Muere Constantino de Grecia a los 83 años: los detalles más importantes de su vida
Muere Constantino, el último rey de Grecia: exilio, romances y una eterna esperanza
FAMILIA REAL GRIEGA

Muere Constantino, el último rey de Grecia: exilio, romances y una eterna esperanza

Vivió en su infancia el exilio de la familia en Sudáfrica y El Cairo. Creció y se formó en Grecia. Hermano menor de la reina Sofía, no había cumplido los siete años cuando ya era el heredero

Foto: Constantino de Grecia, en 2014. (EFE/Juan Carlos Hidalgo)
Constantino de Grecia, en 2014. (EFE/Juan Carlos Hidalgo)

Tras varias semanas de preocupación por su estado de salud, a las 22 de la noche del 10 de enero se ha confirmado la muerte de Constantino de Grecia, hermano de la reina emérita Sofía, a los 82 años de edad. El último rey de Grecia, Constantino II, albergó siempre la esperanza del regreso de la monarquía a su país. Él mismo se vio de nuevo en el trono en 1974. Parecía inminente. Pero sorprendentemente se frustró. En aquel momento, tras la gran desilusión personal y familiar, el aún joven rey en el exilio tuvo que reciclarse y empezar a ‘pensar’ a medio y largo plazo. La esperanza de Tino, su apelativo familiar, fue inalterable. Tenía razones para ello.

Foto: Constantino de Grecia, en una imagen de archivo. (EFE/Juan Carlos Hidalgo)

Pon un lado, la propia historia —breve e intensa— de la casa Glücksburg en Grecia, que llegó al país procedente de Dinamarca (1863) gracias a un referéndum. Entre 1920 y 1974, Grecia celebró siete consultas más, seis de ellas para desterrar o reclamar al monarca de turno, desde Constantino I (1920) hasta su nieto Tino, el sexto y último rey de la dinastía (que se exilió con su familia en 1967, aunque la monarquía se abolió en 1973).

placeholder Constantino de Grecia.
Constantino de Grecia.

De amores y sufrimientos al ‘Si’ de Kipling

Por otro lado, debido a la potencia de las dos grandes ideas que guiaron a la monarquía griega y que interiorizó, sin duda, Constantino II: “Mi fuerza es el amor del pueblo” (lema del escudo de armas del primer rey de la dinastía, Jorge I); y “Recuerda siempre que es preferible que sufra el Rey a que los sufrimientos caigan sobre la Nación” (recomendación de cada uno de los reyes de la dinastía a su heredero). Y en tercer lugar, seguro, por las ocasiones en las que su padre, el rey Pablo, le recordó la línea argumental de los 32 versos del ‘Si’ de Kipling, poema de enorme y prolongado éxito en la cultura británica desde primeros de siglo pasado…

Foto: Constantino y Ana María de Grecia, en una imagen de archivo. (Reuters)

“Si puedes mantener la cabeza en su sitio cuando los que te rodean / la han perdido y te culpan a ti. / Si puedes seguir creyendo en ti mismo cuando todos dudan de ti, / pero también aceptar que tengan dudas. (…) Yours is the Earth and everything that's in it, / And —which is more— you'll be a Man my son! (Tuya es la Tierra y todo lo que hay en ella, / y —lo que es más—: ¡serás un Hombre, hijo mío!).

placeholder Marie-Chantal y Pablo, en las bodas de oro de Constantino y Ana María de Grecia. (Getty)
Marie-Chantal y Pablo, en las bodas de oro de Constantino y Ana María de Grecia. (Getty)

Sobrino de rey, hijo de rey, hermano de reina

Constantino de Grecia y Dinamarca nació (2 de junio de 1940) en el domicilio familiar del príncipe Pablo y la princesa Federica de Hannover, una casa de dos plantas situada en Psychico (norte de Atenas), donde residían las familias de los grandes empresarios y banqueros griegos. Vivió en su infancia el exilio de la familia en Sudáfrica y El Cairo (1941-1946), debido a la invasión de las tropas del Eje (II Guerra Mundial). Sin embargo, Tino crece y se forma en Grecia, sobre todo como militar, siendo sobrino de rey (Jorge II, hasta 1947) e hijo de rey (Pablo I, entre 1947 y 1964).

Foto: La reina Sofía y Constantino, en Atenas en 2020. (EFE/Alexandros Vlachos)

Hermano menor de Sofía (posteriormente Reina de España) y primer hijo varón, no había cumplido los siete años cuando ya era el heredero del trono (diádocos), asunto que inicialmente no encajó muy bien la pequeña Sofía (dos años mayor).

placeholder La reina Sofía junto a sus padres y sus hermanos menores, Constantino e Irene en 1950. (Getty)
La reina Sofía junto a sus padres y sus hermanos menores, Constantino e Irene en 1950. (Getty)

¿Extranjero en su tierra?

Fue educado para ser rey de Grecia y, en los años 50 y 60 del siglo pasado, esto significaba que Tino debía adquirir un acentuado sentido de servicio a sus compatriotas, como así fue. Pero cierto y verdad es, también, que siempre fue consciente de que muchos de ellos seguían considerando extranjeros a todos los miembros de la familia real.

