Joaquín Estefanía: Una generación que solo ha conocido las crisis se dispone a comenzar a votar | Ideas | EL PAÍS
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ENSAYOS DE PERSUASIÓN
Columna
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Una generación que solo ha conocido las crisis se dispone a comenzar a votar

Los jóvenes que nacieron en 2008 y que, según los sociólogos, son más individualistas, votarán, si se consuma toda la legislatura, en 2026

Protestas de agricultores
Jóvenes durante la tercera jornada de protestas de agricultores y ganaderos el 8 de febrero de 2024, en Ciudad Real.Eusebio Garcia Del Castillo (Europa Press/Getty Images)

Si se consuma toda la legislatura, como pretende Pedro Sánchez, en 2026 votarán por primera vez los jóvenes nacidos cuando comenzó la Gran Recesión, en 2008. Ciudadanos que siempre han vivido bajo el concepto de “crisis”. ¿Cómo votarán?, ¿determinarán una corriente de fondo, susceptible de modificar las tendencias generales? Los sociólogos hablan de cambios en dirección a un mayor individualismo; según esta tesis, esos jóvenes son más individualistas que los anteriores y toman las decisiones teniendo en cuenta un juego de suma cero: para que yo gane algo, alguien tiene que perderlo.

¿Y si no es así? Esta gente es una excepción histórica, pues en su corta vida han visto desarrollarse dos grandes crisis del sistema; han nacido con la financiera a partir de finales de la década de los dos mil, y han crecido con la pandemia de la covid y sus consecuencias, y durante el Gran Confinamiento, cuando el mundo se detuvo del todo durante tres meses, lo que no tiene precedentes. Muchos de ellos podrían gritar con los Sex Pistols No future!, pues apenas han conocido la idea de progreso.

En cada una de estas crisis se han aplicado medidas paliativas opuestas. Cabe pocas dudas de que la Gran Recesión dio lugar a una redistribución negativa de la renta y la riqueza. La “expansión cuantitativa” ha sido valorada como una estafa, como un engaño, con enormes sufrimientos para la mayor parte de la población. Fue cuando se consideró a la austeridad como una idea peligrosa que se aplicaba con pocos límites. En algunos aspectos, los países todavía no han logrado salir de aquella coyuntura y de una política económica en la que la imagen de los “hombres de negro” fue determinante. Una docena de años después, cuando llega la covid, la política fue, en general, muy otra: bloques de compras de emergencia para la pandemia, liquidez en expansión, expedientes de regulación temporal de empleo, líneas de crédito subvencionadas, gestión de tipos de interés negativos, preocupación por la deflación, programas multimillonarios de inversión tanto en Estados Unidos como en la Unión Europea, reducción de impuestos en los productos más sensibles, etcétera. La discusión ha sido si los escudos sociales han llegado a todos los que los necesitaban, no sobre los mismos escudos sociales.

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Economistas Frente a la Crisis (EFC) es una organización impulsada en 2011 por un grupo de profesionales preocupados por el diagnóstico y los principios sobre los que se gestionaba la crisis originada en 2008. Desde el principio se enfrentó al mainstream de los economistas de entonces, los que habían avalado las respuestas a la Gran Recesión. Ahora, EFC publica una reflexión sobre las dos crisis y sus distintos tratamientos, y demanda una serie de reformas estructurales para una década de progreso (Economía, política y ciudadanía, editorial Catarata). El libro tiene valor no solo por la calidad de cada uno de los capítulos que lo conforman, sino porque en conjunto es otra forma de entender la economía política de la época que, en muchas ocasiones, es oscurecida e ignorada por los altavoces del poder. En muchas facultades de Ciencias Económicas se sigue enseñando lo mismo de siempre como si el mundo no hubiera vivido dos crisis mayores como la Gran Recesión y el Gran Confinamiento.

Una de las cuestiones que recorren transversalmente el texto de EFC es si el neoliberalismo ha muerto, si sólo está en estado de hibernación, o si ha fracasado desde el punto de vista económico pero sigue siendo hegemónico culturalmente. Según uno de los autores, el neoliberalismo se ha convertido en una doctrina indemostrable y, como diría Popper, “no falsable”, esto es, que sus principios no son contrastables con la realidad. El neoliberalismo (un término en el que nadie se reconoce; nadie dice “yo soy neoliberal”) ha dejado de ser una corriente de pensamiento para convertirse en la peor versión de una ideología.

Se trata de averiguar si aquella generación de jóvenes crecidos bajo el concepto permanente de “crisis” lo resucitan o lo hibernan. Dependerá de si funciona o no en relación con sus intereses.

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