Las pinturas de la Armada Invencible en la Cámara de los Lores

 

Hendrik Cornelisz Vroom fue un pintor barroco flamenco, nacido en Harlem hacia 1562, que tras viajar por España, Italia y Francia aprendiendo de maestros como Paul Bril y Jan Kraek, regresó a las ya independizadas Provincias Unidas de los Países Bajos, se casó y continuó su vida profesional de artista en el nuevo país, donde falleció en 1640. Antes todavía hizo algunos viajes más. Uno de ellos fue a Inglaterra en 1592, durante cuyo regreso, por cierto, naufragó su barco y acabó en Portugal, donde él y los demás supervivientes se salvaron de ser ejecutados al tomarlos por católicos, gracias a las pinturas religiosas que llevaba consigo (y todavía sobreviviría a otro naufragio, en Oresund, cuando volvía a casa). 

Hendrik Cornelisz Vroom en un grabado de Simon Frisius (Wikimedia Commons)

 

Lo interesante aquí es que Vroom había visitado Londres para un trabajo, contratado por Lord Charles Howard, conde de Effingham, más conocido históricamente por haber sido nombrado Gran Lord Almirante por la reina Isabel I -a pesar de la tempestuosa relación entre ambos, pues él se había educado con los duques de Norfolk, represaliados por su catolicismo-, de cuya flota estaba al mando supremo cuando se enfrentó a la famosa Armada española que Felipe II envió contra los ingleses en 1588. Recordemos que la misión de aquella fuerza naval, conocida como la Empresa de inglaterra, era proteger el paso de los Tercios desde Flandes a suelo inglés para marchar sobre Londres, derrocar a la soberana e instaurar una monarquía católica, con la ayuda de los practicante locales de esa fe.

Howard no tomó parte personalmente en los enfrentamientos, pero sí diseñó la exitosa táctica de acoso sin choque directo -salvo escaramuzas en Plymouth, Dartmouth, Portland Bill, Dorset, Wight, Gravelinas y Calais, esta última con brulotes (naves incendiarias)-, que frustró los planes hispanos y obligó al duque de Medina Sidonia, almirante español, a regresar circunnavegando las Islas Británicas, al tener al enemigo con el viento a favor cerrándole el paso por el Canal de la Mancha. La Armada retornó a España afrontando el borrascoso tiempo pre-otoñal en penosas condiciones, perdiendo cuatro decenas de naves y varios millares hombres entre combates, naufragios y enfermedades, frente a los ingleses, que conservaron íntegra su variopinta flota y sufrieron unos cinco mil muertos (la mayoría por epidemias).

Lord Charles Howard, retrato del estudio de Daniel Mytens el Viejo (Wikimedia Commons)

Pues bien, en 1591 el almirante llamó a Vroom, que para entonces ya disfrutaba de prestigio internacional, especialmente como autor de marinas y batallas navales, para hacerle un encargo: pintar una decena de grandes tapices que debían conmemorar su victoria. El momento no era casual, ya que, tras el fracaso de la expedición capitaneada por Francis Drake y John Norreys contra España en 1589 (la conocida como Contraarmada, que perdió cuarenta barcos y miles de hombres sin conseguir sus objetivos de rematar a la Armada, entronizar en Portugal al prior de Crato y apoderase de las Azores), corría el rumor de que Felipe II estaba preparando su venganza con un segundo intento de invasión. 

De hecho, la guerra no terminaría hasta 1605, cuando ya habían fallecido Felipe II e Isabel I con la firma del Tratado de Londres por parte de sus sucesores, Felipe II y Jacobo I, conscientes de que sus dos países estaban agotados tras dos décadas de lucha. Si en España se recibió con celebraciones, en Inglaterra hubo protestas porque las condiciones favorecían en general al adversario. En cualquier caso, en 1591 todavía faltaban bastantes años y el encargo de Howard a Vroom tenía un evidente matiz propagandístico. Dada la tradición inglesa de celebrar sus triunfos con emisiones de monedas y publicación de pasquines, los tapices servirían tanto para enfatizar su protagonismo, en detrimento de la atribución de la victoria a un milagro divino difundida haste entonces, como para levantar el ánimo general.

Sir Francis Drake retratado por Marcus Gheeraerts el Joven hacia 1590 (Wikimedia Commons)

Ello no significa que las obras se centrasen exclusivamente en él. De hecho, aparecen en medallones los retratos de todos los capitanes y oficiales; la mayoría nobles, como su pariente Thomas Howard, Henry Percy (conde de Northumberland), George Clifford (conde de Cumberland), (Edmund Sheffield (conde de Mulgrave) o Thomas Cecil (conde de Essex), pero también marinos como el propio Drake, John Hawkins, Martin Frobisher, William Wynter, George Pinner o Roger Townshend, muchos de ellos nombrados caballeros por ese episodio bélico. Sobre todos brillaba, lógicamente, la exaltación de la reina como líder espiritual, político y militar del país, además de alma de la primera Royal Navy propiamente dicha, nacional y unida.

