¿Fue culpable Guillermo II de la Primera Guerra Mundial?

¿Fue culpable Guillermo II de la Primera Guerra Mundial?

Alemania

La megalomanía del káiser Guillermo II fue uno de los detonantes de la Gran Guerra, aunque hoy se considera injusto cargar todas las culpas sobre él

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Retrato del emperador alemán Guillermo II pintado en torno a 1910.

Dominio público

Hace un siglo, el 21 de diciembre de 1919, Holanda concedía asilo político a Guillermo II (1859-1941). El último emperador de la dinastía Hohenzollern tuvo que salir de Alemania tras la derrota de su país en la Primera Guerra Mundial.

Guillermo II es una de las figuras más polémicas de la historia germana. El nieto mayor de la reina Victoria de Inglaterra accedió al trono tras el breve reinado de su padre, Federico III. Pronto quedó claro que deseaba tener un papel protagonista en el gobierno, por lo que entró en conflicto con el canciller Bismarck, al que apartó del poder.

Él también protagonizaría una política expansiva, pero con un punto de temeridad que no poseía “el Canciller de Hierro”. No obstante, es debatible hasta qué punto fue un desacierto que prescindiera del viejo estadista. Este había propuesto una política antisocialista, y el káiser se resistía a medidas duras que dañaran su popularidad en los comienzos de su reinado.

El estallido de la revolución en una Alemania exhausta por la guerra le obligó a partir hacia el exilio

Su rivalidad con Gran Bretaña y Francia contribuiría al estallido en 1914 de la Primera Guerra Mundial. Aunque quiso evitar un conflicto con su diplomacia personal, utilizando su parentesco con soberanos extranjeros, su posición partía de una contradicción imposible. Alemania pretendía ser aliada a la vez de Rusia y de Austria, pero si Austria llegaba a ir a la guerra, sería contra Rusia.

Eso fue finalmente lo que sucedió, y en ese momento Berlín se puso incondicionalmente del lado de Viena. La contienda, tras cuatro años de sangriento combate, acabó en un desastre. El fracaso militar puso fin al II Reich, fundado con la unificación del país en 1871. El káiser, incapaz de darse cuenta de la realidad, supuso que podría verse obligado a abdicar como emperador, pero aun así contaba con mantenerse como rey de Prusia.

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Guillermo II junto al rey Haakon VII de Noruega.

Dominio público

El estallido de la revolución en una Alemania exhausta por la guerra le obligó a partir hacia el exilio. Se estableció en Holanda, donde adquirió un castillo en el que viviría hasta su muerte. El Tratado de Versalles determinó que se le persiguiera por violar los acuerdos internacionales, pero la reina Guillermina rechazó su extradición.

En aquellos momentos, la propaganda aliada le presentaba como el gran culpable del conflicto. La historiografía actual considera simplista cargar sobre él todas las responsabilidades.

La República de Weimar le trató con generosidad. Le permitió vivir sin preocupaciones económicas en tierras neerlandesas y mantener numerosas propiedades en Alemania. Guillermo, sin embargo, se pronunció con virulencia contra el nuevo régimen. Más tarde, en los años treinta, el antiguo soberano tuvo la esperanza de que se restaurara la monarquía.

Hitler quiso que se le honrara con un funeral de Estado: deseaba vincular su Reich con el Imperio alemán

Este era un sueño imposible. Adolf Hitler le despreciaba, puesto que le atribuía la derrota de 1918. En un principio, el antiguo káiser simpatizó con el nazismo, pero se decepcionó ante sus purgas internas. Rechazó igualmente los atropellos contra los judíos en la Noche de los Cristales Rotos, pese a sus ideas antisemitas. En ese momento dijo que sentía vergüenza de ser alemán.

Eso no impidió, sin embargo, que enviara una felicitación a Hitler tras la rápida conquista de Francia, en 1940. Su heredero, el príncipe Guillermo, fue más allá de las palabras, porque se convirtió en miembro del partido nazi.

Guillermo II murió poco después, a los 82 años. Hitler quiso, por razones propagandísticas, que en Alemania se le honrara con un funeral de Estado: deseaba vincular su Reich con el Imperio alemán. Guillermo, sin embargo, indicó que sus restos no regresaran hasta que se produjera una restauración monárquica.

Este artículo se publicó en el número 621 de la revista Historia y Vida. ¿Tienes algo que aportar? Escríbenos a redaccionhyv@historiayvida.com.

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