(y 3) Y después de Cataluña, el engaño separatista sigue con Navarra: Los últimos días de España como nación. Por José Crespo - La Paseata

(y 3) Y después de Cataluña, el engaño separatista sigue con Navarra: Los últimos días de España como nación. Por José Crespo

En su Alegoría del mal gobierno, los hermanos Lorenzetti representan la tiranía como un demonio, escoltado por la avaricia, soberbia y vanagloria.
En su Alegoría del mal gobierno, los hermanos Lorenzetti representan la tiranía como un demonio, escoltado por la avaricia, soberbia y vanagloria.

 «El firmamento estrellado de vascongados y navarros, que a través de la Corona de Castilla, contribuyeron al descubrimiento, poblamiento y evangelización de América y Asia es inacabable»

El firmamento estrellado de vascongados y navarros, que a través de la Corona de Castilla, contribuyeron al descubrimiento, poblamiento y evangelización de América y Asia es inacabable y continuo a lo largo de la Historia de España y luego de América. Aún hoy podemos ver en los ejércitos actuales apellidos como Aguirre, Apellaniz, Armendáriz,Arteaga, Ascaso, Echevarría, Barcaiztegui, Belza, Berriz, Ibargoitia, Junguitu, Lejarza, Ansótegui, Barrecheguren,Lazcano, Oñate, Otazu,Salazar, Gasca, Garbalena,Basarán, Arechavaleta, Albizu, Echevarri, Echepare, Echanove, Sustaeta, Sagaseta, Ilurdoz, Zenarruzabeitia, Galdámez, Zaldivar, Zarandieta, Zuleta, Zumaya, Zugasti,  y un larguísimo etcétera….interminable lista de hombres orgullosos de su origen y servicio a España, que al grito renovado de «Daca Rey» mantienen su servicio a la Corona. 

 

Ya se perdió la gran oportunidad de hablar de todo esto en 1992, de la colaboración de todos los pueblos hispanos en la llegada a América; eso sí, el terrorismo, sordo, mudo y tiznado en el barrizal de la incultura, segó la vida del Almirante descendiente de aquél otro Almirante Colón, servidor de su Reina Isabel, para que ese símbolo viviente no llegara a tan feliz conmemoración. Ahora, pueblos con escudos de armas que llenaron de gloria a España, con lemas como Muy Noble, Muy Leal, se declaran insumisos o borran elementos de las armerías en piedra para negar su pasado. Y yo me pregunto cómo puede borrarse o ignorarse todas estas evidencias, cómo puede sembrarse como se está sembrando el odio entre españoles, o aliviarse las conciencias pase lo que pase, vivir en un continuo replanteamiento de la conciencia nacional, perdiéndose esfuerzos que deberían estar encaminados a trabajar por España, su prestigio, su prosperidad y ubicarla en el lugar merecido del concierto internacional. 

«Cabría preguntarse si asistimos a los últimos días de España como nación. Quizá pueda parecer alarmista o exagerado pero lo comprenderemos si leemos a Joseph Stove»

 Finalmente cabría preguntarse si asistimos a los últimos días de España como nación. Quizá pueda parecer alarmista o exagerado pero lo comprenderemos si leemos a Joseph Stove quien nos explica que el prestigioso escritor de la posguerra europea Walter Laqueur publicó The Last Days of EuropeEpitaph For An Old Continent un cristalino y lúcido estudio sobre las causas de la decadencia europea. En este libro no publicado todavía en España se trata de dar respuesta a la cuestión de qué ocurre en una sociedad como la europea con unos bajísimos índices de natalidad sostenidos y de envejecimiento, a los que se une a una inmigración sin control y que considera a Europa como decadente. El autor cree que Europa, dada su debilidad, jugará, en el futuro, un más que modesto papel en los asuntos mundiales, a la vez que refleja su certeza de que será poco más que un espacio museístico para disfrute del turista asiático. Nuestro país no se escapa de su agudo análisis y deja constancia de su papel en el derrumbamiento del castillo de naipes europeo. 

