo que otorgaba al elector un enorme poder en el territorio (Herrero
Sánchez, 2019: 121-132). Por su parte, Carlos II tras conocerse el tratado de reparto
de la Monarquía entre Luis XIV y Guillermo III, firmó el 14 de noviembre de 1698 su
segundo testamento a favor del príncipe electoral José Fernando de Baviera, hijo del
gobernador de los Países Bajos28. Ya el 11 de enero de ese mismo Carlos II se había
servido de admitir los 10.500 infantes que el elector de Baviera ofreció para reforzar
Flandes, aunque en octubre de ese mismo año, Francisco Enríquez Dávalos, veedor
general del ejército de Flandes, tras recibir del elector un despacho acerca de las tropas
que había ofrecido, escribía al monarca a través de Crispim Gonçálves Botelho,
secretario de Estado de la parte del Norte, comunicándole que tanto él como el
contador del ejército, habían solicitado «algunas claridades» sobre las mismas al
gobernador29. Por tanto, Maximiliano II Manuel pretendía así reforzar su posición para
que, llegado el caso de morir Carlos II, pudiera asegurar la herencia de su hijo y los
Países Bajos, territorio que ambicionaba para sí mismo desde su boda con la
archiduquesa María Antonia de Austria en 1685 (Martínez López, 2018: 151-159).
El elector del Palatinado, consciente de las ambiciones de su pariente de Baviera, le
acusaba en carta a la baronesa de Berlepsch de forzar el retraso en la evacuación de las
tropas francesas con la excusa de no tener aun hechos los preparativos. A pesar de los
cual, había mandado salir ya para Luxemburgo a sus dos batallones de infantería y a un
regimiento de caballería, aun sin licencia de Maximiliano II Manuel, avisando a d’Autel
que conviniese con los luxemburgueses cuan necesario era proveer la defensa del
territorio30. Pero Juan Guillermo no solo se quedaba en esas acusaciones, sino que
pedía dar un paso más allá ante el posible viaje en primavera del de Baviera a Múnich,
aprovechando para convencer a Carlos II, usando a la reina, de que le sustituyera en el
gobierno de los Países Bajos y situara en su lugar a otro de sus hermanos, el príncipe
palatino Carlos Felipe de Neoburgo, para el que también pretendía en esas fechas el
gobierno de Milán, aunque la Berlepsch le aseguraba que esto era harto complicado
por pretenderlo también el emperador Leopoldo I para su hijo segundo, el archiduque
Carlos de Austria31.
28
Testamento de Carlos II, 14 de noviembre de 1698: AHN, Estado, leg. 2451.
29 Carta de Francisco Enríquez Dávalos a Carlos II y a Crispim Gonçálves Botelho, Bruselas, 17 de
octubre de 1698: AGS, Estado, leg. 3893.
30 Cfr. Carta del elector Juan Guillermo del Palatinado-Neoburgo a la baronesa de Berlepsch,
Düsseldorf, 18 de enero de 1698 (Documentos inéditos, II, 2004: 708).
31 Cfr. La baronesa de Berlepsch al elector Juan Guillermo del Palatinado-Neoburgo, Madrid, 16 de
enero de 1698 (Documentos inéditos, II, 2004: 708).
Página | 8
Luxemburgo y la guarnición del Elector del Palatinado
Neoburgo tras la Paz de Risjswijk (1697-1700)
Imagen 2. Retrato ecuestre del elector Juan Guillermo del Palatinado-Neoburgo (1702), por Anton
Schoonjans. Alte Pinakothek de Múnich.
