(PDF) ¿Choque de Civilizaciones o Crisis de la civilización global? | Roberto Kozulj - Academia.edu
Filosofía Política colección ¿Choque de CivilizaCiones o Crisis de la CivilizaCión global? Problemática, desafíos y escenarios futuros En Madrid: Miño y Dávila editores Arroyo Fontarrón 113, 2º A (28030) tel-fax: (34) 91 751-1466 Madrid · España En Buenos Aires: Miño y Dávila srl Pje. José M. Giuffra 339 (C1064ADC) tel-fax: (54 11) 4361-6743, Buenos Aires · Argentina e-mail producción: produccion@minoydavila.com.ar e-mail administracion: administracion@minoydavila.com.ar ROBERTO KOZULJ prólogo de Stefano Zamagni ¿Choque de CivilizaCiones o Crisis de la CivilizaCión global? Problemática, desafíos y escenarios futuros www.minoydavila.com.ar Diseño de colección y portada: erardo Miño G Composición y armado: aleria Pérez V Prohibida su reproducción total o parcial, incluyendo fotocopia, sin la autorización expresa de los editores. © 2005-Miño y Dávila srl © 2005-Roberto Kozulj Edición actual: 1ª-edición, octubre de 2005 ISBN: 84-95294-79-6 IMPRESo EN ARGENtINA ÍNDICE Prefacio, por Stefano Zamagni ............................................ 17 Agradecimientos .................................................................. 27 Capítulo 1. De las promesas incumplidas del siglo XX a la problemática del siglo XXI: ¿Crisis coyuntural, estructural o crisis civilizatoria? ........................................ 31 1. Breve descripción de la “problemática”. ........................ 31 2. Hacia el esbozo de una “hipótesis rectora fuerte”: los nexos no explorados entre urbanización, crecimiento, cambio tecnológico, sobrecapacidad productiva y limitaciones estructurales para el desarrollo con equidad ........................................ 44 Primera Parte: Los fundamentos materiales de la modernidad en crisis: una perspectiva evolutiva .................................................. 59 Capítulo 2. La modernidad en perspectiva macrohistórica: una rápida mirada retrospectiva y la naturaleza de la problemática actual.................................. 61 1. La brevedad de la modernidad........................................ 2. El fenómeno de la rápida urbanización a escala planetaria ........................................................... 3. Urbanización e industrialización: de la progresiva uniformización de los estilos de vida a la emergencia de un nuevo estilo de militarismo y autoritarismo. ........ 4. Acerca de los productos económicos del moderno estilo de vida urbano y su relación con la crisis de la civilización occidental ........................................... 5. Representación simpliicada de la evolución de la modernidad y su desenlace en la crisis de la civilización global .................................................. 61 65 69 75 80 Capítulo 3. La urbanización como motor del crecimiento: la crisis de sobrecapacidad estructural y sus consecuencias .......................................... 89 1. Urbanización, innovación y ciclos de largo plazo .......... 2. Las tendencias del proceso de urbanización y crecimiento en cifras....................................................... 3. El abandono del fordismo y la acumulación lexible: una consecuencia de la dinámica que conduce a la crisis de sobrecapacidad estructural ............................... 4. tipos de producto, ciclos de vida y su dependencia relativa respecto a las distintas fases del proceso de urbanización ............................................................... 5. Innovación, ciclos de vida y consecuencias para la distribución del ingreso: más trabajo y menor bienestar .. 6. Esbozo de algunas consecuencias inmediatas: el rol de China e India y el agravamiento de los conlictos en Oriente Medio ........................................... 7 Urbanización y Marginalidad: el resultado de un proceso evolutivo sin rumbo .......................................... 8. Aquello que no terminaba de endenderse bien, ¿puede ser mejor comprendido a partir de estas nuevas hipótesis? ............................................................ 9. Acerca de la progresiva desmaterialización de la economía y los distintos estadios del proceso de urbanización ............................................................... 10. El estado actual de la globalización: un veloz desplazamiento hacia la lógica de la destrucción ........... 89 94 100 102 108 116 119 122 125 127 Capítulo 4. El papel del Complejo Militar-Industrial: la permanente creación de enemigos temibles ... 131 1. ¿Qué es y cómo opera el Complejo Militar-Industrial?...... 2. El Complejo Militar-Industrial y el problema de la inlexibilidad tecnológica ................ 3. La proliferación de misiones militares a escala global: el armamentismo en cifras y las nuevas tecnologías para el control geopolítico del mundo futuro ................. 4. Explorando nuevas hipótesis respecto a operaciones que favorecen al Complejo Militar-Industrial: Los atentados de Londres del 7 de julio de 2005 ........... 131 138 143 150 Capítulo 5. Las razones de la cuestión geopolítica actual: las perspectivas de urbanización futuras, el control por los recursos y el 11-S como inaguración del tercer milenio ................ 169 1. Las proyecciones del futuro incremento de la población urbana: características y consecuencias previsibles ....................................................................... 169 2. La disputa por los recursos energéticos y el papel estratégico multiobjetivo de la “guerra contra el terrorismo” ...................................................................... 174 3. La cuestión árabe, el complejo militar-industrial y el petróleo: ¿Cuando comenzó la guerra contra el terrorismo en el imaginario de los EE.UU.?................... 186 Segunda Parte: Las cuestiones epistemológicas y culturales de la crisis civilizatoria ...................................................... 195 Capítulo 6. La epistemología natural como fundamento de occidente: una crítica a sus impactos y a su velado fundamentalismo. ....................... 197 1. Consideraciones generales y pertinencia del análisis. ........ 197 2. Consideraciones generales acerca de “la epistemología natural de occidente”: ¿Existe tal cosa?......................... 199 3. Paseo mental por el tiempo: percepciones, testimonios, materiales de lectura y relexiones en torno a la epistemología natural de occidente y su desenlace en el “choque de civilizaciones” concretado el 11-S........... 204 4. Explorando algunas cuestiones epistemológicas vinculadas a la “racionalidad” y supremacía de occidente: visiones de la evolución, “prepotencia del lenguaje” y nuevas síntesis.................. 230 Capítulo 7. El relejo en la cultura: valores y “crisis de pensamiento” .................... 261 1. Acerca de las relaciones entre la base material y la cultura ...................................................................... 2. Acerca de los modos de protesta social actual y su funcionalidad........................................................... 3. Acerca de la diversidad de valores y el funcionalismo .......................................................... 4. Cultura, consumismo y uso del tiempo: un tema para abordar desde la bondad............................ 261 263 265 275 terCera Parte: El Escenario previsible y relexiones para construir una agenda Política alternativa a escala global ............. 279 Capítulo 8. La solución imperial o “El primer Imperio de la era global” ................ 281 1. Las concepciones acerca del imperialismo..................... 281 2. Conciencia histórica de los pueblos: la cuestión de la “superioridad” y el imperialismo ......... 284 3. Imperialismo: tecnología y destrucción.......................... 291 Capítulo 9. Relexiones en torno a la la creación de propuestas alternativas ................................ 297 1. La ardua tarea de recrear occidente sobre la base de sus logros tecnológicos y espirituales ........................ 297 2. La necesidad de crear nuevas herramientas analíticas y metodológicas .............................................. 302 3. Acerca de los indicadores. .............................................. 308 4. En torno a la Agenda. ..................................................... 312 Capítulo 10. Epílogo ........................................................... 315 Anexo. Aspectos empíricos y metodológicos de las vinculaciones entre urbanización, crecimiento económico y cambio tecnológico ..................... 321 1. El problema de la sobrecapacidad estructural por saturación de mercados y su relación con el comportamiento logístico del desarrollo de los procesos de urbanización y de mercados........................ 321 2. Los resultados de las correlaciones entre urbanización y crecimiento............................................. 326 3. Las propiedades de la función de distribución del valor agregado en función del ciclo de producto y su duración................................................................... 334 Bibliografía ......................................................................... 339 A Jorge, Mariana, Rocío y Pedrito, A Nilda y Francisco, los seres que más amo, de quienes más he recibido. PREfACIo* por Stefano Zamagni** ¿C hoque de civilizaciones o crisis de la civilización global? es un ensayo original e intrigante. Original por el estilo expositivo que Roberto Kozulj ha logrado realizar: una combinación inteligente de análisis histórico, teoría económica y agudeza epistemológica. En resumen, se trata de un bello ejemplo de historia de las ideas en el sentido de Arthur Lovejoy. Intrigante porque este libro obliga a revisar no pocos de unos cuantos lugares comunes acerca de las categorías clásicas del discurso político (como aquellas de democracia, libertad, equidad) y del signiicado de la Ilustración, la cual ha logrado imponer la razón moderna como código universal en occidente. Un código que, por resultar universal, necesitaba una teoría unívoca de la razón. El tema de fondo en este ensayo, que ahora es presentado al juicio del lector, es, a mi juicio, el de la relación entre sociedad * traducido del original en italiano por Vittoria Miceli. ** Profesor de Economía en la Universidad de Bologna, Italia y Adjunto en Economía Pública en la Universidad John Hopkins, Sede Bologna. Concurre también como profesor invitado a distintas universidades de Italia y Estados Unidos. De gran reconocimiento a nivel internacional, presenta un especial interés en los fenómenos migratorios. Se desempeñó como consultor del Pontiicio Consejo “Justicia y Paz” entre los años 1990 y 1999 y es, desde 1996, representante de la Conferencia Episcopal Italiana en la Comisión de los Episcopados de la Comunidad Europea (CoMECE), en Bruselas. | 17 civil, sociedad política y mercado. El eslabón débil de la cadena que mantiene unidas estas tres esferas es el de la política, la que, en la actualidad, es blanco de ataque en un doble frente: por un lado, el de la globalización que va restando progresivamente, la uniicación autoritaria de la organización social al Estado-Nación; por otro lado, el de la irrupción en la escena pública de las fuerzas creativas de los sujetos de la sociedad civil portadores de cultura. ¿Con cuáles consecuencias? Que el universalismo, en cuyo nombre las democracias occidentales se habían propuesto como anclaje ético para el mundo entero, parece haber entrado en conlicto con otros universalismos. El problema se origina del hecho de que la pérdida de los límites geográicos del accionar humano permite la expansión en escala planetaria de la cultura más agresiva y de la más “adecuada”, la que tiende, por eso mismo, a volverse hegemónica. A su vez, un tal proceso tiende a desplazar a aquellas culturas locales que hasta hace poco lograron protegerse gracias a la existencia de algunas fronteras. En ello se encuentra la raíz de la cuestión de la identidad y del nuevo conlicto –precisamente el de identidad– que de ella se origina: que la globalización, en cuanto explosión de barreras culturales, pone al descubierto los conlictos que padece cada sociedad y, al mismo tiempo, debilita las identidades históricas nacionales mediante la exposición de sus relatividades y parcialidades. Frente a ello, las principales matrices de ilosofía política –la liberal-individualista (Nozick, Hayek), la comunitaria (Etzioni, Sandel, Walzer), la neo-contractualista (Rawls, Gauthier, Buchanan)– no demuestran estar a la altura de los actuales desafíos. Y no porque estén equivocadas –al contrario, todas contienen importantes y relevantes grumos de verdad–, sino porque son reduccionistas. No logran, en efecto, conceptualizar un orden social en el que se encuentren aplicados simultáneamente: a) el principio de intercambio de equivalentes (que es la base del contrato y al que se le pide eiciencia); b) el principio de redistribución (al que se le pide actuar de manera tal que se le asegure a la ciudadanía niveles decorosos de equidad), y c) el principio de reciprocidad (al que se le pide favorecer prácticas de fraternidad). 18 | Únicamente de a dos por vez, estos principios son los que logran reunir aquellas matrices en sus reinadas elaboraciones. Y sin embargo, una sociedad capaz de futuro necesita que los tres principios encuentren espacios adecuados de expresión. ¿De qué serviría, de hecho, redistribuir ecuánimemente una riqueza obtenida de manera eiciente ofendiendo la dignidad de aquellos que han concurrido a producirla? ¿Qué haríamos de una sociedad civil pensada como una esfera de acción separada de la sociedad política? ¿Podríamos tal vez pensar que el conjunto (o la sumatoria) de los bienes privados de los grupos presentes en la sociedad actual coincida con el bien común, entendido como el bien “del propio estar en común”? ¿Podríamos considerar una buena sociedad en la que vivir, aquella donde la multiformidad de las relaciones interpersonales volviera a la forma especial del contrato? Como se comprende, el modelo de democracia heredado del pasado reciente, o sea el modelo elitista-competitivo (cuyos méritos históricos nunca podrán desconocerse), no logra a poner la libertad individual –que queremos mantener y aún más expandir– en sintonía con el bien común –que también queremos airmar–. Ello por el hecho de que la libertad de elegir no es suiciente para fundar el consenso. Así sería, si elegir libremente implicara aceptar las consencuencias que derivan de la elección misma. Lo que acontece cada vez más raramente en la actualidad. ¿Es posible que el mercado vuelva a ser civil? Es decir, ¿tiene sentido el esfuerzo de preigurar un modelo de economía de mercado que sea capaz de incluir (por lo menos tendencialmente) a todos los hombres y no solamente a aquellos adecuadamente “equipados” o dotados, y de valorar, en el sentido de atribuir valor a ambas dimensiones de lo humano, sea a la expresiva sea a la adquisitiva, y no sólo a la dimensión adquisitiva como hoy ocurre? ¿Por qué vale la pena plantear estas preguntas? Por dos razones fundamentales. La primera es que la institución mercado, presuponiendo la división del trabajo, permite que los individuos se especializen en base a sus ventajas comparativas y por consiguiente permite, de por sí, contrabalancear el déicit de itness de los sujetos menos dotados, física o intelectualmente. Muchos seres humanos desaparecerían si tuvieran que depender, para su sobrevivencia, de las fuerzas de la selección natural. Charles Darwin | 19 escribió en su Origen de las Especies de 1859: “Entre todos los hombres debe haber lucha abierta; y no hay que impedir con leyes y costumbres que los mejores tengan éxito… Dentro de un tiempo venidero… es seguro de que las razas humanas más civilizadas irán a exterminar y a sustituir en todo el mundo a aquellas salvajes” [¡sic!]; el darwinismo social de Herbert Spencer y aun de otros no es más que la lógica consecuencia de semejante posición. Solamente los sujetos más dotados y capaces de proveerse por sí mismos en todas sus necesidades podrían sobrevivir. En efecto, como lo documenta la antropología económica, las sociedades tradicionales, o sea pre-mercantiles, debieron inventar instituciones apropiadas para permitir que aquellos que, por distintas razones, estaban destinados a quedar fuera del juego de producción de renta y riqueza, pudieran sobrevivir. La vida en comunidades cerradas, la tribu, el trueque de dones y otras cosas aún satisfacían las necesidades. Desde la llegada de la economía de mercado en adelante –es decir aproximadamente desde el comienzo del Humanismo civil, cuando comienza en forma plena aquel modelo de orden social que es precisamente la economía de mercado– es el intercambio el que permite una gran diversidad genética en las poblaciones humanas. Sin embargo, es necesario recordar que, en sus comienzos, la economía de mercado se basaba no sólo en los principios de intercambio de equivalentes de (valor) y en el de reditribución, sino también en el principio de reciprocidad. Es con el estallido de la Revolución Industrial y, por lo tanto, con la plena consolidación del sistema capitalista que el principio de reciprocidad se pierde en el camino; inclusive es eliminado del léxico económico. Con la modernidad se airma así la idea por la que un orden social puede regirse y apoyarse solamente en los otros dos principios. De aquí el modelo dicotómico Estado-Mercado: a) al mercado se le pide eiciencia, o sea producir cuanta más riqueza sea posible dado el vínculo entre los recursos y el estado de los conocimientos tecnológicos; b) al Estado le corresponde, en cambio, la tarea primaria de proveer a la redistribución de aquella riqueza para garantizar niveles de equidad socialmente aceptables. Piensen, para considerar un solo ejemplo, en el amplio debate, aún lejos de estar concluido, sobre el “big trade-off” –recordando 20 | el título del celebre libro escrito por Arthur Okun de 1975– entre eiciencia y equidad (o justicia redistributiva). ¿Es preferible favorecer una u otra?, o sea, ¿es mejor expandir el espacio de acción del principio de intercambio de equivalentes (que tiende precisamente a la eiciencia), o bien asignar más poderes de intervención al Estado para que mejore la distribución de las rentas? Más aún: ¿a cuánta eiciencia se debe renunciar para que mejoren los resultados en el frente de la equidad? Etcétera. Interrogantes similares han llenado (y llenan aún hoy) las agendas de estudio de muchos economistas y cientíicos sociales, con resultados prácticos, para decir la verdad, más bien modestos. La razón principal de ello no se encuentra precisamente en la falta de datos empíricos o en la inadecuación de los instrumentos de análisis a disposición. Más bien, la razón está en que en esta literatura se ha olvidado el principio de reciprocidad. o sea del principio cuyo in mismo es el de traducir en la práctica la cultura de la fraternidad. Haber olvidado que no es sustentable una sociedad de seres humanos donde se extingüe el sentido de fraternidad y todo se reduce, por un lado, a mejorar las transacciones basadas en el intercambio de equivalentes y, por otro lado, a aumentar las transferencias actuadas por estructuras asistenciales de naturaleza pública, nos da cuenta del por qué, a pesar de la calidad de las fuerzas intelectuales en el campo teórico, aún no se ha llegado a una solución creíble de aquel trade-off. Una sociedad en la que se disuelve el principio de gratuidad no tiene futuro; o sea, no es capaz de progresar aquella sociedad en la que solamente existe el “dar por tener” o bien el “dar por deber”. He ahí porque, ni la visión liberal-individualista del mundo, donde todo (o casi todo) es intercambio, ni la visión “estadocéntrica” de la sociedad, donde todo (o casi todo) es debido a la obligatoriedad, constituyen guías seguras y adecuadas para que nuestras sociedades puedan salir del barro en el que se encuentran empantanadas en la actualidad. En verdad, una lectura, aunque supericial, del actual transcurso de época nos obliga a tomar conciencia de que los rasgos antisociales del comportamiento económico han alcanzado niveles de intensidad francamente preocupantes. Ya es ampliamente reconocido que el bienestar (well-being) de las personas depende no sólo de la satisfacción de las necesidades materiales, sino también de las necesidades relacionales. Y sin embargo, de ello | 21 no parece haber una adecuada conciencia. Las economías del occidente desarrollado se han convertido en “máquinas” sumamente eicientes para satisfacer la amplia gama de necesidades materiales, sin embargo no puede decirse otro tanto con respecto a las necesidades relacionales. Básicamente, la razón consiste en que éstas últimas no pueden ser adecuadamente satisfechas ni con bienes privados, ni con bienes públicos, cualquiera sea su volumen y su calidad. Más bien, las necesidades relacionales requieren bienes relacionales, o sea bienes, cuya utilidad para el sujeto que los consuma, depende, no sólo de sus características intrínsecas y objetivas, sino también de las modalidades de fruición con otros sujetos. Relacional es el bien que puede producirse y fruirse solamente juntos por aquellos que son precisamente los mismos productores y consumidores mediante las relaciones que los involucran. Amistad, conianza, felicidad, relaciones familiares son otros tantos ejemplos de bienes relacionales. Aún no existe una teoría económica consolidada de los bienes relacionales, lo que explica porque se habla tan poco de ellos. A su vez, ello deriva del hecho de que la ciencia económica de los últimos dos siglos se ha construido sobre la dicotomía público-privado. Los bienes públicos y los bienes privados, aunque opuestos entre sí respecto a los elementos de rivalidad y de exclusividad del consumo, comparten un rasgo común: el de no presuponer para su consumo una acción común, ni el de conocer la identidad de las personas involucradas (dos o más sujetos pueden consumir un bien público –piensen en el clásico ejemplo del faro– en perfecto aislamiento entre sí). Lo que debe subrayarse es que la producción de bienes relacionales no puede suceder según las reglas de producción de los bienes privados, ya que en el caso de los bienes relacionales lo que está en juego no sólo es un problema de eiciencia, sino también de eicacia. Tampoco dicha producción puede realizarse según las modalidades de provisión de los bienes públicos por parte del Estado ya que coerción y principio burocrático –que son los principios usuales del accionar de la entidad pública– anulan o neutralizan la relacionalidad. He aquí porque, si se quieren evitar riesgos devastadores de las trampas de pobreza social, debidas al crecimiento hipertróico de la esfera adquisitiva de la economía, nuestras sociedades necesitan dar lugar cada vez más a sujetos económicos que hacen de la reciprocidad su modus operandi. ¿Qué se debe hacer, entonces, para que el mercado vuelva a ser el medio que fortalezca el vínculo social mediante la promoción, sea de prácticas de distribución de la riqueza que emplean sus mecanismos para alcanzar la equidad, sea de un espacio económico donde los ciudadanos que lo eligen libremente puedan poner en acto, y por tanto regenerar, aquellos valores (como la solidaridad, el espíritu de empresa, la empatía, la responsabilidad de empresa) sin los cuales el mercado mismo no podría subsistir por mucho tiempo? La condición que debe ser satisfecha es aquella en la que pueda airmarse dentro del mercado –y no precisamente fuera o contra de éste– un espacio económico constituido por sujetos cuyo accionar se inspire en el principio de reciprocidad. El aspecto esencial de la relación de reciprocidad está en el hecho de que las transferencias que la misma genera son indisociables de las relaciones humanas: los objetos de las transacciones no son separables de aquellos que los realizan, es decir, que en la reciprocidad el intercambio deja de ser anónimo e impersonal como, en cambio, ocurre en el intercambio de equivalentes. El interrogante que surge espontáneamente es: ¿en el contexto de economías de mercado como aquellas que hoy conocemos, ¿es posible que sujetos, cuyo modus operandi se basa, en el principio de reciprocidad, logren no solamente a emerger, sino también a expandirse? De otro modo, ¿qué espacio pueden conquistar conceptos como los de fraternidad, reciprocidad, gratuidad en un ámbito como el económico, donde el empuje hacia la impersonalidad y la pérdida de relevancia de los vínculos intersubjetivos no solamente es fuerte, sino que inclusive se considera como condición de buena conducción de los negocios? Conocemos la contestación de aquellos que se identiican con la lína de pensamiento de Polanyi-Hirschman-Hirsch-Hollis, para citar sólo algunos de los autores más representativos. Su idea central es aquella que los agentes económicos, interviniendo en el mercado regulado solamente por el principio de intercambio de equivalentes, están inducidos a adoptar modos de decisión exclusivamente autointeresados. Con el transcurrir del tiempo, dichos agentes van a tender a transferir estos modos a otros ámbitos sociales, aun a aquellos donde el logro del bien común exigiría la adopción de actos virtuosos (virtuoso es el acto que no simplemente se hace en el interés común, sino que se cumple porque se hace en el interés común). Ésta es la tesis del contagio tan querida | 23 por K. Polanyi: “el mercado avanza sobre la desertización de la sociedad”. En parte diversa en la argumentación, pero convergente en la conclusión, la posición de Hirschman (1982), según el cual la virtud, siendo un acto bueno repetido muchas veces, y cuyo valor aumenta con el uso (como enseñaba Aristóteles) depende de las costumbres adquiridas por un individuo. De ello resulta que una sociedad en la que se privilegian instituciones, económicas y no económicas, que tienden a economizar el uso de las virtudes por parte de los ciudadanos, es una sociedad que no sólo verá la desacumulación de su patrimonio de virtudes, sino que tendrá diicultad para reconstituirlo. Ello, en cuanto las virtudes, como los músculos, se atroian por el desuso. Brennan y Hamlin (1995) hablan, con respecto a esto, de tesis del “músculo moral”: la economía, cuando usa las virtudes, desplaza la posibilidad de producir virtudes. Y, por lo tanto, cuanto más nos coniamos en instituciones cuyo funcionamiento está ligado al principio de intercambio de equivalentes, tanto más los rasgos culturales y las normas sociales de comportamiento de la sociedad serán congruentes con aquel principio. Análoga, si bien más soisticada, es la conclusión a la que llega Martin Hollis (1998:73) con su “paradoja de la conianza”: “Más fuerte es el vínculo de la confianza más una sociedad puede progresar; más ésta progresa, más sus miembros se vuelven racionales y, por eso, más instrumentales en representarse entre sí. Más instrumentales son, menos se vuelven capaces de dar y recibir confianza. Así el desarrollo de la sociedad erosiona el vínculo que la vuelve posible y que necesita continuamente. Como se comprende, si tuvieran razón estos autores, muy pocas serían las esperanzas de poder dar una respuesta positiva al interrogante arriba enunciado. Pero, afortunadamente la situación no es tan desesperante como podría parecer a simple vista. En primer lugar, la argumentación que rige la línea de pensamiento aquí discutida sería aceptable si se pudiera demostrar que existe un nexo causal entre disposiciones e instituciones que ahorran las virtudes, un nexo por el cual se pudiera llegar a sostener que, actuando en el mercado capitalista, los agentes lleguen, con el tiempo, a adquirir por contagio un “uniforme individualista” (autointerés más racionalidad instrumental). Ahora, prescindiendo del hecho de que tal demostración nunca se ha producido, el 24 | hecho es que personas con disposiciones virtuosas, actuando en contextos institucionales donde las reglas de juego se forjan a partir de un comportamiento autointeresado (y racional), tienden a obtener resultados superiores respecto a los logrados por sujetos impulsados por disposiciones egocéntricas. Un ejemplo, para todos: piensen en las múltiples situaciones descritas por el dilema del prisionero. Jugado por sujetos no virtuosos –en el sentido antes especiicado– el equilibrio al que llegan siempre es un resultado subóptimo. Jugado, en cambio, por sujetos que le atribuyen un valor intrínseco a lo que hacen, o sea no sólo un valor instrumental, el mismo juego lleva a la situación óptima. Si generalizamos, el hecho es que el sujeto virtuoso que actúa en un mercado que se rige sólo en el principio de intercambio de equivalentes “lorece”, porque hace lo que el mercado premia y valoriza, aunque su motivación no es el logro del premio. En tal sentido, el premio fortalece la disposición interior, ya que vuelve menos “costoso” el ejercicio de la virtud. En segundo lugar, la tesis de Polanyi y de los otros estudiosos antes nombrados exige, para ser válida, que las disposiciones virtuosas sean consecuencia de los comportamientos, mientras es verdadero exactamente lo opuesto. Ni siquiera el “conductismo” más avanzado llega a sostener que el comportamiento es un prius respecto a las disposiciones del espíritu. No sólo eso, sino que si aquella tesis fuese verdadera, no se lograría explicar por qué, en las actuales condiciones históricas caracterizadas por el dominio de instituciones que “economizan la virtud”, se asiste a un lorecimiento de organizaciones de voluntariado, cooperativas, cooperativas sociales, empresas sociales, organizaciones no gubernamentales, etc. Esto ocurre porque la naturaleza de lo que induce al actor a elegir un comportamiento virtuoso es relevante. De hecho, que un sujeto actúe de modo virtuoso por miedo a la sanción (legal o social) o bien, porque se halle intrínsecamente motivado a portarse de tal modo, hace la diferencia y mucha. Así hemos llegado al punto central del discurso: ¿en un contexto como el actual donde prevalecen las instituciones económicas basadas en el principio de intercambio de equivalentes, ¿qué es lo que puede volver maniiesta la posibilidad de un accionar virtuoso –en el sentido de las virtudes cívicas– y que sea capaz de generar resultados positivos de modo tal que se dispare aquel mecanismo de elección de las disposiciones de las que recién hemos hablado? | 25 Mi contestación es la empresa social. Este es el verdadero papel de los sujetos que, fundando su mismo proceder en el principio de reciprocidad, terminan contagiando a los demás. Se trata de una clase de ley de Gresham a la inversa: ¡la moneda buena atrae hacia sí la mala! Pero, ello puede actuarse a una condición: que se entienda que la fraternidad no se acaba en la proximidad (literalmente prójimo es el “ilos”, es decir mi igual, mi vecino por cultura o por etnía). Ha estrito Ricoeur (1994:21): “Si yo estuviera solo con el Otro, le debería todo. Pero, está el Tercero… El Tercero es distinto del prójimo, pero también es un prójimo del Otro y no únicamente mi semejante”. Sólo con el Tercero nace la sociedad –como nos recuerda Bauman– y por lo tanto, también la economía. Y bien, el sentido de la empresa social hoy es el de abrir el mercado, expandiendo su rayo de acción y sobre todo su sustentabilidad. Nunca se olviden, en efecto, que lo que “erosiona” el vínculo social no es el mercado de por sí, sino un mercado reducido al solo intercambio de equivalentes; por consiguiente, no el mercado civil sino aquel “incivil”, por no ediicado –como lo sabían los humanistas del siglo XV– en la fraternidad como virtud civil. A diferencia de la desesperada conclusión de Kafka –“existe un punto de llegada, pero ningún camino”– para el autor de este libro existe la posibilidad de evitar la crisis de civilización que en la actualidad nos amenaza. Lo cual nos da esperanzas, las que no atañen solamente al futuro –como se tiende a creer– sino también al presente, ya que nuestra existencia, nuestras obras, además de un destino inal, tienen un signiicado y un valor aún aquí y ahora. Bibliograia ฀ ฀฀฀฀฀฀฀ G. y ฀ ฀฀ ฀฀฀฀A. (1995) “Economizing on virtues”, en: Costitutional Political Economy, 6. ฀ ฀฀฀฀฀฀ ฀฀฀A.D. (1982) “Rival interpretations of market society”, en: Journal of Economic Literature, 20. ฀ ฀฀฀฀฀฀M. (1998) Trust within reason, Cambridge University Press, Cambridge. ฀ ฀฀฀฀฀฀฀P. (1994) Persona, comunità e istituzioni, Ed. Cultura della Pace, firenze. 26 | AGRADECIMENtoS S on tantas las personas que de un modo directo e indirecto me han inspirado, ayudado y colaborado a lograr la conclusión de esta obra, que siento el peligro de no ser lo suicientemente agradecido con todos ellos. De incurrir en alguna omisión o de no saber cómo ordenarlos con justicia. Por estas posibilidades junto al reconocimiento que les debo, pido de antemano disculpas. En primer lugar quiero expresar agradecimiento a la vida y su insondable misterio. A mis padres por habérmela dado. también porque siendo ellos inmigrantes y descendientes de generaciones que han padecido guerras tan interminables como absurdas (como a ellos mismos les ha tocado vivir) dejaron en mí la fuerte impronta de sus secuelas. Los que han perdido seres queridos, se han separado para siempre de sus familias, han visto la devastación, el hambre, la enfermedad, la miseria, la injusticia y sobre todo el odio y la locura, saben bien a lo que me reiero, como también han de saber la fuerza motivadora que tal experiencia puede generar en pro de un mundo distinto cuando estas experiencias han sido transmitidas junto al primer alimento. Al menos eso me ha sucedido. En segundo lugar deseo agradecer al Profesor Stéfano Zamagni por haber tenido la enorme gentileza de redactar el Prefacio de este libro. No sólo me ha hecho con ello un gran honor, sino que ha enriquecido la obra con lo que considero un capítulo comple- | 27 mentario y necesario. Complementario porque la temática que él aborda no la he desarrollado de un modo explícito, aún cuando es precisamente éste el tipo de cuestiones y enfoques a los que mi análisis invita. Necesaria, porque el tema de cuál es el tipo de sociedad y cuál la base motivacional individual que pueden constituir una respuesta constructiva a los desafíos que la Crisis de la Civilización Global presenta hoy, según la descripción expuesta en este ensayo, es de lejos el más espinoso. Implica tomar una posición y hacer explícita nuestra visión acerca de la sociedad, de la naturaleza del ser humano, de sus creencias y de lo que consideramos posible o imposible. Él ha tenido el valor de exponer abiertamente su erudita visión de la problemática desde un ángulo pocas veces tratado en la literatura económica. En tercer lugar deseo agradecer en el mismo plano a todos aquellos que se han tomado la tediosa labor de leer las distintas versiones de esta obra y realizar sus críticas, aportar sus opiniones, brindar información pertinente, corregir mis errores y alentarme en el esfuerzo de continuar con lo que en aquel entonces era sólo un proyecto. Entre ellos deseo mencionar en especial a Víctor Bravo de la fundación Bariloche; a tommy Buch del Grupo Bariloche para Ciencia y Asuntos Mundiales y miembro de la Conferencia Pugwash para la Paz Mundial y, además gran conocedor de la historia de la tecnología; a todos mis compañeros de trabajo y colegas profesionales de la fundación Bariloche. A su presidente Héctor Pistonesi quien, junto al resto, es y ha sido un valiente defensor de la libertad académica. Valor que ha caracterizado por más de cuarenta años a dicha Institución. también deseo agradecer los aportes y apoyo de Jorge Gaggero, Ricardo Gerardi y Víctor de Zavalía del foro de Políticas Públicas; al Daniel Aspiazu de fLACSo; al Dr. Abraham Gak del Plan fénix que funciona en el ámbito del área de Proyectos Estratégicos de la facultad de Economía de la UBA; a Jorge Magoia y Mónica Lorenzo, a Roberto Varsavsky y su sobrino Martín por su ayuda desinteresada en los momentos más críticos de mi vida y sin duda alguna a mi esposa e hijos, sin cuyo afecto, calidez y apoyo en lo cotidiano no hubiera tenido el espacio ni las fuerzas para concluir este trabajo. Ellos, además, son vivo ejemplo de las diferencias generacionales de las que tanto se puede aprender. Por último están aquellas personas que en algún momento de mi vida me han formado e inspirado profundamente. Se trata de 28 | los que hoy no están entre nosotros. Entre ellos deseo mencionar en primer lugar a Carlos Suárez quien fuera presidente de la fundación Bariloche hasta abril de 2002. Estoy seguro que de hallarse hoy aquí, los primeros borradores de este libro se hallarían repletos de notas al margen, preguntas y observaciones perspicaces. Ese cálido y generoso apoyo que era, podría decirse, parte de su esencia humana, fue uno de sus aspectos más destacados. Sólo digo que extraño eso. Que su forma de ser me ha disciplinado intelectualmente y me ha nutrido y enriquecido como ser humano. Que de haber estado aquí y haber podido revisar los originales, ellos se hubiesen modiicado para bien en más de un aspecto. tal era su increíble capacidad de trabajo y agudeza intelectual. tal su enorme dedicación personal, respetuosa y desinteresada, por cada uno que le acercaba una idea, un escrito, un libro. Los que lo han conocido saben que no exagero, ni adulo. En segundo lugar deseo mencionar a oscar Varsavsky, quien me formó en la temática de la comparación de los diversos Estilos de Desarrollo y el uso de modelos matemáticos para el análisis de su viabilidad, cuando yo era sólo un joven estudiante. De él aprendí muchas cosas, pero de entre ellas el valor de la honestidad intelectual y de la independencia de criterios, en un mundo regido por modas intelectuales y adiciones automáticas a teorías e ideologías. Quizás una pequeña anécdota sirva para ilustrar su calidad de maestro ejemplar. trabajaba yo para él en un proyecto como asistente estadístico en la CEPAL y tenía la manía de calcular con dos decimales. Un día me reprendió con mucha severidad y me dijo: “en ciencias sociales los errores del 10% son ininitesimales, ¿qué sentido le ves a poner una coma a números que sólo expresan variables cualitativas?, eso muestra que no entendiste aún nada de qué se trata la experimentación numérica, ni las ciencias sociales. La próxima vez que lo hagas no trabajas más conmigo”. Puede sonar autoritario hoy, pero les aseguro que no lo era. Como yo me quedara inmóvil y hasta con un terrible susto, al rato soltó una carcajada, me dio una amistosa palmada y me dijo: “los cientíicos no debemos hacer creer a la gente cosas que no son y menos con los modelos, porque muchos pueden creer que sus resultados son ‘La Biblia’… y ya sabes lo que creo acerca del cientiicismo…”. Cabe decir que en esa época, además, poner una coma era trabajo innecesario para una perfoveriicadora y cada ensayo requería dos semanas. Y Oscar Varsavsky detestaba lo superluo. Así era él, | 29 austero, severo, agudo y cálido. Profundamente humano y sensible. Un gran maestro, del mejor estilo. En tercer lugar recuerdo y agradezco, de entre aquellos que ya no están aquí, a Raúl Prebisch y a Aurelio Peccei, personas imponentes a quienes tuve ocasión de conocer en distintas ocasiones cuando la temática del desarrollo y el mundo mismo se hallaba en lo que en esta obra denomino “el gran punto de inlexión”, sobre el in de los años dorados del capitalismo, del socialismo y quizás sobre el comienzo del in de las utopías. Ellos me concedieron su escaso tiempo sin siquiera conocer nada de mí, por el sólo hecho de que otra de mis manías por aquella época era abordar a estos personajes para discutir ideas. De su disposición y humildad aprendí lo que me parecía ha de ser la vocación genuina, más allá del abismo de enfoques, ideologías e intereses que los separaban. En ellos había pasión genuina, por eso gastaban tiempo con un desconocido que solicitaba una entrevista no para pedir trabajo, sino para conversar sobre la problemática del mundo. también merecen un especial agradecimiento Vittoria Miceli quien se ha dedicado, con gran paciencia y profesionalidad, a traducir el prólogo del original en italiano. Asimismo debo mencionar a aquellos que han armado el libro y lo han corregido. Seguramente he omitido nombres, en especial de muchos de aquellos que además de colegas y formadores, me han enseñado otras cosas. Me reiero a aquellos marginados o no del sistema con quienes he compartido mis problemas mientras ellos compartían conmigo los suyos. Esos que me enseñaron que el “otro” y “el tercero” son reales, tanto más cuando tomamos conciencia que muchas veces padecen el mal difuso que generamos irresponsablemente. Que pueden no ser seres distantes por ser distintos, si abrimos el corazón y que el primer paso le toca a uno. En una palabra aquellos que me enseñaron a ser un poco más humano, porque en esta tarea los libros hacen lo suyo, sin duda, pero las personas mucho más. Y más aún, la vida, aquello inconmensurable que la da y su ininita sabiduría. A todos los mencionados, sin importar el orden, porque en última instancia creo en la unidad intrínseca del universo, gracias por igual. Cabe decir por cierto que ninguno de los mencionados es responsable de los defectos, errores, omisiones y opiniones aquí vertidas. todo esto, en todo caso, es lo único que enteramente me pertenece. 30 | 1 De las promesas incumplidas del siglo XX a la problemática del siglo XXI: ¿Crisis coyuntural, estructural o crisis civilizatoria? 1. Breve descripción de la “problemática” obre el inal del siglo XX no pocos analistas de gran envergadura han señalado que el siglo XXI será seguramente reformulado sobre bases distintas a las que dieron lugar a una larga historia que pareciera de algún modo culminar en sus tres últimas décadas y con mayor precisión a partir de los años noventa. S Tal es el punto de vista de Eric Hobsbawm al inalizar su Historia del siglo XX con un dejo de pesimismo, y también el de Jaqcues Barzún en su análisis referido a los quinientos años de vida cultural de occidente efectuado en la obra Del Amanecer a la Decadencia. A pesar de la profundidad de ambas obras y la de otras tantas que, como la de David Harvey, las de Zygmunt Bauman y otros autores a los que nos referiremos con frecuencia, han analizado la problemática de la posmodernidad, a mi juicio falta una explicación convincente del quiebre histórico producido en los setenta. En particular el referido a las razones estructurales del cambio producido en el sistema productivo a escala mundial. Este libro es un intento de proponer algunas “hipótesis fuertes” al respecto. Esta preocupación se ha vuelto central tras el 11 de septiembre del 2001 en tanto el mismo episodio como sus consecuencias no | 31 pueden ser desligados de las nuevas condiciones en las que se halla dicho sistema productivo y las perspectivas que se dejan entrever para el futuro a partir del análisis de su dinámica. Podría airmarse que el siglo XX ha sido el heredero de las promesas que lentamente se fueron gestando en el seno de la cultura occidental. Posiblemente fue a partir del descubrimiento de América o quizás antes, cuando San Benito introdujo sus reglas, o cuando el reloj público comenzó a modiicar la relación del hombre con el tiempo. Un occidente heredero del Renacimiento más tarde y mucho más de las expectativas que surgieron con el advenimiento de la Revolución Industrial. A partir de entonces la humanidad entera se ha viso envuelta en un proceso de cambios vertiginosos en los estilos de vida, en las ideas y por sobre todo arrastrada por un progreso material inédito. El mismo que posibilitó una extensión sin precedentes de la especie, la que progresivamente se transformó en “urbana”. El paradigma del conocimiento cientíico revolucionó no sólo el dominio de la naturaleza sino también la concepción misma del ser humano. El desplazamiento de la tradición religiosa, la secularización de las religiones, la profunda transformación de los valores y de la conceptualización del mundo son hechos tan obvios, que casi parece innecesario mencionarlos si no fuera por el hecho de que quinientos años, doscientos años, cincuenta años son equivalentes a segundos o a lo sumo minutos desde la perspectiva del universo y de la aparición de la vida humana. Algo que siendo tan obvio es sin embargo olvidado con frecuencia, porque la modernidad nos ha acostumbrado a pensar de este modo. El pasado: una pila de escombros. Ni todo el material del presente, ni necesariamente del futuro. Éste último, siempre promisorio. Y cuando no, catastróico. Entre estos dos polos nos hemos movido aunque sin demasiada perspectiva. A pesar de que aquel proceso de progreso material y moral no ha sido en modo alguno lineal, es innegable que visto macrohistóricamente son muchos los indicadores que permitirían verlo de este modo. Un continuo de avances técnicos, la extensión de libertades individuales (o la aspiración a obtenerlas), la progresiva uniicación del mundo a través de los medios de transporte y comunicación, el aumento de la productividad por hora trabajada y el aumento de la esperanza de vida al nacer de cada individuo, parecieran haber coronado el éxito de una epistemología cuyas 32 | raíces pueden ser rastreadas desde la antigua Grecia a la Ilustración. La “Gran Idea” nos hizo transitar desde la “Casa del Pasado” a la “Casa del futuro” impregnando el presente de cambio continuo. Al presentar el pasado reciente de este modo no pretendo ignorar en modo alguno que dicho progreso ha tenido también como contrapartida un elevado costo. todo el período moderno ha sido caracterizado al mismo tiempo por atroces genocidios, amenazas a la vida de la especie humana, disminución de la biodiversidad y, más recientemente, por una pérdida de sentido y de rumbo que hacen a la esencia de la falta de seguridad, certeza y protección. Con todo, los “años dorados” –que pueden situarse entre la inmediata postguerra y los años setenta del siglo XX– regeneraron las expectativas que fueron justamente la base de considerar todo aquel costo como aceptable en términos del progreso logrado. En este contexto el marxismo mismo puede ser visto como la culminación más elaborada del proyecto iluminista. Sea que se lo considere como una ideología, como una teoría cientíica de la historia, como una ilosofía o como la última de las utopías, es innegable que originó una praxis que marcó en gran medida la casi totalidad del siglo XX tanto como lo hizo la expansión capitalista. Como quiera que sea hoy es usual haber incorporado sus conceptos en el ámbito de la cultura occidental y no ya sólo como una visión del mundo opuesta al mismo, como ocurrió durante la Guerra fría. El proyecto de “la multitud” (Negri y Hardt 2004) es un derivado de tal enfoque. Innumerables aspiraciones igualitarias, manifestaciones, interpretaciones y expresiones culturales se gestaron bajo la inluencia del pensamiento de Marx y los que le siguieron, pero fueron también la esencia de la República. Del liberalismo, en un sentido amplio del término. De este modo el ideal del igualitarismo y del progreso material y moral sin límites a partir del conocimiento se constituyeron en la promesa fundamental del mundo occidental sin importar demasiado quien enarbolara tales banderas. La epistemología natural de occidente logró, de algún modo, una uniicación básica en torno al discurso y los métodos de acción del hombre sobre el mundo y sus semejantes. | 33 trátese del “sueño americano” (teñido más por el liberalismo) o del viejo o “nuevo sueño europeo” –como los denomina Rifkin– (más heredero del socialismo), la noción de que tal progreso material sin límites y la extensión de los derechos individuales son posibles, constituyen todavía la historia de occidente extendida a lo largo y ancho del planeta a lo largo de los dos últimos siglos. Aún cuando el escepticismo sobre la posibilidad de cumplir tales promesas forma una parte relevante del pensamiento occidental de los últimos siglos –y es un pilar del pensamiento posmoderno– ello no ha bastado para trasladar estas promesas a una nueva “Casa del Pasado”. “Casa” que, de todos modos, parece desplazarse velozmente, de modo inasible. En tal sentido importa muy poco que el muro de Berlín haya caído o que el socialismo haya dejado de constituir un proyecto alternativo al capitalismo. Las promesas básicas no cumplidas por el “socialismo real” se desplazaron a las democracias occidentales y conforman todavía una sustantiva parte de su fundamento. Ellas, después de todo, parecían mostrar de un modo pragmático ser mejores instrumentos para lograr tales objetivos, aunque atenuados por los límites impuestos por una aparente “inmodiicable naturaleza humana”. Naturaleza, que según se airma con argumentos que jamás podrán ser demostrados de modo deinitivo, es más propensa al individualismo y a la lucha por la supervivencia a través de la competencia que a la cooperación y a la solidaridad. Una esencia humana opuesta al “inmovilismo de la edad media” que “se aburre” frente a reglas morales que se airma no puede cumplir. Una humanidad que para algunos ha sido no sólo “naturalizada” sino “animalizada” por los tiempos modernos con una jactancia infantil si pensamos en sus consecuencias. Vale remarcarlo: el período posterior a la Segunda Guerra Mundial fue en tal sentido el de mayor progreso material y el que más determinó el rumbo que tomaría el modo de vida escala planetaria durante el siglo XX. Un período en el que extrañamente convivieron “los años dorados del capitalismo” con el avance territorial, económico e ideológico de su en aquel entonces aún “peligroso rival”. Basta recordar el mapa mundial hacia mediados de los setenta y los indicadores de progreso en ambos mundos. Estados Unidos, 34 | Europa occidental y Japón símbolos del capitalismo vigoroso. La Unión Soviética extendida a los países de Europa del Este y China promoviendo la revolución en el tercer Mundo, al tiempo que lograban hacer pasar a la modernidad en un plazo muy breve a enormes masas de gente. En realidad y desde este punto de vista, sus modelos fueron exitosos a pesar de sus enormes costos en términos de pérdida de libertades y vidas. Ni la globalización, ni el ideario de la humanidad expresado en sus valores actuales, sería lo que es sin aquellos antecedentes, como tampoco el progreso material del resto de los países lo hubiera sido sin la acumulación capitalista. El progreso moral mismo ha sido puesto en estos términos a pesar de las innumerables “protestas moralistas”. El formidable costo del progreso humano en términos de genocidios, explotación, guerras, destrucción y aniquilación ha sido racionalizado por la “Gran Idea”. Se ha dicho que uno de los logros de esta “Gran Idea” ha sido justamente haberle impreso al dolor y al sufrimiento un sentido diferente al de antaño. Es decir el paso “del sufrimiento sin sentido” al “sufrimiento con sentido”. En realidad lo que ha sido desplazado es el objeto de redención. Pero la redención, sea del alma o del cuerpo, constituye aún la “gran racionalización” que es capaz de justiicarlo todo sin un claro balance de costos y beneicios. Sin embargo, algo de características muy profundas sucedió en todo este proceso a mediados de los años setenta. Por los motivos que expondré, tal punto de inlexión puede ser considerado como el inicio de una crisis de envergadura insospechada. La transición hacia un verdadero cambio de edad. Una crisis civilizatoria, más que simplemente una crisis estructural. La economía perdió buena parte de su dinamismo. Sobrevinieron predicciones catastróicas respecto a los “límites del crecimiento” y el cuestionamientos a la “capacidad de soporte del planeta” de continuar el actual estilo de producción y consumo. ocurrieron casi simultáneamente crisis petroleras, crisis ecológicas, acelerados cambios de valores y de pautas demográicas. En el plano cultural, la descontextualización y fragmentación del discurso y del pensamiento. Penurias y sufrimientos de diverso orden y naturaleza, extendidos de numerosos y distintos modos a escala planetaria. | 35 En síntesis, un deslizamiento desde los procesos de “destrucción creativa” –propios del capitalismo tal como los describió Schumpeter– a un progresivo proceso de destrucción sin aditamento alguno . Si no fuese redundante lo denominaría, “destrucción - destructiva”. Es justamente tal condición lo que determina –en palabras de Zygmunt Bauman– el hecho de que “el mundo actual sea un contenedor lleno hasta el borde del miedo y la desesperación lotantes que buscan desesperadamente una salida”. De que la vida esté sobresaturada de aprensiones oscuras y premoniciones siniestras, aún más aterradoras por su inespeciicidad, sus contornos difusos y sus raíces ocultas. En tal contexto se describe el caldero del Unsicherheit –término que utilizó Freud y reintroduce Bauman– porque condensa en alemán tres palabras claves de nuestro idioma: “inseguridad”, “incertidumbre”, “desprotección” (Bauman, 2001:23-27). Pero no sólo aparecen como “difusos” los contornos de tal situación, sino la misma noción del mal. Este último también ha adoptado una nueva terminología porque la complejidad de nuestro sistema nos ha hecho descubrir que cada uno de nosotros puede dañar la biosfera y a otros seres humanos de un “modo difuso”, a través de simples rutinas, hábitos, costumbres, o simplemente cumpliendo con las labores cotidianas. Un tipo de mal extremadamente difícil de tratar en términos morales, éticos y legales y también un serio desafío para las religiones tradicionales. No es extraño, por lo tanto, que ellas maniiesten una tensión creciente entre el fundamentalismo y una readaptación constante en pos de una mayor secularización. Si este cambio de edad debe ser entendido como la continuación natural del proceso civilizatorio occidental, si tendrá una única dirección o existen grados de libertad para modiicar la historia es una cuestión abierta a debate. Lo que no obstante parece fuera de toda duda es que el emergente real de la profunda crisis que comenzó por los años setenta constituye una verdadera amenaza a las promesas más caras del siglo XX. La traición del propio “Ideario liberal”, al de “De la Gran Idea” en un sentido muy amplio del término, y también, por qué no, la traición a la herencia cristiana de la cual occidente aún suele hacer alarde. El común denominador de tal situación es la confusión y su secuela 36 | de consecuencias: impotencia, omnipotencia, mesianismo, indiferencia, cinismo, pragmatismo, desesperación. Por lo tanto, no importa cuántos organismos como el Banco Mundial u otros se hayan apoderado del discurso igualitario o se hayan embanderado con objetivos como la lucha contra la pobreza a escala mundial, razones básicas que motivaron las revoluciones en el pasado. Lo cierto es que las condiciones objetivas para lograr el éxito de tales metas parecen ser, en términos objetivos, cada vez más lejanas. Ello a menos que modiiquemos profundamente nuestra “limitada racionalidad” actual. Limitada en el sentido de que como nos enseñaron pensadores como Max Weber o Horkheimer, la “racionalidad conforme a ines” puede hacer racional cualquier disparate: todo depende de los ines de esa acción “racional. Pero si los ines continúan siendo los de la “Gran Idea” entonces tenemos razones de sobra para caliicar de este modo a la racionalidad actual. No es casual en este contexto, que las tempranas premoniciones acerca de la incompatibilidad básica de las libertades individuales, de la igualdad y del mismo sistema democrático con la evolución del sistema industrial maduro se vayan haciendo realidad. Una realidad que está siendo sutilmente sugerida no sólo por los hechos, sino por un discurso que es cada vez más explícito al respecto a medida que nos adentramos en el siglo XXI. Se sugiriere así, que las cosas sólo pueden ser de ese modo y que más vale que aceptemos la cruda realidad y el cinismo político porque toda otra alternativa sería peor. Es más, con argumentos hábiles y seguramente convincentes para muchos se nos sugiere que sería más saludable tener menos y no más democracia y que ésta no necesariamente es el ingrediente necesario de la libertad (Zakaria, 2005). Ya no se airma tajantemente que vivimos en el “mejor de los mundos posibles”, sino que “no hay otro”. Una reedición del argumento “del sufrimiento con sentido” en medio de una percepción generalizada –aunque cargada de impotencia– de que no lo tiene. La última victoria de Bush pareciera conirmarlo. Ni los esfuerzos “literarios” de George Soros, ni el de Rifkin, ni los supuestos éxitos de Kerry en los debates televisivos previos a la | 37 últimas elecciones presidenciales estadounidenses, ni las abundantes críticas tras la invasión a Irak y el manejo del mundo tras el 11-S, tanto dentro como fuera de los Estados Unidos, han logrado modiicar tal oscura tendencia. Al parecer, menos aún tras los atentados del 7-J de Londres. La hipótesis de una guerra continua se extiende ahora a Siria e Irán y a cualquier otra parte si fuese necesario. La amenaza de un terrorismo extendido a escala planetaria mantiene en vilo a los países desarrollados, pero también a otros que no lo son. Aunque Europa preiere la vía diplomática, parte de sus líderes y de su prensa apoyan la postura estadounidense. Las críticas aunque a veces explícitas, semejan una capa de telón: son delgadas y fáciles de deteriorar rápidamente. No así las movilizaciones masivas por la paz: ellas expresan posiblemente el sentir del grueso de la humanidad, aún cuando sean de por sí insuicientes para modiicar por ahora el rumbo de los acontecimientos. El énfasis de teóricos como Huntington acerca del “Choque de Civilizaciones” semeja una profecía auto cumplida y hasta en las calles de ciudades tan lejanas como Buenos Aires se puede leer “Dios no es árabe”. Este énfasis teórico se da también ahora respecto al nacionalismo, cada vez más fuerte, de los Estados Unidos. tendencias similares se encuentran en Europa. La emergencia de este nuevo discurso, que combina nacionalismo y simultáneamente una defensa a ultranza de la globalización, deberían conducir así a una relexión profunda: ¿Tiene o no relación con la marcha de la economía de los países centrales y sus problemas de recesión, quiebra de los sistemas de seguridad social y otros múltiples desequilibrios? ¿La emergencia de China e India como los polos más dinámicos de crecimiento futuro y su proximidad a las fuentes energéticas que abastecen a occidente, tienen vinculación con lo que acontece? Si la respuesta fuese obvia, ¿se halla acaso explicitada y analizada en sus profundas implicaciones? Algo de dicha relexión ya se halla en marcha. No hay duda, lo tratan Rorty (2005), los que escriben en la Monthly Review (2004) –uno de los últimos viejos baluartes socialistas– y posiblemente muchos más. Pero las propuestas alternativas, y el mismo análisis de las causas de esta situación son débiles, fragmentadas y confusas. tal como los individuos que emergemos de esta etapa 38 | histórica. Una etapa caracterizada ciertamente por una complejidad difícil de ignorar… Los problemas y desafíos del siglo XXI son múltiples pero pueden ser sintetizados en al menos los siguientes: 1. Progresiva desaparición del empleo. 2. Pobreza generalizada y aparición continua de nuevos pobres coexistente con grados de opulencia crecientes. 3. Pérdida de sentido y dirección de la política en un sentido amplio del término. 4. Supericialidad de los análisis “supuestamente cientíicos” y de las propuestas para resolver las diversas problemáticas. 5. Creciente sensación de inseguridad, incertidumbre, desprotección; falta de esperanza, de rumbo, de sentido. 6. Amenazas procedentes del desarrollo tecnológico y de los múltiples conlictos políticos y sociales a escala global. todo ello sintetizable en “nadie sabe lo que se puede y debe hacer”, lo que desemboca en la ausencia de un programa alternativo fundado a escala global que sea percibido como superador de la situación actual. Este ensayo constituye por consiguiente un intento para invitar a dicha relexión. Ella pretende ser crítica y constructiva a la vez. ¿Pero es posible realizar tal intento sin previamente formular y dar una respuesta tentativa a algunas preguntas fundamentales? Deinitivamente no. Uno de los problemas más graves es que corrientemente se da por sentado que conocemos las causas del estado actual de las cosas, o bien, lo que es peor que se ha llegado a una situación tan compleja que es inabordable en términos teóricos. Las interpretaciones populares se caracterizan por enfatizar “el extraordinario poder que ha alcanzado el sistema inanciero” y su divorcio de la economía real; “la globalización y deterritorialización del capital y del trabajo”; “el impacto de la tecnología sobre el ser humano, el empleo y las sociedades modernas”; “el incontestable poder militar de los Estados Unidos convertidos en la única superpotencia tras el in de la Guerra Fría” y otros términos que de algún modo terminan siendo peligrosas sobre simpliicaciones. ¿Pueden ellas explicar lo mínimo necesario | 39 para comprender correctamente esta situación? Personalmente lo pongo en duda. Es que al tratarse de slogans auto referenciados, más que de explicaciones cientíicas provenientes de marcos teóricos fundamentados, se convierten más en elementos reproductivos del sistema económico-cultural, que en instrumentos útiles para abordar una política alternativa y transformadora. En especial si se considera que una propuesta alternativa capaz de constituirse en un programa político a escala mundial, es totalmente imposible sin una seria consideración de la multiplicidad de factores en juego. De un conocimiento más profundo de la dinámica del sistema económico global, lo que incluye abordar las interacciones dinámicas del aparato cultural No se trata por lo tanto de una crítica basada “en cómo derribar al enemigo”. Se trata primero de conocer a la multiplicidad de enemigos que la situación encierra. Ellos pueden ser personales, pero también impersonales, de carácter sistémico. Debido a lo expresado, antes de entrar de lleno en el tema, conviene formular al menos las siguientes cuestiones: ¿Cómo se ha llegado a esta situación? ¿Qué factores pueden explicar el quiebre histórico de los setenta? Ese quiebre caracterizado entre otras cosas por: • • • • • 40 | el abandono del modelo “fordista” y del “keynesianismo tradicional” (en el que el empleo estable y el ingreso creciente de los trabajadores se hallaba conceptualmente ligado al crecimiento), por el de “la acumulación lexible” y la “regla de romper todas las reglas”; el aumento de la jornada de trabajo real para los que se hallan dentro del sistema productivo coexistente con elevados índices de exclusión social y desempleo, lo que conduce con frecuencia creciente a la marginalidad; el aumento de trabajos temporarios y por cuenta propia muchas veces incapaces de proporcionar ingresos suicientes para el sostén digno de las personas; percepción creciente del riesgo de convertirse en marginados del sistema por parte de los que se hallan bien integrados en él y acceden a sus beneicios; el clima hipercompetitivo en los negocios que implica el énfasis en la reducción de costos e impuestos, grandes fusiones entre empresas y la globalización; • • • • • • • • • • • • énfasis en la innovación tecnológica continua como forma de lograr incrementos en el producto anual (lo que implica ciclos de vida de los productos más cortos, aumento de riesgos y serias implicaciones para la distribución del ingreso y el empleo); gasto militar como alternativa no redistributiva de las políticas keynesianas tradicionales ligadas al “Estado de Bienestar”; la preponderancia económica y política del sistema inanciero y de los sectores proveedores de grandes servicios ligados a la infraestructura urbana; la creciente importancia de China e India en tanto son los países con mayores perspectivas de rápida urbanización, con las consecuencias que tales fenómenos acarrean para el escenario geopolítico mundial por sus implicancias para el tema energético y el tema de la participación en los mercados; acentuación de la inseguridad básica como rasgo de la existencia humana: incluye temor a catástrofes, al terrorismo, a la inseguridad urbana, a la pérdida de capacidad de acceso que brindan empleos y actividades económicas hoy bien rentadas; comienzo de la crisis de los sistemas previsionales por cambios en las pirámides demográicas; pérdida de sentido y de rumbo de la política, falta de dirección y de sentido de la actividad económica más allá de metas de rentabilidad de corto plazo y supervivencia de las unidades productivas; falta de esperanza, emergencia de respuestas fundamentalistas, pesimismo generalizado o bien optimismo no fundado; “mal difuso” como desafío a la ética, moral y religión; lo que se vincula con “los efectos a distancia” de los actos humanos sea sobre la biosfera o bien sobre la calidad y posibilidad de vida de otros seres humanos en las actuales generaciones y en las venideras; “mal programado” como un emergente del paradigma epistemológico dominante de occidente, lo que se vincula básicamente con el poder y los medios disponibles para ejercerlo con plenitud en un contexto que aún requiere del consenso de los ciudadanos; la extensión sin límites de libertades individuales que son totalmente inoperantes para producir un cambio real de la situación; la introducción del concepto de “guerra preventiva” e insinuación de progresiva pérdida de libertades y privacidad. A su vez, frente a esta realidad tan compleja, en la que muchos de los fenómenos se hallan también interrelacionados de maneras más o menos directas, podemos preguntarnos lo siguiente: | 41 ¿Son el desenlace esperado del capitalismo maduro que desemboca en un crudo imperialismo como su etapa superior tal como los análisis marxistas han sugerido durante buena parte de los dos últimos siglos? ¿Son el fruto del fracaso del socialismo real? ¿Ha sido este fracaso provocado por el poder de los países occidentales bajo el liderazgo de los Estados Unidos durante el mandato de Reagan? ¿Se trata del in de la historia como sostuvo francis fukuyama? ¿Es el producto del predominio ideológico neoliberal? ¿Es resultado del designio de grandes grupos de poder altamente articulados? ¿Existe una alternativa encarnada en el “nuevo sueño europeo” como opuesto al viejo “sueño americano”, como nos dice Jeremy Rifkin? ¿Estamos realmente frente a un “choque de civilizaciones” y al peligro de un creciente fundamentalismo capaz de destruir a occidente mediante el uso de armas de destrucción masiva que han proliferado sin cesar desde el in de la Guerra Fría como ha sugerido Huntington y tantos otros previamente al 11-S? o, ¿se trata de una estrategia por el control de los recursos naturales y la supremacía anglonorteamericana? ¿Sobrevendrá un mundo mejor una vez que el “terrorismo” sea vencido y la globalización progrese más y más como lo sostiene el consenso de Washington a través del Banco Mundial, el fondo Monetario Internacional, cuando no los mismos representantes del Complejo Militar-Industrial? ¿Es el mundo previsto por los Tofler o por James Adams quien identiica la próxima guerra como una guerra informática? ¿Es factible reducir la pobreza extrema que aparece como el mayor desafío del siglo XXI? ¿Existe espacio para construir lo que Hardt y Negri han llamado “el proyecto de la multitud”? ¿La defensa universal del “ingreso básico o de subsistencia”, introducido por tantos autores, sería una solución viable? ¿Qué roles les son asignados a países como India y China, los que aparecen ahora como los “nuevos mercados gigantes”, cuando su población ya era muy grande a comienzos de los sesenta y por qué? ¿Qúe razones existen para hablar del “in de una era” que duró unos quinientos años como lo hace Jaques Barzún?¿Comenzó ésta tras el 11 de septiembre de 2001 –como se repite sin cesar con las siglas 11-S– el día que comenzó el siglo XXI junto al “tercer milenio”? ¿triunfará la cultura del “conglomerado”, “el proyecto de la multitud” o será una era de “severo control imperial” si es que necesariamente estos proyectos fuesen contradictorios? 42 | He aquí sólo algunas de las muchas cuestiones que plantea la situación a comienzos del siglo XXI. En tal sentido este ensayo propone nuevas hipótesis explicativas con la esperanza de que ellas sean fructíferas. Aún a riesgo de que no sean más que “falacias fecundas” –en el sentido dado al término por Popper– tienen por objeto brindar un marco más uniicado para el análisis de la problemática del siglo XXI, tal como ha sido caracterizada en sus trazos más gruesos en esta introducción. Enfoque uniicado en el sentido de que no podemos sostener que se trate sólo de la fuerza de las “Ideas” (ej: “el fundamentalismo de mercado o el religioso”), ni tan solo de “factores materiales” (en el sentido clásico del materialismo histórico). Sin embargo en tanto se ha perdido el hábito de pensar en las restricciones materiales al crecimiento (salvo quizás en las medioambientales y en lo que atañe al agotamiento de los recursos) conviene retomar al menos un enfoque que incluya dinámicas de variables económicas físicas y no sólo ideales, actitudinales e ideológicas. Hacerlo constituiría un absurdo tan grande como si los matemáticos renunciaran a resolver complejos sistemas de ecuaciones por haber descubierto el teorema de Göedel o, si por caso, los médicos pretendiesen desconocer la anatomía básica del cuerpo humano basándose en el supuesto de que en última instancia todo es reductible a la energía cósmica. Pero el absurdo es un producto de la modernidad. Por lo tanto no deberíamos esacandalizarnos en lo más mínimo y menos en el 2005 a pesar de la declarada superación de la antinomia idealismo-materialismo y del reemplazo de este último por la teoría General de Sistemas. El propósito no es sin embargo proponer sólo un modelo descriptivo y explicativo de los cambios económicos, sociales, culturales y políticos que han ocurrido en el sistema mundial desde mediados de los setenta hasta la actualidad, sino invitar, como se ha dicho, a una relexión profunda que permita imaginar futuros alternativos. futuros que en lo básico no traicionen las promesas incumplidas del siglo XX, las que a pesar de sus sombras, fueron creídas por varias generaciones y parecieron ser ciertas, cumplibles, deseables. Promesas milenarias si se quiere e impresas en las mentes de varias generaciones con tinta difícil de borrar. | 43 Después de todo, si el progreso moral consiste hoy en un avance de la conciencia individual capaz de transformarse por su peso en un hecho histórico colectivo, parece provechoso aportar inquietudes que puedan acrecentar el espacio de dicha conciencia. 2. Hacia el esbozo de una “hipótesis rectora fuerte” Los nexos no explorados entre urbanización, crecimiento, cambio tecnológico, sobrecapacidad productiva y limitaciones estructurales para el desarrollo con equidad La hipótesis central que será desarrollada a lo largo de la primera parte, es que tanto la acumulación de capital como el progreso tecnológico han estado fuertemente vinculados e impulsados por los procesos de urbanización ocurridos desde la primera Revolución Industrial hasta nuestros días y que este proceso puede ser considerado único, irrepetible –en escala y magnitud– e irreversible. Esta idea puede generar rechazo y conviene advertirlo desde un comienzo. Por una parte puede ser mal interpretada como otro intento más de carácter “reduccionista”. Por otra, porque implica invertir un hábito mental demasiado arraigado. En efecto, por lo general, el moderno proceso de urbanización ha sido descrito más como consecuencia, que como causa del crecimiento económico. Por ejemplo, es usual en la literatura sobre el tema hallar airmaciones de que el 70% de la variación del incremento de la urbanización entre distintos países es explicado por las variaciones del producto bruto interno por habitante (Henderson, 2002). El fenómeno de la urbanización a gran escala es, en el mejor de los casos, reconocido como sinónimo de modernización e industrialización. Las causas de la localización de actividades industriales en grandes ciudades y la forma que adoptan los conglomerados han sido analizadas desde los tiempos de Alfred Marshall (1890) en términos de ganancias de economías de escala, intercambio de información, localización de proveedores, relaciones ínter industriales, proximidad del mercado, acceso a la tecnología, comu- 44 | nicaciones, relaciones con el resto del mundo, etc. De todo ello, no obstante, no se han derivado a mi parecer las consecuencias debidas. Asimismo la distinción entre los procesos de urbanización en los Países Centrales y los del tercer Mundo, por pertinentes que sean respecto a otras cuestiones, no lo son respecto a la similitud de su paisaje esencial y lo que implica para el crecimiento. Sin embargo, a pesar de que se acepta que existe un complejo proceso interactivo entre urbanización, tecnología y crecimiento, se le ha prestado muy poca atención a lo que implica esta vinculación en términos dinámicos. En particular cuando se considera la propia urbanización como motor o factor inductor del crecimiento. ¿Pero acaso es posible ignorar que el propio proceso de urbanización arrastra y crea una extensión de mercados para una notoria gama de productos y tecnologías a ellos asociadas, en particular en lo que atañe a Infraestructura como sistema vital de las ciudades?, ¿que sus distintas fases implican también diferencias de estructura productiva, de empleo y de hábitos culturales? Debido a que se intentará explorar esta hipótesis tanto desde el punto de vista conceptual como a través de evidencia empírica –aspectos que son además ampliados en el Anexo– conviene adelantar una pregunta crucial: ¿Qué sucede con el crecimiento y modo de funcionamiento de la economía y de la sociedad cuando el proceso de urbanización se desacelera? Es más, ¿qué consecuencias tiene para la capacidad instalada de toda una gama de actividades el hecho de que en algún momento del tiempo este proceso de urbanización alcanzará un punto de inevitable saturación? Es posible que el énfasis puesto en esta hipótesis central “tan fuerte” corra el riesgo –como sucede con toda hipótesis genérica y demasiado amplia– de ser interpretada como conducente a un análisis sobre simpliicado y supericial de la realidad. Más aún, de las múltiples consecuencias que mi análisis conduce a derivar de la misma. El peligro, soy plenamente consciente de ello, consiste en que esta hipótesis sea subliminalmente rechazada sin llegar a considerar siquiera la necesidad de examinarla en profundidad. No tengo una receta para tal actitud, simplemente advierto que de | 45 esta hipótesis central se derivan otras no menores, en especial las que se vinculan con la emergencia de la innovación tecnológica continua, los ciclos de vida de productos más cortos, su impacto sobre la distribución del ingreso, el empleo y su estructura, la emergencia de nuevas pautas culturales y también cuestiones geopolíticas no triviales. Por lo tanto, sin pretender que esta hipótesis central sea considerada como “causa única” de la emergencia de la actual problemática global y de los profundos cambios que han emergido tras los setenta, el excesivo énfasis puesto en ella en esta obra, obedece a que se le ha prestado muy poca atención a esta realidad. Más aún a sus profundas implicaciones. Es decir tanto a la existencia misma de la hipótesis, como a su potencial peso explicativo-predictivo. En tal sentido creo que un peligroso mal entendido es creer que existe una incompatibilidad básica entre la formulación de hipótesis generales simples, pero de amplio alcance, y el intento de explicar el comportamiento de sistemas complejos. Ciertamente, en ciencia abundan evidencias en sentido contrario. Es curioso que los análisis sobre los nexos entre ciudades y desarrollo de infraestructura como el realizado en Cities and Their Vital Systems: Infraestructure, Past, Present and Future realizados por Robert Herman y Jesse Ausubel (1988), o los más recientes desarrolllados por la Universidad de la Naciones Unidas respecto a la relación entre ciudades y globalización (fu-chen Lo y Yue-man Yeug, 2004), no aborden esta temática. Aún cuando las relaciones que señalan y detectan estos trabajos deberían llevar al cuestionamiento de los impactos macroeconómicos y socioculturales que implica una progresiva saturación del proceso de urbanización, el tema hasta donde lo he investigado, no ha sido tratado de modo explícito en la literatura corriente. Este sólo hecho amerita explorar una nueva formulación teórica. Si hacemos un poco de historia, se verá que la propia urbanización se vio impulsada desde un comienzo a través de la industrialización y del progreso técnico, en un continuo proceso de retroalimentación positiva ligado a fenómenos como migraciones internas y externas, incrementos en la productividad agrícola y relaciones comerciales entre diversos centros urbanos en diferentes áreas geográicas del mundo. 46 | Pero este proceso de urbanización comenzó a declinar en su dinamismo durante la década del ‘70 y del ‘80 y si bien se reanuda a partir de los ‘90 con la modernización de los gigantes asiáticos, inevitablemente posee un límite natural. Es precisamente éste límite natural –repito, sin pretender reducir todo a éste único fenómeno– el que podría ser una de las claves a explorar para proponer tanto una explicación más integral del conjunto de la problemática antes expuesta, como para ser constituido como punto de partida para la construcción de una relexión acerca de las alternativas posibles a las predicciones de tipo catastróico o a la insatisfactoria evolución actual del sistema económico mundial. La hipótesis que vincula urbanización y crecimiento pareciera conducir, como se verá, a una explicación más satisfactoria tanto de la declinación del crecimiento del sistema económico mundial desde mediados de los setenta, como también del hecho de que el crecimiento ha comenzado a reposar más y más en el cambio tecnológico continuo y acelerado, a través de la programación de la obsolescencia de los bienes de consumo y de capital. En una palabra de “la innovación”. Pero tal estilo de “innovación”, tiene a su vez una importancia crucial, en tanto implica ciclos de vida de producto más cortos. Disímiles entre Infraestructura y otros bienes y servicios, con severos impactos sobre el modo de funcionamiento del sistema económico y su estructura. La “racionalidad orientada a ines limitados” restringe severamente, como será demostrado, la posibilidad misma de resolver satisfactoriamente las metas declaradas de mejorar la distribución del ingreso, de reducir la pobreza y de lograr la sustentabilidad del crecimiento en un contexto que es por deinición hipercompetitivo. Tanto más cuanto nos acercamos a la saturación estructural de mercados vinculada al inevitable agotamiento del crecimiento urbano a escala planetaria. Por otra parte la hipótesis planteada explica, a mi parecer, otro hecho no menor. Se trata de la utilización cada vez con mayor frecuencia, del complejo militar-industrial (CMI) como sustituto de las políticas de reactivación de tipo keynesiano. La estrategia cumple así objetivos múltiples: reactivación económica, control de recursos vitales y también de competidores reales y potenciales. Ello, a pesar de que en un tiempo no muy lejano la capacidad del CMI para crear empleos y rentabilidad fue cuestionada, | 47 cuando aún se soñaba con reconvertir dicho “complejo” y crear los “dividendos de la paz” para ser aplicados al desarrollo. Además, ¿es posible ignorar los nexos entre el CMI y la innovación teconológica? De todo lo anterior, emerge naturalmente la “sociedad del conocimiento” como característica de las sociedades pos industriales. El énfasis creciente puesto sobre la educación y la calidad de las instituciones como requisitos básicos de tal sociedad, en pos del conocimiento cientíico aplicado a la creación de nuevos productos y del manejo de la nueva realidad social caracterizada por el moderno estilo de vida urbano, serían inexplicables sin analizar la dinámica evolutiva del sistema productivo. Dado el carácter obvio de la bondad y universalidad de tales recetas, pocos parecen dispuestos a cuestionar la efectividad real de la “panacea innovadora” frente a la magnitud de la problemática. Es que resulta difícil y comprometedor atreverse a ver que en vez de una panacea, pueda tratarse de una peligrosa trampa. En realidad, tal como están las cosas, dada la limitada racionalidad que opera, se trata de que constituye ambas cosas a la vez. En cambio la emergencia de China e India como grandes mercados pareciera inscribirse en el contexto tradicional de crecimiento basado en la urbanización extensiva1, y por ello mismo, su desarrollo plantea también nuevos desafíos, los que rara vez se hacen explícitos. Dichos desafíos son no sólo de orden geopolítico, aunque esta sea su cara más visible dado el problema de la emergencia de nuevas potenciales superpotencias que para colmo se hallan muy próximas a los recursos energéticos vitales para occidente. A mi juicio el mayor de los desafíos es que una vez “completados” estos procesos de modernización a través de la urbanización, es previsible que la problemática de sobrecapacidad estructural no sea por cierto menor, si no se modiica la racionalidad global económica y tecnológica. Esto es precisamente lo que se deriva de mi análisis y sobre lo cual volveré a insistir en repetidas oportunidades a lo largo del texto. 