John Huston forjó una de las carreras realizadoras más sólidas en sus poco más de 45 años de trayectoria. Tuvo una ópera prima de ensueño que se mantiene entre los debuts más brillantes del cine; encabezó algunos de los grandes clásicos de todos los tiempos; y se dio el lujo de ayudar a su padre y su hija a hacerse con respectivos Premios de la Academia en categorías histriónicas.
Celebramos la grandeza de John Huston con un recuento de sus mejores películas.
Escape a la victoria (Dir. John Huston, 1981)
Sólo un genio creativo como John Huston podía fusionar el bélico y el deportivo para dar una de las películas más fascinantes de la II Guerra Mundial. La cinta aprovecha la leyenda del “Juego de la Muerte”, sobre el Dynamo de Kiev fusilado tras derrotar a un equipo alemán en un encuentro celebrado durante el conflicto bélico, para narrar la historia de un grupo de prisioneros obligados a jugar un partido de exhibición ante un rival germano. El grupo, que combinó actores como Sylvester Stallone y Michael Caine con jugadores de alto nivel como Osvaldo Ardiles, Bobby Moore y Pelé, deben decidirse entre una victoria que eleve la moral y derrote simbólicamente al régimen nazi, pero que bien podría costarle la vida. No ganó grandes premios y fue tibiamente recibida por la crítica que le considera una de las películas más endebles del cineasta, pero ocupa un lugar de honor entre las audiencias y muy especialmente entre los aficionados del futbol que a la fecha aplauden sus metáforas deportivas.
Annie (Dir. John Huston, 1981)
Quizás el título más peculiar de John Huston, quien luego de forjar una carrera sobre el drama y la aventura, incursionó en el musical con una adaptación de la puesta en escena homónima que aborda los esfuerzos de una huérfana ansiosa por hacerse con una familia. Este abrupto cambio de estilo resultó en opiniones encontradas de la crítica, pues mientras algunos aplaudieron la emotividad del filme y la efectividad con la que traslada la obra teatral a la pantalla, otros juzgaron duramente la manera en que abordaba la orfandad. Aunque esto le colocó entre los filmes peor evaluados del cineasta, no tuvo problemas para conquistar a las audiencias que le posicionaron entre los títulos más queridos y taquilleros de su tiempo, así como entre los mayores clásicos del cine musical apoyado por su canción insignia de Tomorrow. Su éxito fue tal que inspiró una adaptación impresa de Marvel Comics, una secuela tardía (1995) y dos nuevas adaptaciones (1999; 2014), ninguna de las cuales gozó de gran aceptación entre las audiencias.
El cielo fue testigo (Dir. John Huston, 1957)
La II Guerra Mundial ha servido de inspiración para incontables películas, siendo El cielo fue testigo una de las más inusuales. La adaptación a la novela de Charles Shaw aprovecha el conflicto bélico como punto de partida para mostrar el encuentro de un marino norteamericano que sobrevivió a un ataque enemigo para llegar a una isla nipona habitada por una religiosa pendiente de hacer sus votos. La compañía será clave para afrontar la soledad y el miedo, pero con el tiempo resultará en una serie de tentaciones para ambos personajes. La destreza de Huston y el talento histriónico de Deborah Kerr fueron fundamentales para que una trama sumamente controvertida evitara la censura de la época e incluso se hiciera con dos nominaciones al Oscar: una para la actriz y la otra para el creativo en la terna de Mejor guion adaptado.
