Contaba el fallecido ex jefe de la Casa Real, Sabino Fern�ndez Campo, que uno de los grandes secretos de la Reina Sof�a eran sus escapadas a La India en las que se desplazaba en cochambrosos trenes repletos de parias, la clase m�s desfavorecida. Sol�a viajar en compa��a de su hermana Irene, quien tras el refer�ndum de 1974 que aboli� la monarqu�a en Grecia, se instal� una d�cada junto a su madre, la reina Federica, en la ciudad de Madr�s. All�, la ex soberana y su hija menor viv�an en un ashram, uninternado religioso regido por un gur�, donde se empaparon de budismo y meditaci�n bajo la doctrina del gur� Mahadevin, una experiencia que influy� tambi�n enormemente en la Reina Sof�a.
Y es que Irene de Grecia, que este martes cumple 79 a�os, m�s que una hermana ha sido la sombra de la madre de Don Felipe, ese otro yo que siempre en discreto segundo plano, ha ejercido de pa�o de l�grimas y confidente, adem�s de mitigar su soledad, sobre todo estos complicados nueve meses para la Corona desde la marcha del Rey Juan Carlos a Abu Dhabi. Su relaci�n fraterna se estrech� tras la muerte de la reina Federica en febrero de 1981 cuando Irene, que era soltera, ap�trida y sin fortuna, fue acogida en Zarzuela, donde actualmente reside, aunque antes de la pandemia pasaba tambi�n temporadas en Grecia con su hermano, el ex rey Constantino. La idea parti� de Don Juan Carlos, para paliar la soledad de su mujer, que nunca tuvo amigas e instalaron a Irene en una suite con saloncito y ba�o en el ala privada de Zarzuela. Los inicios no fueron f�ciles, ya que Irene permanec�a enclaustrada en su aposento para no alterar la intimidad familiar. "La traemos para que acompa�e a Sofi y no sale de su cuarto" protestaba Don Juan Carlos.
Con el tiempo pas� a tener gran peso en la familia: es la t�a soltera y sin hijos que adora a sus sobrinos, especialmente a la Infanta Cristina, quienes la apodan "t�a pecu" por lo peculiar. Tambi�n se lleva bien con Don Juan Carlos, pues nunca se ha inmiscuido en los rifirrafes matrimoniales. Y sobre todo, es el basti�n de Do�a Sof�a.
Lo comparten casi todo, desde su infancia en Grecia, a aficiones como la arqueolog�a, los viajes o la m�sica cl�sica; de hecho Irene, virtuosa pianista, es fija en los conciertos que acude su hermana. Pero sobre todo su vocaci�n por las ONG, pues de Do�a Sof�a aseguran que "ser�a capaz de llevar en persona bocadillos a Etiop�a para paliar el hambre". Menos presente ahora en la agenda institucional, est� cada vez m�s volcada en su fundaci�n Reina Sof�a, creada por ella y cuya prioridad actualmente es ofrecer apoyo a los bancos de alimentos de toda Espa�a ante la crisis desatada por la pandemia. Irene fund� tambi�n su propia ONG, Mundo en Armon�a, extendida por m�s de 30 pa�ses, a la que don� la indemnizaci�n de 900.000 euros que recibi� del gobierno griego en 1993 por la expropiaci�n de sus bienes. Ella misma trasport� en un Boeing 72 vacas donadas por el Gobierno c�ntabro con destino a La India.
Adem�s de aficiones, ambas comparten parecida visi�n m�stica de la vida, en el caso de Irene dentro de la ortodoxia budista, mucho m�s ecl�ctica que Do�a Sofia. "La Reina es una mujer muy espiritual, pero sin rigideces, por ejemplo si va a una iglesia cat�lica reza y en un templo budista pone una varita de incienso", aseguran en su entorno. A las dos les apasiona tambi�n lo esot�rico, sobre todo cuestiones como la existencia de ovnis, la quiromancia o el ocultismo.
Do�a Sof�a Sofia lleg� a apuntarse a cursillos sobre estas materias en la vieja universidad de San Bernardo, en los que interven�an personajes como Jim�nez del Oso o el tarotista Octavio Aceves.
Son tambi�n vegetarianas y partidarias de las terapias naturales, aunque cuando Irene padeci� un c�ncer de mama en 2002, recurri� a la medicina tradicional. Do�a Sof�a, que tiene salud de hierro, practica pilates y cuando ha tenido alguna molestia muscular, ha acudido ocasionalmente a la consulta del doctor Kang en Madrid. Tampoco beben alcohol, aunque la madre de Don Felipe si se fuma alg�n pitillo en la intimidad.
Y es que, pese a ser u�a y carne, existen tambi�n grandes diferencias entre ellas: Irene, cuya existencia muchos consideran similar a una monja seglar, es mucho m�s alternativa, cuida poco su aspecto f�sico, no se ti�e el pelo ni acude jam�s a un sal�n de belleza. Tras su estancia en Madr�s, se aficion� al sari pero ahora suele vestir con amplios blusones y zapato plano y nunca lleva joyas ni ropa de marca. Siempre humilde, no oculta su admiraci�n por la Reina Sof�a. "Ella es mucho m�s fuerte que yo, aguanta como nadie el estr�s y el trabajo duro, adem�s tiene cualidades que a m� me encantar�a tener, como serenidad, criterio y responsabilidad. Y, sobre todo, siempre sabe lo que tiene que hacer".
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