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El burgomaestre que se ufana de parar a la ultraderecha pero se alinea con ella si es turca

El alcalde de Saint-Josse decidi� prohibir la celebraci�n de unas jornadas de grupos conservadores, con algunos ponentes de simpat�as ultraderechistas

El alcalde de Saint-Josse, Emir Kir, durante una entrevista.
El alcalde de Saint-Josse, Emir Kir, durante una entrevista.Getty
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En 2010 y 2020, cuando se batieron los r�cords de un pa�s en funciones sin capacidad ni prisa para formar Gobierno (589 y 652 d�as respectivamente), el mundo entero descubri� las particularidades federales del sistema pol�tico belga. En 2016, en la oscura �poca de los salvajes atentados terroristas, el mundo entero alucin� con las particularidades del sistema judicial y los problemas de comunicaci�n entre las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado. Y supo de la existencia de comunas tan famosas como Molenbeek. Ahora, en 2024, el resto del planeta ha profundizado en uno de los aspectos m�s singulares y turbios del (auto)gobierno regional y sobre todo municipal: los burgomaestres.

La semana pasada, Emir Kir, el burgomaestre o alcalde de Saint-Josse, una de las 19 comunas de Bruselas, decidi� prohibir la celebraci�n de unas jornadas de grupos conservadores, con algunos ponentes de simpat�as ultraderechistas. La pol�mica fue inmensa porque entre los oradores hab�a primeros ministros como Viktor Orban, candidatos como el franc�s �ric Zemmour, la ex ministra brit�nica Suella Braverman y eurodiputados con cientos de miles de seguidores. El alcalde adujo razones se seguridad, pero los motivos para ese "ataque inconstitucional a la libertad de expresi�n", en palabras del enfurecido primer ministro, eran dos bien diferentes: el cord�n sanitario y la campa�a electoral.

B�lgica celebra elecciones regionales y federales junto a las europeas, en menos de dos meses. Y los burgomaestres, figuras muy populares, cercanas, mezcla entre alcaldes de ciudades peque�as y concejales de barrios muy activos, est�n en modo batallero. Kir se ha llevado la fama y las cr�ticas, pero hubo otros dos que ya se hab�an encargado, con presiones nada sucintas, de que las jornadas y mesas redondas no se celebraran en hoteles o recintos de sus barrios.

De Wolf es alcalde desde 1992, una minucia si se compara con Claude Eerdekens, que lleva 52 a�os en su puesto (Seilles y Andenne ). El propio Kir, hijo de mineros que emigraron a Charleroi, lleva al frente de Saint-Josse, la zona turca de Bruselas, desde 2012. Y es gracioso que se haya convertido en un escudo contra la ultraderecha, porque hace no tanto fue expulsado del Partido Socialista por sus v�nculos con las fuerzas nacionalistas turcas y por recibir a una serie de alcaldes de un partido ultraderechista de all�, rompiendo precisamente el cord�n sanitario. Adem�s, lleva dos d�cadas diciendo que no hubo un genocidio armenio y ausent�ndose del Parlamento cuando hay minutos de silencio (si bien acab� votando la declaraci�n al ser obligado).

Pero m�s all�, lo incre�ble por encima de personajes larger-than-life de verdad es la pol�tica municipal. Los burgomaestres tienden a hacerse fuertes mediante pactos, estratagemas y clientelismo sist�mico usando trabajos, ayudas p�blicas o vivienda de protecci�n oficial. E incluso con las comunidades identitarias. Lo hizo especialmente bien, o mal, seg�n se mire, el legendario Philippe Moureaux en Molenbeek, fortaleza socialista (�l estuvo dos d�cadas y ahora est� su hija, tras un breve lapso). Los adjetivos cl�sicos son favoritismos, amiguismo, clientelismo... en un pa�s que es un pueblo. Todos se conocen, todos se ayudan y rara vez cambia algo porque hay bot�n para casi todos.