Moby Dick (Dir. John Huston, 1956)
La obra maestra de Herman Melville y considerada uno de los puntos más altos de la literatura estadounidense saltó con grandeza a la pantalla grande bajo las órdenes de John Huston, quien fuera apoyado por las dotes narrativas de Ray Bradbury en el guion y por el siempre talentoso Gregory Peck en el rol estelar del capitán Ahab. El cineasta solía calificarla como la película más desafiante en toda su filmografía porque no se limitaba a la exploración de dilemas humanos, en este caso las obsesiones de su personaje central durante su travesía marítima, sino porque su producción implicó algunos de los efectos visuales más avanzados de su tiempo. Aunque nunca ha sido vista como una obra cumbre en la filmografía del realizador, sí que es una de las cintas que más reconocimientos individuales le valió, como los premios a mejor director del National Board of Review y los New York Film Critics Circle Awards, así como la nominación al Sindicato de directores.
El honor de la familia Prizzi (Dir. John Huston, 1985)
John Huston trasladó su experiencia en el cine criminal a la comedia negra para abordar una serie de enredos al interior de una familia de mafiosos. Representó el reencuentro del creativo con Jack Nicholson luego de que ambos compartieran créditos histriónicos en Chinatown y no tardó en posicionarse entre las cintas más icónicas de ambas partes con respectivas nominaciones al Premio de la Academia. La del cineasta resultó especialmente memorable, ya que representó su última aparición en la terna de Mejor director y el rompimiento de un récord como el más veterano en competir por la categoría. No menos destacado fue el caso de Angelica Huston, hija del propio realizador y quien fuera galardonada con el Oscar a Mejor actriz de reparto por su atinada interpretación de la hija del líder criminal, obsesionada con el principal asesino de la organización.
Ciudad dorada (Dir. John Huston, 1972)
Luego de una serie de altibajos, John Huston parecía retomar su mejor nivel con Ciudad dorada, donde trasladó su experiencia en el noir al drama deportivo para abordar la historia de un boxeador veterano que anhela regresar a sus viejas glorias tras conocer a una joven promesa, ignorante de que sus esfuerzos se verán entorpecidos por toda clase de adversidades. A diferencia de otras cintas pugilistas posteriores, como Rocky (1976) o El campeón (1979), Ciudad dorada no apela al heroísmo logrado con victorias improbables, sino al drama de una práctica que puede ser devastadora para los que desean llegar a lo más alto.
Desde ahora y para siempre (Dir. John Huston, 1987)
Última película de John Huston, que inspirada en el relato Los muertos de la colección Dublineses de James Joyce, se desarrolla en una cena navideña de inicios de siglo XX dominada por una serie de revelaciones sobre el amor, la vida y la muerte. A diferencia de los títulos más icónicos del cineasta, su argumento no es dominado por la tragedia, sino por la calidez humana, lo que resulta en reflexiones muy distintas a las ofrecidas a lo largo de su obra, lo que suele ser atribuido a su avanzada edad que le obligó a dirigir desde una silla de ruedas y la certeza de que el fin de sus días estaba cada vez más cerca. Estrenó tres meses después del fallecimiento del realizador y fue acreedora de varios reconocimientos alrededor del mundo, incluyendo dos Premios de la Academia. Un título clave con el que selló su retorno a lo más alto hacia el final de su obra y brindó un cierre perfecto a una de las carreras realizadoras más brillantes de todos los tiempos.
Bajo el volcán (Dir. John Huston, 1984)
Una de las joyas tardías en la carrera de John Huston y que resultó determinante para repuntar hacia los últimos años de su vida. La cinta adapta la novela en que Malcolm Lowry relata las últimas 24 horas de vida de Geoffrey Formin, cónsul británico en México con problemas de alcoholismo, durante el Día de Muertos de 1938. Siempre fiel a su estilo, el cineasta aprovechó el talento de su elenco, en este caso encabezado por Albert Finney, para abordar la desesperanza de un hombre rendido y los esfuerzos por salvarle de todos aquellos que le rodean. Su labor histriónica fue reconocida con una nominación al Oscar como Mejor actor. La cinta también representó el último rodaje del cineasta en territorio mexicano, esta vez en Morelos, sellando así el enorme cariño que siempre sintió por nuestro país.
