Iñaki Urdangarin: «Quiero ser una persona normal, con una vida normal»

Iñaki Urdangarin: «Quiero ser una persona normal, con una vida normal»

El exmarido de la infanta Cristina pidió no ser fotografiado, dejando en claro que quiere mantenerse alejado de la prensa

Iñaki Urdangarin comienza nueva vida como ciudadano libre, pero sin esposa, trabajo relevante ni privilegios

Iñaki Urdangarin gtres

Daniella Bejarano

Madrid

Iñaki Urdangarin (56 años) disfruta de su libertad desde el pasado 9 de abril, fecha en la que culminó su condena de cinco años y 10 meses impuesta por la Audiencia de Palma por el caso Nóos. Actualmente, quiere mantener una vida alejada de las cámaras y disfrutar de la tranquilidad al lado de su pareja, Ainhoa Armentia y sus hijos. Así lo confesó cuando fue intervenido por el equipo de la revista 'Semana'.

«Ya no formo parte de la familia real. Quiero ser una persona anónima y disfrutar mi vida», dijo el exmarido de la infanta Cristina dejando en claro que no quiere estar en el ojo mediático. Además agregó que está «divorciado y ya no tengo ninguna condena. Quiero ser una persona normal, con una vida normal, disfrutar de mis hijos y de mi libertad» y pidió explícitamente que no quiere que lo «fotografíen, ni que me pregunten, no tengo que dar explicaciones de nada».

El exjugador olímpico de balonmano ha sido una figura central en algunos de los momentos más polémicos y debatidos de la reciente historia de la Familia Real española. Se casó en 1997 con la infanta Cristina, hija del Rey Juan Carlos I y la Reina Sofía, y ha visto su vida pasar de las canchas deportivas a las portadas de periódicos y revistas por razones muy distintas a sus logros deportivos.

Caso Nóos

El escándalo más destacado en la vida de Urdangarin es su implicación en el Caso Nóos. Este caso surgió cuando se descubrió que el Instituto Nóos, una entidad sin ánimo de lucro que Urdangarin presidió desde 2004 hasta 2006, fue utilizado para desviar fondos públicos millonarios. Junto a su socio Diego Torres, Urdangarin fue acusado de malversar aproximadamente 6 millones de euros de los gobiernos de las Islas Baleares y la Comunidad Valenciana.

Este caso no solo golpeó las estructuras de la Familia Real, sino que también planteó serias preguntas sobre la transparencia y la corrupción en las instituciones públicas y privadas del país. En 2016, Urdangarin fue condenado a seis años y tres meses de prisión por delitos como prevaricación, malversación, fraude, tráfico de influencias y delitos fiscales, aunque su sentencia fue posteriormente reducida a cinco años y diez meses.

Banquillo de los acusados

La participación de la infanta Cristina en los negocios de su esposo y su posterior juicio añadieron más leña al fuego. La hermana del Rey Felipe VI fue acusada de cooperar en las actividades ilícitas de Urdangarin a través de Aizoon, una empresa que ambos poseían al 50 por ciento. Aunque finalmente fue absuelta de los cargos de fraude fiscal, se convirtió en la primera miembro de la Familia Real española en ser juzgada, lo que causó un enorme impacto mediático y social.

Exilio voluntario

En un intento por escapar de la presión mediática y quizás mitigar el impacto sobre la monarquía, Urdangarin y su familia se trasladaron a Washington D.C. en 2009, donde él trabajó para Telefónica. Este movimiento fue percibido por muchos como un intento de la Corona por distanciarse de las crecientes controversias y mantener cierto control sobre la narrativa pública.

Divorcio

El divorcio entre Urdangarin y la infanta Cristina, anunciado oficialmente en enero de 2022, fue otro capítulo controvertido que captó la atención pública. Un mes anterior al anuncio, se publicaron fotos del exduque de Palma de la mano con otra mujer. Las imágenes fueron captadas mientras él vivía en Vitoria trabajando en un bufete de abogados como parte de su régimen de semilibertad. Las fotografías sugirieron una relación sentimental con esta mujer, lo que disparó rumores y finalmente precipitó el anuncio del divorcio.

Este divorcio simbolizó no solo el desmoronamiento de su vida conyugal sino también el final de su relación con la monarquía oficial, ya que poco después, la infanta Cristina también renunciaba a sus derechos dinásticos. En este contexto, Urdangarin aparece como un personaje trágico, cuya historia refleja el paso de la gloria al desprestigio, marcado por decisiones que lo llevaron a enfrentar las consecuencias judiciales y personales de sus actos.

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