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“Fue la Mano de Dios”: ocurrió en Nápoles

"Fue la Mano de Dios" es una película hecha para la contemplación de un adolescente maltratado por la suerte y forjado como hombre, en una bella bahía donde la realidad parece mágica.
viernes, 24 de diciembre de 2021 · 14:35

MONTERREY, N. L., (apro).- Pobre Fabietto. Vive apasionado por el futbol, pero no sabe lo que le depara el destino, que le entrega bellas delicias pero, también, desoladoras sorpresas.

En Fue la Mano de Dios (È stata la mano di Dio, 2021), su filme más personal, el director Paolo Sorrentino explica cómo fue su propia formación como realizador y como persona, desde aquella lejana juventud que retrata en los apasionados años 80, en la pintoresca ciudad de Napoli. Si hay alguna localidad típicamente italiana es el populoso puerto del sur, donde los viejos conviven en una pueblerina normalidad con las impetuosas generaciones nuevas. Ahí se encuentra la numerosa familia de Fabietto (Filipo Scotti) llena de parientes pintorescos, completamente imperfecta, pero funcional dentro de sus fallas. También la integra una hermana del muchacho, que se la pasa encerrada en el baño, en un largo chiste que se aclara hasta el final.

En el film, disponible en Netflix, a la orilla del mar transcurren las vidas de todos, en viñetas que presenta Sorrentino con un eco de Amacord, de Fellini, con imágenes nostálgicas, que son evocadoras pero irresistiblemente festivas, sobre el amor, la unidad en el hogar y la siempre presente picardía de las damas italianas, tan dadas a preconizar los goces de la alcoba.

Mientras la vida pasa, los varones en la ciudad, enviciados con el futbol y fanáticos del Club Napoli, han puesto una esperanza colectiva en el rumor de la llegada al equipo de un maravilloso argentino, deidad de la pelota conocido como Diego Armando Maradona. Parece que en el pueblo donde no pasa nada, lo mejor que puede ocurrir es la expectativa, al parecer irreal, del próximo desembarque del crack para que refuerce al once local.

Hasta que, como ocurrió en la realidad, en 1984 el astro fue fichado por el modesto conjunto napolitano, al que llevaría hacia la gloria a lo largo de los años. Y por ahí, se atraviesa el mundial de México 86, que toda la ciudad sigue con emoción, para atestiguar ese gol conocido como el título de la película.

Toda la cinta se mueve entre estampas de confección poética y palpitante, que muestran cómo fue el crecimiento del imaginario del realizador, que se nutrió de bellas imágenes del mar, de las montañas y de una ciudad inmiscuida en los pequeños problemas de cada casa, con muchas risas y mucho llanto. Y en el trasfondo se encuentra Maradona, como un ser celestial que, al incurrir en uno de los más grandes timos de la historia del deporte, convirtió ese gol con la mano en un acto político que, de acuerdo a la retorcida teoría de un viejo lugareño, cobraba el desagravio histórico de su país hacia los colonizadores británicos.

Afortunadamente, aunque el relato es personal y hasta de narrativa desordenada, nadie queda excluido. Hay una arbitraria sucesión de eventos, que muestran, en una gran foto familiar, cómo todos terminan por afectar sus vidas entre sí, para bien y para mal.

En medio de ese caos cotidiano Fabietto escucha el llamado por el cine, pero no sabe qué hacer con su inquietud. Siente una irresistible atracción prohibida e imposible, de carnalidad, hacia su propia tía Patrizia, una belleza desbordada por su propia sensualidad y sus desequilibrios mentales. Las dudas lo angustian.

Al igual que hizo Tornatore con Cinema Paradiso, el personaje de este chico tiene que definir su propio camino y lo encuentra en una forma por demás grotesca, con un artista demencial que, pese a todo, lo cimbra, confrontándolo con las interrogantes que esconde cada creador en su interior.

Al final queda una historia sencilla de un muchacho obligado por la fatalidad a tomar la vida entre sus manos, voluntarioso, pero sin conocer nada de su futuro.

"Fue la Mano de Dios" es una película hecha para la contemplación de un adolescente maltratado por la suerte y forjado como hombre, en una bella bahía donde la realidad parece mágica.

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