Expeditionis Hispaniorum en Angliam vera Descriptio. Este primer mapa muestra a la flota inglesa saliendo de Plymouth en persecución de la Armada española, a la que vemos con su formación en media luna.
 

El enfrentamiento entre ambas flotas en Berry Head y Portland Bill.
 

La Armada española y la flota inglesa en Calais.

La Armada emprende el regreso circunnavegando las Islas Británicas (imágenes de Wikimedia Commons)
 

Vroom, decíamos, visitó Londres en 1592 para consultar y utilizar como documentación los mapas de las batallas que Howard había encargado en 1590 a Robert Adams, arquitecto, grabador y topógrafo real, y que fueron publicados ese mismo año por el grabador Augustine Ryther en su obra Expeditionis Hispaniorum en Angliam vera Descriptio, mostrando la derrota de la Armada española, primero por el Canal de la Mancha y después por el Mar del Norte. 

El pintor recibió mil quinientas ochenta y dos libras como pago de la obra (el equivalente a ochenta y siete salarios promedio), que terminó en 1595 y que, como estaba previsto, fue plasmada en tapices por François Spierincx, un famoso tejedor que tenía un taller en Delft y seguramente aceptó el trabajo encantado, teniendo en cuenta que la fábrica que poseía en su Amberes natal resultó arrasada en 1576 durante la llamada Spaanse Furie o Furia Española, el terrible saqueo de tres días a que sometieron la ciudad los soldados de los Tercios.

Un telar en un grabado de 1568 (Wikimedia Commons)

El almirante conservó los tapices en su palacio de Chelsea primero y en su residencia londinense de Arundel House después, lo que no fue óbice para que los exhibiera públicamente en alguna ocasión; por ejemplo, en febrero de 1613 los trasladó al Palacio de Whitehall, donde el día 14 se celebró el banquete nupcial de la boda entre la princesa Isabel Estuardo (la tercera de los nueve hijos que Jacobo VI de Escocia y I de Inglaterra tuvo con Ana de Dinamarca) y Federico V (elector del Palatinado y futuro rey de Bohemia). 

Medían más de catorce pies de alto por unos veintiocho de ancho (cuatro metros y medio por casi nueve) y estaban festonados con hilos de oro y plata. En 1616 se los compró el rey Jacobo I por mil sesicientas veintiocho libras, exhibiéndolos cuando recibió al embajador español en parte como muestra de voluntad de mantener la paz y en parte como un recuerdo de su fuerza. En 1625, a Jacobo le sucedió en el trono su hijo Carlos I, que evidentemente también heredó los tapices.

Del palacio de Whitehall original sólo se salvó la Banqueting House, donde está el Banqueting Hall; allí se celebró la boda entre Isabel Estuardo y Federico V (traveljunction en Wikimedia Commons)
 

Ahora bien, dos años antes, siendo aún príncipe de Gales, Carlos había realizado un viaje a Madrid acompañado del duque de Buckingham para intentar resolver su matrimonio con la infanta María Ana, hija de Felipe III de España, que llevaba negociándose desde 1614; un célebre episodio que cuenta Arturo Pérez-Reverte en su primera novela El capitán Alatriste. Como es sabido, el enlace no pudo materializarse y cuando el inglés subió al trono no sólo cambió la conciliadora política de su padre hacia los católicos en general y los españoles en particular, sino que, según se cuenta, acaso avergonzado de aquel fracaso, ordenó llevar los tapices a un palacio más lejano, el de Oatlands (Surrey); teniendo en cuenta que el mismo destino tuvo el grueso de la colección real de arte, quizá no haya que buscarle una explicación tan rebuscada a la nueva ubicación.

De todos modos, los tapices no permanecieron allí más que unos años (por suerte, ya que el palacio quedó destruido por un incendio en 1794) y poco más tarde quedaban depositados en la Torre de Londres. Media docena de ellos salieron en 1644 para decorar la White Chamber del antiguo Palacio de Westminster, que de residencia real desde tiempos de Canuto el Grande había pasado a pertenecer al cardenal Thomas Wolsey (capellán y canciller de Enrique VIII) hasta que cayó en desgracia, para a continuación acoger el Parlamento. En lo que pasó a ser la sede de la Cámara de los Lores, por entonces únicamente se exhibían en acontecimientos especiales, pero se cree que a partir de 1651, cuando acabó la Guerra Civil, lo hicieron de forma permanente.