El conde de Auersperg informaba desde La Haya al embajador Ferdinand
Bonaventura von Harrach que Maximiliano II Manuel había hecho saber a la corte de
Madrid que estaba dispuesto a mantener por su cuenta las tropas de la guarnición y
que insistía al palatino que no enviase las suyas puesto que le iba a costar mucho
mantenerlas, a lo que Juan Guillermo le había respondido que estaba dispuesto a
mantener los tres batallones, un regimiento de dragones e incluso, si fuera necesario,
otro más de caballería, tal y como había hecho saber a Quirós32. Auersperg informaba
también a Harrach varios días después que había llegado correo de Madrid aceptando
los anteriormente citados 10.500 infantes bávaros pero que Quirós tenía orden de
32Cfr. El conde de Auersperg a Ferdinand Bonaventura von Harrach, La Haya, sin fecha (Documentos
inéditos, II, 2004: 709).
Página | 9
Alberto Bravo Martín
hacer saber que, a pesar de ello, informara a los electores de Maguncia, Tréveris y el
Palatinado que sus tropas serían también muy estimadas33.
Las suspicacias eran mutuas, así el misterioso Pedro González, pseudónimo de un
agente del barón de Bertier, embajador bávaro en Madrid desde 1695 escribía al barón
Korbinian von Prielmayer, miembro del Consejo Secreto bávaro y uno de los
principales ministros de Maximiliano II Manuel:
En lo de las tropas del Elector Palatino, para que se introduzcan en las plazas,
especialmente de Luxemburgo, en que es fijo ha cooperado este Conde de Harrach, porque
los imperiales están persuadidos de largo tiempo acá que les importa mucho tener
franqueada aquella puerta, como la que facilitará más la entrada al centro de esos Países34.
Pedro González continuaba afirmando que la elección como gobernador de Jean-
Frédéric d’Autel quien «ni por su sangre ni servicios, pudiera jamás aspirar a un empleo
que siempre ocuparon los de la primera calidad, o grandes soldados»35, también se
debía al apoyo del emperador a su cuñado, el elector palatino. A pesar de ello, el agente
bávaro consideraba que, con solo dos mil o tres mil soldados palatinos en
Luxemburgo, de una guarnición de siete a ocho mil hombres, y el poco dinero del que
disponía el elector Juan Guillermo, poca podría ser su influencia, más aún cuando su
amo contaría con más de 10.000 soldados en Flandes y la reputación que le daba ser el
padre del heredero de la monarquía y su buena sintonía con Inglaterra y Holanda.
El mismo día que el agente de Baviera escribía a su amo, la baronesa de Berlepsch
hacía lo mismo con el elector Juan Guillermo adjuntándole una misiva de Carlos II a
Maximiliano II Manuel en la que el rey le encargaba que una vez que se restituyese la
plaza de Luxemburgo se dispusiese a presidiarla con las tropas del elector palatino «por
hallarse más inmediatas y ser de mucho servicio»36, previniéndole de que bajo ningún
pretexto lo difiriera como así lo tenía mandado por carta del pasado 23 de noviembre
de 1697. Aun así, el elector del Palatinado se seguía quejando del comportamiento del
gobernador de los Países Bajos al no contestar a los despachos que le escribía d’Autel,
ni enviarle municiones y otros pertrechos necesarios37.
Finalmente, y a pesar de todas las trabas del elector de Baviera, tal y como quedó
dicho más arriba, la evacuación de Luxemburgo por parte de las tropas de Luis XIV y
en base a los términos de Rijswijk, tuvo lugar el 28 de enero. Por carta del 16 de marzo,
Juan Guillermo del Palatinado-Neoburgo confirmaba a su confidente en Madrid, la
baronesa de Berlepsch que sus tropas se hallaban ya en Luxemburgo38.
33 Cfr. El conde de Auersperg a Ferdinand Bonaventura von Harrach, La Haya, La Haya, 4 de febrero
de 1698 (Documentos inéditos, II, 2004: 715).
34 Cfr. Carta de Pedro González al barón Korbinian von Prielmayer, Madrid, 14 de febrero de 1698
(Documentos inéditos, II, 2004: 717).
