Algunos necesitan varias décadas para posicionarse en la industria, pero Greta Garbo sólo requirió 21 años para convertirse en una de las mayores leyendas del celuloide. La hazaña fue posible gracias a su enorme talento histriónico que le permitió saltar con relativa facilidad del cine silente al sonoro. A esto sumemos su reservada personalidad que le concedió un aura de misticismo ante su renuencia por participar en eventos públicos, siendo los Premios de la Academia un buen ejemplo.
Lamentablemente, esta misma introversión que tanto conquistó al público también le llevó a retirarse demasiado temprano en su carrera . Esto porque fue incapaz de soportar las malas críticas y la pobre taquilla de la comedia romántica Otra vez mío (1941), ignorante de que buena parte del descalabro provino de los cambios sociopolíticos de la II Guerra Mundial .
Aunque han pasado casi 80 años desde su última película, Greta Garbo sigue brillando en lo más alto de la élite hollywoodense. Aquí recordamos sus diez mejores películas.
Mata Hari (Dir. George Fitzmaurice, 1931)
Las dos nominaciones al Premio de la Academia logradas en 1930 demostraron que Greta Garbo no tendría mayor problema en adaptarse a las talkies. Sin embargo, su auténtica consolidación entre las audiencias como estrella del cine sonoro llegó hasta el año siguiente con Mata Hari, sobre la bailarina exótica acusada de espionaje alemán durante la I Guerra Mundial. Aunque muchos de los eventos mostrados son ficticios, su combinación de intriga y sensualidad la convirtieron en la película más taquillera en toda la filmografía de su protagonista, pero también en una de las más vigiladas por la censura norteamericana, que no dudó en recortar varios minutos tras la instauración del Código Hays en 1934.
The Painted Veil (Dir. Richard Boleslawski, 1934)
Adaptación de la novela homónima de W. Somerset Maugham, sobre una mujer que acompaña a su esposo en un viaje de investigación relacionado con una epidemia de cólera en China y donde el distanciamiento entre ambas partes hace que ésta inicie un amorío con un diplomático occidental. Aunque no obtuvo ningún premio, la película fue fundamental para la consolidación de la actriz en Europa, al ser una de sus cintas más taquilleras en el viejo continente. La obra impresa ha sido llevada al cine en dos ocasiones más: la primera fue 1957, dirigida por Ronald Neame y protagonizada por Eleanor Parker y Bill Travers; la segunda en 2006, bajo la batuta de John Curran y estelarizada por Naomi Watts y Edward Norton. A pesar del talento de sus respectivos equipos y de los más de 85 años de distancia, ninguna pudo arrebatarle su etiqueta de adaptación definitiva, ni sus respectivas protagonistas superar lo hecho por la mítica Greta Garbo.
Romance (Dir. Clarence Brown, 1930)
Muchos actores extranjeros radicados en Hollywood batallaron durante la transición a las talkies. No fue el caso de Greta Garbo, cuyo salto al cine sonoro llegó acompañado de dos nominaciones al Premio de la Academia. Una de ellas fue por Romance, sobre un aristócrata enamorado de una cantante de ópera, pero cuyo amor es incapaz de concretarse por sus diferencias sociales y los secretos que rodean a la fémina. La película triunfó en taquilla con una recaudación superior a los $1.25 mdd, además de que también fue nominada en la categoría de Mejor director. A pesar de ello, Garbo siempre tuvo la sensación de que el éxito pudo ser mayor si MGM no hubiera contratado al novato Gavin Gordon y hubiera seguido su consejo de negociar con Paramount para que cediera a Gary Cooper como su coprotagonista masculino.
Mundo, demonio y carne (Dir. Clarence Brown, 1926)
La leyenda de Greta Garbo comenzó con el cine silente, siendo Mundo, demonio y carne su película más celebrada durante este periodo, un drama romántico sobre dos amigos de la infancia que se ven abruptamente separados cuando ambos se enamoran de una misma mujer. La película fue todo un éxito en taquilla y resultó determinante para moldear el legado de la actriz: fue la primera vez que compartió créditos con John Gilbert, su coprotagonista masculino más recurrente y con el que coincidió en cuatro ocasiones, tres de ellas en la era silente. Más importante aún fue que marcó su primera interpretación bajo las órdenes del realizador Clarence Brown, quien la dirigió en seis ocasiones más, destacando Romance (1930) y Anna Christie (1930) que garantizaron su buena transición a las talkies con respectivas nominaciones al Premio de la Academia.
Anna Christie (Dir. Clarence Brown, 1930)
Greta Garbo debutó en las talkies con Anna Christie y con la frase “dame un whiskey, con ginger ale y no seas tacaño, cariño”. La actriz interpreta a una joven que se reencuentra con su padre tras 15 años sin verlo, lo que además le permite conocer a un marinero del que se enamora. Lejos de darle satisfacción, esto le provocará una enorme tensión por el oscuro secreto que le acompaña. A pesar del nerviosismo inicial de la MGM ante otras estrellas silentes, primordialmente extranjeras, que batallaron durante la transición al sonido, la actriz no tuvo ningún problema para seguir brillando porque hablaba un inglés tan perfecto que algunas producciones –ésta incluida– le pedían enfatizar su acento original sueco para aumentar su encanto. Todo esto resultó en la consolidación de su carrera, que a su vez representó el inicio de su leyenda, ya que esta cinta le dio su primera nominación al Oscar junto con Romance estrenada ese mismo año. La película también compitió en las categorías de Mejor fotografía y director, destacando que este último también fue contemplado por la ya mencionada Romance.
