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Y con él nació el patrimonio cultural: Henri Grégoire

Tendemos a pensar que algunos conceptos son resultado de una evolución tan paulatina que es difícil fijar su nacimiento o autor. Esto no ocurre con el de “patrimonio cultural”, que puede datarse en un contexto histórico, la Revolución Francesa, y atribuirse, fundamentalmente, a un personaje concreto, Henri Grégoire, más conocido como el Abate Grégoire o Abbé Grégoire.

Retrato de Henri Grégorie

Clérigo y revolucionario

El Abate Grégoire fue de los primeros clérigos en unirse a la Revolución y tomaría parte activa en la abolición de los privilegios de la nobleza y la Iglesia. En la Convención Nacional de 1792 propuso la abolición de la monarquía e impulsó el juicio contra Luis XVI, aunque intentó conmutar su ejecución. Desde esa doble condición de clérigo y revolucionario, que le granjeó enemigos a uno y otro lado, luchó por la abolición de la esclavitud, el reconocimiento de los derechos de negros, mulatos, y judíos, trabajó por la reforma de la educación y por la imposición del francés como lengua única de la República. Tras el golpe de 1799 votó en contra del Imperio y se opuso a numerosas medidas de Napoleón. Se ganó así su enemistad, pero también su respeto por su inquebrantable voluntad.

Por la preservación del patrimonio cultural

¿Cuál era la situación de las políticas públicas en materia de bienes culturales antes de la década de 1790? La respuesta es que no existían. Cuando la Revolución se puso en marcha, se presentó una situación sin precedentes. Además de su destrucción como símbolos del Antiguo Régimen, la expropiación de bienes feudales y eclesiásticos creó un vasto tesoro de propiedad colectiva. Desde 1789 a 1792 el gobierno, de la mano de Grégoire, Lenoir y otros intelectuales, se inclinó a favor de la protección cultural, pero este espíritu se desvaneció bajo las presiones populares. En 1792, en plena fase del Terror, se promulga un decreto que ordenaba la eliminación de todas las huellas del feudalismo y el despotismo, y en agosto la ley según la cual los principios de libertad e igualdad no toleraban la existencia de monumentos erigidos para la ostentación y la tiranía. En un contexto donde significarse podía significar perder la cabeza, y esto no era una metáfora, el Abate se opuso a ambos.

Alexandre Lenoir

A partir de agosto de 1794, Grégoire elabora sus tres informes contra el “vandalismo -término que acuña- para la Convención Nacional. Lo novedoso es que defiende la preservación de los bienes culturales sobre los mismos principios de la Revolución. Argumenta que la calidad esencial de la República residía en el genio de los ciudadanos y que el conjunto de objetos que encarnaban lo mejor del pueblo era la verdadera herencia y patrimonio de Francia. Con esta argumentación había convertido los bienes artísticos en patrimonio de la nación, en bienes públicos, “objetos nacionales que, sin pertenecer a nadie, son propiedad de todos ” y prueba de civilización: “los bárbaros y los esclavos detestan las ciencias y destruyen los monumentos de las artes; los hombres libres las aman y las conservan“. Esta idea era completamente novedosa: había inventado el patrimonio cultural.

Con el paso del tiempo sus ideas se extendieron hasta materializarse en las legislaciones de los diferentes estados. Un concepto de patrimonio que ha evolucionado hasta abarcar otras realidades, como el etnográfico, el industrial o el paisaje, y otros ámbitos, como el inmaterial, pero que sigue descansando en los principios que formulara Henri Grégoire.

Violación de las criptas reales de Saint-Denis

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