En este artículo les vamos a contar el origen, el ascenso y la caída de una de las mujeres más infames de Hollywood en la década de los 90. Una historia que hizo temblar a toda la industria del cine y la televisión, y que aún persigue a más de una celebridad importante.
Heidi nació el 30 de diciembre de 1965 en una familia de California muy reconocida, su padre Paul Fleiss era conocido como “el médico de las estrellas”. Más allá de todos los privilegios con los que contaba y la infinita cantidad de posibilidades que tenía, a los 17 años abandonó sus estudios y luego se fue a Europa con Bernie Cornfeld, un multimillonario de 61 años. Su relación, por supuesto, no llegó muy lejos y ella se volvió a Estados Unidos.
En los años 90, Heidi ya era conocida en Hollywood por las fiestas llenas de celebridades a las que asistía. En ese contexto, conoció al productor Ivan Nagy, quien le presentaría a Alex Adams, conocida por manejar una red de prostitución. Fleiss trabajaría como su asistente para conocer el negocio y muy pronto pasaría a hacerse cargo cuando Adams fue encarcelada.
Como era de esperarse, la prostitución VIP era bastante fructífera, ella creó un imperio y pasó a ser conocida como “la madame de Hollywood“. Recaudó tanto dinero que pudo comprar la casa de Michael Douglas gracias a la clientela que mantenía en una secreta libreta negra, la cual contenía los nombres y teléfonos de los hombres que constantemente la llamaban para solicitar sus servicios.
Sin embargo, todo terminó cuando Alex Adams, la mujer que le presentó la prostitución, salió de la cárcel y con la ayuda de un policía le tendió una trampa que llevó a Heidi Fleiss a la cárcel. La misma sucedió en un encuentro pautado para la contratación de los servicios de prostitución, ellos grabaron estas escenas y la prueba fue determinante en la causa. Heidi fue arrestada mientras sacaba la basura de su casa en Beverly Hills y cuando el caso salió a la luz, se hizo famosa a nivel mundial. Su historia fue portada de revistas y periódicos, lo cual puso a transpirar a más de un famoso.
Durante su detención, escribió un libro con sus memorias, donde detalló que llegó a ganar 90 mil dólares por día en comisiones mientras administraba su imperio y que el 85% pagaba en efectivo. Uno en particular lo hacía en cheques, Charlie Sheen, y por eso lograron rastrear su vínculo. La detención de Fleiss se agigantó cuando ella misma movilizó a sus chicas para que hablaran con reporteros de Hollywood sobre las historias que habían vivido mientras trabajaban para Heidi.
Fleiss reconoció que se llevaba bien con las mujeres con las que trabajaba, las invitaba a pasar el día en su mansión y remarcó que las cuidaba de situaciones peligrosas y seleccionaba cuidadosamente quiénes eran sus clientes. Esto hizo que sus empleadas sean fieles a ella y cuando comenzaron a hablar con los reporteros, una infinidad de rumores comenzaron a correrse en la industria y el juicio de Fleiss previsto para noviembre de 1994 se convirtió en un evento que era necesario ver.
El juicio de Fleiss prometía revelar los nombres de su libreta entre los que estaban estrellas de cine, empresarios políticos y hasta jeques, que además de sus teléfonos poseían detalles de las preferencias sexuales que tenían. Don Simpson, Billy Idol, Michael Nathason, Mick Jagger, Jack Nicholson, George Harrison, James Caan y Warren Beatty fueron los nombres que más circularon entre los rumores, pero Heidi nunca reveló quiénes eran los hombres que la llamaban para contratar sus servicios.
Finalmente, en 1995 fue acusada de conspiración, evasión de impuestos y blanqueo de capitales, arrastrando a su padre en sus crímenes. Ella fue condenada a 20 meses de prisión y 10 meses más en una residencia para servicios comunitarios, mientras que su padre, también sentenciado por evasión de impuestos, recibió la pena de 3 años de libertad condicional, 625 horas de servicio comunitario y una multa mayor a 50 mil dólares.
En 2015 salió a la luz una posible subasta de la libreta más preciada de Hollywood, pero su dueña confirmó que nunca vendió o entregó su libro manteniendo la confidencialidad de todos sus clientes, excepto uno, Gianni Adnelli, el presidente de Fiat. Heidi reconoció su conexión con él luego su muerte.
