esclavitud

John Brown, el controvertido luchador contra la esclavitud

Convertido en el más legendario abolicionista de Estados Unidos, John Brown empleó todos los métodos a su alcance, incluido el derramamiento de sangre, para luchar contra esta lacra social. Héroe para unos y loco fanático para otros, Brown acabó sus días en la horca, en 1859, sin poder ver cumplido su sueño.

Retrato de John Brown realizado aproximadamente entre 1846 y 1847.

Foto: PD

A mediados del siglo XIX, Estados Unidos se hallaba dividido en dos: por un lado se encontraban los estados del norte, donde la esclavitud era ilegal, y por otro los del sur, en los que la esclavitud era la base principal de su economía. En medio de las presiones por parte de los colonos del norte que no querían que en sus territorios se implantara una economía esclavista como la que tenían sus vecinos del sur, apareció un hombre decidido a cambiar las cosas, un comerciante de ganado de Connecticut llamado John Brown que se convertiría en un firme partidario de abolir la esclavitud. Aunque para lograrlo tuviera que utilizar los métodos más violentos.

Derramar sangre, requisito para vencer

Nacido el 9 de mayo de 1800 en la población de Torrington, en el estado de Connecticut, la infancia y juventud de John Brown discurrió como la de un nómada. Viajó por todo el país con su familia y cuando creció trabajó en cualquier oficio que le pudiera reportar cierta estabilidad económica y algo de seguridad. En 1833 se casaría con Mary Ann Day, con quien tendría trece hijos. Pero sería en 1854 cuando la vida de John Brown daría un vuelco. Aquel año, el senador demócrata por Illinois Stephen Douglas promulgó la llamada Acta Kansas-Nebraska, por la cual se formalizaba la creación de dos nuevos estados: Kansas y Nebraska. Lo que no quedaba claro en el acta fundacional era si en aquellos estados de nueva creación iba a estar permitida la esclavitud, puesto que la resolución dejaba en manos de la soberanía popular la decisión final sobre este asunto. Aquella falta de claridad desencadenó graves enfrentamientos armados entre las milicias que estaban a favor de la esclavitud y las milicias que estaban en contra.

Mapa Político Reynold's de EE. UU. de 1856, donde se muestran los estados esclavistas y los no esclavistas. Colección de la Biblioteca del Congreso.

Foto: PD

En 1854 se promulgó el Acta Kansas-Nebraska, por la que se formalizaba la creación de dos nuevos estados: Kansas y Nebraska. Lo que no quedaba claro en el acta fundacional era si en aquellos estados de nueva creación iba a estar permitida la esclavitud.

Así, simpatizantes de ambos bandos se trasladaron a Kansas desde todos los rincones del país para unirse a sus respectivas milicias. Uno de ellos fue John Brown, quien ya era famoso en los círculos abolicionistas por haber ayudando a muchos esclavos fugitivos a escapar desde sus plantaciones hasta Canadá. Pero Brown distaba mucho de ser un pacifista."Sin el derramamiento de sangre no puede haber remisión del pecado", dijo en alguno de los muchos mítines que ofreció con el objetivo de recaudar armas, dinero y apoyos para la causa abolicionista. Brown estaba convencido de que para acabar con la lacra de la esclavitud el único camino posible era la lucha armada, aunque para ello tuvieran que morir "algunas" personas.

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Una visión particular del mundo

Antes de convertirse en el verdadero líder de la causa antiesclavista, Brown se enfrentó a varios grupos favorables a la esclavitud. Indignado con sus defensores, a los que tachó de cobardes, Brown y sus hombres decidieron escarmentar a uno de estos grupos, según sus palabras, de "cazadores de esclavos profesionales y militantes pro-esclavitud". El hecho que convertiría a John Brown en el líder definitivo de la causa abolicionista fue la defensa de la ciudad de Lawrence, que se hallaba asediada por trescientos milicianos proesclavistas que finalmente acabaron tomando la población por la fuerza. En respuesta a aquel acto, durante la noche del 24 al 25 de mayo de 1856, Brown, cuatro de sus hijos y un grupo de colonos acabaron con la vida de cinco militantes proesclavistas en la población de Pottawatomie Creek.

John Brown fotografiado en 1859.

Foto: Cordon Press

El hecho que convertiría a John Brown en el líder definitivo de la causa abolicionista fue la defensa de la ciudad de Lawrence, que se hallaba asediada por trescientos milicianos proesclavistas que finalmente acabaron tomando la población por la fuerza.

