En el complejo escenario de las relaciones entre Irán e Israel, el reciente agresión iraní, y su preaviso, que marca la primera vez en los últimos 70 años que Irán ha tomado la iniciativa de ataque directamente a Israel, ha puesto de manifiesto la ambivalente postura de la comunidad internacional. Irán presenta este acto como una medida de autodefensa, respaldada por el artículo 51 de la Carta de las Naciones Unidas, en respuesta al reciente ataque aéreo contra el consulado iraní en Damasco por parte de Israel. La respuesta directa de Irán contra Israel refleja la escalada constante de hostilidades, evidenciada por el lanzamiento de 300 proyectiles hacia el Estado judío.

A pesar de esto, como antecedente a estos acontecimientos, la falta de una condena contundente por parte de la comunidad internacional hacia las acciones previas de Israel de atacar al consulado iraní, y la respuesta moderada al aviso iraní, generan interrogantes sobre la moralidad política global.

El incidente beligerante israelí de atacar al consulado de Irán en Damasco fue claramente una violación del derecho internacional y un acto injustificable ante los organismos diplomáticos. Esto incluso podría establecer un paralelo, con lo que ocurrió en Ecuador en estas fechas, donde la policía irrumpió en la embajada mexicana en Quito. Esta violación del derecho consular culminó en la ruptura de relaciones diplomáticas entre México y Ecuador. Es común que este tipo de incidentes de violaciones tengan consecuencias serias y reacciones alarmantes, pero en el caso de Israel, Occidente ni siquiera había mostrado una respuesta eficaz ante ese ataque.

No obstante, la situación en caso del ataque Israelí al consulado iraní se tornó aún más seria debido a un ataque directo que ocasionó la muerte de trece individuos, entre ellos el general de brigada Mohammad Reza Zahedi, un destacado líder de la Fuerza Quds, la división en el exterior de la Guardia Revolucionaria de élite de Irán (CGRI). Después de este suceso, no fue sorprendente que Irán respondiera, ya que cualquier país soberano formularía una respuesta ante tal situación. Ahora bien, ¿fue justificable la forma en que se retalió? Eso no está claro, pero lo que sí es evidente es que el Medio Oriente está inmerso en un ciclo beligerante y sin fin de violaciones a las normas internacionales y a las reglas de guerra.

La estrategia de Irán de advertir sobre sus intenciones podría interpretarse como un intento de gestionar el conflicto sin llegar a una guerra abierta. Sin embargo, este gesto no ha sido suficiente para pacificar las críticas de la comunidad internacional, que percibe cualquier movimiento militar como una amenaza a la estabilidad regional.

Posterior a la mencionada crisis, el embajador israelí en las Naciones Unidas, subrayó que el reciente ataque a su país por parte de Irán ilustra un riesgo que el régimen iraní representa no solo para Israel o la región, sino para todo el mundo. Según embajador Erdan, la estrategia de Irán es clara: armar, financiar y entrenar a terroristas en todo el mundo para llevar a cabo su plan de dominación.

Las raíces de esta rivalidad se remontan a la Revolución Islámica de 1979 en Irán, que marcó un cambio radical en el panorama político al instaurar un régimen que considera a Israel como un enemigo fundamental. Desde entonces, la retórica beligerante de Teherán y su apoyo a grupos militantes antiisraelíes han alimentado un ciclo interminable de violencia y represalias en un contexto proxy lleno de provaciones externas.

Con todo, la presencia de Irán y sus aliados en países como Siria, Líbano e Irak añade capas adicionales de conflictividad, convirtiendo a la región en un polvorín listo para estallar en cualquier momento.

El sábado pasado, Irán asumió "responsabilidad" por su acción en respuesta; sin embargo, esto no indica un cambio radical en su estrategia de emplear intermediarios para desestabilizar a sus adversarios regionales. Irán se vio obligado a actuar de esta manera debido al ataque a su consulado, no podía quedarse inactivos esperando que la comunidad internacional o el Consejo de Seguridad tomaran medidas contra Israel. No obstante, es muy probable qué Irán siga respaldando financieramente a los grupos opuestos a Israel en el contexto de la guerra, especialmente antes de un posible ataque hacia Rafah, que según datos de la ONU podría desplazar a más de 800,000 personas en Gaza.

El ataque de Irán a Israel es un sombrío recordatorio de los peligros inherentes a la escalada militar y la falta de soluciones políticas en la región. Esta dinámica representa una amenaza evidente para la estabilidad y la paz en medio de un conflicto principal que causó más de 33 mil muertes en Gaza en medio año, lo cual es preocupante. Por eso, en el tema de Irán e Israel, el incidente no se trata de tomar partido y justificar actos, sino de enmascarar los intereses.

Muchos medios de comunicación occidentales han llegado a comparar incluso las fuerzas militares de Irán e Israel para determinar quién tiene más armas y más personal, pero si el daño colateral es inevitable, esta discusión resulta irrelevante, sobre todo cuando aún no ha ocurrido "la tercera guerra mundial". Pero, el status quo ya se ha visto afectado, y cada día surgen más amenazas hacia la paz que alimentan las rivalidades. ¿Qué medidas adicionales puede tomar la comunidad internacional para promover el diálogo y la paz en la región?

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