COMENTARIO HISTÓRICO ARTÍSTICO DEL AUTORRETRATO DE GABRIELE MÜNTER
CONTEXTO HISTÓRICO ARTÍSTICO
¿Puede una artista salir en los libros de arte, aparecer en museos y exposiciones y aún así ser una artista olvidada?
Se puede. Un ejemplo de ellos es Gabriele Münter.
Existen algunos factores que juegan a su favor para que su nombre no pasara totalmente desapercibido. Uno de ellos fue el hecho de estar presente en los círculos más importantes de su momento formando parte de la nueva corriente artística que surgía a principios del siglo XX: el expresionismo abstracto.
Münter nació en 1877 en Berlín, dentro de una familia acomodada que apoyó sus intereses artísticos. Huelga decir que la entrada en la Academia de Bellas Artes estaba prohibida para el público femenino. Sin embargo, la buena posición de sus padres le permitió estudiar a través de profesores privados así como academias de pintura y dibujo para mujeres. Otro de los aspectos que marcó su trayectoria fue la posibilidad de viajar a Estados Unidos acompañada de su hermana. Resultado de esta aventura fue el interés de la pintora por la fotografía que, junto con la pintura, trabajó hasta el estallido de la Primera Guerra Mundial.
Posteriormente y ya madura como artista seguiría viajando a Francia, Italia, Túnez, Escandinavia, y los Países Bajos.
El problema es que su legado artístico quedó a la sombra porque, como suele ocurrir con muchas mujeres, su vida como adorno de otros hombres importó más que su trabajo como creadora.
Fue alumna, fue amante, fue compañera. El nombre que siempre la acompaña es el de Vasile Kandisky. Se conocieron en la escuela de arte del grupo Phalanx donde el ruso daba clase, se comprometieron y vivieron juntos casi 15 años, influyendo artísticamente el uno sobre el otro, compartiendo fuentes de inspiración y aprendiendo los nuevos caminos que se abrían en el arte. Juntos fundaron y fueron miembros de la “Nueva Asociación de Artistas de Münich” que sería el germen de lo que se convertiría en Der Blaue Reiter “El jinete azul”, uno de los grupos más relevantes de la historia del arte occidental.
Algo que cabe destacar y que nos da información de la personalidad de la artista fue el entorno que Münter proyectó a su alrededor. Adquirió una casa en Murnau que pronto sería famosa como punto de encuentro entre artistas e intelectuales. Se la conocía como la Münter-Haus o la Casa Rusa y era una expresión más del arte y la personalidad de la artista en la que se daban cita las vanguardias del momento con nombres como Franz Marc, August Macke, Marianne von Werefkin o Paul Klee.
Durante la Primera Guerra Mundial la vida conocida por Münter se vino abajo separándose de su pareja y amigos, hecho que le afectó profundamente. Su pintura cambió llegando a pasar temporadas en las que no produjo nada.
Durante la Segunda Guerra Mundial los nazis consideraron su arte degenerado y censuraron sus obras. Por suerte ella guardó una colección de pinturas propias y de artistas del grupo Jinete Azul, evitando su pérdida total que posteriormente donó a la ciudad de Munich.
A pesar de su historia a menudo seguimos conociéndola como una amante más, que a veces dibujaba olvidando con facilidad lo más importante, que fue artista con características propias. Prueba del legado de esta mujer, que muchas veces pasamos por alto es el premio que lleva su nombre destinado a mujeres artistas de más de 40 años y que es considerado de los más prestigiosos de Alemania
ANÁLISIS FORMAL E ICONOGRÁFICO
Las características propias de Münter quedan reflejadas en sus obras cuyos temas van desde paisajes hasta interiores e incluso con el tratamiento de la figura humana.
Este es el caso. Decidió retratarse a sí misma cuando tenía unos treinta años enfocándose especialmente en intentar captar el estado de ánimo más allá de la verosimilitud de lo representado. Münter sufría una constante depresión que de alguna manera se ve reflejada en esta fotografía de su alma.