1. 48 | No sólo la urbanización de China e India completarán este proceso, existen aún países grandes como Brasil en América Latina y otros de Asia que contribuirán al crecimiento impulsado por la urbanización. Sin embargo, dada la magnitud de aquellos países, el eje fundamental pasará por estas dos futuras potencias debido a la magnitud potencial de sus mercados. Es que llegado a ese punto dicha “sobrecapacidad productiva estructural” será de tal magnitud, que difícilmente pueda entreverse una sustitución tecnológica capaz de generar un quantum de producto anual acorde al sostenimiento de los niveles de vida a escala planetaria ya alcanzados. Es este el tema que el debate corriente elude, como si fuese inexistente, o como si sencillamente en cualquier circunstancia fuera a emerger un conjunto de innovaciones tecnológicas capaces de proveer dicho quantum de producto en cantidad creciente, suiciente como para resolver el tema de la estabilización del nivel de producto mundial o aún acrecentarlo con equidad. Se asume de modo implícito que los ciclos económicos, cortos o largos, siempre podrán ser estabilizados, manejados por expertos o bien resueltos de modo automático por simples ajustes naturales de mercado. En síntesis el nexo con los procesos de urbanización y con las actividades que hacen al propio proceso de construcción del moderno estilo de vida urbano se halla ausente, tanto como la referencia explícita a los procesos que conducen a una destrucción deliberada. Estos últimos son a veces insinuados como en el caso de la reconstrucción de Irak, o bien vinculados al capitalismo de un modo demasiado genérico, lo que no hace sino demonizar al sistema. Insisto, tal postura no sólo es irresponsable, sino que aumenta aún más la desesperanza y la posibilidad de emergencia de una agenda alternativa superadora de la problemática global. Es que, como se demostrará en la primera parte de esta obra, ambos estilos tecnológicos –obsolescencia forzada e innovación en el sector de la producción bélica– conducen por su propia naturaleza a un modelo de concentración de los ingresos que impone una limitación de carácter estructural a las mejoras distributivas. Por otra parte, una economía bajo presiones hipercompetitivas, sea por ciclos de productos cada vez menores, sea por el desarrollo de mercados con salarios muy bajos, o peor aún, por una combinación de ambos factores, puede constituirse así en un obstáculo adicional para eliminar la pobreza a escala mundial debido a la insuiciencia del nivel de la demanda agregada y a la dislocación del aparato productivo. Puede entonces conducir a soluciones brutales, sencillamente porque el entorno de racio- | 49 nalidad orientada por ines limitados y la propia epistemología natural de occidente constituyen, junto a la situación objetiva, el entorno propicio. Sin embargo, estas mejoras distributivas posibilitarían el acceso a bienes modernos a alrededor de 2.8 miles de millones de personas que según el Banco Mundial viven hoy con menos de 2 dólares por día y podrían brindar una solución alternativa. Más deseable y constructiva. No obstante –aunque rara vez se lo haga explícito– esta alternativa, por deseable que sea, tampoco se halla exenta de serios problemas para su implementación concreta. Las propuestas de un “ingreso universal básico” que tienden en esa dirección –y que a juicio de autores como Bauman deberían constituir la base de un programa político global para rescatar a la política de su actual falta de sentido– necesitan ser confrontadas en todas sus consecuencias y complejidades si en verdad esto, claro está, pretende ser algo más que otra promesa que serviría más para sublevar, movilizar y capitalizar el descontento, que para convertirse en una realidad a ser construida. Entre los obstáculos que puedo visualizar surgen los siguientes, por ejemplo: ¿cómo garantizar que la distribución no afecte a corto plazo la productividad global del sistema y boicotee de entrada la propuesta misma en su validez como solución? ¿No se disociaría la relación esfuerzo-remuneración? ¿No se dislocaría la demanda frente a la capacidad productiva instalada cuyo peril se halla orientado hacia la sociedad dual en la que los ricos acceden a bienes y servicios cada vez más soisticados, mientras que los pobres no tienen aún satisfechas sus necesidades más básicas? ¿Cómo hacer para que el desarrollo sea sustentable en términos ecológicos? ¿Serían suicientes los recursos? ¿Sería compatible tal sistema económico con los valores e instituciones vigentes? ¿Implicaría retornar a experiencias socialistas o podría ser compatible con las economías de mercado? ¿En tal caso, cómo? He aquí el tipo de cuestiones que emergen de la alternativa redistributiva en gran escala para lograr combatir la pobreza global. Cuestiones soslayadas tanto por los grupos más radicalizados, como por aquellos que piensan que serían resolubles si tan sólo la economía creciera a un ritmo suiciente, o si se lograra imponer a todo el mundo los valores de las sociedades abiertas, a pesar de toda la evidencia en contra. 50 | Por lo tanto, tras el fenómeno que he denominado como “saturación de mercados de carácter estructural por agotamiento del proceso de urbanización”, simple en apariencia, pueden hallarse –o al menos ser exploradas– hipótesis explicativas de gran alcance. Ellas, como espero demostrar, son capaces de dar cuenta de la amplia gama de fenómenos característicos del desarrollo mundial a partir de la mencionada crisis de mediados de los setenta y de las estrategias de supervivencia que se van entreviendo. Son a mi parecer, como mínimo, una de las causas no consideradas de la crisis civilizatoria a escala mundial. En tal contexto no parece aventurado plantear la hipótesis de que el “choque de civilizaciones” –tal como en apariencia lo predijo Huntington– ha resultado absolutamente funcional al intento desesperado de los Estados Unidos por conservar su liderazgo mundial en un mundo que asiste globalmente a su previsible eclipse. Un concepto relacionado con “la creación intencional de enemigos” que justiiquen el gasto bélico y la presencia militar de los Estados Unidos a escala planetaria. Estrategia que tiene sus aliados históricos reconirmados plenamente tras el 7-J en Londres. Algo muy distinto de las meras ambiciones imperialistas (expansivas por esencia) y también diferente de los ciclos predichos por Ibn Jaldún (1332-1406) en La muqaddimah, según el cual, “los pueblos civilizados, fofos, materialistas, hedonistas y obsesionados con sus actividades personales serían presa fácil de pueblos bárbaros, rudos y duros”. Mucho más próximo en cambio a la doctrina de Churchill, que en palabras de Noam Chomsky, se deine como: “los ricos y poderosos tienen derecho a exigir que los dejen en paz para disfrutar de lo que han conseguido, a menudo, mediante la violencia y el terror; los demás pueden ser ignorados mientras sufran en silencio, pero si se entrometen en la vida de los que gobiernan el mundo por derecho, ‘los terrores de la tierra’ se cernirán sobre ellos con justa ira, a menos que el poder sea incomodado desde adentro” (Chomsky, 2004:41). Es decir se trataría de una estrategia de supervivencia, más defensiva que ofensiva, aún cuando el verdadero enemigo es en | 51 realidad algo tan impersonal como una lógica evolutiva ciega que en términos societales nos va llevando como un barco a la deriva en medio de una fuerte tormenta. Pero “la ceguera” del proceso evolutivo en las sociedades y en la historia sólo lo es en tanto y en cuanto la humanidad no de un salto evolutivo en su grado de conciencia individual y colectiva. Esta idea del crecimiento de la conciencia ha sido planteada también por Rifkin quien remite a los trabajos de Barield quien, junto a otros, piensa que el desarrollo de los seres humanos está madurando al grado de poder tomar decisiones personales que consideren la ininidad de relaciones que consta la biosfera. Es decir el prerrequisito de una ética acorde a la multiplicidad de impactos que producen tanto las decisiones individuales como las originadas en los centros de decisión o poder en un mundo donde el impacto de tales decisiones son muchas veces remotos, justamente a causa de la tecnología y la multiplicidad de relaciones que engendra. Difíciles de captar en términos de una relación causa-efecto lineal, y aún a veces en términos sistémicos. Muchos podrán preguntarse ¿cuánto tiempo deberá pasar para que esta “mayor conciencia humana” se releje de un modo concreto en occidente y en el resto del mundo que emula sus éxitos? ¿Siquiera será posible que ocurra alguna vez? De hecho, si el proceso de aprendizaje individual es muchas veces lento y tortuoso, ¿cuánto más no lo será el proceso de aprendizaje civilizatorio? Sí, todo esto es cierto, pero también lo es que nuestro futuro será cada vez peor si no apuramos el paso para lograr una conciencia mayor individual e histórica o colectiva, respecto a las causas del estado actual del mundo y de los cambios que deberíamos comenzar a implementar cuanto antes para dar respuesta a nuestra problemática. Dicho salto de conciencia (en su acepción más limitada de “darse cuenta”), quizás se haya dado ya en los que lideran el poder económico, político y militar actual, aunque de un modo restringido, negativo y opuesto a las propuestas que se harán en este libro. Una racionalidad orientada por ines que puede justiicar los mayores disparates. Es que frente a esta lógica implacable de un enemigo tal, tan impersonal como lo es una crisis civilizatoria, la creación de “enemigos reales” parece emerger por necesidad a partir de una epistemología natural, que es en todos los sentidos, tan próxima 52 | a un crudo pragmatismo, siendo ella misma otro de los enemigos difíciles de visualizar como tales. En tal contexto se ha dicho, parafraseando una novela de Michael Dibdin, “que no pueden haber verdaderos amigos sin verdaderos enemigos. A menos que odiemos lo que no somos, no podemos amar lo que somos” y que “estas viejas y funestas verdades no puede ser ignoradas por hombres de Estado e investigadores” (Huntington, 1997:20). Dicho esto desde un enfoque académico y divulgado con gran éxito desde los Estados Unidos, no puede dejar de ser preocupante, tanto más cuanto Huntington (2004) ha retomado el tema también en una de sus obras recientes. Allí nos recuerda que en el 84 a.C., cuando Roma derrotó a su último enemigo de importancia, Sila se preguntó: “¿Qué será de la República ahora que el universo no nos ofrece más enemigos?”, prosiguiendo con esta analogía Huntington señala que el historiador David Kennedy se hacía una pregunta similar: “¿Qué le sucede al sentimiento de identidad de una nación cuando sus enemigos son totalmente derrotados y dejan de proporcionar la fuerza vigorizante que supone la amenaza a la existencia misma de dicha nación?”… o, por decirlo en palabras de John Updike, “sin la Guerra Fría ¿qué sentido tiene ser estadounidense?” (Ibídem, 301). Continuando con esta relexión nos dice: “que la brecha cultural entre el Islam y el Cristianismo y el Anglo protestantismo de Estados Unidos acentúa las credenciales de enemigo que se atribuyen al islamismo. Y, de hecho el 11 de septiembre de 2001, Osama Bin Laden hizo que se diera por finalizada la búsqueda en la que estaba embarcado Estados Unidos” (Ibídem, 306). Las recientes declaraciones de oriana falacci en su una nota “L´Europa in Guerra Il Nemico Ce L´Ha in Casa” (Corriere de la Sera, 16/07/05:1-2), no hacen sino reairmar esta posición aunque de un modo aún más duro y frontal. Las “credenciales de enemigo” las extiende así al Islam, sin consideración alguna entre sus corrientes pacíicas, las fundamentalistas y las terroristas. | 53 De este modo un enemigo cuyo verdadero origen es difícil de rastrear se va convirtiendo, frente a la opinión pública, en un enemigo real que es funcional también a Europa, aunque por motivos todavía más complejos. Aún cuando el ilm de Moore, Farenheit 9/11, muestra parte de la trama de intereses y aparentes fraudes tras el ascenso de Bush, su vinculación con la familia Bin Laden, con el poder inanciero de los saudíes dentro de los Estados Unidos, sus relaciones con parte del complejo militar-industrial y con los intereses petroleros, la denuncia no toca a mi parecer el centro del problema: La crisis civilizatoria a escala global. Sólo en este contexto es comprensible la sanción del Acta Patriótica, que constituye una institucionalización del recorte de libertades individuales a escala global, cuyo real alcance sólo podrá ser evaluado con el correr del tiempo. Los sucesos del 7-J en Londres parecieran conducir a acentuar esta misma tendencia. Europa va teniendo de este modo su propia versión del Acta Patriótica. Ella parece igualmente funcional respecto al problema de sus sistemas de seguridad social, pobreza, desempleo y racismo. De un modo silencioso y sutil la sombra del totalitarismo vuelve a cernirse sobre occidente. Pero a diferencia de los del siglo XX, basados en ideologías como el nacional-socialismo y el comunismo, este nuevo totalitarismo se fundamenta en la defensa de la democracia occidental y de su estilo de vida. En la crítica racional de todo fundamentalismo, lo que sugiere una hábil forma de evitar la posibilidad de que el pensamiento llegue a imprimir un idéntico carácter a la forma de encarar la economía y la política occidental. Es la astucia de presentar una ideología con todos los atributos de un integrismo, sin que a nadie se le ocurra siquiera considerarlo como tal. En tal caso, la igura del enemigo interno o aliado del enemigo externo no tardaría en aparecer. Es curioso que frente a tanta evidencia (previa y posterior al 11-S) muchos intelectuales brillantes, nieguen la posibilidad de una estrategia deliberada consistente en la “creación de enemigos” por parte de los Estados Unidos. Una estrategia que podría responder a múltiples objetivos geopolíticos y también en estrecha relación con la necesidad de reactivar la economía americana (y mundial) al borde de la recesión tal como dramáticamente fue expresado en el Global Economic Forum por los economistas de 54 | Morgan Stanley el 20 de agosto de 2001, tan sólo semanas antes del 11-S (Roach, 2001). Ellos suelen argumentar que “la creación intencional de enemigos” es innecesaria porque todo el mundo ya odia a los Estados Unidos, y por lo tanto si algo le sobra no es capacidad productiva, sino enemigos. Que una visión conspirativa de la historia es inaceptable y que las hipótesis acerca de la crisis de sobrecapacidad son ridículas debido a que el mundo se halla hambriento de más crecimiento y pleno de mercados por desarrollar. Que el costo del presupuesto militar era algo que en realidad los Estados Unidos incurrían porque no tenía otro remedio, pero que generaba un severo desequilibrio iscal que les preocupaba seriamente. Que sostener tales hipótesis implica desconocer la historia del capitalismo y su inmensa capacidad creativa, superior a cualquier otra alternativa. Que el problema consiste simplemente en asegurar las condiciones para una mayor rentabilidad y que la guerra siempre es un desastre para los negocios ¿Es esta postura de negación intelectual sustentable cuando el citado informe de Morgan Stanley sugería la posibilidad de entrar en una recesión más parecida a las registradas entre 1854 y 1945 que a las de posguerra, y cuando se mencionaba explícitamente la práctica inutilidad de retocar las tasas de interés frente a “un exceso de capacidad productiva que debía salir fuera de servicio”? Sí, es una época muy próxima a la esquizofrenia, no cabe duda. Se puede ser ideológicamente un agente del “mesianismo cientíico” y eludir las reglas que tal postura exige para el debate. Se puede ser cristiano –lo que implicaría adherir al “Programa” del Sermón de la Montaña, o al menos a los mandamientos del Antiguo Testamento– y buscar enemigos, hacer la guerra, construir armas de destrucción masiva, mentir, matar, odiar. Después de todo, interpelados ante estas contradicciones estos individuos suelen responder: “somos humildes” no podemos “abarcar el mundo”. Somos contradictorios porque después de todo somos humanos. Y de este modo huyen por la puerta trasera de “la inmodiicable condición humana” a la que ellos mismos modiican continuamente con el ejercicio de sus profesiones, creación de conocimientos, diseño de tecnologías, estrategias, planes, tácticas, inluencia sobre los medios de comunicación y producción de contenidos culturales en todos los ámbitos. | 55 Luego están aquellos otros que se escandalizan frente a expresiones artísticas de denuncia y se indignan frente a lo que consideran “odio al cristianismo” por mostrar a un Cristo Cruciicado pintado sobre un bombardero, o a una Virgen María cubierta por repugnantes insectos, o por la superposición de Juan Pablo II junto a Madonna masturbándose. Pero más allá de que ciertamente la Iglesia Católica –y en general todas las religiones tradicionales– han sido bombardeadas ideológicamente por la modernidad: ¿no son acaso éstas, representaciones desesperadas de la estética frente a la brecha producida entre la ciencia y la moral? ¿No constituyen una cruda denuncia del doble discurso y de la doble realidad de occidente? ¿No serán signo del alejamiento entre las promesas del siglo XX y su descarnada realidad a través de la ventana del siglo XXI? ¿Por qué no verlo de este modo en vez de escandalizarse frente a algo que es evidente más allá de la intencionalidad e ideología de sus autores? Pero retomemos el tema de “la creación y búsqueda de enemigos” tan explícitamente planteada por Huntington en defensa de occidente, su identidad y sus valores ¿Será realmente la única alternativa “práctica”? ¿Se halla ella exenta de gravísimos peligros? ¿Se han analizado, discutido y difundido otras posibilidades lo suiciente como para llegar a tan pobre conclusión? ¿Será cierto que “el siglo XX ha sido un siglo de una perversa y dañina hipocresía sentimental”? (Huntington, 1997:20) ¿Podría llegar a tal conclusión una especie que literalmente se enferma ante la falta de conianza mutua, falta de protección y abandono, tanto como frente “al aburrimiento” que produce una época de rígida moral externa? ¿No constituye la esencia del cristianismo esta visión antropológica profundamente compasiva frente a la condición humana, que procura conducir al amor y no al odio? ¿No es el amor el fundamento de casi todas las religiones por deformadas, distorsionadas o alejadas que se hallen sus instituciones de sus más importantes postulados? Ciertamente sí, desde un punto de vista teológico o académico. Pero este punto de vista es a menudo eclipsado por todo tipo de actos violentos cometidos en nombre de Dios. Los que los cometen pueden o no saberlo, pero quienes los planiican difícilmente sean ignorantes en la materia. Las intenciones, suele decirse, se conocen por los resultados que producen. 56 | Como esta temática se vincula fuertemente con otro aspecto de la crisis civilizatoria, cual es la progresiva pauperización de la epistemología natural de occidente, la segunda parte del libro intenta abordar estas cuestiones y sus nexos con la evolución del sistema económico. Debido a que cualquier Agenda Política Alternativa “al estado actual de cosas en el mundo” supone una modiicación paralela de la organización social, en el mundo de las ideas, hábitos, actitudes y motivaciones, la tercera parte se halla destinada a describir los lineamientos más gruesos que deberían, según creo, conformar la investigación básica para la construcción de dicha agenda. Ello implica, sin duda, la necesidad de pensar seriamente en las implicancias mínimas de un nuevo paradigma productivo y cultural. De este modo la obra comprende tres partes: una primera destinada a comprender la crisis civilizatoria desde la perspectiva de la hipótesis central respecto al agotamiento del proceso de crecimiento basado tanto en la urbanización extensiva como en el cambio tecnológico continuo; una segunda parte destinada a examinar el contexto epistemológico y cultural en un sentido amplio del término y una tercera parte destinada a relexionar acerca de la naturaleza de una Agenda Política Alternativa a escala global. La intención es aportar algunos elementos novedosos que permitan enriquecer y reavivar un debate, a mi juicio, demasiado empobrecido y resignado. El mismo parece indispensable para enfrentar constructivamente el futuro que ya se avecina como nueva “casa del presente”. | 57 Primera Parte: Los fundamentos materiales de la modernidad en crisis: una perspectiva evolutiva | 59 2 La modernidad en perspectiva macrohistórica: Una rápida mirada retrospectiva y la naturaleza de la problemática actual 1. La brevedad de la modernidad E ste capítulo intenta brindar una apretada síntesis de le evolución histórica de la modernidad, su relación con los procesos de urbanización y su previsible ocaso. Se me preguntará: ¿es posible acaso condensar cinco siglos de historia en unas pocas páginas? obviamente no, y conviene aclararlo, tampoco es mi propósito. Quien quisiera profundizar acerca de la emergencia de la modernidad deberá enfrentarse al menos con las apasionantes y voluminosas obras de toynbee, Spengler, Hobsbawm, Barzún y las colecciones de divulgación existentes que siquiera podría enumerar. Sin embargo quisiera poder resumir algunos hitos con el único in de contextualizar la modernidad en sus orígenes, sus consecuencias y su relativa brevedad cuando se lo sitúa en un contexto macrohistórico evolutivo. Generar una mirada sintética como la que intento presentar en este capítulo es más útil si cada uno puede rellenar los grandes títulos de dicha síntesis con un conocimiento más amplio de la Historia Universal y de occidente. Pero aún si dicho conocimiento fuese parcial puede ser fructífero. Sugiere líneas para pensar de manera relacional al modo en que lo hacen los mapas conceptuales y las sinópsis. | 61 En particular deseo remarcar la absoluta novedad del fenómeno de urbanización a gran escala y su desenlace en un mundo global interconectado bajo el estilo tecnológico y paradigma epistemológico dominantes, fenómeno particularmente relevante durante la segunda mitad del siglo XX. Ello se debe a que estos antecedentes forman una parte ineludible de la problemática presente y todo intento de ignorarlos menoscabaría la perspectiva desde la cual deseo argumentar mis hipótesis acerca de la crisis civilizatoria y sus posibles “causas materiales”, además de las que provienen del campo de las “Ideas”. Si realizo tal separación tajante, es porque en la literatura actual el predominio de las “ideas”, estrategias y políticas como factores de cambio han oscurecido su relación con las grandes transformaciones ocurridas en la base material. Conviene recordar en tal sentido que el proceso de modernización2 iniciado entre el siglo XIV y mediados del siglo XVIII fue, si se quiere, lento en sus resultados hasta comienzos del siglo XX, pero de un alcance inédito en la historia de la humanidad a partir de ese entonces. Basta con mirar la evolución de la población mundial a lo largo de tan sólo tres siglos de historia, para hallar una imagen vertiginosa en la escala de los acontecimientos históricos. Es creencia compartida que la población mundial tuvo un crecimiento lento y errático hasta lograr establizarse, a comienzos del siglo XVII, en un nivel del orden de los 600 a 700 millones de personas. Aún a comienzos del siglo XX el número de habitantes en el planeta era próximo a los 1600 a 1700 millones, lo que implica un crecimiento prácticamente lineal hasta ese entonces (igura 1). 2. 62 | Permítaseme ignorar las discusiones en torno al concepto de modernidad clásico que cuestionan algunos autores como Arjun Appadurai en La Modernidad Desbordada (2001). La razón de ello, es que siendo quizás relevantes en el contexto de su argumentación, son irrelevantes a los ines de este trabajo. fIGURA 1 - Evolución de la población mundial 1700-2000 (en millones de personas). 1.80% 6000 Población mundial en millones 1.60% 5000 1.40% 1.20% 4000 1.00% 3000 0.80% 0.60% 2000 0.40% 1000 0.20% tasa interanual de crecimiento (en % a.a.) 2.00% 7000 0.00% 0 1700 Población mundial 1800 1850 1900 1950 2000 tasa de crecimiento (% a.a.) fuente: estimaciones con datos de Naciones Unidas. Es sólo a partir del siglo XX, y más precisamente tras la Segunda Guerra Mundial que se produce una verdadera explosión. La población mundial pasa de 2500 millones en 1950 a más de 6000 millones en la actualidad. Si se especula que la edad de la tierra es aproximadamente de unos 5000 millones de años, que tan sólo hace unos 30000 años surgió el homo sapiens y que las primeras civilizaciones pueden situarse en unos 9000 años, no podemos menos que reconocer tres hechos: 1. la aceleración de los procesos evolutivos en el orden humano; 2. la absoluta novedad producida en los tres últimos siglos y en especial en los últimos 50 años; 3. la escasa dimensión temporal de la modernidad a la luz de un enfoque macrohistórico evolutivo. La igura 2 ilustra esto en términos de relaciones de escala relativa, para lo cual no hay más remedio que reducir dicha escala en un orden expresado en logaritmos. | 63 fIGURA 2 - Escala evolutiva de la aparición del Universo a la urbanización a escala planetaria. 6 Escala logarítmica del tiempo 4 2 0 -2 -4 Urbanización a escala planetaria Revolución industrial Edad de occidente Primeras civilizaciones Homo sapiens Edad de la tierra Aparición del universo -6 fuente: estimaciones propias. Esto sin duda alguna no es ninguna novedad. Pero en tiempos de cambios tan acelerados, donde tan sólo una década puede hacer diferencias cuantitativas y cualitativas tan espectaculares, parece conveniente recordarlo. En términos de proporciones relativas, la modernidad representa a la aparición del ser humano aproximadamente lo que un día representa respecto a la esperanza media de vida al nacer del hombre moderno. La aparción del hombre respecto a la edad del universo lo que una jornada laboral de ocho horas es para la vida media del ser humano en nuestros días. La mayor de las proporciones no llega al 2% y las menores rondan el 0.001%. Sin embargo, “La casa del pasado” parece muy lejana y el futuro se acerca a una velocidad que impide casi captar el presente, de por sí elusivo. Esto conigura un estado de percepción que diiculta la objetividad, en lo que ella es posible, y con frecuencia perdemos toda perspectiva. 64 | 2. El fenómeno de la rápida urbanización a escala planetaria Sin embargo, mucho más sorprendente aún que el explosivo crecimiento de la población en la última mitad del siglo XX, ha sido la creciente urbanización a escala mundial. Como es sabido, en tiempos antiguos el crecimiento y las mejoras tecnológicas en la agricultura posibilitaron la producción de excedentes alimentarios necesarios para producir los procesos de urbanización. Si tres de cada diez personas podían vivir sin producir alimentos ello es sólo porque las otras siete ya podían producir para diez. Del mismo modo el crecimiento de las ciudades fue un factor decisivo para estimular tanto el aumento de la productividad agrícola, como la división del trabajo y la especialización del mismo. Estos procesos harían posibles las fábricas, las que a su vez estimularían la urbanización en un continuo proceso de realimentación positiva ascendente3. Para permitir progresos adicionales en esta dirección, la productividad agrícola iría en aumento hasta llegar a los niveles actuales. De este modo se fueron sentando en la historia las bases de la urbanización, con su coniguración histórica particular en lo que concierne a la conformación de los aglomerados y la cultura emergente de los mismos. Es bueno recordarlo, fueron la extensión de la industrialización y los grandes inventos tecnológicos en las áreas de las comunicaciones y del transporte los que posibilitaron el crecimiento explosivo de la urbanización y que coniguraron los complejos sistemas urbanos y económicos actuales. Como bien lo señalan Herman y Ausubel (1988), el desarrollo de infraestructuras y el de las ciudades han ido y continúan yendo de la mano. La infraestructura es vista como el relejo de nuestra evolución social e histórica. El símbolo de lo que una sociedad es colectivamente. Muchos de los logros de la civilización se hallan encarnados en infraestructuras de distinto tipo, los 3. Mumford (1961); Hauser (1979); van der Woude, Hayami, de Vries (1990); fuchs, Brennan, Chamie, Lo y Uitto (1994); Davis (1955); okita, Kuroda, Yasukawa, okazaki e Iio (1979:327-338); Gugler (1993); Masini (1994:215230). | 65 jardines y acueductos de Babilonia, los acueductos y caminos del imperio Romano, los muros que encerraban ciudades y proveian a sus ciudadanos de seguridad, dependían todos de su correcta administración y mantenimiento. Sinónimo de buen gobierno. Buena parte del trabajo humano previo –y también durante la industrialización– se halla materializado en obras de infraestructura. Muchas de ellas aún son útiles o perviven como patrimonio cultural de los pueblos que las crearon. Bajo el capitalismo temprano el desarrollo de infraestructuras se convirtió en una importante fuente de actividad económica y aún hoy, a pesar de los distintos esquemas institucionales existentes, da cuenta de una parte importante de la inversión y del producto de los diferentes países. La creciente conectividad de las diversas regiones se ha ido acelerando vertiginosamente tras cada nueva ola de descubrimientos tecnológicos. Las ciudades y su infraestructura, incluyendo en ella las capacidades productivas básicas, relejan como nada el proceso de acumulación de capital. Es más, me atrevo a sostener que “encarnan” como testimonio vivo lo que perdura en el presente del proceso histórico de dicha acumulación a lo largo de la historia particular de cada ciudad. Estos cambios nacieron tanto de la tecnología, como de las profundas transformaciones de los conceptos de espacio y tiempo, que a su vez contribuyeron a forjarlos. La compresión del espacio-tiempo causada por los avances tecnológicos implicaron no sólo la ocupación de extensos espacios deshabitados, la destrucción de las civilizaciones previas, sino un aumento en la velocidad de las comunicaciones que remonta de las 16 km por hora propios de los coches a caballo y barcos a vela, al instantáneo click del mouse de una computadora que permite considerar al planeta virtualmente uniicado. Por otra parte sin llegar a los recientes prototipos de la NASA que pueden viajar a cerca de 10000 km. por hora, recordemos que un avión de pasajeros viaja a 800-900 km. por hora lo que signiica que en un día podemos estar físicamente presentes del otro lado del planeta. El contacto por lo tanto no es sólo virtual, como muchos señalan, sino que la interacción “cara a cara” también ha crecido formidablemente. Las ciudades de 100000 habitantes aparecen recién con el Imperio Romano, pero las mayores al millón de habitantes son un fenómeno del siglo XIX. 66 | En 1800 sólo un 2.4% de la población mundial habitaba en ciudades de más de 20 mil habitantes y 1.7% en ciudades de más de 1 millón (Davis, 1955). Con todo, es recién en el siglo XX y más precisamente en el período posterior a 1950 en el que se produce la verdadera revolución de multiplicación de las megalópolis, de las grandes ciudades y de una generalizada y explosiva urbanización que imprime a la globalización un carácter real y único. téngase en cuenta que en 1950 existían en el mundo una sola ciudad con más de 10 millones de habitantes, 8 con más de cinco millones y 80 con más de un millón. Hacia el año 2000, en cambio, se tenían ya 20 ciudades con más de 10 millones de habitantes, 45 con más de cinco millones y 365 con más de un millón (oNU, 2002). Mientras que en 1950 alrededor del 30% de la población vivía en áreas urbanas, en el 2000 se estima que esta proporción llegaba al 47.4%, cifra que crecerá vertiginosamente con los procesos de urbanización ya en marcha en los mayores países de Asia. Cabe decir que la población total era en el año 2000 2.4 veces mayor a la de 1950. Pero la población urbana total creció 3.85 veces en esos últimos 50 años y la de las grandes ciudades lo hizo en 3.63 veces. Buena parte de este proceso de urbanización ocurrido durante la segunda mitad del siglo XX sucedió en los países en vías de desarrollo (PVD). Dicho proceso presenta algunas características importantes: a) el proceso de urbanización comenzó con ciudades grandes representando una parte sustantiva del total de la población urbana (67% del total de la población urbana de los PVD contra sólo 47% a nivel mundial en 1950); b) el crecimiento de las grandes ciudades comenzó a declinar en términos relativos en favor de un acelerado proceso de urbanización que aún continúa en ciudades menores; c) sin embargo, la participación relativa de las grandes ciudades en el total de la población urbana a escala global se mantuvo casi constante hasta mediados de los setenta; d) la participación relativa de los PVD tanto a nivel de la población total, como urbana y en grandes ciudades, ha sido creciente (igura 3 y cuadro 1). | 67 fIGURA 3 - Evolución de la población mundial 1950-2000 (en millones de personas). 7.000 6.000 5.000 4.000 3.000 2.000 1.000 Población total mundial Población total PVD Población urbana total Población urbana PVD 2000 1995 1990 1985 1980 1975 1970 1965 1960 1955 1950 0 Población en ciudades de + de 750 mil habitantes Población en ciudades de + de 750 mil habitantes PVD fuente: Naciones Unidas, World Urbanization Prospects: the 2001 Revision. 68 | CUADRo 1 - Participación relativa de la población de los países en vías de desarrollo 1950-2000 (en % del total mundial). Población/año 1950 2000 incremento en la participación relativa 1950-2000 Población total de los PVD respecto al total mundial 68% 80% 13% Población urbana de los PVD respecto al total de la población urbana mundial 41% 69% 28% Población en ciudades de + de 750 mil habitantes en los PVD respecto al total de la población en ciudades de + de 750 mil habitantes a escala mundial 59% 76% 17% fuente: estimaciones propias con datos de Naciones Unidas, World Urbanization Prospects: the 2001 Revision. 3. Urbanización e industrialización: de la progresiva uniformización de los estilos de vida a la emergencia de un nuevo estilo de militarismo y autoritarismo La expansión de la industrialización explica –y a su vez es explicada– por la urbanización tanto en los países centrales –cuyo proceso fue más temprano–, como en los países en vías de desarrollo que comenzaron en algunos casos más tardiamente, a partir de una forma especíica previa de inserción en el moderno sistema mundial. El modo de vida de las grandes ciudades ha ido tomando un carácter universal más allá de los matices derivados de diferencias culturales y étnicas, lo que relativiza los argumentos de Samuel Huntington quien de algún modo airma parcialmente lo opuesto. | 69 En efecto, según él la modernización implica necesariamente la occidentalización de las culturas tradicionales. En tal sentido conirma el núcleo central de nuestra argumentación. Pero este proceso, que al principio puede ser promovido por las élites modernizadoras, puede tener desde un comienzo distintos grados de aceptación o rechazo. Las sociedades no occidentales –sostiene Huntington– absorberían elementos importantes de la cultura occidental y progresarían lentamente hacia la modernización. Sin embargo, a medida que el ritmo de modernización aumenta, el índice de occidentalización desciende y la cultura autóctona experimenta un resurgimiento (lo que, en una ulterior modernización, altera a su juicio el equilibrio de las civilizaciones) (Huntington, 1997:20 y 87-88). Para cualquier observador es bastante obvio que tanto los valores, como los estilos de vida han tendido a uniformizarse a escala planetaria especialmente en las grandes áreas urbanas, aunque no sólo en ellas. Considerar a las manifestaciones culturales contrarias a la occcidentalización sea por parte de naciones aisladas, oposiciones minoritarias o frentes religiosos beligerantes, no altera en lo más mínimo este hecho fundamental al menos desde el punto de vista de la dinámica económica. Por otra parte, los brotes de nacionalismo y tribalismo no hacen sino favorecer el debilitamiento del Estado-Nación como fue concebido en el siglo XIX, lo que a su vez favorece la globalización y las aspiraciones imperiales. Entre las élites intelectuales de cada nación suelen predominar aquellos que favorecen la modernización integrada al sistema mundial, en tanto los espacios de gobernabilidad autónoma son cada vez menores debido a que las irmas internacionales dominan la provisión de bienes y servicios indispensables para la vida cotidiana en prácticamente cada ciudad, de las mayores a las menores. Esto condiciona el proceso de decisiones políticas y económicas, nunca exceptuado de corrupción. La cultura del conglomerado –como la denomina Jaques Barzún– es visible tanto como los cambios que ha sufrido la vida urbana en los últimos treinta años. No se trata sólo de la extensión de la sociedad de consumo urbi et orbi, sino de que ciertas caracterísicas comunes son perceptibles en la multitud de ciudades que hoy existen a lo largo y ancho del planeta. Me reiero, por ejemplo, a los paisajes nocturnos donde junto a las luces en movi- 70 | miento de los automóviles, las ijas de rascacielos, calles, grandes avenidas, autopistas y las titilantes de anuncios publicitarios, se combinan de modo insospechado la elegancia más extravagante junto a una miseria que hubiera hecho quedar ridículo y anticuado al propio Dickens. Por ejemplo, los trabajadores nocturnos de la “industria del reciclado”–que no pocas veces comen desperdicios mientras hurgan la basura en busca de latas y cartón– piden permiso tímidamente para pasar con sus carretillas entremezclados con los apurados transeuntes que regresan del trabajo, salen a esparcirse o bien a comprar algún bien que no pudieron durante el día. Entre estos extremos completan el paisaje zonas fabriles, administrativas y comerciales con sus particularidades de horarios y modalidades laborales. La ciudad despierta veinticuatro horas al día se va imponiendo, modiicando la casi totalidad de los hábitos ciudadanos. Por su parte, los noticiosos de la tVE, la RAI, la CNN y la de la mayor parte de los países –subdesarrollados o no–, la publicidad y los programas, nos hablan más de la uniformización cultural que de la diferenciación. El satélite y el cable nos ponen instantáneamente en contacto con imágenes de cualquier parte del globo, muchas veces repetidas. Lo mismo puede ser dicho de las problemáticas comunes respecto a los vínculos familiares, generacionales, problemas laborales, inseguridad, criminalidad, alienación, soledad, etc. Siendo así la sobreenfatización de las diferencias civilizatorias como propone Huntington puede llevar a peligrosas confusiones. En especial porque parece ignorar la cuestión de la estructura económica que se cristaliza a medida que la urbanización pasa de su fase “de proceso en construcción” a la de “realidad establecida”. Ciertamente, en el plano político puede conducir a la provocación de una profecía a la que pareciera se busca llegue ser “autocumplida”, y aunque no existiera “tal propósito”, llegara de todos modos a serlo. Ello proporciona, en un mundo que no puede ya cumplir sus promesas, un buen pretexto para obtener la legitimización de la utilización de la fuerza y la progresiva limitación –o aún la negación– de aquellos derechos universales que se gestaron bajo el ideario liberal. Recordemosoló, se ha dicho “que la legitimidad es el elixir del poder político”. Como lo señaló Jean Jacques Rousseau “el más fuerte nunca es lo suicientemente fuerte como | 71 para ser el amo, a menos que traduzaca la fuerza en derecho y la obediencia en lealtad” (Zacaria, op.cit.:283-284). El énfasis en el supuesto “choque de civilizaciones”, alimentado por un terrorismo cuyas raíces no son siempre fáciles de rastrear, crean a mi parecer el clima propicio para obtener el tan anhelado “elixir”, y por esta sóla razón conviene explorar la hipótesis de su vinculación con la crisis estructural y civilizatoria sobreviviente al siglo XXI. Dicho énfasis, cumple a su vez, como se verá, la razón de ser del cambio tecnológico en el sector de defensa, lo que implica al complejo militar-industrial y su rol como estabilizador de la actividad económica e impulsor de crecimiento. Crecimiento que a su vez, no debemos olvidarlo, se dice es generador de empleos e ingresos, condición indispensable sea para mantener el nivel de vida alcanzado por aquellos que pueden ser considerados los “ganadores” o simplemente para procurar un mínimo de sustento para los que no lo son. Pensadores como Richard Rorty sugieren que la desigualdad económica en América es tan grande que la misma democracia puede verse afectada. Sostiene así, que no le extrañaría que un presidente fascista intentara en un futuro satisfacer al pueblo americano con una guerra contra China como un intento de salida de la imposible desigualdad norteamericana (Rorty, op.cit.:169). Personalmente creo que los conlictos en Medio Oriente no tienen como único objetivo asegurarse las reservas petroleras. Son de algún modo también una forma de guerra indirecta contra China, India y Rusia, y secundariamente, también contra Europa por si alguna de estas potenciales potencias pudiesen aliarse contra la gran superpotencia. Que esto no es pura conjetura, lo reairma Michael Klare cuando se asombra de que no sólo la esencia de la doctrina Wolfowitz, articulada inicialmente en la Guía para la Planiicación de la Defensa del Pentágono (documento para 1994-1999), sino también la postura del demócrata Zbigniew Brzezinski hablan de una misma forma: la necesidad de una intervención militar norteamericana activa para frenar y evitar la aparición de un competidor contendiente de igual peso (Klare, 2004:111-112). Pero la militarización conduce a una cesión de derechos muy sutil. La democracia deja de ser vista como ideal –por cierto se halla lejos de serlo– pero el clima se enrarece más y más y a los 72 | “peligrosos” enemigos externos no parece tardarán mucho en sumársele los internos, que van siendo declarados como tales cada vez con mayor frecuencia. El discurso en pro de mayorías que no se sienten representadas por los actuales sistemas democráticos, como el de fareed Zacaria es preocupante. Podría ser airmado por lo tanto que este proceso de uniformización cultural en un sentido muy amplio del término, ha sido producido básicamente por la expansión capitalista, pero no sería totalmente adecuado si se considera que durante la vigencia del comunismo o “socialismo real”, también se produjo un proceso de características similares, al menos en Europa del Este y actualmente en China. Se verá en el capítulo siguiente que particularmente en los casos de la ex-URSS, Japón y China, pero también en el de Estados Unidos y en el de Europa en menor grado, los períodos de mayor dinamismo económico aparecen asociados a la rápida urbanización. En el caso de Europa debe ser considerada la reconstrucción de Posguerra, pero el fenómeno indiscutible es que con la parcial excepción de China, “los años dorados” (1945-1970) coinciden también con un proceso de urbanización del conjunto de las potencias. Del mismo modo la declinación posterior del dinamismo de la urbanización no sólo a escala global, sino en estas grandes potencias coincide con la declinación del dinamismo económico. China en cambio inicia un despegue urbano impresionante asociado a altas tasas de crecimiento. Los mecanismos de dichas interacciones son analizados más adelante, pero vale remarcar que el proceso de urbanización es también un proceso de uniformización relativa de las culturas nacionales a pesar de las peculiaridades de cada nación y de sus sistemas políticos. Aún cuando puedan ser establecidas diferencias importantes entre las ciudades del tercer Mundo y las de los países desarrollados respecto a la naturaleza y grado de integración de sus conglomerados productivos, en lo que hace al domino político, económico y tecnológico, y por tanto también en los niveles de ingresos y oportunidades laborales, existe una creciente uniformización en aspectos muy básicos. No sólo se hallará el mismo tipo de negocios y marcas como consecuencia de la transnacionalización de la economía, sino –repito– una cultura urbana con símiles locales. Los conjuntos | 73 de rock vociferan no sólo en inglés, sino en ruso, en esloveno, croata, checo, español, portugués, italiano, francés, árabe, hebreo, japonés y chino. Los ediicios de propiedad horizontal se yerguen en todas las ciudades del globo. La radio y la tV se hallan encendidas en los apartamentos y aún en algunas áreas rurales. La cultura del noticiero, del programa de entretenimientos, de la telenovela, del show, tendrá matices locales, pero en esencia no divergen demasiado. Los individuos comen con utensilios no sólo en los restaurantes. Y si aún persisten quienes comen con las manos o utilizan palillos de limón para cepillarse los dientes (como sucede en India), es porque o no disponen de ingresos o no viven en áreas urbanas. No porque deseen conservar tradiciones premedievales. Con esto no pretendo ignorar las diferencias existentes en pautas de alimentación, indumentaria, hábitos de higiene, de trabajo, de transporte u otras que hacen a la vida cotidiana. Menos aún las diversas coniguraciones de dimensiones culturales que conforman valores y actitudes, como tampoco el hecho de que este ambiente uniforme y anómico conduce a búsquedas de identidad que pueden tomar formas violentas. Geert Hofstede, ha analizado y cuantificado en su obra Culture´s Consequences –escrita a mediados de los ´80– el “mapa” comparativo de dichas diferencias culturales en términos de algunas dimensiones básicas. Sin embargo aceptar dichas diferencias no puede conducir a la tesis del “choque de civilizaciones”. De este modo cuando me reiero a la uniformización de los modernos estilos de vida urbanos enfatizo, en primer lugar, el aspecto económico que conlleva aparejado dicho fenómeno, pero además refuto la postura de Huntington. Es decir que a pesar de la subsistencia de las diferencias culturales, es obvio que se van sobreimprimiendo los rasgos típicos de la moderna cultura urbana por doquier. Ella implica un estilo tecnológico también uniforme. De hecho el trabajo de Hofstede se desarrolló bajo el auspicio de la HERMES Corporation hacia mediados de los sesenta con el objeto de comprender mejor “el programa mental” de los habitantes de 40 países diferentes. El propósito era ni más ni menos que proveer instrumentos para que los gobiernos, corporaciones, organizaciones e instituciones pudiesen desenvolverse mejor para el logro de 74 | sus objetivos, en particular en el mundo de las relaciones laborales (Hofstede, 1984). Los que tenían interés en comprender “la programación mental” de cada cultura eran aquellos que deseaban expandir el área de sus negocios e inluencias bajo el dominio de la percepción occidental desarrollada. Es sobre esta base que deseo proseguir la explicación de por qué el límite natural a la expansión urbana constituye también un límite a la expansión económica. Éste a su vez pareciera desembocar en una crisis de profundidad y características distintas a otras sufridas desde los comienzos de la revolución industrial. 4. Acerca de los productos económicos del moderno estilo de vida urbano y su relación con la crisis de la civilización occidental Desde el punto de vista económico, y si uno se preguntara ¿de qué está hecha la economía? –tal como los ilósofos antiguos y físicos modernos llegaron a preguntarse de qué estaba compuesta la materia cuando esta pregunta pareció relevante– uno diría sencillamente de bienes y servicios. Sí, de bienes y servicios que a su vez entrañan la producción y consumo de los mismos. Resulta curioso que la economía como disciplina con pretensiones de ciencia, utilizando indicadores que miden justamente la cantidad de bienes y servicios producidos, pareciera haber ignorado esta pregunta fundamental y se dedicara básicamente a una oscura formalización de modelos de asignación eiciente de recursos. A la mera teorización acerca de los modos de acumulación, al análisis de los procesos evolutivos tecnológicos sin considerar su vinculación con otros procesos globales distintos del aprendizaje tecnológico, al análisis de la inluencia de las instituciones, o al de los ciclos económicos y las políticas anticíclicas. El enfoque referido a los ciclos largos no ha sido a mi parecer suicientemente sistematizado Quizás la única excepción a esta regla lo constituya el análisis de los ciclos de vida de los productos. Pero debido a su nexo predominante con la microeconomía, el análisis pormenorizado del efecto conjunto de los ciclos de vida sobre la dinámica a nivel | 75 macroeconómico no ha sido desarrollada a mi parecer como tema de central importancia. Por trivial que esta airmación parezca, entraña una importancia pocas veces admitida, dada su relación intrínseca, justamente con los procesos de urbanización y con el carácter irrepetible e irreversible del mismo a menos que la solución prevista para resolver una grave crisis de sobrecapacidad estructural sea la destrucción para la reconstrucción. Es decir “la destrucción destructiva”. Por cierto, ello rememora el caso de la Bechtel en Irak. Pero no nos apresuremos. En efecto la economía se compone de la producción y el consumo de bienes y servicios. Pero muchos de ellos –la gran mayoría– son propios de los modernos estilos de vida urbanos. trátese de la construcción de infraestructura de todo tipo; trátese de medios de transporte y de bienes y servicios de consumo cotidiano, la mayor parte del aparato productivo se expande pari pasu con el proceso de urbanización, al que a su vez realimenta positivamente. No sólo los automóviles son necesarios para desplazarse por y entre las ciudades de distinto tamaño y megalópolis, sino que un habitante urbano consume por necesidad más indumentaria y alimentos procesados, se aloja en viviendas con servicios básicos y frecuenta bares, cines, hoteles y restaurantes toda vez que sus ingresos se lo permitan. Basta dar una mirada desde el espacio aéreo al aterrizar sobre cualquier gran ciudad en cualquier parte del globo para tener una imagen instantánea del resultado de la acumulación histórica de capital, cualquiera haya sido el modo en que dicha acumulación se produjo durante el último siglo. Allí, la acumulación de escombros de “la casa del pasado” suele testimoniar la superposición del desarrollo material con sus bajas y altas de inventario. Con diferencias, uno hallará un paisaje similar en muchos aspectos clave. Descenderá en medio de una mole de cemento y asfalto, se desplazará en automóvil o en bus por una autopista que hallará señalizada, iluminada, a veces plagada de carteles con anuncios publicitarios, pasará por fábricas, casinos, supermercados, gasolineras, centros comerciales, zonas residenciales ricas y áreas urbanas marginales, plantas de generación eléctrica y potabilizadoras de agua, puentes, etc. ¿Qué estará viendo?, ni más ni menos que la capacidad instalada acumulada localizada 76 | en un espacio especíico, y el fruto de miles de transacciones económicas, decisiones gubernamentales y trasgubernamentales tomadas a lo largo de su particular historia. Un paisaje de consumo similar, salvando distancias de diversidad y escala, podrá ser también apreciado en ciudades satélites, en ciudades intermedias y pequeñas y hasta en conglomerados urbanos próximos a áreas rurales dispersas. En síntesis en lo que constituye el proceso de urbanización global. Pero ¿qué sucede si este proceso de urbanización comienza a lentiicarse también a escala global? ¿Tendrá ello alguna consecuencia para el nivel de demanda agregada total a escala mundial, sus perspectivas de crecimiento, la utilización de la capacidad instalada? Creo que bajo las actuales pautas de producción y consumo, la respuesta es obvia y de carácter airmativo. Pero dado que el proceso de urbanización necesariamente tiene un tope natural y que las tendencias demográicas son declinantes, la saturación de los mercados es un fenómeno difícilmente evitable. En tanto el bienestar de la población se asume como dependiente del crecimiento económico, cuando no la misma supervivencia de buena parte de las personas que no podrían vivir dignamente sin el ingreso proveniente de un empleo o de la propiedad, el problema planteado, a diferencia de la hipótesis asumida, no es en absoluto trivial. Sobre este tema se vuelve, sin embargo, en los capítulos siguientes en tanto presenta una serie de complejidades adicionales. Ello porque la “vía de escape” para el problema de la saturación de mercados se da a través de la innovación tecnológica que entraña ciclos de vida más cortos y de una destrucción (cada vez menos creativa) a través de la intensiicación del uso del Complejo Militar-Industrial, lo que a su vez también plantea, como se verá, serios problemas4. otra de las implicancias más graves de este fenómeno se relaciona entonces con la disminución absoluta y relativa de la cantidad global de empleo disponible. Esto sucede tanto por los aumentos de productividad implicados en la automatización, 4. Para una descripción teórica y empírica de esta problemática Cf. Kozulj (2001:199-230). | 77 como mucho más por la pérdida de dinamismo de las economías explicada por los factores antes expuestos. Entre 1950 y 1975 el consumo total se multiplicó por seis. Entre 1975 y 1997 sólo por dos. Como señala Bauman, hace veinte años en Gran Bretaña, por ejemplo, el 80 % de los empleos eran del tipo 40/40 (cuarenta horas semanales durante cuarenta años de vida), hoy en cambio sólo un 30% se halla en tal categoría. En los Estados Unidos dos de cada tres trabajadores han estado en el mismo puesto por menos de cinco años y uno de cada tres ha ocupado el mismo puesto por sólo menos de un año. En este contexto, y citando a especialistas de Der Spiegel, Bauman reproduce la airmación de éstos, que de continuar la tendencia actual el sistema productivo podría funcionar con sólo el 20% de la fuerza laboral potencial (Bauman, op.cit.:27-28). Para Rorty, quien sostiene que la única ideología necesaria es la democracia liberal, la gran preocupación es que ésta sólo funciona en tiempos de prosperidad económica. Dado que anticipa que occidente está entrando en un tiempo de gran inseguridad económica, prevé la emergencia de nuevos movimientos fascistas. A su parecer lo que falta no son ideas, sino dinero. Dado que supuestamente su profesión es la de ilósofo, puede disculpársele su ignorancia en materia económica. Sostengo esto, debido a que si hoy hay algo que sobra en el mundo es justamente el dinero. La tasa de ahorro es de las más elevadas registradas en la historia, pero ese dinero no puede transformarse en inversión y tampoco en una mayor demanda. Por consiguiente preguntarse de qué está hecha la economía no es un tema menor. obviamente no está hecha de dinero, ni las oportunidades de inversión pueden ser desligadas de la crisis de sobrecapacidad vinculada tanto a la progresiva saturación del proceso de urbanización, como a los menores ciclos de vida de los productos que caracteriza a la actual sociedad de consumo (tema que desarrollaré ampliamente en el capítulo tres). De este modo la inseguridad existencial no puede ser tratada como un problema de adhesión ilosóica, ni motivado por características individuales. Es sin duda la resultante del actual estado de cosas. Sin embargo la atribución excesiva de este estado de cosas al comportamiento del capital (en especial el capital inancero internacional) cuya regla es “romper todas las reglas”, no es suiciente si no se inscribe tal conducta en términos de la dinámica 78 | material que induce al capital a mantener su conducta por esta vía. En esta materia faltan ideas, no caben dudas. Lo que resulta anticuado entonces no son sólo las interpretaciones corrientes sino sostener la motivación del lucro como guía para la asignación de recursos. El problema es ciertamente complejo. Por lo tanto ni las interpretaciones y explicaciones, ni las soluciones pueden ser simples (aunque la tendencia frente a la complejidad pueda ser paradójicamente recurrir a la sobresimpliicación explicativa y normativa como actitud psíquica defensiva –Rorty es un caso patético de tal tendencia–). Puede que tal airmación suene en contradicción abierta con el excesivo énfasis puesto por mí en la hipótesis de que la crisis de mediados de los setenta se halla esechamente vinculada con el estancamiento ocurrido en el proceso de urbanización y de que asistiremos a una grave crisis ligada a un punto de saturación casi absoluto de dicho proceso, una vez completada la modernización de Asia. Sin embargo dicho énfasis no debería conducir a confusión. La hipótesis rectora por “fuerte” que sea, implica otras no menores justamente porque la relación entre los productos concretos y el uso de la capacidad para producirlos, los cambios en los plazos para la recuperación de las inversiones y el énfasis en la innovación como panacea dan lugar a una explicación que es suicientemente compleja. En ella se entrelazan múltiples dimensiones. Pero el nexo con la producción material no podría ser ignorado como espero poder demostrarlo. Uno podría, en tal sentido, remontarse a Giambattista Vico para quien ningún factor aislado puede ser responsable de los cambios sociales, ya que éstos siempre ocurren en todas las esferas que están interrelacionadas, de modo tal que es siempre el conjunto mismo de la sociedad el que cambia (Marcuse, 2001a:137). Pero sostener tal postura no es incompatible con el intento de hallar un buen punto de partida que explique la génesis del cambio social desde la perspectiva de las transformaciones dinámicas que ocurren en la base material. Sostener esto no tiene porqué ser visto como un enfoque materialista o una readaptación del marxismo. A mi juicio los análisis de la problemática del siglo XX, en especial después de los setenta, han descuidado demasiado la dinámica material concreta de las sociedades. Las interpretaciones han sido más de carácter político e ideológico, que basadas en | 79 explicaciones cientíicas a pesar del predominio de una epistemología que emula el saber cientíico como superior a toda otra forma de conocimiento. Como se verá tanto la pérdida de objetivos de la política en un sentido amplio del término, como la transformación de ésta en una elusión constante de la voluntad real de la gente y el quiebre reciente del orden mundial tras el 11-S, podrían ser comprensibles como desenlace de esta crisis civilizatoria que emerge del agotamiento de las formas y mecanismos que han impulsado el progreso material, en especial durante el siglo XX. 5. Representación simpliicada de la evolución de la modernidad y su desenlace en la crisis de la civilización global El esquema representado en la igura 4 es un intento por resumir las ideas hasta aquí expuestas de un modo simpliicado. Su in es mostrar las interacciones entre los procesos de urbanización, crecimiento económico, cambio tecnológico y concepciones del mundo, de un modo dinámico a lo largo de los últimos quinientos años. todo esto desemboca sobre el siglo XXI con una problemática inédita en la historia precedente, por cuanto el expansionismo territorial y la densiicación de las transacciones van alcanzando límites físicos y isiológicos que a mi juicio implicarán necesariamente un cambio de era. Lo que dicho cambio signiicará, repito, de ningún modo se halla totalmente predeterminado, ni las tendencias que se visualizan son tan claras como para realizar predicciones coniables. Sin embargo, algunas de estas tendencias se van viendo y conviene advertir sobre sus peligros. Es un tiempo propicio para relexionar sobre las alternativas posibles y los obstáculos que su implementación puede implicar. 80 | fIGURA฀฀ - Esquema simpliicado de interacciones entre urbanización, desarrollo tecnológico, crisis e ideologías dominantes. 2-Siglos XVII a XX Desarrollo incesante de mercados ligados al proceso de migración rural-urbana y al comercio en territorios y entre territorios. 1-Siglos XV a XVII Descubrimiento de América. Aumento del Comercio Internacional. Monetización de Europa. Imprenta. Renacimiento. Aumento de la productividad Agrícola. Primera Revolución industrial. modernización: Paradigma del conocimiento cientíico. Secularización del mundo y de las religiones. “Ilustración” Liberalismo. Marxismo. Neoliberalismo. Posmodernidad. 5-fines Siglo XX inicios de Siglo XXI: Agotamiento natural del dinamismo de la urbanización. Crisis civilizatoria. 3-Inicio del proceso de urbanización a gran escala y retroalimentación positiva 4-Desarrollo de tecnologías asociadas a la urbanización: fábricascaminos-viviendas-transporte y comunicaciones. Problemática Siglo XXi 6-Saturación de mercados pari pasu con el proceso de urbanización. Abandono del fordismo. obsolescencia técnica programada para acelerar el crecimiento. Utilización del Complejo Militar-Industrial como sustituto de políticas keynesianas tradicionales. Limitación estructural a la distribución del ingreso. Desempleo coexistente con largas jornadas laborales. falta de tiempo libre para los “ocupados”. Marginalidad urbana. Ruptura de relaciones sociales (familiares, generacionales y de género, laborales, políticas). | 81 Antes de cerrar este capítulo interesa remarcar aquí otros hechos. El 12% de la población mundial representada por los Estados Unidos, la Unión Europea y Japón produce y consume actualmente aproximadamente el 66% del conjunto de los bienes y servicios. En 1960 se estima que este conjunto de países representaba alrededor del 18% de la población mundial y su participación en el producto mundial era del orden del 54% del total5. Es decir que lejos de toda pretensión de convergencia (Barro y Sala-i-Martin, 1992:223-251; Baumol, 1986:1072-1084), el producto mundial se ha concentrado en los países ricos. No sólo una mayor proporción de personas pertenecían al mundo desarrollado en los sesenta, sino que su participación en el total era menor hace cuarenta años que en la actualidad. La situación es más preocupante aún cuando se considera que tanto en los Estados Unidos, como en Europa y Japón, el problema de la desigualdad y de la pobreza parecen no tener solución dentro de las actuales reglas de juego y dentro del actual estilo tecnológico que forma parte de dichas reglas. De este modo, y a pesar del crecimiento económico –predicado como única forma de resolver el gigantesco problema de la pobreza– se estima que el 45% de la población mundial padece condiciones de pobreza extrema. Se trata de personas que viven con menos de dos dólares diarios frente a la media mundial de 15 dólares por día y de entre 70 y 120 dólares/día que perciben en promedio los europeos, norteamericanos y japoneses. Nótese que bajo este criterio la media de China hacia el año 2000 se hallaba en el límite de esa medida de pobreza, siendo China junto con India y algunos pocos países más –por las razones que luego se verán– una de las últimas esperanzas de lograr mantener el crecimiento de la economía global, simplemente por el tamaño de sus mercados potenciales. Es más, no pocos de los actuales conlictos, desde los bélicos a la estampida de los precios del crudo, pueden ser explicados a partir del enfoque analítico aquí propuesto y del rol de estas 5. 82 | Estimado por el autor sobre la base de los países que disponían de estadísticas al respecto y que representaban al 95% de la población mundial según datos extraídos de la Penn World Tables, versión 5.6. futuras potencias o al menos de estas grandes “oportunidades de mercado”. Es que a diferencia de los “años dorados del capitalismo” (que de algún modo los fueron también para la ex-URSS), a partir de la crisis estructural de los años setenta, y como ya lo he repetido numerosas veces, la brecha entre países ricos y pobres se ha ido ahondando, como así también la brecha entre ricos y pobres dentro de cada país con muy escasas excepciones. Los que claman por más globalización suponen erróneamente –o hasta maliciosamente– que tales problemas se irán resolviendo con una mayor integración de las economías nacionales y con la desaparición del Estado-Nación. Los fundamentos de tal postura son hoy objeto de debate, pero a mi parecer las críticas quedan cortas a causa de la ausencia de un estudio más adecuado de la dinámica real de la economía mundial. Esta realidad es permanentemente velada por un discurso que pretende hacer creer lo contrario a través de un uso cínico de los datos, toda vez que se indica que el número de pobres ha disminuido y que una de las metas del milenio del Banco Mundial es acabar con el lagelo de la pobreza. La prospectiva del crecimiento de China y en menor medida de India, basada justamente en su enorme potencial de urbanización ya en marcha, desplazará sin duda los indicadores en un sentido favorable visto a través de cifras que ocultaran el progresivo empeoramiento de enormes masas y, peor aún, sin perspectivas favorables una vez que la urbanización de estos gigantes agrave el problema de sobrecapacidad estructural de un modo que es previsible y francamente alarmante. La sociedad dual emergente a escala global y local se produce a partir no sólo del envilecimiento de la política, los valores y las conductas humanas, sino que responden a una lógica de desarrollo material ligadas al proceso de urbanización y los estilos tecnológicos que le acompañan. Por otra parte los cambios en las pirámides demográicas en casi la totalidad del mundo, pero en particular en los países desarrollados, comienzan a plantear muy serios problemas para el sostenimiento futuro de los sistemas previsionales. Este tema es particularmente grave en Europa donde el escaso crecimiento demográico ha sido compensado con una masiva inmigración y su descendencia. Pero esto amenaza no sólo la “identidad europea”, | 83 sino que comienza a plantear una presión adicional sobre el sistema de seguridad social. Por consiguiente no es de extrañar que la xenofobia, el racismo y las excusas para la deportación masiva se sumen al cuadro de complejidad ya descrito. Cabe recordar que el proceso de modernización y urbanización a gran escala ha sido el medio más eicaz para reducir la natalidad. La complejidad de la vida cotidiana, la posibilidad de obtener gratiicaciones materiales, la falta de disponibilidad de tiempo, los conlictos de género, han sido factores tanto o más eicaces que los métodos anticonceptivos y junto con éstos han logrado detener el número de nuevos nacimientos. Sin embargo, una vez desaparecidas las generaciones mayores, es previsible un descenso en el número de habitantes de muchos países occidentales, especialmente en Europa. Simultáneamente, la mayor esperanza de vida al nacer lograda por los avances en la medicina y el progreso material, ha implicado un crecimiento de la población pasiva. Por consiguiente en un futuro no muy lejano el sostén de las clases pasivas recaerá sobre un número menor de personas activas y esto durará hasta que las generaciones pasivas comiecen a declinar. Por lo tanto no es de extrañar que los debates en torno al multiculturalismo se hallen conectados no sólo con la supuesta amenaza a la identidad, sino con el actual costo de los sistemas de seguridad social. Por cada trabajo realizado por un inmigrante, ha de existir la cobertura por desempleo de aquellos que no desean realizar trabajos que consideran indignos y mal pagos. Pero además, los propios inmigrantes gozan también de cobertura social. Dicha realidad no puede ser desvinculada de los crecientes nexos entre las empresas de servicios públicos, un mercado cautivo por excelencia, y los fondos de pensión que requieren no sólo ser manenidos por un largo período de tiempo, sino que deberán proporcionar una elevada rentabilidad a in de compensar los desequilibrios demográicos. Pero esto implica de hecho un aumento de la presión tributaria que se agrega a otros factores que limitan el poder de compra de las familias, agravando la crisis de sobrecapacidad y limitación de la demanda agregada total. Adicionalmente, la puja por el control a escala mundial de estas empresas que ofrecen una rentabilidad “segura” en un mundo de crecientes incertidumbres, limita y condiciona seriamente las políticas autónomas en los países en vías de desarrollo. En síntesis 84 | una profundización de la sociedad dual a escala global, practicamente irresoluble bajo las actuales pautas de funcionamiento del sistema económico. ¿Puede ser desligado este fenómeno del agresivo comportamiento del capital inanciero? Creo que no. Es obvio que frente al riesgo creciente implicado en una situación caracterizada por mercados saturados y plazos de recuperación del capital cada vez más cortos e inciertos, la lucha descarnada por acceder a los servicios públicos y sectores de consumo cautivo se haya convertido en un área de disputa incuestionable. Es vital para estos actores poder mantener sus fondos inancieros acumulados a resguardo y acrecentándose a tasas previsibles, posibilidad difícil de lograr en otras actividades. Se trata de un capitalismo en una situación delicada, altamente defensiva, que como tal actúa ofensivamente de modo descarnado. Un hecho que oscurece la interpretación de los fenómenos descritos es que la fase actual del capitalismo implica un predominio del capital inanciero sobre el capital industrial (en el sentido amplio de la palabra industria, para incluir una amplia gama de servicios). también implica una enorme movilidad del capital especulativo y aberraciones como que el capital circulante exceda en muchas veces el valor de todos los bienes físicos existentes en el mundo. De hecho los nuevos millonarios han sabido sacar provecho de esta disparidad. Dado que las oportunidades de realizar grandes negocios a través del manejo de capacidades productivas ya amortizadas, muchas de ellas ligadas al control de servicios que se vinculan con infraestructuras, la sensación de un capitalismo aún vigoroso y triunfante aparece en el imaginario colectivo. Sin embargo esta disparidad entre el capital circulante y el valor de los activos que da lugar a fuertes movimientos especulativos y transferencias de ingresos, propiedad y recursos, no implica que la economía global sea más dinámica. Ella sigue dependiendo de los procesos productivos reales en tanto son sólo ellos los que brindan oportunidades de trabajo, realización del capital invertido y aumentos en la disponibilidad de bienes y servicios. En cambio la evolución dispar del capital inanciero respecto a sus activos se ha convertido en una forma de proveer ingresos tanto a quienes se dedican a alguna actividad como a los que no, lo que atenúa el impacto negativo de la tendencia hacia un desempleo estructural creciente sobre el nivel de la demanda agregada y tambien | 85 el carácter explosivo de las “burbujas especulativas”. Es decir transieren la problemática de un modo a veces administrado, a veces no, hacia adelante. ¿Cuánto tiempo podrá mantenerse una situación tal y cuál es el límite tolerable de tal disparidad ? Sería incapaz de responderlo y desconozco que existan análisis serios sobre el tema que permitan prever el futuro derivado de esta cuestión tan compleja. Lo que si es evidente es que constituye un elemento adicional de concentración de ingresos que disloca de modo insospechado la relación esfuerzo-retribución. Sin embargo el capital inanciero no puede dejar de buscar convertirse en capital físico a riesgo de producir pérdidas o dejar de reproducirse de modo artiicial desligado de la corriente de bienes y servicios reales que se producen en la economía, lo que en algún momento incrementa la vulnerabilidad del conjunto de los actores. Sin embargo, es justamente la tendencia a ignorar el tipo de dinámica evolutiva que ha dado lugar a esta situación la que sobresimpliica el discurso y conduce a una inoperancia virtual de la política y los escasos discursos alternativos. Sí, hay protesta en contra de estos grupos inancieros por su desfachatez y abuso de poder, pero no se visualiza solución creativa a nivel global. El tan cuestionado “discurso único”, tiene en realidad al menos dos “subdiscursos”. El que alaba la libertad y mecanismos de mercado y el que los defenestra mediante una crítica constante. Pero ambos forman parte de un universo cerrado que, tal como está planteado, conduce a la percepción de que “no hay salida para el atolladero”. Es decir la deseperanza. El inmovilismo. El miedo a perder lo que se posee sea muchísimo o casi nada. El refugio en las “soluciones personales” frente al fracaso de “las soluciones societales” –y las múltiples propuestas sociológicas y éticas en tal dirección– son según creo un emergente cultural de esta situación. No es de extrañar que en este contexto la prédica en contra del igualitarismo, la emergencia de una supremacia de los poderes ejecutivos sobre los demás poderes propios de las democracias en muchos países con el in de “agilizar las decisiones”, la tendencia a introducir formas de voto menos transparentes, el aumento generalizado de la corrupción, la justiicación temeraria de la constitución de los Estados Unidos en un imperio con poderes ilimitados como salvaguarda de la “democracia” (vaya contradicción), su constitución como líder indiscutible del mundo globalizado y 86 | la defensa a ultranza del paradigma de la epistemología natural como superior en términos evolutivos a cualquier otra alternativa epistemológica, se hayan constituido en un discurso cada vez más repetitivo y contundente. Su pretendida solidez, sin embargo, puede ser puesta en duda. No sólo las promesas más caras del siglo XX están siendo traicionadas por los hechos, sino que las banderas sobre las que se fundó el discurso liberal a partir del siglo XVIII parecen llegar a un in cada vez más explícito. Parece conveniente, por consiguiente, concluir este capítulo con la transcripción de un párrafo extraído de fernando López-Alves (2004:25-26): “En noviembre de 2002 participé de una reunión, en un hotel de Washington D.C., con un grupo allegado a la Casa Blanca, cuyos integrantes compartían una trayectoria pública como funcionarios del Departamento de Estado. El debate se centró en la cuestión del rol imperial norteamericano. Uno de los participantes… confidencialmente me dijo que él y otros pensaban que el país (y el mundo) estaba entrando en una nueva etapa: estos tiempos, consideraba la administración del presidente Bush, marcaban el inicio de otro mundo. Éste era un nuevo mundo donde nacía un sistema global que EE.UU estaba llamado a regir”. Sería ingenuo creer que la historia depende de los proyectos de George Bush, Ronald Rumsfeld, Paul Wolfowitz, Richard Cheney, Condoleeza Rice u otros halcones declarados. Pueden sí, ser personeros de un poder oculto, de una ideología, autores de estrategias y mentores de guerras. Pero las razones de su tiempo histórico se hallan enraizadas en la tenebrosa profundidad de una crisis civilizatoria de envergadura insospechada. No es a mí entender el augurado in del capitalismo predicho por Marx. No es tampoco una respuesta a un mundo inseguro debido al auge de una rabiosa búsqueda de identidad cultural, a la “reinvención de la etnicidad”, al lejano mito del retorno islámico, a la amenaza de otras potencias o al descontrol del arsenal destructivo tras el desmembramiento de la Unión Soviética, aunque todo ello conigura ciertamente el escenario presente. Se trata a mi juicio, de la crisis de toda una concepción del mundo que a pesar de ser poderosa es endeble. tan endeble como la posibilidad de mantener la economía en permanente expansión | 87 como estrategia de supervivencia de la especie. De eso se trata y no sólo por el agotamiento de los recursos, el calentamiento global u otros “semimíticos” conceptos que comenzaron a proliferar desde los pioneros trabajos del Club de Roma hasta nuestros días y cuya contestación temprana se produjo con el Modelo Mundial Latinoamericano preparado por la fundación Bariloche (1976) cuando se auguraba Catástrofe o Nueva Sociedad. frente a tal diagnóstico siquiera abonaría la hipótesis de Wallerstein de que el imperialismo es parte integral de la economía-mundo capitalista. Esto ha sido cierto en el pasado. La solución imperial hoy, como denomino a esta etapa histórica, pareciera basarse más en la debilidad que en un deseo expansionista. En la percepción generalizada de la vulnerabilidad extrema de una civilización que parece acercarse a su in y en el deseo de los que gozan de los altos privilegios alcanzados de no perderlos. Hasta aquí hemos esbozado los trazos gruesos de nuestra hipótesis sin demasiada profundidad. El propósito ha sido establecer algunas vinculaciones clave y una caracterización general de la problemática evolutiva de los procesos de modernización encarnados en la urbanización como rasgo saliente y novedoso a escala macrohistórica. El capítulo siguiente está destinado a fundamentar dicha hipótesis a través de un análisis conceptual y empírico más riguroso. 88 | 3 La urbanización como motor del crecimiento: La crisis de sobrecapacidad estructural y sus consecuencias 1. Urbanización, innovación y ciclos de largo plazo E l proceso de urbanización de los últimos dos siglos fue de la mano con los grandes “clusters” de innovaciones tecnológicas ocurridos en este lapso. tales agrupaciones de procesos innovativos fueron descritos por diversos autores, entre ellos G. Mensch (1978), C. Marchetti (1980), C. freeman y C. Perez (1988), G. Dosi y Nelson R. (1994). Por otra parte, ha sido corriente establecer una vinculación entre la innovación tecnológica y los ciclos económicos de largo plazo. Según este enfoque los ciclos de largo plazo o ciclos de Kondratieff, se hallarían vinculados a grandes conjuntos de innovaciones técnicas. Por ejemplo, entre 1770-1840 mientras la industria dominante era la textil, la de productos de hierro y algunas químicas, surgieron y se perfeccionaron las máquinas de vapor. Entre 1830-1890 el ferrocarril, las máquinas de vapor y las máquinas herramienta se difunden por todo el mundo, mientras que surgen innovaciones como el acero, la electricidad, el gas manufacturado, y algunos materiales sintéticos que darán lugar a ondas expansivas en el período 1880-1940. Durante el mismo se difunden la ingeniería y maquinaria eléctrica, el cable y los productos de acero. | 89 En este período surgen innovaciones como el automóvil, el aeroplano, la radio, el aluminio, el petróleo, los plásticos y los electrodomésticos, que serán difundidos en el período 1930-1990. A su vez, durante este período, surgirán nuevas innovaciones como la tV, las computadoras, las máquinas-robots, la aplicación de la energía nuclear, la industria aerospacial, la nueva farmacéutica, etc. Ello da lugar a la difusión de nuevas industrias electrónicas, de telecomunicaciones, de computadoras, al desarrollo de nuevos materiales, de la robótica y la biotecnología. El grueso de estas innovaciones y su difusión, tienen como base el moderno estilo de vida urbano. Por un lado se puede airmar entonces que el propio proceso de urbanización es el resultado del conjunto de estas transformaciones tecnológicas. Pero por otro lado, la difusión de estas tecnologías y el tamaño de mercado para cada una de las mismas dependen de la magnitud que a escala global vaya teniendo el proceso de urbanización. Es por lo tanto prácticamente obvio que esta evolución desde un tamaño a otro de las ciudades y esta multiplicación del número de grandes ciudades durante la segunda mitad del siglo XX está íntimamente ligada con el desarrollo y plena difusión de diversas tecnologías. Entre ellas son de destacar el automóvil y otros medios de transporte, como autobuses, camiones, barcos, aviones y de las comunicaciones en general, lo que hace al peso creciente de la telefonía, la informática y el desarrollo de satélites. también involucra toda una serie de procesos tecnológicos asociados a la infraestructura urbana y a la misma ciudad como tal, como por ejemplo las redes eléctricas, de agua, de gas e informáticas; estaciones de servicio; centros comerciales; escuelas; caminos; aeropuertos, puertos; estructuras de almacenamiento; ediicios de oicina; viviendas y las fábricas que producen los distintos tipos de bienes de consumo, intermedios y inales. Pero ha sido justamente el desarrollo de todas estas y otras actividades productivas, lo que produjo las oportunidades de empleo ligadas al proceso migratorio interno –y a veces externo–, el cual junto al rol que desempeñaban las distintas ciudades en el contexto regional, nacional e internacional constituyeron los principales factores de creación de las megalópolis y grandes ciudades en general (okita et al, 1979; Gilbert y Gugler, 1993; Masini, 1994; Hobsbawm, 1994). 