La verdadera historia de Ivar, "El Deshuesado”, el líder vikingo que hizo de la crueldad su sello más visible | Mitos y Enigmas

La verdadera historia de Ivar, “El Deshuesado”, el líder vikingo que hizo de la crueldad su sello más visible

Uno de los hijos de Ragnar Lothbrock se hizo conocido porque no podía caminar. Esta es su historia.

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Tras el rol destacado del personaje del rey vikingo Ragnar Lothbrock, en la cuarta temporada de la serie “Vikingos” el protagonismo de la misma recayó en sus hijos, entre los cuales destacaba el temible Ivar, “El Deshuesado” (interpretado por el actor danés Alex Høgh Andersen), un joven y resentido vikingo que pese a no poder mover sus piernas desde su nacimiento, se las arreglaba -gracias a su determinación, astucia y crueldad- para sembrar el terror entre sus enemigos y entre sus propios hermanos de raza.

Ivar, "el Deshuesado”, interpretado por el actor danés Alex Høgh Andersen, uno de los protagonistas de la serie “Vikingos”.

Ivar, “el Deshuesado”, interpretado por el actor danés Alex Høgh Andersen, uno de los protagonistas de la serie “Vikingos”.

Pero ¿existió Ivar en realidad? De acuerdo a las fuentes escandinavas más antiguas, Ivar Ragnarsson (apellido que significa “hijo de Ragnar”), también conocido como Ivar, “El Deshuesado”, fue un caudillo escandinavo e hijo menor del rey Ragnar Lothbrock y la reina escandinava Aslaug, un guerrero “justo, grande y fuerte, y uno de los hombres más sabios que nunca antes existieron”, dando a entender que Ivar fue, además de un temible hombre de armas, una especie de asesor militar y político de sus hermanos Björn, Ubbe, Sigurd y Halfdan.

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Un antiguo reporte del siglo siglo IX, refiriéndose a los hijos de Ragnar Lothbrock, decía que “el más cruel de ellos era Ivar, hijo de Lodbrok, que en cualquier lugar torturaba a los cristianos hasta la muerte”. Por ello, Ivar sería conocido con el apelativo de “El Odiado”, aunque también sería exaltado por su generosidad y lealtad para con el pueblo vikingo. La leyenda también especula que Ivar pudo ser un “berseker”, es decir, uno de aquellos míticos guerreros vikingos que después de ingerir ciertos hongos alucinógenos, entraban al campo de batalla semidesnudos y vestidos sólo con pieles de animales, en un estado de violento semitrance, que los hacía casi insensibles al miedo y el dolor.

Con respecto a su peculiar apodo, “El Deshuesado” (“The Boneless” en inglés o “inn Beinlausi” en el idioma vikingo), se cree que Ivar pudo haber sufrido de una severa cojera, que le impedía caminar y correr con normalidad, aunque la tesis más aceptada es que sufría de una forma de osteogénesis imperfecta, también conocida como “Huesos de cristal”, que le impedía usar con normalidad sus dos piernas.

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Las fuentes escandinavas, en todo caso, describen a Ivar, “El Deshuesado”, como un carismático caudillo vikingo que era transportado en un escudo por sus guerreros, aunque esto no necesariamente significa que era inválido, pues a veces era costumbre entre los vikingos llevar en los escudos a los líderes militares victoriosos; algunos autores, incluso, especulan que el apodo “deshuesado” podría aludir a una increíble flexibilidad física o a una elevada estatura y fuerza, que le hacía ser inmune a las heridas.

De todos modos hoy la tradición escandinava representa a Ivar como un guerrero vikingo invicto, astuto y temible, pese a que sus “piernas eran de cartílago y falta de huesos”, pues era un consumado estratega, era despiadado si las circunstancias lo requerían, y podía usar normalmente sus dos brazos para usar una espada, una lanza o un arco con sus respectivas flechas, amén de conducir un carro de guerra especialmente acondicionado para su cuerpo tullido.

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En cuanto al origen de la famosa tara física que habría afectado a Ivar, las leyendas escandinavas cuentan que, antes de ser concebido por sus padres, la reina Aslaug le advirtió a su consorte, el rey Ragnar Lotbrock, que debían esperar al menos tres días antes de consumar su matrimonio o, de lo contrario, su hijo nacería con una maldición. A pesar de sus consejos y de que a Aslaug se le atribuían poderes mágicos, Ragnar ignoró su petición.

Esta supuesta maldición pudo ser el origen de la discapacidad física de Ivar, la cual le obligó desde niño a forjar un carácter férreo e indomable y a especializarse en el uso del arco, pues en esa época era frecuente la práctica del infanticidio por defectos físicos. Esto fue representado bastante bien en la serie “Vikingos”, cuando Ragnar Lothbrock abandona a Ivar en un bosque cuando éste era sólo un bebé, para que sirviera de alimento a las fieras, para al día siguiente descubrir con sorpresa que el infante, contra todos los pronósticos, aún seguía vivo.

