La historia de Nerissa y Katherine Bowes-Lyon, las primas con discapacidad de Isabel II que fueron "ocultadas" a la sociedad

La historia de Nerissa y Katherine Bowes-Lyon, las primas con discapacidad de Isabel II que fueron "ocultadas" a la sociedad

La reina Isabel II.
La reina Isabel II.
GTRES
La reina Isabel II.

La muerte de Isabel II a los 96 años ha traído consigo no solo multitud de loas a su desempeño en el trono durante los algo más de 70 años que ha estado en el poder, sino también que vuelvan a salir a la luz algunas de las sombras más oscuras de toda su vida, no solo de su etapa como reina, y de la familia real británica: desde los vídeos en los que, con 7 años, aparece haciendo el saludo nazi puesto que gran parte de su familia apoyaba las ideas de Adolf Hitler, hasta los escándalos de la muerte de Lady Di o la conexión de su hijo favorito, el príncipe Andrés, con el proxeneta y multimillonaria Jeffrey Epstein. Y entre esas historias hay una que llama particularmente la atención: la de dos de sus primas, Nerissa y Katherine Bowes-Lyon.

Esto supuso uno de los momentos más escabrosos de la ya difunta monarca, ya que se descubrió más de 30 años después de que hubiese comenzado la mentira, cuando la prensa británica de 1987 sacó a la luz que la Casa de Windsor había evitado que nadie asociase a estas dos mujeres, discapacitadas, con la soberana: aparecían como fallecidas en el Burke's Peerage, el libro que registra la genealogía de las familias reales y aristócratas de Gran Bretaña e Irlanda.

Y sin embargo ambas seguían vivas desde entonces en una institución para personas con discapacidad y todo había sido un ardid para que permaneciesen escondidas de la opinión pública.

Esto se debe a que eran el resultado de los cruces endogámicos que siempre se han dado entre monarcas para continuar con su linaje. En el caso de las pequeñas Nerissa, nacida en febrero 1919, y Katherine, de julio de 1926, sus padres eran John Herbert Bowes-Lyon, hermano de la reina madre y, por tanto, tío de Isabel II, y de su esposa, Fenella Hepburn-Stuart-Forbes-Trefusis, quienes tuvieron otras tres hijas, muriendo la primera siendo un bebé.

La familia noble de Fenella ya tenía en su árbol genealógico otras mujeres con discapacidades similares (entre ellas, dos de sus sobrinas) y John, a quien solían llamar Jock, había padecido ataques de nervios y neurastenia, todo agudizado cuando fue llamado a filas para la I Guerra Mundial, donde no llegó a entrar en combate por un tiro en el pie que se trató como "accidental".

Once años después de la muerte de su padre en 1930 a causa de una neumonía, Nerissa y Katherine, que hasta entonces habían permanecido en el seno familiar diagnosticadas de "imbeciles" -así, sin tilde, en inglés, la nomenclatura que había de definir en aquella época las enfermedades mentales severas-, fueron internadas una institución de salud mental, el Royal Earlswood Hospital en Redhill, en Surrey.

Era el año 1941. Es importante la fecha por lo que aparecía en el libro Burke's Peerage en su edición de 1963: que Nerissa había muerto en 1940. De Katherine decían que había sobrevivido hasta un par de años antes, 1961.

Sin embargo, en 1987 fue descubierto el engaño, un año después del verdadero fallecimiento de Nerissa, quien había sido enterrada en el más completo anonimato, pues su tumba apenas si estaba marcada por una etiqueta plastificada con su nombre y su número de interna. La prensa lo aireó y la institución hubo de confirmar que ambas habían estado allí desde 1941 tras un reportaje de The Sun.

Buckingham Palace dijo entonces que la reina Isabel II estaba al tanto de las informaciones que habían estado saliendo a la luz, agregando empero: "No hay ningún comentario al respecto. Es un asunto de la familia Bowes-Lyon".

Por su parte, una sobrina de las dos hermanas, Lady Elizabeth Anson, afirma en un comunicado a la BBC que "no hubo ningún intento de encubrimiento" y que era visitadas con frecuencia por muchos miembros de la familia. Un sobrino de Fenella, Lord Clinton, afirma que el problema fue que su tía rellenó mal los formularios porque era "una persona distraída", si bien el resto de fechas e informaciones aparecían correctas. Solo tras el escándalo le pusieron una lápida.

Katherine, que había nacido únicamente dos meses antes que su prima, la reina, tenía la edad mental de una niña de cuatro o seis años y ha de abandonar la institución definitivamente una década después, en 1997, cuando el centro cierra con otra polémica: denuncias de abusos a los y las pacientes. Siguió viviendo en otra casa en Surrey hasta su verdadera muerte, a los 87 años, en 2014.

Poco antes, en 2011, el tema había vuelto a salir a la luz, generando controversia en una nueva generación de personas que conocían el maltrato y la ocultación que habían recibido las dos hermanas, a las que la cadena Channel 4 dedica un documental titulado The Queen's Hidden Cousins. Una fuente cercana a la casa real asegura entonces que todo lo que mostraron -el desamparo, el abandono, los abusos, la falta de visitas y todo hecho para que no se relacionase a las "imbeciles" con la reina- eran "mentiras absolutas".

"La Reina está muy, pero que muy molesta con la idea con la que se ha hecho este programa, porque nada es cierto. Tanto Katherine como Nerissa fueron visitadas con mucha regularidad por su familia, pero ninguna era capaz de hablar", puntualizó. Sin embargo, lo que se demostraba en el documental era muy diferente: no solo tenían pocos amigos dentro de la institución, sino que no había ninguna evidencia que sugiriese siquiera que algún miembro de la familia real las visitase un solo día de todos los años que estuvieron allí.

De hecho, el relato se volvía bastante cruel cuando hablaban quienes habían formado parte del personal de la institución, quienes recalcaron que las hermanas jamás, en toda su vida, recibieron un regalo de cumpleaños, por Navidad o siquiera una tarjeta de felicitación.

Dot Penfold, una exhermana y excuidadora encargada del área del hospital donde se hospedaban lo resumió con mucha tristeza por lo que había visto todos los años que ella estuvo: "La impresión que tuve fue que las habían olvidado".

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