90 | A su vez, el resto del desarrollo de centros poblados menores resulta de la localización de ciertas actividades. Las comunicaciones entre centros poblados menores, áreas rurales y grandes ciudades van tejiendo vastas y nuevas redes de infraestructura y comunicaciones luidas. Una pequeña ciudad pude transformarse en grande a lo largo de la historia (van der Woude et al., 1990) y este proceso parece multiplicarse sin in. Pero he aquí justamente que no es así. No puede multiplicarse sin in sin implicar una irracional destrucción de capacidades aún útiles El proceso, a ines prácticos, sí tiene un punto de saturación. Un límite natural, que en cierto modo induce también a un proceso de saturación de mercados y a la formación de una capacidad productiva que supera las posibilidades de su plena utilización. Es decir, lleva a lo que he denominado abreviadamente un proceso de “sobrecapacidad estructural” frente al cual las políticas anticíclicas tradicionales son cada vez menos eicaces. Lo que me interesa destacar de este fenómeno por ahora son tres cosas: 1. el proceso de urbanización presenta un límite natural, si se quiere el 100% de la población viviendo en ciudades; 2. la magnitud total de la población urbana depende de la velocidad de los procesos de urbanización y de las tendencias demográicas globales; 3. el tamaño de los mercados para los productos ya existentes es altamente dependiente del tamaño de la población urbana y de los ingresos disponibles, que a su vez devienen de la magnitud del proceso productivo y de las pautas distributivas existentes bajo el actual modelo que supone una relación estrecha entre “esfuerzo y remuneración” (a pesar del progresivo dislocamiento de dicha relación tanto a partir de los ingresos generados por el sistema inanciero, como por los programas de asistencia a pobres y desocupados). Si asumimos que el proceso de urbanización tiende hacia dicho límite natural y que las tendencias demográicas para los próximos 50 años o más ya están en marcha y son bastante predictibles, tenemos que el comportamiento de la evolución de la población urbana presenta todas las características de una curva de tipo logístico. | 91 ¿Qué características tiene una curva logística y cuál puede ser su importancia para el fenómeno que intento explicar? He aquí las respuestas. En primer lugar una curva logística –que es similar a una letra s estirada hacia ambos lados– presenta un primer tramo que es de crecimiento exponencial y un segundo tramo que representa un crecimiento menor al exponencial a medida que la evolución de la variable representada tiende al “techo” o asíntota. Por lo tanto el proceso tendrá una fase de crecimiento rápido y otra, a partir de un cierto punto de inlexión, en el cual su dinamismo tenderá a ser menor hasta agotarse o entrar en una fase estable. Si las perspectivas de crecimiento de mercado para una cantidad muy grande de productos dependiera sólo del tamaño de la población urbana, es evidente que el proceso de crecimiento económico presentaría características similares a las del proceso de desarrollo urbano. Pero todos sabemos que el tamaño de los mercados no depende sólo de la cantidad de personas sino también de sus ingresos. Ellos a su vez dependen en cierto modo no sólo de las pautas distributivas sino de la magnitud total del producto. La magnitud total del producto por otra parte depende de la cantidad de bienes y servicios producidos y ellos son en parte el resultado del proceso agregado de nuevos bienes y servicios que se surgen de un proceso de innovación tecnológica. Los países desarrollados lo son debido al liderazgo que ejercen sobre los procesos de innovación en forma temprana y porque poseen los activos de las unidades productivas a escala global con independencia del proceso de deterritorialización de la producción. Si la adición permanente de nuevos bienes y servicios fuese posible y el mantenimiento de los niveles de producción de los bienes y servicios ya existentes se mantuviese, el producto crecería incesantemente. Si lo hiciera a una tasa mayor que la de la población, el producto por persona también lo haría. Pero ello tampoco es así. El mantenimiento de los niveles de producción año tras año para los productos ya existentes en un momento dado del tiempo, se ve obstruido tanto porque los mercados de cada producto individual tienden a saturarse, como porque la capacidad productiva para un determinado tipo de bien alcanza un tamaño máximo en un punto del tiempo que se registra aún antes de que la demanda 92 | para dicho producto registre signos de declinación en términos absolutos. Esto último se aplica en especial a toda la gama de productos relacionados con la formación de bienes de capital. Es decir, el proceso de inversiones para crear nueva capacidad productiva, supongamos en la industria del automóvil, es inducido por las expectativas de demanda de automóviles que tengan los inversores de la industria automotriz. Ellos normalmente extrapolan tendencias pasadas o realizan sus previsiones sobre algún conjunto de hipótesis. Si dichas previsiones fueron realizadas en el momento en que aún la expansión presentaba tendencias exponenciales, tales previsiones les inducirán a invertir para crear una capacidad adicional de producción. ¿Pero qué sucederá si las tendencias reales del mercado comienzan a registrar un crecimiento de la demanda más lento al previsto debido a que la demanda real cruzó el punto de inlexión que necesariamente presenta todo comportamiento logístico? La respuesta es que la industria se hallará en una situación de sobrecapacidad. Parte de dicha capacidad no podrá ser utilizada y por consiguiente las inversiones no podrán ser recuperadas tal como fue previsto cuando se tomó tal decisión. Algunas fábricas cerrarán o se producirán fusiones y redimensionamientos. Muchas personas serán despedidas o sus salarios reducidos. Ello afectará a su vez la capacidad de demanda de esos mismos u otros bienes. Es decir se registrará una disminución de la demanda agregada en términos keynesianos. Extendamos el mismo tipo de razonamiento a un conjunto grande de sectores, pero ahora ligados a la construcción misma del moderno sistema urbano, lo que implica toda la gama de infraestructura y también de equipamiento productivo. La capacidad de la industria del cemento y de la construcción; de las máquinas que lo producen e intervienen en esta industria y de las máquinas y equipos que a su vez producen estas otras máquinas y equipos, depende del ritmo de construcción de caminos, puertos, aeropuertos, ediicios y viviendas, fábricas, centros de servicios y centros comerciales y todo tipo de infraestructura. Su expansión depende sin duda en forma directa del dinamismo de la urbanización a escala global. Si la adición cuantitativa en términos económicos de los nuevos bienes y servicios, es inferior a la disminución de la producción que implica este proceso de desaceleración del ritmo | 93 de urbanización, el producto registrará una caída respecto a sus niveles previos. Por lo tanto si aquellos mercados que se saturan –sea en la industria de bienes de consumo o más aun en la industria de bienes de capital– no son reemplazados con un quantum de producto similar o superior al implicado en la pérdida de quantum de producto ocurrido a causa de la citada saturación, el crecimiento económico se detendrá o peor aún caerá. Ello implica la postergación de las promesas de satisfacción de necesidades básicas materiales y serios problemas sociales y políticos. Dado que el proceso de urbanización tuvo un punto de inlexión en cuanto a su dinamismo hacia los setenta, y que las correlaciones entre crecimiento y urbanización son robustas tanto en términos conceptuales como empíricos (Kozulj, 2003), es posible airmar que la desaceleración relativa en el ritmo de urbanización ha sido uno de los factores causales de mayor relevancia para explicar tanto la crisis global que se ubica a mediados de los setenta, como los cambios ocurridos en el modo de funcionamiento del sistema mundial a partir de ese entonces. 2. Las tendencias del proceso de urbanización y crecimiento en cifras En las iguras 5a, 5b y 6a, 6b se representan las tendencias registradas respecto a las tasas de crecimiento de la población correspondiente a las mayores megalópolis a nivel mundial y la tasa de crecimiento del producto bruto mundial (iguras 5 a y 5 b). En el primer caso se observa el decrecimiento continuo en ambas variables desde 1960 a 1995. En el segundo el quiebre del dinamismo económico pari pasu con el del proceso de urbanización en el punto de inlexión de los años setenta. Este quiebre resulta muy signiicativo para países como Japón y la ex URSS, menor para los Estados Unidos y Europa. En cambio China presenta la tendencia inversa en tanto su proceso de urbanización comienza a partir de dicho punto. 94 | fIGURA 5a - tasas de crecimiento interanual por decenios entre 1960 y 1995 de la población en megalópolis y del producto bruto mundial. 6.00% 4.82% 5.00% En % aa 4.00% 3.08% 3.00% 2.40% 2.31% 1.95% 2.00% 1.28% 1.00% 0.00% 1960-75 1975-85 1985-95 Población Megalópolis PBI total de los países fuente: estimaciones propias con datos de Naciones Unidas y Banco Mundial. fIGURA 5b - tasas de urbanización y dinamismo económico en EE.UU., Japón, Europa, Ex-URSS y China. Período 1950-2000 (expresados en % sobre la población total y en % de crecimiento interanual del producto bruto interno). 90.0 EE. UU 80.0 Japón 4 a 5 % EE.UU. 3 a 5% 70.0 60.0 Europa 3 a 5% EE.UU. 2 a 3% Ex URSS 4 a -1% Europa 1.5 a 3 % Japón 9 a 11% 50.0 Ex URSS China Japón Ex URSS 6 a 7% 40.0 China 5 a 8% 30.0 20.0 Europa China 3 a 4% 10.0 0.0 1950 1955 1960 1965 1970 1975 1980 1985 1990 1995 2000 fuente: estimaciones propias con datos de Naciones Unidas y Banco Mundial. | 95 Lo que importa remarcar en este contexto es que no sólo se registra una declinación en ambas variables, sino que las correlaciones entre incremento sea de población urbana total, sea en grandes ciudades y en megalópolis, con el incremento en el producto mundial, son más robustas cuando en este fenómeno interactivo, el incremento de la población urbana total, en ciudades o en megalópolis es utilizada como variable explicativa en vez de ser la variable explicada. Esto se determina desfasando las variables por períodos de modo tal de asegurar, a través de la antecedencia en el tiempo de la variable explicativa, que ella no pueda ser considerada como la variable explicada. En términos lógicos tal cosa sólo podría ocurrir si el tipo de explicación fuera de tipo teleológico, cosa inaplicable o al menos difícilmente justiicable en este caso. En tanto ambos fenómenos son considerados interactivos, este artiicio y los resultados de las correlaciones, despejan al menos en algún grado las dudas respecto al carácter inductivo del crecimiento urbano respecto al crecimiento económico. Al margen de ello, tratándose de un fenómeno ineractivo de retroalimentación positiva, si uno de los términos posee un límite, sin duda el mismo deberá impactar sobre el otro término imponiéndole en algún grado otra limitación. Esta airmación se refuerza desde el punto de vista conceptual cuando además de considerar el valor de las tasas de crecimiento, consideramos el valor absoluto del incremento de las personas que viven en megalópolis y ciudades. ¿Por qué es importante considerar el valor del incremento de población en términos absolutos? Lo es debido a que dicho incremento representa a grosso modo el tamaño incremental del mercado en términos cuantitativos en ausencia de grandes modiicaciones en la distribución del ingreso. Es decir si la capacidad instalada creada por el sistema económico se hallaba preparada para atender la demanda del conjunto de bienes, servicios y obras de infraestructura para incrementos de población de por ejemplo 4 millones de personas al año, en las 25 mayores megalópolis en el lapso 1960-1985 y entre 1985 y 1995 el incremento registrado ha sido de sólo 3 millones, es obvio que la capacidad instalada para ese conjunto de bienes va a ser utilizada en un grado menor al previsto, a menos que la componente vertical de la demanda6 crezca de modo que compense la pérdida de quantum de producto ocasionada por el menor incremento de la componente horizontal. Pero esto en general no es posible para 96 | obras de infraestructura y otras directamente relacionadas con la industria de bienes de capital y en el resto se halla seriamente limitada por las pautas de retribución del trabajo y del capital. En la igura 6a se puede observar cómo se alcanza un máximo en el incremento medio anual de población viviendo en grandes ciudades por quinquenio hacia 1970, proceso que se estanca hasta mediados de los años 80, para luego retomar una senda de nuevo crecimiento impulsada por el crecimiento urbano en los Estados Unidos y países asiáticos7. En la igura 6b se presentan los incrementos de población viviendo en ciudades de más de 750 mil habitantes en Europa, Estados Unidos, Japón, la ex-URSS y China. Se observa que con excepción del último país, los incrementos aún con luctuaciones por quinquenios, presentan una tendencia declinante tras los años setenta. El caso de la ex-URSS es quizás el más patético, pero también lo registran Japón, Estados Unidos y Europa. 6. La demanda crece por dos componentes denominadas horizontal y vertical. La primera se produce cuando más personas acceden a bienes y servicios. La segunda cuando un mismo grupo de personas incrementan su nivel de demanda. 7. Para un análisis detallado tanto de la argumentación, de la formalización matemática y de los resultados obtenidos Cf. Kozulj (2003). | 97 1200000 1000000 En miles de habitantes 100000 98312 800000 66907 600000 120000 110516 71041 76709 79374 80601 80000 72456 60000 53802 400000 40000 200000 20000 0 0 1950 1955 1960 1965 1970 1975 1980 1985 1990 1995 Incremento por quinquenio (miles de personas) fIGURA 6a - Evolución de la población mundial en grandes ciudades e incremento por quinquenio 1950 y 1995 (Ciudades de + de 750000 habitantes en 1990). Población en ciudades Incremento por Quinquenio fuente: estimaciones con datos de Naciones Unidas, World Urbanization Prospects, Naciones Unidas, 2001. fIGURA 6b - Incrementos quinquenales de la población en grandes ciudades según potencias y bloques en el período 1950-2000. 25000 20000 15000 10000 5000 0 -5000 1955 1960 1965 1970 1975 EE. UU China URSS Japón 1980 1985 1990 1995 2000 Europa occidental fuente: estimaciones con datos de Naciones Unidas, World Urbanization Prospects, Naciones Unidas, 2001. 98 | Permítaseme agregar en este contexto descriptivo un elemento adicional. Si se realiza el cociente entre el incremento de producto mundial y el de la población que habita en grandes ciudades, se obtiene un valor casi constante (igura 7). Si este valor es producto de una mera coincidencia o es un indicador que releja el centro de mi argumentación es una cuestión difícil de dilucidar. Sin embargo, tanto el conjunto de argumentos presentados como la evidencia empírica analizada para confrontar estas hipótesis con los hechos, son suicientemente sólidos como para desaiar las explicaciones corrientes que pretenden dar cuenta tanto del abandono del modelo “fordista”, como de la crisis y cambios ocurridos durante el último cuarto del siglo XX. Es usual sostener que el crecimiento económico ha continuado y no ha sido capaz de resolver los problemas de pobreza sólo porque el modelo de acumulación y la política han sido concentradores de poder. La hipótesis esbozada muestra otra dimensión de esta problemática. fIGURA 7 - Crecimiento anual medio del PBI en Valor absoluto en los periodos 1960-1975 y 1975-1990 y valor del cociente PBI/incremento de personas viviendo en grandes ciudades en la década anterior al crecimiento del PBI: estimación a Nivel Mundial. PBI incremental por habitante de grandes ciudades Incremento del PBI en millones de dólares de 1985 600000 500000 400000 300000 200000 100000 0 1960-75 Inc. PBI/Inc. PoB. CIUDADES desfasado 10 años (U$S) 1975-90 Crec. PBI anual (U$S de 1985) fuente: estimaciones propias con datos de Naciones Unidas y Penn World Tables Version 5.6. | 99 Por otra parte vale señalar que los resultados estadísticos serían distintos si consideráramos el crecimiento del producto por habitante. Las correlaciones entre incremento del producto mundial e incremento de la población total, arrojan coeicientes de correlación muy bajos. 3. El abandono del fordismo y la acumulación lexible: una consecuencia de la dinámica que conduce a la crisis de sobrecapacidad estructural Respecto al abandono del fordismo es claro que el es compatible y beneicioso en términos de coincidencia a nivel micro y macroeconómico sólo si las perspectivas de crecimiento de todas las irmas son reales. Si las unidades productivas no hallan mercado para sus productos, ello implica la salida de capacidad productiva fuera de servicio y la imposibilidad de mantener un plantel de trabajadores estable, lo que si es deseable en términos macroeconómicos. La competencia entre irmas por un mercado más reducido conducirá a buscar contrataciones lexibles como estrategia de supervivencia. He aquí una de las causas iniciales, a mi juicio, acerca del origen de “la regla de romper todas las reglas”. Como no se trata sólo de conceptualizar esta problemática sino de aportar evidencia, vale la pena examinar lo que sucede, por ejemplo, en un mercado estrechamente vinculado al proceso de urbanización como lo es la construcción de viviendas. La igura 8 se presenta la simulación logística realizada sobre la base de datos registrados de inversión en viviendas en los países pertenecientes a la oCDE entre 1960 y 1992. Dicha ilustración tiene por objeto demostrar como la pérdida de dinamismo de un sector afecta las perspectivas de crecimiento de las industrias que proveen equipos para ese sector que a su vez repercuten en la industria ligada a dichos proveedores, siguiendo en una espiral descendente. De este modo se ilustra mediante un sencillo ejemplo y con datos reales, cómo las expectativas de expansión tanto del mercado de bienes inales (que aún puede hallarse en expansión), como los ligados a ellos, pueden entrar en lo que denominamos “una 100 | crisis de saturación de mercado de tipo estructural”. Es decir, cuando la capacidad de producción instalada excede la demanda real y a su vez el sector no resulta sencillo de ser reestructurado y reorientado, ni en términos de modiicación del producto, ni del mercado. Máximo de la primera derivada 400 12 Simulación Logística 350 10 300 8 250 6 200 4 150 2 Máximo de la segunda derivada 100 1995 1992 1989 1986 1983 1980 1977 1974 1971 1968 1965 1962 1959 -2 1956 0 0 1953 50 En miles de millones de U$S de 1985 14 450 1950 En miles de millones de U$S de 1985 fIGURA 8 - Simulación logística de la inversión en viviendas en países de la oCDE y perspectivas de los mercados asociados al sector de la construcción. fuente: estimaciones propias con datos de Penn World Tables Versión 5.6. La primera y segunda derivada en la citada igura representan los incrementos anuales de demanda registrados para dicha serie. Ellos son los que de algún modo señalan las perspectivas reales de crecimiento del mercado, las que pueden no haber sido previstas por los inversores. Estos últimos, inducidos por la bonanza del período ascendente, pueden imaginarse que el mercado continuará creciendo como en el pasado. Si lo hacen se hallarán con que no pueden realizar como ventas su producción. Ello paralizará las inversiones en la industria proovedora de equipos e insumos y las asociadas a ellas. finalmente el propio mercado de la construcción en su conjunto se verá afectado y repercutirá sobre el nivel de demanda agregada de toda la economía. Los obreros ya no tendrán una contratación estable del tipo propio del fordismo, sino que comenzarán a entrar en un mercado más lexible por | 101 necesidad. Con menores oportunidades de empleo estable. No se trata por lo tanto únicamente de la introducción de tecnologías más productivas ahorradoras de mano de obra, sino que a esta tendencia se agrega otra de gran peso. Este ejemplo se replica en muchos otros sectores, como la industria del automóvil, la construcción de infraestructura, etc. La necesidad de recurrir a mercados globales se vuelve imperiosa y si bien no se puede exportar todo, cemento por ejemplo, si se pueden exportar equipos, inanciamiento y expertos. Se puede también actuar por medio del sector inanciero para desnacionalizar la propiedad en otros países y destruir parte de su capacidad productiva. He aquí una de las causas de la progresiva globalización de los mercados y la imposición de políticas a los países con menos poder y dominio de tecnologías. 4. tipos de producto, ciclos de vida y su dependencia relativa respecto a las distintas fases del proceso de urbanización Para ilustrar de un modo gráico lo que intento explicar respecto a la distinta naturaleza de los bienes, sus mercados, su dinámica histórica y su relación con los cambios estructurales de la economía a medida que varía el dinamismo del proceso de urbanización, en la igura 9 se establece la relación entre tipo de productos y producción. 102 | fIGURA 9 - Esquema de relaciones entre tipo de productos y producción. Bienes de capital. Ciclos de vida largos, alta complejidad. Estructura de mercado concentrado (monopsomios, monopolio u oligopolio), Contrataciones directas, proveedores especializados. tipo de producción Unidad/Proyecto Sistema de infraestructura Pequeña escala Satélites, simuladores de vuelos Metalmecánica Moldes plásticos Gran escala Producción masiva Proceso continuo Bienes de consumo. Ciclos de vida cortos, menor complejidad relativa, Mercados más competitivos. Bienes durables, insumos, consumo cotidiano. Bajo Automóviles Electrodomésticos Combustibles Químicos Volumen de producción Alto fuente: elabración propia sobre la base de la presentación de Davis (2003). A continuación, la tabla 1 por su parte tipiica el análisis de las diferencias entre las industrias de bienes de capital (más ligadas al desarrollo de infraestructura, creación de capacidad productiva e industria bélica) y las industrias ligadas al consumo cotidiano masivo y de bienes durables y semidurables. Dicha tipiicación se complementa luego con un intento de describir sus impactos en la economía a través de la dinámica interactiva entre crecimiento y composición del producto. | 103 tABLA 1 - Matriz de diferencias entre las industrias de bienes de capital y de consumo masivo. Proyectos complejos e infraestructura Producto • Bienes de capital e infraestructura • Elevado costo unitario Producción • Proyectos individuales o pequeña escala • Diseño afectado por el contratante • Modiicaciones de diseño sobre la marcha Proyectos simples. Producción masiva • Amplia gama de bienes de consumo • Costos unitarios relativamente menores o bajos • Ciclo de producto (décadas) • Ciclo de productos cortos y cada vez más cortos • Componentes a medida no • Componentes estandarizados estandarizados • Interfases complejas • Interfases menos complejas o muy simples • Mayor inlexibilidad para la • flexibilidad de reconversión reconversión de productos y variable según productos y mercados. mercados • Sistemas organizativos más • organización jerárquica/ simples. Sistémica • Demanda más estable cuyo • Crecimiento de capacidad crecimiento depende del productiva muy ligado a crecimiento de la población y construcción del estilo de sus ingresos vida urbano o bien al Complejo Militar Características • Desarrollo continuo durante según fases de la expansión del desarrollo proceso de urbanización • Altamente dependiente de presupuesto público. • Entra en crisis de sobrecapacidad pari pasu la declinación del dinamismo del proceso de urbanización • Necesita de nuevas decisiones gubernamentales para subsistir • Va evolucionando hacia formas tecnológicas hipercomplejas (en el CMI ciclos más cortos) • Volúmen de producción alto a masivo • Diseño previo a la producción. • Afectado por gustos y modas • Desarrollo continuo durante la expansión del proceso de urbanización. • Dependiente del ingreso de los consumidores. • Sus mercados decrecen en dinamismo pari pasu con la saturación del proceso de urbanización pero son mas estables. • La saturación de mercados es contrarrestada por la adición de nuevos productos y diseños. • El proceso de innovación acorta ciclos de vida. Continúa» 104 | Impactos • El volumen de proyectos afecta sobre la la tasa de inversión economía • El gobierno necesita mayor presupuesto para sostener la industria, difícil recuperación de la inversión por mecanismos de mercado • Infraestructura amortizada da lugar a sobrerentas y competitividad en condiciones desiguales, afecta la tasa de rentabilidad entre sectores, barreras de acceso. • Proyectos de rentabilidad garantizada pero no en su continuidad “natural” • Desigualdad ahorro-inversión. Fortalece al sector inanciero • Los ciclos de vida más cortos afectan la distribución del ingreso • Los consumidores desean mayores ingresos para “acceder”, desean rebajas en los impuestos. • Posibilidad de captar rentas tecnológicas por plazos cortos. tasa de rentabilidad más parejas. • Continuidad “natural” de mercados pero en contextos hipercompetitivos. • Parte del exceso de ahorros inancia el consumo. Fortalece al sector inanciero. • Sobrevaluación de activos (uso • Sobrevaluación de activos de infraestructura amortizada, sujeta a luctuaciones por riesgo tecnológico, ciclos de proyecciones de demanda no realizada) vida más cortos, riesgos de mercado fuente: elabración propia sobre la base de la presentación de Davis (2003). Lo que intento señalar es muy sencillo de entender a través de las ecuaciones de deinición y equivalencia del Producto Bruto Interno (PBI) y del Valor Agregado (VA). Las expresiones a nivel agregado son, como se sabe: (1) PBI= C + I + X - M, donde C= consumo; I= Inversiones; X= exportaciones y M =importaciones, y (2) PBItn = PBIt0 + ΔPBItn, es decir que las variaciones interanuales o por períodos mayores se pueden deinir como la suma del producto inicial de un año dado y la variación que se produce en el período subsiguiente, la que puede ser positiva o negativa. A su vez, ΔPBItn puede corresponder a variaciones de las componentes C, I, X en tn | 105 (3) VA = RC + RFF donde VA = Valor Agregado, RC = Remuneración del Capital y RFF = Remuneración del resto de los factores, siendo por deinición PBI = VA. Ahora bien, si desagregamos la ecuación (1) de modo tal de distinguir la inversión ligada a infraestructura (Ift), a la creación de capacidad productiva de bienes tradicionales (ICtrt) y a la creación de nuevos productos caracterizados por la rápida innovación e intensidad tecnológica (INpt), y a su vez subdividimos el consumo en aquel que es más dependiente de los ingresos ligados a la masa salarial (CMst) y aquel otro ligado a los sectores propietarios de las unidades productivas o bien a los de mayores ingresos debido a su elevada especialización o participación privilegiada en la sociedad sea por el medio que fuese (CNpt), la expresión (1) se transforma en: (4) PBIt = [(CMst+CNpt ) + (Ift+ICtrt+INpt ) + X - M] considerando entonces Ift, ICtrt ∫(Urbt), ΔIft y ΔICtrt dependerán de ΔUrbt siendo Urbt la población urbana en un momento determinado del tiempo. En tanto es previsible la declinación del incremento de la misma a largo plazo, ello inducirá a una desaceleración del proceso de inversiones inducidas por el proceso de urbanización. Debe recordarse que la infraestructura inicial siempre se construye con miras al largo plazo y tambien la capacidad productiva para productos con ciclos de vida mayores. Como es sabido una declinación en la tasa de inversión, cualquiera sea su razón, es causal de recesión y de ciclos económicos. Las tradicionales medidas anticíclicas pueden no ser eicaces en un contexto de sobrecapacidad que se produce en un sector que además, por su naturaleza intínseca, es incapaz de liquidar stocks simplemente porque no se trata de una producción masiva en serie que los acumula. Por lo tanto, una recesión causada por este tipo de caída en la tasa de inversión producirá un descenso en el nivel total de actividad. Una recesión de tipo L, en la cual no sólo es más prolongado el período de caída de la actividad sino que genera un umbral más bajo, más que una de tipo U, que se caracteriza por la pronta recuperación y la posibilidad de retomar el sendero de crecimiento. 106 | Por otra parte a medida que la proporción de Ift y de ICtrt dentro de la inversión total disminuyen y aumenta la proporción de la inversión de tipo INpt (ver igura 10), RFF ocupará por necesidad, como luego será explicado, una menor proporción dentro de VA. Ello a su vez repercutirá sobre CMst, profundizando una crisis estructural que da lugar al nacimiento de la sociedad dual. Ello por cuanto los sectores productivos ligados a CMst, Ift e ICtrt, que sostenían el modelo fordista, no se hallan ya en condiciones de regirse según las viejas reglas de juego consistentes en acrecentar salarios junto a aumentos de productividad, garantizar el empleo estable y las condiciones básicas que daban lugar al Estado de Bienestar y las antiguas políticas anticíclicas de tipo keynesiano. En un contexto tal si las inversiones se ven inluenciadas por el proceso de urbanización, declinando en su dinamismo pari pasu con él, el PBI sólo podrá crecer si se aumenta el consumo total o las exportaciones o ambas cosas a la vez. A nivel mundial la suma de todas las exportaciones e importaciones se igualan. Por lo tanto no pueden contribuir al dinamismo económico global si se tratara de los mismos productos. El consumo depende como se dijo en buena medida de la remuneración del resto de los factores. Si la declinación de la inversión asociada a la urbanización como proceso integral (infraestructura y creación de capacidad productiva) es reemplazada por la creación de nuevos bienes y ello implica el cambio tecnológico acelerado vinculado a ciclos de vida más cortos, la proporción del producto destinada a remunerar el resto de los factores será menor y ello será una traba para aumentar el consumo. Sobre esto se volverá enseguida. Antes conviene remarcar que la fractura interna del aparato productivo es la forma de la matriz de generación de la sociedad dual. Conduce así, a una dinámica perversa donde los que acceden lo hacen a una gama cada vez más diversiicada de bienes y servicios y los que no, siquiera pueden acceder a satisfacer sus necesidades básicas. El comercio exterior puede impulsar el crecimiento de algunos países, pero es incapaz de hacerlo de modo global por deinición, salvo por el hecho de que aún el proceso de urbanización no se halla del todo completado y entonces funciona como incentivo de la modernización. Es el caso de Asia, en especial el de China e India hoy, pero no funcionará más después que ellos completen el proceso. | 107 fIGURA 10 - Composición de la inversión en países de la oCDE por tipo de activo: comparación del promedio 1950-1970 y 1972-1992 (en % del total de inversión bruta ija). 100% 90% 80% 23.5% 31.7% 16.1% 70% 60% 16.8% 15.6% 30% 13.4% 18.9% 12.2% 10.6% 20% 10% 14.8% 16.1% 50% 40% 18.7% 31.4% 37% 23.1% 0% Construcción residencial otras construcciones Equipo de transporte Maquinaria Construcciones industriales y comerciales fuente: estimaciones propias con datos de Penn World Tables Versión 5.6. 5. Innovación, ciclos de vida y consecuencias para la distribución del ingreso: más trabajo y menor bienestar En tal contexto, el actual énfasis puesto en la innovación tecnológica como modo de suplir ese plus de quantum de producto es un fenómeno tan evidente, que casi no seria necesario referirse al mismo sino fuese por el hecho de que esta estrategia “natural” tiene profundas implicancias. Dichas implicancias se reieren a los siguientes aspectos: 1- sobre la posibilidad de producir mejoras en la distribución del ingreso; 2- sobre los modos de organización social, cambio de valores y producción cultural de la “sociedad del conocimiento” (knowledge society); 3- sobre su relación con 108 | el complejo militar-industrial y su creciente importancia como instrumento de políticas anticíclicas y alcanzar el sueño de una economía estacionaria o en crecimiento y 4- sobre lo que se ha llamado el proceso de desmaterialización de la economía, lo que signiica tanto un menor uso de materiales por unidad de producto, como una creciente proporción de servicios en la economía total. Analizaré seguidamente cada una de estas implicancias. La programación de la obsolescencia forzada de productos con el objeto de evitar la saturación de mercados y mantener en funcionamiento el aparato productivo implica que el capital invertido debe ser recuperado en un menor plazo al del pasado. Cuando se realiza el análisis de la rentabilidad de un proyecto a través de las técnicas de evaluación de proyectos se asumen hipótesis sobre los siguientes factores: a) b) c) d) el tamaño del mercado; los precios de venta esperados; los costos de inversión; y los costos operativos totales incluyendo en ellos mano de obra, impuestos, insumos, etc. Los criterios básicos de aceptación o rechazo continúan siendo básicamente el valor presente neto –que debe ser positivo a una determinada tasa de descuento–, y la tasa interna de retorno. Esta última se deine como aquella que hace nulo al valor presente neto y es la tasa a la cual la inversión será recuperada anualmente de cumplirse las previsiones efectuadas en el estudio de factibilidad económica, una vez decidida su factibilidad técnica. Para que dicha tasa interna de retorno se cumpla una vez decidida la inversión y ejecutado el proyecto, el comportamiento de las ventas y de los costos debe ser igual al utilizado en el estudio. Por lo tanto las hipótesis de partida inluyen en la formación de los precios de oferta. Ahora bien, de un modo muy simpliicado los precios unitarios de oferta incluyen básicamente dos componentes: el factor de recuperación del capital y el resto de los costos, lo que hemos denominado antes como RC y RRF, en relación al valor agregado total. Para que la tasa interna de retorno esperada se cumpla, la tasa de descuento utilizada en la fórmula del factor de recuperación del capital debe ser la misma. Una propiedad interesante de dicho | 109 factor, es que depende de un modo no lineal del plazo de recuperación asumido. Por lo tanto para períodos cada vez más cortos de recuperación de la inversión, el factor de recuperación del capital ocupa también una cada vez mayor proporción del precio de venta de un producto. La demostración matemática se presenta en el punto 1 del Anexo, al inal de la obra. Si esta tendencia se generaliza el resultado es que a un determinado nivel de productividad global de la economía, y para una misma tasa de ganancia, la proporción del producto global que se destina a la remuneración del trabajo y al pago de impuestos va siendo cada vez menor. No se trata de un aumento de la tasa de ganancia, sino de ciclos de recuperación del capital más cortos que impiden mejorar la distribución del ingreso público y privado. Cuánto de la problemática distributiva es explicada por este mecanismo es algo que no ha podido ser aún investigado, pero hay indicios globales de que la relación capital-producto ha crecido, lo que signiica que buena parte del cambio tecnológico no ha implicado un aumento macroeconómico de la productividad del capital. Esto signiica que se trabaja más y se gana menos o lo mismo. Ilustremos el caso con un ejemplo muy sencillo. Supongamos que el dueño de una gasolinera debe cambiar sus surtidores cada cinco años, pero que antes lo hacía cada veinte. Las ganancias de productividad son mínimas en tanto el cambio tecnológico de esta naturaleza tiene propiedades no necesariamente vinculadas a las mejoras de productividad física (Ej: más litros vendidos atribuibles a la velocidad del surtidor). La introducción de estas “nuevas tecnologías” debe realizarlas porque se lo impone un contrato o bien porque de no hacerlo corre el riesgo de descapitalizarse y disminuir sus ventas (la gente tiene preferencia por lo nuevo) ¿Qué implicará esto para su posibilidad objetiva de mejorar sueldos y salarios, de pagar mayores impuestos? La respuesta es obvia: no tendrá capacidad para hacerlo8. Este caso no es aislado ni mucho menos. Implica que lo mismo sucederá en algún grado al menos en la industria de bienes de capital que fabrica surtidores y lo mismo puede ser airmado de todo cambio tecnológico o innovación que reemplace un producto ya existente. La industria automotriz, la electrónica, informática 8. 110 | Para una demostración matemática de esta cuestión Cf. Kozujl (2003). y la farmacéutica son claros ejemplos, aunque no los únicos. De hecho buena parte de la corriente “evolutiva” en economía está destinada a mostrar los procesos de aprendizaje tecnológico de las irmas y la dependencia de su éxito respecto a la capacidad innovadora. Las irmas que se dedican al asesoramiento de cómo manejar de modo optimizado los ciclos de vida de productos han multiplicado sus ofertas de modo asombroso en tanto la presión por reducir costos, diseñar productos atractivos y novedosos es condición de supervivencia micro y macroeconómica en las condiciones actuales de la economía9. Los ciclos para productos electrónicos, informáticos y de comunicaciones, pero también para la industria farmacéutica, química liviana y automotriz se han acortado de años a meses en algunos casos, desde inicios de la década del 90 a la actualidad. Esta situación implica pérdidas de valor de los activos y la percepción de crecientes riesgos que han conducido a programas gubernamentales como el AtP (Advanced technology Program) en los Estados Unidos10 y se replican por el mundo entero con el in de promover la investigación destinada a crear productos de alta tecnología. Su objetivo es reducir los riesgos asociados a un mercado cada vez más competitivo con ciclos de vida menores para casi todos los productos emergentes de las actividades de investigación y desarrollo y muy especialmente en el área de la tecnología Informática. En tal sentido es evidente que de no existir la innovación, muchas más fábricas e instalaciones productivas hubiesen dejado de existir en tanto un ciclo de vida más largo de los productos implicaría un uso de la capacidad instalada cada vez menor a medida que los mercados de los distintos bienes se van saturando. Ello es inevitable en tanto la progresión de ventas de cada producto también presenta un comportamiento de tipo logístico. Es decir caracterizado por una rápida fase ascendente exponencial 9. Cf. www.thearticleworks.com, Overview: forproitability in thigt markets, Enterprises need manage product lifecycles, 18-02-05. 10. www.atp.nist.gov, the Advanced technology Program: a Progress Report on the Impacts of an Industry-Government technology Partnership, National Institute of Standars and technology, 18-02-05. | 111 durante un período, y de dinamismo decreciente a partir de un determinado punto de inlexión. De este modo la posibilidad de destinar una mayor proporción del producto para extender el poder de compra a los sectores que no accedieron a determinados bienes es cada vez menor. Esta es una de las razones y características de la sociedad de consumo vistas desde el lado de la oferta productiva. Existe un segmento de la población ligado sea a la propiedad, o con remuneraciones elevadas en función de que ocupan puestos claves dentro del proceso de especialización productiva creciente, con capacidad de renovar continuamente sus bienes. otro sector en cambio vive de los bienes de segunda mano o bien no accede. Es parte de la ya mencionada matriz de generación de la sociedad dual, pero también de la creciente inseguridad, incertidumbre y desprotección. Del Unsicherheit descrito por Bauman, pero explicado ahora desde el ángulo de la base material de la sociedad. Luego analizaré algunas cuestiones sociológicas adicionales vinculadas a este problema que pueden abarcar vastas temáticas: la desigualdad, al cambio de valores, la cultura mediática, el exitismo, la calidad de vida, el impacto ambiental y otros por el estilo. Pero antes de entrar en ello cabe señalar un factor que a mi parecer tampoco ha sido demasiado analizado. Se trata de otro límite natural y las consecuencias que tal tendencia a la innovación presentan. Por una parte la adición continúa de nuevos bienes y servicios –y el reemplazo de bienes ya poseídos en términos funcionales básicos por nuevos modelos– sobre el “grupo de personas que acceden”, presenta un problema: el uso y disponibilidad del tiempo. El límite natural de veinticuatro horas diarias sería infranqueable a no ser porque la intensidad en el uso del tiempo es un fenómeno de naturaleza psíquica y isiológica si es que quisiéramos realizar alguna distinción entre ambas. Pero cuidado, ello no signiica ni la ausencia de consecuencias, ni que no existan límites. La tendencia al estrés entre las “personas que acceden” es un fenómeno innegable. Dicho estrés puede provenir de una gran diversidad de causas. Sin embargo, y sin pretender llegar a un ingenuo reduccionismo, es bastante evidente que la distribución del tiempo entre los requerimientos laborales derivados 112 | justamente de la necesidad de acelerar los procesos de innovación y provisión de ese plus de quantum de producto, en una sociedad hipercompetitiva, y los propios requerimientos de tiempo para atender las posesiones materiales, conducen en conjunto a una profunda “compresión del espacio psíquico”. Ello franquea la barrera de las veinticuatro horas y hace posible atender una simultaneidad de requerimientos tan vastos. Pero no sin trabajo adicional y un uso intensivo de energía psíquica. El celular que suena continuamente, la necesidad de contestar los correos electrónicos, proteger la computadora personal de virus, estar al tanto de las novedades, atender el automóvil, el pago de servicios, las compras diarias y buscar alguna gratiicación después de tanto esfuerzo, no es compatible precisamente con la distensión y el relax. Esto último es provisto en forma de nuevos bienes y servicios (estimulantes, calmantes, entretenimientos, masajes, saunas, terapeutas, etc.). Luego nos preguntaremos acerca de la posibilidad de compatibilizar tal estilo de vida con el supuesto hedonismo de la cultura occidental. Basta aquí interrogarse acerca de la existencia –potencial al menos– de un límite que, aunque no tan claro como el del proceso de urbanización, ya se vislumbra. Él conduce a la siguiente pregunta: ¿cuántos más productos y procesos de innovación cabrán en el espacio-tiempo de la mente humana sin desquiciarla? Aún cuando no se tiene una respuesta, el creciente fenómeno del estrés entre los supuestos “ganadores” dentro del sistema productivo hace que el planteo sea lícito y nada trivial. Como esto puede ser mal interpretado en término de “pobres, como sufren los ricos”, quisiera no ser mal interpretado. Sólo deseo enfatizar más que la otra cara de la realidad de la sociedad dual, el límite isiológico que tampoco debería ser trivializado. Ahora bien, por otra parte el fenómeno de la limitación estructural a la distribución del ingreso impuesto por la menor duración de los ciclos de producto signiica un serio obstáculo para poder crear condiciones favorables al acceso como las que se produjeron durante la vigencia del modelo “fordista”. Una reliquia de la “Casa del Pasado”. Ello no sólo traiciona una de las promesas básicas del siglo XX sino que crea serios problemas de sustentabilidad política, social y aún económica si el plus de quantum de producto necesario para reemplazar el que se va perdiendo a medida que el | 113 proceso de urbanización se va lentiicando, no se puede lograr por las razones expuestas. Es decir no sólo una saturación ligada a la declinación en el ritmo de urbanización, sino una ligada al límite aún desconocido de nuestra capacidad de absorber y manejar una vida cotidiana cada vez más compleja y exigente. El límite psíquico-isiológico de la compresión temporal al interior de la psique y el cuerpo humano. El segundo problema que plantea este modo de producción y consumo, se relaciona con los requerimientos de motivación, información y formación de recursos humanos que impone la sociedad del conocimiento o “knowledge society”. Recientemente, Jeremy Rifkin (2004:39-48), ha planteado un juicio severo –en sus propias palabras– respecto a la clase de compromiso personal de las nuevas generaciones con respecto a los valores que requiere una sociedad tecnológica que cumpla con el “sueño americano”. En tal sentido valores como fe, disciplina, trabajo, autoconianza y sacriicio, se hallarían alejados de los valores de buena parte de la juventud de clase media estadounidense. Aún cuando a mi juicio Rifkin se esfuerza demasiado en mostrar las diferencias entre el comportamiento europeo y el americano, sugiere abiertamente que existen signos evidentes de un “marchitamiento de la ética del trabajo”. Más grave aún expresa otras dos cuestiones que pueden ser relacionadas con las causas explicativas que estoy sugiriendo a lo largo de este trabajo. Ellos son, por una parte, el desencanto con el futuro y la tendencia a la satisfacción inmediata de los placeres para escapar del tedio; y por otro lado, la creciente aceptación por parte de los estadounidenses de que es lícito recurrir a la violencia para conseguir sus objetivos. Señala así, que casi uno de cada cuatro estadounidenses piensa de esta manera y que tal tendencia creciente se ha registrado durante el último decenio del siglo XX (Ibídem:48). A mi juicio respecto a la primera de las cuestiones, y sobre ello se volverá en numerosas oportunidades, el fuerte cambio de valores que experimenta el mundo a partir de los sesenta tardíos y de los setenta, no puede ser sólo explicado por el hecho de que los padres del Baby boom hayan malcriado a sus hijos a tal punto “que sus sueños han encontrado respuesta incluso antes de que tuvieran la ocasión de soñarlos”, tal como nos sugiere 114 | Rifkin (Ibídem:46). Por cierto, nadie podría negar que la sociedad de consumo haya producido y continúa produciendo tal clase de conducta generacional. Pero es bueno recordarlo, ello no ha sucedido sólo en los Estados Unidos. Por el contrario, es una realidad que se puede hallar entre los que han accedido a los beneicios materiales de los “años dorados” en cualquier otro lugar del mundo. En América Latina entre sus clases medias y en Europa, desconozco lo que sucede en Asia, pero su proceso es más reciente salvo en Japón cuya particular valorización del trabajo la convierte posiblemente en excepción. El argumento se vuelve justamente inconsistente en tanto Rifkin pretende diferenciar el sueño americano del europeo. La segunda cuestión, relacionada con la propensión a considerar lícita la violencia para obtener un objetivo determindo, nos conduce de un modo directo a la tercera consecuencia vinculada con el tema de la saturación global de mercados y el cambio tecnológico. Se trata de la creciente importancia del complejo militar-industrial, tema que por su extensión, complejidad e interés, será tratado en el capítulo siguiente y que no puede ser devinculado del tema 11-S tratado en el capítulo anterior y sobre el que se retornará más adelante en numerosas oportunidades. Antes de pasar al mismo conviene señalar antes que la obra de Rifkin aporta más evidencia respecto al problema de la creciente presión de la sociedad sobre el uso del tiempo y la escasez de dinero. En tal contexto –y basándose en numerosos estudios dedicados al análisis del comportamiento de la sociedad americana– señala una tendencia decreciente de las personas a regalar su tiempo con ines comunitarios. Éste, según dicho autor, era un rasgo prototípico de la sociedad estadounidense y de su particular modo de enfrentar el problema de los pobres a través de la asistencia de organizaciones voluntarias. Una herencia que provendría de la fuerte tradición religiosa y de la separación entre Iglesia y Estado. Sin embargo, cada vez menos personas estarían dispuestas a utilizar su tiempo y esfuerzos de un modo gratuito a causa de las presiones de tiempo y dinero que experimentan en el plano personal cotidianamente. Se suma a ello un cierto desencanto dado que: “siguieron el guión al pie de la letra sólo para verse defraudados al inal del relato” (Ibídem:53). Pero más revelador aún es el siguiente párrafo: | 115 “Hasta la década de 1960, la movilidad social ascendente era la esencia del sueño americano. Luego, el sueño comenzó a desmoronarse, primero lentamente, pero cada vez con más claridad a lo largo de las décadas de 1970, 1980 y 1990. Actualmente, América ya no puede pretender ser el modelo de la movilidad social ascendente para el resto del mundo. Eso no significa que no haya oportunidades, tanto para los nativos como para los recién llegados. Pero ya no existe la movilidad sin trabas que convirtió América en la envidia del mundo” (Ibídem:55). ¿Pero cuál es la razón de tal retroceso en el proceso de movilidad social? ¿Podría hallarse acaso en un cambio de actitudes, en los valores, en el fracaso de un particular modo cultural (ej: el sueño americano), un cambio de tal magnitud? Personalmente y sin recurrir a un enfoque similar al del materialismo histórico, no creo que puedan ni deban ignorarse las profundas transformaciones en el sistema productivo. De otro modo podríamos creer que es sólo el sueño americano el que se está haciendo añicos y la evidencia es que tanto en Japón, como en Europa y América Latina se han registrado, de diverso modo y con grados de intensidad distinta, fenómenos similares matizados sólo por su diversidad cultural. tampoco pretendo desconocer que los contextos culturales son hasta cierto punto autónomos y pueden inluenciar en las respuestas que las sociedades den a una misma problemática haciéndola más o menos severa. Pero me parece sería forzar la realidad pretender ignorar el carácter universal del cambio ocurrido en el sistema mundial a partir justamente de la declinación del dinamismo del proceso de urbanización, dado que él entraña un paradigma de desarrollo tecnológico y por lo tanto afecta las posibilidades concretas de crecimiento económico y de empleo. 6. Esbozo de algunas consecuencias inmediatas: el rol de China e India y el agravamiento de los conlictos en Oriente Medio Si lo planteado hasta aquí fuese irrelevante me pregunto lo siguiente: ¿de qué de otro modo podría ser explicado el énfasis puesto en el desarrollo de China e India? El proceso de urbaniza- 116 | ción del primero es de tal magnitud que consume alrededor del 25% del concreto producido en el mundo y se espera que hacia el año 2020 el incremento de su parque automotor llegue a ser similar o aún a superar el que se producirá en los Estados Unidos (véanse iguras 11a y b). De hecho el 68% del incremento del parque automotor se producirá en regiones ajenas a la oCDE. El 42% del mismo será atribuible a los países asiáticos (igura 11b). fIGURA 11a - Estimación del crecimiento del parque automotor al año 2020 por grandes regiones. Incrementos proyectados al año 2020. 25% 160 20% 140 120 15% 100 80 10% 60 40 En % del total de incremento Incremento unidades 1995-2020 (en millones) 180 5% 20 0% total transporte otros países asiáticos Latinoamérica Medio oriente y Norte África Sub Sahara 49 60 69 85 5 18 18 13 6 101 165 64 18 24 40 39 103 169 153 143 12.7 1.3 4.7 4.7 3.4 1.6 12.9 15.8 18.2 22.4 16.2 6.3 1.8 2.4 3.9 3.8 10.1 16.6 15 Automóviles (%) 2.1 total transporte (%) 9.9 48 China 8 Sud Asia Automóviles Ex-URSS Europa occidental Norte América oECD Pacíico Europa Central y del Este 0 Automóviles Automóviles (%) total transporte total transporte (%) 14 fuente: elaboración propia con datos del Consejo Mundial de Energía. | 117 fIGURA 11b - Distribución regional del incremento proyectado en el parque automotor total mundial al año 2020. El 68% del incremento del Parque Automotor total se hallará fuera del ámbito de la oCDE Resto del mundo 26% China, Sud Asia y otros países asiáticos 42% Estados Unidos, Canadá, Europa y OCDE Pacíico 32% fuente: elaboración propia con datos del Consejo Mundial de Energía. En tal contexto la estrategia de los EE.UU. en Medio oriente puede tener múltiples propósitos. No sólo da sentido al crecimiento del complejo militar-industrial (que proporciona el quantum de producto “perdido”), sino que implica el control del crecimiento de los gigantes asiáticos y también de Europa. ¿Se ha prestado suiciente atención a este punto y al mapa? ¿Se ha notado la conexión de las zonas en conlicto con el abastecimiento del potencial energético que necesitará China a medida que su propio sueño se vaya haciendo realidad como extensión del sueño americano, las necesidades de los Estados Unidos y las necesidades europeas? ¿Se es consciente de que completado el proceso de urbanización de China y de India nos hallaremos prácticamente en la asíntota del proceso de urbanización a escala global? ¿Es forzado mi intento de atribuir todo este cúmulo de evidencias al fenómeno dinámico de la propia evolución de la urbanización, de la industrialización y los cambios a que induce al acercarse a un punto de saturación de carácter prácticamente irreversible? En todo caso es una explicación basada en un esquema teórico conceptual que al menos hace referencia a los procesos 118 | evolutivos reales. Si los Estados Unidos creció a una tasa más elevada hasta le Segunda Guerra Mundial que después de ella, y Europa lo hizo tras el plan Marshall, ello no puede ser ajeno a las posibilidades que en ambos casos brindó el desarrollo de una nueva infraestructura urbana. Lo mismo puede decirse de Japón y la ex-URSS. En el caso de los Estados Unidos porque antes no existía y se fue expandiendo a medida que aquel vasto territorio se poblaba de inmigrantes y se unía mediante una vasta infraestructura de transporte y comunicaciones. En el caso de Europa porque la destrucción completa de ciudades e infraestructura, sumada al apoyo inanciero creó las condiciones para el crecimiento acelerado al igual que en Japón. En los tres casos el prerequisito fue sin duda la adopción de un paradigma epistemológico natural. Pero él sólo puede producir frutos si las restantes condiciones para la expansión del mercado existen. No funciona del mismo modo ni produce los mismos resultados en economías saturadas. En tal contexto señalar que entre 1950 y 1973 la productividad europea creció un 4.44%, frente a un 2.68% en Estados Unidos y que entre 1973 y 2000 el aumento de la productividad en Europa fue del 2.4% frente a un 1.37% en Estados Unidos, no habla tanto de las diferencias conceptuales en torno a los modelos organizativos de Europa y América como pretende Rifkin (Ibídem: 65), sino de la declinación de la productividad en ambos continentes a causa de fenómenos de fondo similares. China por el contrario ha venido creciendo a tasas del 9% y se espera lo haga al 6 o al 8% en los próximos años. 7. Urbanización y Marginalidad: el resultado de un proceso evolutivo sin rumbo Un dato más: el fenómeno de la marginalidad urbana en el Tercer Mundo –cuando no en el de casi todo el mundo– no podría ser totalmente explicado sin recurrir a hipótesis que describan los distintos estadios que va produciendo este proceso dinámico. En efecto, los nexos entre migración rural-urbana y marginalidad pueden ser explicados del siguiente modo. Durante la fase ascendente el proceso de urbanización atrae masas humanas provenientes del campo. Por lo general estas personas, sobre todo | 119 las menos caliicadas, trabajan en la construcción y servicios de baja caliicación. A medida que el proceso de urbanización pierde su dinamismo inicial, la cantidad de trabajadores que ofrecen su servicio supera la cantidad demandada. Este proceso dura lo suiciente como para que en el ínterin la generación migrada tenga una descendencia nacida en un ámbito urbano. Sin embargo, las características culturales de su entorno familiar diicultan el acceso al desarrollo de las habilidades y la adquisición de los conocimientos necesarios para poder desenvolverse con éxito en el nuevo medio urbano en estadios más maduros. Estos jóvenes nacidos en una cultura totalmente urbana, aspiran a niveles de vida que la sociedad presenta como asequibles para todos. No sólo así lo sugieren los medios a través de la publicidad, sino que estos valores son reairmados en el sistema educativo y el proyecto político moderno por desdibujado que se halle hoy. Pero la realidad de sus hogares muestra lo contrario. Sus padres que habían sido obreros –sindicalizados o no– pero que tenían trabajo asegurado, comienzan a hallarse frente a una realidad laboral distinta. Las oportunidades de empleo son más esporádicas, el acceso a los nuevos bienes más difícil, cuando no imposible. El trabajo femenino en estos sectores tiende al servicio doméstico o a otros servicios mal remunerados. Los ingresos de la pareja no logran lo que lograba el empleo de uno sólo en la etapa precedente. Para la generación de los padres que conocieron una realidad más dura en el ámbito rural, la vida urbana es aún considerada como superior. Difícilmente quisieran regresar a sus orígenes y a tareas rurales. Intentan que sus hijos gocen de un mejor nivel de vida. ¿Pero qué esperanza pueden tener estos jóvenes nacidos en el medio urbano, si perciben la dura realidad que les rodea? ¿Es extraño que entonces muchos de ellos intenten acceder por otros medios a las promesas que tanto la sociedad como sus propios progenitores les han hecho? ¿Pueden acaso los valores tradicionales de sus padres perdurar en tal situación y perpetuarse a través de generaciones? El proceso migratorio, por otra parte, no se detiene frente a la pérdida de dinamismo del proceso de urbanización. Continúa y va poblando los suburbios con cordones de miseria. Ciertamente este fenómeno es más agudo en las ciudades del tercer Mundo, las cuales por lo general se hallan insertas en sistemas industriales menos integrados y donde el control sobre la acumulación y re- 120 | producción del capital es más débil a causa de la desnacionalización de la propiedad y muchas veces de los recursos naturales. Pero este proceso, que en regiones como América Latina y parte de Asia se produce mediante migraciones internas, en Europa y en Estados Unidos se da mediante migraciones externas debido a que sus procesos de migraciones internas concluyeron hace mucho, como en el caso de Europa, o se va concluyendo paulatinamente como en el caso de los Estados Unidos. En todos los casos la marginalidad tiene un sesgo cultural y racial bastante deinido. Es otro caldo de cultivo para la violencia y la discriminación. En América Latina, por ejemplo, el número total de personas que se encontraba por debajo de la línea de pobreza en el año 2000 en AlyC alcanzaba los 211.4 millones. Cabe destacar que dentro de ese total se incluyen las personas que se encontraban por debajo de la línea de indigencia. Por su parte, el número de indigentes en dicho año ascendió a 89.4 millones de personas. El porcentaje de la población pobre de AlyC en el año 2000 fue del 43.8%, y el porcentaje de población indigente ascendió al 18.5%. De los datos de la CEPAL se iniere que la proporción y el número de pobres en áreas urbanas respecto al total se han incrementado de un modo notable desde la década del ochenta a la del noventa y durante esta última no ha dejado de crecer. Así mientras que en 1980 el número de pobres en áreas urbanas era 14% inferior al número de pobres en áreas rurales, en 1999 el número de pobres urbanos era 74% superior al de aquellos. En 1980 los pobres urbanos representaban el 46% del total de pobres en la región y en 1999 esta proporción ascendía al 63.5%. En sociedades como la americana, más propensas a creer en que el progreso y el logro dependen más del esfuerzo y la capacidad personal que de la organización social, el problema social se verá agravado. Pero sería ingenuo pensar en que en Europa dicha organización social está dispuesta a brindar cobijo a todos por igual. El temor a verse desbordados por olas de inmigrantes no sólo da lugar a un endurecimiento para las condiciones de admisión legal sino también a manifestaciones racistas. trátese de los turcos en Alemania, de los argelinos en francia, de los libios en Italia o de otros inmigrantes a lo largo y ancho de la Europa comunitaria, este proceso forma parte del nuevo mapa del | 121 mundo gestado también tras el punto de inlexión de la década de los setenta. La propia Europa dividida no sólo entre la vieja Europa liderada por Alemania y francia, respecto a los incondicionales viejos y nuevos aliados de los Estados Unidos como Gran Bretaña y España respectivamente, sino también entre nativos e inmigrantes. El muro de Berlín cayó, ciertamente, pero en su lugar se levantan ahora otros como en Melilla para detener la inmigración magrebí. tal es el contexto en el plano del desarrollo y la problemática planteada. tal como se ha dicho, en regiones como América Latina el número de pobres urbanos ha superado con creces al de pobres rurales en términos de cantidad a partir de los noventa. Mientras que la pobreza rural es, al menos en muchos casos, compatible con una cierta dignidad humana encuadrada dentro de un marco de valores tradicionales, la pobreza urbana entraña por lo general miseria material y espiritual. 8. Aquello que no terminaba de endenderse bien, ¿puede ser mejor comprendido a partir de estas nuevas hipótesis? A mi juicio, las hipótesis planteadas son de largo alcance explicativo y parcialmente predictivo. Aquello que en la obra de David Harvey (1990) es descrito en términos “de la transformación económico política del capitalismo tardío del siglo XX” en su relación con la posmodernidad, cabe, como se verá, perfectamente dentro de lo expuesto: “Pero, a pesar de todos los descontentos y todas las tensiones manifiestas, las piezas centrales del régimen fordista se mantuvieron firmes por lo menos hasta 1973 y, en el proceso, lograron sin duda mantener intacto un boom de posguerra que promovía la sindicalización y que hasta cierto punto extendía los ‘beneficios’ de la producción y el consumo masivos cada vez más allá. La masa de la población de los países capitalistas avanzados mejoró su nivel de vida material y además prevaleció un contexto relativamente estable para las ganancias de las corporaciones. Fue sólo en la segunda recesión de 1973, que sacudió este esquema, cuando se inició 122 | un proceso de transición acelerada –aún no lo entendemos bien– en el régimen de acumulación” (Harvey, 1998:163). Eso mismo que dicho autor “no termina de entenderse bien”, respecto al paso del fordismo a la acumulación lexible, y que sitúa en la segunda recesión de 1973, podría bien terminar de ser explicado a mi juicio dentro del contexto propuesto en este trabajo de un modo más satisfactorio. En efecto, la simulación logística del crecimiento de la población de más de 750 mil habitantes para el período histórico 1950-2000 y las proyecciones de las Naciones Unidas al año 2015, permiten visualizar este proceso de desaceleración de la urbanización a gran escala. La descomposición en ondas que es factible de realizar con el modelo de simulación logística (una vez que se le proporcionan los datos históricos y proyectados por Naciones Unidas), señala que la primera onda alcanzó un máximo en 1960 y que la segunda será alcanzada en el año 2006 (iguras 12a y b). Si se considera lo expuesto respecto al resultado de las correlaciones entre urbanización y crecimiento, en especial al hecho de que las correlaciones mejoran cuando la variable incremento de población en ciudades se utiliza desfasada en una década respecto a al crecimiento del producto, no es para nada extraño que la gran crisis se sitúe en los setenta. 25000 20000 15000 Saturación: 2835357.8 Punto medio: 2006 tiempo de crecimiento: 133.7 10000 5000 2009 1997 1984 1972 1959 1947 1934 1922 1910 1897 1885 0 1872 Variación anual en el número de personas fIGURA 12a - Resultados de la simulación logística de la variación anual del número de habitantes de grandes ciudades (en miles de personas). Años | 123 25000 20000 15000 (1) Saturación: 834653.7 Punto medio: 1960 tiempo de crecimiento: 77.7 (2) Saturación: 988834.1 Punto medio: 2006 tiempo de crecimiento: 52.1 10000 5000 2009 1998 1987 1976 1966 1955 1944 1933 1922 1911 1901 1890 0 1879 Variación anual en el número de personas fIGURA 12b - Resultados de la simulación logística de la variación anual del número de habitantes de grandes ciudades, descomposición en ondas (en miles de personas). Años fuentes (12a y 12b): estimaciones propias con datos de Naciones Unidas, World Urbanization Prospects y aplicación del modelo Loglet-Lab. Cf. Meyer, Perrin, Yung, y Ausubel (1999). Lo mismo cabe respecto a las constataciones negativas acerca del proceso de desarrollo aludidas en la encíclica Sollicitudo Rei Socialis de Juan Pablo II (1987) tan contrastadas con la esperanza viva en aquel proceso de desarrollo en tiempos de la Populorum progressio de Pablo VI (1967). ¿Qué produjo tal cambio de actitud y percepción? ¿Cómo explicarlo? ¿Sería atribuible a diferencias ideológicas entre ambos papas, o más bien relejan un cambio de humor respecto a la esperanza en el progreso? ¿Y qué decir en relación a la percepción vivida por las poblaciones entre esperanza y pesimismo relejadas en fenómenos como el baby-boom –propio de las dos décadas posteriores a la posguerra– frente “al humor negativo” que subyace a la baja tasa de crecimiento poblacional propia de las dos últimas décadas? Dicho “humor negativo”, sugerido por Chesnasis (1997), aunque rechace de plano una causalidad simpliicada del fenómeno y reductible al mero crecimiento económico, se relaciona sin duda con el contexto del proceso de urbanización, su saturación y las 124 | complejidades que entraña basar la existencia de la especie humana en el paradigma epistemológico natural y la pretensión de alcanzar un progreso material ilimitado. Este desencanto con el desarrollo ocupó una parte importante del debate de los años ochenta y se halla documentado en investigaciones previas del autor (Kozulj, 1986). Volviendo a los gráicos precedentes, la segunda onda de crecimiento releja el rol de Asia en lo que resta por completar el proceso de urbanización a escala global. De allí el creciente énfasis en China e India como se describirá en los capítulos venideros. Pero con respecto a la crisis de esperanza y los cambios que se relejan en la sociedad, si aquellas constataciones negativas ya eran así en la transición de los setenta a los ochenta, ¿qué decir de la esperanza en un mundo que parece apostar a la destrucción cada vez con mayor frecuencia desde inicios de los noventa y más aún después del 11-S? 9. Acerca de la progresiva desmaterialización de la economía y los distintos estadios del proceso de urbanización Por último abordaré el tema de la progresiva desmaterialización de la economía como otra de las consecuencias de la declinación relativa del proceso de urbanización. Aunque es muy difícil establecer relaciones entre la desmaterialización de la economía y la pérdida de dinamismo del producto, en tanto el último depende tanto de las cantidades producidas del conjunto de bienes y servicios como de sus precios, resulta intuitivo suponer que la desmaterialización supone al menos un cambio fundamental en la composición del producto, de los requerimientos laborales y de la distribución del valor agregado. En tal sentido la creciente importancia de los servicios, la declinación en la participación de la industria a escala mundial, y la menor densidad material de los productos físicos, son elementos corroborables empíricamente. La cantidad de acero por automóvil es hoy menor y mayor el peso de innovaciones tecnológicas provenientes de la electrónica. La inversión en construcciones representa una proporción declinante del total de las inversiones | 125 desde los años sesenta hasta la actualidad, y al menos esto último guarda una clara relación con lo expuesto acerca de la dinámica del proceso de urbanización. Por otra parte la secuencia histórica 1- aumento de productividad agrícola, 2- absorción de la mano de obra agrícola desplazada hacia la industria, 3- aumento de la productividad industrial, 4absorción de la mano de obra desplazada desde la industria hacia los servicios, 5- introducción de tecnologías ahorradoras de mano de obra en los servicios; ¿con qué otro eslabón de absorción se enfrenta hoy? Por el momento, con la creciente marginalidad. Esto es más grave por cuanto los organismos como el Banco Mundial y el fMI proponen explícitamente la necesidad de aumentar la productividad en el sector de los servicios (cajeros automáticos, contestadores automáticos, pagos electrónicos, etc.). Es obviamente el in del empleo y quizás del trabajo remunerado para muchos. ¿Qué signiica tales fenómenos en términos de quantum de producto perdido o bien de transformación de equivalencias entre valor y precio? Es un tema a investigar. Complejo debido a que requeriría retomar conceptos ligados a las teorías del valor. Pero aún así, es perceptible con toda claridad que implica fuertes desplazamientos en los requerimientos laborales y también en los requerimientos de la industria pesada, lo que supone problemas de utilización de la capacidad instalada, necesidades crecientes de cambio tecnológico y una fractura social entre los trabajadores ligados a la nueva y la vieja economía. La desmaterialización de la economía y la emergencia de la sociedad del conocimiento van de la mano. Pero a la sociedad del conocimiento le resta por completar un proceso que la conduzca a un conocimiento de orden superior para no traicionar sus promesas. De otro modo el conocimiento fragmentario romperá el mundo en mil pedazos para volver a reconstruirlo según moldes anticuados. La lógica de la “destrucción creativa” se halla en crisis justamente porque ha dejado de ser creativa. Se ha convertido así en pura lógica destructiva. 126 | 10. El estado actual de la globalización: un veloz desplazamiento hacia la lógica de la destrucción En tal contexto conviene analizar el rol desempeñado por el Complejo Militar-Industrial debido a que su utilización, más allá de generar una supremacía tecnológico-militar, es funcional para evitar que una importante parte de la capacidad instalada del aparato productivo deba salir “fuera de servicio”, al tiempo que no requiere reconversiones de la matriz “productos-mercados” riesgosas desde el punto de vista económoco inanciero. Antes de entrar en este tema resulta pertinente quizás tambien añadir, aunque sea de forma muy breve, una cuestión adicional. La globalización, como fenómeno emergente de esta situación y el ya señalado predomino del sector inanciero, abren la posibilidad de imponer políticas a los países en vías de desarrollo que implican destrucción de activos y transferencias de recursos. Es ampliamente aceptado que una parte sustantiva del endeudamiento externo fue causada tras la crisis petrolera de 1978 con una responsabilidad activa por parte de los organismos inancieros internacionales. Las políticas de estabilización y fórmulas para facilitar el pago de dicho endeudamiento, aplicadas en los años noventa, han utilizado cada vez con mayor frecuencia los tipos de cambio y sus bruscas luctuaciones como mecanismos de aniquilación de capacidad productiva, colocación de productos de los países centrales y transferencias de ingresos de unos grupos a otros tanto al interior de cada nación como entre ellas. Dado que normalmente estos mecanismos se amparan bajo su denominación como simples “políticas económicas”, aunque fraudulentos en esencia, han escapado de la igura de “Mala Praxis”. Aún cuando de su aplicación pueden surgir previsibles perjuicios para la sustentabilidad de grandes grupos de población, no ha entrado en la conciencia colectiva la necesidad de regular y legislar a nivel internacional, ni la mala praxis política, ni la económica (Kozulj, 1995a, 1995b y 2002). No es el lugar aquí para extenderse sobre el particular, pero conviene añadir que estas políticas se han convertido en un verdadero mecanismo que agrega a las tendencias anteriores un sesgo destructivo, concentrador de ingresos y de poder a escala mundial. | 127 Debido a la falta de formación ciudadana en los rudimentos mínimos de la economía, la opinión sobre estos temas suele ser innecesariamente controvertida. Si una moneda luctua en su paridad real en porcentajes abismales ningún país sujeto a las mismas es capaz de emprender un sendero de crecimiento sostenido, ni ser integrado al sistema mundial de un modo estable, ni capaz de resolver el problema de la pobreza. Es curioso que siendo la paridad de equilibrio algo tan fácil de establecer objetivamente, no haya habido un consenso para señalar el carácter fraudulento de las mismas políticas económicas que distorsionan intencionalmente el tipo de cambio real, desde una perspectiva de rigor cientíico tal como ocurre por ejemplo en la ingeniería civil, en la medicina o en derecho. En tanto la gravedad de este problema y la posibilidad de que sea un mecanismo recurrente en un mundo dominado por la fuerza, conviene ser añadido a la lista de problemas de esta nueva era imperial. Sin embargo, lejos de no afectar a la propia economía estadounidense, la globalización es denunciada como causa de las serias desigualdades existentes al interior del propio país. Así lo expresa también Richard Rorty cuando sostiene que: “En América, hasta 1973, parecía que íbamos a solucionar el problema. Estábamos, por así decirlo, aburguesando al proletariado sin parar durante las primeras seis décadas del siglo, y luego todo se volvió al revés. La brecha entre ricos y pobres disminuyó durante las primeras décadas, y está aumentando desde hace treinta y cinco años… A pesar de todo el dato más importante de la sociedad americana es que la globalización del mercado laboral está reduciendo los sueldos de los estadounidensenses, y está produciendo, no desempleo, sino empleo con sueldo ínfimo… para la gente que trabaja por el salario mínimo, cuyo número en América seguirá en aumento, no hay futuro. Antes o después habrá un levantamiento popular, probablemente de la derecha fascista… puedo prever un presidente fascista que intente satisfacer al pueblo americano con una guerra contra China. Si esto ocurre sería un mero intento de salida a la imposible desigualdad económica en América” (Rorty, op. cit.:169). 128 | Aun cuando Rorty es vehemente y no puede ser tomado al pie de la letra, lo que expresa coincide con la situación descrita. Este cuestionado ilósofo, quien conoce bien sus limitaciones en cuanto a la interpretación de las cuestiones económicas, no se equivoca a mi parecer cuando predice “que las cosas se pondrán muy mal” y que la profundidad de la crisis económica que se avecina conducirá a transformaciones institucionales que pondrán en peligro la democracia. Cree asismismo, y en ello coincido plenamente, que sin una propuesta concreta alternativa preparada de antemano no habrá una solución deseable (Rorty, op. cit.:82-83). | 129 4 El papel del Complejo Militar-Industrial: La permanente creación de enemigos temibles 1. ¿Qué es y cómo opera el Complejo Militar-Industrial? U na de las acepciones más corrientes del término Complejo Militar-Industrial se reiere a la relación existente entre los contratistas de la industria armamentista, la burocracia militar que controla el Pentágono y el Poder político ejercido por el Congreso de los Estados Unidos. No podemos olvidar, por otra parte, que muchos de los desarrollos tecnológicos difundidos hoy con usos civiles nacieron de la investigación aplicada a la ciencia de la guerra. Es corriente aceptar que dicho complejo comenzó a formar una parte indisoluble del propio sistema industrial estadounidense a partir de la Segunda Guerra Mundial. Una importante parte de los mejores cientíicos quedaron ligados a la investigación básica, aplicada y al desarrollo tecnológico relacionado con el “sector de defensa”. Según Eric Hobsbawm, en cierto modo la Guerra fría también respondió (al menos en su primera etapa) a un estrategia de “creación de enemigos”. Estrategia poco justiicada en términos de la verdadera amenaza soviética y “de los peligros reales de la tan temida expansión comunista”. Aunque puede ser discutible tal aseveración, el concepto no resultó tan claro debido a la prolife- | 131 ración nuclear en ambos bandos. Sin embargo el actual enfoque “del choque de civilizaciones” hace más transparente la cuestión. En todo caso resulta útil registrar que el concepto respondió –a juicio de este gran historiador– a las motivaciones del complejo militar-industrial y que hacia 1945 el propio Paul Samuelson temía se produjera una gran crisis y dislocación productiva dentro de los Estados Unidos. Es decir que la vinculación entre el temor a la recesión y el auge del militarismo es propio de los Estados Unidos, país que de hecho ha presentado una menor dependencia relativa de su crecimiento respecto al dinamismo de los procesos de urbanización durante la segunda mitad del siglo XX en relación a otras potencias. El término complejo militar-industrial se hizo famoso tras las palabras del presidente Eisenhower en 1961, quien advirtió acerca de la posibilidad de que este poder fuera ganando una inluencia indebida que podría llegar a desestabilizar el sistema democrático. En sus propios términos, advertía que los consejos de gobierno debían estar en guardia contra la adquisición de un poder desmedido, fuese o no pensado, por parte del complejo militar-industrial. Sostenía de este modo que el potencial para el surgimiento de un poder fuera de lugar existe y existirá11. El economista norteamericano John Galbraith, autor de la Sociedad opulenta y muchas otras obras, fue uno de los que más enfatizó los nexos entre el complejo militar-industrial, el sistema económico americano y la estructura del poder político, dada la enorme concentración de poder que, por sus características de conidencialidad y nexos con las más altas esferas del poder, este sector iba adquiriendo durante la Guerra fría. 11. El texto original del mensaje dirigido por el Presidente Dwight D. Eisenhower en su mensaje dirigido al pueblo norteamericano por radio y televisión el 17 de enero de 1961 fue el siguiente: “In the councils of government, we must guard against the acquisition of unwarranted inluence, whether sought or unsought, by the military industrial complex. The potential for the disastrous rise of misplaced power exists and will persist. “We must never let the weight of this combination endanger our liberties or democratic processes. We should take nothing for granted. Only an alert and knowledgeable citizenry can compel the proper meshing of the huge industrial and military machinery of defense with our peaceful methods and goals, so that security and liberty may prosper together.” 