Sin duda, todos conocemos de sobra el Monasterio de San Juan de la Peña y su relación con los orígenes del Reino de Aragón. En ese momento de la historia en torno al inicio del primer milenio en el que este territorio pugnaba por crecer, los edificios religiosos eran una pieza clave del poder político.

Unos, eran más conocidos. Ese el caso de San Pedro de Siresa, de Santa Cruz de la Serós o de la catedral de Jaca. Pero también hay otros templos mucho menos populares en la actualidad que son autenticas joyas del románico. Y también estuvieron ligados al poder de la época y a los orígenes del Reino.

Entre esos templos menos conocidos, figura la ermita de San Andrés de Sasabe, donde tuvo su sede el primer obispado de Aragón, o Santa María de Iguácel, una preciosa y pequeña iglesia románica que podemos encontrar en el valle de la Garcipollera, junto al valle del río Aragón.

Santa María de Iguácel, primera muestra del románico europeo en el Pirineo

La ermita de Santa María de Iguácel está situada en un bello paraje dentro de un valle prácticamente deshabitado, el valle de la Garcipollera. Para llegar, hay que coger en Castiello de Jaca una pista forestal que recorre el valle entre bosques. Y en la cabecera del mismo, se levanta esplendorosa esta hermosa ermita que hunde sus raíces en el siglo XI.

Cuando uno visita Iguácel, siente que está en una especie de paraíso al estar enclavado en un paraje natural de especial belleza, en una pradera entre bosques y con un riachuelo. Y eso debieron sentir quienes lo construyeron, ya que Iguácel significa «la felicidad del cielo», tras la transformación de su primer nombre, Luozar, en Iguácel.

Iguácel está situada entre bosques en el fondo del valle de la Garcipollera / Turismo de Aragón

El templo, primera muestra del románico europeo en el Alto Aragón, fue construido entre los años 1.040 y 1.050 por orden del señor Galindo, siendo financiada por el conde Sancho Galíndez (tutor del rey Sancho Ramírez) y su esposa Urraca.

Tras su construcción, la ermita fue parte de un monasterio benedictino establecido allí por su fundador, el conde Sancho. Y fue lugar de peregrinación, algo normal estando cerca del Camino de Santiago que recorría el valle del Aragón desde el Somport hacia Jaca. Fue donada en 1080 al monasterio de San Juan de la Peña.

Los monjes benedictinos estuvieron en Iguácel hasta que fueron trasladados en el siglo XII al monasterio de San Juan de la Peña durante el reinado del Pedro I. Entonces, a Iguácel llegó una comunidad de religiosas bernardas, hasta que se trasladaron a Cambrón.

El edificio, levantado en piedra, tiene el aspecto sobrio característico del románico. con un ábside semicircular con bóveda de horno precedida por un pequeño presbiterio con bóveda de cañón. En el interior, en el ábside, hay un precioso conjunto pictórico de estilo gótico internacional que data del siglo XV. Las pinturas fueron recuperadas en el proceso de rehabilitación del templo comenzado en 1976.

Entre los siglos XIII y XIV se construyó la torre, adosada al lado norte de la iglesia, y siglos posteriores se añadió la puerta del atrio sur. La virgen que da nombre a la ermita, y y la reja original que cerraba el ábside a finales del siglo XI y principios del XII se conservan en el Museo Diocesano de Jaca.