La reina Ana en la Cámara de los Lores, por Peter Tillemans. Se aprecian los tapices en las paredes (Wikimedia Commons)

Y es que, como es sabido, Inglaterra se vio inmersa en una contienda fraterna entre monárquicos y parlamentaristas, siendo estos últimos los que, tras imponerse en el campo de batalla y ejecutar a Carlos I, hicieron un inventario de los bienes reales para venderlos, tasando los tapices en dos mil ciento trece libras. El conjunto se guardó en el Royal Wardrobe, un almacén medieval de armas, libros, ropas, muebles y objetos diversos de la Corona que estaba situado cerca de Blackfriars y que fue adaptado para esa función cuando la Torre necesitó sitio para sus armerías, aunque el Royal Wardrobe dependía de ella y ésta de la Royal Households. Al final, sin embargo, el Consejo de Estado decidió homenajear al Lord Protector, Cromwell, conservando los tapices y enviándoselos a su residencia de Whitehall. 

La muerte del duque de Chatham, obra de John Singleton Copley, muestra al ministro William Pitt falleciendo ante los tapices de la Armada en 1778 (Wikimedia Commons)

Claro que lo de final es relativo, pues posteriormente volvieron a Westminster; concretamente a la sala de la suprimida Cámara de los Lores, restablecida en 1660 con la restauración de la monarquía encarnada por Carlos II, quedando testimonios de ellos en algunas estampas del Parlamento y en testimonios de testigos como el alemán Zacharias Conrad van Uffenback, que dio fe del mal estado en que estaban en 1710. Se tardó medio siglo en tomar medidas al respecto, procediéndose en 1760 a una limpieza y restauración de la que se ocupó el tapicero y sastre real Paul Saunders. 

Acuarela atribuida a William Heath que muestra la Cámara de los Lores, en su sede de la Court of Resquest, durante la apertura del Parlamento por el rey Guillermo IV. Se ven los tapices recubriendo las paredes (Wikimedia Commons)
 

En 1801, con la creación del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda, la Cámara de los Lores se vio obligada a ampliar el número de escaños, debiendo instalarse en un nuevo foro: la sala de la Court of Resquest. Con sus señorías se trasladaron también los tapices, que por su frágil estado fueron enmarcados, y ya no se moverían nunca más porque el 16 de octubre de 1834 se produjo un trágico desastre. Dos operarios -irlandeses, vaya por Dios- recibieron el encargo de deshacerse de los tally sticks, viejas estacas de madera que se empleaban desde la Edad Media para la contabilidad de los impuestos campesinos en una época donde el papel era caro y escaso (aunque se usaron hasta 1826). 

Tally sticks (Winchester City Council Museums en Wikimedia Commons)

 

Lamentablemente, la suciedad de las chimeneas sobrecalentó las estufas de los sótanos en que las quemaban, fundiendo su revestimiento de cobre y provocando un incendio que destruyó la mayor parte del edificio; no hubo víctimas mortales pero sí artísticas, pues se perdió el patrimonio que había en el interior (aunque, a cambio, inspiró obras de Turner y Constable -que fueron testigos de las llamas-, además de alumbrar una reconstrucción neogótica que hay actualmente). Entre las obras que se perdieron estaban precisamente los tapices.

Afortunadamente, se conservaban descripciones de ellos, así como los grabados que se le encargaron a John Pine en 1739 con la finalidad de hacer una versión al óleo de los originales de Vroom. Pine, que aceptó encantado porque consideraba, que el episodio histórico fue "la victoria más gloriosa que jamás se haya obtenido en el mar y la más importante para la nación británica", algo que hoy sabemos exagerado (la guerra concluyó con la firma del Tratado de Londres de 1604, claramente favorable a España). En cualquier caso, él creía que que había que garantizar la continuidad de aquellos ya raídos tapices, así que seguramente hubiera estado encantado de saber que iba a ser fundamental para la reproducción de las piezas. 

El incendio del Parlamento plasmado por William Turner (Wikimedia Commons)

Pine, amigo del pintor William Hogarth (quien también pudo ver el fuego e improvisó algún boceto), había impulsado una campaña en pro de los derechos de los artistas y se aseguró no sólo de que le hicieran el encargo en exclusiva sino de no ponerse manos a la obra hasta que se promulgó oficialmente la ley de copyright de 1735. Reunió el material gráfico disponible (las escenas dibujadas por Adams y Lemprière, los retratos de los marinos que hizo Gravelot) y reprodujo los tapices, aunque incorporando algunas novedades estilísticas. Asimismo, escribió una publicación en la que explicaba el proceso de elaboración de sus grabados, incluyendo reproducciones de cada uno de ellos y una descripción del episodio histórico bastante detallada; el título de esa obra es The tapestry hangins in the House of Lords.