Aquel acto contribuyó a que John Brown empezase a ser conocido por utilizar una violencia extrema en defensa de su causa. En efecto, en varios discursos y artículos, Brown aseguraba que la única manera de conseguir la abolición de la esclavitud vigente en los estados del sur era de esta manera. Estaba claro que las ambiciones de Brown iban mucho más allá de la liberación de los esclavos de Kansas. De hecho, lo que pretendía era que los esclavos se alzaran en armas contra sus amos y crear un nuevo estado en el sur donde los afroamericanos pudieran vivir sin miedo a represalias. Brown, calvinista ferviente que llegó a creerse un enviado de Dios, redactó una constitución en la que plasmaba su particular visión del mundo. En ella se incluían ciertas prohibiciones rayanas en el puritanismo más extremo como la "prohibición de la blasfemia, las conversaciones sucias, el comportamiento indecente, la exposición indecente de la persona o las relaciones sexuales inmorales".

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La revolución de Brown

En aquellos momentos, a Brown le consideraban un criminal no solo las autoridades del estado de Missouri, sino también el gobierno Federal, que pusieron precio a su cabeza. A pesar de ello, en muchos estados del norte, Brown era visto como un héroe de la causa afroamericana. A principios de 1859, Brown empezó una gira por los estados del este para recaudar fondos, y en el mes de julio alquiló una granja en la población de Harpers Ferry, en el condado de Jefferson, bajo el nombre de Isaac Smith. Durante su estancia reclutó a varios hombres con la intención de apoderarse del arsenal de armas de la localidad y distribuirlas entre los esclavos para dar inicio de esta manera a su particular revolución. Pero con lo que Brown no contaba es que en Harpers Ferry no había demasiados esclavos por lo que no pudo reunir los suficientes efectivos para dar el golpe.

Durante su estancia en Harpers Ferry, Brown reclutó a varios hombres con la intención de apoderarse del arsenal de armas y distribuirlas entre los esclavos para dar inicio de esta manera a su supuesta revolución.

Ilustración en la que se muestra a John Brown atrapado junto a sus hombres en la armería de Harpers Ferry.

Foto: Cordon Press

A pesar de ello, durante la noche del 16 de octubre de 1859, Brown y sus hombres asaltaron el arsenal. Pero por alguna razón que se desconoce, Brown dejó pasar por la localidad al tren que circulaba a medianoche, algo que a la postre resultaría fatal para sus intereses ya que el conductor dio la alarma. Así, las milicias de Virginia y un grupo de soldados de Washington llegaron al amanecer y cercaron la armería. En aquella crítica situación, Brown se dio cuenta de que los esclavos nunca se alzarían en armas contra sus amos y que muy probablemente nadie saldría con vida de aquella redada. Al amanecer, los soldados irrumpieron en la armería matando a diez de los asaltantes; otros siete fueron heridos y Brown, capturado.

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Juicio y ejecución

El juicio a John Brown no se celebraría hasta una semana después de su arresto. En ese impás, la prensa estadounidense recibió una carta del escritor francés Victor Hugo desde su exilio en Guernsey, una pequeña isla del canal de La Mancha, en la que se postulaba claramente contra la ejecución de Brown: "Políticamente hablando, el asesinato de John Brown sería un pecado incorregible. Crearía en la Unión una fisura latente que a la larga la dislocaría. La agonía de Brown tal vez podría consolidar la esclavitud en Virginia, pero ciertamente sacudiría toda la democracia estadounidense. Guardas tu vergüenza, pero matas tu gloria. Moralmente, parece que una parte de la luz humana se apaga, que la misma noción de justicia e injusticia se esconde en las tinieblas, ese día en el que se vería el asesinato de la Emancipación por la misma Libertad".

Grabado de madera realizado por Thomas Hovenden en 1884 en el que aparece John Brown en su salida hacia el patíbulo.

Foto: Cordon Press

La prensa estadounidense recibió una carta del escritor francés Victor Hugo desde su exilio en Guernsey, una pequeña isla del canal de La Mancha, en la que se postulaba claramente contra la ejecución de Brown.

Los abolicionistas vieron en las cartas del gran autor francés una clara evidencia del apoyo internacional a la causa contra la esclavitud. Pero a pesar de eso, el 2 de diciembre de 1859 John Brown fue ahorcado en la prisión de Charles Town. La mañana de su ejecución, Brown dejó escritas sus últimas palabras, en las que se reafirmaba sin ningún género de dudas en sus creencias: "Yo, John Brown, estoy ahora convencido de que los crímenes de esta tierra culpable nunca serán purgados sino con sangre. Como ahora pienso, en vano me habría engañado a mí mismo creyendo que pudiese llevarse a cabo sin derramamiento de sangre".