132 | El concepto fue rápidamente asociado a una forma particular de política keynesiana (“military Keynesianism”) a través de la cual el presupuesto militar desempeñaría un rol particular en la política anticíclica de los Estados Unidos. Para algunos analistas la simbiosis entre el Departamento de Defensa y las corporaciones dedicadas a la provisión de armamentos y equipos modiicó radicalmente el carácter de la economía americana basada primordialmente en reglas de libre mercado. De este modo le fue imprimiendo las características de una economía altamente centralizada con fuerte intervención estatal a pesar de la estructura privada de la industria armamentista. El desplazamiento de las actividades de Investigación y Desarrollo (I&D) conexas con el sector de defensa desde el gobierno hacia el sector privado, comenzó a ser una de las principales características de la economía estadounidense. Si bien tal tendencia comenzó ya en los tempranos sesenta con Robert Mac Namara como Secretario de Defensa, al parecer el complejo militar-industrial alcanzó un papel aún más dominante en la economía y en la política durante la presidencia de Reagan durante los ochenta (Ullmann, 1983). En efecto, la carrera armamentista que constituyó un rasgo típico durante todo el período de la Guerra fría, alcanzó nuevos niveles durante aquellos años. Ello implicó una reestructuración tanto del sector industrial como de la arquitectura del gasto público norteamericano. Según John. E. Ulmann, de la Universidad de Hofstra, es el Departamento de Defensa el que decide qué hacer. Sin embargo, el desarrollo de propuestas forma parte de este juego interactivo y altamente supervisado por el Pentágono. Dicha supervisión y control no se limita tan sólo a los aspectos técnicos, sino que incluye un fuerte control estatal sobre la estructura de costos de las empresas. La razón de ello es que las industrias del sector trabajan sobre una metodología del tipo “cost plus” (o margen de beneicios sobre costos) para determinar el precio de venta de sus productos. Esta forma de control implica una estructura administrativa altamente centralizada, la cual es fuertemente criticada en los manuales de gerenciamiento aplicables a cualquier otra actividad. Aún cuando a mediados de los sesenta se sostuvo que el rol del Departamento de Defensa no era el de dimensionar presupuestos | 133 con el in de estabilizar la economía, sino proveer la seguridad interna de los EE.UU. y la paz mundial, lo cierto es que este principio declarado fue violado en innumerables oportunidades. Es necesario detenerse en las razones de tal enfoque de la política keynesiana, dado que ella fue justamente defenestrada a mediados de los setenta como la causa del fenómeno conocido como estancamiento con inlación. Fue justamente ello una de las razones del auge del neoliberalismo. Dentro de mi contexto explicativo es claro que la aplicación de políticas keynesianas podían conducir a un proceso de sobreinversiones que agravara aún más la crisis de sobrecapacidad estructural causada por la declinación del proceso de urbanización extensiva. Es decir, mientras que en la fase expansiva que acompañó al modelo fordista dichas políticas eran funcionales en términos de estabilización de ciclos económicos de corta duración, en la fase de declinación del dinamismo el aumento del gasto público indiscriminado como forma de reactivación podía tener efectos indeseables. Por una parte producir un aumento de costos incompatible con ciclos más cortos de vida de los productos; por otra parte, producir una elevación del costo laboral acompañado por una caída en la productividad global y por hora trabajada. Pero además, podía crear una capacidad de producción sin demanda asegurada y por lo tanto la imposibilidad de recuperar el capital invertido. El desplazamiento de las políticas públicas hacia una disminución de impuestos como forma alternativa de aumentar la demanda agregada (es decir inyectar dinero en los bolsillos del consumidor a través de menores impuestos en vez de a través del gasto “improductivo”) fue propio de los ochenta. Este concepto de “gasto improductivo” asociado por lo general en el pensamiento neoliberal al “Estado Benefactor”, marcó cada vez mayores diferencias entre el modo americano y europeo de hacer política económica. Para los primeros la extensión de beneicios genéricos a través del gasto público social conduciría inevitablemente a una sociedad más perezosa, condición incompatible con el crecimiento económico acelerado. Para los europeos en cambio consistiría en un modo de estabilizar la demanda agregada. El hecho cierto es que las tasas de desempleo en Europa comenzaron a ser superiores a las de los Estados Unidos, a pesar de que los europeos 134 | salvaguardaron el poder de consumo y un grado de bienestar a través del seguro de desempleo. Como señala David Harvey (1998:361-363): “ ‘Economía vudú’ y ‘economía con espejos’, dijeron George Bush y John Anderson respectivamente, refiriéndose al programa económico de Ronald Reagan para revivir una economía debilitada en las campañas por las elecciones primaria y presidencial de 1980. Un dibujo en la parte de atrás de una servilleta, trazado por un economista poco conocido llamado Laffer, se proponía mostrar que los recortes en los impuestos traerían necesariamente un aumento en la recaudación impositiva (por lo menos hasta cierto punto) porque estimulaban el crecimiento y, por lo tanto, aumentaban la base impositiva. Así justificaría la política económica de Reagan, una política que obró sin dudas maravillas, aunque llevó a Estados Unidos al borde de la bancarrota internacional y la ruina fiscal”. Esta política iría también acompañada de recortes del gasto social coexistente con aumentos en el presupuesto militar. Para el nuevo paradigma emergente en los Estados Unidos la concentración del gasto en el complejo militar-industrial no sólo permitiría garantizar la demanda, sino que generaría el ambiente propicio para lograr una mayor productividad de la mano de obra en toda la economía. Si bien en los EE.UU. el mayor desempleo fue atribuido a un aumento de la “tasa friccional” en dos o tres puntos porcentuales –fenómeno nunca del todo explicado–, lo cierto es que el desempleo fue de menor magnitud relativa que en Europa. Una de las razones que pueden explicar tal fenómeno es que el rol estabilizador de la economía del complejo militar-industrial funcionó a través de la diversiicación tecnológica de un modo eicaz y diseminó en toda la industria varios tipos de efectos multiplicadores. Esta diversiicación tecnológica presenta además la ventaja de hacer más programada y acotada la destrucción creativa de tipo schumpeteriano. Por otra parte compensa en parte la desmaterialización, al hacer un uso intensivo de industrias como las del acero y la del concreto (¿cuantas toneladas de concreto requiere un refugio preventivo de ataques con armas nucleares?). | 135 Por lo tanto no sólo las industrias especíicamente armamentistas se beneiciaron de tal enfoque, sino que la provisión de otro tipo de insumos y equipamiento al “sector de defensa” comenzó a crear una especie de provisión mixta (civil y militar) en muchos irmas. Por otra parte, la estrategia adoptada aseguraría el predominio militar de los EE.UU., lo que a su vez garantizaría su liderazgo en un mundo, por necesidad, cada vez más globalizado. Sin embargo, los resultados sociales de tales políticas se hicieron evidentes. La quinta parte de su población más pobre que había mejorado su posición hasta los setenta participando de un 7% del ingreso nacional, redujo su participación al 4.6% en 1986. Entre 1979 y 1986 el número de familias pobres con niños creció en un 35%, y en algunas grandes áreas metropolitanas, como Nueva York, Chicago, Baltimore y Nueva orleans, más de la mitad de los niños vivían en el seno de familias cuyos ingresos caían por debajo de la línea de pobreza (Harvey, 1990:363). Es que la globalización implica básicamente dos cosas. Por una parte, la posibilidad para cada irma individual de crecer en un marco global de lento crecimiento. Por otra, disminuir los costos de producción al extender el concepto de división y especialización del trabajo en un contexto de deterritorialización de la producción industrial. En un mundo de tal naturaleza el predominio militar obviamente desempeña un rol de garante en última instancia de los intereses norteamericanos en todas partes del mundo. Pero además va poniendo in de un modo cada vez más explícito al sueño moderno de la igualdad. Este sueño sólo se mantiene en el imaginario popular gracias a la particular eicacia de los medios masivos de comunicación. No se trata como señala Baudrillard (1981:188) de que se “crea en lo que se dice”, pero “se obra como si se creyese”. No es “una lógica del enunciado y la prueba”, sino “de la fábula y de la adhesión”. Es por esto que a pesar de que la mayor parte del electorado norteamericano no estaba esencialmente de acuerdo con las políticas de Reagan, fue reelecto y aún después de su salida del poder su imagen quedó alta. Lo mismo ha sucedido recientemente con Bush, en su victoria contra Kerry. El último ganó “técnicamente” los tres debates televisivos. Sin embargo esto no se tradujo en las urnas. El recuerdo del 11-S, la reaparición de osama Bin Laden, la masacre de los niños rusos y un discurso paternalista fuerte 136 | valieron mucho más a la hora de decidir para una importante parte de la población estadounidense. El triunfo de la estética sobre la ética, dirá Harvey. La metasociología del conformismo, dirá Baudrillard. Yo creo en cambio que ello no puede ser sino el relejo de una crisis civilizatoria cuya amenazante percepción en el inconciente colectivo las hace posibles. No se trata sólo del miedo a ataques terroristas, aunque dicho factor no pueda ser descartado fuese quien fuese el que los induce y produce. Se trata del temor a la pérdida de los privilegios que a ciertos ciudadanos les otorga la actual sociedad de consumo, que no es sino la lógica extensión de una forma de producción que comenzó hace poco menos que tres siglos y que se ha intensiicado durante la segunda mitad del siglo XX. En especial tras la crisis de los setenta. Por tal razón, a pesar de que la estrategia del “keynesianismo militar” sirve a propósitos múltiples, su rol estabilizador de la economía interna pareciera ser al menos tan importante como la supuesta vocación imperial de los Estados Unidos. A mi parecer es difícil discernir cuánto de dicha vocación corresponde al expansionismo propio de toda gran potencia y cuanto a una necesidad de supervivencia basada en una epistemología natural que conduce al pragmatismo más crudo en un contexto como el descrito en los capítulos anteriores. Si se considera que el presupuesto militar de los Estados Unidos en el 2002 ha sido de 329 mil millones de dólares y que el ejército de los EE.UU. tiene más de 400 mil efectivos activos en distintas partes del mundo (López Alves, op. cit.:51), no se podrá ignorar su impacto estabilizador macroeconómico y de creación de empleos. Es decir el presupuesto del sector defensa, actualmente orientado hacia el concepto de “guerra preventiva”, representa aproximadamente el 3.6% del producto bruto interno de los Estados Unidos. Súmese a ello las exportaciones de armas y los sueldos pagados por el sector y se tendrá un quantum de producto de una magnitud suiciente para reemplazar al menos en parte las “pérdidas” de producto ocasionadas por el fenómeno de declinación causado por el fenómeno de “sobrecapacidad estructural” antes descrito. Nótese que el intento de detener la declinación de la tasa de inversión y el aumento resultante de la relación capital-producto han sido uno de los “hechos estilizados” que, junto a la decreciente participación de la industria en el producto han caracterizado a la economía mundial desde los | 137 años setenta hasta la actualidad. Por lo tanto no es descabellado pensar que “la estrategia de buscar enemigos” forme parte de un plan premeditado. La retirada de la Unión Soviética de la carrera armamentista, y su desmembramiento tras el gobierno de Mihail Gorbachov a ines de los noventa, abrieron la posibilidad de que el discurso en pro del desarme tuviese un fundamento real por primera vez desde la posguerra. Si bien el argumento de que el armamentismo constituía una forma eicaz de keynesianismo para contrarrestar las crisis de subconsumo propias de los ciclos capitalistas (como fue planteado desde temprano por marxistas como Baran y Sweezy), fue cuestionado a la luz de algunos estudios empíricos. La cuestión de ningún modo quedo del todo aclarada (Dunne, 1990:395-404). De hecho, en un análisis acerca del impacto de los conlictos bélicos sobre la actitud de los inversores se determinó que en el caso de conlictos llevados a cabo “en tierras distantes”, como lo fue el caso de Viet Nam, la rentabilidad crecía con el aumento de las hostilidades (Kaun, 1990:439-452). Si bien se sostuvo que no era el caso de la Guerra del Golfo, bien podría serlo de las actuales guerras “en tierras distantes”. De hecho el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) propuso crear fondos para el desarrollo y el combate contra la pobreza a partir de la reducción progresiva del gasto militar en el mundo. ¿Cuáles fueron los motivos por los cuáles estas propuestas fueron tan pronto olvidadas y rechazadas? No es difícil adivinarlo si se considera el conjunto de mi argumentación y se agrega además un factor poco analizado en la literatura económica corriente cual es la “rigidez tecnológica” desde el lado de la oferta. 2. El Complejo Militar-Industrial y el problema de la inlexibilidad tecnológica En el pensamiento económico tradicional, en especial el proveniente de las formalizaciones matemáticas neoclásicas, se supone una movilidad de factores de un mercado a otro cuyo plazo temporal jamás se deine. Al imitar los modelos de la física supo- 138 | ne –entre otras gruesas abstracciones alejadas de todo fundamento empírico– reacciones instantáneas de los agentes económicos. Ellos se desplazan libremente en los mercados orientados por las señales de precios y rentabilidad. Parecen ignorar que aún si lo hicieran ello demandaría un lapso temporal importante que necesariamente repercutiría en la economía real por tratarse de un sistema complejo e interconectado con ciertas inercias físicas insuperables. Por consiguiente conciben la posibilidad de una mala asignación de recursos y aún del desempleo, sólo como debidas a la inlexibilidad que imponen ciertas políticas públicas a las decisiones de los agentes en el libre mercado. El blanco de ataque preferido de tal discurso es por supuesto la inlexibilidad del mercado de trabajo como consecuencia de la existencia de leyes de protección al trabajador y por una excesiva interferencia del poder corporativo de los sindicatos. Ni siquiera parecen admitir que en el mundo real las barreras migratorias de los países desarrollados quitan la lexibilidad que sus formalizaciones suponen, tanto como las barreras arancelarias y paraarancelarias que los países desarrollados mantienen, lo hacen respecto a los productos de los países en vías de desarrollo. Pero más grave que esto, repito, es asumir la transformación instantánea de capital inanciero en activos físicos que se suponen lexibles. Lo son sólo en términos de inversiones de adquisición de activos preexistentes, pero no cuando se trata de reorientar y redimensionar actividades con un peril tecnológico determinado. Por eso, dejando de lado los aspectos políticos de las barreras, que al igual que la constatación de mercados imperfectos y la permanente confusión entre los aspectos descriptivos y prescriptivos de los enfoques neoclásicos han sido suicientemente criticados en la teoría económica desde los tiempos de Georgescu Roegen, a la de los poskeynesianos y neo keynesianos, la inlexibilidad tecnológica implicada en el aparato productivo existente ha sido usualmente pasada por alto. Las raras excepciones se hallan por lo general vinculadas justamente a la diicultad de reconvertir la industria armamentista. Pero, ¿qué se entiende por inlexibilidad tecnológica? Se trata de la diicultad de modiicar el peril de oferta que presenta la capacidad productiva instalada. Es decir de la problemática implícita en la reconversión de un sector con miras a modiicar | 139 la orientación de la producción. Esta inlexibilidad no es tan sólo atributo exclusivo de la industria militar. Supongamos que por decisión política un gobierno decidiera modiicar la distribución del ingreso y reorientar, a través de la demanda, el peril de la oferta de la capacidad instalada, es decir del aparato productivo. Por ejemplo, redireccionando el gasto público destinado al complejo militar-industrial hacia la construcción de mejores viviendas para los pobres, o a incrementar la producción de alimentos e indumentaria. Por una parte la capacidad instalada en el complejo militar-industrial no serviría a tal propósito. Este sector tendría que despedir gente. Algunos de ellos han sido formados durante años en especialidades que requerirían un giro de ciento ochenta grados para que pudieran ser de utilidad en los nuevos sectores. El capital físico sería inutilizado. Por consiguiente tanto los accionistas como los empleados, obreros y dirigentes perderían, al menos por un tiempo, sus puestos de trabajo y sus ingresos en una economía de mercado. Ello repercutiría a corto y mediano plazo sobre el nivel de la demanda agregada, lo que a su vez repercutiría en otros sectores y profundizaría la crisis a corto plazo. Pero no sólo eso. Una redistribución de ingresos que pretendiese, por ejemplo, mejorar en un 25% el ingreso medio del sector mayoritario de la población, digamos un 70%, puede implicar una disminución del 17% de los ingresos medios del 30% de la población mejor posicionada. Pero este 30% de la población disponía –en este caso hipotético– del 60% del ingreso disponible y dispondrá sólo del 50% en la nueva situación. Por el contrario, el 70% de la población que disponía del 40% del poder de compra, pasará a disponer el 50% del mismo. ¿La demanda se dirigirá a los mismos sectores de consumo? Difícilmente, aún en un caso de distribución tan igualitaria de partida que supone una relación media de tres a uno entre los ingresos medios del 30% más rico respecto al restante 70%. ¿Cuáles serán las consecuencias de tal redistribución a corto plazo? ¿Sería posible mantener esa mejora distributiva si el empleo de los sectores orientados al consumo de los grupos de altos ingresos comenzara a declinar y las empresas redimensionaran sus actividades? ¿Podrían los fabricantes de automóviles comenzar a fabricar leche, ropa, galletas o viviendas? ¿Podrían mantenerse las mejoras en un contexto recesivo? La respuesta es 140 | no, a menos que existiera una férrea voluntad política, una inísima arquitectura para programar tal transición y la visualización de ventajas para todos los actores involucrados. De otro modo se producirían fracturas sociales muy graves cuyo resultado inmediato sería el empeoramiento de la situación de muchos, sino de todos, habida cuenta de las correlaciones de poder y capacidad de respuesta de los grupos perjudicados. He aquí, que un proyecto político alternativo requiere construir no sólo “la visión”, sino concebir un cuidadoso “Plan de transición a escala global” lo que requiere un consenso mundial y la disposición a aceptar la realidad del “No va más” de este estilo. Ello está lejos, pero muy lejos del pensamiento de los que controlan el poder, pero también de los que se oponen al actual estado de cosas. Este es el problema de la rigidez tecnológica de la oferta. Problema tanto más difícil de resolver en la medida en que tanto el tipo de producto como el tipo de mercado se alejen de aquel en el que habitualmente se hallaban insertos dentro del sistema productivo. El problema de la reconversión de la industria armamentista fue tratado por A. J. Shenhar y otros (1998) con conclusiones muy negativas respecto a la posibilidad de lograr tal reconversión sobre la base de una argumentación similar. En base a la matriz que se representa como igura 13, tomada de ese trabajo, han demostrado el riesgo creciente que corre una industria de tales características. tampoco las transacciones entre salarios y nivel de empleo surgidas del cambio de paradigma desde enfoques orientados al mercado interno hacia los orientados al mercado externo, propuestos por la globalización, cierran a nivel global, tal como muy claramente lo han expresado Amit Bhaduri y Stephen Marglin (1990:375-393). Sí pueden, en cambio, crear un espacio acotado de negociaciones entre clases dentro de cada nación, en tanto las pérdidas de nivel salarial unitario derivadas de la globalización bien podrían no afectar la masa salarial total, si los mercados externos para una determinada nación crecen. | 141 fIGURA 13 - Matriz de conversiones de mercados y productos. Mercado Industrias de consumo masivo Alto riesgo Muy alto riesgo Muy alto riesgo otro tipo de actividad industrial ligada a bienes de capital Riesgo moderado Alto riesgo Muy alto riesgo Próximo al habitual Bajo riesgo Riesgo moderado Alto riesgo Actividad habitual (infraestructura, equipamiento, etc.) La empresa está aquí Los Productos La misma Las mismas mismos modiicados tecnología. personas. productos Diferentes Diferente productos tecnología Productos-tecnología fuente: Adaptación del autor en base a Shenhar, Hougui, Dvir, tischler y Sharan (1998). Los ejemplos de los cambios y problemas internos que provocan las reestructuraciones productivas a gran escala, pueden ser también tomados de la conversión de las economías socialistas a economías de mercado ocurridas desde los noventa (IDS Bulletin, 1998). La caída del producto en los países que pertenecían a la Unión Soviética durante los noventa es tan elocuente que el tema no parece merecer explicaciones adicionales. Pero al igual que con la obsolescencia programada, esta estrategia de supervivencia del sistema conduce a una concentración del poder y de los ingresos, sin necesariamente mejorar la rentabilidad global. Sin embargo en el caso del complejo militarindustrial, la rentabilidad es seguramente más elevada en tanto la metodología de margen sobre costos y el carácter no competitivo del sector se prestan a las peores distorsiones imaginables. 142 | 3. La proliferación de misiones militares a escala global: el armamentismo en cifras y las nuevas tecnologías para el control geopolítico del mundo futuro Por esta razón no resulta extraño que las misiones militares estadounidenses en el mundo se hayan multiplicado durante la década de los noventa de manera tan asombrosa, ni que los Estados Unidos piensen que podrían operar hasta “siete Iraks simultáneamente al año” (López Alves, op. cit.:38). La multiplicación de las misiones militares se han incrementado mucho antes del 11-S, pero después de dicha fecha emblemática, las “razones justiicadas” son mayores ante una opinón pública maleable. ¿Maleable? o ¿es que el inconsciente colectivo del pueblo estadounidense capta a la perfección la totalidad de esta situación a partir de su propia manera de percibir el Unsicherheit? Es llamativo que justamente a partir de esta nueva estrategia la economía estadounidense durante el segundo quinquenio de los noventa haya mejorado su productividad con un incremento del 1.9% frente a la de Europa que fue de tan sólo 1.3%. En muchas oportunidades se ha dicho que el costo iscal de estos programas es muy elevado. En realidad lo es mucho más en otros términos. De hecho la economía americana creció con las guerras y su peor década fue cuando detuvo su carrera armamentista. Esa es la realidad material, muy distinta de toda valoración ética. Por otra parte los EE.UU. pueden darse el lujo de mantener fuertes desequilibrios comerciales e internos, ¿quién se halla en condiciones de exigir el pago de su deuda? A ello se agrega el hecho de que el dólar continúa, a pesar de la aparición del Euro, siendo una moneda requerida a escala mundial con ines de atesoramiento, por lo cual su emisión no necesariamente se transforma en presiones inlacionarias internas. Sí, “la creación de enemigos” es un verdadero mercado. Pienso por ejemplo en la histeria colectiva provocada por los supuestos ataques con Antrax durante el 2001 y la posibilidad de ataques con otras armas químicas todas desarrolladas además prioritariamente por los Estados Unidos. En la inmediata reacción de la industria de proveer máscaras antigás, drogas para detener el efecto del Antrax y tretas por el estilo, no puedo dejar de entrever | 143 la similitud con la estrategia empleada por la industria informática a través de la continua creación de virus y antivirus con el in de estabilizar el mercado de producción de software. La cantidad de irmas involucradas en la industria de la guerra no se limita sólo por cierto a las que producen armas. Corporaciones como la American Motors, McDonnell Douglas, Lockheed Martin, Boeing Company, Northrop Grumman, Raytheon Company, General Dynamics, United technologies, Science Applications International, tRW, Health Net Inc., Communications Holdings Inc., Alliant, Betchel Inc., Bristish Aerospace Electronics (BAE Systems), British Nuclear fuels (BNfL), General Dynamics, IBM, Mitsubishi, Siemens y la University of California –para citar algunas de las más visibles–, combinan en distintos grados producción de uso civil y militar. Se pueden incluir otras en distintas partes del mundo especialmente en el Reino Unido, como Rolls Royce, British Aerospace y ferranti, privatizadas durante la gestión de tatcher. Grupos como la Bechtel y Halliburton, han suscrito contratos con cientos de subcontratistas para la reconstrucción de Irak. ¿Puede caber duda del efecto de reactivación cuando se estima que en el 2004 el presupuesto de defensa ya ronda los 400 o 500 mil millones de dólares, es decir cerca del 5% o 6% del PBI de los Estados Unidos? “Siete Iraks al año” –la capacidad militar que tendrían los EE.UU. para utilizar por año, según lo planteó thomas Barnett, asesor del Departamento de Estado y uno de los principales estrategas de la “guerra contra el terrorismo”– signiicarían muchos más caminos, puentes, aeropuertos, redes y plantas eléctricas, potabilizadoras y redes de agua, centros comerciales, ediicios gubernamentales, hoteles, gasolineras, etc. Un verdadero mercado emergente. ¿Es llamativo que osama Bin Laden haya hecho fortuna con la industria de la construcción y que Cheney se halle vinculado con la Bechtel y Halliburton? ¿Se trata de la posibilidad de utilizar la capacidad ociosa debida a la saturación estructural de mercados originada en un proceso de urbanización irreversiblemente declinante, que destruye para reconstruir? ¿Volvemos al viejo argumento de Schumpeter respecto a la destrucción creativa propia del capitalismo? En cierto modo sí, pero ya no es tan creativa. No es de la naturaleza del reemplazo del ferrocarril por el transporte automotor. Es una destrucción programada para 144 | reeditar lo mismo. Es un envilecimiento del proceso productivo y de toda la sociedad a escala planetaria. Para aquellos que pueden pensar en que los argumentos de Huntington respecto a la amenaza militar del mundo no occidental pudiese ser cierta les invito a ver con detención las iguras 14 y 15. fIGURA 14 - Gasto militar total años 1994-2003 (en miles de millones de u$s del año 2000). 900 800 700 600 500 400 300 200 100 0 -100 1994 1995 1996 1997 1998 1999 2000 total mundial Asia y oceanía Medio oriente América Europa África 2001 2002 2003 fuente: Stockholm Institute for Peace Research, Yearbook 2004, Estocolmo. | 145 fIGURA 15 - Gasto militar por habitante 1994-2003 (en u$s del año 2000 por persona). 1600 1400 1200 1000 800 600 400 200 0 1994 1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002 2003 EE. UU. 1396 1310 1223 1211 1167 1159 1183 1188 1304 1547 Europa 446 417 414 413 409 417 424 423 429 430 Resto del mundo 36 35 36 36 36 36 38 39 41 42 EE. UU. Europa Resto del mundo fuente: Stockholm Institute for Peace Research, Yearbook 2004, Estocolmo y Banco Mundial WDI online 2004. El gasto por habitante de los EE.UU. en armas es 36 veces el del resto del mundo y el de Europa cerca de 10 veces. Sin duda, estas diferencias son tan abrumadoras, que ninguna guerra sería larga a no ser porque las guerras en territorios distantes hacen más rentable a la economía –y en especial a la industria de armas– a medida que crecen las hostilidades. Nos hallamos nuevamente frente a una epistemología natural enfermiza, tanto como lo está occidente. Por otra parte el desarrollo de nuevas formas de control militar, económico y político a distancia, a través de los más soisticados medios de la tecnología informática, si bien no constituye un monopolio indisputable, es hoy por hoy liderado por los Estados Unidos de un modo difícil de minimizar bajo cualquier argumento, a pesar de todos los empeños intelectuales que lorecen por doquier. terminologías como “Caballo de troya” (que se relacionan con códigos informáticos maliciosos introducidos en un bloque de software que controla algún aspecto vital de operación 146 | de sistemas de infraestructura), “Guerra a través de la red” (lo que incluye los intentos por dañar, modiicar o perturbar “los conocimientos que una sociedad posee sobre sí misma”), “Guerra CNN” (inluencia de los medios de comunicación independientes sobre la percepción o anticipación de un suceso real por el público), se suman a una centena de siglas que designan la nueva gama de tecnologías bélicas relacionadas con la nueva tecnología electrónica e informática, pero ante todo con la nueva geopolítica tras el in de la Guerra Fría y las perspectivas de un mundo globalizado con supuestas potencias emergentes. Las anécdotas sobre las advertencias veladas de dicho poderío a través de las perturbaciones intencionales ocasionadas al funcionamiento de la represa de las tres Gargantas sobre el Río Yangtze en China (que opera mediante ordenadores), apagones intencionales, como el ocurrido en tehherán mediante la activación de dispositivos electrónicos; en el marco de los conlictos en la región vinculados con disputas energéticas y geopolíticas, son sólo algunos ejemplos del poder de limitación de las fuerzas enemigas que no implican la necesidad de una intervención militar convencional (Adams, 1999:485-495). La posibilidad de generar temor, caos, o destrucción lisa y llana de objetivos precisos a distancia (en especial en infraestructuras vitales de grandes centros urbanos) no puede ser desvinculada de este rol de objetivos múltiples asignados al Complejo Militar-Industrial en la nueva era imperial que emerge junto a un cambio estructural sin precedentes del modo de funcionamiento económico. Pero hay aún un aspecto más y este se reiere al control del suministro energético a China e India y en general al resto de Asia. Los conlictos en torno a los recursos del Mar Caspio, valorados en 4 mil millones de dólares, los vitales trazados de los oleoductos y gasoductos por una u otra ruta, la cuestión de alentar o no un mayor grado de autoabastecimiento por parte de China en la cuenca del tarim en el taklimakan Shamo y la operación del “Arco islámico” en la región en las últimas décadas, han sido ligados en la literatura no sólo en términos de “guerra por los recursos”, sino también de una despiadada competencia por el futuro abasteciento de esta región dinámica lo que hace al control de su crecimiento y grado de autonomía para convertirse en una verdadera potencia. En tal contexto, las disputas entre Rusia y los Estados Unidos han inducido no pocas veces a apoyarse en los | 147 países o regiones “amenazadas” por el “Arco islámico” (recordemos que el régimen talibán y osama Bin Laden son producto de la intervención estadounidense tras la ocupación soviética de Afganistán), el cual ahora es declarado enemigo de ambos. Por ejemplo la compañía estadounidenese Unocal, habia recibido el permiso del régimen talibán para construir el gasoducto que va de los pozos gasíferos de Dauletabad al este de turkmenistan, hasta Multan en el Panjab Pakistaní, atravesando Afganistán, hasta que los conlictos con dicho régimen a causa de su negativa a extraditar a osama Bin Laden dieron por tierra con el proyecto. China ha insistido en trazar un plan para llevar petróleo y gas desde Kazajistán y turkmenistán hasta el este de China a una distancia de más de 6000 km. y contempla otros macro proyectos. El desarrollo intensivo de la armada china durante la década de los noventa se relaciona con su eventual poder de trabar los suministros por el Estrecho de Malacca que es vital para Japón y que conforman junto a otros territorios el espectro de posibilidades para el abastecimiento de China. Se trata así de conlictos en la región donde se hallan las dos potencias asiáticas cuyos procesos de urbanización y modernización ofrecerán al mundo por las próximas dos décadas la posibilidad de crear ese quantum de producto, que luego inevitablemente declinará y hará mucho más complicada la existencia de todos los seres humanos del planeta. Al menos mientras “la lógica de utilizar el martillo veinticuatro horas al día, aunque no quede por clavar clavo alguno”, no se modiique. Creo que esta metáfora debería servir como punto de partida para una seria relexión. Es el fatal efecto combinado de la adopción de una epistemología natural con una crisis sistémica en la base productiva material. La proximidad del in de un período histórico muy particular. Karl Polyanyi en su obra The Great Transformation, también señaló la particularidad de la fase capitalista como hecho histórico único en la historia. Pero no es el in de la historia como pretende fukuyama, ni el “fin de la Historieta” como sugiere de un modo más cínico Carlos Escudé, ni tan sólo la gran contradicción inal del capitalismo esperada por tantos marxistas. tendrá todos estos ingredientes, pero es algo de una magnitud, a mi juicio, mayor. El in de una era, pero quizás no en los términos soñados, ni necesariamente el in del capitalismo. Sí su degradación. 148 | En un lenguaje más genérico y abstracto ha sido señalado que: “la compresión espacio-temporal del proceso de expansión capitalista requiere que la producción de un espacio específico, fijo e inmóvil se proponga la aniquilación del espacio a través del tiempo, para lo cual hacen falta inversiones de largo plazo con tiempo de rotación lentos (plantas automatizadas, robots, etc.) para acelerar el tiempo de rotación de la masa de capitales. La manera en que el capitalismo enfrenta y sucumbe periódicamente a este nudo de contradicciones constituye una de las historias no narradas de mayor importancia en la geografía histórica del capitalismo. La compresión espacio-temporal es un signo de la intensidad de fuerzas que confluyen en este nudo de contradicciones, y bien puede suceder que las crisis de acumulación así como las crisis de las formas políticas y culturales estén fuertemente conectadas con estas fuerzas” (Harvey, 1990:286). Puedo coincidir plenamente con los conceptos del último párrafo. Expresan de un modo más general lo que yo centro en los procesos concretos de urbanización y la dinámica tecnológica en ellos implicada. Pero me pregunto seriamente si el hecho de que el proceso de urbanización y expansión poblacional estén llegando a su límite –en el primer caso inevitable en tanto en el segundo responde a una tendencia demográica con causales más complejas– no implica también el in del proceso de compresión espacio-temporal. En tal caso el nudo de contradicciones conocerá un nivel hasta ahora desconocido. En los años venideros la expansión de Asia jugará ese papel dentro de la geografía económica. Es una historia que ya comienza a ser narrada con mayúsculas. ¿Pero después qué? He aquí la verdadera cuestión que debería ser abordada y no lo es abiertamente. La lógica imperial supone que basta con el control y el dominio de los recursos y de los supuestos adversarios. Se olvida de su propio “Caballo de troya” introducido desde el comienzo por un enemigo impersonal y no tan difícil de percibir como de aceptar: la propia lógica del funcionamiento del sistema económico y la epistemología que le ha acompañado durante toda la era de la modernización. En la medida en que occidente no pueda reconocer este enemigo y comenzar a pensar en cómo combatirlo, la gama de soluciones que propondrá serán pobres en términos de la realización de “La Gran Idea”. La cali- | 149 dad de la vida a escala global se deteriorará continuamente y no sólo para los pobres. 4. Explorando nuevas hipótesis respecto a operaciones que favorecen al Complejo Militar-Industrial: Los atentados de Londres del 7 de julio de 2005 Al igual que el 11-S 2001 (Nueva York), el 11-M de 2004 (Atocha), el 1, 2, 3-S del 2004 (Beslan), los ataques con bombas del 7-7 del 2005 en Londres no tardaron en ser atribuidos a la red Al Quaeda o a grupos extremistas islámicos que operan vinculados con ella. Dando por sentada la identidad de los terroristas con el Islam, desde el propio Vaticano se sostuvo: “El Choque de Civilizaciones debe cesar”. El día en que estas declaraciones fueron efectuadas, no había aún evidencia alguna acerca de los autores del trágico suceso. Días más tarde, oriana falacci, indignada frente a las posiciones europeas “que con su blandura, su inercia, su ceguera y su servilismo ante el enemigo se está cavando su propia tumba”, (una Europa a la que la que denomina despectivamente Eurabia) escribe una nota de duro tenor: “L´Europa in Guerra Il Nemico Ce L´Ha in Casa” (Corriere della Sera, 16/07/05:6). En ella expresa sin reparo alguno que “aún continúa la farsa de que el Islam es una religión de paz, que el Corán predica la misericordia, el amor y la piedad. Como si Mahoma hubiese venido al mundo con un ramo de olivo en la boca y cruciicado junto a Jesús”. La idea de que los islamitas desean destruir el modo de vida y los valores occidentales no la restringe ciertamente a los grupos radicalizados sino que va mucho más allá. Para ella el Islam es deinitivamente un antiguo y declarado enemigo histórico de occidente. Esta postura, que en circunstancias propicias como la del 117 son publicadas con orgullo a doble página en uno de los más importantes periódicos de Italia, le costaron un proceso en francia en el año 2002 por xenofobia y racismo - religioso, penalidades en Suiza y en Italia. Se siente ahora sin embargo con derecho a ser reivindicada. Los sucesos están de su lado. Diría yo peligrosa- 150 | mente de su lado a pesar de que no es la postura que ha adoptado Scotland Yard respecto a la comunidad musulmana de Londres, ni la de tony Blair, quien sostiene que no se está asistiendo a un “choque de civilizaciones” y airma su intención de trabajar con otras naciones para “promover la otra cara del Islam”12. oriana fallaci da así por sentada la tesis de Huntington, tal como lo hizo apresuradamente el vocero oicial del Vaticano. Se indigna con aquellos que ven los atentados de Atocha y Londres como una lógica respuesta de venganza por las atrocidades cometidas en Afganistan e Iraq. tras acusar al “Nazismo islámico” y situarse junto al pueblo sabio e indefenso que algunos tildan de “populacho de derecha”, denuncia como deshonesta e injusta la viñeta publicada el 11 de julio en el “Times”. En la misma, al lado de un kamikaze con una bomba, se ve un general anglo-norteamericano con otra idéntica en su forma y tamaño. Sobre la bomba una inscripción: “Asesino indiscriminado y directo contra centros urbanos” y sobre la viñeta el título “Encuentre la diferencia”. Por cierto la viñeta admite aún una lectura más sutil y siniestra si cabe la sospecha de que los terroristas operan, sin saberlo, para las fuerzas que creen combatir o, peor aún, siquiera sabían que portaban armas. Aún cuando en estos días han circulado versiones de este tenor13, en realidad supongo es algo que difícilmente pueda ser probado. De serlo, serían escasas las posibilidades de difundirlo con el alcance que generalmente tienen las “versiones oiciales”. El común de las personas nos resistimos a creer en que una monstruosidad tal pueda ser orquestada por el propio Estado de una o de varias superpotencias. Resulta más fácil pensar en que una barbarie tal entraña más que el frío cálculo, una inmensa carga de odio y sed de venganza. Y al igual que sucede con el temor irracional que provoca la posibilidad de un ataque terrorista con armas químicas frente a 12. Cf. La Nación, 16-7-2005 “Los países no pueden evitar ataques cambiando su conducta” y “La Región Internacional”, http//lri.laregion.net/cgi-bin/lri2/veredicion/pagloc.pl’0+95, La tragedia de Londres, 16-07-05 13. Cf. Watson, J.P, “Londres, El Nuevo orden Imperial Contraataca”, Prison Planet, 15-07-05, en http://www.prisonplanet.com/articles/july2005/150705busbombing. htm y también “Cómo el Gobierno organizó el ataque explosivo en 10 pasos fáciles”, en http://www.prisonplanet.com/articles/july2005/130705teneasysteps. htm. | 151 otro tipo de riesgos a los que cotidianamente nos hallamos expuestos con mayor probabilidad de ocurrencia –tal como lo señala la experta en temas de seguridad Jessica Stern (2002/2003:89123)–, pasamos por alto la posibilidad de que el accidente ferroviario que ocurrió en Pakistán el miércoles 13-07-05 pueda haber sido una respuesta de tipo más sutil, más acorde con el estilo de la diplomacia británica, que el misil disparado contra Afganistán por los EE.UU. la misma noche del 11-S. En efecto el triple accidente ferroviario ocurrido cerca de la ciudad de Ghotki, a 400 km. de Karachi, se produjo exactamente un día después de que se hiciera público que las investigaciones del atentado de Londres conducían a la pista de pakistaníes de origen británico. Lo llamativo del caso fue que, tratándose de un accidente que produjo al menos entre 150 y 300 muertos y centenares más de heridos, Pervez Musharfaf descartara de inmediato la posibilidad de un sabotaje. El presidente de Pakistán Railways, dijo a Reuters “que el conductor del Karachi Express violó la señal y el accidente aparentemente ocurrió debido a su error”14. Sin embargo, llama aún más la atención que según Junaid Qureshi, alto responsable de ferrocarriles, “un problema de señal luminosa sería el causante del accidente. La luz verde dada al Queta Express, que entró en la estación para reparar un problema técnico, fue mal interpretada por el maquinista del Karachi Express”15. Ahora bien, según creo entender, una luz verde es una luz verde y difícilmente pueda hablarse de negligencia. El maquinista del Karachi Express bien no podría saber nada acerca de la detención del Queta Express y en todo caso el responsable sería el que opera el sistema de señales. No sugiero necesariamente que el accidente fuese provocado como represalia a los atentados de Londres, una implacable y delicada señal de irmeza del gobierno británico. Pero es casi obvio que tal hipótesis descartada a pocas horas del accidente es, en todo caso, un acto apresurado teniendo en cuenta el contexto de los sucesos y la facilidad de producir intencionalmente un accidente de tales características también en una red de transporte. La rápida atribución de respon- 14. Cf. http://www.20minutos.es./noticias/38377/0/pakistan/muertos/tren 15. Cf. http://www.washingtonhispanic.com./html/internacional, 19-07-05. 152 | sabilidades por negligencia a un maquinista que interpreta una luz verde como vía libre es en todo caso un absurdo, tanto como la airmación de que el maquinista violó la señal, ¿de qué otra forma debía de haberla interpretado? En todo caso la noticia no termina de aclarar nada, pero el argumento oicial es reforzado por los antecedentes de otros graves accidentes ferroviarios ocurridos en Pakistán. Bien, es el tipo de cosas que uno halla con frecuencia en los periódicos. Mandan los titulares y no la letra chica ni la lectura atenta entre líneas. Se bien que tales argumentos no prueban nada y que es habitual hallar en los medios de comunicación errores de redacción, confusiones y múltiples versiones en torno a un mismo suceso. Lo concreto del caso es que se trate de negligencia, sabotaje, accidente inevitable o una simple consecuencia del subdesarrollo, allí murieron cientos de paquistaníes. Muchos más que en el atentado de Londres y de Atocha. Cualquiera fuera la causa aún hoy la prensa trata el atentado de Londres y prácticamente ha ignorado el trágico suceso en Pakistán. Nada claro y público ha surgido, hasta donde yo sepa, de la “investigación a fondo” prometida por Musharraf. Es el tipo de distinta valoración de la vida humana propia de occidente. Si algo similar hubiese ocurrido en Estados Unidos o Europa, la hipótesis de un sabotaje o atentado sería investigada. De ser rechazada la noticia circularía aún por varios días consecutivos explicando con claridad las causas y alcances del accidente. Peor aún fue la muerte de un supuesto sospechoso de terrorismo cuyo aspecto asiático y una indumentaria poco apropiada para el clima londinense condujeron a eliminarlo mediante cinco certeros disparos a la cabeza cuando corría por el metro. Más tarde Scotalnd Yard reconoció su error –se trataba de un inocente electricista brasilero– y atribuyó el hecho a la “psicosis causada por el terrorismo”. Es plausible, pero la señal de confundir un brasilero con un asiático revela bien sea una ignorancia acerca de la tipología étnica de los pueblos demasiado lamentable, o bien, una señal cargada de cinismo en contra de toda minoría étnica. Es como si el metalenguaje expresara, “de ahora en más cuídense todos los no blancos que viven en Europa”, los hemos declarado enemigos potenciales. Claro que como estas cosas no pueden ser | 153 expresadas abiertamente el discurso en pro del multiculturalismo atenúa la postura implícta. Los posteriores ataques del 21-J parecían una farsa total: bombas que no estallan, ningún herido, gente que no puede regresar a sus hogares, un supuesto terrorista corriendo por el piso alto de un autobús vacío, caos urbano, periodistas que no aceden a la información de manera irrestricta, pero nadie puede probarlo. Para quien vive en Londres o cualquier otra ciudad europea seguramente es un asunto muy serio y pocos estarían dispuestos a pensar en conspiraciones a pesar de que existen elementos de sobra aunque sea para despertar tal sospecha. Volviendo a la funcionalidad de los ataques terroristas, su imputación al Islam y los efectos que provoca en pro de fortalecer la centralidad de “la guerra contra el terrorismo” dentro de la Agenda Política Mundial, es necesario remarcar que los expertos en seguridad internacional conocen perfectamente que las medidas como las tomadas en Afganistán o Iraq no hacen sino fortalecer lo que dicen combatir. Perpetuar un escenario de guerra prolongada que justiique elevados presupuestos militares, la restricción de libertades individuales y de prensa. Así retomando el profundo análisis que realiza Jessica Stern, se deduce que: “Irónicamente, el éxito de las operaciones de los Estados Unidos en Afganistán contra el régimen Talibán pudo haber inducido a los grupos remanentes de Al Quaeda a estrechar lazos con otros grupos, incluyendo el Jaish-e-Mohammed en Pakistán y el Jemaah Islamiyah en el sudeste de Asia, creando así una zona de franquicia alrededor del mundo. Como resultado, el liderazgo del movimiento se halla más disperso, y la red por lo tanto más robusta” (Stern, op. cit.:97). ¿Es un resultado buscado o es un resultado no deseado producto de una mala política? Cada quien opinará distinto porque la cuestión es ciertamente compleja y la información en estos casos un recurso tan sobreabundante como escaso. Sin embargo, el análisis efectuado del contexto económico mundial, el conocimiento de “la epistemología natural de occidente”, la tesis de Hungtington, la apresurada visión del Vaticano de que se trata de un “enfrentamiento entre civilizaciones” y la nota de oriana falacci en un momento tan oportuno, hacen que 154 | se refuerce la hipótesis explícita de la “necesidad cada vez mayor de perpetuar la búsqueda de enemigos temibles”. Hasta Rorty considera correcta la respuesta de Estados Unidos a Afganistán por albergar “gangsters”, “play boys” aventureros y millonarios que tienen un plan preciso, aunque rechace la hipótesis de Huntington. Sin embargo, la situación del contexto global bajo las hipótesis que he esbozado es a mi parecer tal, que no deja de repicar en mí la famosa frase de Caifás: “¿No es preferible que perezca un sólo hombre y no un pueblo entero?”. Es decir, ¿no serán preferibles algunos cientos o miles de inocentes muertos occidentales a que la Civilización occidental entera perezca no a causa del Islam, sino debido a que su crisis de sobrecapacidad estructural la está imposibilitando de hallar salidas compatibles con la sustentabilidad de su modo de producción? Por cierto, en estos días, los analistas especializados, señalan su preocupación porque la economía internacional se halla “entrando en una zona de burbujas”. Mientras las ganancias de las empresas siguen en alza, la inversión disminuye, informa The Economist (Cf. Clarín, 17/07/05, “La economía mundial entra en zona de burbujas”, por Isabel Stratta). La burbuja del sobreahorro se halla, según el fMI, muy por encima de sus niveles históricos, y a ella se suma la inmobiliaria, los bajos precios de las materias primas, a excepción del petróleo, que tras las crecientes tensiones con Irán auguran nuevas sombras. Por otra parte la creciente evidencia de las vinculaciones entre desempleo y pobreza comienzan a preocupar seriamente a las autoridades de la Unión Europea, tanto como las elevadas tasas de desempleo y el problema del racismo16. ¿Los ataques de Londres no constituyen una buena razón para ser ejecutivo también en estas áreas tan conlictivas frente a la opinión pública? No obstante, una idea tal, que considere las raíces de la actual problemática mundial, tardará tiempo en llegar a ser legitimada. Las versiones simplistas son mucho más fáciles de difundir y de 16. Cf., Eurostat, Statistics in focus, Population and Social Conditions: In-Wor Poverty, Bruselas, 2005; UE, Acta del 16/05/2001 Conferencia Mundial Contra el Racismo, B5-0340/2001 y Declaración Pública: Europa occidental: Amnistía Internacional y Human Rights Watch condenan ataques contra judíos y árabes. en http://www.amnesty.org | 155 hacer creer. Al mejor estilo de Goebbels, una mentira cuanto más grande más creíble. Repetida hasta el cansancio termina convirtiéndose en verdad. Los ataques suicidas son un hecho en Iraq y desde hace mucho en Palestina. Ciertamente occidente se vio enfrentado al Islam durante siglos y la imputación de los atentados en Europa a grupos islámicos como represalia por las alianzas con los Estados Unidos en las intervenciones de Afganistán e Iraq son fáciles de digerir si se tiene en cuenta que España y Gran Bretaña jugaron un rol esencial no sólo en las intervenciones sino en la construcción de una nueva Europa. En la misma línea argumenta el informe del centro de investigaciones Chatham House, conocido antes como el Instituto Real de Asuntos Internacionales de Gran Bretaña (RIIA), el que señala los vínculos entre los atentados del 7-J y la posición británica respecto a los Estados Unidos y la invasión a Iraq (Cf. La Nación, 19/07/05, “Blair logra apoyo a su plan antiterrorista”). Así, con su inigualable habilidad periodística, oriana fallaci le recuerda a una jovencita que adhiere a la postura de que el 7-J fue consecuencia de la intervención anglo-norteamericana en Iraq (es decir la misma postura que adopta el informe del RIIA), que el 11-S fue anterior a la invasión a Afganistán e Iraq. Y el lector desprevenido no puede menos que aceptar la implacable lógica de su argumento. La cuestión, sin embargo, por todo lo ya expuesto en este libro, es saber cuál fue y es el verdadero origen y motivación del accionar de Al Quaeda, quién se halla detrás de esta organización y el por qué de los ataques del 11-S. Como se ha visto a través de algunas evidencias, las relaciones entre Bin Laden y Bush, la estrecha colaboración de la CIA con aquél en Afganistán, los vínculos entre Arabia Saudita y los EE.UU., la desestimación de las evidencias del fBI acerca de que “alguien estaba tratando de secuestrar un avión para estrellarlo contra el WTC”, hacen de este episodio uno de los más oscuros de la historia. también resulta llamativo que el estado de alerta haya sido rebajado en plena cumbre del G-8 y ante la realización de eventos de alta exposición pública a atentados terroristas como fue el Live8 en el Hyde Park. 156 | No menos sorprendente es la entrada y salida de un miembro de la red Al Quaeda en días previos al atentado en un contexto de alerta máxima entre abril y junio, la detección por parte de los servicios secretos británicos de uno de los atacantes suicidas durante el año 2004 y el conocimiento de sus contactos y viajes a Pakistán. ¿Puede ser tan caótico el tema de la seguridad en el mundo desarrollado tras lo sucedido el 11-S, el 11-M y el 1, 2, 3 -S? Posiblemente sí, si uno se atiene a los nuevos desafíos que implica el terrorismo, tal como lo expresan entre otros, Dame Stella Rimington17. Pero si se adhiere a su punto de vista, la mayor diicultad que dichos servicios enfrentan es que: “el propósito de los servicios de inteligencia es informar a los gobiernos para que ellos puedan formular sus políticas, no ayudarlos a justiicar las políticas que ya han decidido”. Como se ha dicho, en la guerra la primera víctima es la verdad. tal como esos crímenes misteriosos que jamás han sido resueltos, es posible que así suceda con el 11-S y los sucesivos días emblemáticos 11-M; 1, 2, 3-S y ahora 7-J y 21-J. Las primeras descripciones del atentado en Londres airmaban sin lugar a dudas el uso de bombas militares de alto poder accionadas a distancia o por mecanismos de retardo y la inexistencia de atacantes suicidas. todo esto cambió rápidamente y una investigación que iba a llevar muchos meses no tardó en identiicar a los responsables materiales del atentado realizado “con explosivos caseros” cargados en mochilas gracias a los registros de las cámaras de las estaciones de subterráneos. No sé por qué pero resulta extraña la presencia de los cuatro jóvenes juntos. El riesgo de una detención preventiva se hubiese evitado si cada uno de los supuestos suicidas hubiera partido de un lugar distinto. Por otra parte resulta llamativo que en un país señalado como posible blanco de atentados, no se lleve un registro de las personas que compran sustancias que al parecer se pueden adquirir en cualquier farmacia y sirven entre otros propósitos, para fabricar “explosivos caseros”. Al menos eso pienso yo que no soy ni experto en temas de seguridad, ni terrorista. Después de todo: ¿qué puede hacer el lector de noticias ante tal maraña de confusas contradicciones y 17. Cf. Ray, S. Spy´s Eye View, Paciic News Service, en http//www.alternet.org/ story/21303. | 157 frente al bombardeo de imágenes que pretenden no quede duda alguna? Finalmente termina triunfando la sentencia que airma que en política no existe otra verdad que aquella que la gente cree y su misión es hacérsela creer. Pero al margen de todo esto, que a diferencia de lo anteriormente expuesto en este libro es puramente especulativo, los grandes atentados cometidos en occidente presentan una lógica implacable, deductible por los resultados que terminan provocando. Es decir, han reairmado sucesivamente que “la Guerra contra el terrorismo” debe ser considerada la prioridad número uno de los países desarrollados. Europa toda parece ahora unida en torno a un delicado tema que la opinión pública rechazaba tan sólo un día antes. ¿Qué hechos previos se hallaban cuestionando esta prioridad? Sin duda demasiados para que se cumpla la lógica política de que la opinión pública termine creyendo en “la verdad” que desde Washington se le propone. El escándalo en torno a Karl Rove y Bush en relación a la iltración de información de la CIA que airmaba a través de uno de sus agentes que la Administración Bush utilizó documentación falsa relativa al supuesto intento de Saddam Hussein de comprar uranio enriquecido en Níger (Cf. La Nación 16/07/05, “Karl Rove y la cultura de la mentira”, por Mario Diament). La generalizada oposición europea a la guerra en Iraq. El extraño suceso del caso Sgrena y los enfrentamientos derivados del mismo entre los EE.UU. y los servicios secretos italianos cuando las tropas estadounidenses dispararon contra el automóvil que la rescataba de su cautiverio en Iraq. Las fotografías de las vejaciones de prisioneros de guerra. Los cuestionamientos frente a la detención de Judith Miller del New York Times por negarse a proporcionar sus fuentes de información. Las voces que se alzan contra el peligro que ello constituye para la libertad de prensa. La sensación generalizada de que se avanza hacia un sistema de controles ciudadanos que tarde o temprano acabará con las libertades democráticas de todo aquel que no adhiera ciegamente a la “verdad oicial”. La creciente sensación de frustración frente al aumento de ataques suicidas tras la invasión a Iraq. La percepción de que estos ataques se hallan indisolublemente ligados a la ocupación extranjera en territorios con recursos energéticos vitales para occidente. El incondicional apoyo de los EE.UU. 158 | a Israel en la cuestión palestina. La evidencia de que en ciertos círculos de pensamiento de los EE.UU. se va abriendo paso penosamente la idea de buscar caminos políticos para enfrentar al terrorismo y buscar una “estrategia de salida de Iraq” (Cf. Página 12, 17/07/05, “La guerra proterrorista de W. Bush”). Pero si esto no fuese suiciente, la cumbre del G-8 en Escocia pretendía con la reciente ascensión de Blair como Presidente de la Unión Europea, intentar que los Estados Unidos considerara muy seriamente el tema del Calentamiento Global. Una posición europea que une a Blair y Chirac e irrita a los Estados Unidos porque en palabras del propio presidente Bush, “Hablando claro, el protocolo de Kyoto habría destruido nuestra economía” (Cf. La Vanguardia digital, 4/07/05, “Blair intenta que Estados Unidos se tome en serio el calentamiento del planeta”). Es que las consecuencias de tomar medidas en contra del calentamiento global, según se dice, “conduciría a una oposición con uñas y dientes a los sectores industriales que han inanciado la carrera política del presidente norteamericano”. Las emisiones industriales de Co2 por habitante de los Estados Unidos superan en 5 veces la media mundial según los datos del WDI del Banco Mundial, a pesar de que las emisiones especíicas por unidad de producto son idénticas o aún se hallan ligeramente por debajo de dicha media. Según el Protocolo de Kyoto los EE.UU. deben reducir sus emisiones de Co2 en un 7% entre el año 2008 y el 2012, pero entre 1990 y 2002 las han incrementado en un 16.7%. Países como Alemania, Gran Bretaña e Italia han logrado, en cambio, reducciones de entre 21 y 6.5% (International Energy Agency, 2004). Las diferencias entre Europa y los Estados Unidos no se limitan por cierto sólo a este tema ni se restringen precisamente las que señala Rifkin respecto a los “sueños europeo y americano”. Es sabido que la competencia comercial y tecnológica preocupa seriamente a ambos. Como ha sido señalado, Estados Unidos ha hecho todo lo posible para aniquilar el proyecto Galileo, un sistema de satélites desarrollado por la Agencia Europea Aeroespacial que debería entrar en el 2008 y que, a diferencia de los sistemas GPS de los EE.UU. o del GLoNASS de Rusia, se hallaría en manos civiles en vez de militares. Los EE.UU. sostienen que el proyecto Galileo sería una innovación disruptiva que amenazaría seriamente | 159 el dominio irrestricto que hasta ahora tiene sobre el espacio y por lo tanto su seguridad18. también la percepción europea de la guerra es radicalmente diferente a la de los EE.UU. Los costos en vidas humanas mayores en los Estados Unidos fueron de lejos, los de la Segunda Guerra Mundial, muy superiores a los de Vietnam. Pero además durante el siglo XX estas pérdidas de vidas se produjeron sin grandes daños a la infraestructura de su territorio. Se realizaron en tierras ajenas y las últimas guerras no llegan a sumar sino unos pocos miles de víctimas entre sus tropas. En Europa, en cambio, dicho conlicto implicó deportaciones masivas, destrucción de ciudades y alrededor de 34 millones de muertos. Gran Bretaña sólo perdió alrededor de 500 mil personas, pero países como Rusia, Polonia, Yugoeslavia y Alemania dan cuenta del 97% de dicho total. Por otra parte durante la Guerra fría, Europa occidental vivió bajo la sombra de una eventual invasión soviética. Este fue el caso particular de Alemania. Si bien francia perdió sólo alrededor de 600 mil personas su territorio fue ocupado por las tropas nazis. todo esto es historia sabida pero pocas veces recordada en sus magnitudes relativas y las respectivas improntas culturales. todo el mundo conoce los nexos entre la Primera y Segunda Guerra Mundial. Ambas han dejado imborrables recuerdos del horror de la guerra para varias generaciones de europeos. Algo similar sólo ocurrió en el caso de los Estados Unidos con las muertes en Vietnam. Pero esos tiempos pasaron y quizás sólo sean trágicos para los veteranos de guerra, sus familiares y los paciistas remanentes y herederos de aquellos “años dorados”. Ellos por cierto encarnaron una generación de protesta y un movimiento cultural que el evento del Hyde Park iba a traer inevitablemente a la memoria. Por consiguiente el concierto de Rock organizado por Bob Geldorf19, destinado a reducir la pobreza, y condonar la deuda 18. Cf. http://focosi.altervista.org/politics.html, extrído de la web el 15-7-05. 19. Un activista quien fuera en algún momento pasado agresor de tony Blair y sobre quien se airma tiene ahora inluencia. (Cf. “Bob Geldorf Attacked Tony Blair”, 26-10-2004, Femaleirstco.uk y “tony Blair optimistic about G8 impact & Bob Geldorf predicts Live8 to be ‘the greatest concert ever’ ”, free Screensaver, http://top40-charts.com/news 160 | de los países más pobres, implicaba un giro emblemático de importancia. Quizás no tanto en el terreno de las disputas ideológicas entre las posiciones oiciales europea y americana respecto a la guerra en Iraq o al real alcance que los países desarrollados asignan al tema de la pobreza en África (aunque también ello puede no ser un tema menor). Sí, en cambio, en lo que hace a la cuestión del liderazgo político mundial y las posiciones frente a una opinión pública cada vez más adversa a un mundo unipolar liderado por los Estados Unidos, con las consecuencias que ello acarrea para la paz mundial. A mi parecer, los cientos de miles de personas congregadas en el Hyde Park representaban no sólo la cara crítica de una sustantiva parte de la opinión pública del viejo continente en relación a la política de los países desarrollados respecto al medio ambiente y a la pobreza extrema, sino también respecto a la política oicial de Blair en Iraq y su incondicional alianza con los Estados Unidos en este tema. Por otra parte, debe ser recordado en tal contexto, que cualesquiera hayan sido los autores y móviles del atentado del 11-M en Atocha –que Aznar imputó a la ETA y aún no ha quedado aclarado totalmente20– lo cierto es que el voto socialista a favor de Zapatero expresaba el sentir de que dicho atentado constituyó una represalia por la intervención de España en Iraq. Los pedidos de desclasiicación de los informes acerca de la invesigación de estos sucesos han sido hasta ahora rechazados sobre la base de los códigos de seguridad propios de los servicios secretos. Ciertamente las hipótesis pueden ser muchas y la conspirativa una más de ellas. La verdad en estos casos puede no emerger nunca ante la opinión pública. Por eso Blair, según me parece, se apuró a desvincular lo ocurrido en Londres el 7-J con la intervención de Gran Bretaña en Iraq (Cf. La Nación, 17/07/05, “Blair desvinculó los atentados con Irak”). Si bien ratiicó la necesidad de luchar contra el terrorismo, lo hizo desde la perspectiva de atacar sus causas, la pobreza, la injusticia, el sentimiento de aislamiento cultural de los pueblos 20. Cf. “Los cuatro días que cambiaron a España” (telemedrid) 14-03-05, presentado por José Antonio ovies. | 161 islámicos. Más tarde, no obstante, con las medidas antiterroristas centradas en el control de los líderes religiosos que predican una “ideología del mal”. Pero en la práctica, la extensión de las redes de vigilancia urbana en Europa implicará no sólo una gran inversión en productos tecnológicos soisticados, sino también la legitimización del control ciudadano. Recordemosló una vez más, la legitimidad es el “elixir” del poder político. A pesar de que uno pueda dudar de la sinceridad de su “nueva cara”, más consistente con la “Tercera vía”, ciertamente ella releja la necesidad de una respuesta –aunque más no sea retórica– a la generalizada oposición de la población británica y europea a la presencia de tropas en aquel país. Por otra parte la “tercera vía” que aparece como una renovación desde la izquierda, es el nombre que también ha adoptado una postura neofascista ligada a la logia P2. Puede que vincular ambos nombres no responda más que a una simple identidad semántica, pero puede que no. En todo caso, el común denominador de los casos Sgrena, 11-M y las denuncias de pruebas falsas en torno a la posesión de armas de destrucción masiva en Iraq, ha sido el reclamo del retiro de las tropas europeas de aquel país. El propio presidente de Italia se vio en serios aprietos tras la muerte heroica del agente secreto que salvó la vida de la periodista Sgrena. tras declarar que retiraría las tropas italianas de Iraq, a los pocos días tuvo que relativizar su airmación. Washington logró ponerlo nuevamente en su lugar. Reairmar una vez más que el 7-J y 21-J fueron funcionales, tal como lo fueron claramente el 11-S y el 1, 2, 3-S, no parece ser una hipótesis descabellada, ni una visión que surja de una postura ideológica radical “antisistema”. Simplemente es un intento de prevenir a occidente de que los mayores peligros que se avecinan para sus democracias no provienen del Islam. Los resultados después de todo han sido elocuentes. La victoria inal fue, dentro del G-8, para Bush, y también en cierto modo para Blair. Su popularidad, que se hallaba disminuyendo, aumentó, tal como en noviembre de 2004 Bush fue reelecto. Nada sustantivo cambió respecto al tema del calentamiento global ni respecto a la insigniicante proporción del PBI destinada a los países pobres. En cambio en la práctica ratiicó la prioridad de “la guerra contra el terrorismo” y ahora con un contundente apoyo europeo convencido de que la amenaza no es un fantasma sino 162 | una realidad palpable por cualquier ciudadano. Las restricciones al accionar de la prensa durante la investigación del atentado ratiicaron públicamente que esta nueva modalidad es legítima y de ahora en más ella será la norma. Simultáneamente se ha generado, a mi parecer, una razón “políticamente creíble”, en una “Europa amenazada desde adentro” por la inmigración masiva, para resolver los otros preocupantes problemas ya mencionados respecto a la seguridad social, sus costos, la diicultad creciente de afrontarlos en una economía hipercompetitiva y también respecto al temor a la pérdida de identidad cultural. Es que las razones “justiicadas” para la deportación de los numerosos inmigrantes no hallarán ya, posiblemente, la tenaz resistencia de los grupos defensores de los derechos humanos. Si éstos persisten en tal actitud, es más probable ahora que antes del 7-J que puedan ser aislados del pensamiento del común de la gente. La preocupación por la propia identidad europea no es ciertamente un tema menor para algunos sectores de opinión y para las fuerzas políticas que los alimentan. Hablando de ello, teniendo en cuenta las opiniones vertidas por oriana falacci y haciendo un poco de memoria histórica, conviene recordar la época por la cual Il Corriere della Sera, del grupo Rizzoli por aquel entonces, fue tristemente célebre por hallarse entre la nómina de la logia P2, tres importantes personas en ella: su director franco Di Bella; el editor Angelo Rizzoli y el director general Bruno tassan Din (Cf. Corriere della Sera, 29/05/03, “Storia di un grande quotidiano”). Nada prueba, claro está, que la periodista italiana que escribía y aún lo hace en ese periódico tuviese vinculación alguna por este simple hecho con dicha logia. Pero el proyecto de endurecer la política mediante atentados terroristas en Europa formó parte del accionar del P2 cuando se produjo el mayor atentado registrado en la historia reciente en el corazón de Europa volando la estación de trenes de Bologna. Las vinculaciones entre la logia masónica Propaganda Due para dirigir la guerra política contra el comunismo en Italia fue también el central del dispositivo secreto del Pentágono. En 1993, cinco ex presidentes de gobierno, un montón de ministros y más de 3.000 políticos y empresarios fueron acusados, procesados o | 163 condenados por corrupción y asociación con la maia. Toda la cúpula de las fuerzas armadas y de los servicios secretos italianos estuvo asociada a la logia P2. Según el periodista alemán Jürgen Roth, desde 1983 Bettino Craxi, ex presidente italiano socialista, también fue corrompido con millones de dólares de la P2. De acuerdo con los planes de la P2, en sus cuatro años en el cargo aseguró mediante decretos de Gobierno, entre otras cosas, el imperio mediático del miembro de la P2, Silvio Berlusconi 21. Las vinculaciones con la CIA son también señaladas en ese informe. Si bien la fuente puede no ser imparcial (se trata del Partido Comunista Español que recuerda los nexos entre Gelli y su iniciación como “camisa negra”, la P2, El Vaticano y la CIA), los detalles abundan cuando se navega un poco más por internet. Por ejemplo que la secta francmasónica P2, tiene sede en Londres y algunos de sus miembros han sido reclutados por el MI6, los servicios secretos británicos22. En todo caso demasiadas muertes y atentados planiicados fríamente han estado relacionados con esta logia y con el accionar de los servicios secretos en distintas partes del mundo. El poder mediático en manos de tal clase de intereses tampoco puede ser considerado ingenuamente como “imparcial”. Con estos antecedentes, el énfasis en el peligro del “Nazismo Islámico”, “El Choque de Civilizaciones”, la creación de pánico a bajo costo, la intencional “creación de enemigos temibles”, pueden ser piezas claves del Complejo Militar-Industrial y la necesidad de su supervivencia en relación a la misma supervivencia económica de occidente en el nuevo orden mundial signado por una severa crisis estructural. Esta es al menos una hipótesis que no puede ser descartada de plano por temor a la fragilidad teórica de los “enfoques conspirativos de la historia”23. Recordando este cuadro de situación, la posición de oriana fallaci, puede por lo tanto ganar terreno. El multiculturalismo, en cambio, perderlo. 21. Cf., http://www.antorcha.org, PCE de España (reconstituido) 22. Cf, http://www.wlym.com/~spanish 23. La reivindicación de la francmasoneria en los mismos orígenes de la Independencia de los Estados Unidos se halla insinuada, por ejemplo, en el ilm de Jon turteltaub, La Leyenda del Tesoro Perdido. 164 | Las posiciones más duras se van consolidando tal como el cuestionado sistema del e-voting que para algunos permitirá en el futuro organizar técnicamente el fraude electoral. Para quitar todo tono de subjetividad a estas airmaciones, permítaseme transcribir las declaraciones de frank J. Gaffney, presidente del Consejo de Seguridad de Washington y ex sub secretario del Pentágono durante el gobierno de Reagan: “Hay que enterrar las nociones de que el mundo libre puede desligarse de esta guerra [antiterrorista] o de cualquiera de sus frentes, incluyendo Iraq” (National Review online, 8-07-05). El mismo consideró una “distracción” el hecho de que la cumbre del G-8 en Escocia haya puesto el énfasis en temas como la ayuda a África, la reducción de la deuda del tercer Mundo y el calentamiento del planeta. En vez de ello –señaló– el énfasis debía haber sido puesto en el “islamofascismo” (Cf. Página 12, 17/07/5:32). oriana fallaci, en la misma línea de considerar al Islam como fascismo, expresa aún cosas más polémicas: “El Corán es incompatible con la Libertad, con la Democracia y los Derechos Humanos”, Alá es para ella un Dios tirano. Se enfada con la indulgencia de la Iglesia Católica por resguardar el diálogo entre las tres mayores religiones –la católica, la hebrea y la islámica– que provienen de un cuerpo común y hasta llega a cuestionar la igura de Abraham “capaz de inmolar a su único hijo por obediencia ciega a Dios”. Imagino que tal interpretación intenta maliciosamente mostrar la odiosa cara del fundamentalismo religioso. Habla, en cambio, con grandilocuencia a pesar de declarse atea, del Dios de la Misericordia (aunque la restringe para con el supuesto enemigo islámico). Demuestra así conocer poco de teología: Jesús invita al perdón y a poner la otra mejilla y la igura de Abraham preanuncia la actitud de Dios Padre que en la tradición cristiana entrega a su único hijo. Confundir los fundamentos teológicos y morales de las religiones con fundamentalismo es ciertamente peligroso. también parece olvidar que en el Catecismo de la Iglesia Católica –no idéntico a los Evangelios– se considera la posibilidad de “guerras justas”. De ellas la historia de occidente está plagada. Ciertamente, reconocer la legitimidad de “una guerra justa” desde una postura cristiana no sería mi postura porque creo que inevitablemente la guerra es un horror y su primera víctima no es sólo la verdad, sino la vida en toda su ininita gama de diversidad | 165 y armonía, la justicia y el amor. En síntesis creo que toda guerra es injusta, aunque aún no podamos evitarla y podamos debatir hasta el cansancio el alcance de su legitimidad en determinadas circunstancias desde un punto de vista pragmático. Pero es evidente que las posturas “eurocéntricas” y “anglosajonacéntricas” no otorgan el mismo valor a cualquier vida humana. Eso ya se ha dicho y es sabido. occidente ha adoptado desde hace mucho el doble estándar moral como norma porque considera que su epistemología natural es superior a cualquier otra y que esta superioridad le da la luz verde para ser un arrasador cultural. Quizás estén pasando aquellos saludables años en que la cultura europea solía hacer un mea culpa por sus antiguos pecados capitales: el colonialismo, la destrucción entera de civilizaciones y por qué no, el mismo holocausto. En Iraq las víctimas de la actual guerra son en su mayor parte los propios iraquíes. Se dice que el número de víctimas civiles supera las 25000 personas desde la intervención de la “coalición” (Cf. Diario Río Negro, 20/07/05). Según el politicólogo de la Universidad de Chicago, Richard Pape, de los 462 atentados suicidas perpetrados en el mundo entre 1980 y comienzos del 2004 un 95% fueron realizados con el objetivo central de expulsar a las tropas extranjeras que ocupan países o regiones de interés para occidente. En occidente, defenderse de una invasión extranjera sería considerado como una “guerra justa”. De otro modo deberíamos de haber condenado la resistencia italiana, francesa, polaca, y de tantos otros pueblos durante la ocupación alemana como terrorista y esos es justamente lo que hicieron los nazis. Pero en vez de ello, se habla de “islamofascismo” como la principal amenaza de occidente, y pretende desvincularse esta cuestión del complejo papel que desempeña el CMI dentro de la economía. El propio Pape, expresa en consecuencia que: “en vista de que el terrorismo suicida es sobre todo una respuesta a la ocupación extranjera y no un producto del fundamentalismo islámico, el empleo de grandes fuerzas militares para transformar esas sociedades sólo incrementará el número de terroristas suicidas que llegarán hasta nosotros” (The American Conservative, edición del 18-07-05) (Cf. Página 12, 17/07/05:32). 166 | Considerando la misma nota periodística surge claro que los musulmanes no odian las libertades de occidente, sino sus políticas. Ciertamente de haber odiado los valores occidentales –como sostiene Fallaci– el Live8 en el Hyde Park hubiese sido un blanco perfecto: ¿Qué otro evento estético podría representar mejor la modernidad occidental y hasta la tan supuestamente odiada “liberación femenina” que la igura de Madonna? Pero una cosa así hubiese empañado la imagen de Blair, cosa que no hicieron los extraños atentados del 7-J, donde la coordinación de la asistencia a los heridos mostró la excelente capacidad de organización de los británicos y “los daños colaterales” fueron “acotados”. Por lo tanto uno podría no sólo cuestionar seriamente las expresiones de oriana fallaci respecto al Islam y el odio de los islamitas a la cultura occidental, sino también volver a interrogarse acerca del derecho de occidente a prohibir las costumbres que se consideran premodernas. Esa es a mi juicio la cuestión. No hay un sólo fundamentalismo. La epistemología natural de occidente puede, en algunos casos, también serlo y su alcance mortal es sin duda mucho mayor habida cuenta de la brecha tecnológica y los presupuestos militares que unos y otros manejan. Sea como fuese, el hecho concreto es que el 7-J ha creado un nuevo escenario para Europa, tal como el 11-S lo creó para el mundo. En tal sentido ha reforzado posiciones políticas turbias, vulnerables frente a las costumbres democráticas preexistentes. No obstante de poco sirven los argumentos racionales frente al poder de convicción de los medios de comunicación y su capacidad de manipular a nuestros ciudadanos. Como dijimos esas posiciones parecen ser una consecuencia de la evolución del sistema mundial en el siglo XXI, que alimentado aún de las promesas del siglo XX es incapaz de cumplirlas por razones que considero son estructurales. Una crisis civilizatoria con pocos precedentes no sólo en la historia de occidente, sino de la humanidad. | 167 5 Las razones de la cuestión geopolítica actual: Las perspectivas de urbanización futuras, el control por los recursos y el 11-S como inaguración del tercer milenio 1. Las proyecciones del futuro incremento de la población urbana: características y consecuencias previsibles S egún las proyecciones de las Naciones Unidas, en un horizonte próximo al año 2015 se estima que China e India darán cuenta de alrededor del 37% del incremento de la población que habitará en las grandes ciudades. Los países de la oCDE en cambio lo harán en tan sólo un 7%. otros cuatro países asiáticos, Indonesia, Bangladesh, Pakistán y tailandia representarán un 12%, mientras que otros 94 países darán cuenta del 44% restante (igura 16). | 169 fIGURA 16 - Incremento proyectado de la población en ciudades de más de 750 mil habitantes. 250000 50% • 44% 200000 45% 40% 30% 150000 25% 100000 • 21% • 16% 50000 20% • 12% 15% • 7% En % del total 35% 10% 5% 0 0% China India Pakistán, Bangladesh, Indonesia y tahilandia oCDE Restantes 94 países fuente: Elaborado con datos de Naciones Unidas, World Urbanization Prospects, the 2001 Revision, Neuva York, 2002. Estos resultados no se alteran mayormente si se consideran las proyecciones respecto al incremento de la población urbana total. En tal caso China dará cuenta del 20% de tal incremento. Pero a su vez el incremento esperado en la población urbana total representará el 90% de un total de alrededor de 1200 millones de nuevos habitantes a escala global. Cuando observamos la dinámica poblacional a escala global prevista para los próximos 25 años en comparación con la registrada históricamente durante los “años dorados” hallamos otros dos fenómenos que merecen ser destacados: a) mientras que entre 1950 y 1975 el crecimiento de la población urbana total representó sólo el 51% del crecimiento total de la población mundial, las previsiones para el período 2000-2025 arrojan que el incremento de la población urbana representará el 97% del incremento total; b) la distribución de dicho incremento por continentes se desplaza claramente hacia Asia y África y secundariamente hacia América Latina y el Caribe (iguras 17a y b, 18 y 19). Esto signiica nuevamente lo mismo, el proceso de urbanización se irá acercando a su límite natural y los mercados dinámicos 170 | se hallarán principalmente en Asia o en regiones con condiciones culturales más adversas al desarrollo. Por una parte este proceso dinamizará el crecimiento económico, pero por otra agravará la sobrecapacidad estructural especialmente en el sector relacionado con la construcción de infraestructura. Al mismo tiempo implicará una presión adicional sobre los recursos, en especial los energéticos. La igura 17a muestra la declinación progresiva del incremento de población en ciudades grandes hacia el año 2015 lo que tendrá consecuencias claras sobre la posibilidad expansiva de la economía sobre la base de su lógica actual. fIGURA 17a - Evolución del proceso de urbanización a escala mundial por continentes: % de la población urbana respecto al total 1950-2030. 100.0 90.0 80.0 70.0 60.0 50.0 40.0 30.0 20.0 10.0 América del norte oceanía Europa Latinoamérica 2030 2025 2020 2015 2010 2005 2000 1995 1990 1980 1985 1975 1970 1965 1960 1955 1950 0.0 total mundial Asia África fuente: Elaborado con datos de Naciones Unidas, World Urbanization Prospects, the 2001 Revision, Nueva York, 2002. | 171 fIGURA 17b - Evolución del proceso de urbanización a escala mundial por grandes paises: incrementos de población por quinquenio en ciudades de más de 750 mil habitantes 1950-2015. 120000 100000 80000 60000 40000 20000 0 total mundial EE. UU. Japón China India URSS 2015 2010 2005 2000 1995 1990 1985 1980 1975 1970 1965 1960 1955 -20000 fuente: Elaborado con datos de Naciones Unidas, World Urbanization Prospects, the 2001 Revision, Nueva York, 2002 172 | fIGURA 18 - Participación en el incremento total de la población urbana por continentes: comparación de los períodos 1950-1975 y 2000-2025. 70% 60% 50% 40% 30% 20% 10% 0% 1950-1975 Asia África Europa 2000-2025 Latinoamérica América del Norte oceanía fuente: Naciones Unidas, World Urbanization Prospects, the 2001 Revision, Nueva York, 2002. fIGURA 19 - Incremento de la población mundial total y urbana 1950-2025. 2000000 97% en miles de personas 79% 70% 1400000 60% 51% 1000000 50% 800000 40% 600000 30% 400000 20% 200000 10% % sobre el total de incremento de la población mundial 80% 1600000 1200000 100% 90% 1800000 0% 0 1950-1975 Incremento Población Urbana 1975-2000 2000-2025 Lineal (incremento Población Urbana) Lineal (incremento Población total) Incremento Población total % del incremento atribuible a la población urbana fuente: Naciones Unidas, World Urbanization Prospects, the 2001 Revision, Nueva York, 2002. | 173 Esta prospectiva tiene así fuertes implicancias desde todo punto de vista, pero en especial en lo atinente a la demanda de petróleo y gas. Esto es así debido a que si bien todos los usos de energía se incrementarán, muchos de ellos podrían ser abastecidos por una diversidad de fuentes alternativas, con excepción del automóvil. Se estima que el sector de transporte seguirá dependiendo de los derivados de petróleo al menos hasta un horizonte temporal próximo al período 2015-2020. 