35 Ibidem.
36 Cfr. La baronesa de Berlepsch al elector Juan Guillermo del Palatinado-Neoburgo, Madrid, 14 de
febrero de 1698 (Documentos inéditos, II, 2004: 719).
37 Cfr. Carta del elector Juan Guillermo del Palatinado-Neoburgo a la baronesa de Berlepsch,
Düsseldorf, 1 de marzo de 1698 (Documentos inéditos, II, 2004: 723).
38 Cfr. Carta del elector Juan Guillermo del Palatinado-Neoburgo a la baronesa de Berlepsch,
Düsseldorf, 16 de marzo de 1698 (Documentos inéditos, II, 2004: 726).
Página | 10
Luxemburgo y la guarnición del Elector del Palatinado
Neoburgo tras la Paz de Risjswijk (1697-1700)
3. COSTE Y MANTENIMIENTO DE LA GUARNICIÓN DEL PALATINADO-
NEUBURGO
El 8 de marzo de 1698 Juan Guillermo del Palatinado-Neoburgo enviaba las
instrucciones para su nuevo residente en la corte de Madrid. Se trataba del lombardo
marqués Bartolomeo Ariberti, al que el elector mandaba ponerse a las órdenes de la
baronesa de Berlepsch y, a través de esta, a los pies de la reina. Además, en la audiencia
privada que tuviera con Carlos II, si así lo estimaba Mariana de Neoburgo, le debía dar
«las gracias muy rendidas por haber conservado en sus dominios el Luxemburgo sin
dar oídos a quienes […] pretendieron sacrificar sin necesidad ese antemural español
contra las ambiciones francesas»39. Por otra parte, Ariberti debía añadir al rey que el
elector había hecho el «sacrificio» de enviar allí dos batallones de infantería y un
regimiento de dragones, manteniéndolos a su costa, con el único fin «de ser útil a
S.M.»40.
En efecto, el elector del Palatinado había cedido sus tropas al rey de España a su
costa, aunque en los meses siguientes Juan Guillermo no cesará de reclamar a través
de su residente en Madrid que sus tropas fueran socorridas. Ya el 29 de agosto de 1698
el elector instaba a Ariberti a que comunicase a la reina que el gasto de las tropas de
Luxemburgo ascendía a treinta mil escudos, carga que le sería ruinosa si no la aliviaba
el rey de España41. El palatino escribía además a la Berlepsch que tratase de conseguir
para Luxemburgo unos 200 o 400 cañones que se encontraban sin uso en Cádiz y que
serían de gran utilidad allí42.
El 24 de octubre Ariberti informaba a su amo que había hablado con varios de los
consejeros de Estado convenciéndoles de que no era justo que el elector sufragase
todos los gastos de las tropas que tiene en Luxemburgo y que se le debería ayudar
abonando el pan por cuenta del rey mientras allí permanecieran, más seis mesadas de
sueldo. Además, informaba el residente palatino, había hecho llegar el memorial a
Mariana de Neoburgo para asegurarse del buen éxito43, aunque apenas un mes después
la reina le aseguraba que mientras no tuviera carácter oficial –hasta entonces Ariberti
no había realizado su entrada pública– sería imposible ajustar el mantenimiento de las
tropas en Luxemburgo44.
Varios meses después, el Consejo de Estado, en consulta a Carlos II de 11 de enero
de 1700, hacía saber al monarca que el 24 de abril de 1699 el enviado del elector
palatino había entregado un memorial al conde de Frigiliana, que este puso en manos
del rey, solicitando el socorro de las tropas que mantenía en Luxemburgo, a lo que
Carlos II respondió en otra consulta del 30 de junio siguiente que no constaba que las
tropas palatinas hubieran entrado en aquella guarnición con coste alguno para las arcas
del rey de España e instándole a que presentase lo que se hubiera estipulado sobre este
punto. Ariberti respondió por otro memorial diciendo que hacía más de dos años que
39 Cfr. Instrucciones para Bartolomeo Ariberti, enviado palatino en la corte de España, Düsseldorf, 8
de marzo de 1698 (Documentos inéditos, II, 2004: 723).
