En abril de 1940, con los nazis abordando la invasión de Noruega, el monarca Haakon VII tuvo que afrontar la decisión más importante de su reinado: aceptar la rendición que le proponía el embajador alemán Curt Bräuer en nombre de Hitler. Capitular o morir, un ultimátum que el rey y su gobierno declinaron por unanimidad. Un hecho histórico que el noruego Erik Poppe ('Mil veces buenas noches') pone en imágenes. "La historia de mi país siempre me ha fascinado", admite el director: "Desde la industrialización hasta el hallazgo de petróleo en el Mar del Norte... está llena de derrotas y victorias, de descubrimientos y pérdidas, de vida y de muerte. Me sigue sorprendiendo el surgimiento de una nación joven y su viaje de la pobreza extrema a la enorme riqueza". Poppe añade: "A menudo se ha contado el período de la Segunda Guerra Mundial en Noruega, pero siempre quedan cosas por explicar. Como esta, el periplo de aquellos que fueron presionados y que los nazis intentaron asesinar, como fueron el rey, su familia y su gobierno".

Pero el director va más allá: "Además de relatar hechos históricos perfectamente documentados, la película es también el drama personal de un padre y un hijo, de una familia obligada a huir".

EL HONOR DE UN MONARCA

Además de manejar libros y documentación, el cineasta acudió a fuentes directas: "Me reuní con testigos de los hechos, algunos ya muy mayores, pero sus palabras son muy valiosas, y también con hijos y nietos de soldados. Y pude hablar varias veces con la princesa Astrid, nieta de Haakon VII y hermana del actual rey Harald V. Eso ayudó a completar los rasgos de personalidad y comportamiento".

Jesper Christensen (el Mr. White, enemigo de James Bond, de 'Casino Royale', '007 Quantum of Solace' y 'SPECTRE') da vida al monarca, personaje que, en palabras de Poppe, "fue un hombre para quien el honor y el sentido del deber no eran palabras vacías. Un rey preocupado por preservar la democracia arriesgando su vida".

UNA FIGURA ADMIRADA

Rey entre 1905 y 1957, Haakon VII fue el primer monarca de una Noruega independiente desde la Edad Media. El momento más delicado llegó con la amenaza nazi: cuando declinó rendirse, inició una huida junto a su hijo Olaf, con los alemanes pisando sus talones, que le llevó hasta Londres, donde mantuvo un gobierno en el exilio hasta el fin de la guerra. Su defensa de las instituciones le supuso la Medalla al Mérito Cívico, y su figura sigue siendo admirada.

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