2. La disputa por los recursos energéticos y el papel estratégico multiobjetivo de la “guerra contra el terrorismo” La urbanización a gran escala es impensable sin un crecimiento considerable del parque automotor. De hecho, así como las correlaciones entre urbanización e incremento del producto son robustas, también lo son las que vinculan el crecimiento del parque automotor con el ingreso por habitante. Sólo en el caso de China se estima que el incremento del parque de vehículos será hacia el año 2020, similar al esperado en los Estados Unidos (véase la ya presentada igura 11). China e India no producen la cantidad de petróleo que consumen y muy difícilmente puedan hacerlo al menos sobre la base de las reservas hoy conocidas y con posibilidades concretas de ser puestas en el mercado. Al igual que muchos países europeos, dependen y dependerán cada vez más de las importaciones de crudo para abastecer sus mercados. también los Estados Unidos son altamente dependientes de las importaciones, pero su control militar sobre Medio oriente y en especial sobre Arabia Saudita le otorga un papel privilegiado. Por otra parte dos de las mayores petroleras son estadounidenses y otras dos se hallan en la órbita del Reino Unido. Siendo las Majors en la actualidad tan sólo cinco, cuatro pertenecen a las potencias con mayor producción de equipo bélico. Las asimetrías entre consumidores de petróleo y productores son de una magnitud similar a la que presentará en el futuro el proceso de urbanización entre países desarrollados y no desarrollados, y se irán profundizando (igura 20). 174 | fIGURA 20 - Las asimetrías del mercado petrolero mundial entre productores y consumidores. % de reservas, producción y consumo 56.7 90% 80% 50 85.3% 70% 60% 40 61.6% 58.4% 50% 30 40% 20.5 30% 20% 9.9 10 10% 0% 20 26.6% 5.6% 24.4% Economías industrializadas 11.8% 9.1% 17.2% CEI y China 0 Economías no industrializadas Reservas comprobadas 5.6% 9.1% 85.3% Producción 24.4% 17.2% 58.4% Reservas/ Prod. (años) 9.9 20.5 56.7 61.6% 11.8% 26.6% Producción Reservas/ Producción (años) Consumo Reservas comprobadas Duración media de las reservas en años 60 100% Consumo fuente: elaboración propia con datos de oPEP. El papel de la oPEP, que había disminuido su poder relativo tras la inalización de la guerra entre Irak e Irán y por la producción del petróleo del Mar del Norte, ha vuelto sobre el tapete tras el aumento de la demanda de crudo proveniente del crecimiento de China e India, los conlictos en Medio Oriente y el reemplazo de la producción suplementaria del crudo del Mar del Norte por el del Mar Caspio. La importancia de la oPEP se puede deducir del hecho de que posee alrededor del 80% de las reservas y aporta cerca del 40% de la oferta con tan sólo el 4% de los pozos, que además se realiza en su mayor parte con pozos surgentes (igura 21). | 175 fIGURA 21 - Participación de los países de la oPEP en la producción mundial y en el número total de pozos según tipo de extracción. % del total de pozos en producción en el mundo y % de la producción mundial 100% 90% 80% 70% 60% 50% 42% 41% 41% 40% 38% 40% 30% 20% 10% 0% total 4% 4% 4% 1999 “flowing” 2000 4% 2001 “Artiicial lift” 4% 2002 2003 Participación en la producción mundial fuente: elaboración propia con datos de oPEP. Pero además al interior de la oPEP, Arabia Saudita desempeña, como se ha dicho, un papel privilegiado tanto por su posición dominante en cuanto a reservas, como porque debido a la productividad de sus pozos es el país que puede ofrecer una rápida respuesta ante una escasez de oferta. 176 | fIGURA 22 - Productividad media por pozo en Arabia Saudita en comparación con la media de la oPEP y del mundo. Productividad media por pozo (en bl/día/pozo) 6000 5000 4000 3000 2000 1000 0 1999 oPEP 2000 2001 total mundial 2002 2003 Arabia Saudita fuente: elaboración propia con datos de oPEP. Nótese en la igura 22 que la productividad media de los yacimientos de Arabia Saudita mantiene una relación de más de 5 a 1 respecto a la productividad promedio de los pozos de los países miembros de la oPEP, pero es más de 40 veces la correspondiente a la media mundial. En el año 2003 las reservas de dicho país representaban el 23% del total mundial y aportaba el 13% de la producción con sólo el 0.2% del total de los pozos perforados en explotación en el mundo. ¿Qué signiica todo esto?, que los mercados dinámicos estarán fuera de la órbita de los países centrales, tal como las reservas de petróleo lo están de los países consumidores actualmente y lo estarán más aún en el futuro. Pero además la proximidad geográica de China e India con Oriente Medio crea una razón adicional de temor. El desarrollo de China entre 1990 y 1996 implicó un crecimiento superior al 90%. Esto se ha traducido en una demanda colosal de automóviles, aparatos domésticos y otros productos de consumo e infratructuras vitales. En 1985 menos de uno de cada cinco hogares urbanos poseía un televisor a color, en 1998 | 177 había más de uno por hogar urbano en promedio. En el mismo lapso el número de heladeras pasó del 7% de los hogares a 73%. El número de vuelos comerciales ha crecido a ritmo vertiginoso. Las previsiones de consumo de petróleo para el año 2020 señalan un incremento del 150%, pero el de gas natural en más de 1100%. Sólo a nivel global la participación de China en el consumo energético mundial pasará del 9 al 16% en un contexto de incremento total mundial de la demanda de energía del orden del 60% según los datos de la DoE. Pero estos incrementos serán previsiblemente mayores en términos proporcionales en materia de hidrocarburos líquidos y gaseosos (Klare, 2003:35-36, 61-176). Las iguras 23 y 24 nos señala las diferencias entre el consumo eléctrico por habitante en las diversas regiones y también, de modo indireco, las de hidrocarburos. Nótese que obviamente las regiones más urbanizadas, y entre ellas las que ejercen el dominio tecnológico y han alcanzado los mayores niveles de ingreso per cápita, presentan hoy diferencias que es previsible se achiquen notablemente a medida que la urbanización progrese en Asia, África y América Latina y estas regiones continuen sustituyendo fuentes energéticas menos eicientes por las más modernas parte de las cuales, por razones tecnológicas y económicas, continuarán dependiendo del petróleo y del gas. 178 | fIGURA 23 - Diferencias en el consumo de electricidad por habitante a nivel mundial año 2000. Consumo de electricidad Per cápita, kWh, 2001 No Data 0-25 26-50 51-75 76-100 101-250 251-500 501-1000 1001-2500 2501-5000 5001-30000 | 179 fuente: Modi, V., Energy sevices for the poor, Universidad de Columbia, diciembre de 2004. 180 | fIGURA 24 - Uso de fuentes tradicionales de bajo rendimiento por regiones. Combustible tradicional (en %) No Data 61-70 0-25 26-50 51-60 71-80 81-90 91-100 fuente: Modi, V., Energy sevices for the poor, Universidad de Columbia, diciembre de 2004. Pero como se ha dicho ya, más importante aún es que China e India por un lado y Arabia Saudita por el otro, junto a los corredores energéticos del Mar Caspio son los focos actuales de la geopolítica. Esto no es nuevo, pero adquiere dimensiones impresionantes en esta etapa de la historia. Buena parte de la literatura citada sobre el control de los recursos ha señalado que las zonas de conlicto potencial serán además de Oriente Próximo (en conlicto permanente desde la posguerra), la zona del Mar Caspio, China, Corea y Japón; India y Pakistán (igura 25). occidente, lo sabemos, no puede subsistir durante los próximos veinte años o más sin el petróleo árabe. Esto tampoco es nuevo. Pero si lo es el hecho de que no podrá crecer y estabilizar sus niveles de producción sin la incorporación de estos nuevos mercados gigantes que son China, India y sus áreas de inluencia en Asia. Sin embargo el desarrollo autónomo de dichos mercados, amenazaría el predominio económico y político de occidente. Esta es la gran contradicción que conduce de un modo casi natural a ejercer el rol imperial de los Estados Unidos, seguida en cierto modo por Europa y Japón, aunque no sin contradicciones. Es a mi parecer lo que verdaderamente está detrás de la idea de Huntington y de toda la preparación de la “Guerra preventiva contra el terrorismo”. Lejos de toda subjetividad, Michael A. Weinstein24, al analizar el informe “2020 Project” formulado por el Consejo Nacional de Inteligencia de los Estados Unidos con el propósito de identiicar tendencias de largo plazo, señala que la mayor amenaza no es el “terrorismo” sino la “Globalización” y la emergencia de potencias como China e India principalmente, e Indonesia y Brasil en forma secundaria durante el siglo XXI. En tal contexto la pérdida progresiva de poder de los Estados Unidos es visualizada preventivamente. Se airma en dicho análisis que, si bien el informe no se caracteriza por una rigurosidad extrema, está destinado a inluir sobre los decisores políticos de alto nivel con una clara orientación de una visión unipolar, donde los Estados Unidos están llamados a ser el “árbitro de la globalización” a través de su potencia militar: “el primer imperio global”. Sin embargo Weinstein parece crítico de esta postura y sugiere que la 24. Cf., Warning to Washington: ‘Project 2020’, Drafted By: Dr. Michael A. Weinstein, http://www.pinr.com. | 181 construcción de fuertes alianzas sería un mejor camino. De todas maneras, sea de un modo militar o diplomático, emerge, al igual que en la visión de Soros, la naturaleza del necesario predominio americano en un contexto donde las amenazas son las que señalo en mi análisis: mercados crecientemente importantes y recursos estratégicos ambos vitales para occidente y situados en territorios lejanos. De hecho, repito, las nuevas potencias se hallan geográicamente más próximas a las fuentes energéticas que abastecen a occidente, que este último. En tal contexto la hegemonía militar de los EE.UU. presenta también entonces una razón de ser independiente de su efecto multiplicador sobre su economía interna. A la estrategia por el control de los recursos a nivel mundial, lo que excede por cierto a los recursos energéticos, se suma el control indirecto de sus futuros y antiguos competidores como Europa y Japón. Si analizamos el mapa de los corredores energéticos que abastecerán a China veremos que ellos se hallan en el centro de los países que han sido invadidos por los EE.UU. bajo el concepto de “guerra contra el terrorismo”. Bajo estas consideraciones ¿a quién favorece el supuesto nexo entre Bin Laden, Al Quaeda y el fundamentalismo religioso que dicen representar? ¿Cuál puede ser la plausibilidad de que el los fundamentalismos islámicos posean un plan para apoderarse del mundo o destruir a occidente? Por último, aunque tales planes existieran y respondieran a un fanatismo religioso, ¿qué chances podría otorgarles la historia de salir vencedores? 182 | fIGURA 25 - Las nuevas rutas del petróleo oleoductos de la región del Caspio fuente: Global Energy Studies. Salvo que todo fuese una gran casualidad, posible en el azaroso mundo de Monod, el suceso del 11-S presenta todas las características necesarias que constituyó sin duda la excusa perfecta que los Estados Unidos necesitaba para lograr una cantidad de objetivos que exceden con mucho la simple geopolítica del petróleo, aunque de ningún modo la excluye. Sería el resultado lógico de un modelo “optimizador de resultados” que opere bajo criterios multibjetivo. Un producto esperable de la epistemología natural de occidente. Sin embargo, la última victoria de Bush, inluenciada sin duda por la estrategia de una previa siembra de temor a través de la aparición en televisión de osama Bin Laden con vida y amenzante sólo cuatro días antes de las elecciones, hacen sustentable la hipótesis de que pueda tratarse de una gran farsa funcional. En última instancia, armas modernas como las denominadas por Adams como “guerra CNN”, entre otras tantas más letales. Sucede además que Bin Laden es una igura perfectamente creíble en ambos bandos. Presentado como un Robin Hood de | 183 familia rica y poderosa, que aparece dejándolo todo por la causa islámica, viene a llenar el vacío de líderes carismáticos que padece medio oriente desde la desaparición de Nasser, la caída del pedestal de Gaddai y los vaivenes que tuvo el recientemente desaparecido Arafat. A ello se agregaría su elocuencia y misticismo. La elegancia verbal clásica –nos dice Bernard Lewis (Krauze, 2003:346)– es una virtud muy apreciada en el mundo árabe desde tiempos ancestrales. Pero lo que no nos dice Lewis es que Robin Hood y los individuos indomables, imbatibles, constituyen una parte aún mucho más importante del imaginario popular estadounidense. La imágen de Bin Laden semeja la de un verdadero cowboy árabe, con su bandolera y metralleta colgando. Puede ser Pancho Villa, Billy the Kid, James Bond o e el Zorro. toda una generación ha sido educada bajo este tipo de iguras simbólicas. La televisión nos ha acostumbrado a que sean capaces de realizar grandes hazañas, huir con vida milagrosamente de una lluvia de balas y de la justicia, siendo a su modo a su vez justicieros. Su peligrosidad, se nos hace creer, proviene justamente de su capacidad de liderar una causa que otros pueden considerar justa. Frente a este tipo de villanos “la igura del Sheriff rudo” (Reagan o Bush) complementa el imaginario infantil. Y toda “causa” –vale recordarlo– es, a su modo, fundamentalista para occidente. La excepción sería la utopía de un Estado pequeño que permita a cada individuo gozar del máximo de libertades para realizar sus aspiraciones personales sin menoscabar la libertad ajena. De Adam Smith a Robert Nozick y Richard Rorty, pasando por Wilfredo Pareto, la tradición liberal sostiene y trata de demostrar lógicamente la veracidad de tal ilosofía sin pretender ser a su vez una causa fundamentalista. El occidente secular conoce un sólo pecado mortal y éste es que a alguien se le ocurra cuestionar los sagrados procesos de modernización. Pero lo cierto es que los países árabes han sido casi todos ocupados por potencias occidentales a lo largo de los dos últimos siglos. Las libertades de sus ciudadanos si han sido menoscabadas. Arabia Saudita ha sido un país aliado de los Estados Unidos al menos desde 1933 y lo ha sido claramente durante la guerra del Golfo de 1990-1991. Puede ser que en su interior se agiten también sentimientos antinorteamericanos, ¿en qué parte del mundo no? Pero en tal sentido Bin Laden es altamente funcional. En el concepto de guerra preventiva contra el terrorismo él reclutará la 184 | masa necesaria de voluntarios que una vez perecidos, dejarán de ser una amenaza potencial. ¿Es creíble que los wahabíes, deinidos por Bernard Lewis como una tribu islámica muy radical y destructiva de donde proviene la casa de los Saud, tengan la esperanza de apoderarse del mundo y que tengan a los gobernantes de Arabia Saudita en la cuerda loja? (Ibídem:348). ¿Cuál sería el mapa de alianzas geopolíticas necesarias para que una minoría como ésta pudiese realizar el sueño de conquistar y dominar al mundo? Los países de la ex URSS, Europa, China, Japón, India y los Estados Unidos no tendrían interés alguno en permitir tal cosa salvo que todos menos los últimos se aliaran con el fundamentalismo islámico radical cosa que no parece ni coherente ni probable. ¿Entonces cómo algo que puede dar lugar a escaramuzas fronterizas, peleas tribales, atentados aislados o a lo sumo guerras bien localizadas entre naciones puede convertirse de repente en una amenaza a gran escala, en una “cuarta guerra mundial”? Para mí es más que un misterio, es algo que no termina de cerrar frente al cúmulo de evidencia objetiva, frente a la superioridad tecnológica, económica y militar de occidente. El hecho mismo de que el noventa por ciento de las mezquitas de los Estados Unidos haya sido inanciado por los wahabíes resulta paradójico, salvo dentro del contexto que pretendo explicitar. Es como si durante la Guerra Fría la Unión Soviética hubiese inanciado el noventa por ciento de las Universidades Estatales donde se infundían ideas comunistas y de repente alguien se diera cuenta de que el no haberlo advertido a tiempo fue muy peligroso ¿Se podría creer algo así? Sí, los humanos somos propensos a creer en muchas cosas. En especial cuando un discurso se nos repite sin cesar desde muchos lugares distintos y algunos sucesos parecen conirmar lo que se nos comunica. Es que además, la farsa es algo a lo que “el mundo visto como teatro” contribuye. No sólo es una vieja tradición de occidente ver el mundo como teatro, los medios nos han acostumbrado a vivir en una función teatral perpetua. Repito sostener tales cosas no es idéntico a adherir a una teoría conspirativa de la historia. A lo sumo se trata de la exposición de una hipótesis que no tiene porque ser descartada a priori en tanto el poder implica el desarrollo de estrategias, y en ellas caben todos los elementos tácticos imaginables. Si Nerón fue capaz de incendiar Roma, Herodes ordenar la matanza de los niños, ¿qué | 185 nos horroriza? ¿Acaso el complot, la locura y la guerra no existen como una parte sustantiva de la historia humana? 3. La cuestión árabe, el complejo militar-industrial y el petróleo: ¿Cuando comenzó la guerra contra el terrorismo en el imaginario de los EE.UU.? No es fácil situar una fecha con precisión, pero puede decirse que desde los ochenta y más aún a comienzos de los noventa, en especial desde mediados de dicha década. El complejo militar-industrial, al igual que toda otra industria tiene una capacidad instalada que es necesario preservar tanto como el nivel de los lujos de producción anual. Esta aseveración es cierta para cualquier modo de producción y tipo de propiedad en una economía moderna. Sin embargo es obvio que en un sistema capitalista reviste aún una importancia mucho mayor. Los balances cierran o no cada año. Las utilidades y perspectivas futuras inluyen en las cotizaciones de las acciones en la bolsa. La actual fragilidad del sistema se acrecienta debido a la volatilidad del valor de las acciones en los mercados de nuevas tecnologías, especialmente relacionados con la industria informática y las comunicaciones. Pero la base productiva más sólida la sigue constituyendo la producción de viviendas y automóviles, dos sectores claves para los ciclos económicos, tanto como los asociados a la creación de infraestructura y creación de nuevas capacidades productivas tradicionales. Como se ha repetido a lo largo de este libro, una importante porción de estos mercados depende de los incrementos de población urbana, en especial en grandes ciudades. El Complejo Militar-Industrial no se compone sólo de irmas dedicadas a la producción bélica sino que se halla difundido en una amplia gama de sectores industriales. La tecnología bélica destinada a producir daños en infraestructuras básicas en grandes ciudades puede completar este rol de política anticíclica global, en especial en los Estados Unidos. Es en todo caso sugestivo que el citado informe de Morgan Stanley del 20 de agosto del año 2001 enfatizara tanto la posibilidad de entrar 186 | en una recesión muy prolongada como la ineicacia del retoque de tasas de interés para alentar la reactivación. Durante los primeros años de la Guerra fría el expansionismo territorial e ideológico de los países socialistas era una realidad. La Unión Soviética también disponía de un complejo militarindustrial y la producción de armas de destrucción masiva, la proximidad de Europa occidental y la exportación de revoluciones socialistas era un hecho. Si la magnitud del mismo fue o no exagerada por los EE.UU. es algo difícil de determinar de un modo objetivo, pero lo cierto es que el arsenal nuclear soviético, el número y calidad de sus tropas y la proximidad de las potencias europeas constituían para sus oponentes un desafío con visos de realidad. La propia dinámica armamentista de la Guerra fría creó la paradoja de la imposibilidad de un enfrentamiento que no tuviese las características de un verdadero holocausto. Si bien la sombra de tal holocausto pesó, en especial en Europa, nadie en su sano juicio tendría motivos para emprender una conlagración a escala mundial. todos serían perdedores. Esta sensación dio lugar justamente a una fuerte corriente paciista y aisló de algún modo al poder de ambos complejos militares industriales del común de la gente. La irracionalidad y el despilfarro eran tan visibles que el proyecto armamentista perdió legitimidad. Europa aún tenía fresca en su memoria colectiva no sólo la Segunda Guerra Mundial, sino también la primera. Nadie podía negar el nexo único entre la primera y la segunda, pero más allá de eso el nuevo carácter de la guerra como industria. Cuando Karl Kraus concibió en Viena su tragedia cómica en cinco actos Los últimos días de la Humanidad la primera guerra aún no había comenzado. La obra fue publicada en partes durante el transcurso de la primera guerra y la primera versión uniicada data de 1922. Kraus murió en 1936. Permítaseme transcribir un fragmento de los diálogos del cuarto acto (Kraus, 1980): “Un diariero: ¡Edición Extraordinaria!… Destacada victoria de los italianos! Segundo diariero: ¡Edición Extraordinaria!… ¡La nota americana de Wilson! Un oficial (y otros tres): Salud Nowtony, salve Pokorny, salud Powolny, oh, a tí… tu que entiendes de política, ¿qué me dices de América? | 187 Segundo oficial: ¡Un bluff! Tercer oficial: Cierto… pero seguro Cuarto oficial: Lo mismo que pienso yo… ¡ayer me he mandado una comilona…! ¿Han visto la viña di Schönplufg? ¡Una fuerza! Primer oficial: Sabes, yo creo que se trata sólo de un reclamo americano o algo por el estilo. Cuarto oficial: Quieren hacer un negocio, eso es todo, lo dice hoy el periódico. Su negocio. Tercer oficial: Si se arman ya verán, se arman contra China. Segundo oficial: Pero qué, contra Japón. Tercer oficial: O contra Japón es cierto, es la misma cosa, lo sé, los confundo siempre… Segundo oficial: Y yo digo que es un bluff. Por primera razón, los sumergibles lo bloquean…”. La percepción trágico-cómica de que la guerra es una industria, y no sólo, una relación con la industria es la característica que diferenció la primera guerra de todas las anteriores. En cierto modo este carácter fue propio de todo lo venidero. La cultura considerada altamente decadente de los años veinte en los círculos de Viena, registra a mi parecer la percepción europea de la guerra. La emergencia de los Estados Unidos haciendo negocios con la guerra. Su negocio. Frente a unos oiciales ignorantes que confunden Japón con China, tal como recuerdo me ha sucedido cuando estando en Roma a comienzos de los ochenta la dueña de un restaurante de pueblo achacaba a los hindúes la culpa por la crisis del petróleo y su marido la corregía diciendo que no eran los hindúes sino los árabes. Cuando Huntington plantea el “choque de las civilizaciones” sabe lo que está haciendo. Su argumento va en la dirección de presentar el peligro asiático (en base a su crecimiento económico que les proporciona conianza en sí mismos) y el del mundo islámico (cuya alta tasa de natalidad ha provisto a su población de miles de jóvenes fanáticos dispuestos a morir porque consideran superior su cultura a la de occidente). Es objetivo en un sentido: los mercados y el petróleo estarán allí y ciertamente el funda- 188 | mentalismo ha emergido desde la posguerra a causa del antiguo conlicto árabe-israelí y de la propia política de Gran Bretaña primero y de los Estados Unidos después. No lo es cuando exacerba el problema de las diferencias culturales como base de un inevitable conlicto civilizatorio y menos aún cuando magniica el potencial militar y la pérdida de terreno de occidente. Allí esta jugando una estrategia en pos de la justiicación para el liderazgo indiscutible de los Estados Unidos en el proceso de Globalización que considera complejo y fuente de la verdadera amenaza para su nación. Y dicha complejidad proviene del mismo hecho de que este proceso es necesario e impulsado por los Estados Unidos, pero entraña la necesidad de su control absoluto. De allí la idea del “Primer Imperio Global” que algunos sectores de Washington consideran como escenario inevitable para los próximos veinte años o más. Ni el poderío económico de Asia, ni la capacidad militar de los pueblos árabes pueden ser comparados con lo que representaba la amenaza soviética. El argumento de la proliferación de armas químicas, biológicas y nucleares por parte de estas culturas y la supuesta pérdida progresiva del poder occidental no es creíble a menos que se la haga creíble y eso es sencillo de lograr. No guarda la relación de objetividad que podía guardar el monitoreo del número de ojivas nucleares entre los EE.UU. y la ex URSS. Lo hemos visto en las iguras precedentes. Es más, la guerra de Irak e Irán de 1980 a 1988 fue fruto de un acuerdo de potencias. Las disputas fronterizas entre Irán e Irak constituían una herencia de viejas cuestiones limítrofes entre los imperios persa y otomano. Al independizarse, Irak tenía soberanía total sobre el canal de Shatt al Arab, donde conluyen los ríos tigris y Eufrates por un corto trayecto, antes de desembocar en el Golfo. Era el único acceso iraquí al mar. Irak puso los soldados y un cuerpo de élite –la Guardia Republicana–, las monarquías del Golfo el dinero necesario para inanciar la guerra. Los Estados Unidos y los países europeos (Alemania, francia, el Reino Unido, Italia y España) las armas, incluidas las armas químicas provenientes tanto de Europa como de los Estados Unidos. La URSS por su lado continuó con el suministro militar a Irak. fruto de este conjunto de intereses, el 21 de septiembre de 1980 comenzó la guerra. En 1982 el presidente | 189 Reagan eliminó a Irak de la lista de estados terroristas (lo que por otra parte muestra cuan viejo es este término reacuñado por la gestión de Bush). Aunque las fuerzas iraquíes obtuvieron éxitos al principio y lograron ocupar una franja de terreno iraní, Irán logró contener a sus invasores y reorganizó sus fuerzas para lanzarse a la ofensiva. Hacia 1982, las tropas iraquíes habían sido expulsadas de la mayor parte de Irán que rechazó la posibilidad de comenzar un proceso de paz y continuó la guerra para castigar a Irak. Entre 1982 y 1987 las fuerzas iraníes organizaron la ofensiva a lo largo de la frontera, fundamentalmente en el sur, donde el principal objetivo era la conquista de Al Basra. Los ataques iraníes sobre las atrincheradas posiciones iraquíes recordaban las tácticas de desgaste de la Primer Guerra Mundial. Irak comenzó entonces a utilizar gases tóxicos para contener el avance. La situación militar termino estancándose. A comienzos de 1986, la marina de EE.UU. llegó al Golfo para “proteger” la navegación y asegurar el suministro de petróleo a sus aliados de occidente. Irán minó el estrecho de ormuz y utilizó lanchas rápidas para realizar esporádicos ataques, pero no pudo evitar el control norteamericano sobre la navegación de la región. Estados Unidos, que abasteció de armas a Arabia Saudita, Jordania y Kuwait y brindó información de inteligencia al gobierno iraquí, pero vendió al mismo tiempo y en secreto armas a Irán. Un escándalo que sacudió a la administración Reagan (Irangate) quien oicialmente declaraba la neutralidad de los EE.UU. Los diversos intentos de mediación y múltiples exhortaciones a cesar el fuego por parte de las Naciones Unidas fueron infructuosos. Hacia 1988 Irán deseaba inalizar la guerra, pero las fuerzas iraquíes reanudaron la ofensiva. En julio de 1988, Irán acepto la resolución de paz 598, adoptada por el Consejo de Seguridad de la oNU el 20 de julio de 1987. finalmente se llegó a la paz el 20 de agosto de 1990. La guerra causó más de un millón de bajas y un importante número de heridos. Dos tercios de esa cifra corresponden al ejército iraní. La estrategia de armarlos, permitir que los ejércitos enemigos se diezmen entre sí, y luego desarmarlos para dominar, es muy antigua pero moderna a la vez. forma parte también de la lógica de la “destrucción-destructiva” aunque en su diseño se emplee mucha creatividad política, tecnológica y militar. 190 | Pero a pesar de todos estos antecedentes “El choque de Civilizaciones” se hizo profecía autocumplida en el imaginario popular a partir del 11-S y Huntington apareció como profeta. ¿Qué es una profecía autocumplida o autocumplidora?: “se trata de una conducta que provoca en los demás la reacción frente a la cual esta conducta sería una reacción apropiada” (Watzlawick et al., 1971:96). Es obvio que las reacciones del mundo árabe no han sido ajenas a las humillaciones padecidas por el pueblo palestino desde ines de la segunda guerra y más precisamente desde mediados de los sesenta, como tampoco lo han sido a causa de las divisiones creadas en su interior a partir de los intereses petroleros. Los antecedentes de la guerra de los seis días, la guerra entre Irak e Irán, la destrucción de Beirut son huellas frescas y antecedentes suicientes para crear odio hacia Israel y los Estados Unidos. Pero aún así la invasión de Irak a Kuwait en agosto de 1990 podría ser inscrita en términos históricos como un suceso no muy distinto al de la invasión de Argentina a la Islas Malvinas en 1982. En ambos casos se trataba de régimenes militares nacionalistas que intentaban recuperar territorios perdidos como consecuencia de la habilidad diplomática, cuando no militar, británica y con un supuesto erróneo implícito de que los Estados Unidos permanecerían neutrales. Con esto no pretendo justiicar ninguno de todos estos episodios, simplemente creo justo situarlos en una perspectiva distinta al del choque de civilizaciones propuesto por Huntington. tal “choque”, tiene todas las características de ser un resultado de la epistemología natural de occidente. De su capacidad de crear y asegurar mercados, negocios planiicados, precedidos de campañas publicitarias que tiene por objeto crear áreas temáticas que luego serán un producto más. Se trata del desarrollo del ambiente cultural propicio, cuyo nacimiento primero tiene lugar en los más altos centros de estudios. Luego vendrá la vulgarización y la difusión masiva, hasta que el nuevo signiicado sea “la realidad”. ¿Para que sirven sino los Think Tank? ¿No son ellos acaso ni más ni menos que la encarnación en la política, del paradigma epistemológico natural de occidente? Cuando pienso ahora en el auge de la New Age que forzosamente introdujo en occidente el conocimiento de la cultura oriental e islámica de un modo vulgarizado, y en la cantidad de | 191 movimientos religiosos orientalistas surgidos durante los ochenta desde los Estados Unidos, se me iguran dos posibilidades no contradictorias en absoluto. Por una parte, el ámbito donde el desencanto de los desencantados con el sistema podía ser una forma inofensiva y hasta agradable de neutralizar su poder movilizador en cuestiones políticas. La creación de un espiritualismo opuesto al crudo materialismo a nivel personal pero no social. Pero otro de carácter más subliminal. La introducción en la conciencia colectiva de conceptos como “El nacimiento de una Nueva Era está próximo”. La familiarización con el hecho de que efectivamente las culturas asiáticas e islámicas son ancestrales. En todo caso datos previos necesarios tratados abundantemente en la literatura de las ciencias sociales proveniente de los Estados Unidos y Europa. Es curioso, por ejemplo, la cantidad inclusiva de términos orientalistas que es posible hallar en el Yearbook of World Problems and Human Potential (1976), en su sección “Concepts of Human Development and Potential”, lo que supone un análisis temprano de estos temas. Si bien ello también puede ser considerado como un intento positivo de enriquecer a un occidente demasiado preocupado por la cuestión material y demasiado descuidado en términos de desarrollo humano, no deja de sorprender que los conceptos similares provenientes de la tradición cristiana se hallen casi ausentes, o en una proporción mucho menor. Si bien todo esto no prueba nada, es un hallazgo que muestra cómo las áreas de interés temático se fueron gestando desde el ámbito académico de las ciencias sociales occidentales, mucho antes de que emergieran los movimientos orientalistas. Del mismo modo los conlictos entre proliferación de sectas en los Estados Unidos y su oposición a la política religiosa estatal son señalados como potencial fuente de conlictos en forma temprana. Si uno vincula esta predicción con el “terrorismo religioso” puede formularse muchas preguntas acerca de la conexión entre la permisividad y promoción de estas sectas especialmente en Estados Unidos y una problemática prevista que luego se convierte en realidad aunque más no fuera a través de episodios espectaculares, pero aislados como el que se la ha impreso desde el 11-S. La “creación de enemigos” ya vendría sobre los noventa junto a la extinción progresiva de las cosas buenas espirituales. Después de todo era necesario acabar con la “inmensa hipocresía sentimental del siglo XX”. 192 | A mi juicio tal es la capacidad de manipulación de la epistemología natural de occidente. Es evidente que el mundo no puede ser construido de un modo exacto a partir de unas pocas voluntades. o asegurar que tales proyectos no conduzcan a salidas inesperadas y aún contrarias a lo deseado. Sin embargo tal ambición y tales intentos son parte integral de la historia humana. Ello esta fuera de discusión a menos que neguemos buena parte de la evidencia empírica y de los múltiples relatos históricos a los que nos hallamos acostumbrados. ¿Pero si en verdad no creyésemos en ello, cómo justiicar entonces el temor a que los wahabíes intenten dominar al mundo? tales contradicciones lógicas, compartidas por no pocos intelectuales considerados “respetables y brillantes”, relejan una crisis de pensamiento que en un contexto mundial cómo el descrito, es a mí parecer, una de las peores y verdaderas amenazas de las tantas que padece occidente. | 193 segunda Parte Las cuestiones epistemológicas y culturales de la crisis civilizatoria | 195 6 La epistemología natural como fundamento de occidente: Una crítica a sus impactos y a su velado fundamentalismo 1. Consideraciones generales y pertinencia del análisis E ntre las cuestiones que se vinculan con la problemática tratada en este libro, en relación a temáticas de orden epistemológico se hallan las siguientes: a) las consecuencias del uso del “conocimiento objetivo” –tal como es deinido por ilósofos como Popper– sobre la manipulación de la conducta humana de un modo deliberado; b) los fundamentos de lo que se ha denominado “mesianismo cientíico” en relación a la validez de los argumentos utilizados en contra de toda “ilosofía pre-cientíica”, en particular de las tradiciones religiosas y sus prescripciones morales; c) la emergencia de un temor generalizado a considerar a las tradiciones religiosas y otros sistemas de pensamiento que cuestionan de modo total o parcial a la modernidad, como la base ilosóica e ideológica de los “fundamentalismos” y por lo tanto su constitución como enemigos externos e internos de occidente. El objetivo es, por una parte, entender por qué, sobre inales de siglo XX, los cuestionamientos a la modernidad se van visualizado como un peligro para la supervivencia de occidente, en tanto dichos cuestionamientos han existido desde los principios mismos de lo que denominamos modernidad, sin que ellos | 197 llegaran a ser considerados como una amenaza demasiado seria (Sebreli, 1991:74-83). Por otra parte, dado el fuerte vínculo entre estas cuestiones y la justiicación del concepto de “guerra preventiva”, basado entre otras cosas en la credibilidad de la existencia de un “choque de civilizaciones”, la discusión es fundamental para discernir la validez de tal concepto y las líneas de acción que de él se derivan. En particular porque conduce a la “creación de enemigos” como un hecho sociológico derivado de la utilización del conocimiento cientíico en el área de la producción y difusión de contenidos culturales funcionales a la guerra y a la solución imperial en esta fase de la historia mundial. Dado el contexto descrito en la primera parte esto no puede ser menos que preocupante. Teniendo en cuenta que ni el conocimiento cientíico es capaz de refutar la validez de ciertos conceptos universales provenientes de las tradiciones religiosas –los conlictos entre ciencia y fe no tiene porque ser irresolubles– pero que, a pesar de ello, el discurso del “mesianismo cientíico” los hace aparecer como tales, conviene también repasar algunos de los argumentos que se suelen esgrimir. Esto no sólo tiene implicancias éticas. Si la hipótesis planteada acerca de que nos halllamos ante una verdadera crisis civilizatoria es aceptable –lo que se relaciona por el lado material con la inevitable e irreversible declinación de los procesos de urbanización–, se constituye entonces en algo que puede desembocar en la justiicación de la anulación de las promesas más deseables que propuso la modernidad. Siendo así, deseo mostrar la debilidad lógica y empírica de las posturas del “mesianismo cientíico” y el hecho de que él mismo se ha convertido en un verdadero “fundamentalismo” que cierra las puertas del discurso para enfrentar más constructivamente los serios desafíos y problemas del siglo XXI. Como toda esta temática no se halla exenta de peligros, no digo para la supervivencia humana, sino para la calidad de la vida humana, el tema no puede dejar de ser tratado aunque no ciertamente con la profundidad que se requeriría. Los relatos anedectódicos contenidos en este capítulo tienen por objeto ilustrar, desde el ángulo de las vivencias y experiencias personales, la vertiginosa marcha de los acontecimientos, el cambio de ideas y el cuestionamiento a ciertas posturas que 198 | contienen, a mi juicio, una insoportable carga de “prepotencia en el uso del lenguaje”. Por ello mismo se alejan de toda verdad objetiva, en el sentido que el propio mesianismo cientíico otorga a este concepto. Esto no sólo es contrario al método cientíico, sino que constituye una grave deformación que puede ser muy costosa para occidente y para el mundo entero. 2. Consideraciones generales acerca de “la epistemología natural de occidente”: ¿Existe tal cosa? Recientemente Carlos Escudé (2004:165-190), se ha referido a la superioridad de “la epistemología natural de Occidente” respecto a toda otra forma de abordar el conocimiento del mundo, considerándolas precientíicas. Tal superioridad provendría “de su analogía a los mecanismos evolutivos que presenta la naturaleza”. Sobre esta base hasta llega a elogiar el doble estándar moral de occidente. Es decir no todas las civilizaciones tiene el mismo derecho a existir, por cuanto algunas de ellas ponen en peligro los logros de occidente el cual, siendo “superior”, tiene derecho a incurrir en violaciones de derechos humanos para preservarse de enemigos que supuestamente los anularían para todos. En otras palabras, sería un “mal menor” y en este contexto ha justiicado la devastación de Hamburgo, Hiroshima y Nagasaki, y ciertamente la actual “guerra contra el terrorismo”. Es que como ha señalado Zygmunt Bauman en otra de sus obras, la facultad de la racionalidad nos permite “encontrarle sentido” a una sucesión de acontecimientos, presentando una sucesión temporal usualmente denominada “desarrollo”, como el paso de un estado “inferior” a otro “superior”… el especio temporal conjurado por la memoria moderna es lineal y vertical, no cíclico y horizontal. En este espacio “antes” signiica “mas bajo”, “inferior”. Asimismo “inferior” signiica “pasado de moda”, una reliquia del pasado, un convicto en una celda que aguarda su ejecución… Hay una variable hábilmente oculta, empero, en este proceso en el que el espacio temporal surge como un campo de batalla entre el futuro (superior) y el pasado (inferior). Esta variable es el poder: la superioridad se pone a prueba y se corrobora en | 199 la victoria, la inferioridad en la derrota. La historia del progreso la cuentan los victoriosos, los derrotados permanecen condenados… a menos que los victoriosos sean a su vez derrotados, su propia crueldad, o la crueldad de sus acólitos y protegidos, no estará sujeta a juicio (Bauman, 2004:257-258). Es, en otras palabras, lo que denuncia Chomsky cuando señala el ocultamiento del terrorismo, cuando éste es ejecutado por el poder legitimado. Aún cuando pensamientos de los que se hacen portavoces intelectuales como Escudé y muchos otros, tienen profundas raíces en la corriente ilosóica denominada “realismo cientíico”, a ilósofos de la talla de Popper no se les hubiera ocurrido ir tan lejos en aseveraciones que justamente, por su naturaleza, no pueden ser discutidas en el ámbito de la ciencia. Por otra parte siendo tan rica y diversa la tradición epistemológica de occidente, y siendo sus debates tan viejos como irresolubles, cabría preguntarse: ¿Existe una única epistemología natural de occidente?, y aún de ser positiva la respuesta, ¿estamos seguros de que es superior en todos los campos que hacen al acontecer humano a toda otra forma de abordar el conocimiento? o también, ¿que por naturaleza es opuesta a toda otra forma de conocimiento, en especial si a problemas éticos se reiere? Aún cuando las interrogantes que planteo son lícitas, es cierto que existe una cierta unanimidad en la literatura que caracteriza la transición de la Edad Media a la Modernidad como un proceso de desmistiicación y desacralización del mundo natural, a partir de lo que se considera como el nacimiento del pensamiento cientíico moderno. Éste, a su vez, ha proporcionado a la humanidad más glorias que penas. Así al menos ha sido difundida esta historia ligada sin duda a la evolución del capitalismo, pero a mi parecer también con mucha fuerza por el Marxismo tanto en su teoría como en su praxis por controvertido que pueda ser el tema. Marx mismo se maravillaba por los logros del Capitalismo en cuanto a su poder para desarrollar las fuerzas productivas como no lo había hecho ningún otro sistema social en el pasado, y su airmación categórica del caracter “cientíico” del “materialismo histórico” frente a la “ciencia económica burguesa” (que despreciaba como mera ideología) lo que no hace sino reairmar mi punto de vista. El propio desarrollo de la ex URSS se basó en el paradigma cientíico natural y las recientes producciones culturales de China, como por ejemplo Balzac y la Joven Costurera China, refuerzan 200 | la noción de que este paradigma cultural-epistemológico supera toda distinción en este plano entre socialismo y capitalismo. Las iguras de Bacon y Descartes se han erigido de este modo en los símbolos de tal origen. Los renacentistas –aún fuertemente ligados al clero– han sido agentes involuntarios de la “expulsión de Dios de su reino terrenal”, a partir del cambio que introdujeron a través de la perspectiva en lo que atañe al lugar del hombre. El nacimiento de la modernidad es asociada a los procesos de reorganización del tiempo y del espacio que implicaron la progresiva destrucción de las instituciones medievales. El individuo es colocado por primera vez en el centro del mundo. La naturaleza es algo para ser puesto al servicio del hombre (aunque de focault a Fukuyama –bajo distintos argumentos– se augura ahora “el in del hombre”). Las leyes del Universo son algo que desde entonces puede ser descubierto y utilizado para modiicar el orden natural en provecho del progreso material, destinado a aliviar y mejorar la condición humana. Extender el dominio de la raza humana sobre el universo (algunos ecologistas sostienen que la raíz de tal visión del mundo se deriva del Antiguo testamento y por lo tanto culpan más que al “mesianismo cientíico”, a la tradición judeo-cristiana, lo que parece una exageración, al menos si recordamos la vertiente mística de ambas tradiciones). La igura de Locke será también relevante como símbolo de la ilustración y airmación explícita de idéntico concepto. El dominio de la naturaleza a través del “conocimiento objetivo”, la airmación de la relación sujeto-objeto, no tardará en plantear también el problema de la organización de la actividad humana. En tal contexto surgirán los problemas de la armonía natural encarnada en el pensamiento de Adam Smith y Leibniz, y la de todos aquellos que, lejos de ver tal armonía, percibirán la guerra de todos contra todos, el dominio de unas clases sociales por otras. De Hobbes a Marx, se irán conformando visiones diferentes respecto a la naturaleza de las relaciones humanas y la función del Estado. Sin embargo compartirán un rasgo similar en cuanto a la concepción utilitaria de la naturaleza y la negación de la existencia de leyes de origen divino. En todos los casos esto corresponderá ya a un mundo ideológico precientíico, regido por tradiciones y no por “conocimiento objetivo”. La posibilidad misma de que el | 201 orden moral se rija por leyes divinas inmutables o provenientes de un orden superior, aún natural, será negada. tal concepción se convertirá en un blanco de ataque incesante, diría fuertemente persistente hasta nuestros días. La religión cristiana sea en su forma católica, pero más aún en su modalidad protestante no será ya un obstáculo para el progreso material, sino un verdadero aliado como se sostiene demostró Max Weber en su análisis acerca del nexo entre la ética protestante y el auge del capitalismo25. Los rasgos primitivos comunes a todo pensamiento religioso persistirán, pero bajo una modalidad totalmente distinta. Habrá sí discusiones interminables de naturaleza teológica. Pero el Evangelio mismo, tan próximo a otras tradiciones religiosas por su carga de lenguaje apocalíptico y prescripciones morales universales, ahistóricas, quedará coninado a un debate que se desarrollará también en el terreno de la investigación cientíica. Los estudios acerca del “Jesús Histórico”, la transformación de las prescripciones y descripciones bíblicas en eventos simbólicos, culturales y meramente temporales se iría convirtiendo en la norma predominante. Un ejemplo de tal rigor cientíico puede ser hallado por ejemplo en la voluminosa obra de John P. Meier (1997). Por conservadoras que sean sus conclusiones, poco podrán aportar a las costumbres cotidianas. Por mucho que se airme la religiosidad de una parte sustantiva del pueblo norteamericano y su tendencia a la interpretación literal de las escrituras, los hechos muestran que la violación de los mandamientos más importantes, como el no matarás, es una realidad coexistente con la supuesta religiosidad sin que sea cuestionado. Una escisión del pensamiento y las costumbres que por cierto estuvo presente también en la historia de la Iglesia Católica a partir del siglo III y por lo tanto constituye una tradición de occidente. En cierto modo esa distancia institucional entre “La Palabra” y “Las Prácticas y Costumbres”, se halla y se ha hallado siempre en el trasfondo de todas las reformas, de Lutero a Calvino, pasando también por iguras como San Francisco, Te- 25. Este punto de vista sobre el pensamiento de Max Weber no tiene en cuenta que se trata de una de las tantas hipótesis que planteó en su obra. La vulgarización del pensamiento cientíico original suele conducir luego a este tipo de aseveraciones que se convierten en nuevas verdades reveladas a fuerza de repetición y citas descontextualizadas. 202 | resa de Ávila o Charles de focault. Sobre esta forma esencial de moverse en el campo de las ideas que ha tenido occidente, puede ser basada la hipótesis de que en realidad lo propio de occidente es la controversia basada en el alejamiento de sus principios fundamentales. Sobre esto volveré más adelante, pero basta para introducir la noción de que toda pretensión de unidad de la cultura occidental hallará poco sustento en su propia historia. A pesar de ello la fuerza de sus logros a través de las instituciones que creó (República-Estado-Nación), hace que no sea totalmente apropiado sostener que occidente carece de esos principios fundamentales, o que ellos no sean aún la idea motriz central por debilitados y amenazados que estén. El conocimiento cientíico aplicado también a la interpretación de las ciencias del hombre no tardó en dar paso a las técnicas para manipularlo. Las modernas técnicas de producción requerirán un uso preciso del tiempo y de los movimientos para aumentar la productividad. taylor se encargará de sistematizarlo. El análisis de la psique, de las motivaciones, de las conductas grupales, dejará de ser algo que se estudia para satisfacer una incesante “pulsión epistemofílica” para convertirse en instrumentos puestos al servicio de la producción, el consumo y la gobernabilidad. La constatación de que el conocimiento cientíico fragmentario puede conducir a una destrucción del medio ambiente, a profundas alteraciones de la ecología, a un modo de vida indeseable, a una mala comprensión del mundo, será un fenómeno incorporado de un modo masivo al pensamiento moderno sólo en la segunda mitad del siglo XX. Será en ese entonces que tal pensamiento dejará de ser visto como reaccionario o romántico, para ser incorporado en un discurso que a su vez podrá ser contestado en el propio lenguaje de la ciencia. Antes de ello no obstante habrá un intento de vincularlo a dimensiones espirituales. Pienso por ejemplo en Erich fromm cuando escribió su obra ¿Tener o Ser? Un breve interregno antes de la reairmación “neomoderna” de la superioridad de la epistemología natural frente a cualquier otra epistemología y previo al concepto tan aceptado de un choque entre civilizaciones. | 203 3. Paseo mental por el tiempo: percepciones y testimonios, materiales de lectura y relexiones en torno a la epistemología natural de occidente y su desenlace en el “choque de civilizaciones” concretado el 11-S Pienso en los ochenta, en Yehudi Menuhin y Ravi Shankar realizando aquellos fabulosos encuentros en la búsqueda, a través de la música, de un espléndido encuentro entre oriente y occidente. No se puede percibir ningún sincretismo forzado, ni los peligros de un choque de civilizaciones. Por el contrario se me igura es el fruto de una síntesis posible. Pequeñas cosas que me llenan de esperanza. No puedo menos que sentir un enorme gozo tras los curiosos acordes del misterioso violín y de la no menos misteriosa cítara. Evoca libertad, similar en parte a la de los gitanos centroeuropeos perseguidos por Hitler. Es raro y hermoso, conecta de inmediato con un misterio trascendente. A su modo, sin saber por qué, mi mente se transporta. Conduce a la contemplación, al amor que sube por el pecho hasta producir una pequeña y fugaz sensación de éxtasis ¿Será esto algo similar a la sublimación de los impulsos sexuales? ¿El sentimiento “oceánico” que freud ligaba a experiencias tempranas rebatiendo a aquellos que sostenían el carácter profundamente espiritual y trascendente de tal experiencia? Recuerdo el concepto fraternidad universal y me planteo viejos interogantes humanos: ¿Quién Soy?, ¿Por qué estoy aquí?, ¿tiene la creación un creador o es producto del mero azar? ¿tiene la evolución propósito alguno, dirección deinida?, ¿Cuál es? Entro de lleno en el terreno de una ontología considerada anticuada. Casi prohibida. Me conduce también a un paseo mental que va de Monod a teilhard de Chardin. Pienso en la ontología actual, recuerdo frases de un coloquio de ilosofía en el que se me dice “puedo pensar en la gallina en el patio de mi casa porque es real, concreta, analizable…”. Rechazo este punto de vista por ser constrictivo. Es una autocensura intolerable, porque el deseo de Emancipación, uno de los pilares de occidente se ha ido del camino. Se ha desplazado desde sus promesas originales y más importantes, a cuestiones laterales, espinosas sin duda, pero pequeñas desde el punto de vista de la gran problemática de la 204 | humanidad que no puede resolver los dilemas de su subsistencia de un modo racional en el sentido digno de este término. La emacipación incluye no sólo librarse del peso de las tradiciones, sino el derecho a explorar con libertad todas las posibilidades. Aún las del retorno a una espiritualidad, que aunque posiblemente jamás pueda ser experimentada en un laboratorio, ni totalmente probada por la razón, no puede ser ni ignorada ni rechazada sobre base racional válida alguna. Pienso en Hannah Arendt, cuando durante la década de los cuarenta advierte del peligro de los “creyentes de la nada”, especíicamente de aquellos dedicados a “producir la nada”. Los deine como “locos” y “peligrosos” porque es claro que nadie puede producir la nada, pero en su vano intento por hacerlo producen aniquilición tras aniquilación, “jaleados por los gritos admirativos y el aplauso de colegas menos dotados y escrupulosos”, que ya ven hechos realidad sus sueños secretos o sus experiencias más privadas (Arendt, 2004:30). ¿Esta relexión aplicada al nazismo no sería válida actualmente? ¡Que gran habilidad política es la de invertir la verdadera identidad del enemigo! Voy a los sesenta y setenta. Recuerdo los primeros Beatles: “life is very short and there is not time for… ighting my friend”. Me viene a la memoria John Lennon,… Give Peace a Chance… voz tierna, que le gana tanto a su cuestionada vida privada, como a su trágico in. ¿Trágico como la Shoah?, ¿como el asesinato de Kennedy y Martin Luther King? ¿trágico como la muerte de un enfermo de cáncer, de la víctima de un paro cardíaco o accidente? ¿trágico como las muertes en Viet Nam, en Somalía o en Irak ¿trágica como la mortandad infantil producida por el hambre de los desposeídos? ¿Puede ser la muerte distinta a sí misma tanto para quien la sufre como para los que deben continuar viviendo? ¿y qué de aquellos condenados a vivir en el miedo y la deseperanza? ¿Qué es precisamente lo que puede diferenciar el grado de la tragedia? Personalmente no tengo respuesta, pero sé que aunque el dolor se experimenta individual y colectivamente, éste último inalmente es también individual. Allí viven aún los ideales de que la liberación de las fuerzas productivas podría desatar una oleada de líbido en una humanidad profundamente reprimida no tanto y sólo en lo sexual, cuanto en lo afectivo. El casi olvidado Marcuse, para quien la sustitución del principio del placer por el principio de la realidad tendría un | 205 origen “material” (la escasez o pobreza del mundo para satisfacer los deseos ilimitados de placer). El gran suceso traumático en el desarrollo del hombre, tanto a nivel del género humano (ilogénesis) como del individuo (ontogénesis). Para él, esta ligazón entre el principio de realidad y la lucha por la supervivencia, opuestos al principio del placer, sería una vieja y efectiva “racionalización” de la represión ¡Represión que ya no necesariamente tendría una razón de ser plenamente objetiva! Un viejo sueño: el hombre podría ser liberado, mediante la técnica (la automatización de un modo más preciso) de la necesidad. Lo ha sugerido también Erich fromm, más tarde Umberto Eco. El ideal marxista de pasar del Reino de la Necesidad al Reino de la Libertad. Pero el discípulo predilecto de Marcuse, Habermas (1984), nos mostró que “Ciencia y técnica” son también una ideología. Como tal, al servicio del poder. Focault nos airmará que todo discurso es un discurso de poder. Y el poder será ensalzado como motivo básico de toda acción humana. Poder, que para Hannah Arendt se resumía en el poder de matar. Algo no muy distinto al implícito que emana del citado escrito de Escudé. Yo lo pongo en duda. Preiero creer que la creatividad cuando nace del amor es un motivo aún más importante porque conduce a una realización humana más plena y a la felicidad, por controvertido y subjetivo que tal término pueda parecer. Qué rápido cambian los ídolos. Menos de cuatro décadas y son ya historia lejana, piezas de museo como el mayo de París. ¿Cuanto durarán Lyotard, Rorty, fukuyama y Goodman? ¿No son ya anticuados? ¿Cuál de todas es la epistemología de occidente? ¿Si Occidente es cristiano como se airma, puede huir totalmente de los vestigios del lenguaje precientíico que le es propio? Lo dudo y en parte lo celebro, si ello no conduce a la superstición, a la intolerancia, al fundamentalismo y al terrorismo. Pienso en Cristo incomprendido y traicionado por tantos Judas, hasta por buena parte de su propia Iglesia que es a veces un Judas Institucional, de tantos modos distintos. Repite ella lo que Jesús reprochaba a los fariseos y escribas, y lo peor es que parecen no darse cuenta tras dos milenios de leer el Evangelio cotidianamente. Condenan a los pecadores olvidándose de la misericordia, creen en guerras justas, levantan mausoleos por doquier, se sientan en las primeras ilas a pesar de que su poder se halla en progresiva extinción desde hace siglos. 206 | Recuerdo la danza de unos derviches en plena Roma. Una Roma plagada de historia y contradicciones. Esa misma que alberga las catacumbas de San Calixto, el Coliseo, la tumba de Cecilia Metella, el Vaticano, la Piazza Navona, las oicinas de la fAo y el moderno sector de la Eur. Esa Roma circundada por un gran anillo que puede conducir por sus autopistas a Castel Gandolofo, a Velletri, a Lanuvio o a cualquier otra dirección. En la que convivían por aquellos años católicos en procesión nocturna con velas encendidas por la Appia Antica en dirección a la catacumbas, con comunistas entonando La Internacional mientras izaban la bandera roja en las proximidades del palacio Rúspoli en Nemi. Esa en la que aún hoy se reúnen millares de católicos en la plaza de San Pedro, llorando hace poco la muerte de Juan Pablo II, celebrando la elección de Ratzinger. En la que abundan los museos que nos permiten explorar también las contradicciones de la “Casa del Pasado”. Aquel gran anillo conducía también a otros rumbos, a Pisa o a Nápoles, y entonces podía percibir con sorpresa el desplazamiento de las tropas de la otAN. Y así, como cuando César pasó el Rubicón, Nigidio fígulo presintió el comienzo de un drama cósmico histórico que habría de acabar con Roma y la especie humana, cuando yo las veía pasar no podía menos que sentir la posible proximidad de la ekpyrosis universal. tal era el clima de Europa por esos años. Los muros de Roma ya no tenían aquellas pesadas puertas de madera que en su tiempo intentaron, sin éxito, cerrar el paso al enemigo. Sólo existen incorporadas a los hechos cotidianos con su ser en el tiempo. Sin embargo, si el devenir de la historia lo permite, aquel tramo, el más débil del recinto que va de la Porta Pinciana a la Porta Nomentana, por donde entraron “I Galli di Brenno” en el 390 a.C., “I Visigoti di Alarico en el 410 d.C.”, “I bersaglieri di Lamarmomaen” el 1870, me permitirá, en otro viaje, gozar de su belleza. Es una Infraestructura que a pesar de hallarse totalmente amortizada produce réditos a la industria del turismo. La apropiación de una externalidad positiva, distinta a esa nube amarillenta que posa sobre Milán. Pero las externalidades positivas o negativas se constituyen en mercados para productos y servicios. Los muros de Roma me remiten también al muro de Berlín, aunque no por su estética. Al “Charlie Checkpoint”, a la Puerta | 207 de Brandemburgo y al metro que se detenía a veces del lado del “Este”, donde se había improvisado una oicina de inmigración. Por aquel entonces las tropas todavía se paseaban de un lado con sus perros por detrás de desprolijos alambrados de púas. Del otro, donde costaba un gran esfuerzo hallar entradas para escuchar a Herbert Von Karajan en la filarmónica, en cambio, casi no se veían. Pero allí estaban. Eran los ochenta en sus comienzos y sobre Europa aún pesaba como una oscura sombra tanto el pasado reciente como el futuro cercano. Por aquel entonces no había un choque de civilizaciones. Los italianos simplemente rabiaban por el alto precio de la gasolina en plena segunda crisis petrolera. Pienso en mis lecturas de Las Mil y Una Noches, en el estudio de las Upanishads, de la Bhagavad Gita y el Janeshwari, del Matnawi de Rumi (el Persa) y otras tantas obras que conectan ese extraño parentezco entre el hinduismo y el suismo a pesar de las rivalidades entre India y Pakistán, del asesinato del Mahatma Gandhi, de las actuales pruebas nucleares y las esporádicas escaramuzas en sus fronteras. Pienso en el Islam, en el Corán, en sus raíces cristianas y en las deformaciones que tan caras le cuestan al pueblo musulmán; pueblo tanto más amplio y diverso de lo que Hungtington y los fundamentalistas quisieran ver. Ellos también tienen velos que ocultan su rostro, aunque los franceses se sientan con derecho a prohibir una tradición cultural milenaria sin considerarse “fundamentalistas de la modernidad”. ¡Cuanto de las producciones culturales y de nuestra propia ciencia no les debemos! Claro, a pesar de esto, en ciertos aspectos cruciales sus costumbres pueden repugnarnos. Recuerdo un relato a cerca de un Druso que en Haiffa se jactaba de que su látigo aseguraba que su mujer le preparara el café de un modo insuperable cada mañana. El castigo a las mujeres es una institución. Pero solemos olvidar que en occidente millones de mujeres son golpeadas26. 26. “En los Estados Unidos una mujer es asaltada por su compañero cada l5 segundos. Una mujer es violada cada 6 minutos. Más del 50% de las mujeres son golpeadas alguna vez en su vida; más de un tercio son golpeadas repetidamente cada año. La evidencia del porcentaje de violencia física en relaciones prematrimoniales es del 20 al 35%. Del 25 al 45% de las mujeres que fueron golpeadas estaban embarazadas. El 30% de las mujeres víctimas de homicidio murieron a mano de sus esposos o novios. El 95% de los reportes policíacos sobre violencia doméstica se reieren a hombres que han golpeado a sus compañeras, 9 de cada 208 | Esto ocurre en todas las clases sociales, no sólo en las bajas. Pero ciertamente la cultura no lo promueve como valor. No estaría seguro, sin embargo, de que de todas formas no lo promueva de otro modo. La violencia familiar es un verdadero problema en el mundo entero y en aquellos lugares donde ya existe menos, habría que analizar si no es porque ya no existen familias. En Berlín, Munich, Roma y Nueva York he visto a mujeres que se pasean con sus hijos pequeños atados al modo en que se suelen pasear mascotas. Son mujeres que desean o tiene un hijo, pero no un marido. ¿Una exacerbación del individualismo o del egoismo? ¿Un rasgo extremo de la emancipación? también he conocido en occidente hombres golpeados por sus mujeres e hijos que les pegan a sus padres. Aún así los hombres golpeadores parecen ser el mayor problema. La bibliografía abunda sobre el tema. En síntesis signo de la enfermedad del desamor. Pero todo esto parece resultado de un enfoque epistemológico cada vez más deformado que niega la posibilidad de una discusión más amplia. Cuidado, no vaya a ser todo esto mal interpretado en pos de un relativismo aún cuando es imposible escapar del todo al relativismo, por ser este inalmente natural en las situaciones concretas de cada ser humano y en muchas de la sociedad. Es simplemente un dato de la realidad que conviene ser tratado cientíicamente. Nada más ajeno a la verdad cientíica que la técnica publicitaria y ciertamente occidente suele tratar todos estos temas en estilo mediático a pesar de su jactancia en el saber cientíico como base fundamental de su superioridad técnica y moral. Es por eso que pienso en el Nuevo testamento, en particular en el “programa político” de Jesús en el Sermón de la Montaña. A Jesús reivindicando los derechos de la mujer y la farsa machista de su reinvindicación actual que en muchos aspectos la oprime tanto. El gozo aumenta porque en algún lugar se transmite la eterna lucha entre una sabiduría ancestral y la elevación espiritual contra el fanatismo de distintos cruzados y la ceguera que produce la ambición. Una lucha entre el bien y el mal. Y aunque algunos l0 mujeres asesinadas murieron a manos de hombres, 4 de cada 5 asesinatos ocurren en el hogar. también decenas de miles de jóvenes huyen de sus hogares a causa de las golpizas recibidas por sus padres y muchos padres son golpeados por sus hijos”, Cf. http:// www.vidahumana.org/vidafam/violence. | 209 conceptos de bien se hayan transformado en mal y viceversa a lo largo de los siglos, la pregunta acerca del bien y el mal no puede ser soslayada ni totalmente relativizada. La conciencia puede ser adormecida, deformada, pero en última instancia se resiste a toda aniquilación porque es el fundamento mismo de la verdad y de la libertad. Recuerdo haber recurrido al I Ching pidiendo rumbo, intentando embeberme de la postura correcta ante cada situación universal. Lo pienso ahora y me resulta infantil, pero también de ello algo quedó. “Al mal no se lo vence con el mal sino a fuerza de bien”. Confucio. El gran Confucio. Pero esto es otra cultura, pertenece a otro tiempo, a un tiempo precientíico, aunque a Jung le gustaba tatar el tema de la sincronía en relación a este texto que se difundió junto a otros durante el auge del “orientalismo” en occidente entre sus clases medias. Pero este “orientalismo” tiene poco que ver con la realidad actual de China. Sus misiones comerciales, sus delegaciones militares por todo el mundo y actualmente de paso por América Latina, no sólo van cambiando el paisaje étnico de esta región y el mundo, sino que dan que pensar: ¿se preparan para ser la gran potencia del siglo XXI?, ¿son instrumento de los Estados Unidos, o hacen como si lo fueran para ganar una guerra sin disparar una sola bala? No lo sé. Sólo creo conveniente ser testigo de la historia cuando esta se desarrolla y no sólo cuando ya se halla escrita en los libros y entonces uno siempre predice correctamente como decía Disraeli. Vuelvo a los ochenta y pienso en Capra. En su crítica de “estilo californiano” a la epistemología natural y al paradigma cartesiano-newtoniano. Del Tao de la Física a The Turning Point. A su intento de hallar coincidencias entre los descubrimientos de la física moderna y las antiguas tradiciones de oriente. Me ilumina y oscurece a la vez. Me pregunto de dónde nace esta corriente de búsqueda y también acerca de la sinceridad de la misma. No hallo una respuesta, pero mi espectro de posibilidades crece a pesar de ello. No parece destinado a crear enemistad entre culturas sino todo lo contrario. “La supervivencia de la humanidad dependerá en gran medida de la habilidad de la gente que piensa diferente, para actuar juntos”, sostiene Hofstede en el prefacio a la primera edición de su citado libro. Difundir los contenidos culturales básicos estereotipados no parece una mala estrategia para crear el 210 | clima de un mundo globalizado. La cuestión es saber qué predominará, si el multiculturalismo basado en una visión humanista, o un aparente “choque de civilizaciones”. ¿Qué emergerá de todo esto si el poder se decide por la muerte? Por aquel entonces el retorno a la religión, a una espiritualidad más profunda parece progresista. Sin embargo veo por doquier que tal retorno es considerado también como reaccionario. Una peligrosa involución. La “Revancha de Dios” como dice Huntington que, a su vez, destaca –al igual que Rifkin– la religiosidad de los estadounidenses como una virtud, cosa que el segundo parece no considerar como tal. ¿Es o no es el eterno “opio de los pueblos” como decían o aún sostienen marxistas y no marxistas? ¿Pero qué religiosidad? ¿Qué signiica tal cosa en Occidente hoy? ¿Es capaz de inducir a acciones coherentes con sus más fundamentales postulados legibles aún sin ser “literalistas” en la interpretación de las escrituras? El viejo freud también me previene y me frena. Me repite sin cesar que la religión “es un cuento de hadas”, “un estado lamentable del espíritu humano”, casi un signo patológico regresivo como se deduce no sólo de su obra, sino de las deiniciones de religión que iguran en la Enciclopedia Británica. Este pensamiento aleja de mí toda esperanza en el “más allá” pero es distinto al espíritu antireligioso actual que lo considera demasiado a menudo como caldo de cultivo del fundamentalismo. Aún así gozo con freud sin coincidir con él. La liberación es posible aunque sea por otra vía. Me conduce a la búsqueda de la verdad en un inconsciente que parece tener los atributos del mismo Dios. Es posible que después de todo no estén tan lejos el uno del otro si el hombre posee conciencia limitada y Dios, como el Inconsciente, son Conciencia Absoluta. Memoria del Universo. testigo silencioso de su propio desenvolvimiento en el tiempo-espacio donde emerge el mundo material. Semejante al gozo de todo aquello –desordenado y confuso como los pensamientos cuando luyen a su ritmo sin orden preciso alguno– es el dolor que me provoca la idea de que “para hacer amigos hay que tener enemigos” y que este razonamiento se inscribe en una “racionalidad” que nace de una epistemología que se ha extendido por todas partes. Que nació de occidente; de un pensamiento que, como el de Vico, creía que pasar de una | 211 etapa histórica a otra era pasar de una forma de razón inferior a otra superior Pienso en la igura de Osama Bin Laden, en su alianza con los EE.UU. contra los soviéticos en Afghanistán y los vínculos de su familia con la de Bush. Un Bush considerado próximo a los fundamentos cristianos de occidente. Un verdadero conservador. Pienso luego en aquel, como el líder de Al Quaeda y empresario de la construcción, multimillonario saudita. En la repetición de imágenes a través de la televisión donde creo percibir dobles. Algo profundo, intuitivo, me dice que podría ser una trágica farsa. Árabes festejando la caída de las torres gemelas, imágenes que creo haber visto repetidas por la CNN, antes de que las torres cayeran y que corresponden al pueblo palestino que siempre maniiesta o derrama lágrimas de dolor. Pero las imágenes pasan tan rápido y no tomé la precaución de grabarlas. forman ya parte de la “Casa del Pasado” Me surgen sospechas como a tantos otros acerca del carácter estratégico del ataque del 11-S: de inmediato se anuncia el comienzo de una nueva era. Un Turning Point de carácter bien distinto al pensado por Capra. Es el inicio de la tercera Guerra Mundial dicen los medios. El día que comenzó el siglo XXI repiten otros. Para James Woolsey ex director de la CIA se trata de la cuarta. “La guerra contra el terrorismo”. La “guerra preventiva” como nuevo concepto para salvar a occidente amenazado por los nuevos “pueblos bárbaros del siglo XXI” que utilizan aviones como misiles con el in aparente de restaurar un sueño milenario. Unos fundamentalistas islámicos peores que Khomeini y mucho más peligrosos que Gadhai, de los que varios meses antes se sabe por su maltrato a las mujeres a través de innumerables cadenas de e-mail: el régimen talibán que protege a osama Bin Laden. ¿Podríamos imaginar una cadena de mensajes semejantes denunciando la violencia familiar en occidente? ¿Qué aspecto las hace diferentes? ¿El hecho de que en un caso la ideología lo apoye y en el otro lo rechace? Si así fuera, ¿importaría algo el hecho de que al margen de las ideas, las mujeres y los niños son igualmente maltratados en una y otra cultura? ¿Dónde queda el concepto de eicacia de nuestras ideas e instituciones para evitar este tipo de violencia? ¿Sería admisible que interviniera el ejército para evitar la violencia familiar occidental? Al margen de esto es llamativa 212 | la existencia de esta cadena de mensajes en el transcurso del año 2001 previo al ataque a las torres. Leo atentamente con curiosidad el Extracto del Informe Final de los Atentatos Terroristas contra Estados Unidos preparado por la Comisión Nacional de Investigación. Una obra maestra para desresponzabilizar cuidadosamente a todos y a cada uno de los que pudieron prevenir el ataque. Se desprende de dicho informe que según las normas y protocolos de acción habituales, todos actuaron correctamente. El mensaje implícito es “no estábamos preparados para este tipo de ataques”, “las normas y rutinas de la burocracia” resultan así, en última instancia, las verdaderas responsables. A pesar de su pulcritud, surgen algunas contradicciones. Se desprende del informe que un agente del fBI de Minneapolis tuvo que defenderse de una acusación de que su informe de alerta máxima se hallaba redactado con la intención de “afectar” al lector. Este agente repuso que esa era justamente su intención porque: “trataba de evitar que alguien subiese a bordo de un avión y lo estrallase contra el World Trade Center (WTC). Su interlocutor en las oicinas centrales le replicó que eso no ocurriría…” (Comisión Nacional de Investigación, 2004:299). El WtC había sido objeto de un ataque en 1993, ¿no convenía tomar en serio esas advertencias? La guerra contra el terrorismo ya se hallaba planteada hace tiempo, tal como se deduce de la literatura previa ya editada en inglés entre 1999 y 2000 (Stern, 2000). Los ataques suicidas no podían ser considerados ninguna novedad. Los norteamericanos no podrían olvidar tan facilmente a los kamikazes japoneses, menos aún luego de tantos años de experiencias recientes en Israel y la franja de Gaza como para no tomar en serio tantas advertencias en un clima que el mismo informe revela se hallaba plagado de rumores de que Al Quaeda se hallaba planeando “algo muy grande”. Pero la rutina de control de tráico aéreo a pesar de haber detectado a los sospechosos en aquella fatídica mañana sólo consistió en que sus equipajes no fuesen despachados hasta que los sospechosos no subiesen al avión. Por otra parte, ¿puede la epistemología natural de occidente llegar tan lejos en su condicionamiento mental como para aplicar reglas de rigor cientíico en el uso del lenguaje a informes de inteligencia cuyo propósito es justamente movilizar a una acción inmediata? ¿Es creible que frente a esta advertencia y la detección de los | 213 sospechosos en los aeropuertos no hubiese una medida estricta de no permitir el ascenso de los terroristas a los aviones? Según Richard A. Clarke (2004:289-294), coordinador del Consejo Nacional de Seguridad desde al menos 1990, hacía años que se estaba gestando la lucha contra el terrorismo y en especial contra Al Quaeda. En este contexto ordenó que todas las agencias debieran informar sobre cualquier cosa que se saliera de lo corriente, “hasta la caída de un gorrión de un árbol”. Airma que pidió al fBI que enviara otra advertencia a los 18000 departamentos de policía, que los oiciales de las FFAA, Inmigracion, Servicio secreto, Guardacostas, Aduanas y el Servico de Protección de Instalaciones federales se reunieran en la Casa Blanca. Que solicitó a la ffAA que enviaran advertencias de seguridad a las líneas aéreas y a los aeropuertos y que se realizara un exámen riguroso de los puertos de entrada. En tal contexto, ¿es creíble que un informe tan concreto como el del agente del fBI de Minneapolis fuese ignorado por una trama burocrática ineiciente y desprevenida? otro dato llamativo en tal contexto es que, mientras la torre Norte era atacada, sólo Morgan Stanley –uno de los grupos inancieros más poderosos del mundo, que ocupaba más de veinte pisos de la Torre Sur– ordenó el desalojo inmediato. El resto fue obligado a tranquilizarse y retornar a sus puestos (Comisión Nacional…, op. cit.:306). Puede que todo halla sido así, un cúmulo de desentendidos y azares, respuestas automáticas, acatamiento estricto a normas y rutinas burocráticas, situaciones confusas, efecto sorpresa, acciones acertadas como las de Morgan Stanley que produjo el citado informe del 20-8-2001. Pero sea como sea resulta claro –como lo señaló Huntington– que a partir de ese momento los Estados Unidos obtuvieron aquel enemigo que habían perdido tras la Guerra fría. obtuvieron las credenciales concretas del enemigo que buscaban. “El retorno al realismo” tenía de este modo que superar uno de dos obstáculos que Eric Hobsbawm señalaba en su análisis del siglo XX efectuado en 1993: “que el sistema no tiene ninguna amenaza política creible” (Hobsbawm, 2003:566). Cuando vi las imágenes urbanas de Afganistán –debilitado hasta la médula tras la guerra contra la ocupación soviética– se me representó claramente que el proceso de modernización no ha concluido aún, a pesar de que lo hará como muestra mi análisis 214 | prospectivo. Que el supuesto peligroso advesario de occidente tenía un tamaño insigniicante frente al poder militar de los Estados Unidos. Algo obvio si tan sólo recordáramos la rapidez de la Guerra del Golfo frente a un enemigo que se decía poseía el ejército más poderoso y temible de Medio oriente. Una guerra en la que recordemos, Bush padre rehusó destituir a Sadam Hussein justamente porque todos los analistas políticos sabían que tal cosa provocaría una desestabilización de Medio oriente ¿Ese peligro ya no era tal en el 2003? ¿Quizás querrían desestabilizar Medio oriente? ¿Para luego reestructurarlo o simplemente para crear las condiciones unilaterales de dominio de las reservas petroleras? ¿Domino indirecto de China, y de paso de Europa y Japón? ¿Utilización de la capacidad productiva ociosa en Estados Unidos y el mundo? Preguntas con miles de respuestas posibles. Sin embargo, aunque las causas puedan ser múltiples la ciencia nos dice que no todas pueden se verdaderas. Sí, un conjunto de ellas, pero se está en un terreno difícil para la comprobación objetiva. Es más propenso a la especulación. Por eso mismo, tan fácil presa para la desinformación y la produccción de informes contradictorios propios de la cultura de la “ambigüedad cientíica”. No obstante la instigación intelectual a reprimendas más duras contra las vejaciones a los estadounidenses estaban en marcha ya durante los noventa (Adams, 1999:437). Es que como señala Eric Hobsbawm en su Historia del siglo XX, hacia inales de siglo la política se convirtió cada vez más en un ejercicio de evasión, los gobiernos hacían y hacen lo posible para eludir el electorado y tomar decisiones a sus espaldas poniéndolos frente a hechos consumados. Sin embargo el gobierno o cualquier otra forma de toma de decisiones públicas no podían ni pueden seguir gobernando sin el consentimiento del pueblo, porque para bien o para mal en el siglo XX la gente corriente entró en la historia por su propio derecho colectivo. Es esta la razón por la cual insisto en analizar los hechos del 11-S en el contexto de la crisis general del sistema mundial y en señalar cómo se ha preparado el clima intelectual de aceptación de decisiones que en ningún modo serían posibles de tomar en un contexto de debate abierto. “La creación de enemigos” no es un hecho menor, ni un producto ajeno a la planiicación social que emerge de la epistemología natural de occidente. | 215 Pero las reglas de una sociedad abierta detestan la ingeniería social propia de cualquier régimen totalitario. Por esto, tal como sucede en la naturaleza, el engaño es una de las armas de supervivencia más eicaces. Porque además frente a hechos consumados es poco lo que la ciudadanía puede hacer. forma parte de la terrible contradicción del siglo, hay más libertades que nunca, pero no son políticamente utilizables para construir una alternativa ni para impedir el horror de la guerra. Intelectualmente, la corriente orgánica que piensa en que la democracia y la libertad no son sinónimos está aumentando peligrosamente. Sí, recuerdo además los aviones de la fuerza Aérea estadounidense sobrevolando las playas plagadas de bañistas en la costa de Málaga en agosto de 1990, preparándose para la operación “tormenta del Desierto”. Pocos meses después las imágenes de la guerra por tV en tiempo real y yo despertándome por la noche, soñando y diciendo “que horror”. Prendo la radio y me entero de que un Scud ha caído en Israel, pero no contenía elementos químicos. Que a su vez hay cientos de niños muertos en un refugio en Bagdad. De un lado se sostiene que era un hospital donde se refugiaban indefensos civiles. Del otro, que eran “los escudos humanos de Sadam”. El horror estaba allí, porque la guerra es el horror. No se cómo, pero en el estado de sueño creo percibir que se captan las cosas que ocurren a distancia. Quizás son restos de los contenidos de la vigilia. Pero estos sueños tienen una intensidad diferente. Quizás sea yo muy sensible a la guerra y eso es todo. Antes, durante los ochenta tuve muchas veces un sueño reiterado. Un avión caía en medio de la ciudad y yo estaba allí intentando huir de sus pedazos en llamas y de trozos de ediicios y automóviles saltando en pedazos. En el momento en que alguno de ellos iba a caer sobre mí, me despertaba. Seguía con vida, porque soñar la propia muerte hasta el inal parece imposible y nuestra psique –creo entender– no lo permite, tal como al parecer no permite recordar todo tal cual ocurrió sin repetir el acto que activó la memoria, sobre todo, en casos traumáticos. Puedo contarle estas cosas a mi psicoanalista, a mi familia, a un amigo que me conozca bien y conie en mi testimonio, pero no a cualquiera. Me expone más que si tuviera que confesar de una terrible aberración. Sí, el sueño puede ser una premonición como la que condujo a José a Egipto o un simple vestigio de 216 | impresiones de vigilia recogidas por mi subconsciente. Quizás algo que se relacione con mis deseos ocultos, reprimidos. Las diversas epistemologías que habitan en mí me hablan de ambas posibilidades. La epistemología natural de occidente me conduce a aceptar sólo la segunda gama de explicaciones. La otra me sitúa en un terreno muy peligroso. Pueden llegar a creer que sufro de delirios o que soy un fabulador. Quizás no me internen pero murmuraran entre rincones y quizás se rian de mi, restará prestigio a mi labor intelectual. o peor aún, quizás sientan compasión de mi lamentable estado emocional. Pero yo sé positivamente que tuve esos sueños y que no miento. Aún así no logro comprender cabalmente su signiicado, ni rechazar de plano otras posibilidades, ¿acaso no es propio de la indagación cientíica poner en duda todo? Sí, lo es, pero sin transgredir ciertas reglas. La ciencia no puede aceptar la bilocación, aún cuando los conceptos de materialidad de la psique son tan endebles como la misma materialidad del Universo cuando se intenta llegar a sus componentes más elementales. Con que gusto hallé que Willis W. Harman, del Standford Research Institute, sostuvo que: “…en algunas ‘culturas primitivas’, el ganado perdido puede ser ubicado enviando la mente sobre el cerro para ver donde está; en la cultura moderna tal visión clarividente remota es reconocida como imposible, de modo que enviamos en su lugar un helicóptero. Recientemente, sin embargo, los militares de lo que era en aquel entoces los ambos lados de la Cortina de Hierro se han interesado en las aplicaciones para los servicios de inteligencia de la visión remota. Han encontrado que es un fenómeno potencialmente confiable y que se puede enseñar eliminando la creencia inconsciente de que es imposible” (Harman, 1983). Quizás ello me haya animado a hacer públicas estas vivencias privadas. Sí, pocos días antes había visto también Pearl Harbor. Me llamó la atención el “latiguillo publicitario” inal: “Gracias a ese ataque los EE.UU. emergieron deinitivamente como potencia y aquello que fue una batalla sangrienta y una pérdida dolorosa se convirtió en la gloria de un pueblo”. Días después del 11-S Pearl Harbor era recordado a través de los medios. Meses antes, Ronald | 217 Rumsfeld insistía en que se leyera la obra Pearl Harbor: Warning and Decision de Roberta Wohlstetter (Woodward, 2002:42). Un “Pearl Harbor” –que en palabras de Jesica Stern– debería ser recordado junto al “Plan Marshall” (Stern, op. cit.) ¿Cierra bien esto con mis hipótesis?, dejo la respuesta abierta al lector… Cuatro días antes de las elecciones en los Estados Unidos, osama Bin Laden reaparece en pantalla. Pocos meses antes, la tragedia en Rusia donde los Chechenos aparecen apoyados por fanáticos árabes, produce la muerte de cientos de niños. osama Bin Laden sigue vivo, como Sadam Husein tras la primera y segunda Guerra del Golfo. “¿Quién podría hacer amigos de no haber enemigos?”