Biografia de George Cukor

George Cukor

(Nueva York, 1899 - Los Ángeles, 1983) Director de cine estadounidense. Casi desde el principio de su carrera fue descrito como "director de mujeres", fama que se consolidó con el paso de los años por las interpretaciones notables que fue capaz de conseguir de estrellas como Greta Garbo, Katharine Hepburn y Joan Crawford.


George Cukor

George Cukor estudió derecho en la De Witt Clinton High School de Nueva York, carrera que abandonó por el teatro. Su habilidad como director de actores y su dominio de la técnica comenzaron a formarse en Broadway, donde trabajó como director antes de dedicarse al cine. Esta afición teatral la heredó de su madre, que solía disfrazarse para entretener a sus amistades, imitando a actrices famosas.

El concepto del disfraz, incluso el de transformismo, será recogido y homenajeado por el director en varios de sus títulos, como Historias de Filadelfia (1940), La costilla de Adán (1949) o Luz que agoniza (1944). El extendido rumor sobre su condición homosexual encontró su anclaje en muchos de estos detalles, pero Hollywood suavizó la supuesta "falta" calificándolo de gran director de actrices. Ciertamente consiguió que ocho de sus actrices fueran nominadas al Oscar, pero no es menos cierto que Cukor acabó reduciendo ese calificativo a una mera anécdota gracias a su saber hacer.

George Cukor comenzó su trayectoria cinematográfica con Grumpy (1930), un melodrama protagonizado por Cyril Maude y basado en una obra de teatro. Durante la década de los treinta comenzó a mostrar interés por todo tipo de historias, desde el drama protagonizado por Tallulah Bankhead, Honor mancillado (1931), o Hollywood al desnudo (1932), cuyo guión fue nominado al Oscar, hasta la comedia romántica Cena a las ocho (1933), protagonizada por Marie Dressler.

En 1935 dirigió uno de sus mayores éxitos de crítica y público dentro de la década, David Copperfield, basada en la novela de Charles Dickens y protagonizada por Freddie Bartholomew. La película fue nominada al Oscar, así como el montaje. Fue la gran baza para ese año de la Metro Goldwyn Mayer, y la inversión dio sus frutos; pero quienes mayor beneficio obtuvieron de la película fueron sin duda sus actores, ya que David Copperfield se mostró como un vehículo de lucimiento inestimable para nombres como Basil Rathbone, Edna May Oliver o el mismo Lionel Barrymore, que tuvo un pequeño papel.

George Cukor descubrió a Cary Grant como el actor mejor dotado para la comedia romántica a partir de La gran aventura de Silvia (1936), basada en la novela de Compton MacKenzie. Él mismo dirigiría a Grant en dos títulos más, Vivir para gozar (1938) e Historias de Filadelfia (1940), pero también lanzó otras carreras, como la de Jack Lemmon, Anthony Perkins, Katharine Hepburn o Spencer Tracy.


Fotograma de Historias de Filadelfia (1940), de George Cukor

A partir de 1936 llegó una etapa más romántica en la carrera de Cukor. Ese mismo año llevó a la gran pantalla el Romeo y Julieta de Shakespeare, con Leslie Howard y Norma Shearer en los papeles principales. La dama de las camelias (1937), con Greta Garbo nominada al Oscar a la mejor actriz; y Vivir para gozar (1938), explotando de nuevo el filón Grant-Hepburn, mostraron las distintas caras del romance, que Cukor dominaba con maestría. También coqueteó con el cine de aventuras, en películas como El prisionero de Zenda (1937) o Las aventuras de Huckleberry Finn (1938), aunque no figuró en los créditos.

Tras ser unos de los directores que pasaron por el decorado de Lo que el viento se llevó (1939), Cukor inició una serie de títulos que estaban claramente dedicados al mundo femenino: Mujeres (1939), con un reparto de lujo y unos ciento treinta personajes, todos ellos femeninos; Susan And God (1940) y Un rostro de mujer (1941), ambas protagonizadas por Joan Crawford; o La mujer de las dos caras (1941), en donde repitió con Greta Garbo, atestiguan su conocimiento del universo femenino.

En 1944 Cukor abordó el suspense adaptando la obra de teatro de Patrick Hamilton Luz que agoniza, adaptación que protagonizaron Charles Boyer e Ingrid Bergman y en la que Angela Lansbury hizo su debut. Con este filme se acercó al melodrama gótico, compartiendo tema e interés con otros títulos de la década. Producida en el seno de la Metro Goldwyn Mayer, obtuvo ocho nominaciones a los Oscar, alcanzando el premio a la mejor actriz y a la mejor decoración de interiores.

La comedia romántica de Cukor se fue adaptando a las distintas décadas, y al llegar a la de los sesenta el mito Marilyn Monroe también hizo aparición en su filmografía. En El multimillonario, el propio Arthur Miller revisó el guión para realzar el protagonismo de su mujer, lo que provocó que actores de prestigio rechazaran interpretar el protagonista masculino. El papel fue finalmente aceptado por Yves Montand, que había protagonizado con anterioridad Las brujas de Salem (1957), basada también en otra obra de Miller.

My Fair Lady (1964) fue el éxito de una década en que el director empezó a espaciar sus trabajos. Audrey Hepburn se sumó con éxito a la legión femenina que había pasado por la dirección de Cukor, aunque no apareció entre las doce nominaciones y los ocho Oscar que obtuvo la película, durante cuyo rodaje fue asesinado el presidente Kennedy.

De sus últimos cinco títulos, dos fueron trabajos para la televisión, y las otras tres cerraron con broche de oro la fructífera relación que el director mantuvo con las actrices. Viajes con mi tía (1972), basada en la novela de Graham Greene, retomaba la comedia y daba uno de sus mejores papeles a la británica Maggie Smith, que fue nominada al Oscar. En El pájaro azul (1976), un cuento protagonizado por Jane Fonda y Ava Gardner, la búsqueda del "pájaro de la felicidad" se convertía en la principal meta de dos niños campesinos. Y, finalmente, Ricas y Famosas (1981), que Cukor dirigió con ochenta y dos años y que protagonizaron Jacqueline Bisset y Candice Bergen, es un conmovedor y realista retrato de la amistad.

Cukor siempre fue un director muy apreciado por la intelectualidad cinematográfica europea; entre otros, François Truffaut y Eric Rohmer reconocieron su capacidad artística y creativa y se identificaron con su inigualable tratamiento de la clase media.

C�mo citar este art�culo:
Fernández, Tomás y Tamaro, Elena. «». En Biografías y Vidas. La enciclopedia biográfica en línea [Internet]. Barcelona, España, 2004. Disponible en [fecha de acceso: ].