La noche de la iguana (Dir. John Huston, 1964)
Adaptación de la obra teatral homónima de Tennessee Williams, sobre un clérigo convertido en guía turístico y cuyas tentaciones se disparan durante un recorrido por playas mexicanas. Fue un éxito en taquilla y un fenómeno en rentas al año siguiente de su estreno, resultado de su estupendo reflejo de los eternos demonios que aquejan a las personas, el brillante elenco encabezado por Richard Burton, Ava Gardner y Deborah Kerr, y los paradisiacos escenarios que convirtieron a Puerto Vallarta en uno de los destinos internacionales más cotizados de su tiempo, lo que años más tarde resultaría en una estatua del cineasta en la ciudad. Se temía que las condiciones climáticas, la soledad de las locaciones y las tensiones del guion provocaran tensiones durante el rodaje, pero el profesionalismo del elenco y los métodos catárticos del director que incluían balas grabadas con los nombres de los actores para ser disparadas cada que hubiera un mínimo problema, garantizaron un ambiente de trabajo relajado. Recibió cuatro nominaciones al Oscar, incluyendo Mejor fotografía en blanco y negro para Gabriel Figueroa, pero ninguna para Huston.
Los inadaptados (Dir. John Huston, 1961)
Arthur Miller escribió Los inadaptados como regalo a su entonces esposa Marilyn Monroe, convencido de que el proyecto le sacaría del doble encasillamiento en que se encontraba, como sex-symbol y referente de la comedia, con un papel de alta carga dramática que le abriría las puertas a otro cine, pero, sobre todo, como un esfuerzo desesperado por solucionar sus problemas conyugales. Hay quienes piensan que estos tristes orígenes sentaron las bases de una producción sustentada sobre el caos y la tragedia: una lucha de egos entre su tercia estelar integrada por Clark Gable, Montgomery Clift y la ya mencionada actriz; un John Huston que llegaba tarde tras pasar la noche en las casas de apuestas de Nevada; y el malestar general de una filmación a casi 40 °C y con algunas escenas equinas de alto riesgo. Esto, aunado a que fue el último filme de Gable y Monroe, ha provocado que algunos la califiquen de película maldita, una etiqueta que ha sido determinante para aumentar su legado entre el público y la crítica que, más allá de su infame recepción en salas, le colocó entre los mejores westerns crepusculares de la historia, disputándose el puesto de honor con Un tiro en la noche (1962) del no menos mítico John Ford.
Mientras la ciudad duerme (Dir. John Huston, 1950)
John Huston no sólo fue responsable de la creación del noir con El halcón maltés (1941), sino de su posterior fragmentación en el subgénero de los atracos con Mientras la ciudad duerme, una de las primeras películas relatada desde la perspectiva de los criminales con una alianza que se va desmoronando cuando los planes por robar una joyería se desmoronan por diversas circunstancias. A la fecha es celebrada por su brillante secuencia de once minutos que presenta uno de los atracos cinematográficos más memorables de todos los tiempos, por ser una de las primeras apariciones de Marilyn Monroe y por su valentía al ser uno de los primeros títulos en demostrar que el mal no siempre paga las consecuencias. Obtuvo cuatro nominaciones al Oscar, incluyendo dos para Huston en las categorías de Mejor director y guion.
Huracán de pasiones (Dir. John Huston, 1948)
Su estreno en 1948 le hizo coincidir y ser opacada por El tesoro de la Sierra Madre, pero no le impidió convertirse en uno de los filmes más brillantes en toda la carrera de John Huston. Adaptación de la puesta en escena homónima, representó la cuarta colaboración entre el cineasta y Humphrey Bogart, pero más importante aún, el retorno de la dupla al cine negro tras su mítica alianza en El halcón maltés (1941). La historia dejó atrás la eterna fórmula detectivesca para seguir a un veterano que viaja al hotel del padre de su amigo caído sólo para descubrir que el sitio ha sido tomado por el crimen organizado, con las tensiones creciendo ante la inminente llegada de un huracán. Todo un clásico del género, aun cuando nunca ha figurado entre las mayores joyas del cineasta.
