Evolución de la Lectura de Libros
Desde 1986 los historiadores innovadores de la lectura han localizado y utilizado una amplia gama de fuentes primarias, incluyendo memorias, diarios, correspondencia personal, registros de préstamo de bibliotecas, testamentos (que a menudo enumeran los libros de su propiedad), libros de contabilidad, informes presentados por vendedores y vendedores de libros, actas conservadas por sociedades literarias, correo de fanáticos de los autores, entrevistas orales, encuestas sociológicas, marginalidades e iconografía (la representación de los lectores en los manuscritos medievales puede ser notablemente esclarecedora). Especialmente en el siglo XIX, cuando muchos periódicos eran en gran medida de lectura, se puede recurrir a las cartas publicadas al editor (y, lo que es más revelador, a cartas que nunca se publicaron). Excepcionalmente valiosos son los registros de los inquisidores y de los policías secretos, que obligatoriamente hicieron precisamente las preguntas que los historiadores intelectuales quieren hacer -preguntas sobre cómo los individuos seleccionan, obtienen, interpretan, comparten y discuten los libros.