40 Ibidem.
41 Cfr. Carta del elector Juan Guillermo del Palatinado-Neoburgo al marqués Bartolomeo Ariberti,
Weinheim, 29 de agosto de 1698 (Documentos inéditos, II, 2004: 837).
42 Cfr. Carta del elector Juan Guillermo del Palatinado-Neoburgo a la baronesa de Berlepsch,
Düsseldorf, 30 de agosto de 1698 (Documentos inéditos, II, 2004: 840).
43 Cfr. Carta del marqués Bartolomeo Ariberti al elector Juan Guillermo del Palatinado-Neoburgo,
Madrid, 24 de octubre de 1698 (Documentos inéditos, II, 2004: 864).
44 Cfr. Carta del marqués Bartolomeo Ariberti al elector Juan Guillermo del Palatinado-Neoburgo,
Madrid, 22 de noviembre de 1698 (Documentos inéditos, II, 2004: 876).
Página | 11
Alberto Bravo Martín
su amo mantenía a su costa aquellas tropas «deseando esmerarse en el Real Servicio» y
lo mucho que las necesitaba en las plazas del Palatinado, por lo que solicitaba se sirviese
el rey de ayudar a sustentarlas, pero que, si esta petición no mereciese la magnificencia
de Carlos II y el soberano prefiriese a otras tropas, el elector no pondría pegas en
desocupar la parte que ocupaban las suyas. Además, el enviado palatino reconocía que
Juan Guillermo, con motivo de refrescar sus tropas, las había hecho pasar a cuarteles
abiertos en el Palatinado para mudar las que allí se hallaban45.
En vista de los oficios del marqués Bartolomeo Ariberti y de los antecedentes que
se conservaban en la secretaría del Norte sobre que los regimientos palatinos pasarían
a Luxemburgo sin interés alguno para la Corona, Carlos II había resuelto por consulta
del 17 de septiembre de 1699 que se pidiera noticia a Francisco Bernardo de Quirós
sobre lo que pasó en el Congreso de Rijswijk acerca de la proposición del elector
palatino, así como a Maximiliano II Manuel de Baviera para que enviase lo que hubiera
en las oficinas del ejército de Flandes acerca de esta materia para poder resolverla con
mayor precisión, haciéndose así por despacho del 8 de octubre46. El embajador en La
Haya respondió por carta del 10 de noviembre siguiente –no así elector de Baviera–
informando a Carlos II, en creencia de que el rey pensaba que la guarnición palatina
aún estaba en la plaza, que el elector del Palatinado hacía cuatro meses que había sacado
sus tropas de Luxemburgo. Quirós continuaba opinando que, si bien el elector Juan
Guillermo había ofrecido con gran generosidad sus tropas sin carga alguna, tal y como
él mismo se lo había afirmado y así lo reconfirmaron sus ministros y el conde d’Autel,
gobernador del ducado, habían pasado ya dos años de asistencia en aquella plaza y era
lógico que pretendiese alguna gratificación, del mismo modo que lo pretendían los
electores de Maguncia y Tréveris por las suyas. Además, el experimentado diplomático
español decía sobre la insinuación que hizo el elector de que quizás el rey preferiría
otras tropas, que no teniendo Carlos II soldados propios con los que guarnecer la plaza
le parecía que ningunas otras podían ser de menor coste y embarazo que las del elector
palatino por ser las más inmediatas al territorio y estar este tan interesado en la
conservación de Luxemburgo, no dudando que las suministraría con mayor
conveniencia que ningún otro príncipe, aunque se tendría que capitular todo por
escrito, a pesar de ser una persona tan afecta al rey de España47.
