Guillermina Green: la más hermosa de todas las hispánicas » Las nueve musas
Guillermina Green

Guillermina Green: la más hermosa de todas las hispánicas

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“¿Quién es la española más bella del cine de oro? Muchos apostarán por Saritísima, su artista más famosa en el mundo.

Otros dirán que Lola Flores, y unos más apostarán por la belleza andaluza de Carmen Sevilla, Carmen de España, pero hubo otros muchos rostros de esa generación prodigiosa que floreció en una España marchita, gris, pobre, triste.

Uno de esos rostros y quizá uno de los menos conocidos es el de la bellísima Guillermina Green, que dicho sea de paso y sin dudarlo fue la más hermosa de todas las hispánicas.”

La más hermosaLa más hermosa de todas las hispánicas… Un sentimiento de modestia me impide expresar esta opinión, que es también la mía, con la libertad de Alvin Loza en su blog “Dios me habla en las películas”, por referirse a alguien de mi propia sangre. Sin embargo en la investigación para este artículo he constatado que muchos cinéfilos consideran a Guillermina Green la actriz más hermosa de la Historia del cine español, más incluso que Carmen Sevilla y Sara Montiel, y aunque nunca le gustó la interpretación participó en 26 películas, algunas de gran éxito, rodadas en España, México, Argentina y Brasil.

Guillermina Green López-Ochoa nace en Sevilla, en el año 1922. Es la más pequeña de los cuatro hijos habidos del matrimonio entre Guillermo Green y Laura López-Ochoa y Sergeant. El único varón de los hermanos, Jorge, había estudiado medicina y muere muy joven en un accidente en la Guayana inglesa. Las tres hermanas, Laura, Esperanza y Guillermina, destacan desde muy jóvenes entre la sociedad sevillana por su gran belleza y por lo excéntrico de su familia, puesto que Guillermo se había establecido en Sevilla cargado de ideas avanzadas para su época, entre otras la de fundar el primer establecimiento médico-óptico de España con categoría de gran bazar, que incluía todas las novedades y avances extranjeros. Su origen inglés le convertía en un hombre de mentalidad avanzada para su época.

greenLa familia habita en un principio los altos del edificio de Zulategui en la calle Sierpes, donde curiosamente hoy día se ubica una de las grandes ópticas sevillanas, muy cerca del Bazar médico-óptico Green, sito en la calle Velázquez. Posteriormente encargarían a Aníbal González la construcción de un chalet en la calle Padre Coloma de Nervión, actualmente Cristo de la Sed. La madre, Laura, era hija de Isauro Lopéz-Ochoa y Lasso de la Vega, conocido periodista de la época, y de Eloísa Sergeant Morera, que aportaba a la familia la friolera de diecisiete títulos nobiliarios.

Con dieciséis años Guillermina vive la experiencia de vestirse de luto por la pérdida de su primer novio formal: el torero Manolo Bienvenida, que fallece en 1938 en San Sebastián. El llanto por el torero convulsiona la ciudad de Sevilla, que le acompaña desde Triana hasta el Cementerio de San Fernando, justo en el momento en que los periódicos dan la noticia de la muerte de 2000 hombres en el frente del Ebro. La muerte de Bienvenida “sacudió dramáticamente a las dos Españas y por una vez, la muerte de un torero las puso de acuerdo en algo” (Círculo Tarurino Amigos de la Dinastía Bienvenida).

GuillerminaTodas estas circunstancias pesan en la conservadora Sevilla cuando se hace público que Guillermina piensa dedicarse al cine. Durante un paseo por la ciudad es descubierta por el director Florián Rey, que después sería el esposo de Imperio Argentina, quien se queda sorprendido por su belleza y le propone participar con un pequeño papel en Polizón a bordo. Algunos aristócratas españoles han participado en la industria del cine: José Luis de Vilallonga en Desayuno con diamantes, y el marqués de las Marismas del Guadalquivir, Luis Escobar, a quien recordamos como el entrañable anciano de La colmena y otras muchas películas españolas; pero eran hombres, y el momento de la incursión bastante posterior. Guillermina comienza su andadura por la gran pantalla en los años de la España triste, gris y pobre en que la sombra de lo pecaminoso cubría todo lo relacionado con el cine, incluso la asistencia a las salas como espectador. En la Sevilla rancia resultaba impensable que una señorita de buena familia pudiera dedicarse a la interpretación, y más aún que la buena familia lo consintiera. Sin embargo Guillermo Green accede a la propuesta de Florián Rey pensando que quizá sea un capricho que pase pronto y quede en anécdota, y que de no resultar así era un medio como otro cualquiera de ganarse la vida.