La reina africana (Dir. John Huston, 1951)
La adaptación de la novela homónima de CS Forester pasó a la historia por distintas razones: fue la penúltima de seis colaboraciones entre John Huston y Humphrey Bogart; la estupenda mancuerna que este último creó con Katharine Hepburn; lo difícil que fue para la actriz soportar la bebida excesiva del director y su coprotagonista; la manera en que el alcohol convirtió a la dupla masculina en los únicos miembros del proyecto que evitaron la malaria, disentería y otros males durante la filmación africana, luego de que el propio actor explicara que su dieta se limitaba a “frijoles cocidos, espárragos enlatados y whiskey. Cada que un mosquito me picaba a mí o Huston caía muerto”. Anécdotas fascinantes sobre un rodaje tortuoso y que elevan aún más el valor de una trama fascinante que combina romance, altas emociones y una buena dosis de humor para dar una película que deambula cerca de la perfección con la historia de un transportista de ginebra persuadido convencido por una misionera para emplear el bote titular y atacar un navío germano en la I Guerra Mundial. Un clásico en toda la extensión de la palabra que fuera reconocido con cuatro nominaciones al Oscar –director, actor, actriz y guion–, pero que sólo obtuvo uno para Bogart, que terminaría convirtiéndose en el único de toda su carrera.
El tesoro de la Sierra Madre (Dir. John Huston, 1948)
Tuvieron que pasar seis años para que John Huston y Humphrey Bogart se reencontraran en su tercera colaboración. La espera valió la pena, pues terminaría convirtiéndose en el título más galardonado del cineasta al ser reconocido con dos Premios de la Academia a Mejor director y guion –los únicos en su carrera– y en una estatuilla muy especial a Mejor actor de reparto para Walter Huston, padre del cineasta. Habría ganado Mejor película de no ser por la grandeza de Hamlet (1948) de Laurence Olivier. Su éxito radica en la atinada adaptación de la novela homónima de B. Traven que resultó en una profunda exploración de la avaricia humana con la historia de tres hombres unidos por la búsqueda de riquezas en territorio mexicano pero que son superados por sus propias ambiciones. Uno de los grandes clásicos de todos los tiempos y cuyo impacto ha resonado por generaciones al influir en creativos de renombre como Paul Thomas Anderson, Sam Raimi y el mismísimo Stanley Kubrick. Su legado incluso trasciende en la cultura popular, luego de que Vince Gillian confirmara que el personaje de Fred C. Dobbs encarnado por Bogart sirvió como fuente de inspiración en la concepción de Walter White.
El halcón maltés (Dir. John Huston, 1941)
La obra de Dashiell Hammett, sobre un detective privado en busca de una codiciada estatuilla, fue adaptada en 1931 y 1936, pero ambas se diluyeron en el tiempo tras la estupenda película de 1941 que pasaría a la historia como la versión definitiva. Este calificativo adquiere más valor al ser la ópera prima de John Huston, quien afrontó el reto con enorme responsabilidad al trabajar meticulosamente en el más mínimo detalle de cada cuadro, lo que resultó en un rodaje fluido y de un presupuesto reducido, pero también en un filme exquisito que sentó las bases del noir, dio el impuso definitivo a Humphrey Bogart e inició una de las carreras realizadoras más brillantes de todos los tiempos. Su legado no quedó plasmado en las grandes premiaciones, ya que sólo recibió tres nominaciones de la Academia en las categorías de Mejor película, guion y actor de reparto, sino en el gusto del público y la crítica que la mantienen entre las grandes obras maestras del cine.
Luis Miguel Cruz Algún día me uniré a los X-Men, la Alianza Rebelde o la Guardia de la Noche. Orgulloso integrante de Cine PREMIERE desde el 2008.
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