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Spencer y el darwinismo social

En líneas generales suele hablarse de “darwinismo social” para referirse a cualquier aplicación de las ideas evolutivas de Darwin a las sociedades humanas.

19 DE MARZO DE 2011 · 23:00

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Desde esta perspectiva la eugenesia es una forma de darwinismo social ya que pretende llevar a la práctica en las personas, la misma acción que la selección natural ejerce sobre la naturaleza. Es decir, la eliminación de los “débiles”. Herbert Spencer(1820-1903) fue un sociólogo inglés, contemporáneo de Galton y Darwin, convencido de que las sociedades humanas progresaban gracias a las fuerzas evolutivas. Su filosofía consistió en defender la lógica del laissez-faire capitalista, o sea que las leyes evolutivas tenían que desplegarse libremente en la sociedad para que el desarrollo social y el progreso económico se hiciera efectivo. La competición entre individuos y clases era siempre buena ya que gracias a esta “lucha por la supervivencia”, prosperaban los mejores. Por eso su ideología fue liberal y consistió en no poner trabas a tal confrontación. Spencer se opuso a que el Estado ayudase económicamente a los pobres ya que cualquier intento por erradicar la miseria en el presente supondría, según él, más miseria para el futuro. No obstante, entre el darwinismo social y la eugenesia hay una importante diferencia.El primero preconiza el liberalismo económico, afirma que la competición es buena y propone, por tanto, la no intervención en los procesos sociales. Sin embargo, la eugenesia predica el establecimiento de un sistema autoritario y policíaco que intervenga directamente sobre los individuos para impedir que los genes “defectuosos” puedan propagarse entre la población. Uno de los principales errores eugénicos fue considerar, en base a las creencias del darwinismo social, que los pueblos o las sociedades menos desarrolladas económicamente eran también aquellas que poseían factores genéticos deficientes. Se suponía así que si no habían progresado era debido a que portaban múltiples taras genéticas. Esta falacia, unida al pobre conocimiento que entonces se poseía acerca de las leyes de la herencia, llevó a creer a muchos que las técnicas de selección artificial, utilizadas por los ganaderos, podían mejorar la especie humana genética, económica y moralmente. El darwinismo social ejerció una importante influencia durante buena parte del siglo XX e incluso volvió a resurgir en movimientos como la sociobiología, aunque en la actualidad ha perdido prácticamente toda su vigencia. Las políticas neoliberales hoy en boga, no suelen defenderse desde puntos de vista darvinianos, sino desde planteamientos económicos que ya no se fundamentan en la selección natural de Darwin.

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