La película se rodaría en 1941. El siguiente año acepta rodar Cuarenta y ocho horas, No te niegues a vivir, Siempre mujeres y Cuando pasa el amor. En 1943, tras rodar El abanderado, le llega su primer papel protagonista en El escándalo,  de José Luis Sáenz de Heredia junto a Armando Calvo, que supone su primer éxito y la consagración como actriz dentro del cine español. En 1945 rodaría con Jerónimo Mihura Santos El camino de Babel, en el que comparte reparto con María Isbert, Manolo Morán, Alfredo Mayo y Fernando Fernán-Gómez.

Don Quijote de La Mancha, y dos mexicanos muy atrevidos

En 1947 coincide con Sara Montiel, que entonces era aún una desconocida, en el rodaje de Don Quijote de La Mancha de Rafael Gil, con Fernando Rey, María Asquerino, Eduardo Fajardo, Julia Caba Alba y Rafael Rivelles; y rodaría tres películas más en suelo español en 1948: Vidas confusas, la casa de las sonrisas y la mariposa que voló sobre el mar.

En plena promoción de Don Quijote Guillermina conoce al que más tarde sería su marido, el productor mexicano Guillermo Calderón, llegado a Madrid con su hermano Pedro para promocionar una película sobre Ignacio de Loyola y San Francisco de Asís. Tenían visa de inversionista, y en aquella época la dictadura franquista, necesitada de inversión extranjera, trató a los dos hermanos a cuerpo de rey. Guillermo Calderón Green, hijo de Guillermina, cuenta que “mi tío Pedro -el hermano mayor de mi padre- era muy simpático, pero era un pillín. Se le ocurrió publicar en una hoja entera de un periódico un comunicado del Vaticano con la firma de Pío XII urgiéndole a los fieles a ver la película de papá en sociedad con mi tío. El único problema con toda esta jugada mercadotécnica genial es que la carta era apócrifa, y lo peor es que los apañaron y ¡tuvieron que salir huyendo de España vía Los Pirineos porque la dictadura los quería fundir!” No era poca hazaña en un momento en que el cine era tan criticado por la moral religiosa (el Cardenal Ilundain opinaba que el cine estaba “corrompiendo las costumbres privadas y públicas”, y Francisco Carrión-Mejías calificaba de “tontas” a las muchachas que se dejaban seducir por el séptimo Arte).

Pedro Infante y Guillermina green
Pedro Infante y Guillermina green

Poco después de la aventura española de los hermanos Calderón la vida de Guillermina cambiaría para siempre. Hasta 1950 había vivido en Madrid, donde compartía piso con otras compañeras actrices como Ana Mariscal, pero decide aceptar la propuesta de trasladarse a México. Ya Jorge Mistral había dado el paso de cruzar el charco, y era muy popular en la tierra azteca. México supone el reencuentro con Guillermo Calderón, que produce alguna de las peliculas en que interviene. Guillermo hijo recuerda especialmente “Mujeres de mi vida, con el flaco de oro que fué enorme en este país: Agustín Lara”. También muy querido en tierras mexicanas fue Pedro Infante, con quien Guillermina rueda También de dolor se canta, la consagración de su carrera. Esta película, que se estrenó en septiembre de 1951, y Burlada, son las más recordadas de su filmografía en México.