Grabados de Pine y mapas de Gravelot incluidos en The tapestry hangins in the House of Lords (Wikimedia Commons)

En fin, el nuevo Palacio de Westminster que se construyó sobre las cenizas del otro reunía unas características especiales; su arquitecto, Charles Barry, siguiendo instrucciones de una Comisión Real liderada por el príncipe Alberto, quiso que sus interiores albergaran ciclos artísticos que ilustrasen sobre la historia inglesa hasta la fecha, realzando el carácter de potencia hegemónica del Imperio Británico. 

Buen ejemplo de ese espíritu que representaban se encuentra en las viñetas caricaturescas que James Gillray hizo hacia 1798, cuando Napoleón encabezó su expedición a Egipto y en Inglaterra temían una invasión, mostrando a soldados franceses saqueando los tapices de la Cámara de los Lores. El revival de la obra de Vroom y Spierincx formaba parte de ese plan, destinada a decorar la Cámara del Príncipe junto con una docena de bronces, sólo que ya no se haría en tejido sino en pintura. 

Consequences of a sucessful French invassion, la viñeta de James Gillray (Wikimedia Commons)

Por tanto, en la segunda mitad de los cincuenta decimonónicos, el artista Richard Burchett, especializado en temática historicista, fue el encargado de reproducir los tapices al óleo; también de añadir una serie de veintiocho retratos de cuerpo entero de los monarcas de la casa Tudor, copia de otros renacentistas, imitando ese estilo. Para ello, contó con la ayuda de los estudiantes del Royal College of Art que dirigía, pero no llegó a hacer la serie completa porque el fallecimiento del príncipe Alberto en 1861 y la falta de fondos supusieron una suspensión  del proyecto y su posterior reducción. 

De hecho, Burchett y los suyos únicamente pudieron terminar una pintura, La flota inglesa persiguiendo a la española cerca de Fowey, segunda de la serie y destinada, por sus dimensiones, a ser colocada sobre la estatua de la reina Victoria, vinculando a ésta con Isabel I. Los huecos previstos que quedaron vacíos se rellenaron con papel de pared Pugin.

La flota inglesa persiguiendo a la española cerca de Fowey, de Richard Burchett (Wikimedia Commons)

Sin embargo, en 1907 se retomó el plan y, así, se sumaron nuevas escenas del episodio de la Armada... hasta que el estallido de la Primera Guerra Mundial volvió a interrumpir los trabajos. De nuevo pasaron las décadas y se entró en un nuevo milenio. En 2007, la Cámara de los Lores recibió una jugosa donación del empresario filántropo estadounidense Mark Piggott, que había vivido en Londres. Como el dinero debía dedicarse a invertir en arte, se decidió que su destino sería acabar las cinco pinturas de la Armada que faltaban.

El artista elegido fue Anthony Oakshett, un especialista en reproducción de obras clásicas combinando pinceles y ordenador, que se puso manos a la obra en un gran estudio improvisado en Wrest Park, condado de Bedfordshire. Primero escaneó los grabados y los cuadriculó para pasarlos a lienzo a la escala correcta. Luego alternó técnicas tradicionales (como la aplicación de pan de oro) con otras digitales (para identificar el tono exacto de un color, por ejemplo), además de consultar a historiadores detalles tan minuciosos como el tiempo que hacía aquellas jornadas de 1588, el aspecto que debería darle al cielo o detalles morfológicos sobre los galeones españoles, algo en lo que Burchett no fue muy minucioso. Posteriormente aplicó barnices para darles a las pinturas el aspecto de tapices.

El enfrentamiento de ambas flotas ante la isla de Portland, una de las obras recientes de Anthony Oakshett

El conjunto quedó terminado en 2010 y, aunque a esos nuevos cuadros se les asignaron unas medidas algo menores, de 4,25 por 3,65 metros, ahora decoran los huecos que esperaban en la Cámara del Príncipe, antesala de la de los Lores. Un proyecto que duró, en total, cuatrocientos diecinueve años.

BIBLIOGRAFÍA

-PINE, John: The Spanish Armada, 1588. The tapestry hangins in the House of Lords. 

 -RYTHER, Augustine: Expeditionis Hispaniorum en Angliam vera Descriptio.

-HEARN, Katherine: Elizabeth I and the Spanish Armada: a painting and its afterlife (Transactions of the Royal Historical Society). 

-FARRELL, Stephen: The Armada Tapestries in the old Palace of Westminster.

-KONSTAM, Angus: La Armada Invencible

-The Armada Paintings, Anthony Oakshett (Art House, ParliamentUK Education Service en PaperZZ)

-The Armada Paintings (UK Parliament). 

-Wikipedia.

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