María Estuardo e Isabel I: la rivalidad las separó en vida, pero el sepulcro las unió en la muerte
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15 de abril de 2024

María Estuardo e Isabel I

María Estuardo e Isabel IPaula Andrade

María Estuardo e Isabel I: la rivalidad las separó en vida, pero el sepulcro las unió en la muerte

El enfrentamiento entre estas dos grandes reinas, que frecuentemente cae en el olvido histórico y colectivo, es uno de los detonantes de la llegada de la casa Estuardo al trono inglés, junto con el sacrificio de la última soberana del reino libre de Escocia

María Estuardo, a quien la historiografía inglesa recuerda con el popular nombre de «Mary, Queen of Scotts», es la última Reina de Escocia antes de la breve desaparición de la monarquía en Inglaterra, con la llegada de Oliver Cromwell. Hija de Jacobo V de Escocia y María de Guisa, es coronada soberana con apenas seis días de edad, tras la repentina muerte de su progenitor en la batalla de Solway Moss, en la que lucha contra las tropas protestantes de Enrique VIII.
Si nos retrotraemos a la generación anterior a sus padres, encontramos que por la línea paterna María desciende directamente de Jacobo IV y de Margarita Tudor, hija mayor de Enrique VII de Inglaterra y, por tanto, hermana del monarca inglés. Esto convierte a la jovencísima Reina no sólo en sobrina carnal del propio Enrique VIII, sino en prima en primer grado de las futuras Reinas María e Isabel Tudor.

Primas «amienemigas»

Su infancia y juventud transcurren en suelo francés, como integrante de la corte real tras llegar su madre y Enrique II de Francia a un acuerdo matrimonial que la compromete con el delfín, que será el futuro Francisco II. Interesado en inclinar la balanza de poder internacional a su favor, y sopesando la herencia familiar y legitimidad de María al trono inglés, el monarca francés busca con esta unión crear un eje de poder Francia-Escocia que se oponga al de Inglaterra-España, representado por el matrimonio de Felipe de España con María Tudor.
Este enlace franco escocés tiene lugar en abril de 1558, pocos meses antes de la muerte de la reina de Inglaterra sin descendencia. Según la línea sucesoria trazada por Enrique VIII antes de su muerte, la corona ha de ir a parar a manos de Isabel Tudor, hija fruto de su matrimonio con Ana Bolena. Este último enlace, considerado herético y adúltero por la gran mayoría de población inglesa, supone un elemento deslegitimador para Isabel, a quien muchos rechazan por no considerar la auténtica heredera.
Así, María Estuardo emerge como la alternativa para gobernar Inglaterra, defendida sobre todo por los grandes sectores sociales católicos que se ven amenazados por el protestantismo isabelino. A esto se suma el respaldo escocés, su propio reino, y el de la Corona francesa, que ve por fin la posibilidad de acabar con su eterno enemigo británico y consolidarse como el gran poder europeo del momento.
Pero la repentina muerte del marido de María, Francisco II, y la consolidación de Isabel en el trono complican el posible acceso de la joven viuda a la Corona inglesa. Obligada a regresar a Escocia y ejercer como soberana, tiene que lidiar en su propio reino con la división social católico-protestante, lo que le acerca más de lo que le gustaría a su prima. En un intento por estabilizar su propia situación personal y política, María contraerá un segundo matrimonio con Enrique Estuardo, conocido como lord Darnley, un noble inglés católico que será el padre de su único hijo, Jacobo VI.
Marie Estuardo, reina de Escocia, recibe la sentencia de muerte recién ratificada por el Parlamento (1809), por Jean-Baptiste Vermay

Marie Estuardo, reina de Escocia, recibe la sentencia de muerte recién ratificada por el Parlamento (1809), por Jean-Baptiste VermayWikimedia Commons

Inmersa en complots, rebeliones religiosas y tramas contra su persona, María acabó huyendo a Inglaterra buscando la ayuda de su prima, quien no sólo se la deniega, sino que la encierra durante casi veinte años, marcando la última etapa de su compleja vida. Finalmente, en 1587 fue acusada de traición e intento de asesinato contra Isabel, desembocando en una condena a muerte por decapitación que se efectúa en la madrugada del 8 de febrero.
De esta forma se pone punto y final a una historia de rivalidad entre dos figuras que constituyen caras de una misma moneda, profundamente afectadas por la cuestión católica iniciada por Enrique VIII, que se asienta de forma definitiva con la elección del joven Jacobo VI como heredero legítimo de ambas coronas, inglesa y escocesa, unificando ambos reinos y dando paso a la segunda gran casa que gobierna Inglaterra: los Estuardo.
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