Su hijo Guillermo recuerda que “asombrosamente ella recogió el acento citadino de México enseguida y hablaba como chilanga pura. Claro que, cuando se juntaba con los sevillanos, su acento andaluz florecía al máximo.  En algunos carteles de la época figura el apellido como Grin o Grinn, “no por error; fue por diseño, y según ellos por estrategia. En aquella época pocos sabían leer, y por eso le pusieron Grin en lugar de Green”

La consideración negativa de la sociedad hacia las estrellas de cine no es menor en México que en España. Guillermo Calderón hijo  apunta que su padre y su abuelo eran “muy conservadores. Mi abuelo no quería que se casaran porque en aquella época los conservadores veían a los actores de cine como muy por debajo, y era hasta indigno. Pero se casaron. La condición fue que dejara de actuar, cosa que no molestó a mi madre en lo absoluto”. De hecho, en el matrimonio Calderón la carrera de Guillermina como actriz era un tema a evitar: “Mi padre no hablaba de ella sobre su carrera, como que era tabú. La época era muy retrógrada”. A partir de su matrimonio Guillermina suspende su actividad en el cine, siendo su última película Burlada, que se estrena en 1951. Da a luz dos hijos, Guillermo y Ana Laura Calderón Green, y se dedica a su familia que era “su verdadera vocación”.

Sin embargo había heredado de su padre el talento para los negocios, y en una de sus visitas a España se fija en el éxito de las muñecas Mariquita Pérez. Guillermina crea en 1962 la versión mexicana de esta muñeca, con todo tipo de complementos diseñados por ella misma, y de una pequeña tienda en la avenida de Insurgentes surge todo un fenómeno que convierte a  Juanita Pérez en la muñeca preferida de las niñas mexicanas. Guillermo Calderón Green recuerda que “la idea se la trajo de allá con una muñeca llamada Mariquita Pérez; entonces hizo un concepto tipo Barbie con mudas de ropa y accesorios, y crea una familia de 5 ó 6 miembros. Recuerdo cómo iba ella a la tele en un programa en vivo para niños llevado por Genaro Moreno (que luego hasta hizo una película con mi padre) y allí vestía y platicaba con las niñas de México”.

Guillermina Green fallece en Ciudad de Mexico en 2006, y es recordada en esta segunda patria por su carrera como actriz y por su posterior actividad empresarial. En la patria que la vió nacer, curiosamente, es mucho menos conocida. Y sin embargo entre los eruditos del cine se le dedican todavía elogios como el de Alvin Loza, por recordar una española que fue diva fuera de su tierra; aunque quizá el mejor de todos los elogios sea el que le dedica su hijo Guillermo acerca de sus cualidades personales: “fue mi mejor amiga. Sin ella no estaría donde estoy. Ayudó a sus amistades y a quien pudo. Nunca abandonó a mi padre. Para mí, sin duda fue una superstar”.

Yolanda Cabezuelo Arenas

Yolanda Cabezuelo Arenas

Yolanda Cabezuelo Arenas es un espíritu libre, extraño equilibrio entre la estricta educación conservadora y la influencia librepensadora de su padre José Luis Cabezuelo Holgado, insigne abogado que durante muchos años lo fuera del Consulado de Italia en Sevilla, ciudad donde era conocido por su erudición.

De su madre, Laura Arenas Green, perteneciente a una familia aristócrata y aficionada a las Artes, hereda el de verbalizar y hacer visible la realidad. Hay que recordar que es sobrina de Luis Arenas Ladislao, conocido fotógrafo cuyo legado diera a la belleza de Sevilla proyección internacional, incluso la Sevilla secreta de la más estricta clausura en e Sevilla oculta, Sevilla eterna y Semana Santa en Sevilla.

Su tatarabuelo, Isauro López-Ochoa y Lasso de la Vega, fue un periodista perseguido por sus ideas liberales; fundador de la revista El Avisador, que contaba con la colaboración de Javier Lasso de la Vega, José Gestoso, Luis Montoto, Antonio Machado y José de Velilla, entre otros.

El ambiente familiar propició el trato desde niña con personajes destacados de las Artes, recibiendo una formación esmerada en el estudio de la Historia, Literatura, Música y Pintura, faceta que perfeccionó en la escuela de Artes Aplicadas y oficios artísticos de Sevilla. También fue alumna de José María de Mena en la escuela de Arte dramático, llegando a interpretar y dirigir obras como Cinco horas con Mario, La vida es sueño, Don Juan Tenorio y La casa de Bernarda Alba.

La principal temática de sus escritos ligeros se centra en el comportamiento humano. Para estudiarlo no ha dudado en introducirse en distintos ambientes sociales, incluso marginales. Aunque reconoce que “habría podido evitar conocer a algunas personas, he aprendido la importancia de los valores viendo las consecuencias que sufren quienes viven sin ellos”.

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