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10 octubre 2023

Henry Cavendish, el potentado excéntrico que pesó el mundo

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Posiblemente los químicos conozcan a Henry Cavendish (10 de octubre de 1731 – 24 de febrero de 1810) como el descubridor del hidrógeno. Para los biólogos evocará el nombre del laboratorio de la Universidad de Cambridge donde se descubrió la estructura del ADN. El laboratorio Cavendish es el Departamento de Física de Cambridge, un homenaje a quien los físicos recuerdan como el hombre que “pesó el mundo”. Esta huella en distintas ramas de la ciencia muestra por qué se le ha calificado como “el más importante filósofo natural británico de su tiempo”; por suerte para él, entonces se podía ser un gran influencer sin caer simpático.

BBVA-OpenMind-Yanes-Cavendish el potentado excentrico que peso el mundo_1 Popularmente se recuerda a Cavendish por el descubrimiento en 1766 de la naturaleza elemental del hidrógeno. Crédito: Science History Images / Alamy Stock Photo
Popularmente se recuerda a Cavendish por el descubrimiento en 1766 de la naturaleza elemental del hidrógeno. Crédito: Science History Images / Alamy Stock Photo

Grandes figuras históricas de la ciencia lo fueron porque no tenían necesidad de trabajar y su fortuna podía costear un caro laboratorio; antiguamente no se dedicaba a la ciencia quien quería, sino quien podía. A esta figura del “caballero científico” pertenecen nombres como Darwin, Newton, Boyle, Lavoisier o Franklin, y tanto Cavendish como su padre, miembros de una familia de largas raíces aristocráticas. El padre, Lord Charles, enviudó cuando su esposa murió poco después del nacimiento del hermano pequeño de Henry, Frederick. Con dos hijos a su cargo, Lord Charles terminó abandonando la política, ocupación tradicional de su linaje, para centrarse en una afición científica que compartía con su hijo Henry.

Condicionado por su personalidad

La fortuna familiar permitió a los Cavendish construir sus laboratorios caseros. Su arraigo nobiliario les facilitó el acceso a los círculos científicos y a la Royal Society, que en 1757 concedió a Lord Charles la Copley Medal —su máximo galardón— por su construcción de termómetros de temperaturas máximas y mínimas; si bien debe apuntarse que Lord Charles, que destacó también por sus estudios en electricidad, era el vicepresidente de la institución.

Se ha dicho que su trabajo científico fue tan prolífico y valioso no a pesar de, sino gracias a su particular personalidad y estilo de vida. Crédito: Science History Images / Alamy Stock Photo

En cuanto a Henry, no puede decirse que su carrera científica fuese precoz: nunca llegó a graduarse en Cambridge, y fue Lord Charles quien lo introdujo en la Royal Society cuando su hijo contaba ya 27 años. Pero una vez iniciado este camino se entregó a él con tanta devoción que le dedicó no solo todo su tiempo, sino buena parte de su riqueza, que no hacía sino aumentar gracias a las herencias familiares: desde los días en que recibía de su padre una asignación anual de 500 libras, a los 40 ya poseía una inmensa fortuna, que a su muerte era la mayor depositada en el Banco de Inglaterra. De él dijo el físico francés Jean-Baptiste Biot que fue el más rico de los eruditos y el más erudito de los ricos.

Pero sus biografías hablan de un hombre que vivía como un ermitaño: misántropo, solitario, tímido, reservado, taciturno, antisocial y desapasionado. Tenía un solo traje, a la moda de medio siglo antes, y llevaba una peluca anticuada. Paseaba de noche, únicamente se relacionaba con científicos y se dice que hablaba menos que un monje trapense. Era un misógino empedernido: tenía aversión a las mujeres, hasta tal punto que dejaba notas para comunicarse con sus criadas e hizo construir una escalera especial para no cruzarse con el servicio; si una criada osaba presentarse ante él, era despedida. En su único retrato aparece de perfil porque se negó a posar sentado. Análisis retrospectivos de su personalidad le han diagnosticado síndrome de Asperger, hoy incluido en los Trastornos del Espectro del Autismo.

Su impresionante legado científico

Se ha dicho que su trabajo científico fue tan prolífico y valioso no a pesar de, sino gracias a todo ello: su vida fue “una dedicación monotemática a comprender el universo”. Su ciencia lo era todo, y no tenía el menor interés en otros asuntos. Desde su trabajo inicial en meteorología, abrió sus intereses a la astronomía, las matemáticas o la física, la electricidad y el magnetismo, la mecánica y la óptica, y todo ello sin la presión de publicar, por lo que muchos de sus trabajos solo salieron a la luz más de medio siglo después de su muerte, en gran parte gracias al esfuerzo de recuperación del físico James Clerk Maxwell; así se descubrió que anticipó conceptos atribuidos a otros científicos, como el potencial eléctrico.

BBVA-OpenMind-Yanes-Cavendish el potentado excentrico que peso el mundo_3 Desde su trabajo inicial en meteorología, abrió sus intereses a la astronomía, las matemáticas o la física, la electricidad y el magnetismo, la mecánica y la óptica. Crédito: SSPL via Getty Images
Desde su trabajo inicial en meteorología, abrió sus intereses a la astronomía, las matemáticas o la física, la electricidad y el magnetismo, la mecánica y la óptica. Crédito: SSPL via Getty Images

Popularmente se recuerda a Cavendish por el descubrimiento en 1766 de la naturaleza elemental del hidrógeno, un gas desprendido en la reacción del ácido con los metales que otros científicos como Robert Boyle habían observado. Cavendish lo llamó “aire inflamable”, aunque andaba desencaminado al identificarlo con el “flogisto”, una presunta sustancia responsable de la combustión. En 1783 Antoine Lavoisier acuñó el término “hidrógeno” (literalmente, “generador de agua”) reclamando la autoría del hallazgo de la composición del agua, pero Cavendish lo había descubierto antes, sin publicarlo entonces. También reconoció el dióxido de carbono y determinó la composición de la atmósfera.

Los físicos recuerdan a Cavendish como el hombre que pesó el mundo, gracias a su último gran trabajo en 1798, el experimento que ha perdurado con su nombre: una balanza de torsión. Crédito: SSPL via Getty Images

Los físicos recuerdan a Cavendish como el hombre que pesó el mundo, gracias a su último gran trabajo en 1798, el experimento que ha perdurado con su nombre: una balanza de torsión con la que calculó la atracción gravitatoria entre esferas metálicas, lo que le permitió determinar la densidad y la masa de la Tierra, y serviría después para calcular la constante gravitatoria de Newton. Un impresionante legado científico para un hombre que murió tan solo como vivió. Un día le dijo a un sirviente: “Pon atención a lo que te digo: voy a morir. Cuando haya muerto, pero no antes, ve a Lord George Cavendish [un pariente] y díselo. ¡Vete!” Cuando el sirviente, intrigado, entró de nuevo en la habitación un rato después, Cavendish había muerto. 

Javier Yanes

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