Walter Laqueur
Walter Laqueur

«El contexto sociocultural que expone Laqueur, es razón para reflexionar sobre las particularidades que aquejan exclusivamente a España»

El contexto sociocultural que expone Laqueur, es razón para reflexionar sobre las particularidades que aquejan exclusivamente a España, agravando particularmente su situación, como son el hecho de que aquí, pasados 30 años desde la aprobación de una constitución democrática, el modelo de estado lamentablemente sigue sin cerrase, planteándose en cada proceso electoral, con el consiguiente derroche de esfuerzos, lo que somos y hacia dónde vamos, estando la llave en manos de un nacionalismo cerril y aldeano, traduciéndose el conjunto en una dinámica de descomposición.  

 

 Tilda de originalidad nuestro carísimo modelo de organización territorial, excepcional en el constitucionalismo comparado, el «estado de las autonomías» cuya sola crítica, por antieconómico y ausente de visión, hace que quien lo haga corra el riesgo de ser acusado de golpista, fascista, franquista, involucionista o antidemocrático. Lejos de suponer una descentralización para acercar la administración al ciudadano, su ejecución metódica consiste en desposeer al Estado de sus competencias, dejando de considerar y haciendo dejación de cometidos estratégicos y no transferibles como la Justicia, la Seguridad, la Enseñanza, la Sanidad y la Educación y la Cultura, vamos todo aquello que da sentido de Estado y que nos concede los mismo derechos a todos los ciudadanos, dejando de considerar al pueblo español como sujeto propietario de la soberanía nacional, creando ridículas fronteras interiores basadas en exclusivismos artificiales y en diferentes niveles de bienestar.  

 

 España, afirma, es el único país de Europa con un terrorismo propio, de carácter secesionista, donde sus miembros, simpatizantes y los que viven continuamente disculpándoles están o han estado en las instituciones del estado y reciben ayuda de los presupuestos públicos, habiendo llegado a ocupar, incluso, puestos relacionados con las víctimas del terrorismo.  En España, se relativiza, o se niega el concepto de nación, recordemos la frase del actual presidente del gobierno de que el concepto de España es “discutible” y “discutido”, todo ello impulsado por un «status» de idiocia política que permite la puesta en manos de unas pequeñas minorías independentistas de facultades y resortes políticos que cualquier estado con un ápice de mínimo sentido común y de supervivencia no consideraría su transferencia a las regiones que la componen dado que lo que es estratégico debe de ser competencia exclusiva del estado, y no sólo la Defensa. Aspectos como el terrorismo que ataca la esencia de España, deben ser competencia exclusiva y no compartida con las regiones, tampoco la Educación y la Cultura, hoy fragmentada y empleada como arma para el enfrentamiento territorial y siempre aderezada por el victimismo nacionalista.  Si estratégica es la Defensa para un país, tanto o más son las materias que nos hacen iguales como españoles como lo son la Seguridad, la lucha contra el terrorismo, la Justicia, la Sanidad y por encima de todo la Educación y la Enseñanza pues son el medio por el que se toma conciencia de lo que somos, de dónde venimos y hacia dónde vamos.  

 

Al margen de esto, se comenzó a creer acabada la transición y alcanzado un status de democracia consolidada, con una clase política experta y con sentido de estado, nada más lejos de la realidad pues si hay algo patente en la casi totalidad de la clase política es la falta de Visión de Futuro, no hay Visión de España, vivimos en una situación de continuo, y hasta el hastío, enfrentamiento taifal, en el cual quien no mire primero por su tribu es un centralista enemigo de la sociedad. Igualmente se viene pensando que el funcionamiento institucional es maquinalmente perfecto, como un reloj, y como vemos es otro espejismo pues la realidad que nos muestra es una ausencia de separación de poderes, debilidad democrática, y escasez de vigor y prestigio de sus instituciones. El periodo de crecimiento económico y bienestar material nos ha impedido ver el cáncer que corroía la osamenta nacional.  

