Rasputín

Gracias a su mirada penetrante y un discurso elocuente, Grigori Yefímovich Rasputín (1869-1916) pasó de vivir en un pequeño pueblo de Siberia Occidental a ganarse la confianza de la familia real rusa. Este místico ruso experimentó una radical conversión, aunque su figura como hombre santo resulta controvertida, dado el libertinaje sexual que practicó a lo largo de su vida. El poder curativo que ejercía sobre el hijo pequeño de los Romanov por medio de la hipnosis o sus visiones sobre el futuro le otorgaron un halo de misterio, pero también de oportunismo. Algunos nobles y políticos rusos trataron de frenar su nefasta influencia sobre Nicolás II y urdieron un plan para dar muerte a Rasputín en el que se vio implicado el Servicio Secreto Británico. Tras tratar de envenenarle y dispararle sin éxito, finalmente, le arrojaron encadenado al río, donde murió ahogado. Ya fuera un verdadero profeta o un soberbio farsante, Rasputín ha pasado a la posteridad como un personaje inquietante y fascinante.