Georgiana Houghton.

En su obra, líneas arremolinadas que se mueven a través del lienzo como hilos sueltos o como masas enredadas de cabello rebelde. De vez en cuando, a través de ellos se asoma algún ojo o algún rostro, con una mirada profunda y penetrante. Artista visionaria y médium, Georgiana Houghton fue pionera en un lenguaje expresivo de abstracción que se adelantó mucho a su tiempo. Tanto es así que muchos argumentan que Houghton fue la primera artista abstracta, profundizando en los mundos metafísico, espiritual y subconsciente mucho antes de que sus contemporáneos masculinos. En su día se ganó la atención y los elogios de la crítica, pero como suele ocurrir con las artistas femeninas, su nombre se perdió en el tiempo.

No se sabe mucho sobre sus primeros años de vida y su formación artística. Sabemos, sin embargo, que nació en 1814 en Las Palmas, Gran Canaria, en una familia de doce hijos. Houghton creció en Londres, pero viajaba mucho debido al trabajo de su padre como comerciante. Su arte temprano revela una inclinación hacia las flores y plantas en acuarela, pero se fue volviendo cada vez más surrealista con el tiempo.

1860.

Después de perder a su hermana, Houghton afianzó cada vez más sus creencias cristianas sobre la vida después de la muerte. La creciente fascinación por el espiritismo, típica de la Gran Bretaña victoriana, despertó el interés de Houghton lo suficiente como para llevarla a una sesión de espiritismo en la casa de una conocida médium, la Sra. Mary Marshall, en 1859. La experiencia sacudió profundamente a Houghton y, a partir de ese momento, su interés en comunicarse con los espíritus se convertiría en una obsesión. Incluso se formó como médium, convencida de que podría comunicarse con el más allá. A partir de ese momento, su arte se convierte en un reflejo de esas conversaciones.

1866.

A la vista de su arte, Houghton tuvo un formidable talento, con una visión extraordinaria y única. Su habilidad para combinar luz y movimiento con esquemas de colores ricos y complejos a través de la acuarela y el dibujo han dado como resultado obras de incuestionable calidad estética. De vez en cuando aparecen elementos figurativos, muchos de los cuales hacen referencia a la Santísima Trinidad. Y es que Houghton pensaba que conectarse con el mundo de los espíritus a través del arte podría acercarla a Dios.

Parece difícil creer que Houghton fuera tan radicalmente avanzada para su época, incluso antes de que los impresionistas hicieran acto de aparición. Es más, Houghton incluso afirmaba que ella no era la autora de su propio arte, atribuyendo ese trabajo a familiares fallecidos y a entidades del más allá, lo que hizo que los críticos de su época cuestionaran su cordura.

1867.

Con el tiempo, Houghton se convirtió en un miembro má de la alta sociedad, mezclándose con muchos otros médiums y espiritistas de alto nivel. En 1867, fue invitada a dar una conferencia en el evento inaugural del Ateneo Espiritual en Londres, donde mostró su obra a una amplia audiencia. Cuatro años más tarde, organizó una exposición individual a gran escala en la nueva Galería Británica en Old Bond Street. El catálogo de la exposición describió su obra como «un discurso que trasciende el lenguaje mortal».

Al igual que la posterior artista espiritual escandinava Hilma af Klint, Houghton socializó en un grupo algo marginado de espiritualistas de ideas afines, predominantemente femeninas, en quienes encontró una comunidad creativa de apoyo. Esto significó que su arte fue rechazado en gran medida por audiencias más amplias y orientadas a los hombres. Solo recientemente Houghton ha comenzado a recibir el reconocimiento que merece. Por excéntricos o increíbles que puedan ser los mensajes detrás de su arte, no se puede negar su extraordinario don para crear imágenes llenas de emoción y espiritualidad.

1870.

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