. Claro que si sostengo esto caigo en un terreno muy próximo al de una “visión conspirativa de la historia”. En realidad jamás adheriría a tal visión. Sin embargo creo importante señalar que sería ingenuo pensar que no existen conspiraciones y complots, parte de estrategias de acción planiicadas. Las ha habido siempre. Los crímenes e intrigas palaciegas, al envenenamiento de Papas, los asesinatos selectivos de líderes y presidentes, los golpes estratégicos, los derrocamientos de regímenes enemigos, todo esto forma parte de la historia. Si bien no la explica, son hechos que puestos dentro de un contexto teórico adecuado más amplio, aclaran los procesos reales. Construyen un marco interpretativo válido que situan los hechos históricos ordinariamente narrados en términos cronológicos y bajo contextos explicativos fragmentados. Pero se dice que esta “cuarta guerra mundial” “va a durar mucho más que las anteriores”. El plan de reconstrucción de oriente Medio data de comienzos de los noventa o antes. Se sostiene que se convirtió después del 11-S en parte del “Worldwide Attack Matrix” que la CIA presentó a consideración de Bush tras aquel suceso. Pero dicho plan ya estaba listo desde mucho antes. Me pregunto, ¿podría haber sido desplegado sin un suceso de gran magnitud que conmoviera al mundo entero? En general la gente es pesimista respecto a las posibilidades de paz, pero reacia a la guerra sin una “justiicación creible” (Ornauer, Wiberg, Sicinsky y Galtung, 1976). Noam Chomsky ha trabajado bien el tema respecto a la forma en que se ha presentado la cuestión en los Estados Unidos, respecto al conilcto árabe-israelí en años recientes y no tan 218 | recientes, lo que le ha costado el mote de ser un “fanático de la oLP”. Nos dice así que: “que el problema de organizar el ‘consentimiento político’ surge de forma especialmente brusca cuando la política de Estado es indefendible, y se agrava en la medida en que aumenta la gravedad de las cuestiones. No cabe duda sobre la gravedad de las cuestiones que surgen de Oriente Próximo” (Chomsky, op. cit.:46-47). ¿No resulta apropiado pensar por consiguiente que en este caso se trataba también de organizar el “consentimiento político” frente a una situación grave que involucra ya no sólo a oriente próximo, sino también a la región del Mar Caspio y por ende el suministro energético a los próximos grandes demandantes de energía como serán China e India? Los análisis antes efectuados y las hipótesis de la guerra por los recursos, planteadas entre otros por analistas como Michael t. Klare (2003), hacen que al menos esta idea no resulte descabellada o falta de fundamentos. Pero volviendo al citado Plan, el mismo describe operaciones militares para combatir al “terrorismo” en más de ochenta países, aunque hoy Estados Unidos tiene presencia militar en más de ciento veinte. La pregunta urticante no tarda en emerger del propio contexto casi naturalmente: ¿Habrá formado parte de dicho plan el propio ataque a las torres o a al menos “el dejar que sucediese a pesar de los alertas”? La idea repugna y por lo tanto es rechazada. No obstante, de distintos modos muchos lo creen o lo insinúan. Pero al pueblo estadounidense no le importa o no lo cree. No lo puede creer. Quizás su capacidad relexiva sea baja o se hallen aturdidos por los medios. Han pasado por los asesinatos de los Kennedy, por el escándalo de Warwergate, por la humillación en Viet Nam, por los affairs de Bill Clinton y su orgullo nacional ha sido deinitivamente herido el 11-S. ¿Que más da? Moore aparece como un rudo panletario y no hace mucho por disimularlo. Chomsky reitera que existían pocas pruebas frente a lo que debe de haber sido la investigación más profunda de la historia reciente, pero igualmente asume como hipótesis para su análisis que el responsable ha sido osama Bin Laden y su red de terroistas de Al Quaeda. frente a tal panorama la verdad puede no ser aceptable. | 219 Se ha dicho de tantos modos distintos que la cultura occidental es cruda, materialista y arrasadora, que no agregaría mucho airmándolo nuevamente a no ser porque ciertas verdades se olvidan con frecuencia. Su historia se basa en el exterminio masivo de culturas y civilizaciones que impiden el progreso. No sólo el siglo XX ha sido testigo de exterminaciones masivas por razones ideológicas o culturales, aunque ciertamente las de aquél han sido más frias y calculadas. Se dice que las fuerzas Armadas son para la opinión pública estadounidense la Institución más coniable en la actualidad. Algunas personas después de todo se hallan condicionadas a ver las cosas de un determinado modo. No le asignan signiicado a las cosas de manera deliberada, simplemente las ven de ese modo. Sin posibilidad de elección, sin darse cuenta de que lo están haciendo. Por eso aún siendo culpables no son responsables. Pero el signiicado cambia con el contexto. Es parte de él y nuevos signiicados modiican continuamente la realidad de tales contextos. ¿Serán estos sucesos un desenlace inevitable de la epistemología natural de occidente? ¿La corroboración de la agresividad natural de las civilizaciones alfabetizadas que como occidente desde la antigua Grecia a nuestros días se ha convertido en un conquistador y arrasador cultural, como sugería Marshall Mac Luhan? (oltmans, 1975:96) ¿Se hallaran relacionados con la dinámica del sistema industrial en profunda crisis sistémica? ¿Serán todas estas posibilidades producto de una misma y única matriz indisoluble cuyo signiicado es fragmentario y confuso? Popper nos habla de la interelación entre lo que el denomina Mundo 1 (el de la naturaleza física, de las rocas, los árboles, los campos físicos de fuerzas, el mundo de la química y de biología), del Mundo 2 (el de la naturaleza psíquica y psicológica, el mundo de las emociones, sentimientos, disposiciones a actuar, donde se forman o surgen el temor y la esperanza, un mundo subjetivo) y inalmente el Mundo 3, (el mundo de las producciones culturales, de las teorías cientíicas y otras, en síntesis el mundo de los productos de la mente humana) (Popper, 1982:135-145). Nos señala también que estos tres mundos interactúan. El Mundo 1, puede ser modiicado por el Mundo 3 porque éste es en cierto modo autónomo, y el Mundo 1, abierto. también el Mundo 2 puede modiicar al Mundo 1 y ambos ser modiicado por el Mundo 3. Pero si esto es así y nuestras teorías del Mundo 1 y 220 | 2, que constituyen el Mundo 3, fuesen parciales y erróneas frente a la totalidad de la realidad, entonces podemos actuar, sentir y pensar de un modo erróneo. Por ejemplo, ¿qué sucede si el conocimiento moral tuviese bases objetivas en la estructura evolutiva del universo y no fuese un mero producto cultural? ¿Estaría el hombre occidental moderno actuando racionalmente en un sentido más completo del término racionalidad que el derivado de la racionalidad orientada por ines que pueden dar lugar a todo tipo de disparates? Sí, el cerebro humano es un milagro, como señala Popper. Sus productos forman una parte indisoluble de los procesos evolutivos, no ya sólo en términos puramente genéticos, sino culturales: “El hombre ha creado el lenguaje humano, con su función descriptiva y el valor de la verdad, y con su función argumentativa y el valor de la validez de los argumentos, ha trascendido los lenguajes animales con sus funciones meramente expresiva y comunicativa. Con él, el hombre ha creado el ‘Mundo 3’ objetivo, algo para lo que sólo hay analogías muy remotas en el mundo animal. Y con esto, el hombre ha creado un mundo nuevo de civilización, de saber, de crecimiento no genético: de crecimiento que no se transmite por el código genético; de crecimiento que depende tanto de la selección natural como de la selección basada en la crítica racional” (Popper, op. cit.:144-145). Pero un “mundo abierto” y “racional” debe admitir el error, tanto como el aprendizaje que en él decimos se basan los mecanismos de selección natural. El error supone de algún modo la verdad y su inmenso valor. Pero es tan corriente escuchar que no hay una sóla verdad –y puede ser tan justiicado en algunos casos sostener tal cosa–, que solemos olvidar que existe un mundo objetivo al margen de nuestras diicultades para captarlo, entenderlo, explicarlo satisfactoriamente a un nivel que no sea fragmentario. Esta airmación tan popular “de que no existe una sóla verdad” no se aplica sólo a campos legítimos de cuestiones opinables, sino lamentablemente es escuchada cada vez con mayor frecuencia en el ámbito de las decisiones económicas y políticas, porque forma parte de la supervivencia personal de aquellos que aspiran a mantenerse en un determinado nivel de vida al cual no desean | 221 poner en riesgo. Es parte del caldero del Unsicherheit descrito por Bauman. Como sostiene Jaques Barzun: “Tal como estan las cosas, a pesar del concienzudo trabajo de muchas mentes preparadas, los informes ‘científicos’ que afectan a una amplia gama de asuntos son contradictorios, se les da la misma publicidad y los profanos no pueden decidir cuál creerse… es imposible formarse una opinión inteligente. Y cuando hay pruebas de que las empresas y los políticos influyen en más de un pronunciamiento ‘científico’, se pierde esa confianza en la ciencia que se tenía y pregonaba en el siglo XIX” (Barzun, 2004:1109). No puedo así dejar de pensar porque en mi se alojan muchas epistemologías y muchas búsquedas. Ininidad de imágenes e ideas. Y vengo tarde a descubrir que esto es justamente lo propio del hombre occidental. Así como Huntington se pregunta ¿Quiénes somos? –tratando de reforzar la identidad nacional del estadounidense como el más iel representante de la cultura occidental–, lo hace el ya citado historiador Jacquez Barzun, presidente por dos veces de la American Academy of Arts and Letter, desde una perspectiva parcialmente diferente y mucho más realista. El nos dice que al leer “nuestro pasado” o “nuestra cultura” tenemos el derecho a preguntarnos ¿quiénes somos nosotros? Y da una respuesta muy sencilla “eso es algo que debe decidir cada cual”. Al explicar a occidente como moviéndose entre los extremos del “Privitimismo” (el sueño del retorno al hombre natural, pre-moderno, “el buen salvaje”) y “La Emancipación” (como sinónimo del reclamo de todo lo vivo a tener derechos), y deinirla como una cultura mestiza por excelencia, describe justamente un aspecto esencial de la particularidad propia de occidente. Si uno quisiera ejempliicar estas dos tendencias culturales a modo de “cliché” (a través de producciones cinematigráicas), recomendaría ver las películas “Instinto” (Privitimismo) y “Mar Profundo” (Emancipación). Por ello, occidente no puede tener una identidad restringida. Ella justamente proviene de un continuo conlicto de visiones del mundo, de la perpetua incorporación de cientos o miles de costumbres, ideas, inventos, tradiciones y cambios. Esa es su identidad: “una suerte de no identidad” en tanto está formada por al menos mil millones de respuestas individuales que afectan hoy a otros cinco 222 | mil millones a pesar de que sabemos que las respuestas “individuales” pueden ser producto del “condicionamiento” y no de la libertad, al menos desde los tiempos de fromm, cuando escribió El miedo a la libertad. La diversidad, sin embargo, no debería ser entendida en términos extremos como una absoluta ausencia de identidad o unidad, algo que es obvio si se piensa en la occidentalización del mundo entero como un fenómeno incontestable. Dicha identidad es de un orden distinto. “Los pueblos de Occidente han ofrecido al mundo un conjunto de ideas e instituciones que no existían en épocas anteriores ni en lugar alguno… ha habido con ello una unidad combinada con una enorme diversidad. Con préstamos numerosos de otras tierras, prosperando en la disconformidad y la originalidad, Occidente ha sido una civilización mestiza por excelencia. Pero no obstante la disparidad y el conflicto, ha perseguido fines característicos –en eso consiste su unidad– y ahora dichos fines, llevados hasta sus últimas consecuencias, estan produciendo su desaparición. Su final se advierte en el punto muerto de muchos conflictos de nuestro tiempo: entre partidarios y contrarios al nacionalismo, el individualismo, el arte culto, la moral estricta y las creencias religiosas. El Individuo, ya en toda la extensión de la palabra, esgrime una panoplia de derechos, incluido a ‘hacer lo suyo’ sin impedimentos de la autoridad” (Barzun, 2004:20-21). Y aquí Jacques Barzun parece airmar una realidad, que también puede encubrir un juicio de valor por su parte, estemos o no de acuerdo con él. Así recordando que “unidad no signiica uniformidad, y que la identidad es compatible con el cambio”, este autor preiere utilzar el término era para deinir los últimos quinientos años de historia occidental, y subdividir esta era en una periodización que se conigura del siguiente modo: 1) [1500-1660] dominado por la cuestión de por qué creer en la religión; 2) [1661-1789] por cuestiones en torno al status del individuo y el modo de gobierno, 3) [1790-1920] por las vías para lograr la igualdad social y económica, y 4) [1921-2000, hasta nuestros días] como una consecuencia mixta de todos estos esfuerzos (Ibídem:24-25). | 223 Aún cuando a mi juicio, el período de la posguerra a nuestros días y el quiebre de los ‘70, merecerían un capítulo aparte debido a su inmensa novedad, esta periodización y el recuerdo de que existe un contrapunto perpetuo entre ideas que jamás son totalmente derrotadas me parece sumamente útil. Pero retomemos por ahora el tema de la diversidad, porque de ella se deriva parte de las promesas del siglo XX, que sostengo, un nuevo paradigma cultural emergente, está intentando borrar de la historia. Este paradigma tiende al autoritarismo y a la vez a la exaltación del derecho de cada quien a “hacer lo suyo” como sinónimo de libertad. A mi juicio en vez de ser percibido tal hecho como contradictorio, es totalmente funcional “a la nueva era” tal como el auge del tribalismo y nacionalismos que debilitan el poder del Estado-Nación. Al menos bajo lo que denomino “la solución imperial”. Sin embargo, es conveniente aclararlo, una cosa son las promesas del siglo XX y otra es su herencia. Esta no sólo ha dejado ese cúmulo de promesas deseables: paz, prosperidad, igualdad, libertad, sino también las realidades del siglo XXI. En particular parece necesario recordar que el siglo XX ha sido caracterizado por matanzas masivas deliberadas y sistemáticas. Se ha dicho “que los genocidios contemporáneos fueron innoblemente intelectuales” (Ibídem:1104). trátese de la exterminación de judíos y gitanos por parte de los alemanes, o de los kulaks en la ex Unión Soviética, de la Revolución Cultural de Mao, de la exterminación de las poblaciones civiles en Alemania y Japón sobre el inal de una guerra ya ganada, en todos los casos la maquinaria de destrucción se basó en ideas, en ideologías. “Razas dañinas”, “pensamientos dañinos”, “enemigos ideológicos”. En todos los casos tanto los motivos, como el hecho de que la ciencia fuese aplicada a la tecnología con el propósito de causar los mayores daños, constituyó algo muy distinto a la exterminación de Cartago por parte de Roma, aunque no demasiado diverso de la conquista de América. Pero estas matanzas masivas produjeron también una contundente respuesta intelectual. Durante todo el período de la posguerra, la guerra fue condenada como el peor absurdo de la humanidad; el uso y construcción de armas temibles, condenado por la comunidad intelectual y cientíica de mayor prestigio. El Estado 224 | de Bienestar se constituyó en la meta de occidente para todo el mundo. Y es justamente todo esto lo que la ideología emergente sobre ines del siglo pasado y principios del presente va haciendo aparecer como algo perteneciente a un pasado remoto. “Los nuevos enemigos son culturales e ideológicos” nuevamente. Sobre esta base aparecen nuevas justiicaciones racionales muy similares a las de los totalitarismos más repugnantes del siglo XX. Quiero recordar el ideal paciista de Einstein, uno de los grandes en todo sentido. Sí, judíos, musulmanes, hindúes, budistas, cristianos. Individuos, verdaderos individuos profundamente comprometidos con lo político y lo social. Con la búsqueda de la verdad. Con la defensa de los derechos del hombre, derechos universales matizados e interpretados de tantos modos distintos. Siento por esto que es injusto e irrespetuoso tildar de fundamentalismo al paradigma tradicional-religioso y que es exagerada la veneración por la “epistemología natural” a pesar de que en algunas cosas me simpatiza. Me cuestiona. Me induce a pensar qué tipo de paralelismo puede existir entre las posturas deterministas e indeterministas con respecto a las posturas religiosas y antireligiosas. Pero él mismo Popper señala que la contoversia, aunque se inclinara hacia el indeterminismo, no bastaría para dar lugar a la libertad. Los sistemas deben ser abiertos. Pero en Popper no hallo una postura necesariamente antireligiosa. En todo caso separa universos de discurso que son distintos y que en la historia pueden o no ir juntos. Yo mismo dudo de las ventajas de mezclar ambos mundos, pero me preocupa el hecho de que la metafísica que va emergiendo del conocimiento cientíico se constituya en una nueva forma de pensamiento cerrado, tanto peor cuanto permea el pensamiento masivo, generalmente poco relexivo. Es en el fondo una unión de hecho o un matrimonio legal entre esta nueva religión oicial (“el mesianismo cientíico”), el poder del Estado y el de los poderes supranacionales propios de nuestra época. tal como está, es un verdadero enemigo para resolver la problemática del siglo XXI. No veo entonces por qué la oposición islámica a la occidentalización debe ser puesta en un plano diferente a la que proviene 27. The Millennium Project es patrocinado por: ford Motor Co; Monsanto Co.; U.S. Environmental Protection Agency (EPA); Alan f. Kay & Hazel Henderson foun- | 225 del cristianismo en tantos temas delicados, a no ser porque la naturaleza dotó a la región donde predominan los musulmanes de un recurso sumamente estratégico para occidente. Por otra parte, ¿el conlicto con medio Oriente sería lo que es sin la cuestión palestina? obviamente no. En su escrito El sionismo en retrospectiva, escrito en 1945 y muy recomendable de releer detenidamente en nuestros días, Hannah Arendt señaló que: “Los judíos conocedores de la historia de su propio pueblo, deben saber que esa situación [se refiere a la actitud de los sionistas que ignoraban la opinión y derechos de los pueblos árabes] solamente puede desencadenar una nueva ola de odio hacia ellos; el antisemitismo de mañana dirá que los judíos no sólo se han aprovechado de la presencia de potencias extranjeras en la región, sino que han sido ellos quienes verdaderamente la han urdido y que por lo tanto han de responzabilizarse de las consecuencias” (Arendt, 2004:132). Las controversias entre los puntos de vista de Roma y los de las corporaciones multinacionales nucleadas en torno al proyecto Milenium27 acerca de las políticas demográicas, no conducirían a disparar un misil contra el Vaticano ni su Pontiicia Academia. Los reclamos del Papa Juan Pablo II para incluir una referncia explícita a Dios y a la tradición cristiana de Europa, ausentes en el proyecto de la Constitución de la Unión Europea –y hasta la explícita referencia que señala Rifkin respecto a que “Dios no nos gusta” por parte de un diplomático francés– no fueron percibidos como un conlicto fundamentalista (Rifkin, op. cit.:272). Sin embargo dichas controversias son también sin duda alguna de orden civilizatorio. Posiblemente además haya, de hecho, disparos de “misiles culturales”, más efectivos que los materiales cuando ciertas controversias son urticantes. Los “disparos culturales”, ya no contra los puntos de vista de Roma, sino contra Europa también pueden provenir de otros sitios más oscuros, en especial si se lee con atención la carta de dation for Social Innovation; Motorola Co.; U.S. Army Environmental Policy Institute; Hughes Space & Communications; Shell international (Royal Dutch Shell); Pioneer Hi-Bred International, General Motors y Deloitte & touche. Cf. technological forecasting & Social Change (1999). En especial, Glenn y Gordon (1999). 226 | derechos civiles. Me pregunto qué quedará de ella en la práctica tras el 11-J y 21-J. Pero nada de esto es presentado dentro del contexto de “choque de civilizaciones”. China comunista se enfrentó con el Dalai Lama, pero no se le ha ocurrido pensar en que ello podría convertirse en un gran problema civilizatorio que justiique una guerra preventiva, aunque obviamente también lo es. Supongamos que estas minorías se armaran y lograran de vez en cuando golpear al poder, ¿reaccionarían los chinos con un incremento del presupuesto militar del orden de los 80 o 100 mil millones de dólares? No tengo una respuesta, pero supongo que reaccionarian como ya lo hicieron: puntualmente. Recuerdo cuando voló la estación de trenes en Bologna. Un atentado criminal como el del 11-M de Atocha en España. Pero por aquel entonces Al Quaeda no existía. Se señaló como responsable a la Logia P2, un grupo neofascista ligado a los Servicios de Inteligencia y a los grupos antiinsurgentes que operaban en América Latina y Europa. Su objetivo era crear, mediante acciones provocativas, gobiernos autoritarios. El atentado de Bologna fue un 2 de agosto, el mismo día en que Sadam Hussein comenzó la invasión a Kuwait diez años después. ¿Será tan sólo un símbolo o una mera casualidad? ¿Habrá sido un ensayo, como se dice lo fue Guernica para probar las nuevas armas antes del inicio de la Segunda Guerra Mundial? Quizás nunca lo sabremos. Muchos de los atentados terroristas ocurridos durante los ‘90 –supuestamente basados en fundamentalismos religiosos– son de tal irracionalidad y han provenido de grupos tan oscuros, que al menos conducen a despertar sospechas acerca de su verdadero objetivo y origen: “Identidad Cristiana” y tymothy Mc Veigh; la Secta Aum Shinrikyo y su lídr Shoko Asahara admiradora del gas Sarín y de Hitler; la existencia del reclutamiento de miembros de Al Quaeda en los Estados Unidos en un centro islámico en el corazón de New York. todo un misterio. Ciertamente, los ochenta marcaron un profundo giro tras la crisis de mediados de los setenta. Atentados irracionales neofascistas se multiplicaron por Europa. Aunque es difícil probar las intenciones, ellas existen y la epistemología natural presenta el ámbito intelectual propicio para realizar todo tipo de experimentos sociales. La ingeniería sociológica se ha puesto en marcha y | 227 ya no parece ser la enemiga de la sociedad abierta como planteaba Popper. Actualmente parece su socia predilecta, o bien la sociedad abierta es una especie en extinción y Popper sigue en lo cierto. La postura de George Soros es, para quien airma ser un discípulo de Popper y un promotor de las sociedades abiertas, una muestra transparente de la vocación (o necesidad) imperialista de los Estados Unidos en una versión distinta a la de Bush. Creo percibir así un integrismo mucho más duro que el religioso en el paradigma de la epistemología natural, que se oculta con gran habilidad tras un supuesto discurso abierto. Puede que no sea su intención, pero si lo son sus resultados. La intolerancia no tiene una sóla cara. En este contexto me parece apropiado citar también una relexión acerca de la “racionalidad del mal”. Pertenece al ilósofo Héctor Neri Castañeda: “Un Agente Maligno consistente es concebible… Él no necesitaría caer en ninguna contradicción lógica, sea de pensamiento o de conducta; no necesitaría ser naturalmente insano o, de algún modo profundo más bien inconsciente, o infeliz; en modo alguno, tampoco irracional. Él podría ser extremadamente lúcido, conocedor del mundo y de la naturaleza humana, y sumamente determinado en la formulación y ejecución de ingeniosos y eficientes planes de acción. Todo lo que necesitaría es una constitución cruel e insensible y la habilidad de manipular y ejercer coerción sobre otros. El requisito es que debe tener en claro que los dolores de conciencia, la compasión, la empatía, el amor a otros y la necesidad de afectos no son los acompañantes lógicamente necesarios, ni del pensamiento teórico acerca del mundo, ni del pensamiento práctico acerca del qué hacer. Ellos son simplemente efectos generados por la interacción social, especialmente la de carácter pedagógico, de la conciencia de nuestra propia ‘insuficiente finitud’, y de una muy profundamente arraigada tendencia a disfrutar de la cooperación. En suma, no existe una refutación de la postura radical del escepticismo moral, la cual aduce la posibilidad de existencia racional de un Agente Maligno” (Castañeda, 1990:260-261). 228 | A pesar de todo, soy un hijo del esplendor del siglo XX. Me gusta Internet, me complace lo moderno y admiro lo antiguo. La pátina del tiempo pegada a los muros de Roma y al Samovar de mi bisabuela. Me gustan las tapas desgastadas de La Historia de la Filosofía Occidental escrita por Bertrand Russell y la colección de Arnold toynbee con su lomo azul ya descolorido por el sol, reposando en bibliotecas modernas. Y aunque las luces de las ciudades han ocultado el esplendor del cielo, éste aún está allí. A pocos kilómetros para quien desee contemplarlo y más cerca que nunca para maravillarse de su inmensidad y del brillo titilante de sus incontables estrellas. Me molesta terriblemente la trivialidad y supericialidad de gran parte del pensamiento actual, tanto como el sincretismo de la New Age donde se mezclan ovnis, experiencias con seres extraterrestres y aforismos místicos. Y sin embargo, aún allí, bajo la luz de una mirada benévola puedo hallar un intento constructivo para rescatar al hombre moderno de su angustia existencial. No se quien soy y quiero saberlo. Sí, la identidad es importante. Proviene del signiicado y éste da dirección a los actos. Es justamente la ausencia de una coherencia mínima en la dirección de los actos, la ausencia de un rumbo, lo que resulta preocupante del desarrollo tecnológico y económico actual. Es una consecuencia del capitalismo, sin duda, pero el socialismo real no logró imprimir un rumbo demasiado distinto a la humanidad y a mi parecer su origen en la epistemología natural de occidente tiene mucho que ver con su fracaso, ¿sobre qué base moral y ilosóica era posible construir tal proyecto? Es un tema eludido porque necesariamente conduce al rol de los sistemas prescriptivos extrínsecos al yo, al papel de las religiones tradicionales como reguladoras del comportamiento humano y sus consecuencias tanto positivas como negativas. Pero me sería imposible evitar la diversidad universal que en mí depositó el siglo XX. Él me permite conectarme con el pasado, con tradiciones diversas, con el patrimonio histórico de la humanidad. Con lo mejor y peor de él. Pero ello de ningún modo me conduce al fanatismo. No puedo ser un fundamentalista ni del paradigma cientíico-técnico, ni de religión alguna. Creo que la verdad existe y puede ser descubierta. Creo también que la gran verdad se compone de la idelidad cotidiana a las pequeñas verdades. | 229 Pero he aquí que siendo hijo del siglo XX me toca trasponer el umbral del tercer milenio. En esta etapa la mentira y la confusión –existentes a lo largo de toda la historia humana– se han vuelto peligrosas. Más peligrosas que una catástrofe nuclear porque ella podría justamente ser su hija predilecta. Además la confusión se puede sembrar intencionalmente. Entre otros Paul Watzlawick en su obra ¿Es Real la realidad?, ha analizado el tema, pero es una cuestión muy antigua: “¿Son astutos y engañosos a causa de una necesidad y falta de inteligencia, o bien lo son en virtud de una inteligente perfidia? ¿Podrías tu encontrar una ciencia en la que el que dice verdad sea distinto del que engaña y miente, en la que éste no sea un solo y mismo hombre?”. Así, preguntaba Sócrates a Hipias (Platón, 1979:104) en su lucha descarnada en contra del concepto de “verdad como persuasión”, propio de los soistas. 4. Explorando algunas cuestiones epistemológicas vinculadas a la “racionalidad” y supremacía de occidente: visiones de la evolución, “prepotencia del lenguaje” y nuevas síntesis Se ha dicho que el occidente liberal-secular contemporáneo se caracteriza por una cultura construida sobre la premisa de una realidad externa cognoscible que puede volverse más controlable a través de la actividad humana, a lo que se suma el valor trascendente que adjudica al individuo. En tal contexto airmativo se expresa que a diferencia de sus oponentes históricos –que incluye sus propios fundamentalismos religiosos del pasado y del futuro–, ésta es la cultura de todos aquellos que han superado la subordinación a los dogmas religiosos preilosóicos de donde han emergido todas las civilizaciones. Como tal, se trataría de una cultura natural potencialmente universal, cuyo expansionismo es también natural dado que ha generado categorías universales que trascienden a su propia civilización. Ello se hallaría ilustrado por la incondicional adopción rusa y japonesa de la epistemología occidental, y por que no, también 230 | de los chinos, que airman con cierta ingenuidad “conocimientos chinos para los principios fundamentales, conocimientos occidentales para el uso práctico”. ¿Es realmente posible hacer uso práctico de los conocimientos occidentales sin erosionar los valores de la cultura tradicional? Lo pongo en duda a partir de la propia experiencia occidental. Por lo tanto esta epistemología natural que es, como se airma, por esencia expansionista e imperialista, continuará en expansión debido a que conduce a la generación de poder a través de la manipulación de la naturaleza (Escudé, 2004:169). En tal manipulación de la naturaleza debemos incluir por supuesto la manipulación de los seres humanos, de sus sentimientos, de sus pensamientos, de sus acciones. En una palabra “el lavado de cerebro” basado en la llamada Paradoja Pragmática tan propia de una sociedad ezquizofrénica, de cuyos antecedentes pareciera sólo recordamos con gusto la Inquisición y el Holocausto. tal concepto no se aplica sólo a los torturadores (Watzlawick, Helmick Beaven y Jackson, 1971). Para ello están las producciones culturales subordinadas al poder y los poderosos medios formadores de opinión y conducta: desde las escuelas y universidades, hasta, los periódicos, revistas, programas de radio y de televisión. Y, si ello no fuera posible a causa de la tenacidad del libre albedrío, habrá que considerarlos enemigos y aniquilarlos, dado que el domino sobre la naturaleza no se expresa tan sólo a través del uso pacíico de tal poder. De esto se trata la ingeniería social y el nuevo y oculto integrismo occidental. Llegado a este punto se hace obvio que el respeto por la libertad proclamado por occidente es una triste parodia, a la vez que una verdadera excusa en tanto la justiicación del uso de la fuerza no reside en términos éticos ni más ni menos que en la preservación de dichas libertades. Una audaz tautología cuya justiicación reside en el concepto de la lucha por la supervivencia del más apto. Las imágenes de la tV muestran como unos fundamentalistas encapuchados degüellan a un rehén. Me dijeron luego que se trataba de un muñeco. El baño de sangre conmueve tanto, que luego las vejaciones a los prisioneros iraquíes aparece como un acto de suma justicia al que además las instituciones democráticas castigarán para demostrar su superioridad moral. | 231 Sí, nuevamente en nuestra tradición occidental aparecerá la “Paradoja Pragmática” (Ibídem:173-210) y hasta el elogio del “doble estándar” (Escudé, op. cit, 181-189) en donde se reinvindican las bombas sobre Nagasaki e Hiroshima, y el bombardeo de Hamburgo, cuando diez mil toneladas de altos explosivos y bombas incendiarias fueron lanzadas sobre las zonas residenciales altamente pobladas al este del Elba provocando una masiva destrucción y el éxodo de un millón y medio de habitantes. El neodarwinismo se ha extendido así como si fuera el único y verdadero paradigma. Después de ver el ilm “La caída”, esta forma de pensar es estremecedora. Hitler aparece tan consecuente con su punto de vista, que la derrota lo lleva a considerar que el pueblo alemán merece perecer ¡por no haber sido el más fuerte! ¿Estamos seguros de que la aplicación del neodarwinismo no conducirá a catástrofes desproporcionadas y a un mundo cada vez más violento tal como el que Hitler produjo? ¿Es correcta nuestra interpretación de la realidad en esos términos? En realidad los que sostienen dicho paradigma bajo el fantasma de las “potenciales invasiones de los nuevos bárbaros”, saben muy bien que sí. Que conducirán a muchas muertes. Es lo que posiblemente buscan aunque su audacia para confesarlo abiertamente no haya podido todavía traspasar los núcleos duros de la ética occidental que aún sobreviven. No obstante es posible percibir que están comenzando a traspasar esa débil frontera que para personajes como Hitler o Stalin no tenían mayor relevancia porque ambos habían despreciado por distintos motivos la ética occidental. Denis L. Meadows quien se hizo famoso por su obra Los Límites del Crecimiento, lanzada en 1972 en varios idiomas simultáneamente, autor que más recientemente ha publicado Confrontando el Colapso Global y Entreviendo un Futuro Sustentable, ha escrito hace algunos pocos años un pequeño trabajo titulado Es Demasiado Tarde Para Lograr el Desarrollo Sustentable, Déjennos Ahora Luchar por el Desarrollo de Supervivencia (Meadows, 1995). Vale la pena analizar alguno de sus argumentos centrales porque muestran con particular claridad la técnica de presentar un estrecho margen de opciones como las únicas posibles. Es decir, por su efectivo estilo publicitario. 232 | Sostiene este autor que lo que se suele denominar “desarrollo sustentable” no es otra cosa que propugnar por la continuación del crecimiento económico sin mas. Porque según él, “no se puede esperar ninguna autolimitación del consumo material”. Al menos, nos dice, “no existe ninguna base comparable históricamente para esperar dicha autolimitación”. Y, en tal sentido agrega (en este caso no sin alguna razón), que: “los políticos en cualquier parte del mundo están convencidos de que sus ciudadanos necesitan más y más bienes y que ello es necesario para dar ‘un nivel de vida decente’ a varios miles de millones de gente en el globo que ahora viven en la pobreza y a la nueva gente que se agregará a la existente“. Esto último lo expresa con un dejo de profunda amargura, ya que según los cálculos de sus especialistas (los que nunca transparentan totalmente los supuestos de tal cálculo) el mundo sólo puede albergar a 2 o 3 miles de millones de personas. De allí, claro está, el título de su trabajo It is Too Late… ya que, como es sabido, ya somos 6 miles de millones los que habitamos la tierra. El citado trabajo de Meadows termina sentenciando lo siguiente: “Es tiempo de aceptar con honestidad que las realidades ecológicas, políticas y económicas hacen imposible alcanzar la satisfacción de las necesidades de la población, sea ahora o bien para las futuras generaciones, a menos que dicha población se sitúe bien por debajo de los actuales niveles de 5.6 miles de millones de personas . El nivel de población global que se puede sustentar con niveles decentes de vida y sin dañar el ecosistema global, no es precisamente calculable, pero se halla debajo de los actuales. Inevitablemente la población declinará… ¿Qué mecanismos producirán esta declinación? ¿Qué calidad de bienestar político, cultural y económico tendremos después? Nosotros no tenemos las herramientas científicas adecuadas para tratar esas cuestiones y ellas involucran problemas éticos muy serios. Pero nuestro futuro como especie será un tanto más atractivo si comenzamos a enfrentarlas seriamente” (Meadows, op. cit.:14). Estas concepciones, que como las del Banco Mundial y las de Meadows oscilan entre los argumentos que proponen la imperiosa | 233 necesidad de crecer económicamente como única forma de erradicar la pobreza extrema y sostener “niveles decentes de vida” y el control de la natalidad (o aún la sutil insinuación del genocidio), no nos hablan tanto de los límites absolutos del mundo real, como lo hacen de los límites del discurso admitido y validado en los términos que aceptan las comunidades políticas y cientíicotécnicas. La fe en la superioridad absoluta del paradigma de la epistemología natural. Está claro –al menos para muchos lo está– que el planeta podría soportar varias veces la cantidad de personas actualmente existentes, desde el punto de vista de los recursos alimenticios y de otros que hacen a nuestras necesidades. En su momento hubo numerosas respuestas críticas a los trabajos iniciales de Meadows, entre ellas, las del Modelo Mundial Latinoamericano (fB, 1977)(Herrera et. al., 1976), seguidas por todos los enfoques centrados en las “necesidades básicas” que dieron lugar a una profusa literatura durante la década del ochenta. Sin embargo, quisiera enfatizar aquí que los obstáculos no son de orden meramente físico o de “capacidad de soporte” del planeta, ni sólo de orden sociopolítico, como tampoco el problema económico lo es sólo de asignación eiciente de los recursos sino que involucra todo el comportamiento humano, desde hábitos de trabajo hasta los de consumo, pasando por las creencias, que modiicadas aceleradamente, presentan consecuencias muy negativas para un mundo que pueda desarrollarse en paz y cumplir con las promesas básicas de occidente. Y es en éste punto donde el tema de la cosmovisión compartida por la comunidad que de algún modo dirige y orienta las grandes decisiones parece fallar en su misma raíz. La oscilación de paradigmas epistemológicos a lo largo de la historia, tal como lo demostró Sorokim (Klingemann, Mohler y Weber, 1982) muestra que la humanidad ha modiicado sus enfoques en inumerables oportunidades. El paradigma natural no es superior a otros, al menos si no se explicita con qué in. El argumento de Escudé (op. cit., 165-166) acerca de la contradicción lógica entre las proposiciones: a) si todas las culturas son moralmente equivalentes, entonces todos los individuos no estamos dotados de los mismos derechos humanos, porque hay culturas que adjudican a algunos hombres más derechos que a otros hombres y mujeres; y 234 | b) si todos los individuos poseemos los mismos derechos, entonces todas las culturas no son moralmente equivalentes, porque hay culturas que no reconocen ni siquiera en principio, la vigencia de esos derechos universales, constituye una verdadera trampa. trampa cuya presa obviamente son todos aquellos que no adhieren a la supremacía natural de la epistemología natural de occidente. Es evidente que el mundo occidental no reconoce la vigencia de los derechos universales no sólo en los hechos, sino también porque pretende excluir por principio y en nombre de la libertad individual la vida de otros seres humanos pertenezcan o no a la cultura occidental. Por consiguiente estos seres en potencia o reales no tendrán derecho a la vida que es uno de los más importantes de esos derechos universales. tampoco lo hace ciertamente ninguna otra cultura. Siendo así, la proposición b) puede ser un enunciado, pero es empíricamente inexistente. Hasta ahora y en términos popperianos esta hipótesis permanece refutada por los hechos de modo inequívoco. Si se adhiere a criterios ilosóicos modernos, sería contradictorio mantener un enunciado ideal sin sustento empírico alguno aunque el enunciado sea refutable. Por consiguiente, eliminada una de las proposiciones por falsa, su “disyuntiva neomoderna” se desvanece como todo el núcleo duro de su argumentación. Pero si todo esto es así, ¿cuál podría ser una alternativa? ¿Es realmente incompatible el rescate de ciertos principios fundamentales provenientes de las tradiciones ilosóicas y religiosas con el paradigma cientíico-tecnológico? Si fuera así, ¿dicha incompatibilidad proviene de una cuestión metodológica, de que la “verdad objetiva” revelada por la ciencia contradice la “verdad revelada” considerada preilosóica por la modernidad? ¿O más bien se trata de un problema ideológico que, como tal, es funcional a la actual base material de la sociedad y a las formas concretas que han tomado las relaciones sociales de producción? Me inclino a pensar esto último y no por adhesión a una interpretación marxista, sino porque estas categorías de análisis a veces resultan pertinentes. Veamos un poco. Se airma que el paradigma natural es superior a todo otro, justamente por ser natural. Es decir de carácter evolutivo. En la lucha por la supervivencia, también las ideas nacen y mueren según su aptitud. | 235 ¿Pero que nos dice acerca de los procesos evolutivos la ciencia? ¿Qué nos dice la física acerca del Universo? ¿Cuáles lagunas de conocimiento tenemos que cruzar para descubrir esa verdad objetiva que ha de hallarse en el mundo externo, manipulable por el hombre? ¿Hemos completado acaso el rompecabezas con los conocimientos fragmentarios que nos ha proporcionado el método cientíico? ¿Presenta para el comportamiento humano alguna diferencia la creencia en premisas erróneas? ¿Es lo mismo desde el punto de vista de la motivación y conducta humana creer o no creer en que existen leyes de origen divino o fundamentalmente perteneciente a la estructura intrínseca del Universo? André Malraux predijo que el siglo XXI, sería un siglo religioso o que en caso contrario no llegaría a ser testigo del siglo XXI. Soedjatmoko, Rector de la Universidad de las Naciones Unidas durante parte de los noventa, sin compartir el punto de vista apocalíptico de Malraux, adhiere a la idea de que la abolición de la religiosidad ha conducido a menudo a un divorcio entre la política y la ética. Si bien ve peligros en el uso abusivo de la religión con ines políticos, también maniiesta su rol positivo en tanto posee la autoridad para reorientar metas y valores, reordenar normas, proveer signiicados trascendentes y mantener la cohesión social (Newland y Soedjatmoko 1994:60-165). No quisiera sugerir que las sociedades que se han regido por creencias religiosas hayan sido por necesidad moralmente superiores a las que optaron por creencias distintas. Muchas guerras y muertes se han realizado en nombre de Dios. De un Dios que ordenó, al menos en la tradición judeo-cristiana un mandamiento terminante respecto a la preservación de la vida. tampoco pretendo desconocer que el fundamentalismo islámico existe y es indeseable por la misma causa. Sin embargo sí creo que el error existe y acarrea consecuencias. Y por consiguiente si hay error, han de existir como contrapartida natural ciertas leyes básicas y objetivas. Acerca del error de tipo epistemológico se ha dicho que las premisas erróneas pueden funcionar bien. Pero es claro que ello sólo puede ocurrir hasta cierto límite. tarde o temprano, si se arrastran errores epistemológicos serios uno se encontrará con que los supuestos ya no funcionan. Y en ese momento uno descubrirá con horror que es excesivamente difícil librarse del error. Que es pegajoso. Es como si tocáramos miel. Y, al igual que con la miel, 236 | la falsiicación se extiende, y cada cosa que uno emplea para despegarla se vuelve pegajosa a su vez, en tanto que las manos quedan pegoteadas (Bateson, 1991:511-512). Por consiguiente y dado que existen muchas razones para hallarse insatisfecho con los resultados de una epistemología que podría ser esencialmente errónea, y que creo percibir que los occidentales tenemos las manos pegoteadas, intentaré esbozar algunas posibilidades. Como tales son especulativas, aunque no menos que otras si se desea salir del pequeño mundo de lo estrictamente comprobable. Antes que ello deseo mostrar cómo un determinado uso del lenguaje ha hecho creer en la supremacía del conocimiento cientíico y en su natural oposición al conocimiento religioso. En una palabra, ha constituido la base de un ateísmo que es el verdadero credo de occidente a pesar de proclamarse “cristiano”. otra contradicción irresoluble que de ningún modo puede ser excluido de un análisis de la problemática del siglo XXI y de las promesas no cumplidas del siglo XX. En efecto, la divulgación cientíica ha creado –sin fundamentos sólidos– airmaciones temerarias. No es que sus descubrimientos sean falsos. Por suerte el método cientíico provee de criterios bastante sólidos para su validación aún cuando no pueda airmar que sus proposiciones sean verdaderas para siempre. La dialéctica hipótesis - confrontación - problemas - nuevas hipótesis - nuevas comprobaciones - nuevos problemas es la base de su mecanismo evolutivo que conduce a un conocimiento sino totalmente objetivo, al menos cada vez más próximo a la verdadera estructura del Universo y sus leyes. Lo falso es el carácter sobreimpreso a partir de dichos descubrimientos a través de un particular uso del lenguaje. Una verdadera nueva metafísica no reconocida como tal. Una nueva fe que es, desde el punto de vista epistemológico, equivalente a una creencia religiosa dogmática. Una traición a sus propios postulados más fundamentales. Consideremos el tema evolutivo y la aparición del hombre a través de algunas citas para ejempliicar lo que deseo exponer: “Naturalmente, hoy nadie duda que ‘la nueva filosofía’ de Bacon (la nueva ciencia, decimos ahora) es una forma di- | 237 ferente de intentar conocer la naturaleza. No importa que el método recomendado no funcionara, lo que importa es que Bacon renunció a la autoridad de las Sagradas Escrituras como último recurso para resolver cuestiones científicas. A partir de Bacon, la verdad sobre la naturaleza ya no está en el cielo sino en el mundo exterior… Quizás el problema central con el mesianismo científico sea su enfrentamiento a la antigua idea, incorporada en el dogma religioso dominante… que la ética humana depende de la voluntad divina. El mesianismo científico propone que el hombre está sólo en el universo, que la única realidad que existe es la que percibe…el científico mesiánico es humilde respecto a sus orígenes y realista sobre su condición humana… Ha renunciado a las ideas trascendentales y la vida eterna, pero no renuncia a la opción de escoger su propio, infinitesimal, pero personal destino. En Palabras de Monod: la antigua alianza ya está rota, el hombre sabe al fin que esta solo en la inmensidad indiferente del universo, de donde ha emergido por azar” (Pérez Tamayo, 1996). Nótese cómo a través de un sutil modo de articulación de frases y palabras se induce a pensar en una determinada dirección. Como si se tratase de verdades reveladas. Hitos que una vez alcanzados son irreversibles: “La verdad sobre la naturaleza ya no está en el cielo”; “El hombre está sólo en el universo”…“ha emergido por azar”. todo esto es también una creencia. fe en una teoría. Pero siendo consistente con los postulados mismos del mesianismo cientíico “humilde”, no puede siquiera tener pretensión de verdad. No obstante las airmaciones a través del lenguaje crean imágenes entre un antes: religioso, dogmático, oscurantista y falso y un ahora: verdadero, libre, luminoso y pleno de porvenir. Nada más inexacto, al menos respecto al segundo término de la proposición. Es sólo el uso del lenguaje el que crea esa ilusión. ¿Pero qué sucede cuando este nuevo lenguaje se transforma en un discurso único y omnipresente? ¿Será muy distinto a un nuevo dogmatismo? He aquí la cuestión. Creo percibir que al modo en que el basso continuo permanece a lo largo de algunos conciertos barrocos o la Tambura lo hace con las ragas de la India, este discurso único del mesianismo cientíico ha logrado permear todos los discursos. Como un telón de fondo, tras el cual se exponen las explicaciones supuestamente 238 | cientíicas relevantes para la comprensión del sitio del hombre en el Universo. De este modo, considerando una síntesis del estado de situación del pensamiento evolucionista se dirá: “… A los treinta años, Darwin había encontrado una explicación convincente para interpretar los cambios de las especies en la naturaleza. La variación y la competencia ciega (sin ningún designio, fuerza sobrenatural ni plan preconcebido) serían capaces de explicar la diversidad y la adaptación de las especies… La discusión referida al modo y al tiempo en el que opera la evolución permanece aún abierta… Las novedades evolutivas de orden superior, tales como la aparición de nuevos órganos, nuevos planes de organización, nuevos grupos de organismos, no surgirían por la lenta acumulación de cambios puntuales de los genes estructurales, sino por cambios a nivel de los genes maestros, capaces de modificar la expresión de otros genes, los tiempos de desarrollo, las proporciones entre diferentes estructuras, provocando consecuencias notables en la estructura del organismo. Los cambios en el nivel macroevolutivo serían la consecuencia principalmente de este tipo de procesos, vinculados con la discontinuidad más que con la continuidad, con lo abrupto más que con lo gradual. Uno de los aspectos más destacados de la Teoría Evolutiva postulada por Darwin es que no quedó cristalizada en sus propuestas originales, sino que constituyó el punto de partida de una compleja trama teórica que se vio enriquecida por numerosos aportes posteriores. La genética, particularmente, resultó la llave maestra para consolidar las ideas originales de Darwin. La genética mendeliana, la genética de poblaciones, la genética molecular, han constituido sucesivas aproximaciones que permitieron a los biólogos penetrar en las entrañas del proceso evolutivo para tratar de descifrar sus mecanismos más íntimos. Las polémicas actuales acerca del protagonismo de la selección natural, el modo, el tiempo y la jerarquización del proceso evolutivo, se van nutriendo de nuevas miradas. Manteniendo el marco de interpretación que aún proporciona el darwinismo clásico, la teoría evolutiva se recrea y crece” (Liascovich y Massarini, 1999:17-58). | 239 Posiblemente no sea fácil advertir en el complejo texto seleccionado la multiplicidad de supuestos subyacentes en este discurso. La intención es poner al descubierto el modo como opera el Lenguaje en su función descaliicadora del papel de lo “sobrenatural” y lo “divino”. En primer lugar, el énfasis en la acción de fuerzas “ciegas” no conscientes: sin ningún designio, fuerza sobrenatural ni plan preconcebido, se presenta como radicalmente opuesto a la posibilidad de que el mecanismo adaptativo que supone la evolución opere como plan de la Creación. Es decir la forma en que Dios la hizo y la hace. Por consiguiente cabe preguntar si la “convincente” explicación dada por Darwin excluye necesariamente al designio, fuerza sobrenatural o plan preconcebido, o si esta “necesidad” constituye simplemente una sobreimposición del lenguaje. Darwin mismo al inal de su principal obra, El Origen de las Especies, no ha excluido a Dios. Por el contrario lo incluye como causa primera ni más ni menos que en la página inal. A modo de evidencia, transcribo el párrafo en cuestión: “Hay grandiosidad en esta concepción de que la vida, con sus varios poderes, fue insuflada originalmente por el Creador en unas pocas formas o en una sola, y que mientras este planeta andaba rodando de acuerdo a la ley fija de la gravedad, de tan simple principio se desprendieron y evolucionan aún infinitas formas bellísimas y maravillosas” (Darwin, 1964:503). Dado que de los cuatro viejos principios causales aristotélicos (causa formal, causa material, causa eiciente y causa inal) la ciencia moderna excluye dos (causa formal y causa inal), la divulgación deformada de su contenido es una cruda traición a su pensamiento original. Una supresión ad hoc, en tanto el énfasis puesto en la selección natural como causa eiciente del mecanismo evolutivo de ningún modo era considerada por Darwin incompatible con la existencia de un orden superior del cual tanto el proceso evolutivo, como su in y signiicado puedieran ser parte. Por otra parte el rechazo a los modelos explicativos teleológicos es incompatible con el análisis concreto de la conducta humana. Ella por esencia es propositiva, sea de un modo consciente o inconciente. El primer modo es fácil de detectar en el campo de la ingeniería sea en el orden material, o en el social (Everred, 1976:274). 240 | El error de rechazar los modelos teleológicos puede residir en el intento de atribuir, a través de este modelo explicativo, una única causa inal, lo que nos conduce al plano metafísico y de enfrentamiento entre el “mesanismo cientíico” y los postulados religiosos tradicionales precientíicos. Pero no necesariamente ello debe ser así, aún cuando también puede serlo. De hecho sería muy difícil explicar la biología, en sus aspectos formativos, sin recurrir a una explicación teleológica en tanto los órganos parecen diseñados para cumplir determinadas funciones. De hecho el lenguaje descriptivo de los procesos evolutivos se halla casi siempre cargado de implicancias teleológicas. Creer que las especies y la especialización de los órganos surgen a partir del azar o por leyes similares a las de la termodinámica del no-equilibrio propuesta por Prygogine, tampoco excluye necesariamente la evidencia de que los órganos de los seres vivos –y para algunos aún del movimiento de las partículas subatómicas– se rigen de modo propositivo, al margen de las explicaciones que en el orden de las causas materiales y eicientes, puedan darse a modo de hipótesis. Este carácter formativo del movimiento es enfatizado por David Bohm, sobre cuyo punto de vista volveremos más adelante. Sin embargo, aquella otra visión deformada es la que ha permeado la cultura popular. Ha proporcionado un signiicado y, por lo tanto, una forma de ser y de actuar. Por confusas que puedan ser, ellas son. Hoy, ni aún en los más caros establecimientos de enseñanza religiosa, los alumnos creen que una conducta más reverente hacia la creación y sus criaturas tenga nada que ver con todo esto, ni que sea posible que una actitud religiosa sincera o una ética basada en un orden superior al humano pueda ser la base de una respuesta adecuada a los problemas que el siglo plantea. Han absorbido una versión del evolucionismo distorsionada, tanto más en cuanto los creacionistas se han opuesto sin demasiado éxito a las evidencias de la ciencia y encarnan una postura por deinición reaccionaria. Se dice que los Estados Unidos es un pueblo más religioso que Europa. Puede que lo sea, pero en todo caso no es un tipo de religiosidad que sea opuesto al materialismo más crudo, ni a la violencia sistemática. Es que la epistemología natural de Occidente –tan bien representada por el “realismo cientíico” como una de sus corrientes | 241 ilosóicas dominantes– ha logrado a su modo, imponer una visión metafísica también dominante. Ella tiene la maravillosa capacidad de no aparecer como tal, a fuerza del desprecio intelectual a cualquier cosa que pudiera parecérsele. ¿Pero cuál es el fundamento de su éxito? El mismo, a mi entender, no reside en el plano de las ideas. Es decir en su superioridad intelectual para brindar una visión más real del hombre y de su lugar en el Universo a través de la exclusión de preguntas fundamentales y su negativa de remitir tal cuestión al plano de las causas primeras y últimas. Su aceptación casi universal por parte de las élites intelectuales a lo largo y ancho de este mundo radica ni más ni menos que en su innegable capacidad para brindar esquemas explicativos y predictivos aptos para transformar la naturaleza, utilizar sus fuerzas, modiicar la materia y cosas más sutiles como sentimientos, percepciones, emociones, relaciones humanas y las mismas formas de atribuir signiicados. Se han quedado así, casi sin saberlo y por contigüidad, con la adoración de sólo una de las formas de Prometeo, con sólo una de sus interpretaciones. Pero sabemos que al propio Prometeo la humanidad le ha ido proporcionando signiicados diversos a lo largo de los siglos. Por consiguiente uno podría preguntarse ¿cuál es la identidad de Prometeo? Lo mismo cabría interrogarse acerca de la de Pandora. No sería inadecuado, pensando que el siglo XXI puede ser aún una verdadera Caja de Pandora. El darwinismo como ideología ha sido y es, sin duda, un pilar ideológico fuerte que justiica conductas hipercompetitivas y el natural predominio del más fuerte sobre el más débil. El igualitarismo promovido por las corrientes humanistas, sean religiosas o seculares, tiene que vérselas con una supuesta “verdadera naturaleza humana” que se le opone. Es decir buena parte del ideario básico de la humanidad del siglo XX es visto como contrario a la naturaleza. Por consiguiente todo intento de construir un sistema más justo conduciría, desde este punto de vista, al totalitarismo. Por cierto los experimentos sociales del siglo XX han ayudado a que esta visión tenga un sólido sustento empírico. La Shoa continuamente rememorada y los gulags serán los símbolos ineludibles. Si el europeo medio ha renunciado a visiones utópicas para realizar el sueño de una vida personal rica, no lo ha hecho precisamente al margen de una historia real, concreta, tangible. 242 | Dicha realidad es quizás aún visible en los rostros de las generaciones que están próximas a partir. El desencanto con las utopías es como el desencanto de un gran amor. Es muy probable que uno se vuelva escéptico, cuando no totalmente cínico. Sin embargo no sería justo pensar que los descubrimientos más profundos de la ciencia avalan tal punto de vista. En la naturaleza de los mamíferos la conianza, la cooperación y el cuidado de los más débiles ha sido una estrategia de supervivencia exitosa. De hecho la ruptura de los lazos afectivos más básicos, las traiciones, los abandonos, producen heridas muchas veces irreparables. La paranoia es producto de una estructura básica de desconianza y ella se halla en directa relación con el engaño, con la falta de amparo en etapas muy tempranas de la formación de la psique humana. Las enfermedades psicosomáticas revelan los profundos nexos entre mente y cuerpo y nadie puede negar que los contenidos de la mente sean independientes de experiencias, de la propia estructura corporal y también de la cultura que proporciona signiicados. Desde otra perspectiva, cientíicos de la envergadura de David Bohm –el creador de una de las versiones más completas de la teoría cuántica que ha competido con la de Niels Bohr– han intuido, a través de las contradicciones planteadas por las modernas teorías de la física, la existencia de un orden implícito en el Universo. Una totalidad que sólo se revela parcialmente a través del orden explícito en los acontecimientos y a la que continuamente proporcionamos signiicado, modiicándolo por esta misma razón. Un universo pleno de signiicado, inteligencia y vida, donde la inalidad es permanentemente transformada en contextos que se desenvuelven en otros contextos y que de algún modo son transformados por el conocimiento y signiicado que tal conocimiento les proporciona. Para Bohm, el descubrimiento de un orden implicado, conduce a un radical cambio aún en el campo de la ética. Una actitud diferente en el sentido de que no deberíamos darle tanto peso ni al lado externo y mecanicista de los acontecimientos ni a un enfoque epistemológico que conduce a la fragmentación y parcialidad del conocimiento. Su visión conduciría por el contrario hacia una actitud más creativa. fundamentalmente abriría el camino a la transformación del ser humano debido a que el cambio de signi- | 243 icado es, en su teoría, idéntico al cambio del ser. Expresa de este modo que en el presente, debido a que nos hallamos confundidos por signiicados fragmentarios, también tenemos un ser confuso y fragmentario tanto en lo individual como en lo social (Weber, 1987:436-450). Interrogado Bohm por el ilósofo Renée Weber acerca de las implicancias de su teoría respecto de la responsabilidad humana, contestó que nadie incapaz de tener respuesta puede ser responsable, pero sí probablemente culpable. En tanto el signiicado es confuso nadie puede responder a la totalidad. Su respuesta tiende a ser muy limitada y por lo tanto también su responsabilidad. El ser de la materia es su signiicado, nuestro ser es signiicado, el ser de la sociedad es signiicado. El enfoque mecanicista (propio de la epistemología natural) ha creado un signiicado más bien crudo y grosero, el cual a su vez ha creado una sociedad cruda, grosera y confusa. Yo agregaría que se trata de un verdadero integrismo cientiicista. ¿Es extraña por consiguiente esa negativa del mesianismo cientíico a considerar con mayor profundidad las visiones no dualistas?, siendo que el estudio de antiguas religiones y sistemas éticos, así como algunas de las herejías medievales, revela justamente un asombroso predominio de concepciones dualísticas que conceden un papel importantísimo al principio del mal, y a la relación entre tales concepciones y la emergencia del terror, la guerra, la intolerancia (Bychowski, 1968). Aplicados tales conceptos al integrismo islámico o a la inquisición, todos parecen estar de acuerdo: ¿Pero lo están cuando Bush declara la guerra al “eje del mal”? Es lo mismo que sucede con su falsa modestia. Decía Elías Canetti en La Provincia Dell’ Uomo (1980:207): “En la ciencia existe una modestia… Los ‘modestos’ se esconden detrás de una metodología y ponen particiones y delimitaciones en torno al objeto de la experiencia. A menudo es como si dijeran: ‘no importa aquello que descubrimos, pero sí el modo en el que descubrimos y ordenamos aquello que descubrimos’ ”. Yo agregaría importa también su voluntad o no de extender lo que descubren con un carácter universal. Pero la epistemología natural de occidente se halla ligada desde siempre a la voluntad 244 | de poder y dominio. Siendo así las “verdades”, los descubrimientos, sus aplicaciones, su discurso, tienen un único objetivo. En un mundo imperial, por necesidad, ello no puede ser compartido. El punto de vista de Bohm, en cambio, haría sentir al ser humano enraizado en una totalidad más vasta. El lado externo e interno son parte de un signiicado total. Un enfoque tal daría sentido al menos a observar con el in de hallar cuál es nuestro verdadero lugar en el cosmos. Desde este sitio tanto el signiicado, como la intencionalidad que él mismo proporciona a las acciones, podría modiicar radicalmente nuestra forma de resolver los problemas humanos, entre ellos el económico. No es de extrañar que de la conversación entre Weber y Bohm hayan surgido analogías con visiones no dualistas del Universo provenientes del hinduismo, o haya remitido a Spinoza, Hegel, teilhard de Chardin y al misticismo. Sin embargo Bohm es muy claro, como lo es teilhard de Chardin, cuando cuestiona el valor otorgado por algunos místicos a la eternidad, despreciando el tiempo y los acontecimientos de la vida humana como accidentales e imperfectos. El tiempo es para Bohm un emergente del orden implicado cuya existencia surge de una suerte de distinción entre un signiicado y un in. Fin que al no ser aún realizado o actualizado, da lugar a –o simplemente es– el tiempo. Es decir que el tiempo sería la brecha entre el ser actual y el devenir de tal ser. Ello implica que existe algo no realizado o incompleto en la totalidad del cosmos que espera aún ser desplegado. A diferencia de cierto tipo de misticismo oriental, Bohm parece más enraizado en la tradición occidental e invita a una mirada integrada de lo que es temporal y de lo que se halla más allá del tiempo a modo de verdadera síntesis. Es más, sostiene que el despliegue del universo (lo explícito) proviene de un orden implícito, pero el despliegue mismo modiica y enriquece continuamente este proceso exterior al atribuirle signiicado, término idéntico al ser. Ello implica no sólo la airmación de la libertad humana, sino su carácter de socio en la creación. He aquí entonces que los procesos evolutivos pueden ser vistos de otro modo. De hecho y aunque se me igura no se la ha prestado suiciente atención al tema, el lenguaje descriptivo de la evolución humana presenta de modo implícito y hasta explícito | 245 este carácter de socio del ser humano en la creación a través de sus actos. No sólo a través del plano cultural –en el que deja sus rastros– sino también en el plano biológico. Tanto Freud como Jung presentan en sus escritos la evidencia de lo que deseo poner de maniiesto. Permítaseme citar algunos párrafos reveladores. El primero corresponde a Totem y Tabú: “(…) la conciencia de culpabilidad, emanada de un acto determinado, ha persistido a través de milenios enteros, conservando toda su eficacia en generaciones que nada podían saber ya de dicho acto, y reconocemos que un proceso afectivo que pudo nacer en una generación de hijos maltratados por su padre ha subsistido en nuevas generaciones sustraídas a dicho maltrato por la supresión del padre tiránico. Esta hipótesis parece susceptible de despertar graves objeciones, y es preferible cualquier otra explicación que no tuviera necesidad de apoyarse en ella. Pero una detenida reflexión mostrará al lector que no es únicamente nuestra la responsabilidad de tales atrevimientos. Sin la hipótesis de un alma colectiva y de una continuidad de la vida afectiva de los hombres que permita despreciar la interrupción de actos psíquicos, resultante de la desaparición de las existencias individuales, no podría existir la psicología de los pueblos. Si los procesos psíquicos de una generación no prosiguieran desarrollándose en la siguiente, cada una de ellas se vería obligada a comenzar desde un principio el aprendizaje de la vida, lo cual excluiría toda posibilidad de progreso en este terreno…” (Freud, 1967:84-85,184-187). En esta misma línea de airmaciones se halla este otro pasaje de freud de la misma obra: “Las fases precedentes de la evolución no subsisten en forma alguna, sino que se agotan en las ulteriores, cuyo material han suministrado… Por consiguiente debemos someternos a la comprobación de que sólo en el terreno psíquico es posible esa persistencia de todos los estadios previos, junto a la forma definitiva, y de que no podremos representarnos gráficamente tal fenómeno” (Freud, op. cit.:15). Por otra parte, también en la visión de Jung, tanto o más que en la de freud, es posible hallar evidencias de esta visión que considera que “el inconsciente” es de naturaleza “histórica” y 246 | que constituye como un vínculo o nexo de tipo evolutivo entre el mundo racional (consciente) y el mundo instintivo (propio de una etapa evolutiva anterior). Aún cuando la interpretación acerca de la naturaleza de estos “remanentes arcaicos” es diferente en ambos autores (el concepto derivará en los Arquetipos en Jung), la referencia concreta a un pasado histórico que se expresa a través de lo onírico y en lenguaje simbólico, indica la airmación de la existencia de la propiedad de poder conservar estos remanentes arcaicos en la memoria a lo largo del propio proceso evolutivo de un modo que no ha de considerarse meramente cultural sino esencialmente biológico. Es decir que si se aceptan sus hipótesis, se acepta que existe una memoria colectiva (por consiguiente un atributo de la energía psíquica) de todo el proceso evolutivo que trasciende el plano de las diversas existencias individuales. He aquí una evidencia de este pensar: “…Freud llamaba ‘remanentes arcaicos’ a las formas mentales cuya presencia no puede explicarse con nada de la propia vida del individuo y que parecen ser formas aborígenes, innatas y heredadas por la mente humana. Así como el cuerpo humano representa todo un museo de órganos, cada uno con una larga historia de evolución tras de sí, igualmente es de suponer que la mente esté organizada en forma análoga. No puede ser un producto sin historia como no lo es el cuerpo en el que existe. Por ‘historia’ no doy a entender el hecho de que la mente se forme por sí misma por medio de una referencia consciente al pasado valiéndose del lenguaje y otras tradiciones culturales. Me refiero al desarrollo biológico, prehistórico e inconsciente de la mente del hombre arcaico, cuya psique estaba aún cercana a la del animal. Esta psique inmensamente vieja forma la base de nuestra mente, al igual que gran parte de la estructura de nuestro cuerpo se basa en el modelo anatómico general de los mamíferos… A semejanza de los instintos, los modelos de pensamiento colectivo de la mente humana son innatos y hereditarios… ¿por qué habríamos de suponer que el hombre es el único ser viviente desprovisto de instintos específicos o que su psique está vacía de todo rastro de evolución?…” (Jung, 1974:67-75). No sé si es claro pero a mi juicio estas airmaciones implican la necesaria existencia de una inteligencia superior existente en el orden implicado en términos de David Bohm. La asunción, | 247 al menos como hipótesis, de la existencia de un universo vivo, consciente e inteligente que recoge el rastro de nuestras acciones y lo transforma de algún modo en material genético. ¿De qué otro modo interpretar la inteligencia emocional que halla su base isiológica en un núcleo de memoria instintiva? Que el ser humano sea autorrelexivo, es decir, en términos de Chardin, conciencia a la segunda potencia, hace presumir que la dirección de la evolución tiene un signiicado marcado por la convergencia gradual, pero incesante, de la conciencia individual y colectiva hacia la Conciencia Universal. Es sólo en tal sentido que la airmación “el hombre ha sido hecho a imagen y semejanza de Dios” puede ser comprendida y aceptada. De este modo el libre albedrío se desarrolla o despliega por propia naturaleza en una matriz guía preexistente en el orden implicado. En este contexto descubrir la fuerza del amor como propósito y motor, y la identidad de signiicado y ser, es posible. No es de extrañar que los místicos y poetas que palparon esta realidad hayan gozado del éxtasis, de un éxtasis quizás de la misma naturaleza esencial al descrito por Milan Kundera (2004), pero de una fugacidad sin duda mucho menor. Si todo esto es así, nuestro paradigma actual no está brindando las posibilidades de desarrollar adecuadamente la búsqueda de felicidad implícita en la creación, ni de resolver nuestros mayores problemas con una mejor respuesta. Sobre esto coincide Rifkin cuando señala que los europeos valoran más el concepto de “calidad de vida” que no incluye sólo las dimensiones económicas y materiales, aunque sus propuestas concretas son aún muy débiles y el examen de la base motivacional para lograr el “sueño europeo” no esté para nada clara, al menos no para mí. Aún cuando para intelectuales como Zygmunt Bauman, “la razón no puede ayudar al yo moral sin privar al yo de lo que lo hace moral”, y es fuertemente crítico respecto a la capacidad de que los “sistemas morales extrísecos al yo” puedan contribuir a resolver positivamente la cuestión ética, lo hace reairmando el papel de la conciencia. “De esa necesidad no racional, infundada, indiscutible, sin excusas ni cálculos de extender la mano hacia el otro, para acariciar, para ser para, para vivir para, pase lo que pase” (Bauman, op. cit.:282). A pesar de que su postura conduce a una opción individual casi como única salida, no me atrevería a descartar de plano que la razón pueda desempeñar un rol más acti- 248 | vo y constructivo. No creando dogmas. Sí iluminando realidades, despertando conciencias adormecidas y anesteciadas. Me gustaría citar a teilhard de Chardin, dado que él expresa una idea propositiva en la dirección que pretendo señalar: “…La Humanidad, el Espíritu de la Tierra, la Síntesis de los individuos y de los pueblos, la paradójica Conciliación del Elemento y del Todo, de la Unidad y de la Multitud: para que todas estas cosas consideradas utópicas y, no obstante, biológicamente tan necesarias, lleguen a adquirir cuerpo en este Mundo, ¿no sería suficiente que imagináramos que nuestro poder de amar se desarrolla hasta abrazar a la totalidad de los hombres y de la Tierra?” (Teilhard de Chardin, 1974:321). Sí, amar a la humanidad hasta abrazar toda la tierra: una verdadera alternativa para un mundo globalizado. No se halla lejos de lo que propone Bauman si nos centramos “en el ser para”, “en las caricias”, “en el vivir para”, “pase lo que pase”. Es una verdadera alternativa al “todo vale” posmoderno y a “una moral única impuesta a todos por ser racionalmente superior”. Una utopía sin duda, pero el mundo no funciona sin ellas. Se ha dicho que las mismas cumplen el propósito de funcionar a modo de imán atrayendo el futuro a través de las acciones presentes. ¿No es también a su modo una utopía pensar en un mundo globalizado armónico a través del ejercicio de un poder imperial cada vez más brutal y de la supresión del multiculturalismo? ¿o dicha utopía, como sospecho, excluye de plano toda intención de armonía? De aceptarse esto último las promesas del siglo XX serían sin duda deinitivamente traicionadas. Sé que esto es obvio para aquellos que sostienen que el siglo XX ha sido de una hipocresía sentimental a cuyo in asistimos con su estruendosa celebración. ¿Pero será capaz una cultura de sobrevivir sobre la base de un crudo realismo exento de toda esperanza, sobre la base de la exaltación de valores negativos en tanto la muerte es sin duda negativa respecto a la vida? Sin duda una visión como la propuesta en los párrafos anteriores es, por esencia, trascendente. No tiene las pretensiones de la falsa humildad del “mesianismo cientíico”, aún cuando la humildad de Bohm haya sido, tanto como la de Einstein quien interactuó con él, notoria. Al igual que la humildad de Yehudi Menuhin, tan alejada de la soberbia que puede producir la fama | 249 y el talento. Humildad propia de todos los grandes seres que nos han legado una herencia imborrable aportando grandes visiones a la humanidad. ¿De donde puedo deducir tal humildad sin ser acusado de profundamente idealista y subjetivo? En verdad no puedo, pero sus obras producen esta sensación en mí. tal como otros actúo y pienso casi sin saberlo a partir de signiicados. Ellos fueron proporcionados por milenios y no por décadas. En este contexto vale señalar que aún Stephen Gould y Carl Sagan –los dos mayores propagadores de la “fe evolucionista” basada en explicaciones “científicas” y declarados ateos– se expresaron acerca de la relativa independencia de los dominios cientíico y religioso respecto a estos temas. Por esta misma razón fueron acusados de deshonestidad desde los radicales voceros del humanismo secular (Marsalek, 2002). Por lo tanto si la teoría de la evolución, aún en su versión neodarwinista más cruda, no excluye por necesidad la existencia de un creador o al menos la de un cosmos organizado como totalidad, qué justiica la posición epistemológica dominante que se resume en la siguiente pregunta: “¿Para qué plantear incontestables preguntas acerca del sentido de la vida humana, en vez de analizar los ines y propósitos que expresan los hombres en su propia conducta?”