El Consejo de Estado –formado por el cardenal Portocarrero, el marqués de
Mancera, el conde de Frigiliana, el marqués de Villafranca, el marqués del Fresno, el
conde de Santisteban y el duque de Medina-Sidonia– en vista de la carta de Quirós y
de los antecedentes mencionados pasó a dar su opinión al rey. Luis Manuel Fernández
Portocarrero, que era ya la principal voz del Consejo, opinaba que sobre el punto
principal no había duda alguna ya que el elector había dejado sus dos regimientos sin
interés alguno, por lo que no ere acreedor de nada pero que, pudiendo serlo en algún
agasajo por parte del rey, este motivo había cesado porque había retirado sus tropas
«con que por estas razones no halla título por donde concederle cien escudos». No
obstante, consideraba que estas tropas eran de un aliado y además de buena calidad,
por lo que sería conveniente restituirlas con un pacto honesto utilizando para ello a
Quirós, de manera reservada, de modo que este hiciera saber al palatino que el monarca
anteponía sus tropas a la de otros príncipes. Además, era necesario amonestar al elector
45 Consulta del Consejo de Estado, Madrid, 11 de noviembre de 1700: AHN, Estado, leg. 600, caja 2.
46 Ibidem.
47 Carta de Francisco Bernardo de Quirós a Carlos II, La Haya, 10 de noviembre de 1699: AHN, Estado,
leg. 600, caja 2.
Página | 12
Luxemburgo y la guarnición del Elector del Palatinado
Neoburgo tras la Paz de Risjswijk (1697-1700)
de Baviera ya que no había dado noticia de la salida de las tropas palatinas de
Luxemburgo. Por último, recomendaba no decir aun nada a Ariberti48.
El marqués de Mancera se mostró en línea con Portocarrero, pero añadía que en
caso de tener que continuarse las negociaciones era inexcusable encargarlas a
Maximiliano II Manuel de Baviera. El conde de Frigiliana apuntaba que el palatino
jamás había pedido nada por el tiempo pasado en que guarneció la plaza, ni negaba
que las hubiera dado voluntariamente, sino que pedía que se le diese alguna ayuda para
continuarlas, además, apuntaba el conde, no las había retirado, sino que las había
llevado a sus estados para refrescarlas. Aconsejaba así que el rey le escribiera diciendo
que creía que ya habrían refrescado y estarían en grado de volver a presidiar la plaza,
pudiendo Carlos II asistir con alguna cantidad proporcionada ya que consideraba
Frigiliana que si se firmaba un contrato las tropas serían mucho más caras49. El marqués
de Villafranca respecto al primer punto, el de las asistencias por el tiempo pasado, iba
con Portocarrero y respecto a introducir un tratado usando a Quirós, y debido a la
mala sintonía de este con el elector de Baviera, era favorable a pasar oficio directamente
con Ariberti como proponía Frigiliana.
Por último, el marqués del Fresno tampoco consideraba que hubiera que dar nada
al elector palatino ya que había dado sus tropas de manera voluntaria, pero, en línea
con Portocarrero, consideraba que era necesario volver a ganarse a este príncipe a
través de un tratado, pero conociendo cuan malas eran las relaciones entre Quirós y el
de Baviera - enemistad nacida de estas negociaciones y otros asuntos como la represión
de la revuelta de Bruselas de 1699 por parte del gobernador (Herrero Sánchez, 2019:
131-132) - no acertaba a decir a quién debería encargarse este negocio para no ofender
al bávaro. Santisteban y el duque de Medina-Sidonia votaron en línea con Portocarrero.
Tras escuchar a todos los consejeros, Carlos II escribía al margen de la consulta que se
hiciera como proponía Portocarrero y se ejecutase como decía Frigiliana.
