El 28 de abril de 1772 se llevó a cabo una espeluznante ejecución pública en Copenhague, capital de Dinamarca. De acuerdo con la sentencia que le acusaba del delito de lesa majestad y usurpación de la autoridad real, al reo se le amputó la mano derecha -al tercer intento, por cierto- para después ser decapitado y su cabeza expuesta en una pica ante la concurrencia. Entonces se le abrió el vientre para su evisceración y, finalmente, se procedió al descuartizamiento. El infortunado protagonista se llamaba Johann Friedrich Struensee y había pasado de ser el médico de la corte a regente del país suplantando al rey, aunque el motivo que desencadenó su proceso tenía una naturaleza más humana: la relación amorosa con la reina, que terminó con un hijo sospechosamente parecido al doctor.

Struensee, en realidad, era alemán (Halle, 1737), hijo de un sacerdote luterano y tercero de una familia de cinco hermanos de clase media. A los quince años de edad fue enviado a la universidad, donde estudió Medicina y entró en contacto con las ideas ilustradas, abrazándolas con tal intensidad que dejó atrás su estrecha vinculación familiar con la religión para decantarse por el ateísmo. Aún así, vivía con sus padres y les siguió en sus frecuentes traslados hasta que por fin pudo independizarse en 1760.

Siendo tan culto y elegante, no tardó en establecer una buena relación con círculos aristocráticos daneses residentes en Schleswig-Holstein, donde tenía su consulta, gracias a los cuales fue nombrado médico asistente del rey Christian VII durante la gira que éste iba a relizar por diversos territorios. Era el año 1768 y Struensee no carecía de méritos para ello, pues acababa de obtener el doctorado honorífico en la Universidad de Cambridge y había publicado varias obras. Durante los ocho meses que duró el tour real estrechó lazos con algunos ministros y dignosticó al monarca un problema que iba a desatar los acontecimientos.

Struensee retratado por Hans Hansen / foto dominio público en Wikimedia Commons

Al parecer, Christian VIII sufría episodios de demencia que le solían poner en evidencia públicamente, tal cual empezaba a pasarle también a Jorge III de Inglaterra y antes había sufrido Felipe V de España. La naturaleza de estas afecciones, sin embargo, era diferente, pues al soberano español se las causaba un trastorno bipolar y al inglés la enfermedad llamada porfiria, mientras que en el caso de Christian se cree que probabablemente era esquizofrenia. Mal educado por un padre alcohólico y casado con una mujer a la que no amaba (Carolina Matilde, hermana precisamente de Jorge III), nunca se interesó por las labores de gobierno, delegando en sus ministros y dedicándose a una vida licenciosa con escapadas nocturnas a burdeles.

Ello no impedía que tuviera momentos de lucidez. En algunos entablaba largas conversaciones intelectuales con Struensee, alcanzando ambos una buena amistad que devino en el nombramiento del alemán como médico personal. Gracias a ello, el rey moderó un poco su escandaloso comportamiento, con lo que el prestigio de Struensee fue creciendo en la corte y cuando por fin regresaron a Dinamarca fue distinguido con el cargo honorífico de Consejero de Estado. El doctor mejoró aún más su posición cuando se ganó también el afecto de la reina gracias a la vacuna que aplicó al príncipe Federico, inmunizándole contra la epidemia de viruela que asoló la capital. De hecho, se convirtió en el pañuelo de lágrimas de Carolina Matilde, cuya vida era bastante desgraciada, y el siguiente paso fue casi inevitable: pasó a ser su amante.

La reina Carolina Matilda | foto dominio público en Wikimedia Commons

Pese a todo, también consiguió que el real matrimonio se arreglara, por lo que en 1770 Christian le concedió el ascenso definitivo: primero le nombró Consejero Real y después Consejero Privado, sustituyendo en sus funciones al canciller Bernstorff. Una recaída del soberano dejó las riendas del país en manos del alemán, que se hizo cargo de ellas con entusiasmo y decisión inaugurando lo que en la historia de Dinamarca se conoce como Período Struensee. Siguiendo los principios del despotismo ilustrado, suprimió el Consejo de Estado y pasó a ser regente extraoficial, acumulando todo el poder en su persona. Su influencia sobre Christian fue tal que cuando en 1771 la reina dio a luz a un bebé -la princesa Luisa Augusta- que todo el mundo le atribuyó, el monarca asumió la paternidad.

A lo largo de trece meses, aquel insólito personaje llevó a cabo una serie de importantes reformas para transformar el país en un estado liberal moderno: suprimió las prestaciones personales laborales, eliminó subvenciones a fabricantes improductivos, disminuyó ingresos a los aristócratas, abolió la tortura, proscribió la censura, repartió tierras entre los campesinos pobres, estableció la equidad para acceder al funcionariado, redujo días de fiesta, dedicó varios impuestos a financiar la sanidad, puso coto a la corrupción judicial, reorganizó el ejército y la universidad, reformó la sanidad pública, abolió la esclavitud en las colonias…

Todas estas medidas, que podrían pasar perfectamente por una síntesis práctica de lo que era el Siglo de las Luces, no gustaban a todos. Los nostálgicos del Antiguo Régimen no tardaron en contactar con quienes sólo veían en Struensee a un advenedizo manipulador y ambicioso que ni siquiera había sido capaz de aprender el idioma danés, así que se confabularon con la reina madre Juliana María y el príncipe Federico (no el heredero sino un hermano del rey). Struensee era consciente de tener adversarios y trató de mantener el máximo control de dos maneras: colocando hombres de su confianza en todos los ámbitos de la administración (lamentablemente, muchos de ellos no estaban capacitados y eso provocó que su imagen pública se deteriorase) y asumiendo la figura de ministro de gabinete, que le facultaba para dictar órdenes sin necesidad de la firma del rey.

La ejecución de Struensee / foto dominio público en Wikimedia Commons

Gracias a la desaparición de la censura que, paradójicamente, había decretado el propio Struensse, empezaron a circular libelos contra él. Así, el 17 de enero de 1772 se produjo un golpe de estado y fue arrestado junto a Enevold Brandt, uno de sus ayudantes, al que había colocado para vigilar el acceso a la reina y que meses atrás montase un altercado al agredir al mismísimo rey cuando quiso entrar en la cámara de ella por la fuerza. Se puede decir que la condena estaba escrita de antemano, entre otras cosas porque convencieron al monarca de que su médico planeaba asesinarle. Brandt sufrió el mismo terrible final que su jefe, mientras Carolina Matilde, que confesó su relación ilícita, fue repudiada.

El teólogo Ove Høegh-Guldberg, alma de la conspiración, encabezó un nuevo gobierno que se dedicó a desmontar una tras otra todas las reformas de Struensee hasta que el príncipe Federico también dio su propio golpe de estado y recuperó aquel programa liberal ante la indiferencia de Christian VII, que le nombró regente para poder dedicarse otra vez a la dolce vita.


Fuentes

De Ottavio, Alberto Enrique: Un médico de edad avanzada en la dieciochesca corte danesa / A Narrative of the Conversion and Death of Count Struensee (VVAA) / Wikipedia / Fournier, Narcisse: Struensee, Ó La Reina Y El Privado: Historia Danesa Del Año 1769


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