 

Como remate, las conciencias sufrieron una brutal sacudida el 11 de marzo de 2004. El ataque terrorista, tal como cita “posiblemente por parte de un actor no estatal”, puso de manifiesto la enfermedad terminal que devora a España. La sociedad lo encajó como un «atentado», un hecho al que estaba acostumbrada por las innumerables acciones de ETA y que tenía su liturgia particular. Empieza con el estupor e indignación, sigue con las condenas, las manos blancas a continuación y, después, el olvido,… y así hasta el siguiente. Pero esta vez hubo una diferencia, el ataque era «apocalíptico», no era «selectivo» como los anteriores. Tenía un objetivo claro, destruir España como sujeto y actor estratégico. Los casi doscientos muertos y los mil cuatrocientos heridos, efecto material del ataque, sólo fueron el catalizador para alcanzar los efectos estratégicos, los terroristas habían finalizado su trabajo. A continuación los moldeadores de la opinión pública y la puesta en práctica de una política diferente se encargarían de materializar los efectos. El pueblo español se encogió sobre sí mismo. No había sido casual que España fuese elegida como blanco. La debilidad de sus instituciones y la vulnerabilidad de su opinión pública, la hacían pieza adecuada para asestar un duro golpe al mundo occidental, suprimiendo a uno de sus peones. 

 

Emilio Naranjo EFE El resultado final del 11 M fue terrible191 personas muertas
El resultado final del 11 M fue terrible191 personas muertas. Emilio Naranjo EFE

«A partir del 11 de marzo de 2004, España desapareció como actor estratégico y se volvió sobre sí misma, como lo llevaba haciendo desde la derrota de Ayacucho, dos siglos antes»

A partir del 11 de marzo de 2004, España desapareció como actor estratégico y se volvió sobre sí misma, como lo llevaba haciendo desde la derrota de Ayacucho, dos siglos antes. Desde entonces la ola de “aldeanismo” que otros llaman «catetismo« nos invadió como un cáncer, la fabricación de «hechos diferenciales» entre regiones se agravó, lo que se llama eufemísticamente «la España plural», a la vez que la Constitución era forzada a adaptarse convenientemente a las circunstancias a riesgo de robarle la Soberanía Nacional a su único poseedor el Pueblo Español. Se apeló a conceptos como la «memoria histórica», reescribiendo nuestra historia común a gusto de unos pocos y reabriendo viejas heridas, como si entre 1934-36 no hubiera ocurrido nada, y como si un único culpable, para izquierdas y derechas, hubiera existido, Franco. 

 

El 11-M no fue considerado por la sociedad española como una acción terrorista un ataque a su integridad, sino sólo como un pago en sangre por una errónea política exterior de un partido político. Si imaginamos este hecho en los EEUU de América o cualquiera de nuestros inmediatos vecinos, éste habría empleado los resortes adecuados para conocer quien promovió el ataque y a quien beneficiaba, en el ámbito internacional, para actuar en consecuencia. Pero a una sociedad que vive inoculada desde décadas por el «no a la guerra», actuando como si la democracia fuera algo llegado del cielo, y no fruto del esfuerzo y la sangre de siglos, creyendo que la democracia se defiende por sí sola, sin haber efectuado un serio debate nacional sobre la Defensa, y sin pensar que las mayoría de estados en el mundo desgraciadamente no son democráticos, no podía concebir que alguien emplease la violencia organizada para alcanzar fines políticos. La solución fue el procedimiento penal, la «verdad judicial» aclaró el hecho, pero poco o nada sabemos de quién ordenó el ataque y a quien benefició en el ámbito internacional. La opinión pública, adormecida y dirigida por su clase política y por los medios de comunicación, olvida. 