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Las crónicas escandinavas precisan que Ivar fue uno de los hijos del rey Ragnar Lothbrock que tras la muerte de este monarca, acaudillaron junto a algunos de sus hermanos -Halfdan y Ubbe- el gran ejército vikingo pagano que asoló en el otoño de 865 d.C. las costas de Anglia Oriental, en Inglaterra, apoderándose de la ciudad anglosajona de York (la cual era llamada por los vikingos Jórvik), y vengando posteriormente la muerte de su padre Ragnar Lothbrock tras capturar al rey Aelle de Northumbria, el mismo monarca británico que había capturado a Ragnar y lo había condenado a morir arrojándolo a un pozo lleno de serpientes venenosas.

Se cuenta que tras capturar al rey Aelle, los vikingos eligieron a Ivar para que éste decidiera cómo debía ser la muerte de aquél. Ivar, un entusiasta devoto del dios nórdico Odín, sentenció entonces que el victimario de su padre debía ser sometido al brutal suplicio vikingo conocido como el “Águila de sangre”, que consistía en abrir la espalda de la víctima con un hacha, levantarle las costillas desde la espina dorsal y dejar colgando sus pulmones en forma de alas.

Las crónicas anglosajonas cuentan que las correrías de Ivar lo habrían llevado hasta Dublín, Irlanda, donde habría gobernado por un corto período de tiempo, dando origen a la Casa de Ivar o dinastía Uí Ímair, que desde mediados del siglo IX hasta el siglo X gobernó Northumbria desde la capital de York (Jórvik) hasta Dublin, pasando por el Mar de Irlanda, pues, pese a su tara física, Ivar habría llegado a desposar a una princesa, Aisr Steade, con la cual engendró a dos hijos, llamados Sigtrygg Ivarsson y Sichfrith Ivarsson.

Hoy se cree que Ivar es el mismo Ímar, el primer rey de la dinastía de los Uí Ímair, cuya muerte en 873 se cita en los anales fragmentarios de Irlanda y los Anales de Ulster, y que precisan que ese año “Ímar, rey de los hombres del norte y toda Irlanda y Bretaña, terminó su vida”.

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Las mismas crónicas anglosajonas también le atribuyen a Ivar la muerte del rey de Anglia Oriental Edmundo Mártir el año 869, quien murió tras ser amarrado a un árbol para luego ser acribillado por una lluvia de flechas, aunque otras fuentes especulan que pudo haber sido muerto con el mencionado ritual vikingo del “Águila de sangre”.

Ivar desaparece de los registros históricos alrededor del año 870, aunque se cree que falleció en 873 de una enfermedad que le causó una “muerte horrible y repentina”, sin perjuicio que algunas antiguas fuentes británicas fijan su muerte unos pocos años más tarde, en 878. La crónica anglosajona, de hecho, cuenta que “y en el invierno de este mismo año Ivar y Halfdan desembarcaron en Wessex, en Devonshire, con 23 barcos, y allí fue muerto, y 840 hombres de su ejército con él. También se tomó la bandera de guerra (guðfani), que ellos llamaban “Cuervo”.

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Después de la muerte de Ivar, en Inglaterra comenzó a circular una particular leyenda. Se cuenta que antes de morir, Ivar ordenó que su cuerpo fuera sepultado en un montículo situado en la costa inglesa, de tal forma que mientras sus huesos guardasen aquella costa, ningún enemigo podría invadir la isla británica con éxito.

Esta profecía se mantuvo inalterable hasta 1066, cuando el duque normando Guillermo el Conquistador, tras zarpar con su ejército desde la costa francesa, desembarcó en tierra inglesa, llegó al montículo del entierro y, tras profanar su tumba y percatarse de que el cuerpo del caudillo vikingo Ivar estaba intacto, mandó levantar una pira y quemar su cadáver. Inmediatamente Guillermo lanzó sus fuerzas y consiguió una rotunda victoria tras imponerse sobre el ejército del rey anglosajón Haroldo en la batalla de Hastings, iniciando el dominio de los normandos en Inglaterra.

Tapiz que narra mediante imágenes el ascenso al trono británico del duque de Normandía Guillermo, el Conquistador, descendiente de vikingos.

Tapiz que narra mediante imágenes el ascenso al trono británico del duque de Normandía Guillermo, el Conquistador, descendiente de vikingos.

Curiosamente, estos victoriosos normandos no eran descendientes de los celtas o los francos -como el resto de los franceses de la época-, sino que descendientes de los invasores vikingos que, con el permiso del rey francés Carlos el Simple, se asentaron en el año 911 d.C en la costa norte de Francia, en la región hoy conocida como Normandía.

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