Muere a los 100 años Hal Roach, el creador del Gordo y el Flaco | Cultura | EL PAÍS
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Muere a los 100 años Hal Roach, el creador del Gordo y el Flaco

Su estudio fue llamado 'fábrica de carcajadas'

Murió Hal Roach la noche del pasado lunes en su casa californiana a causa de una neumonía. Tenía casi 101 años y hasta hace poco seguía haciendo gracias -lo que él llamó gags e hizo escuela- durante sus escapadas nocturnas de juerga. Con un siglo a las espaldas, a Roach no le quedaba nadie cercano. Sobrevivió a dos esposas, a varios hijos y a incontables nietos. También sobrevivió a sus grandes descubrimientos y creaciones, como Harold Lloyd, la Pandilla, el Gordo y el Flaco, Eran cenizas a su espaldas. Se ha extinguido sin ruido, en una soledad inalcanzable, y con él desaparece el último vestigio vivo del Hollywood fundacional.

Nació Hal Roach el 14 de enero de 1892 en la pequeña localidad de Elmira, en el Estado de Nueva York. Se marchó de allí todavía con pelusa en el bigote, las manos en los bolsillos y un camino abierto ante sus ojos penetrantes, oscuros y ávidos. Su rastro sobre el polvo se pierde durante unos anos y reaparece sobre la nieve en 1909, cuando tenía 17 anos y era ya un veterano buscador de fortuna en la región polar del Yukon, durante la célebre riada del oro, en la que Roach ascendió de mendigo a mulero.Condujo reatas y más tarde diligencias de carga, lo que entonces llamaban trenes de mulas. Al frente de uno de estos enormes, ruidosos y desvencijados carricoches volvió a desaparececer, para reaparecer de nuevo un par de años después en la ciudad de Seattle, donde cambió mulas por caballos invisibles, de los que entonces llamaban de vapor: se hizo camionero. En el alba de esta era industrial, Roach eligió una máquina, y de este instantáneo indicio hoy es posible deducir que su destino quedó al fin definitivamente escrito. Una máquina le condujo a otra, y el joven Hal Roach, de camionero en Seattle, ascendió a peliculero en Culver City.

Contó Roach hace poco: "Teníamos un corral y una cámara. de manivela. A los que eran niños, yo les pedía que se comportasen como adultos, y si eran adultos, que como niños. El truco funcionó, y la gente comenzó a devolvernos en billetes las carcajadas que les dábamos".

Hal Roach puso a finales de la segunda década del siglo los, cimientos de su legendario estudio, llamado popularmente la fábrica de carcajadas. Antes había espiado en las factorías de Mack Sennett. También lo hizo en la Vitagraph y la Biograph. Por allí observó a un extranjero, un tal Charles Chaplin, al que consideró bueno, pero mejorable. Lo quiso enrolar, pero no pudo.

Roach. buscó después en los alrededores del divo británico a gente resentida contra él, y no tardó en coleccionar agraviados El primero de ellos fue otro inglés errante, llamado Arthur Stanley Jefferson y conocido como Stan Laurel. Ahí comenzó su suerte. Después atrapó con su irresistible labia a un caballista especializado en hacer de indio muerto y conocido como Harold Lloyd. Con Lloyd, Roach ascendió velozmente. No tardó en subirse a su carro el genial Harry Langdon. Tras éste llegó el turno a un salvaje grupito de niños en harapos conocido como la Pandilla.

También se subieron al carro de Roach un emigrante italiano llamado Francesco Capra y un soso y gordinflón payaso en paro, el sureño de Atlanta Oliver Hardy. Ambos personajes, tan dispares, coincidieron casualmente en una comedieta de dos rollos con Stan Laurel, y la mina se abrió de par en par: la fastuosa comedia de contrastes, encarnada en un gordo y un flaco inventados por Roach y afinados por cineastas del talento de Capra y otros grandes colegas. El mulero Roach se convirtió de la noche a la mañana en uno de los hombres más ricos del mundo. Y estaba ya escalada la cumbre de una de las más portentosas piezas de la creación de la identidad del cine.

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