 

Como subraya Laqueur, Europa está enferma. La batalla demográfica está pérdida definitivamente, el bajo nivel de natalidad y en descontrol en la inmigración ante la cual se cede y se adapta Europa, algo que no hacen sus países de origen, crea un cóctel mortífero para el ser y la esencia europea. En España, también enferma de esta dolencia, se suma la descomposición centrífuga, que se verá acelerada cada vez más al ampliarse las desigualdades sociales y territoriales por la crisis económica. España está tocada y tal como afirma Stove “su sociedad está enferma y su mediocre clase política es incapaz de encontrar el tratamiento adecuado ya que, sin excepciones, se embarca en una huida hacia delante, alabando el estado de las autonomías y evitando las referencias éticas”.  Si no se actúa oportunamente y con una precisión quirúrgica no cabe duda que los indicadores nos empujan a pensar que los últimos días de España, The last days of Spain, precederán al derrumbamiento de Europa. 

 

Creo que igualmente nadie me puede tildar de antimonárquico, en lo que escribo se deja ver claramente que siento la Corona como parte de nuestra esencia nacional. Ahora, inmersos en esta situación de desmembramiento nacional, el 11 de febrero de 2010 el Monarca realizó unas declaraciones pidiendo un pacto de estado, amplios acuerdos, de todo el arco político para salir de la crisis económica (¿?), crisis que fue negada reiteradamente por el gobierno de ese momento llamando antipatriota y alarmista a la oposición por llamar la atención sobre la situación que se avecinaba.  

 

Discurso del Rey Felipe
Discurso del Rey Felipe

«No sé si vivimos en planetas diferentes, pero si la actitud permanente del monarca se viene caracterizando  por el silencio y la discreción, que se comprende hasta cierto punto»

No sé si vivimos en planetas diferentes, pero si la actitud permanente del monarca se viene caracterizando  por el silencio y la discreción, que se comprende hasta cierto punto aunque en nuestra limitada visión respetuosamente pensamos que ser monarca de todos los españoles no tiene nada que ver con la inacción y el silencio absoluto ante los temas de envergadura que nos aquejan como pueblo, la crisis nacional que bulle en el ambiente, la profunda crisis institucional, cuando se pone en marcha su función arbitral y moderadora, recogida en el artículo 56 de nuestra maltratada e ignorada Constitución,  sorprende que se haga para intentar salvar la economía y no se enarbole para otros aspectos o situaciones tan graves o más, como que la soberanía nacional deje de residir en la voluntad de TODO el pueblo español, artículo 1.2 de la Constitución, y se fragmente en función del nuevo estado taifal. 

 

Y así llegamos a situaciones como la del estatut que rompe la igualdad entre los españoles, que haya lugares de España donde a los niños y jóvenes se les impida estudiar en español, y que el conocimiento de una lengua provinciana, tenga más mérito que el más preciado máster de especialización profesional, y lo peor de todo, que si no conoces tendrás problemas para trabajar y si eres empresario o te doblegas o sufres la represión lingüística, que la palabra Patria, sea ya una palabra vacía, sólo empleada por aquellos que quieren la independencia de un trozo de España, y que si algún otro pronuncia, es un facha españolista, de que los estudiantes españoles sean los más ignorantes de toda la CE, y nuestras antiguas universidades ocupen una ubicación más allá del centésimo puesto  en el ranquin mundial de calidad y liderazgo, de que España  sea el único país del mundo donde la Bandera Nacional, sea motivo de mofa, falta de respeto o ignorancia para una gran mayoría de los españoles, con el beneplácito de los gobernantes de turno, y nuestro monarca no salga en defensa de los símbolos nacionales, como nuestro Himno Nacional,  que no se exhiben con el respeto que merecen o son maltratados como la propia Real Persona en una final de fútbol, evento para el que siendo anfitrión nuestro Rey, el Rey de España, a la puerta del mismo fueron repartidos silbatos para montarle una pitada, cuando sonó el Himno Nacional. Hay quienes temerosamente creían que la unidad de España se salvaguardaría en nuestra disolución en Europa, y que como Francia no permite constitucionalmente que ninguna parte de su territorio nacional se postule ni se vote para su separación del conjunto, lo que incluye al País Vasco francés y a la Cataluña francesa, pues que así estábamos cubiertos, con la constitución francesa, y en cambio aquí se ha venido manoseando la palabra democrático y pacífico para justificar el todo vale con un tribunal constitucional, supremo del supremo, supremo colaborador en la destrucción de España y en la traición a la Soberanía Nacional, cuyo titular único es el Pueblo Español, al que se deben TODAS las Instituciones, desde la Primera a la última. 

