15 de noviembre de 1884: se inaugura la conferencia de Berlín sobre el reparto de África - El Orden Mundial - EOM
15 de noviembre de 1884

15 de noviembre de 1884: se inaugura la conferencia de Berlín sobre el reparto de África

En vista de la competición geopolítica que anticipaba la expansión europea por África durante el siglo XIX, el canciller alemán Otto von Bismarck organizó la conferencia de Berlín. Entre 1884 y 1885, las potencias europeas acordaron una serie de principios para colonizar el continente, que acabaron dominando casi por completo.
15 de noviembre de 1884: se inaugura la conferencia de Berlín sobre el reparto de África
Representación de la conferencia de Berlín en el 'Illustrirte Zeitung'. Fuente: Wikimedia Commons

Hasta mediados del siglo XIX, África era un continente prácticamente inexplorado para los europeos. Aparte del norte, los marinos y comerciantes se habían limitado a sus costas, cuya población nutría con esclavos el comercio triangular del Atlántico. Con los años, misioneros y exploradores se adentraron en el África subsahariana, encontrando nuevas rutas, culturas y valiosos recursos naturales. Las riquezas que ofrecían estos territorios atrajeron a las potencias europeas, que no tardaron en organizar campañas imperialistas para explorarlos. 

Por miedo a que la creciente competición geopolítica entre los imperios europeos derivase en conflicto, el canciller alemán Otto von Bismarck organizó la conferencia de Berlín, con el objetivo de regular la conquista y colonización del continente. Así, desde el 15 de noviembre de 1884 hasta el 26 de febrero de 1885, los representantes de Alemania, Bélgica, España, Francia, el Reino Unido, Portugal, Italia, Dinamarca, Países Bajos, Estados Unidos, Rusia, Suecia, Noruega y los Imperios otomano y austro-húngaro se reunieron en la capital del país germano y acordaron el llamado “reparto de África”, sin contar con representantes africanos. 

Normas para el imperialismo

El acuerdo resultante de la conferencia de Berlín estableció principios fundamentales, en forma de declaración o ley, para regular el desarrollo del comercio y la “civilización” del continente. En primer lugar, las potencias declararon las cuencas de los ríos Congo y Níger, es decir, el río principal y sus afluentes, una zona de libre navegación y comercio. De este modo, nadie podía impedir el paso de un barco o imponer aranceles a sus mercancías, ni siquiera durante una guerra, y los territorios de la cuenca del Congo pasaron a ser neutrales, con una comisión internacional para administrarla. Francia y el Reino Unido, por su parte, serían los responsables de asegurar la libre navegación en el río Níger. 

En segundo lugar, las potencias europeas prohibieron la esclavitud y el comercio de esclavos, lo que no impidió que se explotase y maltratase a la población local. Asimismo, establecieron el principio de ocupación efectiva, que los países debían demostrar para poder declararse soberanos de un territorio. Consistía en aportar pruebas de su presencia continuada, por ejemplo, con nacionales que hubiesen izado su bandera, implementado una administración o llegado a acuerdos con líderes locales. En los años posteriores a la conferencia, las potencias europeas se repartieron el continente ya sobre el terreno.

El reparto también buscaba que los imperios no tuvieran posesiones demasiado extensas o contiguas, por lo que todas acabaron taponadas por las de otros. El Reino Unido y Francia fueron las potencias más beneficiadas, con zonas de influencia más amplias de norte a sur en el oriente del continente y en África occidental, respectivamente. Alemania obtuvo territorios en los actuales Camerún, Tanzania o Togo, Portugal en Angola y Mozambique; Italia en parte de Libia, Somalia y Eritrea, y España en el Sáhara Occidental, parte de Marruecos y enclaves en la costa occidental. Por su parte, el rey de Bélgica, Leopoldo II, se reafirmó como propietario a título personal del Congo.  Al comienzo de la Primera Guerra Mundial, excepto Liberia y Etiopía, todo África ya pertenecía a las metrópolis europeas. 

Una nueva era geopolítica, el legado del África colonial

La conferencia de Berlín no solo no frenó la competición geopolítica, sino que le dio alas, inaugurando la “era de los imperios”, en la que el imperialismo europeo se extendió por África y Asia. Tampoco impidió el conflicto: en 1898, por ejemplo, el Reino Unido y Francia protagonizaron el incidente de Fachoda, en el actual Sudán del Sur, donde chocaron en sus intentos por conectar sus respectivas zonas de influencia, y en 1911 Italia arrebató Libia a los otomanos. El control colonial tampoco permaneció inmutable, ya que tras la Primera Guerra Mundial Alemania fue despojada de sus posesiones en favor de Francia y el Reino Unido. 

Sin embargo, el impacto más importante de la conferencia de Berlín se hizo patente con la descolonización después de la Segunda Guerra Mundial. La división colonial se había hecho atendiendo a los intereses europeos y sin tener en cuenta la distribución étnica, lingüística y cultural previa. Las décadas de dominación imperialista dejaron sociedades mixtas y desiguales, por lo que la viabilidad de Estados independientes y democráticos se hizo muy complicada. Muchos problemas actuales de estos países, como la pobreza, los conflictos étnicos o la falta de oportunidades, se explican en parte por su pasado colonial.

Alba Leiva

Madrid, 1997. Redactora en El Orden Mundial. Graduada en Relaciones Internacionales por la Universidad Complutense y Máster en Geopolítica y Estudios Estratégicos por la Universidad Carlos III. Me interesa la política internacional, la geopolítica de los recursos, las nuevas tecnologías y la cultura.

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