Garfield: La película (2024)

Años atrás, el cachorro Garfield vagaba por las calles cuando descubrió en un restaurante a Jon, un tipo solitario que le dio de comer lasaña. En principio no puede quedarse con el minino, pues vive con sus padres, que no le dejan tener animales, pero decide llevárselo de todas formas. Ahora, ambos viven en una casa propia junto con el perro Odie, pero cuando se levantan una noche para asaltar la nevera descubren que ha entrado un intruso…

Mark Dindal proviene de la animación tradicional, habiendo dirigido dos clásicos Disney, El emperador y sus locuras y Chicken Little. Debuta como realizador en el terreno de los gráficos digitales con esta adaptación de la célebre tira cómica creada por Jim Davis, cuyos personajes salen bien parados, de hecho se les reconoce más que en anteriores versiones bidimensionales, siempre poco afortunadas. También se mantiene muy bien el espíritu del personaje central, un gato egoísta que en apariencia desdeña a quienes tiene a su alrededor, aunque en el fondo tenga su corazoncito y no pueda vivir sin ellos.

Se presenta al padre de Garfield, lo que da pie a hablar sobre las relaciones con los progenitores. Sobre todo se habla de que esta figura puede ser incomprendida en un principio por los hijos, pero que cuando se madura empiezan a entenderse muchas cosas. El film cuenta con una animación vigorosa y cuidada, y abundan los golpes de humor visual bien resueltos. Tiene gracia la narración en off del protagonista, que ofrece su peculiar visión del mundo –en la versión original le pone voz Chris Pratt, y en la española un Santiago Segura que desde luego está bien escogido–.