Normalmente pintaba con colores intensos sin mezclar, sin embargo para representarse a sí misma elige una paleta mucho mas limitada, simplificada valiéndose de los trazos negros para remarcar las diferentes zonas que quiere mostrar y marcando con líneas claras los límites de las distintas partes.
Gracias a ello así como al uso del color se crea un fuerte contraste que enfatiza a la persona sobre el fondo que queda monocromo. Es decir a ella misma que no solo es separada del resto del cuadro por el uso de tonalidades diferentes sino incluso por una separación explícita representada en forma de nebulosa azulada realizada con pincelada gruesa, que parece rodearla por completo. Se trata así de resaltar el yo frente al tú, separarse del otro, de la figura que Münter parece mirar pero que no aparece en escena. Estás peculiaridades a la hora de pintar empezarían a convertirse en sus rasgos característicos haciendo su obra propia y reconocible.
Entender la obra de Münter es más sencillo si entendemos primero el movimiento artístico en el que se desarrolló.
El expresionismo alemán es una de las “vanguardias históricas”. La paradoja es que a pesar de ser un movimiento reconocible fue muy heterogéneo. La razón se encuentra en el objetivo de esta corriente artística que es la “expresión” subjetiva del artista por encima de la realidad, la formalidad o el exterior.
Para ello cambian las imágenes sin importarles deformarlas, no se respeta la escala y se renuncia a la proporción, la perspectiva, incluso el uso de los colores se aparta de la realidad. No es una falta de conocimiento, ni mucho menos, sino una huida consciente de estas cuestiones porque se considera mucho más importante plasmar las sensaciones que produce la naturaleza o la persona se quiere representar, concediéndole importancia a lo simbólico y lo espiritual.
Por eso, no es de extrañar que el expresionismo, al llevar por bandera la subjetividad, fuera evolucionando hacia nuevas formas de expresión dando lugar a diferentes corrientes: expresionismo figurativo, abstracto y americano, además de traspasarse a otras ramas del arte como la arquitectura, la escultura o la danza.
Münter, que había crecido como impresionista, empieza a coquetear con estas cuestiones y pasa de querer captar “las impresiones” de su entorno a profundizar en la “expresión” de sus experiencias internas, las que surgen a raíz de sus relaciones con el entorno, las personas que las rodean y consigo misma.
De esa forma Münter sigue la estela que ya marcaron cientos de sus predecesores. Profundizar en el escenario más rico que podían encontrar, ellos mismos, su rostro y su persona. Así transmite dos cosas al mismo tiempo en Autorretrato de Gabriele Münter. Un interés hacia sí misma que puede que nosotros hayamos olvidado así como una maestría con el pincel que muchas veces pasa desapercibida cuando el morbo, el cotilleo o la historia de película parecen importar más que la calidad artística de una ARTISTA CON MAYÚSCULAS.
BIBLIOGRAFÍA
Alarcó, P. (s. f.). Autorretrato. Consultado el 23 de noviembre de 2022.
https://www.museothyssen.org/coleccion/artistas/munter-gabriele/autorretrato
Fligeri, F. (2019). Mujeres Artistas Esenciales del Arte. Blume.
García, D. (8 de diciembre de 2018). Gabriele Münter: la artista olvidada a la injusta sombra de su amante, Vasili Kandinski. https://magnet.xataka.com/idolos-de-hoy-y-siempre/gabriele-munter-artista-olvidada-a-injusta-sombra-su-amante-vasili-kandinski
Grimoldi, O. (s. f.). Retratos extraordinarios: Gabriele Münter, la heroína del expresionismo alemán. Consultado el 24 de noviembre de 2022.
https://elojodelarte.com/biografias/gabriele-muenter-la-heroina-del-expresionismo-aleman
Wikipedia. (s. f). Gabriele Münter. Consultado el 23 de noviembre de 2022.
Una respuesta a «Autorretrato de Gabriele Münter»
[…] Autorretrato de Gabriele Münter, por La cámara del arte (Matilde Soria, 28 de noviembre de 2022) […]