EPÍLOGO
La muerte de Carlos II el 1 de noviembre de 1700 dio al traste con un posible
retorno de las tropas palatinas. Con la subida al trono español de Felipe V de Borbón,
Luxemburgo pasó a estar presidiada por 15.000 soldados franceses50 que pusieron en
alerta al elector palatino, conocido por su vinculación con la Casa de Austria como
hermano de la emperatriz Leonor, esposa de Leopoldo I, y la reina viuda de España,
ante una posible anexión francesa (Glesener, 2018). No obstante, y a pesar de haber
sido una hechura palatina, el conde Jean-Frédéric d’Autel continuó al frente del
gobierno de Luxemburgo, siendo premiado por Felipe V con el Toisón de Oro en
1705 en atención a su calidad y méritos51.
Durante los casi tres años que mediaron entre la firma de la Paz de Rijswijk y el
deceso del último Austria español, el elector Juan Guillermo del Palatinado-Neoburgo
supo aprovechar las necesidades de la Monarquía, su sintonía con el embajador
Francisco Bernardo de Quirós, y su ascendente en la corte de Madrid a través la reina
y la baronesa de Berlepsch, para hacer que Carlos II no aceptase ceder un territorio
48 Consulta del Consejo de Estado, Madrid, 11 de noviembre de 1700: AHN, Estado, leg. 600, caja 2.
49 Ibidem.
50 Cfr. Bartolomeo Ariberti al elector palatino, Madrid, 30 de diciembre de 1700 (Documentos inéditos,
II, 2004: 1395).
51 Expediente de concesión de la Orden del Toisón de Oro al conde d'Autel: AHN, Estado, leg. 7681,
expediente 42.
Página | 13
Alberto Bravo Martín
clave para sus intereses y le entregase el gobierno militar del mismo. Esta victoria sobre
su acérrimo rival, el elector de Baviera fue, sin embargo, limitada ya que su propia falta
de medios le llevaron a retirar motu proprio sus tropas.
Irónicamente, Maximiliano II Manuel, que se mantuvo fiel a la Casa de Borbón, se
convirtió en efímero duque de Luxemburgo cuando el 2 de enero de 1712 su sobrino
Felipe V le cedió, tras perder sus estados patrimoniales de Baviera en la batalla de
Blenheim (13 de agosto de 1704) y según lo acordado en 1702, lo que le quedaba de
unos reducidos Países Bajos españoles52. La derrota bávara trajo además una
consecuencia favorable a Juan Guillermo del Palatinado-Neoburgo, ya que fue
recompensado en 1706 por su sobrino, el nuevo emperador José I (1705-1711), con el
Alto Palatinado, incautado al de Baviera hasta la paz de Utrecht de 1713 (Ingrao, 1979:
72-75).
Por lo que respecta a Francisco Bernardo de Quirós, el antaño embajador en La
Haya cuya tenacidad logró la reversión de Luxemburgo en Rijswijk, este se mantuvo
en un primer momento fiel a Felipe V si bien, tras la derrota borbónica en Ramillies
ante el duque de Marlborough (23 de mayo de 1706) y la posterior evacuación galo-
hispana de la mayor parte de los Países Bajos, mudó su fidelidad a Carlos III de Austria,
quien le otorgó la presidencia de la Junta de Estado de Flandes y le hizo consejero de
Estado (Quirós Rosado, 2017: 61), otorgándole además el gobierno del ducado de
Limburgo, único territorio que realmente controlaba Carlos al permanecer el resto bajo
un condominio anglo-neerlandés hasta 1716 (Van Gelder, 2016: 153). Quirós, que fue
un personaje clave en los primeros momentos del austracismo por su amplia
experiencia diplomática y ministerial, murió en Aquisgrán, a donde había ido a tomar
sus famosas aguas termales, en enero de 1709 tras casi tres décadas de servicio a la
Casa de Austria.
BIBLIOGRAFÍA
Baviera, A. y Maura Gamazo, G. (2004). Documentos inéditos referentes a las postrimerías de
la Casa de Austria en España, 2 vol., reimpresión. Madrid: Real Academia de la
Historia-Centro de Estudios Políticos y Constitucionales.