. ¿Pero cual conducta? ¿Es acaso ella totalmente independiente de la cultura, de la época, de los valores que son convalidados por un determinado sistema de pensamiento? Si así fuese ¿qué sentido tiene temer un choque de civilizaciones? Es curioso que quienes plantean tales preguntas no perciban que estarían suponiendo una naturaleza humana inmutable, la inexistencia del relativismo cultural y muchas cosas más totalmente contradictorias con sus propios puntos de vista. La supericialidad de nuestra época y la del pensamiento actual –a pesar de sus terribles enredos semánticos, lógicos y metodológicos– es sin duda un fuerte obstáculo para la superación de nuestra problemática. Y cuando digo “nuestra” me reiero a la de todos aquellos que aún creen posibles las promesas de un mundo mejor. Más seguro y pacíico. Más equitativo. Con más tiempo disponible, con mayor espacio para el goce, para el fomento de relaciones de conianza, de estabilidad laboral, de lorecimiento de la creatividad artística, de la aplicación de los frutos del progreso técnico a las mejoras de las condiciones materiales de 250 | vida y no a la creación de máquinas de muerte y destrucción. En una palabra el in de una era irracional extrañamente basada en enfoques pretendidamente racionales. En un “realismo chilado” como solía decir el sociólogo americano radical Charles Wright Mills cuando creía que sobrevendría una tercera guerra entre los EE.UU. y la Unión Soviética. A mi parecer todo planteo trascendente plantea reglas éticas que no tienen la lexibilidad que el funcionamiento de la moderna sociedad requiere y a su modo impone a través de la masiva difusión de contenidos culturales que le son funcionales. He ahí posiblemente la causa no sólo de la crisis de valores, sino también de una malsana tendencia a fragmentar y descontextualizar discursos y datos. Es una época que evita el cierre del discurso no porque este cierre entrañe necesariamente al fundamentalimo o limite la libertad humana. Eso no sería posible. Se evita el cierre implicado en toda totalidad, porque tal como sucede con un balance empresario, dicho cierre pone de maniiesto las más gruesas inconsistencias y contradicciones del sistema. Es decir la verdad revela la mentira, tal como la mentira conduce fatalmente a la verdad, como de algún modo sostuvo Lacan: “A medida que la mentira se organiza, emite sus tentáculos, le es necesario el control correlativo de la verdad que se encuentra a cada recodo del camino y que debe evitar… nada más difícil de montar que una mentira que se sostenga… la mentira realiza, al desarrollarse, la constitución de la verdad” (Lacan, 1981:382). Una visión trascendente obliga al hombre a dar cuenta de sus actos, de sus fallas morales. No importa que el ser humano concreto sea incapaz de vivir de acuerdo a la verdad. Pero eso es una cuestión muy distinta a sostener que la verdad no existe o que es tan relativa que inalmente todo, aún la mayor de las atrocidades es justiicable. Esto, a pesar de que de algún modo es totalmente imposible no ser relativista pragmático en algún grado. La cuestión es justamente calibrar el alcance del grado. Sí, en el siglo XXI, una posición tal puede ser considerada “principista”. Y el principismo nunca se llevó bien con el pragmatismo. Sin embargo, el mismo análisis de los sistemas complejos implícito en el diseño de la inteligencia artiicial reveló desde | 251 tiempos tempranos que la distribución de la lexibilidad entre las muchas variables que constituyen un sistema es una cuestión muy importante para su estabilidad. Pero, para que ello se logre, se debe imponer una considerable rigidez a las variables más fundamentales (Ashby, 1965). ¿Será la cibernética fundamentalista? ¿o existirán leyes fundamentales en el orden implícito en el Universo que así lo requieren? ¿Es necesariamente incompatible atenerse a estas leyes con la libertad humana? ¿Producirían un atormentador aburrimiento? He aquí algunas cuestiones a resolver, si es que tienen solución. La metafísica emergente de la epistemología natural preiere ignorar cuestiones tan profundas. Son realmente peligrosas. Por eso se habla tanto de que occidente no sólo está jaqueado por terribles enemigos externos, sino también por todos aquellos que no adhieren al discurso único. Este discurso sostiene implícitamente que vivimos en el mejor de los mundos posibles porque no podría haber otro –ello a pesar de que critican despiadadamente a Leibniz– y que para que muchos podamos gozar de él es necesario amputar todo aquello que lo amenace. tal es la situación en el plano epistemológico. obviamente no es un problema menor. Sin embargo hay tantas razones para ser pesimista como optimista. Según creo percibir el evolucionismo implica un proceso de aprendizaje y de absorción y transmisión del aprendizaje que es tanto biológico como cultural. todo aprendizaje implica pasar por el error. Y el error –repito– sólo puede existir frente a una verdad objetiva muy al margen de que el observador y lo observado jueguen su juego en un campo uniicado que pertenece a la totalidad de la Conciencia. En la medida que la conciencia humana crezca –e inevitablemente lo hará en tanto el eje de dirección evolutiva pasa por una mayor cerebración o complejidad-conciencia–, lo harán las fuerzas que unen y no las que dividen. Dado que la existencia de un universo con un orden implicado no es incompatible con la libertad, es una cuestión de elección humana, más que de meras fuerzas ciegas y azarosas. Pero cuidado ellas también existen. tanto más cuanto menos dejemos entrar en el campo de nuestra conciencia. En tal sentido el uso intensivo del tiempo –y la consiguiente compresión del espacio psíquico producido por las exigencias del actual modo de producción– pue- 252 | den provocar un proceso involutivo. Este proceso puede no ser importante en la escala macrohistórica presentada en la igura 1 del capítulo 2, pero sí en el breve lapso temporal de nuestra generación y las inmediatamente próximas venideras. El cuestionamiento al “mesianismo cientíico” y a las pretensiones “neomodernistas” tiene una importancia fundamental si se considera, por una parte, que bajo esta racionalidad lo que denominamos “la solución imperial” aparece como una consecuencia natural de la historia de occidente. Y que, por otra parte, un desarrollo alternativo como respuesta posible a la crisis civilizatoria, requerirá un fuerte cambio de percepción, de motivación y de actitudes. Dicho cambio sólo puede ser legítimamente defendido si el nuevo paradigma evoluciona perfeccionando al anterior. Completándolo allí, donde los vacíos teóricos, la fragmentación y deformación del discurso, diicultan la emergencia de una nueva etapa civilizatoria. En tal sentido dejar en claro que no existe ninguna razón teórica válida para crear una brecha insondable entre ciencia y fe, parece ineludible. Una de las mayores confusiones creadas durante los últimos siglos justamente proviene de una identiicación errónea de los fundamentos de la religión, con religiones alienadas de sus propios fundamentos. Del mismo modo, el progresivo uso poco ético del conocimiento cientíico ha creado sombras de sospecha sobre la ciencia que, de no ser subsanadas, constituirán también un retroceso en el pensamiento humano cuyas consecuencias ya están a la vista. El estudio de los sistemas evolutivos durante el último siglo, pero en especial durante las dos últimas décadas se ha centrado básicamente en la biología y en la ingeniería de los sistemas informáticos y computadoras. Ambas disciplinas se han beneiciado de sus mutuos avances. ¿Puede decirse lo mismo respecto a los enfoques evolutivos en economía? La respuesta es sí y no. En tanto el análisis de las innovaciones incrementales y disruptivas presenta paralelismos interesantes con algunas versiones que han tratado de asimilar los procesos genéticos con la teoría de la evolución, parece no haber sido advertido que la genética es cada vez menos satisfactoria para explicar los procesos evolutivos. Como ha señalado Evelyn fox Keller (2000), citando a Hartwell y sus colegas: | 253 “…las soluciones particulares obtenidas por los ordenadres, o por todo otro objeto fabricado, son el resultado de un proceso histórico elaborado de selección por constricciones económicas, tecnológicas y sociológicas”. Lo mismo, advierte esta autora, se asume respecto a los procesos biológicos: “…de hecho, se podría afirmar que los ordenadores como los organismos vivos, son seleccionados por su capacidad de sobrevivir (y en cierto modo) de reproducirse. Sin embargo, mientras que en ingeniería las vicisitudes económicas, tecnológicas y sociológicas operan en el proceso selectivo, los ingenieros son los que conciben estos sistemas mediante su inteligencia y son por definición exteriores al sistema. En biología por el contrario, se suele asumir que no es necesario suponer la intervención de ningún agente externo”. En tal contexto fox Keller se plantea “¿para qué tipo de procesos evolutivos que implican tales mecanismos es posible apartarse sin la ayuda de una inteligencia humana?” Seguidamente rinde homenaje: “a los millones de años de experimentación y la creatividad constructiva de una eternidad de bricolage, de recombinaciones aleatorias de partes ya existentes que, gracias a sus recombinaciones e interacciones y retroacciones continuas con el ambiente adquieren nuevas funciones”. En tal contexto airma igualmente que Darwin mismo nos ha prevenido de no perder de vista “el carácter fundamentalmente histórico de la función biológica, ni el potencial creativo de la acumulación histórica”. obviamente la autora sugiere la existencia de una inteligencia externa necesaria al proceso evolutivo, luego de examinar el fracaso de la genética para reducir la complejidad de la evolución a sus partes elementales y constatar, a través del minucioso análisis de la evolución de la ciencia biológica, que los procesos evolutivos entrañan la supervivencia del organismo como un todo. Ahora bien, podemos preguntarnos aquí: ¿qué inteligencia humana orgánica participa en la evolución de las civilizaciones, o más modestamente del sistema socio-técnico y económico? Las respuestas desde la teoría evolutiva en economía se parecen aún 254 | demasiado a las que intentaron brindar los biólogos centrados en el gen como motor de la evolución y han fracasado tanto en este campo como en el de la economía. Sin descartar los fenómenos autoorganizativos, es evidente que dicha autoorganización debe suponer al organismo y sus funciones como un todo. En los fenómenos de la vida esto aparece ahora con mayor claridad, pero ¿puede decirse lo mismo respecto a las civilizaciones? Quizás sí, quizás no. A principios del siglo XX se sostenía que: “el progreso tecnológico, la acumulación de cultura material, ha tenido lugar con todas las características ciegas y destructivas que caracterizan el desarrollo natural de una especie o individuo. En la sociedad prevalecen las mismas guerras y métodos derrochadores que en el reino animal y vegetal… Todas las funciones de la sociedad se realizan de una manera aleatoria totalmente análoga al proceso natural del mundo orgánico inferior (Marcuse y Neumann, 2001:168-169). Pero a su vez esta expresión se da en un contexto de denuncia que supone la posibilidad de superar concientemente la brecha entre el progreso moral y material. En los sistemas socioeconómicos lo más parecido a la organización del todo lo constituye el conjunto de instituciones que “piensan el sistema” y lo dirigen en consecuencia mediante conjuntos de acciones planiicadas. Pero a su vez, dado que nadie detenta un poder omnímodo, es la cultura en sentido amplio la que se autoorganiza. Es decir, los que detentan “el poder” serían el equivalente “al ingeniero” de los que nos habla Evelyn fox Keller existe como agente externo consciente y activo tras la existencia y supervivencia de los ordenadores y que los biólogos generalmente asumen no existe como necesidad para explicar la evolución de las especies. La controversia no puede ser menor debido a que todos sabemos acerca de las limitaciones institucionales y humanas y también conocemos los fracasos y peligros que pueden encerrar las “ingenierias sociales”. De todos modos es bueno recordar que ellas existen y operan en algún grado modelando conciente o inconcientemente las sociedades y la historia de las civilizaciones. El peligro es que el intento de su reedición puede conducir a los totalitarismos que marcaron a fuego el siglo XX y que cierta- | 255 mente el siglo XXI no parece estar excento del advenimiento de nuevas formas de totalitarimo. ¿Pero es posible entonces pensar en el cambio social de un modo consciente? ¿No ha sido la persecución de la felicidad humana en términos de progreso moral, aumento de conciencia, creativad, desarrollo del potencial artístico, emocional e intelectual y bienestar material lo que caracterizó el pensamiento sociológico moderno en torno a dicho cambio social? ¿Es indispensable vincular este sueño al peligro de los totalitarismos o éstos han surgido también como respuesta al fracaso de una evolución económica y tecnológica ciega? Los ilósofos antiguos, nos señalan Marcuse y Neumann (op. cit.:118-169), consideraban el cambio social como un proceso que en buena medida podía identiicarse con el progreso de la vida humana, y que debía medirse según las posibilidades dadas de la vida humana. Asimismo nos dicen que para Ward, a quien antes he citado, la sociedad puede lograr sus metas por medio de la aplicación de principios análogos a aquellos por medio de los cuales el ser humano ha logrado mejorar las duras condiciones de la naturaleza en el proceso que llamamos civilización. De este modo una larga tradición occidental se vincula con teorías del cambio social cuyo objetivo es la liberación de las fuerzas productivas incluyendo en ellas las facultades intelectuales y emocionales del hombre. Mi análisis conduce a mostrar precisamente, que el nuevo tipo de totalitarimo está surgiendo como respuesta pragmática a un proceso de crecimiento económico que halla serios obstáculos para su continuidad y que las transformaciones en la base material de la sociedad se han producido sobre una lógica de automatismos de mercado, cuyas reglas han conducido a un callejón con pocas salidas deseables, a menos que modiiquemos nuestra limitada racionalidad. Pero el fracaso de los sistemas planiicados no es un hecho menor. Ellos en cierto modo tampoco lograron escapar a una lógica perversa que en última instancia reforzó la ideología del mercado. A su vez “el mercado” como mecanismo de selección natural aparece no sólo como extremadamente derrochador, sino que es una institución casi inexistente en tanto el poder real se ha concentrado de un modo que nadie podría negar. 256 | Por consiguiente la inclusión de una agenda en torno a una crítica de la epistemología dominante y la construcción de un enfoque más inclusivo, que permita cerrar la brecha entre el progreso moral y el tecnológico, parece una cuestión indispensable para salir del actual atolladero en que nos hallamos. Por último me parece importante remarcar la coexistencia, a lo largo de la historia, de distintos tipos de enfoque epistemológico aún cuando por épocas pareciera haber un predominio de algún sistema de pensamiento sobre otros. En tal sentido, la reclasiicación de los datos del pionero trabajo de Sorokin ya aludido, puede brindar una visión panorámica que desmitiique un poco la supuesta novedad del conjunto de corrientes asociadas al pensamiento cientíico (racionalismo, empirismo, criticismo y escepticismo) como opuestas y dominantes respecto a las visiones precientíicas (ideismo y misticismo). La igura 26 ilustra las lutuaciones registradas a través de una labor de clasiicación bibliográica y de análisis de contenidos para el período 580 a.C. a 1920. En el mismo se puede apreciar que si bien la corriente que puede ser asociada de modo muy grosero “al pensamiento cientíico” ha predominado desde 1500, la historia registra no sólo antecedentes de tal tendencia en el pasado (aún antes de la era cristiana), sino también la evidencia del poder de subsistencia de las corrientes asociadas a lo que se ha denominado como pensamiento pre-cientiico. Tal coexistencia de sistemas de pensamiento ha sido remarcada por Jacques Barzún al caracterizar a occidente sobre la base de su enorme diversidad cultural. Es claro no obstante que tanto el número, como la calidad de publicaciones y el alcance del conocimiento para transformar mentes, naturaleza y corazones es inconmensurable respecto a las referencias de un pasado remoto en términos de la historia humana. | 257 100 90 80 70 60 50 40 30 20 10 1820 1520 1220 920 620 320 -20 -280 0 -580 en % total de las obras analizadas según el contenido fIGURA 26 - fluctuaciones en los sistemas de conocimiento entre los años 580 a.C. y 1920. Misticismo + fideismo Empirismo + Racionalismo + Criticismo + Escepticismo fuente: Klingemann, Mohler y Weber, 1982:1-18. Así, si bien a lo largo de la historia, el conocimiento cientíico se ha transmitido fundamentalmente a través de documentos escritos, algunos de los cuales tienen una antigüedad de más de 4.000 años, no se conserva ninguna obra cientíica sustancial del periodo anterior a los Elementos de Euclides. Los tratados posteriores escritos por cientíicos griegos destacados sólo se conservan aproximadamente la mitad. Por el contrario, el número de publicaciones cientíicas creció tan rápidamente en los primeros años del siglo XX, que el catálogo Lista mundial de publicaciones cientíicas periódicas editadas entre 1900 y 1933 ya incluía unas 36.000 entradas en 18 idiomas28. 28. Cf. www.soko.com.ar/historia, Historia de la ciencia, 22-02-05. 258 | Actualmente es difícil siquiera disponer del número total de publicaciones cientíicas si se considera el conjunto de disciplinas y áreas de especialización. Esta situación crea la sensación, por cierto bien fundada, de la inabarcabilidad del conocimiento humano ya adquirido integrado por una sóla mente y aún por una agrupación sustantiva de ellas. Esta saturación de información es también por otra parte un obstáculo para un progreso genuino del conocimiento objetivo, ya que exigiría una tarea de depuración y de síntesis de áreas de confrontación entre las diversas teorías que compiten con sus hipótesis en una misma área de conocimiento, los hallazgos de las diversas ciencias y especialidades, y una eliminación de las duplicaciones y de la producción pseudocientíica (los “simuladores” en términos de Rorty), todo lo cual conduce a una situación de fatal confusión. Es una razón más, aparte de todo lo anterior, por la cual la construcción de una visión del hombre en el universo que sea compatible con el conocimiento cientíico y a su vez con la sabiduría ancestral parece hoy más difícil y también más necesaria que nunca a pesar de que no han faltado intentos en esa línea. Los modernos medios de comunicación a través de la divulgación parcializada de contenidos cientíicos y culturales, puntos de vista y opiniones, teñidos ideológicamente por una diversidad de intereses (cuando no por una ignorancia propia de la semiilustración), no hacen sino diicultar la selección natural que Popper suponía como símil de la evolución de las especies, en el mundo del pensamiento. Mundo que es esencial para la propia evolución de la especie humana, la supervivencia de otras especies y la de la sociedad global. La elaboración de un documento sintético que contenga las contoversias cruciales en cada disciplina con miras a hallar puntos de coincidencias y discrepancias y nucleos duros o conjuntos de interdependencias centrales en lo atinente a la fundamentación de diversas cosmovisiones que compiten entre sí en la interpretación del ser humano en el mundo, sería por cierto un buen área de investigación para que organismos como la UNESCo, que ya han desarrollado una encomiable labor, patrocinen con urgencia. El prerequisito obviamente sería no presuponer a priori la superioridad natural de ningún paradigma, sí en cambio la rigurosidad analítica y la seriedad de la discusión sobre la base de un amplio respeto y libertad académica. Esto es difícil de lograr en | 259 un mundo caracterizado por intelectuales orgánicos, panletarios, simuladores y honorables, pero no es imposible. Existe aún una muy amplia gama de ilósofos, cientíicos, historiadores y teólogos cuya independencia y honestidad conforman el núcleo central de su motivación y actividad profesional, y su más preciado valor humano. Como todo esto hace al problema de los valores, y ellos, a la posibilidad misma de hallar una salida a la crisis de la civilización global, conviene examinar aún un poco más este tema. 7 El relejo en la cultura: Valores y “crisis de pensamiento” R etomaré en este capítulo muchas de las cuestiones ya planteadas, siempre con el objetivo de esclarecer en qué medida, la hipótesis planteada acerca de los efectos del progresivo agotamiento del proceso de urbanización a escala planetaria implica un verdadero cambio de edad de la humanidad. Lo haré a modo de collagge, debido no a un gusto particular por tal estilo –que evoca tan bien los modernos procesos de acumulación en las dimensiones básicas de tiempo y espacio– sino porque es muy probable que la continua superposición de conceptos y categorías de análisis no me permita encarar el problema de los múltiples aspectos culturales de un modo más prolijo y ordenado que este. 1. Acerca de las relaciones entre la base material y la cultura Según lo han analizado Klingeman (1984) y Rosengren (1980a y 1980b), la tipología de las interacciones y determinaciones entre la base material de la sociedad y la cultura varían de acuerdo a la escala temporal que utilicemos para efectuar tal análisis. | 261 En el muy largo plazo (milenios) es probable que sea la cultura la que determine la base material de la sociedad; en un orden temporal signado por siglos, sería la base material la que determina la cultura; en plazos más acotados (décadas), los contenidos y pautas culturales pueden a su vez inluenciar y modiicar la base material tanto como ésta a la cultura, pero siempre ambas dimensiones básicas interactúan, lo que no sería perceptible en el muy corto plazo (años). Las cuatro corrientes sociológicas básicas serían respectivamente: idealismo, materialismo, interdependencia y autonomía tal como se representan en las iguras 27 y 28. fIGURA฀฀฀฀- Matriz de interacciones entre estructura social y cultura. tipo de interacciones La estructura social inluye sobre la cultura Respuesta Si No Si Interdependencia Idealismo No Materialismo Autonomía La cultura inluye sobre la estructura social fuente: elaborado en base a Klingeman (1984) y Rosengren (1980a) fIGURA฀฀฀฀- Relaciones probables entre estructura social y cultura según corrientes sociológicas y períodos temporales. escala temporal tipo de relaciones más probables entre estructura social y cultura Corriente sociológica Milenios Cultura Estructura social Idealismo Siglos Estructura social Cultura Materialismo Décadas Cultura Estructura social Interdependencia Años Cultura Estructura social Autonomía fuente: elaboración propia en base a Klingeman, H.D. (1984) y Rosengren, K.E. (1980a y b). Recurrir a este tipo de análisis previo tiene por objeto encuadrar –aunque de un modo precario– ciertas cuestiones que hacen al cambio de valores y actitudes, también a partir del punto de inlexión señalado ocurrido en los setenta. Por ejemplo, ¿existe alguna relación entre el rechazo a asumir compromisos estables sea en el área de cooperación económica, 262 | irma de contratos laborales, actas de matrimonio o cualquier otro tipo de acuerdo duradero y la percepción de creciente incertidumbre que un sistema económico y social como el actual produce? A su vez, ¿estas nuevas pautas culturales resumibles en “ausencia y rechazo a asumir compromisos durarderos”, no moldea el mundo real, lo reconigura y lo refuerza? ¿Los continuos cambios de moda intelectual, el rechazo a las preguntas más fundamentales acerca de la razón de ser de la economía y del ser humano, tienen un fuerte vínculo con la crisis sistémica, o pueden ser considerados como independientes de los procesos económicos y políticos reales? ¿La difusión masiva a través de los mass media de mensajes desesperanzadores, el predominio de la violencia y la trivialización de las relaciones humanas, es un fenómeno propio de la modernidad o en esta nueva etapa se ha exacerbado por ser funcional a la nueva forma en que se va conigurando el sistema económico a medida que parece entrar en un callejón sin salida? Las discusiones acerca de la determinación de la cultura por la base material, aún con el gran subrayado de “en última instancia” tienen un tuillo ya anticuado. Es casi vergonzoso intelectualmente. fueron discusiones propias de los sesenta y setenta, antes de que la “nueva izquierda”, protagonizara aquella vertiginosa transformación del plano de lucha desplazándose hacia lo cultural. 2. Acerca de los modos de protesta social actual y su funcionalidad ¿Por qué mostrar un culo desnudo como signo de protesta? Se interroga Milan Kundera (Los testamentos traicionados). Porque la desnudez sigue siendo subversiva contesta Kundera, a mi juicio con una dosis de velado escepticismo. Como quien quisiera convencerse de algo que en su propio pensamiento no cierra totalmente. ¿tienen poder contestatario algunos cientos o miles de traseros en una plaza protestando contra la guerra o cualquier otra cosa? El mayo de París fue distinto. Lo que esos jóvenes manifestaban se hallaba en otro plano. Una lucha contra la represión, una rebeldía infantil si se quiere, pero detrás de ella había una concepción libe- | 263 radora, un proyecto humanizador. Era, para Alain touraine, una novedosa forma que asumía la “lucha de clases” emprendida por los “nuevos alienados” que la sociedad post-industrial promovía entre los técnicos, profesionales, estudiantes y otros (touraine, 1968). Este proyecto humanizador hoy es visto y presentado no sólo como indeseable sino como peligroso. Algo en lo que además ya nadie cree. Considerarlo así, ¿no es una forma de reforzar el estado actual de cosas? tener sexo en público no tiene ya el poder de escandalizar que pudiera haber tenido en aquel momento. La tV nos ha acostumbrado a escenas que van de lo pornográico a lo erótico y descarnado a toda hora. ¿A quién puede conmover un traste si aparece en la contratapa de tantas revistas y niños de corta edad se habituan a ello? Diría que es tan grotesco que ni siquiera moviliza salvo que uno se predisponga a ello. Ha actuado por sobresaturación. Y con esto siquiera pretendo realizar un juicio moral, después de todo así vinimos al mundo y la desnudez verdadera, la de cuerpo y alma es una fuerza revolucionaria sin duda. Pero ¿qué es hoy el alma? Lo que cuestiono es nuevamente la farsa. Porque percibo que la liberación sexual no ha signiicado en lo más mínimo el derrumbe de la represión sexual. Se puede tener sexo y ser un ser profundamente reprimido. Se puede ser liberado y no tener sexo, sino erotizar el conjunto de las relaciones humanas. Por último se puede hacer el amor y disfrutar del placer de amar. todo esto cabe y de hecho acontece. Pero no podría asignarsele un valor de lucha política demasiado eicaz. Un medio para construir un mundo mejor, ni para deconstruir el existente porque esto ya forma parte de él. El planteo de Wilheilm Reich era revolucionario; provenía de un contexto teórico fundado, se estuviera o no de acuerdo con sus postulados. Los culos desnudos a mi juicio no lo son. Se remontan a cualquier otra época. Los medios por deinición son reaccionarios, en tanto su inalidad es cada vez más facilitar la reproducción del modo de producción y consumo. Pero más allá del sexo, de los traseros desnudos, está la violencia, no pocas veces entremezclada con erotismo. No creo se trate de una exaltación de la igura del Marqués de Sade. Cualquiera sea el enfoque sociológico que adoptemos, la conclusión mínima común es que los medios masivos predisponen la mente para aceptar ciertos hechos como normales (American 264 | Academy of Arts & Sciences, 1982:96). ¿En cuanto los incentivan?, es una cuestión abierta y controvertida29. Por lo tanto nuevamente aparece la “Paradoja Pragmática”. El sistema puede hallarse regido por conservadores culturales como se dice que lo son Bush y su equipo, pero la prioridad es económica. Y si es necesario abandonar el conservadurismo cultural, no duden lo harán aunque declaren lo contrario. Cumplirán su misión con eicacia y para colmo muchos idiotas aparecerán fascinados. Se erigiran en defensores de causas pobres, fragmentadas, sin unicidad. La estrategia gramsciana dejó de ser patrimonio de la izquierda. Aún cuando no pretendo sostener que no exista una lucha ideológica –dado que es evidente que existe– sugiero que el debate cultural ha sido dirigido de modo tal que cualquiera sea el bando triunfante ello sirve al sistema porque los nuevos polos opuestos esquivan todo aquello que sí podría ser urticante o amenazador. Las cuestiones realmente importantes son suprimidas por temor a cualquier tipo de fundamentalismo. Siendo así, no hay verdadera batalla porque en este campo tampoco hay verdaderos enemigos, ni interés genuino en crearlos como puede suceder en el plano militar. 3. Acerca de la diversidad de valores y el funcionalismo Para intelectuales como Bauman (op. cit.:153-161), resulta difícil discernir si el concepto de “crisis cultural” –que alude al estado de ambiguedad normativa, ambivalencia, inconstancia, falta de claridad, indeinición y la percepción de dicho estado de cosas como una amenaza que de uno u otro modo afecta al bienestar de la sociedad– es resultado de los recientes y drásticos cambios del estado del mundo o tan solo implica un descubrimiento tardío y una admisión de la naturaleza de las cosas. 29. Cf. American Academy of Arts & Sciences (1982:96); Aronson, (1995); Bandura, (1973); Berkowitz, (1962:229-255); Bryson, (1948); Comstock y Lindsey, (1975); Diener y Defour, (1978:333-341); feshbach (1961:63, 381-385); Karpf, J. y Karpf, E., (1994); Mander, (1978:158); Schramm, (1948); Surgeon General’s Scientiic Advisory Committee on Television and Social Behavior, (1972); Tannenbaum y Zillman (1975). | 265 Cuando deine como redundante el mismo concepto de crisis, y especíicamente “la crisis de valores”, debido que es un artefacto del concepto abierta o implícitamente fundamentalista de la ética30, adhiere sin duda a la posición crítica de todo “proyecto moralizante” tanto por que éste considera negativa la sobreabundancia de valores contradictorios, como porque toda imposición legal resta responsabilidad moral individual y genera obediencia al más fuerte. Pero además me inclino a pensar que considera –a pesar de las dudas que expresa– que en realidad venimos a descubrir que siempre fue así, es decir que adhiere a que esta crisis “es un estado natural de las cosas”. Por mi parte sugiero que esta “sobreabundancia de valores” propia de la posmodernidad es el nuevo paradigma cultural. “La nueva ética” funcional al estado actual del mundo. Una paridad cultural con lo que él mismo deine como centro de la política impulsada por el poder económico inanciero internacional “cuyo conjunto de reglas es acabar con las reglas”. Por lo tanto esta situación de “sobreabundancia de valores” es la imagen cultural propicia para acabar con las reglas. Ella genera un tipo de obediencia al poder, mucho más sutil, dado que parece cuestionarlo constantemente. En tal sentido creo que Bauman se equivoca cuando deja en el pasado el enfoque funcionalista de talcott Parsons. Este funcionalismo simplemente es más difícil de percibir justamente porque tal “sobreabundancia de valores” crea la ilusión de la elección libre, siendo que es en realidad un nuevo “fundamentalismo ético”, por desvirtuado que resulte el término “etico” en un contexto tan crítico. Si bien puede ser acertado sostener, como lo hace, que “crisis” utilizado como opuesto a “normalidad” es erróneo y extemporáneo, no podemos dejar de pensar que las causas materiales que determinan tal situación, por complejas que sean, puedan o deban ser dejadas de lado porque en última instancia se trataría de un debate difícil de resover, siendo conveniente el rastreo de las consecuencias que nuestra nueva percepciónde crisis puede tener para las ideas ortodoxas de valores, cultura, arte y todo lo demás que consideremos en crisis. 30. En tanto esta posición entraña que los estándares morales pueden ser observados solo a condición de que las personas sean sistemáticamente colocadas en una situación “sin alternativas” frente a un código moral impuesto exógenamente. 266 | De este modo su rechazo a “una teoría que explique la crisis”, no parece coincidente con su clara percepción desarrollada en la subsección “la economía política de la incertidumbre”. Su cita de un ensayo de Jacques Attali en la que compara la sociedad actual y su forma de gobierno con el Titanic, y la multiplicidad de icebergs al acecho (económico, ecológico, nuclear, etc.), no es en absoluto contradictoria con el análisis que propongo en el capítulo dos referida a la crisis material que provoca el proceso de agotamiento inevitable del crecimiento económico basado en la urbanización y las pobres alternativas que ofrecen como respuesta a esta situación el cambio tecnológico continuo. Lo mío es así, sin duda, asimilable al rechazado concepto de una “teoría de la crisis”. A mi parecer tal crisis en los términos evolutivos propuestos en este ensayo no ha sido analizada con rigor hasta el presente, al menos no de un modo abierto e incorporado al debate intelectual. No creo por lo tanto que dicha teoría pueda ser considerada superlua o que baste con comprender en términos utilitarios las respuestas culturales a la situación de incertidumbre, inseguridad y desprotección. Sin comprender las raíces profundas de tal situación, es evidente que el diseño de una agenda política sólo puede fracasar. Entiéndase bien. No se pretende explicar la totalidad de los fenómenos actuales a través de las hipótesis aquí expuestas, pero sí al menos considerar que pueden ser fértiles tanto en términos explicativos-predictivos, como en términos del diseño de estrategias que den contenido preciso a un programa de transformación civilizatoria a gran escala. Que sea lo suicientemente robusta como para incentivar investigaciones en torno a los problemas a superar para escapar del hundimiento del Titanic y diseñar una agenda propositiva para que llegue a puerto transformado en una obra más distante de la soberbia humana. Ahora fundamentaré parcialmente porqué considero que la sobreabundancia de valores es funcional al estado actual del mundo. tomemos como ejemplo el desplazamiento de la lucha de clases a la cuestión del género. tema que ocupó y ocupa buena parte del discurso de la izquierda desde hace al menos tres décadas. ¿Es real su valor revolucionario? Lo pongo en duda en tanto buena parte de este discurso es altamente funcional al sistema como quiera que se lo mire. favorece el consumo, a la explotación de la | 267 mujer de una manera mucho más sutil, el control de la natalidad y muchas metas que son propuestas de un modo explícito por el poder, sin que ello signiique que el poder haya girado hacia la izquierda. No es que considere que la liberación de la mujer sea precisamente un valor negativo o reaccionario. todo lo contrario. Lo que cuestiono en realidad es si esta liberación se halla en marcha o más bien la mujer esta siendo víctima como antaño de una opresión masculina. opresión que amenaza la propia identidad al instituir como meta, más que el respeto por la forma femenina de percibir el mundo y relacionarse con él, una identidad masculina. Al proponer a la mujer “adquirir una mayor fuerza y destreza física y experiencia con el in de alcanzar más poder” (Lips, 1981), no se hace otra cosa que reproducir una visión masculina del mundo donde el dominio sobre la naturaleza y los demás es el valor supremo. Valor asociado por cierto a la epistemología natural de occidente. Ello no hace más que imprimir a la sociedad un carácter aún más desequilibrado en lo que a este tema respecta. tomemos otro ejemplo aún más reciente. Los debates acerca del derecho de parejas homosexuales a adoptar hijos, supone en cualquier caso la persistencia de un rol masculino ¿qué liberación puede ser esperada del desarrollo de una dialéctica de esta naturaleza? Será a lo sumo una forma más de airmar la absoluta libertad del ser humano respecto a la naturaleza o a los mandamientos bíblicos algo ironizados por Savater. Sin embargo, el debate en torno al tema ocupa una parte importante del que los medios le proponen al público, como una contradicción entre sectores progresistas y conservadores. Pero este debate, como tantos otros instalados en la cultura actual, reduce el espacio para el legítimo reclamo de igualdad social. tiene la virtud de fragmentar la oposición. De algún modo funciona a modo de placebo para un amplio espectro de aquellos de naturaleza “contestataria”, pero por sobre todo tiende un amplio velo de sospecha acerca de la legitimidad y razonabilidad de la protesta social en sí misma para otro amplio espectro acostumbrado a ser espectadores. Esta protesta política –como sostiene Bauman– carece de Agencia. ¿Qué puede signiicar después de todo la protesta social legítima, frente al in no ya de la historia, sino del hombre? ¿No es este el nuevo fantasma que recorre el mundo según fukuyama? 268 | Al poner en un mismo plano los reclamos por el derecho a un empleo, al ingreso mínimo, a un salario digno, a una jornada laboral acotada, a condiciones menos alienantes en el mundo laboral, al trato igual entre sexos opuestos respecto a cuestiones elementales, al derecho de los niños a tener una infancia feliz, estos otros reclamos no sólo producen la sensación de que la modernidad se halla desbordada por la revolución de los derechos y expectativas, sino que acarrea una confusión acerca del orden jerárquico de los mismos. Es más, este nuevo discurso admitido y “racionalizado” niega que exista tal orden porque este orden no puede provenir de ningún sistema de valores extrínseco. Los “dioses” han muerto y los supuestos nuevos dioses son los individuos y sus ininitos derechos, los que ya no tienen los límites “del comienzo de los derechos del otro”. Es un mundo donde se vive a empujones y sobrevive el más apto. Por consiguiente la protesta, aún cuando permitida y hasta estimulada como signo de democracia, produce un efecto de saturación que culmina con la indiferencia y la imposibilidad de construir una solidaridad social capaz de desaiar seriamente al establishment y su responsabilidad en lo que atañe a la ausencia de una respuesta adecuada al estado actual de cosas en el mundo. tal mundo cultural es sin duda altamente funcional en términos sociológicos en relación a la crisis de respuesta del siglo XXI frente a las promesas no cumplidas del siglo XX. No nos quejemos ni anticipemos como fukuyama: aún no tenemos ejércitos de esclavos clonados en laboratorio. Las discusiones acerca de su alma son por ahora similares a las teológicas respecto al sexo de los ángeles. Si no podemos decir que vivimos en el mundo de la perfecta armonía de Leibniz y sus mónadas, al menos estamos en el mundo del mal menor. “El único posible”. En realidad, desde el punto de vista lógico, idéntico al de Leibniz, porque el suyo también hablaba de los mundos posibles. Después de todo “los nuevos bárbaros” podrían ser peores. Este es el discurso hoy. todo otro sería tildado de reposar en una ética fundamentalista. ¿Pero que del alma y del prerequisito material para el desarrollo de los miles de millones de excluidos del acceso a los bienes y servicios más elementales? Es que un consenso generalizado acerca de la grave injusticia que representa un mundo donde los pobres son cada vez más y | 269 con menos posibilidades de salir de su situación (a pesar de la potencial solución que ofrece una sociedad altamente teconológica), donde se hiciera clara la falta de sentido y de rumbo de la actividad humana de los que se hallan inseguros, aunque se hallen entre los que acceden; podría conducir a una desestabilización sin retorno. Algo más que una simple crisis de gobernabilidad. Por eso también esta cuestión pasa a la categoría del “para qué indagar acerca de aquello sobre lo que no podemos tener respuesta”. Un desembarque en el puerto del “ser-humano-en-el-mundo” que no caliique la incoherencia y la disfuncionalidad como acontecimientos indecidibles y extraordinarios (Bauman, op. cit.:161). Algo que, desde cierto punto de vista, puede ser positivo, pero que también puede contener los gérmenes de un neoutilitarismo bajo la legítima estampa de una indudable honestidad intelectual. Pero he aquí que no sólo la política, sino fundamentalmente la ciencia económica han sido así desvirtuadas. La última da por sentado que plantea las preguntas adecuadas y es capaz de responderlas cientíicamente. Se olvida de su propia deinición. Ha dejado de preocuparse hace rato de las soluciones alternativas, porque estas serían simplemente inexistentes a la luz de una antropología, mal entendidamente, “darwinista”. De una sociología que racionaliza un nuevo fundamentalismo en el campo de la aceptación y rechazo de valores y contravalores en tanto estos últimos no podrían ser legítimamente considerados como tales sino desde la desvalorizada perspectiva de “una ética fundamentalista” que “debe” der rechazada. ¿Pero por deinición, puede una ética no serlo? ¿Y si además nuestro conocimiento y descubrimiento del mundo nos condujeran a la conclusión de que una cierta estructura de valores básicos no es sólo producto de una matriz cultural determinada sino que se halla implícita en el orden del universo? ¿Es posible creer que sólo una elección individual entre alternativas culturales pueda resolver esta problemática sin la apoyatura institucional necesaria que toda sociedad requiere para fomentar el bien común? Sí, hay crisis de pensamiento, me opongo a Rorty. Y si bien la crisis de pensamiento, es general, lo es más aún en el campo de la economía. tras el fracaso del socialismo real, el discurso en pos del crecimiento con equidad ha sido lo único que se ha escuchado como un clamor unánime. 270 | Sin embargo, el desarrollo teórico y metodológico para la construcción de dicha equidad no pasa de la mera retórica. No existe a mi entender ni un sólo desarrollo teórico consistente acerca de cómo lograr el tan mentado desarrollo sustentable de modo operativo y ello no hace sino fortalecer no sólo una praxis cada vez más perversa, sino que refuerza su legitimidad a través “del único mundo posible”, tal como lo hacen los mass media a través de sus contenidos con valores negativos como lo son la destrucción masiva, los asesinatos, la codicia, el fraude, la mentira, el engaño. ¿Se me acusará de reaccionario o conservador por considerar tales valores negativos?, ¿debería abstenerme de realizar un juicio de valor? No lo creo, en todo caso es otra cuestión de fe, de uso del libre albedrío. No hay un sólo argumento cientíico o racional válido que pueda convencerme de lo contrario. Sostiene así David Harvey (1998:359) que “la conianza de una época puede evaluarse por la dimensión de la brecha entre la argumentación cientíica y la moral”. En épocas de confusión e incertidumbre, el recurso a la estética (cualquiera sea su forma se vuelve más pronunciado). Por su parte teilhard de Chardin (1974) nos dice que “en todas las épocas, el Hombre ha creído hallarse ante una ‘encrucijada de la Historia’ ”. Y hasta cierto punto, considerada su situación sobre una espiral ascendente, no se equivocaba. “Existen sin embargo, determinados momentos en que esta impresión de transformación se hace más evidente y se convierte en particularmente justiicada”. Nada más cierto en estos momentos, aún cuando la cita data de unas cuantas décadas atrás. La Humanidad en la Encrucijada fue el título de la segunda obra difundida tras los Límites del crecimiento, por el Club de Roma. La primera cita se reiere a la posmodernidad, la segunda es una relexión de tiempos de la segunda guerra y el título aludido se centra entre los dos períodos. En nuestro punto de inlexión. Mientras que las promesas de la modernidad, aún ante la diicultad de ser cumplidas, podían generar frustración, paranoia y deseos de luchar para lograrlas –aunque fuera a un elevado costo– la posmodernidad y el “neomodernismo” que le está sucediendo, parecen conirmar la imposibilidad absoluta de alcanzarlas. Conducen de este modo a la ezquizofrenia. | 271 Si el pasado no brinda referencias válidas y el futuro no ofrece alternativas, no puede resultar extraña la valoración extrema del presente como lo único que hay (el mundo del ezquizofrénico). Pero he aquí que la huida hacia la eternidad a través del eterno presente ha sido revalorizada por la cultura occidental justamente con el inicio de la gran crisis. Mientras que en un caso se trata de un signo patológico, en el otro tal signo es compatible con tradiciones espirituales milenarias. Lo que hubiera sido rescatable, fue así también absorbido por una sórdida comercialización de la religión. Los shopings espirituales lorecieron durante los ochenta con toda una amplia gama de ofertas y vinieron a satisfacer una demanda insatisfecha, un verdadero “nicho” de mercado frente a la insatisfacción espiritual. La religión, uno estaría tentado a pensar, debería al menos crear una tensión interior inductora de cambios. Pero tampoco ha sucedido así. Es que, como airma Baudrillard “no es necesario cambiar nada en la sociedad ni en uno mismo, puesto que la revolución industrial ha tenido lugar: es la sociedad técnica, por entero, la que se adapta a uno…” (1981:191). Una explicación posible de tales fenómenos se ha esbozado en los capítulos precedentes. Pero volvamos a Harvey (op. cit.:31-32): “…la imagen de la ‘destrucción creadora’ es muy importante para comprender la modernidad, justamente porque proviene de los dilemas prácticos que enfrentó la implementación del proyecto modernista. En efecto, ¿cómo se crearía un mundo nuevo sin destruir gran parte de lo ya existente?”. Siempre, siguiendo a este autor, el arquetipo literario de este dilema sería el Fausto de Goethe: “Héroe épico decidido a destruir los mitos religiosos, los valores tradicionales y las formas de vida consuetudinarias a in de construir un audaz mundo nuevo sobre las cenizas del antiguo…”. Al sintetizar pensamiento y acción, fausto se impone a sí mismo e impone a todos los demás (hasta a Meistófeles) extremos de organización, dolor y agotamiento a in de gobernar la naturaleza y crear un paisaje nuevo… Decidido a eliminar a todo y a todos los que se interpongan en su camino hacia la realización de este ideal sublime, fausto, para su postrer horror, envía a Meistófeles a matar una vieja y amada pareja que 272 | vive en una pequeña cabaña a la orilla del mar por el simple hecho de que no encajan en su plan maestro. Se me igura que es correcto denominar “neomoderna” la solución imperial de los Estados Unidos. La posmodernidad y los posmodernos son, después de todo, considerados como los enemigos internos de occidente31. Si el Fausto de Goethe representa la mentalidad moderna como arquetipo literario, entonces un nuevo Meistófeles será enviado a matar… a aquellos “otros” por el simple hecho de que no encajan en su plan maestro neomoderno. ¿Podemos hallar alguna analogía en torno a la declarada guerra al Islam profesada por muchos? Modernos, posmodernos, neomodernos. Eclécticos y pragmáticos. El hecho es que la destrucción sigue siendo funcional. La diferencia sustantiva radica quizás en el creciente grado de deshumanización no sólo real, sino en su legitimización a través de la producción cultural y en el deterioro de las relaciones sociales en casi todos los ámbitos: laboral, político, familiar, intergeneracional, de género. Como sostuvo Edmund Carpenter, profesor de antropología en la Nueva Escuela de Investigación Social de la universidad de Nueva York, más preocupante aún que el contenido de los medios, es el verdadero efecto que produce la televisión: una separación entre el espíritu y la carne que impide el uso sincrónico de la inteligencia y de los sentidos de un modo directo (oltmans, 1975:170) ¿No se hallará aquí una más de las razones por las cuales el discurso puede ser fragmentario, falso, crudamente hipócrita sin que se produzcan reacciones contrarias capaces de contrarrestar una lógica destructiva? Sí, la conquista de América fue terrible; Austzwich fue terrible. La destrucción de Hamburgo fue terrible. Hiroshima y Nagasaki. Hanoi, Beirut, Belgrado, Islamambad, Bagdad. Sólo una parte grosera de la destrucción. ¿Pero que hay tras la deshumanización progresiva de la vida cotidiana? ¿Es acaso menos 31. Cf. Escudé (op.cit.:175), donde expresa textualmente: “el posmodernismo es un enemigo incluso más radical, en tanto algunas de sus expresiones tienden a justiicar el accionar del extremismo islámico. Lo que hoy enfrentamos es un conlicto global entre la modernidad y sus enemigos. Este es el desafío que el neomodernismo debe clariicar, en las tinieblas de la confusión posmodernista”. En su argumentación remite a Rauch (2002). | 273 trágica? Quizás sí. Es como un accidente aéreo frente a las miles de muertes en accidentes viales, como éstos, a su vez lo son, frente a los enfermos moribundos de cáncer. Sin embargo, las dos últimas categorías producen más muertes que la primera y posiblemente mucho más sufrimiento. Es extraña esta costumbre de intentar medir catástrofes cuando lo que está en juego es siempre la vida humana. ¿Valían más los tres mil muertos del WtC, que los afganos e iraquíes? ¿Valían más los judíos que los alemanes o japoneses? ¿Más los españoles de Cortéz que los aztecas de Monctezuma? ¿Los blancos más que los Sioux? ¿Qué diferencia podemos hacer cuando confrontamos hechos? ¿Es su escala? ¿Es la razón que la justiica? ¿Son los métodos que en algún caso nos parecen más repugnantes que en otros? ¿Más o menos justiicados? ¿Más o menos justos o crueles? ¿Jugará un rol en todo esto el acostumbramiento de nuestra percepción a considerarlo de uno u otro modo según códigos de pertenencia? Sin intentar minimizar las mayores tragedias de la humanidad ni equiparar lo inequiparable, la relexión no me parece deba conducir necesariamente a un relativismo que en su extremo, coincido, sería peligroso. Sin embargo, la historia es contada por los vencedores y sus propias tragedias pueden servirles a modo de perpetua inmunidad y eso no es justo, como tampoco lo son las falsas oposiciones. Marcuse en su correspondencia con Horkheimer en 1943, señaló que la persecución contra los judíos era en realidad una persecución contra las características que se consideran “como deinitivamente cristianas y humanas” y que lo que sucede en realidad no es sólo una protesta tardía contra el cristianismo, sino la consumación de sus características más siniestras (Marcuse, 2001b). tal consumación podría darse en la actualidad a menos que obre la sensatez en torno al tema de la intínseca unidad de las religiones en sus postulados más básicos y se rechace de plano la tesis de Huntington. Sí, el silencio de los vencedores, un verdadero mal. Recuerdo el silencio de buena parte de la izquierda frente a los excesos de la Revolución Cultural de Mao, del Kmer Rouge en Camboya o de las guerrillas en América Latina y no me semejan ser distintos de otros silencios: los que justiicaron escuadrones de la muerte, napalm, torturas y vejaciones. Devastación de poblaciones civiles. El “otro”, ese “otro” que en ciertas circunstancias pareciera perder toda condición humana. tal es la lógica de la guerra. 274 | Pero esto no constituye ninguna novedad. ¿Qué es lo nuevo entonces? Quizás dos cosas: una la creación de enemigos de un modo cada vez más ridícula y visiblemente forzada en esta nueva etapa histórica. La otra, la extensión de la indiferencia frente al sufrimiento, la ridiculización de la bondad y de las aspiraciones a construir un mundo más equitativo, menos violento, más amoroso. La promoción premeditada de valores destructivos. La domesticación de las mentes para percibir el mundo real bajo una mirada acrítica, “para aceptar como normales cosas que no lo son” a no ser porque terminan siéndolo por costumbre. En esto, creo, existe un enorme peligro, que de no ser percibido a tiempo puede conducir al reconocimiento demasiado tardío de lo que podría ser una futura tragedia. Pero ¿qué es la normalidad? ¿No es acaso “parte del artefacto de la crisis”, un concepto que lleva implícita una postura moralizante anticuada y fracazada? Visto así no hay salida posible, no sólo la política ha sido deconstruida, sino reconstruida sobre estas nuevas bases. La guerra actual tiene entonces también otro carácter. En esa guerra los marginados existen con su atroz sufrimiento y siquiera parecen ya ser capaces de relejarse en las pupilas de sus semejantes, aquellos “otros” que aún accediendo sobreviven cansados y no tienen ganas ni de pensar, ni de ver. Aquel “otro” que ilósofos como Levinas han puesto en el centro de su relexión. 4. Cultura, consumismo y uso del tiempo: un tema para abordar desde la bondad La gran novedad es también la que se relaciona con las pautas de uso del tiempo. La continua adición de productos a los ya existentes, implica la conversión del consumo en un trabajo adicional al que se utiliza para su producción. El tiempo de trabajo compite mano a mano con el tiempo dedicado al cuidado de los hijos (Szalai, 1972:184). El tiempo personal es escaso para los “beneiciarios”, para los “no excluidos”, los “supuestos ganadores”. | 275 La fragmentación del tiempo de trabajo respecto al resto del tiempo fragmenta también la personalidad (Jeanniére, 1977:107123). El tiempo de ocio captado por los contenidos de la tV. “La civilización urbana es testigo de cómo se suceden, a ritmo acelerado, las generaciones de productos, de aparatos, de gadgets, por comparación con los cuales el hombre parece una especie particularmente estable… los objetos cotidianos proliferan, las necesidades se multiplican, la producción acelera su tiempo y su muerte, y nos falta un vocabulario para nombrarlos. ¿Hay quien pueda confiar en clasificar un mundo de objetos que cambia a ojos vistas y en lograr establecer un sistema descriptivo? (Baudrillard, 1981:1). La estética de la publicidad es inseparable de todo esto. Ha creado un nuevo modo de ser porque atribuye nuevos signiicados a nuevas y viejas necesidades. La humanidad que iba a ser liberada “del reino de la necesidad para pasar al reino de la libertad” queda atrapada en las redes de una lógica limitada que se niega a ser cuestionada y revisada, porque en tal caso se es un enemigo interno. ¿Cómo podría una mente recargada ser guiada por un principio del placer al servicio del principio de Nirvana? ¿Qué estética puede llenar esta brecha entre la argumentación cientíica y la moral? La bondad, sólo la bondad podría llenar tal brecha. Sin ella no se podrán enfrentar los cambios de actitud para llegar a ser testigos de un siglo XXI capaz de ser iel a las promesas de la modernidad. Los medios tendrían que hacer un gran trabajo y saben como hacerlo. Es cuestión de comenzar a pensar los contenidos de un modo creativo. Las manos entrelazadas opuestas al águila imperial que ha sido símbolo de todos los imperios. ¿Pero sería esto posible? Sí, deinitivamente creo en el fundamentalismo del amor, porque cuando uno se detiene y piensa, allí en el Amor aún se halla una energía ininita. Ella misma es Amor. tal es la nueva estética capaz de superar la brecha entre argumentación cientíica y moral, entre ricos y pobres, entre sexos opuestos y complementarios, entre las generaciones y las culturas diversas. Lo aprendí escuchando latir el corazón de los niños y el de las personas amadas. ¿Por qué no intentarlo? Sí ya se, es ingenuo y voluntarista. Utópico, totalmente utópico. 276 | Suelo oir hasta el cansancio: “con este tipo de argumento ‘humanitario’ ya no se convence a nadie”, “todo proyecto así desembocará fatalmente en un totalitarismo”, en una “teocracia” laica o religiosa, pero “teocracia al in”. todas las barreras y defensas han sido desplegadas de antemano. Sólo los argumentos “que muestren que los ricos se beneiciarían con menos pobres porque son un mercado insatisfecho”, podrían ser eicaces. ¿Pero cómo lograr siquiera esta meta pragmática bajo las condiciones estructurales y culturales descritas? Por lo tanto si el Amor es ineicaz entonces analicemos crudamente la opción opuesta que se nos propone. Ella después de todo suena real. Es la voz de Herodes que resuena como un eco retornando eternamente, tal como los mitos que Mircea Elíade, sostuvo, retornan eternamente. Es también la voz de Barrabás El Zelote absuelto mientras Jesús es cruciicado ¿Si no es posible la civilización del amor es posible la civilización del odio? ¿Retornaremos al justo equilibrio cuyos fundamentos se dice reposan en la antigua Grecia? | 277 278 | terCera Parte El escenario previsible y relexiones para construir una Agenda Política Alternativa a escala global 280 | 8 La solución imperial o “El primer Imperio de la era global” 1. Las concepciones acerca del imperialismo E l análisis clásico de los marxistas señaló que inevitablemente la expansión capitalista conduciría al imperialismo. De Lenin a Rudolf Hilferding, el principio del siglo XX estuvo signado por estas airmaciones e impregnaron el lenguaje teórico y popular a lo largo y ancho del planeta durante los últimos cien años. Para Hannah Arendt el imperialismo y la cuestión de raza se hallan estrechamente ligados. De la absolutización del poder, de esa ideología “del más y más grande, del más y más lejos, del más y más poderoso”, emergería por necesidad el imperialismo. Criticando la ilosofía de Hobbes respecto a su teoría del Estado, en tanto abandona la política exterior a la arbitrariedad y al vacio de derecho (debido a que su idea conduce a la racionalización de que los pueblos en el estado de naturaleza se hallan en una guerra de todos contra todos), excluye de principio la idea de “la humanidad”. Esa idea es la única que ciertamente puede dar lugar al derecho internacional. Esa idea hoy es también cuestionada como en tiempos de Hannah Arendt. No es de sorprender, por lo tanto, este redescubrimiento y redifusión de su obra y pensamiento en tantas cuestiones que hicieron al clima intelectual de la década del cuarenta. | 281 Sin embargo, aún cuando por su naturaleza expansiva el capitalismo crea las condiciones para el imperialismo, los imperios han existido en fases anteriores del sistema productivo. La ligazón entre progreso material y altos costos humanos fue descrita también en términos del proceso civilizatorio: la esclavitud, el despotismo, el autoritarismo, la violencia organizada, el imperialismo, la guerra, los sacriicios humanos y la devastación del medio ambiente son señales de las fuerzas destructivas que la civilización hizo sentir. Se ha dicho que nadie como Lewis Mumford en sus muchas obras sobre la historia de la tecnología ha puesto de maniiesto dicho trauma (Friberg y Hettne, 1984:95). En realidad el término imperio e imperial se relaciona con un Estado que cuando toma decisiones tiene en mente el mapa del mundo y no sólo el suyo. Se trata de un poder que de hecho no puede tomar decisiones a nivel nacional sin tomarlas a nivel internacional debido a que su supervivencia como potencia depende del control que sea capaz de ejercer sobre aliados y enemigos. Para autores como Hardt y Negri (op. cit.:361-368), es posible hablar de imperialismo en nuestros días pero sería cuestionable hablar de geopolítica en tanto los límites fronterizos han perdido su signiicado en esta nueva etapa. Por consiguiente sostienen que el derecho público del imperio hace las veces de la geopolítica, lo mismo que el arte de la guerra hace las veces de acción policial. Se ha pasado de la gobernación nacional a la gobernación imperial, de la jerarquía de las potencias nacionales ijas a las relaciones móviles de organizaciones y redes globales a muchos niveles. Los Estados Unidos han sido considerados como poder imperialista por el resto de las naciones durante todo el siglo XX, pero mucho más durante su última mitad. Sin embargo, en el transcurso de todo el período de la Guerra fría, ellos consideraban a su vez como imperialistas a los soviéticos. De este modo el mundo se deinía como bipolar, o multipolar en el mejor de los casos cuando las naciones del tercer mundo, la China de Mao y otros poderes eran incluidos. La novedad de los noventa la constituyó no sólo el hecho de la retirada soviética en el plano de la ambición imperial, sino la airmación explícita de que ese rol debían desempeñarlo los Estados Unidos, un herdero de la tradición británica que desplazó 282 | a España de ese previo rol a escala global en los albores de la modernidad. Una potencia imperial es aquella que no sólo debe pensar el mapa del mundo cuando toma decisiones nacionales, sino que tiene además la capacidad de intervenir militarmente a nivel global o regional para promover y proteger sus intereses. En su obra The year 2000, publicada en 1967 por Herman Kahn y Antthony J. Wiener con el prefacio de Daniel Bell –uno de los acuñadores del término “sociedad post-industrial”– se sostiene que “del estudio supericial de la historia de la civilización, se descubre que la mayor parte de la gente civilizada ha vivido, la mayor parte del tiempo, en imperios”. Del mismo modo sugirió explícitamente la necesidad de analizar la posibilidad de recurrir a pequeñas guerras y provocar crisis mediante el uso de la violencia con ines deseables, en tiempos en que la mayor parte del pueblo americano deseaba las vías pacíicas (Kahn y Wiener, 1968:382385). Eran los tiempos en que la idea de que la paz era un bien estaba comenzando a llegar a su in. Con un propósito muy distinto en apariencia –ya se verá porqué– Arnold Toynbee había sugerido, a modo de mal menor, un gobierno mundial en cuyos comienzos tendría que ser dictatorial. Basándose en la analogías con el Imperio Romano –señala Toynbee– cundo era necesario los magistrados elegidos por el pueblo abdicaban de sus funciones temporalmente y se designaba un dictador con plenos poderes. Esta misma podía ser a su juicio una solución para evitar la guerra y la contaminación (oltman, op. cit.:44-45). Si bien la propuesta central de toynbee aparece como radicalmente opuesta a la evolución de la “epistemología natural” que ha sido descrita en el capítulo seis, y mucho más próxima al tipo de enfoque que será propuesto en el próximo capítulo, introduce dos ideas peligrosas: la necesidad de un gobierno mundial y la aceptación de que este puede ser dictatorial como un mal menor. Estas ideas incipientes, si se considera que ambas surgen en el momento exacto en que situamos la ruptura histórica situada entre ines de los sesenta y mediados de los setenta, nos advierten de que la solución imperial, la globalización y el rol de los Estados Unidos como gendarme del mundo se hallaban ya entonces en plena gestación en las mentes más lúcidas del siglo XX. | 283 El propio toynbee advierte de este peligro cuando señala que “Julio César y Augusto declararon que asumían temporalmente el poder dictatorial para sortear la crisis, pero que sus sucesores jamás renunciaron a él” (Ibidem:45). La idea de Skinner de utilizar técnicas conductistas para modiicar las actitudes y comportamiento humanos en pos de una sociedad más equilibrada, fue denunciada por casi todos los participantes del encuentro celebrado en 1968 en la Academia de Lincei convocada por el Club de Roma, porque de algún modo conducía a la idea de planeación total y manipulación conductal a escala mundial. ¿Pero acaso no es todo esto el espectáculo al que asistimos hoy como una reconirmación? 2. Conciencia histórica de los pueblos: la cuestión de la “superioridad” y el imperialismo Para los analistas políticos que van conigurando una nueva intelectualidad de alta presencia mediática, mantener de un modo riguroso la neutralidad moral propia del relativismo, constituye un acto perverso. Se los comienza a considerar enemigos internos de la civilización occidental, en especial en tiempos de guerra. La superioridad de occidente es vista en términos sagrados y casi tan nihilistas como los de los fundamentalistas que dicen combatir. La máxima: “Muero luego existo. Puedo prevalecer en la lucha por la supervivencia, luego soy mejor o más apto que quienes no pueden” (Escudé, op. cit.:169), recuerdan a mi juicio horrorosamente la idea de la supremacía de la raza aria sostenida por Hitler. Se basa no en el derecho natural como pretenden, sino en la fuerza y en la coacción. Por lo tanto son ellos quienes verdaderamente erosionan los valores occidentales: las promesas del siglo XX. Me sorprende como entran en contradicción de un modo tan permanente sin siquiera tomar la precaución de cubrirse frente a la críticas más elementales, ¿o será que esto mismo forma parte de una airmación subliminal de la deinitiva muerte de la verdad y lo relevante? 284 | tomemos como ejemplo nuevamente las aseveraciones de Bernard Lewis, un estudioso del mundo musulmán que desde 1974 se desempeña en la Universidad de Princenton en Nueva Jersey. Según Lewis: “…todas las sociedades se moldean por su historia, pero algunas tiene mayor conciencia histórica que otras y, a veces, esa misma conciencia termina por formar parte del proceso histórico. Es el caso de los musulmanes, pues tiene un sentido particularmente intenso de la historia”. Sostiene que no es el caso de la India, que poseía una soisticada cultura antes de la llegada de los musulmanes. Dice que tampoco es característico del mundo occidental y menos aún del estadounidense. Para Enrique Krauze, autor del citado libro Travesía Liberal, en el que recorre el mundo de las ideas de nuestro siglo, de habérsele prestado mayor atención a la obra de Lewis en Occidente posiblemente el conlicto con el Islam hubiera podido ser previsto aún antes de Khomeini. Bin Laden no hubiera provocado el 11-S, día en el que a su juicio comenzó el siglo XXI. ¿Pero es sustentable esta visión acerca de la mayor conciencia histórica de los musulmanes? ¿Cómo responder en términos cualicuantitativos de un modo objetivo a aseveraciones como esta? Es un terreno peligroso. Si uno lee la obra de Rifkin acerca del sueño europeo y americano, también puede terminar convencido de que en las raíces mismas del sueño americano se halla la idea “de ser un pueblo elegido”. Así lo había expresado Herman Melville en 1850: “…nosotros los americanos somos un pueblo especial, escogido: somos el Israel de nuestra época, nosotros custodiamos las arcas de las Libertades del mundo… Dios ha predestinado grandes cosas para nuestra raza, tal es la expectativa de la humanidad; y grandes cosas sentimos en nuestra alma” (Rifkin, op. cit.:80-81). En términos históricos “el pueblo elegido era Israel” y nadie puede desconocer las estrechas vinculaciones entre Estados Unidos e Israel*, como tampoco con la Nueva Europa encarnada en * Por favor leer a Chomsky sin considerarme por eso como a él, un fanático de la oLP o de cualquier otro movimiento | 285 España y Gran Bretaña. Dos antiguos y nuevos poderes imperiales y actualmente poderes inancieros internacionales junto con los Estados Unidos. De la propia lectura de la obra de Krauze puede deducirse que difícilmente pueda hallarse un pueblo con mayor conciencia histórica que el pueblo judío. Expulsado de Babilonia, de la península ibérica por los reyes católicos en 1492 y de Europa durante la shoah, a este pueblo no le faltan motivos para poseer conciencia histórica y tener por esta razón “un sentido particularmente intenso de la historia que culmina por formar parte del proceso histórico”. Su sueño es precristiano y por lo tanto premusulmán. toledo es aún nombrado “como la Jerusalem de occidente”. Jerusalem es tierra de disputa y el redescubrimiento de los orígenes judíos de buena parte de los españoles y la peregrinación a esta nueva tierra santa se da sobre las bases de un fuerte sentido histórico. ¿Serían suicientes tales constataciones históricas para deducir de allí una conspiración mundial de la que los judíos han sido acusados a lo largo de la historia? Si la respuesta fuese airmativa, caemos en un terreno muy escabroso. Podríamos estar alentando una nueva y renovada ola de antisemitismo basada en un redescubrimiento del “sionismo”. El recuerdo de la irracionalidad del tercer Reich y los horrores del holocausto nos previenen constantemente de siquiera mencionar tales posibilidades y concuerdo plenamente con ello. Por lo tanto tal tipo de generalizaciones –tan peligrosas e indeseables si deseamos retomar el concepto de humanidad– no deberían realizarse tampoco cuando nos referimos a los musulmanes. Con ello podemos alentar una ola de odio racial imparable. Es decir contribuir a forjar una profecía autocumplidora. En realidad ella ya esta en marcha. Quizás nadie como Hannah Arendt haya descrito tan correctamente el problema del sionismo y del pueblo palestino, aún cuando su perspectiva de la década de los cuarenta le impedian ver que aquello que podía ser un obstáculo, en algún momento se convirtió en una predicción, la que posiblemente ella misma no creyera posible. Visionaria en muchos sentidos, profundamente afectada por la relación entre el imperialismo y la cuestión racial –cuyos nexos puso en evidencia– escribió: “Si en un futuro próximo, con o sin la división de Palestina, se crea una Commonwealth judía, habrá que agradecérselo a la influencia política de los judíos de Estados Unidos. 286 | Si su ‘patria’ o su ‘madre patria’ fuese una unidad política en el sentido habitual del término o si su ayuda sólo fuera necesaria durante un tiempo limitado, su estatus de ciudadanos estodounidenses no tendría por qué verse afectado. Pero si la Commonwealth judía fuese proclamada contra la voluntad de los árabes y sin contar con el apoyo de los pueblos mediterráneos, entonces no sólo se necesitará ayuda financiera, sino también un apoyo político más prolongado. Esto pondría en una situación muy difícil a los judios estadounidenses, que en fin de cuentas no tiene la posibilidad de encauzar la historia política de Oriente Próximo. E incluso podría acabar mostrándose como una tarea mucho más ardua de lo que hoy se imaginan y de lo que mañana serán capaces de hacer. Estas son algunas de las cuestiones que el sionismo tendrá que aforntar en un futuro no muy lejano” (Arendt, op. cit.:168). En la continuación del mismo texto se insinúa ya el tema de la lucha por el petróleo al que denomina “ese comercio de caballos” y el intento de participar de “forma realista” en él “sin dinero y sin caballos”. A mi juicio el multiculturalismo amplio, abierto y realmente tolerante constituyen una meta válida. Hay demasiado en común en los contenidos religiosos de las diversas tradiciones como para enfocar sobre las diferencias. En un mundo globalizado una opción u otra no es neutra respecto a la paz, y las promesas de paz no pueden ser consideradas como una postura blanda. Ambas son compatibles con un grado de imperialismo que parece ser una constante histórica natural. Sin embargo, mientras que una puede cerrar brechas y curar heridas, la otra irá en dirección opuesta. Por lo tanto es necesario sincerar esta cuestión si realmente deseamos preservar los valores de occidente. La conquista de los Estados Unidos por el hombre blanco ha sido también rememorada a través de los western a lo largo de toda mi infancia, supongo que formó una parte sustantiva de la autoimagen histórica de los norteamericanos. Que ha forjado como un acostumbramiento a la legitimidad de la conquista violenta y la aniquilación de otras culturas si todo ello conduce a la elevación del nivel de vida material, es decir a los procesos de modernización. | 287 La sugestión de Bernard Lewis es por lo tanto peligrosa, tanto más por cuanto su experiencia y conocimiento de Medio oriente sugiere la posibilidad de transiciones democráticas. Irán ha perdido alrededor de setecientas mil personas en la guerra con Irak. Los palestinos han de estar agotados por la violencia, tanto como los iraquíes e israelíes. tal como Europa lo estuvo después de la segunda guerra. No así los Estados Unidos, que jamás vivieron la guerra en su territorio, salvo durante la guerra civil entre el Norte y el Sur, lo que es una historia muy lejana. A pesar de ello dicho analista acepta que de ser necesario habría que recurrir a la guerra, en tanto el supuesto liderazgo de Bin Laden le hace decir que “nuestros tiempos son malos tiempos y, de no hacer algo al respecto, empeorarán notablemente” (Krauze, op. cit.:350). Esta percepción, señala Rifkin, es creciente: “En el período posterior al 11 de septiembre ya hemos podido hacernos una idea de adónde podría llevarnos, al escuchar cómo un número cada vez más numeroso de intelectuales, políticos conservadores y líderes religiosos evangélicos habla del inminente conflicto global entre el civilizado Occidente cristiano y el bárbaro mundo musulmán. Sin duda, la mayoría de los creyentes estadounidenses no mantienen estos puntos de vista, al menos por el momento… otro 11-S podría cambiar todo esto en un momento (Rifkin, op. cit.:80-81). Si Rifkin está en lo cierto, y las razones dadas en este trabajo son válidas, entonces agregaría que también podemos hacernos una idea de la fragilidad en la que nos hallamos. Sea quien fuese en realidad el “cerebro” real de los ataques del 11-S y los posteriores, sea Bin Laden un aliado oculto de Bush o realmente como se airma, el líder de una revolución fundamentalista que ha deformado el concepto islámico de la yihad –una guerra espiritual más que épica en su acepción tradicional– nadie puede asegurar que no habrá más actos terroristas espectaculares. Más aún si ellos cumplen un propósito deinido para fortalecer el deseo de control militar y económico global por parte de la gran superpotencia. Mañana podrá ser Irán, Corea del Norte, China, algún estado desmembrado de la ex-URSS o cualquier otro el “estado que cobija terroristas”. Es algo que la metodología que emerge del paradigma de la epistemología natural de occidente 288 | no sólo permite, sino en cierto modo alienta. Provee la racionalidad y los instrumentos para saber qué tipo de actos pueden conducir a la opinión pública a aceptar políticas que en un debate democrático serían vetadas. Por lo tanto, el problema es si occidente está dispuesto a aceptar la democracia cuando ésta no conduce a sus necesidades y a fortalecer las reglas de un juego limpio. La historia del siglo XX muestra que no y que si. A pesar de todo se ha dicho que resulta imposible gobernar sin el consentimiento del pueblo, de la ciudadanía. Al menos en el caso de los Estados Unidos, pero también de Europa que después de todo trasladó su ideario hacia América y también hacia las pseudo democracias de Europa del Este y buena parte del resto del mundo. Pero hemos visto también, que la tendencia a gobernar tomando decisiones a espaldas de los ciudadanos, presentando hechos consumados (o deformando la información con el objeto de manipular la opinión pública) ha sido creciente, especialmente durante los noventa, pero ya a partir del gran cambio estructural que comenzó tras la crisis de mediados de los setenta. En tiempos recientes, y en especial después del 11-S, como ya se señaló, muchas voces se han levantado en contra de las posiciones blandas. Es más, se las considera explícitamente como las responsables del avance del terrorismo. En un maniiesto neoconservador las acusaciones se remontan a la conducta del presidente Carter, cuando permitió el derrocamiento del Shah de Irán en 1979 y culminan con recriminaciones a Dick Clarke, asesor de Clinton durante su gestión como asesor en asuntos de defensa32. La hipótesis de que tal avance ha sido incentivado por los abusos de poder de los Estados Unidos es percibida por buena parte de la intelectualidad liberal como una postura casi subversiva y proclive a incentivar el terrorismo. La analogía con la tardía reacción por parte de los aliados frente a Hitler cuando invadió Renania, Austria y Checoslovaquia, es utilizada para reforzar la teoría de la guerra preventiva. Pero creo que tal analogía, por útil que pueda ser en términos simbólicos, es desproporcionada. 32. Cf. Coulter, A., “El por qué del once de septiembre”, en www.lainsignia.org. | 289 La solución imperial implica sostener a toda costa la idea de la supremacía de los valores occidentales seculares, por encima de toda otra consideración humanitaria, de equidad o de elemental sentido de la “otredad” y su aceptación. Es por eso que en proximidad de una crisis civilizatoria y ante la ausencia de respuestas orgánicas frente a los desafíos del siglo XXI, la justiicación de la aniquilación de enemigos internos y externos reposa en la idea de que es el precio que hay que pagar por mantener con vida al sistema productivo y el tipo de libertades que gozamos ciertamente los occidentales, por condicional que sea tal libertad. En tal contexto no parece desacertado señalar que el supuesto fundamento americano de basarse en un pluralismo y multiculturalismo, al menos al interior de su territorio, es también fuertemente cuestionado por Arjun Appadurai: “Mi propia complexión física y su papel en la política de las minorías étnicas, así como mis encuentros callejeros con el odio racial, me llevaron a reabrir la discusión acerca de la conexión entre la sociedad y la cultura norteamericanas y los Estados Unidos, entre el biculturalismo y el patriotismo, entre las identidades diaspóricas y las (in)estabilidades que proveen pasaportes y carnés de residencia legal” (Appadurai, op. cit.:178). La evolución de los contenidos culturales marcha así de la mano con las necesidades de los tiempos. Con las contradicciones entre el desarrollo material de las fuerzas productivas y las relaciones sociales de producción. No hay que adherir al marxismo (sea como ideología o como teoría cientíica de la economía y de la historia) para percibir que de eso se trata –aunque sea en parte– como en cualquier otra época histórica. Sin embargo, se abre así una perspectiva sombría para los que aún creemos que las promesas más caras del siglo XX podrían ser cumplidas. Cuando la coniguración de factores objetivos, como lo es el inevitable hecho de que los procesos de urbanización estarán llegando a su in en unas pocas décadas de la mano con la emergencia de Asia, que la dependencia del petróleo de Medio oriente será una realidad al menos por una o dos décadas más, que la economía de Estados Unidos presenta ciclos recesivos más cortos cuando recurre a su keynesianismo militar, que los discursos de una importante parte de la intelectualidad o bien son inoperantes 290 | en términos de transformación global, o bien, cuando no lo son, evocan la solución imperial como un hecho inevitable y hasta deseable, se está asistiendo a una crisis mayúscula. Los privilegios de Julio César y Augusto querrán ser mantenidos aún cuando la crisis pase. Los tribunos serán desterrados y el mundo libre lo será tan sólo a costa de una inédita idiotización humana. Una humanidad condicionada en sus actos relejos por la inseguridad, la incertidumbre y la desprotección. Aferrándose a las barandas de un barco que se hunde o las ventanas de un ediicio que se cae en pedazos. No es el mundo que deseo para mis hijos, nietos y bisnietos, porque creo irmemente no sólo en que las soluciones imperiales conducen a una inevitable decadencia ética y moral, sino que son peligrosas. Se sabe como comienzan pero jamás como terminan. El mundo podría ser un lugar cada vez más difícil para vivir, beber, comer, respirar y sobre todo para amar. En parte ya lo es, pero podría aún ser peor porque el límite del descenso no nos es conocido. No es predictible. 