Isabel Bowes-Lyon

Lady Elizabeth Bowes-Lyon era la hija más joven de Claude George Bowes-Lyon, 14° conde de Strathmore y Kinghorne (fallecido en 1944); la familia Bowes-Lyon podría reclamar descendencia de Robert I the Bruce, rey de Escocia. El 26 de abril de 1923, Elizabeth se casó con Albert, duque de York, segundo hijo del rey Jorge V. Este matrimonio marcó un popular alejamiento de la antigua costumbre de que un príncipe inglés se casara con un miembro de una familia real extranjera. El 11 de diciembre de 1936, tras la abdicación de Eduardo VIII y el acceso al trono de su marido, como el rey Jorge VI, Isabel se convirtió en reina consorte. Nunca perdonó a Eduardo, luego duque de Windsor, por haberle dejado el trono a Jorge sin la adecuada anticipación o preparación de este último. 

Tímido y propenso a la melancolía, Jorge parecía poco adecuado para el papel de rey. El apoyo constante de Elizabeth, sin embargo, ayudó a transformarlo en un monarca confiado y muy respetado; fue por su impulso que buscó tratamiento para su tartamudeo. 

Como reina consorte, Elizabeth también disfrutó de gran popularidad, mejorada en parte por sus acciones durante la Segunda Guerra Mundial, cuando se negó a abandonar Londres durante los ataques aéreos alemanes, incluso después de que el Palacio de Buckingham fuera bombardeado. Muchos le atribuyen el haberle dado el tono a la moderna monarquía británica, ya que ella alivió las formalidades y estableció una relación sin precedentes con el público.

Elizabeth tuvo dos hijas: Elizabeth Alexandra Mary, la futura reina Isabel II (nacida el 21 de abril de 1926) y la princesa Margarita del Reino Unido, futura condesa de Snowdon (nacida el 21 de agosto de 1930). 

Después de la muerte de su marido el 6 de febrero de 1952, y el acceso al trono de Isabel II, se hizo conocida oficialmente como Su Majestad la Reina Isabel, Reina Madre. A pesar de su viudez continuó siendo una figura influyente e hizo numerosas apariciones en Inglaterra y alrededor del mundo. Sus deberes públicos continuaron hasta poco antes de su muerte, el 30 de marzo de 2002, a los 101 años. Conocida por su humor y su naturaleza tranquila, la "Reina Mamá", como se la conoció cariñosamente, fue uno de las miembros más populares y admirados de la familia real.