Catillo, A. del (1843). Tratados, convenios y declaraciones de paz y de comercio que han hecho con
las potencias extranjeras los monarcas españoles de la casa de Borbón desde el año de 1700
hasta el día. Madrid: Imprenta de Alegría y Charlain.
Glesener, T. (2018). “Annexion ou régénération? La France et le gouvernement des
Pays-Bas à l'époque du "régime anjouin”. En G. Hanotin, D. Picco, A. Hugon
(Dir.) Le lion et les lys. Espagne et France au temps de Philippe V, Burdeos : Presses
Universitaires de Bordeaux.
Herrero Sánchez, M. (2019). “Los Países Bajos en la estructura imperial hispánica
durante el reinado de Carlos II”. En M. Mestre Zaragoza (dir.), L’Espagne de
Charles II, una modernité paradoxale. Paris : Classiques Garnier.
Lynn, J. A. (2014). Les guerres de Louis XIV, 2ª ed. Paris: Perrin.
Maffi, D. (2020). Los últimos tercios. El ejército de Carlos II, 1ª ed. Madrid: Desperta Ferro.
Martínez López, R. (2018). El Imperio y Baviera frente a la sucesión de Carlos II. Tesis,
Madrid: UNED.
Cfr. Donación y cesión de los Países Bajos españoles hecha por Felipe V en favor de Maximiliano
52
Manuel, duque y elector de Baviera, Madrid, 12 de enero de 1712 (del Cantillo, 1843).
Página | 14
Luxemburgo y la guarnición del Elector del Palatinado
Neoburgo tras la Paz de Risjswijk (1697-1700)
Neyen, A. (1860). Biographie Luxembourgeoise : histoire des hommes distingués originaires de ce
pays. Luxemburgo: Pierre Bruck.
Quirós Rosado, R. (2017). Monarquía de Oriente. La corte de Carlos III y el gobierno de Italia
durante la Guerra de Sucesión española, 1º ed., Madrid: Marcial Pons.
Quirós Rosado, R. (previsión de publicación, 2023). “Representación dinástica y
proyección de linaje en la Europa de la sucesión carolina: la familia Berlepsch
(1694-1701)”. En C. Bravo Lozano, A. Guyot y M. Mestre Zaragoza (eds.), Le
règne de Charles II. Gouvernement de la Monarchie Hispanique et représentation de la
majesté du roi. Paris: Classiques Garnier, en prensa.
Serrano de Haro, A. (1995). “España y la Paz de Rijswijk. De la Paz de Nimega (1678)
a la de Rijswijk (1697)”. En J. Lechner y H. den Bóer (eds.), España y Holanda.
Ponencias leídas durante el Quinto Coloquio Hispano holandés de Historiadores.
Ámsterdam: Rodopi B. V., pp. 119-138.
Storrs, C. (2000). “Germany's Indies? The Spanish Monarchy and Germany in the
Reign of the Last Spanish Habsburg, Charles II, 1665-1700”. En C. Kent, T.
K. Wolber y C. M. K. Hewitt (cords.), The lion and the eagle: interdisciplinary essays
on German-Spanish relations over the centuries. New York: Berghahn Books, pp. 108-
129.
Van Gelder, K., (2016). Regime Change at a Distance. Austria and the Southern Netherlands
Following the War of the Spanish Succession (1716-1725), 1ª ed., Leuven: Peeters.
Val Kalken, F. (1907). La fin du régime espagnol aux Pays-Bas. Étude d'histoire politique,
économique et sociale. Bruselas : J, Lebègue et Cie.
Von Mirbach-Von der Vorst-Gudenau, E.O.C.L.A. Freiherr (1879). Genealogie de la
famille d'Autel (Elter). Bruselas: Imprimerie Félix Callewaert Pére.
Página | 15