Premios: 1 (más 3 premios y 2 nominaciones) Ver más
¡Qué bello es dirigir!
Optimista a machamartillo, poeta del idealismo, paladín de los buenos sentimientos. Frank Capra fue maestro de un cine donde la frontera entre emotivo y sensiblero es muy, muy delgada.
Y Frank Capra (1897-1991) rehusaba cruzar la línea divisoria, se quedaba del lado de las emociones puras y auténticas. Quizá por haberlas vivido en la realización de su `sueño americano´. Nacido en un pueblecito de Sicilia, con 5 años emigró a EE.UU. De familia numerosa, pobre y campesina, católico practicante, la muerte prematura de su padre le obligó a ejercer de cabeza del hogar. Lo que le planteó dilemas morales, como el de aportar o no sus conocimientos de ingeniero químico al contrabando de alcohol; como para cualquiera de sus futuros héroes, aquello era tentador, pero prevalecieron sus principios.
Se dedicó al cine por casualidad: en un tranvía, el conductor mencionó un anuncio del periódico, de Fireside Productions. Se presentó, y aseguró que venía de Hollywood, una mentirijilla. En 1922 dirigía Ballad of Fultah Fisher’s Boarding House, título grandilocuente de sólo 10 minutos, que la prensa describió como “tributo al genio de Kipling”. Cuando al fin Capra confesó su ignorancia fílmica a Walter Montague, éste le dijo saberlo ya, pero que había confiado en su determinación. Más tarde fue escritor de gags en la serie La pandilla, y en los filmes de Harry Langdon, que producía Mack Sennett.
Buscando su personal Shangri-La, el idílico lugar que pintaría en Horizontes perdidos, trabajó para Harry Cohn en Columbia. Sus filmes elevaron de categoría al modesto estudio de Gower Street. Fue una larga relación, de 1927 a 1939, donde no faltaron sinsabores (Cohn estrenó en Europa un film con el nombre de Capra, sin saberlo éste), pero tampoco alegrías (tres Oscar al mejor director, el orgullo de ver su nombre delante del título…), y varios títulos esenciales. El viaje en autobús de Gable y Colbert de Sucedió una noche, la conversión de la mendiga May Robson en señora en Dama por un día (que propició un remake del propio Capra), el heredero manipulado, Cooper, de El secreto de vivir, la familia tronada, Arthur, Stewart, Barrymore, de Vive como quieras, y, por supuesto, la utopía de Colman en Horizontes perdidos, entre otros. Eran magníficas películas, que tenían miga, y evitaban caer en el aburrimiento, el pecado capital del cine, según Capra. Además, tuvo tiempo de presidir la Academia de Hollywood. Luego buscaría la independencia: primero con el guionista Robert Riskin, y tras la guerra con William Wyler y George Stevens. En esa etapa, Juan Nadie (Cooper ‘again’) habló de modo magistral del ciudadano anónimo; idea común a Caballero sin espada, film que no agradó a los politicastros de Washington, con el `boy scout´ Stewart.
Su contribución al esfuerzo de la II Guerra Mundial con la serie Why We Fight fue importante. Pero el horror y la muerte hicieron mella. Lo que no le impidió entregar tras la contienda su film más célebre, la película navideña por excelencia, ¡Qué bello es vivir!, fábula sobre lo que pasa y deja de pasar si uno elude sus responsabilidades, con Reed, Stewart, y Barrymore. Curiosamente, en su momento no funcionó. Empezaba el declive, pero aún hizo títulos estimables como El estado de La Unión. El mundo cambiaba, el cine también. Actores y agentes detentaban un poder inusitado, él se hacía mayor, se cansaba. Poco a poco las películas admitían una carga de sexo y violencia que le repelía. Su retiro oficial llegó con Un gángster para un milagro (1961), comedia deliciosa, pero no apta en los tiempos que corrían. Aún tendría tiempo, no obstante, de escribir sus memorias, definidas por John Ford como “el único balance auténtico que he leído sobre Hollywood”.
Premios
Ganador de 1 premio
- Dirección Sucedió una noche
Nominado a 1 premio
- Dirección ¡Qué bello es vivir!
Ganador de 1 premio
- Dirección Vive como quieras
Ganador de 1 premio
- Dirección El secreto de vivir
Ganador de 1 premio
- Dirección Sucedió una noche
Nominado a 1 premio
- Dirección Dama por un día