Isabel de Portugal era hija del infante Juan de Portugal y de doña Isabel de Braganza y Pereira (Isabel de Barcelos) y nieta de Juan I de Portugal y Felipa de Lancaster, naciendo en Portugal en 1428. No se tiene noticia de la infancia de Isabel hasta la llegada de la propuesta de matrimonio con Juan II de Castilla a través del condestable Álvaro de Luna.
A pesar de la negativa primera de Juan II, ya mayor y con un hijo sucesor (más tarde Enrique IV el Impotente), su valido Álvaro de Luna le convence para que contraiga un nuevo matrimonio (el segundo), esta vez con Isabel de Portugal, plan estratégico que se insertaba en su política de reforzamiento de los lazos entre Castilla y Portugal de cara al enemigo común: la corona aragonesa.
Isabel de Portugal
Isabel influye cada vez más en las decisiones de Juan II, que ya no necesitaba contar con Álvaro de Luna. Isabel de Portugal da a luz a Isabel, la futura reina Isabel la Católica, en 1451 en Madrigal, y a Alfonso en 1453 en Tordesillas, pero su marido muere un año después, en 1454, por lo que al proclamarse Enrique IV el Impotente se retira a Arévalo con sus dos hijos. Vivirá hasta su muerte, cuarenta y dos años más tarde, encerrada en el castillo de Arévalo.
En 1455 Enrique IV de Castilla se casa con Juana de Portugal, prima de Isabel, y la situación se deteriora porque Juana intentará controlar a los hijos de Isabel (Alfonso e Isabel) para asegurar la futura sucesión de su hija Juana (la Beltraneja) como heredera de la corona de Castilla. Para Isabel de Portugal fue doloroso separarse de sus hijos, ya que habían vivido juntos en Arévalo desde la muerte de su marido Juan II: Enrique IV ordena el traslado de sus hijos a Segovia. Durante la infancia de sus hijos contó con el antiguo discípulo de Álvaro de Luna, Gonzalo Chacón, para su educación.
En 1468 sufre la pérdida de su hijo Alfonso, que fue proclamado rey en Ávila por la nobleza rebelde, aunque Isabel no llegó a ser consciente debido a su enajenación mental. Cuando su hija Isabel fue proclamada reina de Castilla (1474), tampoco comprendió lo que significaba exactamente ese acontecimiento, decisivo en la historia de España. El 15 de agosto de 1496 muere en Arévalo, cuando su hija Isabel la Católica estaba ocupándose de los enlaces matrimoniales de sus hijos. Fue enterrada en la cartuja de Miraflores junto a su marido Juan II y a su hijo Alfonso.
Autor: Yutaka Suzuki para revistadehistoria.es
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