Godzilla y Kong: El nuevo imperio (2024), de Adam Wingard

La organización Monarc sigue monitorizando a los titanes expandidos por el territorio terrestre, como Godzilla, que se ha dormido en el Coliseo de Roma, y King Kong, que busca comida en su hábitat natural, en la Isla Calavera, aunque se le ha picado una muela, por lo que Trapper, veterinario de la institución, le somete a una intervención. La doctora Illene Andrews, alto cargo de Monarc, adoptó a Jia, la pequeña superviviente de la etnia Iwi, que puede comunicarse con el gigantesco gorila. Pero Andrews detecta una extraña comunicación que viene de la Tierra Hueca, mundo antediluviano del interior de nuestro planeta donde habitan los monstruos, así que organizará una expedición en busca de respuestas, en la que la acompañarán Trapper, Jia, el podcaster conspiranoico Bernie Hayes, y Mikael, piloto del vehículo volador que les transportará.

Quinta entrega del denominado “Monsterverse”, de Legendary para Warner Bros., tras Godzilla (2014), Kong: La isla calavera (2017) y Godzilla: rey de los monstruos (2019) y Godzilla vs. Kong (2021). Repite el director de esta última, Adam Wingard, lo que no resulta sorprendente al haber logrado la hazaña de que fuera rentable pese a haber sido estrenada justo después del confinamiento por el coronavirus, época en la que la gente más se resistía a acudir a los cines, y a que en Estados Unidos debutó simultáneamente en HBO Max.

Quedarán contentos quienes busquen secuencias de monstruos peleando entre ellos, o destruyendo localizaciones emblemáticas, en Roma, Cádiz, Gibraltar y Río de Janeiro. Desde luego los efectos especiales deslumbran, se nota que se han utilizado las últimas tecnologías, y que no se ha escatimado en dinero. En el tramo final se acumulan tantos planos de peleas CGI que el film recuerda por desgracia a las peores entregas de la saga Transformers, con interminables batallas y destrucciones. Abundan eso sí las referencias a los Kaiju eiga, monstruos gigantes procedentes del país del sol naciente y aledaños, con apariciones de Mothra y otras referencias a este tipo de películas.

De esta forma queda muy en segundo plano la trama humana, más hueca que la tierra que visitan los protagonistas. Aunque al principio la cosa promete, al final queda claro que los actores de carne y hueso han quedado relegados a mera comparsa, más que nunca, y eso que hacen lo que pueden por salvar el carro. Repite Rebecca Hall, tan eficaz como siempre, otra vez como la doctora con gran instinto maternal Andrews, y la ya no tan niña Kaylee Hottle como Jia, su hija adoptiva. También está presente el graciosete Brian Tyree Henry en la piel de Bernie Hayes. Se incorpora al reparto Dan Stevens, que aporta cierto carisma a Trapper, aunque ha recibido la instrucción de que imite al milímetro a Harrison Ford como Han Solo, con alguna frase propia del contrabandista espacial en los diálogos.