Miller's Girl (2023), de Jade Halley Bartlett

Cairo es una brillante alumna de instituto, que tiene cautivado a su profesor de literatura Jonathan Miller por sus cualidades para escribir y sus modos seductores. Decide tutelarla para su ensayo de mitad de curso, clave para acceder a la universidad, en que debe imitar el estilo de algún autor conocido. Ella escoge a otro Miller, no Jonathan –que sólo ha escrito un libro que no ha leído nadie, o casi–, ni siquiera Arthur, si no al especialista en literatura erótica Henry, y aunque está vetado en las clases, el profesor acepta el reto. Alrededor también pululan Beatrice, la esposa del escritor, que a ratos se pone “cachonda” y otras veces es insoportable; y su amigo entrenador Boris, al que tira los tejos Winnie, la amiga lesbiana de Cairo, pero a la que también le gustan los juegos perversos con personas del otro sexo.

Debut como guionista y directora de Jade Halley Bartlett, que ofrece una risible historia de seducción y venganza, que en lo literario intenta moverse en las coordenadas de la “Lolita” de Vladimir Nabokov y las de “50 sombras de Grey” de E.L. James, mientras que en lo cinematográfico quizá la referencia más obvia serían los filmes de Adrian Lyne. De los logros literarios pueden dar idea algunas de las “frases perlas” del film como “somos el puto sueño húmedo americano” o “el amor era una palabra demasiado convencional para describir lo nuestro”.

Lo de que el único pase de prensa del film haya sido una proyección en una facultad universitaria con estudiantes ha sido un involuntario hallazgo, porque no ha tenido precio la recomendación previa al visionado al alumnado del anfitrión –“no hagáis esto mismo a los profesores” y "tuitead, tuitead, malditos"–, o las risitas de vergüenza ajena del público en bastantes momentos, cuando surge la seducción, la atracción, el desenfreno sexual, los celos, la venganza.

La verdad, elemental, querido Martin Freeman, resulta un tanto embarazoso ver a Bilbo Bolsón babeando ante la Lolita Miércoles de Jenna Ortega, y escuchar la agotadora voz en off de ella con sus logros literarios, “sesudas” consideraciones sobre las relaciones humanas, o descripciones “calenturientas” de tres al cuarto. Hay momentos en que no se sabe si lo que vemos es imaginación o realidad, quizá esto es un logro, jugar a la ambigüedad, a mí me parece un disparate que no obedece a ningún propósito reconocible.

Entre los detalles más grotescos se encuentran los de Boris enredado en un juego de sexting con Winnie, que podría ayudarle a vender bollitos, los de Beatrice y Miller tercero con perversidades sexuales en curso gracias al relato de Cairo, o los de ésta con su vestido sirena plateado, además de la comparencia ante la subdirectora, y los sublimes planos de lagrimitas... Pero no, no hagamos la lista más larga, y corramos rápido un tupido velo sobre el film.