Anna Karenina (Dir. Clarence Brown, 1935)
La obra de León Tolstói ha sido llevada al cine en numerosas ocasiones, siendo la de 1935 una de las más ovacionadas gracias a la presencia estelar de Greta Garbo. La sueca interpreta con enorme destreza al personaje titular, cuyo matrimonio no le impide empezar un amorío con el Conde Vronsky, lo que desatará una serie de sucesos catastróficos para su vida. Fue la segunda ocasión que la actriz protagonizó esta misma adaptación en menos de una década, siendo la primera el filme silente de 1927. Esto mismo le hizo sentir un gran aprecio por el personaje y a defenderlo cuando el productor David O. Selznick le presionó para abandonar el proyecto en beneficio de Amarga Victoria (1939), al que consideraba más conveniente para continuar impulsando su carrera. Al final, la actriz ganó la discusión argumentando que ya había dedicado buena parte de su tiempo a preparar el papel, que la dirección de Clarence Brown ya le había dado dos nominaciones al Premio de la Academia y sobre todo por una cláusula en su contrato con la MGM que le permitía rechazar guiones que no fueran de su agrado, lo que le dejó el camino libre para retomar uno de los romances más trágicos de la literatura universal.
La reina Cristina (Dir. Rouben Mamoulian, 1933)
Nadie mejor que la sueca Greta Garbo para encarnar a uno de los personajes más controvertidos en toda la historia de su país. Tal y como su nombre lo indica, el filme explora el reinado de la reina Cristina, una de las soberanas más populares de la nación nórdica hasta que el amor por un embajador español le hizo abdicar para desencanto del pueblo. En su momento, la actriz quería a Laurence Olivier como su coprotagonista masculino, pero la idea fue desechada ante la pobre química en pantalla entre ambos actores. Posteriormente, Garbo fue determinante para que su antiguo compañero John Gilbert fuera el elegido, en un favor personal ante la cada vez menor presencia del actor en las películas de los grandes estudios. De poco sirvieron sus buenas intenciones, pues fue la cuarta y última vez que coincidieron en un mismo proyecto. Aunque hoy es un clásico en toda la extensión de la palabra, las críticas iniciales fueron tibias y la cinta no compitió por grandes premios, mientras que la buena recepción del público fue atribuida únicamente al estupendo trabajo de la actriz en combinación con la espectacularidad de la producción.
Camille (Dir. George Cukor, 1936)
No sólo es una de las películas más importantes en la filmografía de Greta Garbo, sino que era la favorita de la propia actriz, cuya actuación fue reconocida con una tercera nominación al Premio de la Academia. La adaptación de La dama de las camelias de Alexandre Dumas aborda el drama clásico de una cortesana que deja la seguridad de un adinerado barón para buscar el amor con un joven cuyo padre se opondrá a la relación al conocer su pasado, pero desde una perspectiva más moderna para explorar actualizar los dilemas morales de sus personajes. Esta idea provino del talentoso cineasta Goerge Cukor, quien siempre externó una gran admiración por Greta Garbo y un gran aprecio por su primera colaboración. Irónicamente, este mismo éxito les llevó a reencontrarse sólo cinco años después con Otra vez mío (1941), cuyo fracaso comercial abriría las puertas para el abrupto retiro de la sueca.
Grand Hotel (Dir. Edmund Goulding, 1932)
La única cinta en toda la historia del Oscar que ha ganado la máxima estatuilla sin estar nominada en ninguna otra categoría. Buena parte de la hazaña se debió a su increíble ensamble integrado por Joan Crawford, Lioner Barrymore, Wallace Beery y muy especialmente Greta Garbo, quienes interpretan a los solitarios huéspedes de un lujoso hotel en Berlín. Más allá de sus estupendas actuaciones, el filme también suele ser recordado por la icónica frase “quiero estar sola” arrojada con enorme destreza por la propia Garbo, al ser considerado un diálogo premonitorio que anticipó el abrupto retiro de la actriz casi diez años antes de que sucediera y lo más curioso de todo, por razones muy similares a las que externa su personaje al declarar “quiero que me dejen en paz”.
Ninotchka (Dir. Ernst Lubitsch, 1939)
La carrera de Greta Garbo se cimentó primordialmente sobre el drama, por lo que muchos se sorprendieron cuando la actriz decidió participar en una comedia como Ninotchka. La actriz interpreta a una emisaria soviética enviada a París para investigar sobre una venta entorpecida de joyas provenientes de la corona rusa, y cuya frialdad y rigidez que le llevan a ser elegida para la labor, se ven resquebrajadas por la aparición de un hombre que representa todo lo que va contra sus ideales comunistas. Aunque hoy se le acusa de estereotipar a los antiguos habitantes de la URSS, la historia sigue fascinando por su simpatía y encanto, resultado de combinar los talentos del director Ernst Lubitsch, el equipo guionista integrado por Charles Brackett, Walter Reisch y Billy Wilder, y la propia Garbo. La cinta fue nominada a cuatro Premios de la Academia en las categorías de Mejor director, guion, actriz y película, mientras que su recepción entre el público fue tal, que sólo aumentó la decepción cuando la siguiente película de la sueca, Otra vez mío (1941) fracasó estrepitosamente en sus esfuerzos por igualar el éxito, una mezcla que motivaría a la fémina a retirarse de la pantalla grande para siempre.
Luis Miguel Cruz Algún día me uniré a los X-Men, la Alianza Rebelde o la Guardia de la Noche. Orgulloso integrante de Cine PREMIERE desde el 2008.
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