Destacó como deportista, en particular en el equipo de vela de Grecia. Y sobre todo por la medalla de oro lograda en los Juegos Olímpicos de Roma (1960), escenario y momento —por cierto— en el que progresaron mucho las relaciones entre su hermana mayor, Sofía, y el príncipe Juanito, hijo de un rey sin trono y educado por un régimen militar dictatorial con modelo de gobierno propio.

placeholder Constantino de Grecia, con su nieta Olympia. (Redes)
Constantino de Grecia, con su nieta Olympia. (Redes)

Muchos romances y una única decisión

Durante su juventud se le atribuyeron un buen número de romances con jóvenes de la aristocracia, como la condesa rusa Xenia Sherementev o las princesas Desiré y Birgitta de Suecia, así como actrices de renombre (Aliki Vugiouklaki, muy popular en Grecia) o la mismísima Elizabeth Taylor.

Tino se enamoró de la hija pequeña del rey Federico IX de Dinamarca, Ana María, hermana de la reina Margarita II. Ambos se conocieron en 1959, cuando ella tenía tan solo 13 años. Y se comprometieron secretamente dos años después, a la espera de que Ana María cumpliera los 18 años (1964) para formalizar su compromiso y anunciar la fecha de la boda.

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Rey antes de cumplir los 24 años

El año 1964 fue muy especial para Grecia. Fue un año de cambios y relevos, alguno de ellos de gran trascendencia en el futuro. En marzo falleció el rey Pablo I, dando paso (‘¡El rey ha muerto, viva el rey!’) al diádocos, Constantino II, que contrajo matrimonio en septiembre ese mismo año con Ana María de Dinamarca, convirtiéndose en reina de Grecia.

Foto: El rey Juan Carlos, en una imagen de archivo. (Getty)

Y fue muy relevante, también, la consolidación del ya experimentado Georgios Papandreu, abanderado del ala liberal-republicana, que ya había sido primer ministro en 1944 con el rey Jorge II. El ascenso en las urnas de Papandreu suponía el regreso a la alternancia en el poder, después de casi una década de gobiernos dirigidos por Constantinos Karamanlis, líder del partido conservador-monárquico.

placeholder Un joven Constantino en 1960.
Un joven Constantino en 1960.

Fue el rey Pablo quien había impulsado la figura política de Karamanlis y en quien se apoyó después como primer ministro (1955-1963). Pero el entendimiento entre ambos se deterioró progresivamente. Karamanlis, sin el apoyo del rey y harto de la reina Federica, dimitió en 1963 y trasladó su residencia a París. Parece evidente que las intromisiones de la reina no se produjeron solo durante el reinado de su hijo Tino…

placeholder Constantino de Grecia, en 1998. (Getty)
Constantino de Grecia, en 1998. (Getty)

Más inestabilidad e inicio del ‘juego de golpes’

El joven rey Constantino, que conocía bien la complejidad de la política interna griega, no gozaba ni de la autoridad ni de la experiencia de su padre. Aunque sí quiso ejercer la misma autoridad del rey Pablo. Quizá por ello cometió tantos errores en tan corto espacio de tiempo. Protagonizó el conocido como ‘golpe real’, consecuencia de su desentendimiento con el primer ministro Papandreu, que se vio obligado a dimitir en 1965. Aunque, en contra de lo habitual, el rey no quiso convocar elecciones. Nombró a un nuevo primer ministro, del partido conservador, que no logró el respaldo del Parlamento. Y luego a cuatro más en menos de dos años.

La inestabilidad había superado todos los límites. Y en 1967 se produjo el conocido como ‘golpe de los coroneles’, que abrió un periodo de dictadura militar, inicialmente aceptada por el rey. En diciembre de ese mismo año 1967, el rey Constantino quiso liderar un movimiento militar que recuperase el orden constitucional. Pero fracasó. Se había instalado en el norte de Grecia con su familia (ya habían nacido Alexia y Pablo) y algunos mandos militares afines. Y desde allí, en lugar de regresar a Atenas triunfante —como preveía—, tuvo que viajar a Roma, porque las fuerzas que se desplazaban a su encuentro tenían el mandato de apresarle.

placeholder Constantino de Grecia. (EFE)
Constantino de Grecia. (EFE)

Un exilio más, el más largo de toda la dinastía

Así comenzó el enésimo exilio de la familia real griega, aunque este tendría un final muy distinto. A diferencia de sus predecesores, Constantino II jamás regresó a Grecia como rey. Contra todo pronóstico, efectivamente, porque la junta militar mantuvo la monarquía como forma de gobierno hasta 1973, aunque había diseñado la figura de un rey sin poder en un régimen dictatorial. Y Constantino no lo aceptó.