 

Quizá deberíamos pensar en un cambio constitucional pero sin dejar de espaldas al Pueblo Español, me refiero a no seguir la idea de unos pocos que están por una España asimétrica, basada en territorios con desigualdades que ahondan en las diferencias, alejada de la LIBERTAD y de la IGUALDAD de todos los españoles. Es evidente que el sistema autonómico ha fallado sembrando España de desigualdades, además de organismos repetidos e inservibles (claro… depende de para quién y para qué) y lejos de acercar la administración al ciudadano, que debería haber sido la exclusiva preocupación de esas entidades, ha servido para que una cuadrilla de salteadores deseen crear estaditos a su medida, la de sus familias y sus pesebres de poder y todo ello sin que desde el gobierno, jefatura del estado, ni desde el amplio arco parlamentario se diga ni mu. 

 

Solo puedo pensar que un pueblo que niega su pasado, con sus aciertos y fracasos, que permite la pérdida de la conciencia de sí mismo, a base de renunciar y repartir entre los nacionalistas una competencia estatal y estratégica como debe ser la Educación ligada a la conciencia  de nosotros mismos, la identidad, pilar del componente moral que empuja a la sociedad, y como en nuestro caso que permanece adormecida en una amnesia inducida con la memoria histórica secuestrada, asesinada, o  usando un término de la nouvelle cuisinedeconstruida, está condenada a su autodestrucción. No hace falta que le recuerde que sólo de puede luchar por algo que se ama, amar algo que se respeta y respetar algo que se conoce, y de eso van estas líneas, de conocer nuestro legado, del que emanan los Valores sociales y militares, derivados de los anteriores destilados en el alambique de la Historia, y que nos impulsan a defender España y dar la vida por ella ni se nos requiere. Espero señor Romero le puedan ser de utilidad estas líneas escritas desde el amor hacia nuestra Historia, pues si usted eligió la carrera de las armas estoy seguro de que lo hizo por amor a España, y no por dinero o por mandar a otros, por servir y no servirse de otros para trepar,  y ese amor se basa en lo que diferencia a un mercenario de un soldado, y es precisamente el cuidado, respeto, estudio y difusión de esa Historia de la que emanan los Valores, esa Historia que otros construyeron antes que nosotros entre los que se encuentran miles de vascos y navarros que sirvieron y engrandecieron España desde dentro y desde fuera de la milicia, lejos de una historia de opresión, pues vascos y navarros al igual que catalanes han sido arquitectos voluntarios de España. 

 

¡Viva España! ¡Viva Navarra! ¡Viva Vascongadas! ¡Viva el Rey! 

José Crespo

José Antonio Crespo-Francés. Soldado de Infantería Española, Doctor en Artes y Humanidades. Enamorado de Aranjuez la ciudad donde vivo, Colaborador en radio y publicaciones electrónicas, autor de trabajos históricos dedicados al Servicio Militar y Valores, y a personajes en concreto como Juan de Oñate, Vázquez de Coronado, Blas de Lezo o Pedro Menéndez de Avilés y en general a Españoles Olvidados en Norteamérica y Españoles Olvidados del Pacífico. Rechazo la denominación de experto, prefiero las de "enamorado de" o "apasionado por". Si Vis Pacem Para Bellum

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