Cine

Jean-Luc Godard, el iconoclasta

Hijo de un médico y nieto por parte de madre de banqueros suizos, vivió sus primeros años en Suiza, hasta que se trasladó a París durante su adolescencia, donde estudió etnología en la Universidad de Sorbona.
martes, 13 de septiembre de 2022 · 20:46

CIUDAD DE MÉXICO (apro).- “Hoy o mañana no se trata de continuar viendo películas, se trata de manifestar con un retraso de semana y media la solidaridad del cine con el movimiento estudiantil y obrero que recorre Francia”, afirmó Jean-Luc Godard a los medios internacionales al tomar las salas del Festival de Cine de Cannes en mayo de 1968.

Ese verano de 1968 francés se vivió un movimiento revolucionario con la oposición de estudiantes y obreros franceses al gobierno de Charles De Gaulle; las artes fueron el medio que denunció los atropellos.

El cine no fue la excepción, Godard en compañía de Francois Truffaut, según se puede ver en un video en blanco y negro (uno de los casi cincuenta pequeños filmes que existen sobre ese 68 y considerado un ‘cine-tracto’), declararon a Cannes como cancelado debido a lo acontecido en París.

El cineasta ya había realizado en marzo de 1967, en las fábricas en huelga de Besançon, “A bientôt j’espère”, filme que daría inicio a la actividad del grupo Medvedkine, precursor inmediato de los cine-tractos, llamados así por crearse en un día con la utilización de fotos, dibujos y textos, como fanzines audiovisuales, y cuya intención era informar inmediatamente, ahora se podrían considerar precursores de las redes sociales.

Después del 1968 Godard jamás volvería a filmar de la misma manera. Ello a pesar de que años antes ya había hecho revoluciones en la cinematografía, y ya era figura de la “Nouvelle Vague” (movimiento cinematográfico que revolucionó el cine en la década de los cincuentas y sesentas).

Como en “À bout de soufflé” (1960) utilizó técnicas ‘poco ortodoxas’ como rodar con cámara en mano, utilizar el estilo documental o saltar de un plano a otro, y fue reconocido con un Oso de Plata en el Festival de Berlín, curiosamente pasó desapercibido para Cannes.

Esa obra dio paso a otras, "Le Mépris" (1963), "Bande à Part" (1964) y "Alphaville" (1965), que también fueron parteaguas en la cinematografía.

Hijo de un médico y nieto por parte de madre de banqueros suizos, vivió sus primeros años en Suiza, hasta que se trasladó a París durante su adolescencia, donde estudió etnología en la Universidad de Sorbona. En esa época descubrió su pasión por el cine, y tras trabajar en la década de los cincuentas como crítico en revistas como ‘Cahiers du Cinéma’ --en las que utilizaba el seudónimo de Hans Lucas--, y en donde coincidió con otros representante de la ‘Nouvelle Vague’, como François Truffaut, Éric Rohmer, Claude Chabrol y Jacques Rivette, su historia se inclinó hacia la cinematografía.

Con motivo de su deceso Marcos Uzual, redactor-jefe de Cachier du Cinema, escribió sobre Godard:

“Su inventiva y su insolencia nunca se debieron a un simple deseo de sacudir, de provocar o menos aún de seguir las modas. Como todos los grandes (Picaso, Matisse, Joyce…) su arte estaba enraizado en un gran conocimiento de los antiguos”.

Si bien su carrera y alti-bajos (más altos que bajos) serían complicados de narrar en un texto, para el crítico mexicano Leonardo García Tsao (@walyder), Godard fue más que un revolucionario un iconoclasta según escribió en su twitter:

“Falleció a los 91 años Jean-Luc Godard, el último sobreviviente de la Nueva Ola francesa. Siempre un iconoclasta, Godard transformó el lenguaje cinematográfico desde sus raíces. Sus obras importantes son demasiado numerosas para resumir en un tuit. Descanse en paz”.

Lo de iconoclasta también fue usado por el mismo presidente francés Emmanuel Macron, quien vía twitter describió a Godard:

Fue el más iconoclasta de los cineastas de la Nouvelle Vague, inventó un arte decididamente moderno, intensamente libre. Fue como una aparición en el cine francés. Después se convirtió en un maestro. Perdemos un tesoro nacional, la mirada de un genio”.

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