3. Imperialismo: tecnología y destrucción Las soluciones tecnológicas imperiales pueden no limitarse a los aspectos bélicos. Una gran cantidad de capacidad productiva podría ser innecesariamente destruida. Infraestructuras semejantes a la de la industria petrolera mundial podrían ser replicadas para abastecer de agua a la humanidad a costos exhorbitantes. ¿En qué se piensa cuando se habla del control de las aguas, en especial como recurso libre que dejará de serlo? Logren imaginar simplemente los gastos de energía implicados en tal solución. El inmenso trabajo humano debido a que la humanidad no ha hallado una verdadera solución racional para liberarse del reino de la necesidad y poder vivir en el de la libertad, a pesar de un desarrollo tecnológico y dominio de la naturaleza que no ha conocido parangón alguno en la historia humana. toda civilización es sin duda mortal, porque de algún modo es un ser vivo, compuesto por seres que nacen y mueren y en su desarrollo se transforman. El Islam, China, India, los Aztecas, los Mayas, Bizancio (en la Europa Cristiana), sucumbieron al dominio de otros. fuesen bárbaros y rudos o fuesen tecnológica- | 291 mente más avanzados, otros pueblos lograron poner in a distintas civilizaciones. Es casi redundante y grotesco tener que repetirlo en el siglo XXI. Sin embargo, nos dice Claude Cahen, siendo toda civilización mortal, “…son una prueba, para los pueblos que las crearon, de su aptitud para crearlas, y, sin duda, también para recrearlas. Y sea lo que sea, el Occidente no puede olvidar que ha aprendido a pensar con Avicena y Averroes, y que incluso la catedral de Puy, en plena Francia, no sería lo que ahora es sin la mezquita de Córdoba” (Cahen, 1975:323). Claro, estas descripciones más amigables del Islam son producto de los años dorados. Pero no por ello son anticuadas, salvo que vivamos en el mundo del esquizofrénico. Un mundo sin pasado y sin futuro. Es decir el mundo actual. Retornar a Grocio y sostener que la prioridad estriba en la supervivencia y el poder para asegurarla, “que una potencia hegemónica está destinada a violar sus mandamientos naturales y que lo único que importa es saber qué cosa son mandamientos y que cosa son naturales”, como sostienen algunos (Escudé, op. cit.:191), es dar por perdida la batalla de la dignidad humana por la que occidente tanto luchó. Por eso en realidad la cultura occidental se ha encargado prolijamente de destruir sus propios valores: su enemigo interno más peligroso. Respecto a los riesgos de un fracaso militar de la solución imperial, todos recurren al ejemplo de Roma cuando piensan en los Estados Unidos. De este modo se sostiene que el carácter multiétnico y multicultural de Roma, tan similar al de los Estados Unidos, no pudo evitar las resistencias al interior del imperio, ni Roma dio abasto para administrar globalmente sus vastos territorios. Hay sin embargo una poderosa razón que pauperiza esta analogía: esta razón es la tecnología. Hoy el mundo es monitoreable en tiempo real. No sólo cientos o miles de satélites se hallan transmitiendo información acerca del planeta y sus movimientos, sino que el poderío militar basado en esta tecnología parece incontestable. Acabo de ver por la televisión un prototipo de la NASA capaz de recorrer 10000 km. en media hora. Poco más que el click del mouse de una computadora 292 | teniendo en cuenta la congestión de las líneas telefónicas y los molestos virus. Los Estados Unidos poseen nueve supercarriers con capacidad de transportar cien aviones cada uno y un décimo se halla en construcción (López Alves, op. cit.:50). Es la respuesta tecnológica en gran escala a los “peros” puestos por historiadores como Paul Kenndy, para quien una sobreexpansión militar corre el peligro de crear demasiados frentes inmanejables (Ibidem:32). Se olvida por un lado que el grueso de la población mundial es demasiado “fofa, materialista y hedonista” como para crear tantos frentes. Pero por otra, que este poder militar es capaz de destruir en unos pocos días la casi totalidad de la infraestructura vital de toda ciudad moderna. Belgrado fue un claro ejemplo de lo que es una batalla relámpago a la americana. Ningún país podría tener el tiempo necesario para construir un poderío semejante sin ser detectado y su proyecto abortado. Los contraejemplos del Viet Nam de los sesenta, y del nuevo Viet Nam urbano en Irak no pueden dejar de considerar el efecto positivo sobre las bolsas del mundo –y en especial de la de Nueva York– “de las guerras prolongadas en territorios lejanos”. tampoco es demasiado convincente el argumento de que la sobreexpansión militar conducirá a una crisis inanciera en los Estados Unidos. Por más de dos décadas se las han arreglado para ser la economía más poderosa del planeta con el mayor déicit comercial e interno jamás visto sin que la inlación los haya afectado demasiado. Los que se atienen a tal posición parecen no comprender que el capital inanciero es hoy tan abundante que cualquier proyecto real es bienvenido, sobre todo si además su peso inanciero se puede diluir entre “socios” y “víctimas”. Se olvidan así del fenómeno de la “sobrecapacidad estructural” y “de la limitación estructural a las mejoras distributivas” que imponen casi inevitablente tanto el agotamiento del crecimiento basado en la urbanización a gran escala, como la deliberada política de acortar el ciclo de vida de productos, sean bienes de consumo o de capital, en tanto en algún momento ambos se vinculan. Es decir, la limitación distributiva impuesta por el acelerado cambio tecnológico como forma básica de huir de la saturación de mercados, como se explicó en el capítulo 3. Por otro lado, Europa pareciera hallarse a gusto con su propia versión del proyecto y de no tener que cumplir el papel de gendar- | 293 me de la civilización global. Es decir, que los EE.UU. lo hagan por ellos. Esto les permite de algún modo sostener un gasto social que les procura una mejor calidad de vida. Pero además, también Europa tiene su propia sombra en tanto sus sistemas previsionales se hallarán en un desequilibrio creciente debido al envejecimiento de su población, fenómeno que a su vez se vincula con las políticas de género y de natalidad por ellos promovidas. Y aunque proteste por las decisiones erróneas y unilaterales, violatorias de los estatutos de las Naciones Unidas, sabe que está condenada a aceptar esta triste realidad, porque también la beneicia. Los hechos del 7-J fueron en tal sentido deinitorios, al menos por ahora. Por lo tanto, el único argumento a mi juicio válido, continúa siendo el hecho también incontestable de que esta forma de utilizar la tecnología, los recursos, y la vida de las personas en realidad no conduce a una meta digna de ser llamada humana. La progresiva deshumanización, la tendencia hacia la autodestrucción, el empobrecimiento de la calidad de vida y de las relaciones interpersonales, en una palabra la insatisfacción con los resultados “exitosos” de los procesos de modernización pueden ser una amenaza mucho mayor que toda otra amenaza externa. Si a ello se suma que es previsible una agudización de las crisis de sobrecapacidad una vez desarrollados los mercados de China e India, el desencanto será aún mayor. ¿Qué le sucedería al sistema si las personas descubrieran un día que pueden ser felices con menos, siempre y cuando los estándares del nivel de vida no bajaran demasiado como para retrotraerlos a la Edad Media? o peor aún ¿si desearan vivir como en la Edad Media? ¿No es ese el verdadero temor que produce la difusión del Islam o de toda otra propuesta religiosa? Nadie a ciencia cierta puede saber cómo se comportarán las generaciones futuras. Cuando Skinner fue criticado por pretender aplicar técnicas conductistas para modelar actitudes y conductas, el juicio condenatorio fue más bien de carácter moral en cuanto implicaba la posibilidad de un autoritarismo elitista a escala global. Pero aún cuando dichas técnicas son poderosas –y yo mismo he resaltado el papel de los medios en el “lavado de cerebro”, como un hecho cierto y efectivo– cabe preguntarse ¿qué sucedería si las nuevas generaciones huyeran de los medios para no contaminarse? ¿Si el rechazo a los valores de la sociedad de consumo, a la alienación y al precio que va imponiendo la civilización occidental al confort 294 | innegable que proporciona llegara a ser considerado como inaceptable? ¿No sería más racional considerar que es este el verdadero enemigo potencial de occidente, y que tras esta posibilidad los valores religiosos y humanistas son temidos? No quisiera abundar sobre este tema debido a que podría contribuir a sembrar más y más desesperanza y esto no es algo bueno para la raza humana. Si la desesperación individual puede conducir al suicidio individual, la deseperación colectiva puede conducir al suicidio civilizatorio. Es por esto que en el capítulo siguiente se abordarán aquellos tópicos que pudieran constituir una respuesta más creativa a la problemática del siglo XXI que no traicione las promesas no cumplidas del siglo XX. Cabe aclarar que se trata sólo de ideas y de un análisis de la naturaleza de los obstáculos que se presentarán tanto desde el punto de vista del desarrollo metodológico, como teórico y de implementación. Espero que de tales “ideas semilla”, pueda, no obstante, surgir un rico debate. tal es mi propósito. | 295 9 Relexiones en torno a la creación de propuestas alternativas 1. La ardua tarea de recrear occidente sobre la base de sus logros tecnológicos y espirituales H agamos por un momento una síntesis de la frase citada de Claude Cahen. toda civilización constituye “una prueba, para los pueblos que las crearon, de su aptitud para crearlas, y, sin duda, también para recrearlas”. Sí, subrayémoslo, para recrearlas. Por consiguiente el gran desafío de los pueblos occidentales es crear un nuevo occidente. tal recreación no podría darse sino sobre la base de una síntesis posible de sus rasgos más deseables, de sus aspiraciones que fueron forjándose a lo largo de dos mil años de historia, en los cuales otros pueblos y civilizaciones dejaron su impronta. Esto es algo muy distinto a los proyectos neofascistas que circulan en algunos círculos europeos y estadounidenses. Ello incluye aceptar un grado de secularización, pero no puede excluir tampoco una fuerte reespiritualización del mundo. Implica aceptar la posibilidad de que dominemos la naturaleza mediante la tecnología pero que lo hagamos con un in claro y mensurado. Que hagamos un uso racional de los recursos y sobre todo que hagamos posible una vida digna para todos. Que sin pretender una igualación total de los ingresos y del reparto de | 297 bienes, achiquemos mucho las brechas hoy existentes y podamos hacerlo a escala global. Que practiquemos un verdadero pluralismo y multiculturalismo sin perder nuestra identidad, pero sin intentar imponerles a otros por la fuerza nuestra visión del mundo. La emulación de occidente vendrá por sí misma en un mundo globalizado, sólo si realmente somos capaces de mostrar creatividad, de mostrar que los frutos de nuestra forma de ver y de relacionarnos con el mundo y con los demás son moralmente superiores a los de otras culturas, porque nos acercamos más a las más antiguas aspiraciones de la humanidad. La crisis civilizatoria actual no necesariamente debe conducir a una catástrofe. Por el contrario, puede representar una oportunidad para reconigurar el sistema económico mundial mientras aún halla tiempo: antes de que la crisis de sobrecapacidad estructural se agudice una vez que China e India se modernicen –si es que las demás potencias se lo permiten, aunque sino lo hacen sinceramente creo que perecerían–. Para ello se necesita sin duda una fuerte voluntad política por parte del conjunto de las naciones más desarrolladas y del conjunto de corporaciones que hoy dominan el aparato productivo. Ello requiere también del diseño de una estrategia global sobre bases conceptuales, motivacionales y metodológicas muy distintas y alejadas de las actuales. Una primera cuestión es lograr formar una fuerte conciencia de que la humanidad se halla derrochando no sólo recursos sino el conjunto del esfuerzo humano sin lograr lo que se proponía. Lejos de debilitar nuestra propia autoestima y la valoración que otras culturas puedan tener por occidente, tal proyecto sería una fuerza uniicadora lúcida. Para utilizar un lenguaje de moda, sería “políticamente correcto”, aunque sin duda una tarea ardua. El mito del crecimiento como única forma de resolver la problemática de la pobreza debe ser desechado porque es falso, tanto como la noción de que la innovación tecnológica contínua es la única forma de resolver la cuestión del progreso material. En el capítulo 3 he expuesto las razones de tales airmaciones y a lo largo del resto de los capítulos se ha visto lo que signiica ignorar estas cuestiones recurriendo a posturas escépticas en el campo de las ideas y pragmáticas en el plano de los asuntos políticos, económicos y sociales. 298 | Las imágenes de un inmenso barco a la deriva, de un monstruo que se ha escapado de un laboratorio cientíico y termina por constituir una amenaza de destrucción para sus propios creadores han llenado las pantallas del cine. Relejan lo que realmente sucede, porque recordémoslo, la estética viene a llenar la brecha entre la argumentación cientíica y la moral, cuando la magnitud de dicha brecha provoca la conianza en una época. Mientras la humanidad –inluenciada toda ella por “la epistemología natural de Occidente”– considere que la gratiicación proporcionada por objetos y acontecimientos constituye la meta suprema de la existencia, las alternativas serán pocas. En un mundo “egocéntrico”, el espacio para la cesión de derechos al otro es por necesidad reducido. Pero aún cuando toda la cultura se orienta a fortalecer el deseo por nuevas gratiicaciones y experiencias, para aquellos que se animaron a correr tras ellas y han logrado alcanzar “las metas” se va haciendo clara la distancia que media entre “promesa y realidad”. La frustración también es una experiencia propia del siglo XX y más del actual. La creciente gama de adicciones no hace sino relejar una humanidad que aparece como insectos en la trama pegajosa de una inmensa telaraña. Sin embargo en términos objetivos, las posibilidades abiertas por la automatización, la disponibilidad del control en tiempo real de procesos complejos en distintos lugares del planeta y el alto grado de precisión de los procesos tecnológicos, son recursos nuevos y pueden bien ser utilizados de un modo constructivo y francamente liberador a escala global, posiblemente por primera vez en la historia humana. El principal obstáculo para que esta posibilidad potencial pudiera convertirse en real, la constituye justamente la negativa intelectual a tomar tal posibilidad en serio. Se la considera una peligrosa utopía, necesariamente ligada al control de las libertades individuales, a la generación de violencia y a un descenso en el nivel de bienestar material de los que han logrado acceder a los frutos más preciados del progreso tecnológico. La evidencia de que la violencia se genera precisamente a partir de los graves desequilibrios de poder, de la negación extensiva del acceso a bienes elementales, de diferencias de oportunidades entre individuos al interior de la sociedad y entre diversas naciones con desigual grado de desarrollo, no parece bastar porque | 299 existe un continuo martilleo de voces que suponen tal resultado como un proceso natural e insalvable. Aún cuando la fraternidad necesaria para la concreción de tal proyecto es ahora reconocida y propuesta por personajes de la talla de Michel Camdessus y Jim Wolfensohn (Camdessus, 2005), su propia visión deformada del positivo rol desempeñado por el fMI y del Banco Mundial se convierte en una sombra para la credibilidad. Sin que esto entrañe juicios de valor, creo que sinceramente ha habido demasiadas evidencias del doble discurso y de los desastres económicos provocados por el dogmatismo de estos organismos que ahora promueven la apertura comercial como panacea para combatir la pobreza. Las alusiones de Camdessus a los nexos entre violencia y pobreza, además de parecer propias de un discurso que en otros tiempos correspondía a la izquierda, continuan ignorando sistemáticamente la responsabilidad que a los organismos como el fMI y el BM les atañe en cuanto sus recetas y conductas han sido causantes de pobreza extrema en muchas regiones del globo. Por lo tanto, una planiicación estratégica que conduzca hacia una reorientación del aparato productivo a escala global sería posible si se abandonara la idea de los “automatismos de mercado”, del dominio de la capacidad instalada sobre la oferta y la demanda. Se necesita difundir y fundamentar sólidamente la idea de que: • • la coordinación de la producción, sobre la base de productos de muy elevada calidad y tecnología pero con ciclos de vida más prolongados, y la reducción progresiva de la jornada de trabajo, a medida que el quantum de producto vaya estabilizándose en niveles que permitan un nivel decente de vida al grueso de los ciudadanos, podrían constituir las bases de una nueva economía. Por supuesto que la motivación del lucro no podría conducir a tal sistema, como tampoco se trataría de reestaurar una utopía socialista. La ciencia económica debería proveer nuevos elementos teóricos y metodológicos necesarios para ir construyendo una racionalidad global acorde a tal proyecto. La idea de “la reciprocidad” expuesta por Stefano Zamagni (2000) podría constituir un buen punto de partida a ser profundizado. Esto sólo podría ser 300 | el resultado de una larga prédica uniicada, a partir de ejemplos concretos de que tal solución conduce a una mayor calidad de vida. Pero esto sólo afecta la cuestión de la base motivacional. Es un prerrequisito necesario pero no suiciente. El diseño de circuitos de producción estables, basados en la progresiva nivelación del nivel de vida, sería posible si la motivación de la actividad económica se orientara hacia el disfrute de la vida como una meta colectiva que al mismo tiempo permita el desarrollo de la creatividad individual. La meta de estabilizar la producción adecuándola a las necesidades humanas y al crecimiento de la población supone no sólo una disposición de ceder ingresos para lograr un mundo más beneicioso para todos, sino también una valoración del ocio creativo como un bien sumamente valioso. Es decir se trata de que el hombre vuelva a ser dueño del tiempo, de sí mismo, más que de los demás y de la naturaleza. Esta última es algo que puede ser dominado en beneicio del hombre sólo si éste no se extralimita. Es decir, requiere de un ser humano consciente y responsable. Resulta obvio que tal meta jamás será alcanzada en su plenitud. Pero la cultura puede contribuir a forjar un ser humano más próximo o más lejano a ella. La transición de un sistema basado en la motivación del lucro a otro basado en conceptos de amplia inclusión social implica la necesidad de renunciar a aspirar a más y renovados bienes durables por parte de los sectores favorecidos por la modernización actualmente, al menos por algún período. Eso supone que no accederán a mayores niveles de vida que los ya alcanzados durante los años de transición. Si dicha renuncia fuese voluntaria los problemas serían resolubles; de ser compulsiva, el panorama conducirá a un crudo enfrentamiento, tal como se registró en la historia del siglo XX. Por lo tanto el inicio de tal proceso requerirá mucho tiempo y una programación coordinada para no producir resultados caóticos. Del mismo modo no puede descartarse que haya quienes conspiren para que las nuevas formas fracasen estrepitósamente. Manejar tal transición en condiciones democráticas constituirá un verdadero desafío. Pero si occidente renuncia a su vocación de respeto al individuo, fracasará. Sin embargo, la exacerbación del individuo no podría tener como eje fundamental lo económico. Podría ser | 301 desplazada a otros planos. Ello a su vez requiere conformar una epistemología distinta. Una nueva comprensión del mundo, del papel del ser humano en él, todas cosas a las que se opone terminantemente la cultura dominante hoy. 2. La necesidad de crear nuevas herramientas analíticas y metodológicas Las técnicas de proyección de la actividad económica necesaria deberían resultar de considerar la evolución de la producción de cada tipo de productos en un horizonte temporal que considere tanto el reemplazo de los bienes que necesitan ser reemplazados (una vez deinida la obsolesencia normal, deinición que requerirá una amplia discusión) como la incorporación de los nuevos consumidores que antes no accedían a dichos bienes. Esto arrojará curvas de producto que debidamente valorizadas y sumadas darán una idea de la evolución económica global necesaria y el ajuste de la cantidad y calidad de trabajo requerido en las diversas etapas. La contabilización del esfuerzo y las remuneraciones puede provenir de una categorización del trabajo y los bienes que los diversos grupos sociales irán requiriendo conforme a dicha categorización, basándose en una transición muy lenta. El premio para aquellos que abandonarían el hábito de consumir productos constantemente renovados, podría provenir tanto de la mayor disponibilidad de tiempo libre (lo que dará lugar a nuevas actividades recreativas), como de gratiicaciones no materiales (reconocimiento social, logro espiritual, estima). Para evitar que un sistema tal de lugar a abusos por parte de aquellos que pretenden acceder a los bienes sin contribuir al proceso productivo de un modo equivalente, deberían establecerse sanciones que impliquen el no acceso a dichos bienes. En cierto modo las modernas técnicas de gerenciamiento podrían contribuir a tal in, pero puede no ser un problema menor. Sin embargo las ganacias de productividad asociadas a la automatización pueden hacer que este problema potencial sea de un carácter muy distinto al que mantuvo durante el siglo XX, si nos atenemos a las previsiones de que cada vez será menor la cantidad de gente necesaria para mantener la producción. 302 | Se que todo esto puede sonar tremendamente utópico, o que puede ser interpretado como una reedición de una muy vieja “idea socialista” con todas las mismas diicultades que implicó su implementación y que condujeron a su fracaso. Sin embargo no se trata exactamente de eso aún cuando inevitablemente presente algunos rasgos comunes. A diferencia de los modelos anteriores, se trataría de profundizar algunas de las tendencias señaladas por Rifkin que ya se están registrando en Europa, aunque no precisamente en el terreno de la obsolescencia tecnológica debido a las presiones de la competencia internacional. Esto por cierto constituye una diferencia no menor con nuestra propuesta. Esta similitud se reiere sí, en cambio, a la existencia de sistemas tributarios de carácter más solidario, al énfasis puesto en la calidad de vida, en la disminución de la jornada laboral como eicaz medio de reducir el desempleo a medida que aumente la productividad global, en el otorgamiento de mayores plazos tanto a los hombres como a las mujeres para poder desempeñar su paternidad y maternidad, en la cobertura social de servicios básicos. Europa ciertamente puede hacerlo no sólo debido a su tradición cultural más propensa a este tipo de enfoque socioeconómico, sino porque no destina tanto presupuesto a la defensa. En tal sentido la paz global sí podría dar dividendos. Pero hay que tener en cuenta que estos dividendos implican el largo plazo. A corto plazo, es obvio que tanto los cambios en la distribución del ingreso, como la reorientación del aparato productivo podrían provocar una crisis que podría llegar a invalidar todo intento de transformación. Es por esto que los cambios deberán ser globalmente planiicados e introducidos según un cronograma que debería surgir del ensayo simulado de escenarios como los propuestos. todo esto implica la construcción de un sistema de información a nivel de productos principales y una modelización realista a escala mundial. No debe inferirse que estoy proponiendo que esta base informática se transforme en un gran sistema central planiicado, sino que permita el diseño de estrategias coniables en términos del control de los agregados socioeconómicos más importantes. Que a su vez se transformen en políticas generales cuya ejecución podría ser compatible con decisiones descentralizadas y con reglas de mercado reguladas. Algo similar a lo que | 303 hoy se realiza aunque de modo aún muy imperfecto en el terreno de las políticas de mitigación de gases de efecto invernadero. Es por esto que se trata de una solución que, al igual que la ambiental, sólo puede comenzar siendo discutida y analizada a nivel global previa una masiva introducción como área temática que hoy existe bajo el nombre de “desarrollo sustentable”, sin que exista una deinición operativa y conceptualmente coherente para alcanzarlo. En efecto, aún cuando se sostenga desde hace casi dos décadas que un sistema para ser sustentable debe serlo en términos económicos, políticos, sociales y ambientales, Meadows tiene razón al referirse a esto como pura palabrería y sostener que el desarrollo es por ahora pura meta de crecimiento. Es que la motivación del lucro puede hacer que resulte contradictorio el ahorro de energía, o el producir modelos de productos más duraderos en vez de renovarlos continuamente (lo que implican sin duda más uso de energía) aún cuando se reciclen materiales o se los diseñe para ser unitariamente más eicientes. Actualmente, la forma de deinir los costos y los beneicios no puede sino inducir a producir más tratando de utilizar a pleno la capacidad instalada y renovarla antes de que “perezca en términos físicos” si una unidad productiva no quiere desaparecer del mercado. Es esta regla global la que debería ser objeto de discusión más seria frente a la problemática que acarrea en relación al despilfarro de tiempo libre, materiales, energía y todo tipo de recursos. La regla de “utilizar un martillo veinticuatro horas al día y buscar qué clavar” es claramente irracional, si se considera que el martillo y los clavos son muy útiles sólo para utilizarlos cuando se los necesita. ¿Pero cómo hacer para mantener ocupadas a las personas que profesan ciertas habilidades durante períodos en que la demanda de ciertos bienes disminuye y mantener vivas y actualizadas estas capacidades? Este es al menos uno de los problemas que se hallarán en el camino de construir la solución del tipo de la aquí propuesta. Sin embargo es posible y se debe pensar en sistemas de producción lexibles adecuados a la cobertura de las necesidades básicas capaces de resolver esta cuestión de un modo más racional. No creo que la humanidad se beneicie demasiado cuando se modiica el diseño de un surtidor de gasolina por otro que cumple 304 | las mismas funciones, o cuando el mercado se halla inundado de teléfonos móviles con idénticas funciones, pero ligeros cambios de diseño, ni cuando los modelos de los automóviles se multiplican sin cesar cada vez en períodos menores que a veces producen discontinuidades en el abastecimiento de repuestos. No es que me oponga a la inmensa creatividad puesta al servicio de la diversiicación de productos. Es un hermoso logro de occidente. Pero si ello conduce a un callejón sin salida para la sociedad, en especial en el plano de la sustentabilidad social (siempre asociado también a la sustentabilidad política), dicha creatividad puede ser puesta al servicio del ser humano de un modo distinto. Se me ocurre por ejemplo que el enorme derroche en el campo de la producción de bienes descartables, en especial envases –lo que implica el uso de derivados de los hidrocarburos, papel y productos químicos para la impresión– bien podría ser reemplazado por envases durables, propiedad del consumidor, que podría llenarlos de un modo automático en supermercados que dispongan de surtidores que a su vez higienizan el envase de un modo automático. Ello implicaría modiicar la concepción del fraccionamiento, convirtiéndose el transporte en un transporte a granel de aceites, bebidas y leche por ejemplo, lo que produciría importantes economías de escala, reducción del consumo energético y mejoras en el sistema de disposición de residuos urbanos. La solución ingenieril y el análisis de costos deberían ser estudiados en detalle, pero se me ocurre es el tipo de soluciones factibles. Del mismo modo una mayor diversiicación de modelos en la industria automotriz con miras a prolongar la vida útil y a facilitar el acceso a formas de transporte urbano colectivo e individual de alta calidad, en reemplazo de la renovación continua de modelos; puede llegar a ser una solución adecuada tanto al problema del congestionamiento, de la polución, como de la economía. Una vez probados como útiles los prototipos y modelizados los impactos sobre el tránsito, se trataría de programar la producción adecuada. A su vez todos estos cambios deben ser puestos en un horizonte temporal de modo superpuesto a in de analizar ex-ante a modo de tendencia robusta su impacto a nivel global sobre el uso de los recursos, el empleo, los ingresos, las cuentas públicas, etc. | 305 todo esto requiere del diseño de instrumentos informáticos adecuados, alimentados por un sistema de información coniable y permanentemente actualizado. De hecho las corporaciones manejan a nivel micro técnicas similares, pero habría que analizar de un modo permanente los impactos globales. La puesta en marcha de tal estilo tecnológico requiere la introducción gradual de prototipos y proyectos y la construcción de una infrestructura de comunicaciones y procedimientos administrativos ágiles. En realidad se trata del estudio cientíico serio de una propuesta de tal naturaleza y de una convocatoria amplia a un debate acerca de las ventajas y formas de vida que se esperaría se puedan lograr a través de un estilo así. Los mecanismos subsidiarios deberían verse como normales y abandonar la idea de que esto puede conducir a una asignación de recursos ineiciente. No sólo las bases teóricas de la economía de mercado se hallan minadas por sus supuestos teóricos y formalizaciones matemáticas tan alejadas de la realidad, sino que las mismas técnicas de evaluación de proyectos son incapaces de comparar proyectos alternativos que impliquen vidas útiles y plazos de recuperación de la inversión muy distintos. En el campo de la energía, por ejemplo, los resultados de comparar proyectos hidroeléctricos, nucleares, o basados en combustibles fósiles, se sabe que son diicultados no sólo debido a su sensibilidad respecto a la tasa de interés en proyectos con vidas útiles disímiles, sino porque el costo de agotamiento de los recursos o los costos de decomiso, nunca entran en juego o son manipulados. De este modo la creciente importancia de la estructura oligopólica de los mercados, la existencia de fuertes rentas tecnológicas, la incomparabilidad de proyectos alternativos de un modo práctico, ya producen de por sí importantes desviaciones respecto a cualquier pretensión de asignación óptima y distribución equitativa como la que supone la teoría neoclásica o neoliberal como se la denomina vulgarmente. todo esto sin duda implica una transformación mental de una magnitud tal que implicaría el comienzo de una nueva civilización tecnológica y cultural global. La propuesta de Umberto Eco (2005:95-118) respecto a la enseñanza práctica del multiculturalismo –así al menos entiendo su postura– debería extenderse al tema económico y tecnológico. 306 | Soy incapaz de pensar por mí mismo el cúmulo de soluciones y problemas implicados en toda esta propuesta. Pero intuyo que es una dirección posible. Un nuevo sentido que requiere del esfuerzo de la comunidad cientíica, religiosa e intelectual que busque una alternativa viable bajo un programa sistemático. El enfoque de la satisfacción de las necesidades humanas estuvo de moda en los ochenta. El tema fue planteado aún antes por grandes pensadores e historiadores como Arnold toynbee, quien veía que los grandes sabios de diferentes tradiciones religiosas y culturales asociaban la felicidad humana a una renuncia a los bienes materiales (oltmans, op. cit.:38). El auge de ideas de volver a lo sencillo produjo la propuesta de Schumaher realizada en su obra Lo pequeño es hermoso. La réplica fue “lo pequeño es estúpido”. Creo con sinceridad que el estudio de esta cuestión tan complicada fue abandonado antes de tiempo porque los intereses de las corporaciones resultan ser mucho más aines a posturas neoliberales, a pesar de todas las evidencias de sus falacias teóricas y empíricas. Como todo organismo, tienden a crecer y resisten a morir. Sin embargo no pueden evitar la enfermedad y posiblemente esten corrompidas por un cáncer que, desconocen, se aloja en sus entrañas. Kimon Valaskakis junto a otros estudiosos planteo en su obra The Consever Society (Valaskakis, Sindell, Smith y fitzpatrickMartin, 1979), distintas alternativas para el futuro, consistentes en: a) hacer más con más; b) en hacer lo mismo con menos; c) hacer menos con menos y d) hacer menos con más. Se estaba reiriendo explícitamente a enfrentar la problemática emergente después de la constatación a ines de los sesenta de que las metas y promesas del desarrollo estaban conduciendo a la humanidad a un callejón sin salida. Sin embargo, la profundización de la línea hacer más con menos no condujo al desarrollo de instrumentos y políticas globales coherentes con tal in. Fue una corriente que junto al enfoque de las necesidades básicas, quedó a medio camino, tal como la meta de lograr dividendos para la paz. Las razones de tal abandono pueden ser comprendidas sobre la base de asumir que a la comunidad internacional de negocios, tales propuestas no les convencen y no les convienen. Es que desde el punto de vista microeconómico existen ininitas formas de resolver los problemas de rentabilidad. Pero cuando se trata de llegar a una racionalidad global, estas respuestas microeco- | 307 nómicas producen el cúmulo de problemas que expusimos a lo largo de este ensayo. En tal sentido debemos, aunque sea de un modo muy supericial, introducir el tema de los indicadores que sería necesario desarrollar en el marco de esta propuesta. 3. Acerca de los indicadores El problema de las deiciencias de indicadores como el Producto Bruto Interno (PBI) para medir el bienestar relativo de a población, sea total o por habitante, ha sido ampliamente debatido en la literatura sobre el desarrollo. Las tempranas críticas que se produjeron al constatar que países como Kuwait podían presentar la contradicción evidente entre un elevado PBI per cápita y un grado de pobreza y atraso social considerable, y las críticas más recientes como las de Rowe y Anielski (1998), que muestran la creciente brecha entre el desarrollo genuino y la evolución del PBI, enfatizan la inadecuación de este indicador, al menos en términos de medición del bienestar de la población de los diversos países. La distinción conceptual entre desarrollo y crecimiento ha sido una constante en la literatura económica, aún cuando no ha sido fácil reemplazar totalmente aquel indicador, menos aún tras la crisis estructural de los setenta y el triunfo “unilateral” del neoliberalismo. Las estimaciones del PBI que introducen correcciones por precios de paridad para considerar las distorsiones ocasionadas por el diferente poder adquisitivo de las monedas locales –como lo hacen las estadísticas del Banco Mundial– no logran eliminar el grueso de las deiciencias. Ello se debe principalmente a que este indicador poco dice acerca de cuál es la composición del producto que agrega bienestar a la población y cuál es aquella que en realidad debería contabilizarse como un costo social derivado de los “males del sistema”. Menos aún nos dicen cuál es su distribución dentro de la sociedad, aunque a veces se disponga de datos complementarios acerca de cómo ha evolucionado la distribución del ingreso. No dice nada respecto al esfuerzo implicado para obtener tales bienes y servicios, ni acerca de su utilidad. En 308 | una palabra, es un pésimo indicador en términos de evaluación de “calidad de vida”. En efecto, la pérdida de tiempo libre, la producción de armamentos, buena parte del gasto en salud (asociado a reparar los daños de consumos dañinos o derivados de la creciente inseguridad existencial), los costos de ciertas burocracias de control, los asociados a reparar daños del medio ambiente, son sólo algunos ejemplos de cómo el PBI puede contabilizar de modo positivo actividades que en realidad podría discutirse si agregan bienestar o sólo son necesarias en virtud de un crecimiento económico cada vez más distorsionado y que obliga a mitigar sus efectos indeseables, al tiempo que precisamente ignora otros costos sociales asociados al término “calidad de vida”. Curiosamente, las diferencias entre la evolución del PBI y la de indicadores alternativos como el de “Progreso Genuino” realizadas para los Estados Unidos, señalan un distanciamiento entre ambos indicadores a partir de mediados de los setenta33. El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) introdujo un indicador mixto denominado Índice de Desarrollo Humano (IDH) que considera junto al PBI, indicadores relacionados con el acceso a la Salud y a la Educación y la Esperanza Media de Vida al Nacer. Aunque este intento representa un avance, como se verá, no sería útil desde el punto de vista de lo que implicaría un cambio de racionalidad económica global sobre bases conceptuales como las aquí propuestas. Sin embargo, a pesar de ello posee la virtud de presentar una medida del nivel de actividad global, de lo que hemos denominado quantum de producto, en tanto cualquiera sea la actividad desarrollada, superlua o no, ella genera empleo, trabajo e ingresos. Es por eso que bajo la actual racionalidad económica motivada por el lucro y por la necesidad de utilizar a pleno las diversas capacidades instaladas, este indicador continúa siendo importante. Pero este indicador justamente sería distorsivo en un marco de racionalidad económica que propone productos de elevada calidad funcional y de diseño con vida útil más prolongada como rasgo básico del nuevo estilo de afrontar la problemática económica que aparece actualmente irresoluble en términos de sustentabilidad. 33. Cf. Rowe, J.; Anielski M. “The Genuine Progress Indicator, Redeining Progress”, 1998 Update - March 1999 - Website www.rprogress.org | 309 En tal caso una menor producción anual de ciertos bienes sería vista como pérdida de quantum de producto. Los sectores asociados a su producción acusarían un impacto en término de ventas que afectarían el balance y ello repercutiría en la cantidad de empleo global y en los ingresos. Sería visto como un resultado negativo, como un verdadero problema. Nuestra propuesta es que ello liberaría tiempo para el ocio creativo, para las relaciones interpersonales, para la crianza de los hijos, para facilitar el acceso a bienes indispensables para los que hoy no acceden a ellos y que el uso de energía y otros recursos disminuiría, sin que necesariamente empeore la calidad de vida de los que hoy acceden a una corriente constante de nuevos bienes y servicios derivados de la innovación tecnológica continua. Que el impacto sobre el Medio Ambiente sería menor. En realidad estas metas siendo una bendición, serían percibidas como una maldición si continuásemos guiándonos por indicadores como el PBI o aún el IDH altamente inluido por aquel. Es por ello que si bien este indicador debería continuar siendo utilizado para programar indicativamente los cambios en las necesidades de factores, en particular de trabajo necesario, y así regular la jornada laboral, requería ser reemplazado en su función como indicador de bienestar. En tal sentido la introducción de nuevos indicadores podría mostrar de manera más idedigna la evolución del progreso genuino que podría ser compatible con disminuciones del PBI. Se me ocurre que el Capital Doméstico por Persona (metros de vivienda y tenencia de bienes durables caliicados por calidad) clasiicado por decil, constituiría un excelente indicador alternativo bajo la nueva racionalidad. El mismo tendría la virtud de indicar cómo evoluciona el progreso material de cada grupo social desvinculándolo del nivel de actividad global. Si este último disminuye con el tiempo, tanto mejor. Sería un indicador de “liberación humana de la necesidad”. Indicadores similares deberían ser construidos para el acceso a otros bienes y servicios no durables. En conjunto ellos podrían proporcionar señales adecuadas del grado de satisfacción de las necesidades materiales humanas. Si la ciencia económica implica realmente cómo lograr el mayor bienestar de la población con el mínimo esfuerzo humano y con la menor presión sobre recursos agotables para obtener los 310 | satisfactores de necesidades, ello signiicaría restaurar a la ciencia económica su propósito original, desvirtuado con el tiempo por la sociedad de consumo. Pero todo esto necesita de una ina arquitectura informática, de sistemas de control ciudadano y por sobre todo de una profunda transformación cultural que incluye el cambio de los hábitos de pensamiento, de consumo, de motivaciones y de instituciones. La “sociedad del conocimiento” –actualmente puesta en una especie de “desvalorización conceptual” al servicio del cambio tecnológico contínuo y sin rumbo deinido de modo constructivo–, lo sería realmente si fuese puesta al servicio de una progresiva liberación de la necesidad: el sueño más antiguo de la humanidad. Es algo para construir a escala global. Se necesita de una intensa participación y discusión previa para analizar la “Nueva gran idea”, sus diicultades y ventajas. Pero repito, si tanto las hipótesis de sobrecapacidad estructural asociada al agotamiento del proceso de urbanización como los efectos de limitación estructural a la distribución del ingreso derivados de la programación de la obsolescencia forzada asociada a la actual forma de la innovación tecnológica son correctas, y también lo son las consecuencias expuestas en este trabajo; entonces la propuesta esbozada en sus trazos más gruesos es enteramente racional. Constituiría una verdadera alternativa a la “solución imperial”. El problema de la declinación global del trabajo como “caldero del Unsicherrheit”, sólo es un problema bajo la actual racionalidad económica (caracterizada por una fuerte dosis de deslpifarro e irracionalidad) y bajo el actual sistema organizativo. Las nuevas metas implican el abandono parcial y progresivo de la motivación del lucro, tanto como una regulación tendiente a que se logren las metas de un desarrollo sustentable en términos humanos, políticos, económicos, ecológicos y sociales. En síntesis, en términos de una nueva cultura y una nueva ética de la producción material. Posiblemente el desarrollo temprano de indicadores alternativos como el propuesto y otros que midan la productividad en término de logros y no de “valor agregado de cualquier cosa” por persona, sea algo que, aún dentro del actual estado de cosas, pueda ayudar a aportar luz sobre la problemática actual en tér- | 311 minos distintos a los habituales y además sentar las bases de un nuevo paradigma. 4. En torno a la Agenda Es por esta razón que la nueva agenda política global no puede sólo remitirse a una propuesta de tipo reduccionista como lo es el “ingreso universal básico”. tal propuesta es totamente compatible con la aquí esbozada sólo si se encuadra en un cambio de estilo tecnológico y sobre la base de una profunda transformación cultural global. Creo que el diseño de tal estrategia debería involucrar a los miles de cientíicos, técnicos, comunicadores sociales, artistas, empresarios y personas disconformes o excluidas para que participen de modo activo en la construcción y deinición de la Agenda. En la recopilación de la información necesaria, en el modelaje de los instrumentos para abordar la problemática, en la aportación de enfoques y puntos de vista que contribuyan a visualizar y enfrentar orgánicamente los desafíos que presenta la nueva Gran Idea, la Nueva Gran transformación de occidente. tal Agenda propositiva tendría a mi parecer más fuerza que la crítica centrada contra las prácticas inescruplosas del sector inanciero, de las multinacionales, del complejo militar-industrial, el daño al medio ambiente y la crítica genérica al neoliberalismo, porque si bien estas críticas ya son compartidas, es un proyecto político coherente lo que se halla ausente. Y tal agenda política no puede ignorar los problemas de la transición, a riesgo de convertirse en una promesa incumplible e irrealizable. Entre las preguntas que deberían ser respondidas para iniciar la transformación podemos enumerar al menos las siguientes, sin que su orden implique de ningún modo una sugerencia de prioridades: • • 312 | ¿Existe actualmente un sistema de modelaje satisfactorio y coniable, capaz de abordar el problema de la evolución futura del producto mundial, por países? ¿Existe la base informática coniable acerca de la evolución esperada del mercado para cada tipo o grupo de productos relativamente homogéneos como para alimentar un modelo de previsión que • • • • • • • • • • considere el resultado agregado a nivel global de tales evoluciones particulares, y que sea coniable? ¿Existe una metodología precisa para analizar las fragmentaciones del aparato productivo que se derivarían de una modiicación sustantiva de la distribución del ingreso a partir del progresivo abandono del vínculo remuneración-esfuerzo? ¿Existe una visión del mundo futuro sustentable si no se modiican las actuales tendencias tecnológicas orientadas a crear nuevas necesidades y productos para los sectores incluidos? ¿Será necesario abandonar el criterio de balances económico inancieros anuales como criterio de supervivencia de las unidades productivas?, en tal caso ¿qué prevenciones se deberían tomar para evitar abusos, corrupción y una mala asignación de recursos? De abandonar la motivación del lucro como motor de la actividad económica, ¿qué conjunto de satisfactores pueden ser utilizados?, ¿qué estrategias diseñar para que resulten aceptables? ¿Qué tipo de esquema institucional sería compatible con una sociedad orientada a satisfacer necesidades básicas a nivel global? ¿Quíen y cómo se deinirían las necesidades básicas y cómo se transformaría la actual capacidad productiva en pos de lograr tal objetivo? ¿Cuáles serían los desafíos tecnológicos y a partir de qué agencia política serían impulsados los nuevos estilos tecnológicos? ¿Qué tipo de pautas culturales sería necesario promover y qué tipo de instituciones o agencias serían las encargadas de hacerlo? ¿Sobre qué bases sería necesario construir un consenso mínimo y cómo hacerlo por medios democráticos? ¿Cómo resover los conlictos que la transformación implica de un modo pacíico? ¿Cómo neutralizar la oposición a tal proyecto dado que es obvio que un poder establecido inescrupuloso y amenazado en su hegemonía intentará desvalorizar y boicotear la propuesta alternativa? Sin duda no son todas las preguntas, pero al menos son lo suicientemente importantes cómo para comenzar a elaborar sus posibles respuestas. Es claro que para muchos, la naturaleza misma de estas preguntas y la diicultad de darles respuestas fáciles y totalmente consistentes, puede inducirles a creer que inalmente vivimos “en el mundo del mal menor”, “el único posible”. | 313 Que la transformación o bien se hará por “la fuerza de la Multitud”, o bien por “la Solución Imperial”. Los que así piensen no parecen haber examinado a fondo las consecuencias de tal postura, ni seriamente los argumentos presentados en torno a la “Crisis Civilizatoria”, sus causas estructurales y sus consecuencias en términos no sólo de creciente miseria material sino también espirutual. Por cierto, algo que muchos preferirían ignorar porque es urticante sobre todo si se constata que ella no toca sólo a aquellos que no acceden, sino a la Humanidad como un todo. Y volver a este concepto de “La Humanidad”, como señalaba Hanah Arendt, es el único que puede dar sentido al derecho internacional, algo muy necesario en un mundo globalizado y altamente interconectado. 314 | 10 Epílogo H emos considerado las razones por las cuales la actual crisis mundial, que es básicamente una crisis de occidente, puede ser considerada como una crisis civilizatoria. tras examinar su relación con el agotamiento del proceso de urbanización a gran escala, la relación de éste fenómeno con sus dimensiones tecnológicas, económicas, ecológicas, políticas, geopolíticas, sociales y estrictamente culturales, hemos arribado a la conclusión de que sucesos como los del 11-S pueden ser inscritos como una derivación consecuente con el progresivo deterioro de lo que hemos denominado “Paradigma Epistemológico Natural de occidente”. tras analizar en qué medida dicho paradigma podía ser legítimamente considerado como superior en todos los órdenes a los provenientes de épocas precientíicas, hemos arribado a la conclusión de que sobre la misma base de sus propios postulados tal cosa no podía ser airmada ni justiicada racionalmente. La introducción del concepto de orden implicado propuesto por David Bohm, las visiones más inclusivas generadas en el seno de la cultura occidental y la negativa a aceptar que dicho paradigma ha incursionado en un terreno que no les es propio, pero que lo afecta por contigüidad, nos han conducido a realizar una crítica relacionada con el particular uso del lenguaje utili- | 315 zado para difundir el “mesianismo cientíico”. En tal sentido se ha manifestado una seria preocupación por la emergencia de un nuevo fundamentalismo, sutil, en tanto oculta su condición de tal y denuncia toda idea integral de la sociedad como fundamentalista y peligrosa. Asociado a tal paradigma, cumpliendo una misma función, emerge una defensa de la sobreabundancia de valores como rasgo utilitario y positivo. Se asume acríticamente que ello conduciría a una elección individual entre una gama de alternativas cada vez más amplia, lo que conduciría a una madurez de las decisiones humanas. Ya no impuestas exógenamente por religiones o proyectos políticos exógenos, sino basadas en una libre elección, tal como supuestamente lo son las elecciones de los consumidores en el mercado. En tal sentido se ha vinculado esta nueva sociología como contrapartida funcional, aunque negada como tal, a la nueva condición humana emergente tras la ruptura de los años setenta del siglo XX. Etapa hasta la cual las promesas básicas propuestas por “La Gran Idea” (en referencia a la Ilustración y su evolución posterior), parecían no sólo tener sentido, sino ser alcanzables. frente a un discurso emergente que tiende a dar legitimidad al incumplimiento de dichas promesas y el empleo de la fuerza, bajo el argumento de preservar un sistema que a veces es presentado como el mejor o bien como “el único posible”, se han hilvanado una serie de argumentos que señalan los peligros de tal posición y discurso, y su natural correspondencia con la visión unipolar del mundo sostenida por los Estados Unidos. Con la emergencia “Del Primer Imperio Global”, proyecto explícito en buena parte de la estructura de poder mundial liderada por ese país. Luego de analizar los sucesos del 11-S y posteriores, en el contexto de una crisis civilizatoria enraizada también no sólo en “Ideas”, sino en su misma “Base material”, se han explorado las consecuencias de tal visión del mundo y su posible desenlace en una situación “cerrada”. Este desenlace no sólo implica graves peligros, sino que además traiciona básicamente la “Gran Idea”. En consecuencia hemos delineado lo que podría ser considerado como el temario y enfoque para una nueva agenda mundial. Lo que tal enfoque sea capaz de proponer como “Imagen”, sustentada en un realismo crítico, pero abonada por la inluencia positiva de valores básicos compartidos, es algo que no podemos 316 | saber que grado de éxito podrá tener. Pero supone al menos el desafío de no renunciar de antemano a las mejores promesas del siglo XX, a las mejores promesas de una humanidad liberada material y espiritualmente. Como ha señalado Bauman –a mi juicio uno de los pensadores más brillantes del mundo actual– en su obra Ética Posmoderna “la modernidad le negó a Dios el derecho de dirigir el destino de los seres humanos y por ende minó el sustento más sólido sobre el que se apoyaba la instrucción moral en el pasado”. Esa “pulverización” de todo sustento sobre el que podía ser imaginado un fundamento moral y la pulverización misma de la moralidad, en un contexto en el que la ética se enfrenta con las consecuencias de largo alcance muchas veces imperceptibles desde la conciencia individual, constituye uno de los más severos obstáculos para la resolución del estado actual de cosas en el mundo. De este modo un requisito previo y paralelo a la gran transformación propuesta es crear la conciencia individual necesaria de la autolimitación. Pero dicha autolimitación, ¿cómo puede ser eicaz sino proviene de un conjunto de valores aceptados individual y colectivamente a la vez? Hemos analizado que la “pulverización” de la moralidad se ha basado en un concepto equívoco de la naturaleza de los conlictos entre Ciencia y Fe. En una evolución del “Paradigma de la Epistemología Natural de occidente” que deterioró sus mismas bases y promesas, que traiciona sus postulados y reglas muy a menudo porque es una parte indisoluble y funcional del sistema productivo, del que emerge y a la vez transforma y refuerza. Por consiguiente todo contenido cultural tendiente a aclarar este tema masivamente, no constituiría, por cierto, un paso menor. Un mundo menos riesgoso, tanto desde el punto de vista económico, como militar y ecológico, requiere de conductas individuales y colectivas que no boicoteen la transición hacia una sociedad estable con un grado razonable de satisfacción de necesidades para todos los habitantes del planeta. Pero ¿quién sería el árbitro para determinar tales necesidades? Los trabajos como los de Abraham Maslow intentaron realizar una taxonomía de las necesidades, pero ellos obviamente no pueden bastar, a menos que supongamos un gobierno tecnocrático. De hecho tenemos gobiernos de tal naturaleza, pero no sería saludable proponer tal cosa. | 317 Por consiguiente se requiere de un acrecentamiento del conocimiento divulgado de la extensión de las consecuencias de nuestros actos en una sociedad tecnológica e instituciones que faciliten la transformación de los individuos y sus actos a partir de convicciones internalizadas. todo lo que hacemos afecta a otras personas y más cuando los sistemas se han complejizado a causa de la multiplicidad de acciones individuales desarrolladas en un contexto de alta tecnología. Pero esta visión no debería restar responsabilidad a aquellos que diseñan tecnologías, políticas, ideas y estrategias para su divulgación masiva. La alternativa real al desdén por un esfuerzo semejante, es la progresiva entrada en una época oscura. tanto más oscura cuanto las posibilidades alternativas son desechadas a priori, porque tal postura escéptica oculta el resplandor que nace del conocimiento humano ya alcanzado, del dominio tecnológico y espiritual del que sería posible sacar provecho para toda la humanidad. Si el humanismo ha de ser recreado como alternativa creíble y constitutiva de una nueva agenda política, tal cosa no se logrará mediante la crítica al estado actual de cosas en el mundo sino mediante una propuesta superadora. Deseable para todos, o al menos una inmensa mayoría hoy inmersa y atrapada en la trama de la incertidumbre, inseguridad, desprotección y deseperanza. Pero tal propuesta no puede ser supericial. De serlo conduciría a un estrepitoso fracaso. tal propuesta debe combinar la racionalidad para lo atinente al mundo material y la sabiduría ancestral para hacer viable tal posibilidad, en tanto ella requiere de adhesión individual y colectiva. Necesita en consecuencia modiicaciones actitudinales y de conducta, el abandono progresivo del motivo del lucro y su desplazamiento a lo lúdico, la creatividad, la empatía, la aceptación lúcida de la “otredad”, una meta humana más próxima a la felicidad que la elusiva posesión de objetos y poder. tal es el desafío: parafraseando parcialmente a toynbee, ¿Podrá Occidente hallar la igura intermedia entre Pedro Bernardone y su hijo San francisco? o en otras palabras ¿se podrá conseguir un compromiso aún no logrado entre la emancipación y el privitimismo, dos de sus tendencias centrales? tal es el camino de equilibrio que me parece necesario alcanzar, un camino sugerido en parte por Rifkin, pero mucho antes por Marcuse y Erich fromm cuya posiblemente única coincidencia central es la identiicación 318 | del actual estado de cosas como muy próximo a Tanatos y muy alejado de Eros. El tiempo que resta para ello no es mucho, pero quizás suiciente para iniciar un nuevo punto de inlexión. | 319 ANEXo Aspectos empíricos y metodológicos de las vinculaciones entre urbanización, crecimiento económico y cambio tecnológico 1. El problema de la sobrecapacidad estructural por saturación de mercados y su relación con el comportamiento logístico del desarrollo de los procesos de urbanización y de mercados E sta idea se inscribe parcialmente en las teorías del ciclo económico basadas en los desbalances que se producen en la economía entre los sectores productores de bienes de consumo y bienes de capital (Spiethoff, Hull, Sombart). obviamente es compatible con todas las teorías de los ciclos que señalan como causas de los mismos a los cambios en las expectativas de inversión, los cambios tecnológicos, el comportamiento de los mercados de bienes durables, etc. La hipótesis que se quiere analizar es la siguiente: si se admite que para cada bien de consumo el desarrollo del mercado a largo plazo presenta la forma de una función logística, la primera derivada de la misma representará la prospectiva de la demanda en el tiempo para la industria de bienes de capital correspondiente a ese bien. La segunda derivada será la prospectiva de la demanda para la industria de bienes de capital para la producción de bienes de capital del bien en cuestión y así sucesivamente, | 321 al menos si se admite que la industria de bienes de capital no presenta una homogeneidad de productos como generalmente suponen algunos autores. Es casi evidente que el proceso de crecimiento económico concreto es en realidad la superposición de las funciones de oferta = demanda realizada en el tiempo de los distintos bienes. Por consiguiente la demanda agregada se verá frenada a medida que –en ausencia de un proceso de cambio tecnológico continuo34– vaya decayendo la demanda de bienes de capital. En términos simpliicados, cada producto crecerá indeinidamente o de modo exponencial en ausencia de restricciones según una función del tipo35 P (t) = P(o)eαt donde α es el crecimiento (generalmente expresado en %), P(o) es la magnitud inicial del mercado para un producto dado, o sea el valor de P en t=0. Pero en realidad cada producto tiene una fase de crecimiento exponencial y alcanza luego su saturación, dada por la demanda efectiva, la cual es igual a la población en disposición de alcanzar dicho bien, lo cual quiere decir que no lo posee y tiene deseos y medios para poseerlo. Por consiguiente ha sido usual agregar a este tipo de ecuaciones factores correctivos de tipo Pt 1- k de modo tal que el crecimiento de la variable de referencia (en nuestro caso un producto) se vaya amortiguando a medida que se alcaza k, variable que representa el valor asintótico hacia el que tiende la función (en nuestro caso el tamaño máximo del mercado 34. La “destrucción creativa” supuesta en este proceso tal como fue analizada por Schumpeter (1934) es un fenómeno sumamente complejo y crucial para este análisis y será abordado en este documento sólo de un modo implícito. 35. El tipo de función escogida es idéntica a la utilizada por Perrin, Meyer, Yung y Ausubel (1999). 322 | para un producto36 y también el tamaño máximo de población urbana en un período determinado). De este modo nuestra ecuación de crecimiento puede ser expresada como sigue: P(t) ¶P(t) = aP(t) 1dt k (2) es decir como una función logística tipo. La solución de la ecuación (2) es P(t)= k 1 + e(-at+ab) Ahora bien la primera derivada de esta función (en nuestro caso la prospectiva de demanda para los bienes de capital del producto en cuestión) será: ¶P = aP 1dt P k = aP - a k P2 Nos interesa hallar el máximo de esta función porque a partir de él se deine el momento en el cual a partir del mismo la industria de bienes de capital en cuestión entrará en una fase de sobrecapacidad estructural por saturación (y algunos otros sectores lo harán en consecuencia). ¶P Los máximos y mínimos de esta función derivada se ¶t hallan buscando los t que hacen que ¶ 2P = 0 ¶t2 d2P ¶P =a ¶t2 dt 2a x k ¶P ¶t ¶P = a ¶t 1- 2 xP k 36. Debe recordarse que este tamaño máximo estará dado por el número de personas que pueden y deseen acceder a ese bien. El poder acceder a ese bien depende de la distribución del ingreso, lo cual se deriva al menos en parte del propio proceso productivo con alguna independencia, aunque no total, de las políticas activas. | 323 Dos de los puntos en los cuales esta función se hace o son claramente triviales: (t = 0 y t = ¥) , luego 1- 2 P = 0 ÞP(t) = k / 2 k lo que equivale a k 1+e - a(t*-b) = k Þ1 + e - a(t*-b) = 2 2 Y por lo tanto e - a(t*-b) = 1 Þ a (t*-b) = 0 Con lo cual t* = b o P(t*) = k 2 Es decir en este caso el tiempo t* buscado, en el cual la primera derivada alcanza su máximo (prospectiva de máxima capacidad en la industria de bienes de capital correspondiente al bien de consumo en cuestión), será el tiempo necesario para que el mercado alcance la mitad de su máxima magnitud. Este razonamiento no se altera si en vez de adoptar esta forma, la función logística fuera ligeramente distinta. En tal caso el P(t*) k no sería , pero sería algo similar (ver gráico 2). 2 El razonamiento que se quiere subrayar es que en la medida en que el comportamiento de los mercados de los diversos bienes se comporte aproximadamente como una función logística, la inversión inducida por esos sectores decaerá en un punto en el que aún se maniiesten signos de gran dinamismo en la industria en cuestión, sea de bienes de consumo o de inversión. 324 | fIGURA฀A-1 - Ilustración de una Simulación logística tipo y sus propiedades. Simulación logística tipo con datos de inversión en construcciones a partir de un año 1 arbitrario Monto de inversión viviendas 450 k = 418 tiempo para alcanzar k= 60 años 400 350 300 250 t*= 11.5 200 150 100 50 43 46 49 52 55 58 40 34 37 31 25 28 19 22 10 16 13 4 7 1 0 Años fuente: elaboración propia con datos de Penn World Table (Mark 5.6 a) the Center for International Comparisons at the University of Pennsylvania . Por lo tanto las industrias que produzcan los bienes de capital hallarán inevitablemente un punto de sobrecapacidad estructural, lo que afectará el dinamismo de toda la economía a través de los sucesivos efectos multiplicadores provocados por la reducción de la demanda agregada. obviamente a esto tratarán de responder con la innovación tecnológica lo que les permitirá mantenerse en el mercado, creando nuevas fuentes de oferta y demanda. Pero esto no podrá ocurrir en todos los sectores con la misma intensidad debido a la heterogeneidad y rigidez del aparato productivo. Cuando en vez de un producto consideramos un grupo de productos asociados a lo que podría denominarse un paradigma de consumo tecnológico (un “cluster” de bienes que hacen a un estilo de vida, como por ejemplo el urbano moderno en este caso) y estos se han desarrollado prácticamente en el mismo lapso temporal, el efecto descrito para un solo bien lo será para toda la economía. Ésta podría representarse virtualmente como la agregación de diversas logísticas o funciones similares, cada | 325 una correspondiente a un bien o servicio. Por consiguiente no es evidente que el proceso de cambio tecnológico logre per se mantener el dinamismo de la economía como en el momento inicial del desarrollo (ej: las dos primeras décadas posteriores a la segunda guerra). Esta sería la explicación del punto de ruptura asociado a la declinación del incremento en la población urbana. Nuestra hipótesis es, por consiguiente, que los ciclos de largo plazo descritos por Kondratieff, y referidos por algunos autores en los últimos años (freeman y Perez, 1995; fu- chen-Lo, 1994), en realidad relejan este tipo de proceso. 2. Los resultados de las correlaciones entre urbanización y crecimiento i) Las correlaciones estadísticas entre urbanización y crecimiento Con el objeto de explorar la hipótesis central planteada en esta obra y trabajos anteriores del autor, ya citados, se han ensayado diversos modelos de correlación entre población y nivel de PBI. A tal in se han elaborando los datos del PBI de la Penn World Table (Mark 5.6 a)37 (PWt 5.6 a ) y los de población total, población urbana y población en ciudades mayores de 750.000 habitantes en 1990, provenientes de la División de Población de las Naciones Unidas (World Urbanization Prospects, 1999). Los modelos de correlación se plantean sobre la base de datos de corte transversal, ya que es imposible abordar series de tiempo38. Dado que sería muy tedioso detallar todos los resultados obtenidos de este análisis se remite al lector a otro documento en el que se presentan sus pormenores (Kozulj, 2000). De todos modos parece útil y necesario comentar aquí algunos de estos resultados. 37. the Center for International Comparisons at the University of Pennsylvania, datos elaborados por Robert Summers y Alan Heston, cf. The Penn World Tables Mark 5 en Quarterly Journal of Economics 106 (2) 327-368 (1991) 38 Los datos de crecimiento de la población en las ciudades se dan por quinquenios y/o por decenios. 326 | En primer lugar se han ensayado modelos sincrónicos entre: 1- población total y nivel de PBI; 2- población urbana total y nivel de PBI; 3- población en grandes ciudades y nivel de PBI, con datos para numerosos países de todas las regiones para los años 1960 y 1990. Los resultados de este análisis permiten airmar la existencia de correlación signiicativa entre población urbana total y PBI y entre población en ciudades grandes y PBI, tanto sobre la base de datos en valores absolutos, como sobre la base de sus logaritmos. El ajuste sobre la base de datos en valor absoluto para el caso de población en grandes ciudades resultó ser ligeramente mejor al producido con datos de población urbana total (R^2= 0.89 contra 0.82 para los datos de 1960; 0.74 contra 0.63 para 1990), siendo la variable explicativa altamente signiicativa y los restantes parámetros de interpretación de resultados estadísticos más que satisfactorios tratándose de modelos con una sola variable explicativa. Se efectuaron asimismo análisis aplicando el test de White para ver si existía heterosedasticidad, lo que es frecuente cuando se trabaja con series de corte transversal y variables de tamaño como en este caso. Efectivamente se comprobó su existencia, pero la corrección a través de la ponderación de la variable explicativa siguió arrojando valores de t coniables al 0% y aún mejoró el valor de los R^2 en las ecuaciones corregidas. En cambio, los resultados de las correlaciones con datos en valores absolutos de población total y PBI arrojaron una correlación baja (R^2= 0.27 para 1960 y 0.21 para 1990), aún cuando la variable resultó ser signiicativa y los modelos sobre los logaritmos dieron mejores resultados. Este último tipo de resultados fueron al parecer los que en cierto modo avalaron la idea de falta de causalidad entre crecimiento poblacional y crecimiento económico en análisis como los de Blanchet (1985-1991), Chesnasis (1985), Bairoch (1981) y otros estudios, enfocados más bien sobre el clásico debate acerca de si el crecimiento de la población inluye en forma positiva o negativa sobre el crecimiento económico (Cepal, 1996). Ahora bien, para establecer vinculaciones más precisas entre urbanización y crecimiento económico se trabajó también sobre la base de modelos que consideran el incremento en el valor de ambas variables en un determinado período de tiempo. | 327 En los primeros trabajos anteriores del autor sobre este mismo tema a los que ya se hizo referencia, se utilizaron datos de crecimiento del PBI en forma de porcentaje anual de crecimiento, explicados por: a) el crecimiento medio anual del número de personas viviendo en las megalópolis, con datos para veintitrés de ellas desfasados en una década respecto a los del crecimiento económico y b) por el PBI inicial de los países en los cuales de hallaban las mayores megalópolis. Introduciendo en la ecuación variables binarias para corregir los casos de China e India –que resultaban atípicos por razones válidas– se obtuvo una buena correlación (R2= 0.81) con una alta signiicación de todas las variables explicativas y con signos correctos para su interpretación teórica. No obstante, para evitar problemas de multicolinealidad y asimetría magnitudinal en las series de corte transversal, se optó por efectuar correlaciones muy simples sobre la base del incremento del PBI por quinquenios en valor absoluto (calculado sobre promedios de quinquenio para evitar distorsiones ocasionadas por simples puntos críticos en años extremos) y con datos de incremento de población urbana en ciudades de más de 750.000 habitantes desfasados hasta dos quinquenios (en ambas direcciones) a in de estudiar mejor el tema de las eventuales causalidades interactivas. Los resultados han sido muy positivos y se exponen seguidamente. ii) Los resultados para los períodos 1960-1975 y 1975-1990 En estos casos se plantea un modelo muy sencillo donde el incremento en valor absoluto del PBI de estos períodos es explicado por el incremento de la población viviendo en grandes ciudades ocurrido una década atrás. Del mismo modo se introduce una variable binaria para indicar si el país al que corresponden los datos es un país desarrollado o uno en vías de desarrollo (PVD) y otra para tratar el caso de India, con sus problemas de crecimiento acelerado de las ciudades, en especial tras la separación del Pakistán musulmán, y simultáneo bajo crecimiento económico originado en las particularidades de su cultura. 328 | Los resultados obtenidos se sintetizan en el cuadro A-1. Nótese que para el crecimiento del PBI expresado en valores absolutos, la principal variable explicativa resulta ser el incremento de la población en grandes ciudades ocurrido antes; así, por ejemplo, para el crecimiento del PBI ocurrido entre 1960 y 1975, la variable explicativa es el aumento de la población en grandes ciudades acaecido entre 1950 y 1960. Para el incremento de PBI entre 1975 y 1990, la variable explicativa está deinida como el incremento en la población de las ciudades grandes entre 1960 y 1975. Según la matriz de correlaciones, el valor de R entre incremento de población y PBI es de 0.76 para los datos de PBI de 1960-1975 y de 0.82 para los datos de PBI 1975-1990. Las correlaciones son muy similares si se toman los datos de población urbana total, pero no así si se consideran los datos de población total. Los resultados obtenidos de las corridas con los datos de población urbana total se presentan en el cuadro A-2. La matriz de correlaciones simples entre incremento de la población urbana total y PBI arroja un valor de 0.85 para los datos de PBI de 1960-1975 y un valor de 0.83 para los datos de 19751990, en cambio son mucho más bajas cuando se trabaja con los datos de incremento en la población total: 0.45 y 0.55 respectivamente. Debe ser considerado que aún esta relativamente buena correlación entre incremento de población total y PBI se explica porque en algunos casos dichos incrementos son prácticamente de población urbana. Por otra parte, los resultados de las correlaciones entre población en grandes ciudades, población urbana total y población total, muestran el elevado grado de correlación existente, con valores de R entre 0.8 y 0.9, en ambas series de corte transversal. | 329 CUADRo฀A-1 - Resumen de resultados de la correlación entre crecimiento del PBI y crecimiento de la población en ciudades de más de 750.000 habitantes, según se trate de países desarrollados o en vías de desarrollo. Período 1960-1975 y 1975-1990. ∆PBi ∆ Ciudades 2q o 3q PVd o no 1960-1975 -2.79 (-0.26) t 0.795 Prob. 0.0346 (11.36) 0.000 147.4 -126.6 0.715 68.7 0.000 (5.81) (-1.41) 0.000 0.16 86 1975-1990 -30.78 t (-2.19) Prob. 0.032 0.0352 (14.00) 0.000 156.7 -216.4 0.786 89.6 0.000 (5.43) (-1.92) 0.000 0.059 77 C india r2 F Prob. ObserF vaciones fuente: elaboración propia con datos de Penn World Table (Mark 5.6 a) the Center for International Comparisons at the University of Pennsylvania y World Urbanization prospects, the 1996 revision, Economic and social affairs, United Nations, Population Division, NY. CUADRo฀A-2 - Resumen de resultados de la correlación entre crecimiento del PBI y crecimiento de la población urbana total, según se trate de países desarrollados o en vías de desarrollo. Período 1960-1975 y 1975-1990. ∆PBi C PVd ∆ Ciudades o no 2q o 3q india r2 F Prob. ObserF vaciones 1960-1975 -7.88 0.0203 t (-0.90) (15.56) Prob. 0.3667 0.000 113.3 -216.5 0.815 120.2 0.000 (5.41) (-2.95) 0.000 0.16 86 1975-1990 -33.92 0.017 t (-2.36) (13.7) Prob. 0.02 0.000 126.7 -371.4 0.779 (4.27) (-3.09) 0.000 0.003 77 86.2 0.000 fuente: elaboración propia con datos de Penn World Table (Mark 5.6 a) the Center for International Comparisons at the University of Pennsylvania y World Urbanization prospects, the 1996 revision, economic and social affairs, United Nations, Population Division, NY. 330 | Se han analizado también otras numerosas formas para comprender mejor el grado de correlación existente entre crecimiento de la población urbana en grandes ciudades y PBI, teniendo en cuenta de que se trata, como se explicó en el punto i), de un fenómeno de tipo interactivo. iii) El problema de la causalidad interactiva y los resultados por quinquenio con la variable explicativa desfasada “hacia atrás” y “hacia delante” Se han efectuado ejercicios de correlación entre crecimiento del PBI (variable explicada) y crecimiento de la población urbana (variable explicativa) con datos por quinquenio entre 1950 y 1990, con diversos grados de desfasaje entre ambas variables. El objeto de estos ajustes fue analizar con mayor detenimiento las causalidades interactivas entre ambas variables, teniendo en cuenta que si bien el crecimiento del PBI puede ser considerado en parte como causado por el proceso migratorio, este último depende a su vez, por ejemplo, de las oportunidades de empleo que el proceso de crecimiento genera y/o promete. A in de no abundar en detalles acerca de los resultados estadísticos de tan numerosas corridas, se presentan en la igura A-2 los valores del R^2 obtenidos con los datos de incremento de población en grandes ciudades referidos a: 1) dos quinquenios anteriores al de los datos de crecimiento del PBI; 2) un quinquenio anterior; 3) el mismo quinquenio, y 4) un quinquenio posterior. | 331 fIGURA฀A-2 - Resultados de R^2 de las correlaciones ensayadas desfasando variable explicada (crecimiento de población en grandes ciudades) y variable explicativa (crecimiento del PBI). Valores de R2 para el ajuste del incremento de PBI por quinquenios en función del incremento del número de habitantes de las ciudades de más de 75.0000 hab. según quinquenio anterior posterior. 1 0.9 0.8 R2 0.7 0.6 0.5 0.4 0.3 0.2 Ciudades -2q Ciudades q Ciudades -1q Ciudades +1q PBI p8590/p8085 PBI p8085/p7580 PBI p7580/p7055 PBI p7075/p6570 PBI p6570/p6065 PBI p6065/p5560 0 PBI p5560/p5055 0.1 fuente: elaboración propia con datos de Penn World Table (Mark 5.6 a) the Center for International Comparisons at the University of Pennsylvania y World Urbanization prospects, the 1996 revision, economic and social affairs, United Nations, Population Division, NY. Los resultados son sugestivos: en general el R^2 es más alto (y mejores los restantes parámetros de análisis estadístico) con los ajustes realizados sobre la base de datos desfasados “hacia atrás” que con los datos sincrónicos o “adelantados”. Nótese que para prácticamente todos los quinquenios se obtuvieron R^2 de entre 0.6 y 0.8 para el incremento del PBI “explicado” por el incremento de población ocurrido en grandes ciudades en uno o en dos quinquenios precedentes. En cambio las correlaciones 332 | con datos sincrónicos (tercera serie) o con la variable explicativa adelantada un quinquenio (cuarta serie), arrojaron por lo general valores de R^2 menores. Por otra parte es importante señalar que el análisis de la correlación entre incremento de PBI y aumento de población total no ha arrojado resultados satisfactorios. Aún cuando la existencia de una correlación positiva y la bondad de los test efectuados no garantizan per se la existencia de una necesaria causalidad “teórica” –ni es totalmente eliminable la crítica de una eventual correlación espúrea– los argumentos esbozados en el capítulo 2 y los resultados obtenidos (se trata de una sola variable explicativa) son más que satisfactorios para señalar la necesidad de considerar en más profundidad este tema en investigaciones futuras. La correlación hallada nos muestra además la gran inercia que tiene la estructura inicial (tanto urbana, como del PBI) para explicar los posteriores crecimientos en ambas variables, lo que relativiza el controvertido tema de la convergencia39 (Baumol, 1986; Barro, 1992) entre los países desarrollados y los PVD, al menos para períodos de tiempo de 40 o 50 años. 39. La convergencia es un concepto que se reiere al hecho de que las economías con un mayor nivel de desarrollo inicial crecerían a una menor tasa que las que presentan un menor nivel, de modo tal que en el largo (o muy largo) plazo las productividades medias de los países (o en su defecto los niveles de PBI por habitante), tenderían a igualarse. Mientras que en el pionero trabajo de Baumol (1986) se insinúa que este fenómeno sería constatable sólo dentro del “club” de los países desarrollados, Barro (1992) lo propone como un fenómeno de carácter más universal. Si nuestras hipótesis son relevantes, los datos aquí aportados nos muestran los límites propios de este concepto, y la estrecha dependencia del crecimiento cuantitativo de los niveles de desarrollo previos ya alcanzados, más allá del hecho obvio de que el dinamismo inicial de cada economía, con independencia de su tamaño, sea mayor cuanto menor es el grado de desarrollo relativo en la fase inicial. Es decir, para cada tamaño de economía se veriicaría una primera fase dinámica, y luego otra caracterizada por un decrecimiento relativo. Aún cuando la “apertura” de las economías y su grado de competitividad externa, pueden extender la fase dinámica por un tiempo más prolongado, esto es cierto a nivel de algún país o grupo de ellos pero no lo sería para la economía mundial en su conjunto. De hecho el problema de la sobrecapacidad por saturación y el consiguiente sobreesfuerzo productivo para mantener el nivel total de actividad se iría agravando a medida que el grado de urbanización en ciudades grandes llegue a su límite natural, sin que se produzca una convergencia en términos de productividad media. | 333 3. Las propiedades de la función de distribución del valor agregado en función del ciclo de producto y su duración Se parte para este análisis de una función agregada de formación de precios de oferta compuesta por dos factores: la remuneración del capital (RC) y el resto (RRf). Si se representa de manera simpliicada una función de distribución de la parte del producto social correspondiente a los factores distintos del capital (básicamente salarios e impuestos), a partir de una fórmula que considere simultáneamente la relación producto-capital y el factor de recuperación del capital bajo la siguiente formalización: α=λC – C [i/1-(1+i)^-n] o lo que es lo mismo: α= PBI – C [i/1-(1+i)^-n] dado que λC= PBI donde • α es la parte del producto social que retribuye a los factores distintos del capital • λ es el valor de la relación producto/capital • C es el valor del capital • PBI es el producto bruto interno idéntico al valor agregado y la expresión [i/1-(1+i)^-n] es el factor de recuperación del capital, siendo i la tasa de descuento y n el plazo de recuperación del capital. Se tiene por lo tanto que el valor de α aumenta cuando la relación producto-capital crece (disminuye la intensidad de capital), lo cual es trivial; pero disminuye con valores decrecientes de n de modo no lineal. En efecto, derivando α respecto de n se tiene la siguiente expresión: δα⁄δn = C * i * ln (1+i) / {[(1+i)^n/2]-[(1+i)^-n/2]}^2 334 | la cual indica el signo positivo de la derivada (α crece cuando crece n, o bien disminuye cuando n lo hace), pero acorde a una función cuasi hiperbólica, lo que señala la particular sensibilidad de la función respecto al rango de los valores de n, en especial cuando las variaciones se dan con valores de n inferiores a 15 años. La igura A-3 ilustra el comportamiento de la derivada parcial de la función respecto de n. Nótese que para que la disminución de α por efecto de una menor vida útil o plazo de recuperación del capital (como consecuencia del cambio tecnológico continuo y acelerado) no se veriique, deberán producirse importantes aumentos en la productividad (disminuciones en la relación Capital-Producto). fIGURA A-3 - Comportamiento de la derivada de la función global simpliicada de distribución del valor agregado en función de la duración del ciclo de producto. Valores de la derivada parcial de la función de distribución del ingreso respecto a n, para n>5 0.055 0.045 0.035 0.025 0.015 0.005 -0.005 -0.015 0 5 10 15 20 25 30 35 40 45 Valor de la derivada Nivel 0 fuente: estimación propia del autor. | 335 La anterior función surge en realidad, como se dijera más arriba, de la más básica y agregada deformación global de precios de oferta, compuesta por un factor que es el factor de recuperación del capital (fRC) y por otro que englobaría el costo total del resto de los factores distintos al capital (básicamente salarios e impuestos). Como se sabe si la tasa i utilizada para el cálculo del fRC es la tIR deseada o prevista y n es la vida útil del proyecto (o bien la base que se utiliza a priori para el cálculo de la tIR en la evaluación de los proyectos), entonces los precios de oferta formados con ese fRC garantizan la realización de la tIR teórica de cada proyecto. Por lo tanto el análisis del efecto de la disminución del valor de n sobre la distribución del ingreso es totalmente compatible con la noción teórica de que la tIR representa la remuneración del capital. Lo que se quiere remarcar aquí es que: para obtener una idéntica TIR, al haber distintos plazos de recuperación del capital acortados por la obsolescencia técnica forzada (o acelerada) se introduce un sesgo en la distribución del valor agregado a favor del capital, y en contra del resto de los factores que no obstante no implica una mayor remuneración del capital. Esto se da en la práctica a través del proceso de formación de precios de oferta, los que prácticamente determinan los precios de mercado en una economía moderna. Si bien por el momento no se cuenta con una base empírica para profundizar sobre este aspecto de la problemática del cambio técnico continuo y acelerado, el elemento teórico aquí planteado es difícil de eludir. La relación capital producto ha venido creciendo como se deduce de las variaciones de la tasa de inversión y producto ilustradas en la igura A-4. Es de hacer notar que la limitación estructural a la mejora de la distribución del ingreso afecta tanto a los salarios como a la parte destinada a inanciar el gasto público. No parece inoportuno recordar aquí que es justamente hacia mediados de los ’70 cuando más se hace notar el punto de inlexión en las pautas distributivas y también las presiones para disminuir el gasto público y la presión tributaria, medidas que limitan la demanda agregada. Por otra parte es también en este contexto en el cual las políticas activas redistributivas conducen al fenómeno de estancamiento con inlación (inédito en el lapso 336 | 1950-1970). Pero paradójicamente, una vez “entrado en régimen” el estilo de vida urbano para grandes masas de población, es cuanto más se requiere del gasto público y de la redistribución del ingreso, entre otras razones por las expuestas por Baumol (1967) en aquel su pionero trabajo sobre el tema. Al parecer, lo expuesto tendría que dar lugar a un programa de investigación muy amplio, ya que las implicancias del tema son muy importantes y vastas en tanto se sugiere que se estaría realizando un gran esfuerzo económico en cierto modo inútil en términos de bienestar. Por otra parte la obsolescencia forzada y la continua creación de nuevos productos crean una presión sobre los recursos naturales que es innecesaria y de racionalidad sumamente limitada en términos de desarrollo sustentable. fIGURA฀A-4 - tasas de variación de la Inversión Bruta fija y del PBI en los países de la oCDE 1950-1992. Tasa de crecmiento del PBI por Habitante y Coeiciente de Inversión en los principales países de la oCDE: período 1950-1992. IBf/PBI (%) 6.0% 25.0% 5.0% 20.0% 4.0% 3.0% 15.0% 2.0% 1.0% 10.0% 0.0% -1.0% 5.0% -2.0% tasa anual del PBI por Habitante (%) 7.0% 30.0% -3.0% Inversión/PBI Lineal (Inversión/PBI) tasa anual PBI/HAB Lineal (tasa anual PBI/HAB) 1992 1989 1986 1983 1980 1977 1974 1971 1968 1965 1962 1959 1956 1953 1950 0.0% fuente: Elaboración propia con datos de Penn World Table, Versión 5.6ª. | 337 BIBLIoGRAfÍA ฀ ฀฀฀฀, J. (1999) La próxima guerra mundial, los ordenadores son las armas y el frente está en todas partes. Granica, Buenos Aires. ฀ ฀฀฀฀฀฀ P. y ฀ ฀฀ ฀฀฀, P. (1998) Endogenous Growth Theory. MA: the MIt Press, Cambridge. ฀ ฀ ฀฀฀฀฀฀฀฀ ฀฀฀฀฀ ฀฀฀฀฀฀ ฀฀฀฀฀฀฀฀฀฀฀฀฀฀ (1982) “Print Culture and Video Culture”, Daedalus, Vol. 111, No.4, Proceedings of the American Academy of Arts & Sciences, MA: fall, Cambridge. ฀ ฀฀฀฀฀฀฀฀, J. (1981) Human Economy: A Bibliography, Vol. I. 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