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Secundario estrella
El 18 de noviembre de 2002 falleció James Coburn, actor de gran fuerza interpretativa, especializado en papeles secundarios, que brilló en las décadas de los 60 y 70.
Tenía rostro de caradura, delgado y vivaracho, y con una ancha sonrisa de dientes tan verticales como su larga figura... Ese aspecto lo hacía atractivo para papeles de cínico embaucador o de duro con un punto de ironía. Un ataque al corazón mientras escuchaba música junto a su esposa terminó con una vida entregada al trabajo. A sus 74 años continuaba en activo, demostrando un oficio poco común, ganado a pulso en una carrera de más de medio siglo de cine.
James Coburn había nacido en Nebraska el 31 de agosto de 1928 y desde pequeño tenía claro que quería seguir los pasos de su abuelo, el también actor Charles Coburn. Estudió interpretación con Stella Adler y también en la Universidad de los Ángeles. Durante los primeros años de la década de los 50 obtuvo pequeños papeles en series televisivas y en 1959 debutó en cine con Cabalgar en solitario, un western dirigido por Budd Boetticher y protagonizado por Randolph Scott. A partir de ese momento se especializó en roles de vaquero chulesco. Los 60 comenzaron para Coburn magníficamente (nunca mejor dicho) con su papel de Britt, el displicente lanzador de cuchillos de Los siete magníficos (1960), de John Sturges.
Casi siempre hizo de secundario, pero era tan emblemático que se apropiaba muchas veces de la gloria principal. El mismo director lo eligió tres años más tarde para escapar a España en La gran evasión (1963), y en 1965 Sam Peckinpah lo reclutó para Mayor Dundee. Al año siguiente obtuvo uno de los roles más famosos de su carrera: el singular y guasón policía de Flint, agente secreto, para el que recibió clases de artes marciales del mismísimo Bruce Lee. En esa época Coburn mostraba su carácter más pendenciero y divertido, con sus inconfundibles nikis de cuello vuelto y sus largos pantalones de tergal. Durante los 70 apareció en estimables filmes como Pat Garrett y Billy the Kid (1973) o la antibélica y dura La cruz de hierro (1977), ambas de Peckinpah, El luchador (1975), junto a Charles Bronson, o los westerns Agáchate, maldito (1971) y Muerde la bala (1974).
A partir de 1979, Coburn comenzó a padecer una fuerte artritis reumatoide que lo dejó muy debilitado. Sus papeles se espciaron en el tiempo y no tuvieron gran repercusión. Sin embargo volvió por sus fueros en Aflicción (1999), duro drama dirigido por Paul Schrader donde interpretaba con gran riqueza de matices a un padre alcohólico y desagradable. La Academia de Hollywood le otorgó merecidamente el Oscar al mejor actor de reparto. Bien pudo ser el premio a toda una carrera de papeles secundarios que el carismático Coburn supo hacer fructificar.