Sin embargo, aunque los militares convirtieron a Grecia en una república con un gran apoyo popular, en 1973, los graves acontecimientos de 1974 en Chipre (que culminaron con la invasión de Turquía) provocaron la caída del régimen militar. En esas mismas fechas (julio de 1974) regresó al país Constantinos Karamanlis para hacerse cargo de un gobierno provisional, hasta la celebración de nuevas elecciones, que tendrían lugar en noviembre.

placeholder Constantino de Grecia. (Getty)
Constantino de Grecia. (Getty)

En 1974 era casi oficial que el rey volvía a Grecia

Karamanlis, que había sido muy crítico —desde París— con los gobiernos de la dictadura militar y que se había pronunciado abiertamente a favor del regreso del rey —símbolo de la legalidad—, formaba parte de un plan para la estabilización política de Grecia del que participaba el rey Constantino. Y contaba con el apoyo de distintas potencias, como Francia, Reino Unido y —sobre todo— Estados Unidos, que fue la nación con más influencia en Grecia desde la II Guerra Mundial. Mientras Karamanlis viajaba a Grecia en un avión francés, el rey Constantino hacías las maletas en Londres, donde residía tras su breve paso por Roma en 1968.

Su regreso a Grecia formaba parte del mismo plan. Pero Karamanlis aconsejó al rey que esperara, por prudencia. Había que derogar la Constitución de la breve república militar y recuperar la de 1952, que sí contemplaba la monarquía como forma de gobierno. Había que eliminar resistencias. Había que convocar elecciones… Y luego, además, lo que hizo fue pedir a la población que eligiera entre monarquía o república.

placeholder Constantino II de Grecia, en 1961 junto a su hermana Sofía y su futuro cuñado Juan Carlos durante el anuncio del compromiso matrimonial de estos últimos.
Constantino II de Grecia, en 1961 junto a su hermana Sofía y su futuro cuñado Juan Carlos durante el anuncio del compromiso matrimonial de estos últimos.

El indignado relato de la reina Sofía

La reina Sofía contaba este episodio, en 1996, con rabia e indignación: “Karamanlis engañó al rey Constantino. Traicionó su confianza. Se presentó en Grecia como el salvador de la legalidad. Usurpó para él el papel que correspondía al rey. Se pasó del monarquismo al republicanismo. Dio instrucciones bajo cuerda a todos sus colaboradores, y a los ministros de su gobierno, para que votasen a favor de la república (…). No jugó limpio. No dejó margen de tiempo para que los monárquicos se organizaran. Él quería ser como De Gaulle, presidente de una república. Y no paró hasta conseguirlo”.

Karamanlis se consolidó, en efecto, como primer ministro y aceleró los trámites para proclamar la república y hacerse con la presidencia. Y el rey y su familia se quedaron en el confortable barrio londinense de Hampstead, donde residían desde 1969.

placeholder La reina Sofía, Irene de Grecia y el rey Constantino. (Gtres)
La reina Sofía, Irene de Grecia y el rey Constantino. (Gtres)

Contra la simpatía popular, la nacionalización

No se apagó la llama de la esperanza. El rey Constantino se ha mantenido siempre alerta y en línea permanente con un sector de la población griega. Y generalmente, con buenas impresiones sobre el relativo apoyo de la población a la monarquía. En 1981 lo pudo comprobar, en directo, con motivo de la reunión de la familia en Tatoi para celebrar el entierro de la reina Federica. Y en 1993 palpó la simpatía de los griegos durante el viaje que realizó por el país.

placeholder El rey Constantino de Grecia, con su esposa Ana María y sus hijos Alexia, Pablo, Nicolás, Teodora y Felipe.
El rey Constantino de Grecia, con su esposa Ana María y sus hijos Alexia, Pablo, Nicolás, Teodora y Felipe.

Bien es cierto que las autoridades castigaron severamente a la familia real, en 1994, nacionalizando todos sus bienes… Aunque no es menos cierto que, tras esa decisión, la batalla legal que encabezó el propio rey Constantino culminó a su favor, cuando el Tribunal de Estrasburgo dictó sentencia y cuantificó la indemnización, en 2002. Y la familia comenzó a acariciar la idea de instalarse de nuevo en Grecia… Poco a poco. Primero, durante los veranos, en una casa alquilada en la costa, al sur del Peloponeso, en Porto Heli. Más tarde, mediante estancias más prolongadas.

Y desde 2013, coincidiendo con el 150 aniversario del inicio de la dinastía, Constantino II y su esposa Ana María ya residían permanentemente en Grecia… La llama de la esperanza seguía viva. Hasta este martes, 10 de enero de 2023, en el que ha fallecido tras sufrir un grave derrame cerebral.

Tras varias semanas de preocupación por su estado de salud, a las 22 de la noche del 10 de enero se ha confirmado la muerte de Constantino de Grecia, hermano de la reina emérita Sofía, a los 82 años de edad. El último rey de Grecia, Constantino II, albergó siempre la esperanza del regreso de la monarquía a su país. Él mismo se vio de nuevo en el trono en 1974. Parecía inminente. Pero sorprendentemente se frustró. En aquel momento, tras la gran desilusión personal y familiar, el aún joven rey en el exilio tuvo que reciclarse y empezar a ‘pensar’ a medio y largo plazo. La esperanza de Tino, su apelativo familiar, fue inalterable. Tenía razones para ello.

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