Wied, Isabel de - El Libro Durmiente
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Wied, Isabel de

Había una vez una reina muy bondadosa, cuyo anhelo era aliviar todas las tristezas que veía; pero cuanto más generosa se mostraba, más parecía crecer la necesidad de sus prójimos. Sus medios no alcanzaban para ayudar á los pobres; sus palabras no tenían el poder de librar á los tristes de sus pesadumbres, y sus manos no conseguían curar todas las enfermedades. La buena reina creía que era imposible que Dios quisiera las perversidades del mundo, y pensaba que si los hombres supieran arreglárselas mejor, llegarían á ser felices. Un día que iba pensando de esta manera, entró en un templo y murmuró una oración, cuya fuerza y cuyo atrevimiento no pudo calcular en aquel instante. Rezaba como lo hacen locamente la mayoría de los mortales, sin apreciar el alcance de su plegaria ni las consecuencias que tendría si fuesen escuchados.

CUENTOS DE UNA REINA

“Literatura escrita por mujeres” por Mariángeles Salas.

Isabel de Wied nació en el castillo Monrepos, cerca de Neuwied el 29 de diciembre de 1843, y falleció en Bucarest el 2 de marzo de 1916. Fue reina consorte de Rumanía por su matrimonio con el rey Carlos I, además de una célebre novelista.

A los diez años de edad empezó a componer versos y a los catorce escribió ya una novela. Con el tiempo publicaría, bajo el pseudónimo de «Carmen Sylva», poemas alemanes, baladas, novelas y cuentos rumanos, historias cortas, ensayos, colecciones de aforismos, obras de teatro y dramas franceses, inspirados en su mayor parte en leyendas populares de Rumanía.

Estudió en la Facultad de Letras de París, dedicándose al estudio de las lenguas clásicas y modernas, que le proporcionaron una gran cultura. Viajó por Europa en numerosas ocasiones y en uno de sus viajes conoció por casualidad a su futuro marido, Carlos de Hohenzollern, príncipe de Rumanía: hallándose en Berlín, rodó un día por las escaleras del Palacio Real, encontrándose cerca Carlos, que la recogió en sus brazos y se enamoró de ella; se casaron el 15 de noviembre de 1869. De este matrimonio nació María, que murió en 1878.

Escribía habitualmente en alemán, su lengua materna. Fue traducida a las principales lenguas europeas y, desde luego, al rumano, que también escribía bien, al igual que en francés e inglés. A pesar del pseudónimo, todo el mundo reconocía a la autora, a la que sus enemigos motejaban de «marimacho» o «vergüenza de las Casa Reales», mientras que sus amistades le llamaban «salvaje rosa de Wied».

Durante la guerra ruso-turca de 1877-1878 cuidó de los heridos con devoción y fundó la Orden de Isabel para premiar los servicios distinguidos en ese trabajo. Mejoró la educación de las mujeres y estableció varias sociedades caritativas. Se distinguió también como excelente pianista, organista y cantante, y también como pintora e iluminadora de grabados. Algunos de sus trabajos fueron escritos con Mite Kremnitz, una de sus damas de honor. Entre las traducciones realizadas por Carmen Sylva hay versiones alemanas de romances de Pierre Loti o de las críticas dramáticas de Paul de St. Victor, o una traducción inglesa de la colección de canciones populares rumanas de Elena Vacarescu.

En 1880 publicó un volumen de Poesías Rumanas, con traducciones de obras muy inspiradas y originales de su propia producción. Al año siguiente publicó Mis Ocios, una crónica de palacio en la que se incluía una balada por cada mes del año y una sentencia o un soneto por cada día.

En 1881, para asegurar la sucesión al trono de Rumania, el rey Carlos nombró a su sobrino, el príncipe Fernando de Hohenzollern-Sigmaringen, un príncipe alemán de 16 años, que nunca antes había pisado suelo rumano y no hablaba el idioma. Unos años más tarde, el joven se enamora de la escritora rumana Elena Văcărescu, una de las damas más queridas de la reina. La monarca fomenta esta relación, aunque la Constitución rumana estipula que el heredero al trono no puede casarse con una rumana.

El escándalo finalmente estalló, y la reina se vio obligada a exiliarse durante dos años en su castillo natal de Neuwied, en Alemania. Elena Vacaresco se marcha a París, mientras que el príncipe heredero es enviado a recorrer las cortes europeas para buscar una esposa adecuada.

Su producción poética fue ingente y entre sus numerosas obras cabe destacar Sapho (1880); Hammerstein (1880); Der Stürme (1881); Rumanische Dichtungen (1881); Die Hexe (1882); Leidens Erdengang (1882); Jehovah (1882); Mein Rhein (1884); Vom Amboss (1890); Leider (1890); Frauenmuth (1890); Heimath (1891); Meer liever (1891) y Handwerkerlieder (1891).

Escribió además el drama en verso Meister Manofe (1890) y la tragedia Ana Bolena. De su obra en prosa cabe destacar Gebet (1882); Handzeichnungen (1884); Pelesch Marchen; Es Klopft (1887); Durch die Jahrhunderte (1887) y Defizit (1890). Además publicó junto con Mite Kremnitz las novelas Aus zwei Welten (1884); Astra (1886); In der Irre; Novellen (1888); Feldpost; Rache und anderre Novellen (1889) y Roman einer princessin (1890).

Sus últimas obras las realizó sin colaboración alguna y las firmó bajo el seudónimo de “Dito und Idem”. Entre ellas citaremos Seelengesprache (1900); Tau (1900); Märchen einer Konigin (1901); Es ist wollbracht (1902) y Unter der Blume (1903). Además tradujo al alemán Los pécheurs d'Islande, de Loti y sus propias obras fueron traducidas al francés.

Fue considerada una reina extravagante por su teatralidad, y la única aristócrata, amiga de la famosa emperatriz Isabel de Austria, Sissi. Enviudó de su esposo, con quien no había mantenido una buena relación durante los últimos años, en 1914, a poco de estallar la Primera Guerra Mundial. La reina Isabel fue pionera en la defensa de los derechos de la mujer en el siglo XIX.

Publicado el 14 de abril de 2020
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